Partida Rol por web

- ¿Lo sabías?- preguntó, con cierto titubeo- ¿La charla? ¿Cuál charla?- añadió, un tanto avergonzada, alzando las cejas, acto seguido, como si no terminase de comprender a qué se refería- Yo... En fin. ¿Crees que está mal querer... Compartir momentos íntimos con más de una persona?- dijo, sonrojándose un tanto más, en el acto- Quiero decir... No al mismo tiempo. 

Entonces escuchaba el ruido de la puerta, percatándose de que alguien había llegado, aunque símplemente miró a través de la ventana, durante un instante, sin llegar a levantarse.

Solo rió un poco en respuesta a sus preguntas sobre lo que era la charla. Suponía que ese concepto no habría trascendido tanto como podría haberse esperado, a pesar de que la edad de la chica le hiciera pensar que podría tener un recuerdo más fiel a los viejos tiempos de lo que tendrían niños como Robin o Skyler.

Iba a contestar la interesante pregunta siguiente de Clem cuando escuchó el ruido de la puerta principal. Aunque no sugirió ir a ver, prestó atención mientras seguía conversando con la chica, esperando distinguir alguna voz o ruido que le indicara de quien se trataba o al menos en que dirección iba. 

No creo que esté mal en absoluto. - respondió con naturalidad - Es normal desear estar con más de una persona. Lo que puede ser complicado es desearlo demasiado cuando estás en una relación exclusiva con alguien, porque la probabilidad es que más temprano que tarde acabes cediendo e hiriendo los sentimientos de una o más personas. - la miró a los ojos. Sabía que Clem le daría la importancia que merecía a los sentimientos del resto - Si no tienes nada exclusivo y quieres hacerlo... supongo que depende de las personas que se vean involucradas y de que relación exactamente lleves con ellas. Quizás hasta tienes buena suerte y al mismo tiempo es una opción también. - sonrió con picardía, aunque dudaba que fuera el caso de la religiosa.

16 de noviembre de 2037, 11.15.

El interior del Major Morris estaba tranquilo cuando Kane entró por la puerta principal. Se podía escuchar el sonido de alguien trasteando en el almacén y las risas de los niños provenientes de la sala común. Pero el ambiente era, en general, bastante silencioso. La comitiva formada por Morgana, Daniel, Robin, Cassandra y Trish, que iba a visitar La Comunidad esa mañana, ya debía de haberse ido del refugio hacía rato dejando atrás a Clementine, Skyler, Axel, María (que había llegado la noche del sábado) y los tres niños.

A Kane le costó dar el paso, entrar, los pensamientos se arremolinaban y el escozor de la mano, aunque soportable, era molesto. Tuvo la tentación de marcharse de nuevo, pero seguir huyendo no solucionaría nada, así que enfiló camino hacia donde estuviera la gente. En realidad tenía miedo, miedo de enfrentarse a Clem, enfrentarse a la realidad de otro fracaso. Pero era estúpido pensar que iba a pasar desapercibido.

Al pasar cerca de la sala común y atisbar en su interior Kane pudo ver allí a María, la chica que había llegado de la Comunidad para alimentar a Thiago. El bebé estaba dormido en su canasto junto a ella y Shamira y Lincoln le estaban enseñando cómo se jugaba al choppi, ese juego que los dos habían inventado y con el que solían entretenerse en los últimos tiempos. 

Su búsqueda de Clementine le llevó hasta la primera planta y al acercarse a la capilla alcanzó a escuchar voces que provenían del interior. Al entrar pudo ver que allí estaba la predicadora junto a Axel. Ella tenía la guitarra en el regazo y él el violín a su lado, pero no parecía que estuvieran tocando en ese momento, sino que estaban charlando. 

Apenas unos segundos después de oír la puerta principal los dos pudieron escuchar algunos pasos que se acercaban, hasta que por la puerta de la capilla asomó Kane, que había regresado al refugio y parecía estar buscando a Clementine. 

Kane entró en la capilla silencioso, sus pasos eran pesados, como si una losa que afanara en retener una avance más ligero. Tenía la mano derecha, en la que se apreciaba el tatuaje de la golondrina, agarrotada y los nudillos enrojecidos por una herida leve en ellos. Miró a Clementine y a Axel, asintió en primera instancia, y llevó sus pasos a uno de los asientos libres dejándose casi caer en ellos.

—Buenos días —saludó al final parco en más palabras, se llevó la mano izquierda a la derecha acariciando un poco la magulladura.

- La verdad es que... - comenzó, diciendo, antes de que escuchase los pasos de Kane y callase, viéndolo entrar en la capilla, mientras esbozaba una expresión indefinida en la que había una mezcla de preocupación, alivio y culpabilidad. Su mirada lo recorrió, y sus ojos se abrieron, asustados, al ver la herida en sus nudillos- Kane...-dijo, acercándosele, tomando la mano herida entre las suyas- ¿Qué...?-dijo, contrita, acariciando sus nudillos, con un suspiro entrecortado. 

Axel estaba entretenido de sobra con el tema y ansioso por escuchar la respuesta de la chica, así que cuando esta empezó a hablar el portorriqueño prestó tanta atención como si le estuvieran explicando la única ruta y posibilidad para sobrevivir a una emboscada. Bueno, quizás no tanto, pero sí quería chisme. 

Para su desgracia, no llegó a enterarse de nada, porque justo en ese momento entró Kane con apariencia de haberle dado una paliza a alguien entre los nudillos rotos y lo cansado que se veía. El ceño de Axel se frunció un poco, intrigado.

¿Que tal? - saludó a Kane mientras Clem se acercaba a este - ¿Un día difícil? - volvió a preguntar, empezando a considerar que quizás sería mejor idea dejarlos solos para que conversaran en paz. 

Kane apartó ligeramente la mano, movió la cabeza restando importancia a la herida de la mano que, una vez mirada, era más aparatosa que grave.

—No es nada —aseguró el pistolero —. Siento haberme ido sin decir nada. Tenía asuntos.. personales. No podían esperar —si bien no mentía, Kane era bastante malo escondiendo cosas, la voz del hombre parecía más blindada que natural. Alzó la mirada hacia Axel, se acabó encogiéndose de hombros con aire lacónico.

—Estoy. He tenido días mejores —volvió ligeramente la mirada a un lado, pensativo —. El bebé, ¿sigue aquí? —preguntó algo torvo, con ánimo sombrío, pero cansado. Había un abatimiento notorio en el pistolero, uno más espiritual que físico —. ¿Interrumpí algo? Lo siento si ha sido así.

- Sí, sigue aquí.-respondió, preocupada, contrita, apretando los labios en una fina línea, antes de atreverse a hablar- ¿Qué...?-comenzó a preguntar, notando cómo su voz se apagaba en el acto. Quería saber qué había pasado, pero sabía que Kane no se sentiría cómodo hablando delante de Axel- Me alegro de que hayas vuelto.- dijo, en lugar de aquella pregunta que la asaltaba, notando cómo la voz le temblaba ligeramente. 

Bueno, todo eso estaba muy raro. Primero, sobraba, eso estaba clarísimo, y segundo, tanto Kane como Clem parecían estar callándose cosas. Fuera por él o no, le hacía sentir un poquito incómodo, lo suficiente para que se planteara si realmente quería seguir en la capilla con la pareja. Sumado a eso estaba el hecho de que Kane no parecía particularmente animado, y seguramente no estaría con ganas de hablar tonterías con un extraño. 

Lamento que tu día no fuera tan bien como esperabas. Seguro mañana será mejor. - le sonrió con amabilidad al hombre - Y no te preocupes, no has interrumpido nada. Solo charlábamos. - le sonrió ahora a la chica con una expresión un poco más alegre y marcada. 

Será mejor que me vaya - concluyó poniéndose de pie mientras tomaba el violín - Se ve que necesitan su espacio y a veces tres son multitud. - emprendió camino hacia la salida -Solo recuerden que esto sigue siendo una capilla aunque se queden solos - bromeó con una sonrisa de medio lado mientras caminaba hacia la puerta - A ver si luego me cuentas el chisme¹ - añadió volteándose para guiñarle un ojo a Clem antes de salir. 

Kane simplemente asintió a las palabras de Clementine sin decir nada. Dirigió la mirada hacia Axel, no respondió a su lamentar de su mal día, simplemente se encogió de hombros.

—Seguid charlando —repuso con aspereza, movió la cabeza y se sentó en uno de los lados —. Escucharé, si no tenéis inconveniente. No me apetece hablar ahora mismo.

El tono de voz del pistolero se mantenía anclado en una lividez contenida, opuesto al humor de Axel. Se miró los nudillos, ahora rojizos, pero con mejor aspecto que un tiempo antes. Aunque aun le escocía.

- No hablábamos nada importante.-dijo, frunciendo ligeramente el ceño- ¿Te has curado eso? Quizá deberías aunque sea lavártelo bien, no sea que se te vaya a infectar.-añadió, sin poder evitar mirar sus nudillos con cierta aprehensión, evitando hacer preguntas al respecto pero claramente queriendo hacerlas. 

Vaya, este chico debe ser el alma de la fiesta - pensó al verlo encogerse de hombros con tanto carisma y amabilidad. Pero bueno, le daría el beneficio de la duda, después de todo si realmente había tenido un mal día era normal que no quisiera hablar con nadie. Así que, a causa de eso y otros detalles, decidió marchar. Para su sorpresa, el hombre parecía partidario de que se quedara ahí... lo que parecía realmente entrar en conflicto con su tono de voz. Ciertamente este no sería alguien muy fácil de leer. 

Como dice Clem, nada importante. Tú no te preocupes, deja que te cure Clem y descansa, ya charlamos los tres otro día. - dijo desde el marco de la puerta - Hasta luego, chicos - se despidió para luego desaparecer por el pasillo.

Kane ni siquiera miró como Axel se marchaba, su atención volvió pronto a Clementine y luego se miró el puño.

—No es nada. Nada en absoluto. Un rasguño —zanjó la discusión de sus nudillos, avanzó hacia uno de los asientos y se sentó mirando hacia el altar —. ¿Cómo ha ido la mañana?

- Bien...-respondió, cruzándose de brazos, inquieta- Hemos estado cuidando del bebé. No ha habido ninguna incidencia.-añadió, mirándolo fijamente, con aquellos ojos claros que parecían ser capaces de escudriñar el espíritu mismo- Y tú... ¿Dónde has estado, Kane?

Kane permaneció un rato en silencio, sintió cierta tensión al escuchar mencionar al bebé, pero contuvo con escaso éxito que la mirada se le tornó algo gris.

—Fui al Bronx —dijo al final, movió la cabeza ligeramente —. Fui a ver a la madre del bebé. No pude verla. Me negaron la entrada —resumió con aspereza, había más, claro que había más, pero Kane calló sin ampliar nada. Bien le costaba hablar de ello, bien había otra cosa más profunda que lo hacia sentirse inseguro.

De repente, una sensación se deslizó por la nuca de la predicadora, una sensación que no le era desconocida y que, sin embargo, sabía con certeza que no había desencadenado ella en esa ocasión. La impresión de que ella era una pieza que encajaba en algo mayor, en un engranaje que no podía controlar.

Algo en el universo parecía desear abrirse para ella... No. Para ellos.

Tuvo la sensación de que, de algún modo, ese... lo que fuese... incluía también al hombre que tenía a su lado, como si algo los entrelazase, algo más allá de la convivencia.