Partida Rol por web

Robin asintió a las prisas para que levantase el culo pero no hizo ningún ademán de ir a tomarlas como propias, simplemente asumió que aquello era un "sí" por parte de Morgana y que, al terminar la reunión, aún podría encontrarla en la entrada del Morris.

Quería ir, empezar el siguiente nivel de su estudios de curandero y sobretodo quería dejar su cabeza muy lejos de ayer.

Sintió los ojos de su prima estrujarle la manga y a pesar de reconocerla apartó el brazo de esa fuerza invisible para dejarlo medio encajado entre cadera y espalda.

" Voy y vengo". Empezó a prometer pero ante el ladrido de la militar sus pies se hundieron en plomo.

Su mirada cambio rápidamente de Skyler a Morgana e incluso el perdón que tenía para una y para otra mudo de promesa a petición. Ladeó ligeramente la cabeza en una queja que esperaba ser comprendida como la aclaración de que su límite era su hermana.

— Gracias Morgana pero me voy a quedar con ella —comentó sin saber si sentirse elogiado por las palabras que la militar había saltado en su favor—. Como me dijiste: los vivos son más importantes.

"Hay más días pero solo tengo una hermana".

Le dedicó una sonrisa a Axel para apartar sus ojos de Morgana y con una suave negación de cabeza prometió que no hacía falta que le ayudase con su prima.

Volvió a Skyler y hasta le tomó la mano pidiéndole no solo calma sino también olvido y rápido.

— ¿Y tu? —le preguntó arrastrándola a la consulta de Cassandra— ¿Viste alguna vez al Tuerto?

Mientras esperaba su respuesta sus ojos se despistaron un par de veces hacia Daniel de quien huía rápidamente antes de que le descubriera observándole.

Skyler apartó la vista de su primo cuando Morgana pronunció su nombre para mirar a la exmilitar y tras sus palabras sus ojos se encendieron y no se detuvo a escuchar a los que intervenían antes de responderle con aspereza.

—Cierra la puta boca tú. Estoy hablando con Robin, no contigo, métete en tus putos asuntos. Vas a hablar de mascotas tú cuando tienes al niño soldado ese y nadie te dice nada.

Sus mejillas enrojecían y parecía que iba a seguir, pero las palabras del pelirrojo calaron en su mente que se había cegado por un momento. El fuego de sus ojos se tornó agradecimiento cuando lo miró a él. Asintió levemente con la cabeza y dejó estar el tema para escuchar lo que unos y otros iban diciendo sobre el tal Jeff. Su ceño se frunció con cierta extrañeza al escuchar las carcajadas de Axel, como si no alcanzase a comprender la gracia que le hacía reír. Finalmente, cuando Robin terminó preguntándole directamente a ella, negó con la cabeza.

—Qué va. Yo no conozco a ese tío de nada —aseguró sin atisbo de duda en su tono—. Me acordaría si un tuerto me hubiera dicho cosas raras, seguro. Pero no. —Se encogió de hombros antes de mirar a los demás y lanzar una posibilidad que no parecía creer ni ella misma—. ¿No puede ser casualidad lo vuestro? No sé por qué os diría esas cosas a todos y a mí no.

Sin soltar la mano de Robin cruzó los brazos delante de su pecho. Parecía incluso un poco ofendida por haber sido dejada de lado de ese modo por un tipo al que no conocía.

Daniel suspiró. Todo el mundo parecía tener la piel escocida y las palabras vertidas en un contexto de diálogo de cara tanto a a la resolución de una serie de temas importantes en un futuro, como a la elección de quien lideraría el Morris, parecían haberse sentido como plomo fundido vertido sobre la cara.

-Pues te pido disculpas, Clem, porque no era mi intención que sonara a eso. Tal vez no me haya expresado del todo correctamente, cosa que acepto, o quizá hayas ido más allá de lo que pretendía decir. Sea una cosa o la otra, no importa. Tenemos la posibilidad de aclararlo aquí y ahora -dijo Daniel-. Clem, respeto tu fe y sé cómo eres. No eres una proselitista ni vas dando candela por ahí con el crucifijo. Y que no te suene a irrespetuoso. Simplemente pretendo reflejar una realidad de un modo normal. Pero también creo, y puedo equivocarme, que tus decisiones pueden verse influenciadas por tu fe, porque pienso que no puedes dividir tu pensamiento y forma de hacer en dos. No quiero con ello decir que eso sea malo. Pero a título personal y para el grupo prefiero algo más aséptico. Así de sencillo. E insisto, no era mi intención ni ofenderte ni molestarte, así que mis disculpas una vez más.

Sonrió y luego, ante cierto comentario no pudo sino reír.

-En cuanto a lo de chocar... No quiero ni pensar qué hubiera ocurrido de haber sido yo elegido. Afortunadamente, habéis sido bastante más inteligentes que todo eso, pero si llegáis a decidir que lo fuera... -miró a Morgana y vovlió a reír-. Posiblemente y ahora mismo, nuestra soldado estaría cavando una sepultura en el huerto para echar en ella mi cadáver. Sabiendo que solo me considera una mierda seguro que piensa que al menos podría servir de abono. Es bueno que vean el potencial de uno -dijo echándose a reír de nuevo-. Así que Clem, no te sientas ofendida. Ofenderse es fácil. Mira. Ella dice que soy una mierda y ninguno de vosotros dice nada. Ni uno solo. Os calláis como putas aceptándolo. ¿Eso quiere decir que todos opináis lo mismo? ¿O que preferís no enfrentaros a ella? ¿Debo sentirme ofendido por lo que Morgana dice y por el silencio del resto, incluidos aquellos que considero amigos? ¡Bah! No voy a perder mi tiempo en eso.

A todo lo que se dijo o mencionó sobre el tuerto no hizo comentario alguno, limitándose a escuchar y recoger información. Estaba ansiosa por marcharse, la reunión se había alargado demasiado. Constató, ninguno de los presentes no sería consciente de ello, de que habían surgido más desavenencias que puntos de encuentro y la desconfianza afloró a la superficie. Era lo de siempre con los grupos y una sonrisa cínica y de autosuficiencia surgió espontánea cuando miró a Cass.

No esperaba que Daniel entrase al trapo, así que prestó más atención a aquello de "la guerra" en boca de Kane. El mundo vivía en guerra constante desde siempre. No era algo nuevo. Pero sí interesante. "Guerra secreta y antigua. ¿De qué coño va esto?" Inevitablemente le vinieron a la mente los Alados y la Humanidad.

Cargó con su mochila, sus ojos volaron un momento a Axel, preguntándose si sería buena idea que la acompañase. La descartó, le parecía bien que se quedase en el Centro, era una forma de demostrar su compromiso y buena voluntad. Y un castigo innecesario para su rodilla. Se encogió de hombros al devolver la mirada a Robin, y finalmente Skyler no la decepcionó. Morga soltó una breve carcajada, a medio camino entre la diversión y la burla- ¿Me la vas a cerrar tú, chica dulce? ¿O mejor "que sean otros?" -No hubo amenaza alguna en su tono, Morgana no la necesitaba; solo una ácida mofa a las decisiones anteriores de la muchacha. Para la militar Skyler era todo boca nada más. En su siguiente afirmación y expresión de su cara inyectó auténtica mala leche, no solo para la prima de Robin- Sigue jugando con tu muñeco de trapo y despídete de él, no creo que regrese de Pequeño Tokyo. Ni él ni nadie.

Medio Morris se largaba a por la puta cruz. "Y yo soy la cabrona egoísta".

Enfiló el pasillo. "Coño, bajan ya esos putos niños o qué". Sin añadir nada, tan solo transformando su mueca agresiva a otra más risueña y cínica conforme escuchaba la reflexión de Daniel. "A la yugular, Dani. Hurra por ti".

Cassandra obvió los comentarios que aún se oyeron por parte de algunos sobre la votación, las razones y las consecuencias de su "flamante" nuevo cargo, su rostro se mantuvo neutro escuchando a unos y a otros. Debía ser un bicho raro porque su percepción de lo que tenía que hacer como líder distaba ligeramente de lo que oía,  pero se dijo que ese no era el momento de aclararlo pues necesitaban acabar con el tema de El Tuerto Jeff, lo que les había dicho y qué hacían con ello.

Para su no tan asombro tanto Daniel como Axel acabaron recordando sus encuentros con Jeff, y Kane les contó cosas muy curiosas sobre el hombre, pero por contra Skyler no se había encontrado con él. Cass intentó memorizar lo más importante para luego escribirlo y que no se perdiese nada de información, y al hacerlo le llamó la atención el tiempo.

-No te preocupes Skyler, todo el que os conoce debe saber que tú y tu primo sois inseparables, seguro que por eso no tuviste la visita de Jeff -le dijo a la rubia -. A Clem se le apareció antes de conocer a Kane, quizás facilitando ese encuentro o esa cercanía, a Trish y a Nick cuando iban juntos y a mí estando sola, antes de encontrarme con ellos. Parece como si estuviese preparando el terreno para que nos encontrásemos y formásemos un variopinto grupo. Me gustaría poner los encuentros en orden cronológico, más o menos, si me podéis decir hace cuántos años pasaron... quizás haya algo.

Lo que había dicho el pistolero le había abierto un camino de pensamiento, necesitaba saber si se podía seguir o era un espejismo.

Los ojos de Trish revelaron cierta sorpresa al ver cómo Axel comenzaba a reír. En aquella día de discusiones y de tristeza aquello encajaba tanto como una hoguera sobre un lago helado. La muchacha frunció un poco el ceño al escuchar la referencia al señor Miyagi sin decir nada. Un poco más tarde, al escuchar la mención a Nick, Trish bajó la mirada hacia la mesa y arrugó un poco los labios. Bueno, estaba claro que Jeff también se equivocaba y que Axel había llegado tarde. Eso, o alguno de los encuentros entre el grupo de Madre Laura y la gente del Morris contaban como buscar a Nick Bennett.

En cualquier caso, Trish pronto volvió a estar pendiente de la reunión, escuchando las palabras de Clementine. Le dieron ganas de protestar al oír que daba igual lo que hubieran votado y todo eso. Por un lado decía que decidirían los que estuvieran, y por otro que para asuntos sociales se llevase a alguien. ¿Qué era lo que quedaba para Cass entonces? ¿Qué suponía Clementine que había hecho Nick hasta entonces? Quizá tras todos los intercambios de opiniones —y no siempre de la mejor manera— y la constante falta del escritor Trish estaba más susceptible de lo habitual. Ella lo notaba, desde luego, y por eso mismo decidió no intervenir.

Cuando Clementine acabó de hablar Trish se dirigió a ella en un tono más tranquilo.

—¿Te encontraste de nuevo con Kane? —preguntó—. ¿Ya os conocíais de antes? —Hizo una breve pausa en la que se humedeció los labios—. Y, bueno, por aclarar, yo no creo que fueses a formar una teocracia, ni convertirnos en Legionarios de la Fe, ni nada parecido.

Después de aquellas palabras, al escuchar a Daniel, Trish frunció el ceño. El chico tenía razón. Quizá con el paso del tiempo todos habían ido tragando más y más y dejando pasar cada vez más cosas. En ese momento se sintió mal por no haberlo defendido un minuto atrás y se revolvió con incomodidad en la silla.

—Perdona —le dijo mirándolo.

Luego miró a Morgana, decidida a decirle algo... Su inconformidad latía bajo la piel con tanta fuerza que por un momento ignoró a su hermana. Al hablar de nuevo Trish alzó un poco la voz, sacando a la adolescente que a veces aún llevaba dentro: respondona, queriendo defender a sus amigos y, sobre todo, capaz de creerse que podía dar lecciones a alguien como Morgana, o que entendía cosas que ella no.

—No se trata de quién te va a callar la boca —dijo a la espalda de la militar—, sino de si alguien va a querer escuchar algo de lo que digas cuando sea algo más que mierda. Y además de ponerse en juego nuestra supervivencia si pasamos de ti, también se pone en juego la tuya, y la de Shamira y Lincoln. Saber defenderte y atacar no te da derecho a todo, Morgana.

Correspondió la sonrisa de Robin con una similar, asintiendo para confirmar que no diría nada más al respecto. Si el chico rechazaba la ayuda sería porque quería quedarse realmente, y si no era así, ya no era su problema. A fin de cuentas, uno solo puede intentar ayudar una cantidad muy medida antes de que esa ayuda se transforme en una molestia, especialmente si no es requerida. 

La continua discusión entre Skyler y Morgana le hizo suspirar, y con el último comentario de la militar alzó una ceja hacia esta. Obviamente no esperaba que la marine hubiese aprendido sobre tacto desde la última vez que habían conversado, pero soltarle a tus compañeros que acababan de perder a alguien que ellos serían los siguientes no era la mejor manera de fomentar las buenas relaciones dentro del grupo. 

Eso, sumado a las palabras de Daniel, le hicieron sentirse tremendamente tentado a abandonar la habitación y dejarlos discutiendo. Ahora no se podía, porque ya no era solo un invitado, pero empezaba a entender cual sería el mayor problema de estar en un grupo lleno de gente joven. Mucho, muchísimo drama. Suspirando, asumió que tendría que aprender a considerar las ocasionales paranoias adolescentes, la inmortalidad ilusoria y los egos heridos sin juzgarlos por ello. Tarde o temprano todo el mundo aprendía que no era ni tan especial ni tan protagonista en la vida del resto, y estaba seguro de que esos chicos habían crecido en un mundo suficientemente duro para madurar aún más rápido. 

No creo que sea solo mierda lo que habla, ni que la respuesta sea pasar de ella y ponernos en riesgo. Aunque sea una puta bocazas, no conozco ninguna razón para no confiar en ella. - contestó a Trish, quien innegablemente hacía un buen punto a su favor - Es verdad que podría hacer un esfuerzo controlar un poco más la lengua en algunas situaciones y elegir mejor como decir ciertas cosas - miró a Morgana un segundo antes de volver a mirar a la chica de pelo azul - Pero lo que yo escucho cuando dice lo de Pequeño Tokyo, por ejemplo, es que tiene razones para preocuparse y esperar que no vayan, y que no le gustaría que les pasara algo. No por capricho, porque si se quedaran aquí no le reportaría ningún beneficio y hasta creo que si se fueran ella agradecería el tiempo a solas, sino porque por el motivo que sea, los quiere vivos y a salvo, y esa es su retorcida manera de comunicarlo. - no iba a llegar a cometer la blasfemia de decir que Morgana los quería ni nada por el estilo, pero al menos podía asegurar que le importaba el número de integrantes del grupo y eso era suficiente. Si era por estrategia, por supervivencia propia o por cualquier otra cosa era lo de menos a sus ojos. 

Kane acabó por encogerse de hombros ante la respuesta de Trish, ella tenía su opinión, él tenía la suya. Cuestión de perspectiva y prolongar más aquella discusión iba camino de ser estéril. Algunas discusiones seguían, arreciaban y menguaban, pero la respuesta de Daniel a las palabras de Clementine hicieron que el pistolero pusiera una cara larga e incredulidad. Se acarició el entrecejo, optó por no decir más, pero la cara de Kane lo decía todo.

Su atención, en cambio, se había quedado fija en qué decían de Jeff. Hasta cierto punto le resultaban graciosas las conjeturas que hacían del viejo, y si bien al principio le había sorprendido esa intervención casual en las vidas de todos los de Morris, o casi todos, dejó de extrañarle. 

—Pretender saber las intenciones reales del viejo es como saber qué tiempo está haciendo en la Costa Oeste —dijo con serenidad —. De una forma u otra, nos ha conducido aquí, como ha dicho Cassandra. Jeff sabe cosas, cosas que no me llegó a contar, pero sí que si a mi me preparó para algo. Esa guerra.. —suspiró torciendo los labios, pero no continuó por ese camino.

Se quedó pensativo unos instantes, sintió el peso de su revólver vacío en la pistolera y acarició su empuñadura.

—Como nos conociéramos Clem y yo no tiene relevancia —cercó las preguntas de Trish que seriedad —. Nos encontramos después de que su congregación, ella necesitaba ayuda y yo se la dí. Yo necesitaba ayuda, ella me la dio. Desde entonces estuvimos juntos —hizo una breve pausa, miró a los presentes —. Fíate de tu intuición. Eso siempre me ha dicho. Ten en cuenta las señales y no las ignores. Sí, estamos aquí, juntos por alguna razón que el viejo sabía. Nunca me habló de nadie, pero ahora ya no está.

Algo reconcomía a Kane en lo profundo, su eterna pelea entre lo irracional y lo racional, lo mundano y lo mágico. Escuchó a Axel tratar sobre el tema de la cruz, apretó los labios, miró a Clementine significativamente antes de hablar.

—La visión de Clem, su trance. La cruz. No es la primera vez que.. le pasa eso —explicó con serenidad, aunque la efigie de Kane temblaba —. Cuando encontré a Clem la habían atacado, vejado, robado.. yo fui a por esos desgraciados y los maté a uno a uno —explicó con frialdad, una gelidez siniestra —. Cuando volví con ella.. ella entró en ese mismo trance. Me liberó de mi pecado. Cambió algo en mi. Algo profundo en mi alma —dejó de hablar unos instantes, sin abandonar el rictus hermético que había adquirido su rostro —. Por eso creo en su visión, y la importancia de esta en lo que ha de suceder. Si el viejo nos ha traído hasta aquí, por una razón u otra, es para que sigamos las señales que tenemos delante. Que no las ignoremos. Pero eso, solo puedo hablar por mi.

- Acepto tus disculpas, claro.-dijo tras escuchar a Daniel- Aunque no sin aclararte algo: Todos tomamos decisiones influenciadas por nuestras propias creencias y vivencias. Tú puedes no sentirte precísamente cercano con Dios, pero has tenido una vida determinada. Se te han dado unos valores. Una educación. No creo que tampoco puedas dividirte en dos. Estás tan influenciado como yo, para tomar decisiones. Tanto como cualquiera, ¿no te parece?- sugirió, cruzándose de brazos- El término aséptico no tiene mucho sentido aquí. ¿Qué es aséptico en esas circunstancias? Nada lo es. 

Suspiró- En cuanto a Morga... No, que no diga nada no significa que opine como ella. Ni que no sea mi intención apaciguar y calmar las cosas. Símplemente, no me parecía el momento. Lamento que eso te haga sentir así.-dijo, ligeramente acongojada, quedando entonces en silencio, escuchando a unos, y a otros, mientras acariciaba distraídamente el crucifico de bronce que adornaba su pecho.

- Kane había ido alguna vez a mi Iglesia, antes de que nos disgregásemos, como visita puntual. Pero vi a Jeff antes de conocerlo, creo. -contestó a la pregunta de la joven de pelo azul- Fuimos nómadas durante... ¿Un año, o dos? No lo sé. Y Jeff llegaría unos tres o cuatro años antes de eso... -calculó, mentalmente, pensativa, tratando de dar una respuesta también a Cass, cuando escuchó hablar de nuevo a Kane.

La sorpresa en el rostro de Clementine fue palpable al comprender lo que estaba a punto de confesar. Su rostro palideció, al recordar lo que narraba. El dolor, la pérdida, la fe quebrada, la Palabra manchada de sangre...- Kane...-musitó, por lo bajo, sin saber muy bien qué decir, embargada, de pronto, por una emoción indefinida que era una amalgama de muchas cosas. Una amalgama que incluía la abnegación, el amor, la duda, la tristeza, e incluso la vergüenza- Me robaron la guitarra, y la Palabra. Mataron a mis hermanos. Me... En fin. Kane recuperó mi guitarra, y la Palabra. Pero eran cosas que ahora estaban manchadas de sangre. Y yo temí que Kane hubiese condenado su alma, al hacer aquello. -confesó, con dificultad. Aquello era algo de lo que ella no solía hablar. Algo que hasta ahora había considerado íntimo. Reservado para ella y para Kane- Sólo recuerdo haber llorado por su alma. Recuerdo haber... Visto cómo su mismísimo espíritu quedaba marcado por mis dedos, cuando realicé la señal de la cruz en su frente, mientras... A penas era consciente de lo que hacía. Y luego... Perdí la consciencia. -concretó, sintiendo un profundo escalofrío- Nunca habíamos... Hablado de esto con nadie. 

La respuesta de Axel pilló un poco por sorpresa a Trish. Lo miró por un instante, y mientras él seguía hablando incluso se permitió una media sonrisa. Aquello era una novedad, una buena, quería creer. Sin embargo, estaba tan cansada que le costaba razonar el motivo y no era capaz de pasar más que de esa sensación. La muchacha se tomó unos segundos antes de suspirar y frotarse los ojos para acabar respondiendo, pero para ese momento ya estaban hablando otros.

Al escuchar las palabra de Kane y de Clementine Trish tuvo la sensación de que aquel momento se iba cargando de importancia poco a poco. Era como si algo vibrase dentro de ella, resonando con la historia que exponían, y durante algunos segundos bajó la mirada. Finalmente miró a la sacerdotisa con cierta gravedad.

—Hay algo que yo tampoco he contado a nadie, creo —especificó antes de hacer una pausa—. Kane también me salvó a mí, aunque no creo que se acuerde.

Después de eso Trish guardó un par de segundos de silencio, pensativa. Tenía pillados los pulgares entre los dedos índice y corazón y algo dentro de ella se debatía entre dar un paso adelante o no. Miró de nuevo a Clementine.

—Yo te creo —afirmó, aunque probablemente una semana atrás no lo habría hecho, o habría creído que la chica hablaba de metáforas. Miró entonces a Kane—. A los dos, digo. Os creo a ambos.

Tras decir aquello la muchacha miró adonde se encontraba Morgana, mordiéndose el labio. Entonces sí contestó a Axel, haciendo un ejercicio consciente por ponerse en el lugar de un recién llegado. Y más de uno que conocía a la militar de antes.

—Si yo pienso lo mismo que tú —le dijo—. Precisamente por eso lo digo, porque escuchando lo mismo un día tras otro al final es cuestión de tiempo que empecemos a hacer oídos sordos por no escuchar ciertas cosas. Y vale, ella lo habrá advertido... Pero eso ya no importará si llega el día en que nos juguemos la vida, y la perdemos.

Escuchar a Kane hablar sobre cómo había encontrado a Clem hizo que Axel se removiera en su asiento, algo tenso y claramente incómodo aunque intentara disimularlo. Intentando relajarse, movió el cuello un poco y respiró profundo, concentrándose en prestar atención al resto de la charla. No quería dudar de lo que contaban, pero para pensar que estaba en presencia de una santa tendría que ser un poco más adepto a Dios y a la Iglesia, y esas eran costumbres que había desechado bastante temprano en su vida. Casi inmediatamente después de que Kane acabó de hablar buscó la mirada de Clementine, buscando en ellos más respuestas de las que la chica podría siquiera pensar en dar en aquella conversación. 

A diferencia de Trish, él no expresó su fe en la historia. No quería dudar, pero no podía creer tan ciegamente en lo que sonaba como una recreación moderna de la Biblia. Y no tenía nada contra que Jesús se cambiara de sexo, que además Clem tenía el mérito para ganarse la aureola, pero nunca había sido uno de los que se persigna al oír que "Cristo viene".

Por como lo recuerdan, parece que ambos necesitaban encontrarse. - sonrió con la comisura de los labios - Me alegro de que así fuera. 

Kane no sabía, pero incluso desde las visitas a Madre Laura Clem siempre le había parecido buena persona, y por tanto, alguien que se merecía que cosas buenas le pasaran. Si había encontrado consuelo y apoyo en alguien, lo que menos importante era si había habido un milagro de por medio o no.

Cuando Trish trajo el tema de Morgana de vuelta, Axel sonrió un poquito más. La había visto sonreír antes, pero le agradaba que también hubiese decidido responder, especialmente con esa primera frase que bien podría haber sido una ramita de olivo para Morgana si decidía tomarla. 

No puedo discutir contra eso - le concedió sin perder la sonrisa. Ahora era cosa de que todo el mundo pusiera un poquito de su parte, Morgana para bajar las revoluciones o moderarse un poco y el resto para aplicarle un filtro especial a lo que decía la marine antes de que por falta de esfuerzo pasara justamente lo que advertía Trish.

La ex militar se detuvo en el pasillo cuando escuchó a Trish. Resopló en su interior. A pesar del tiempo juntas y sus conversaciones, consideró que la inventora no se daba cuenta todavía de  qué y quién era Morgana, cómo interpretaba y enfrentaba al mundo y de lo que estaba dispuesta  a hacer para quedar siempre la última en pie. Claro que Morga también podía tener una visión distorsionada de ella misma y no fuese consciente de la realidad. Para eso estaba el punto de vista de  Axel, al que agradecía y maldecía a partes iguales por meter la nariz donde no debía. Morga peleaba sus propias batallas, y creía que se lo había dejado claro la noche anterior. Pero no, el violinista era un recalcitrante metomentodo curioso y desvergonzado. Al menos Morga tuvo el sentido común o precaución de no rebatir o admitir sus palabras o enviar lejos, muy lejos, a la única persona que la había apoyado en la reunión.  Ya hablaría con él en privado.

Los unía ciertas circunstancias y parecían conocerse mejor de lo que se daban a entender mutuamente.

Suspiró, o más bien bufó dispuesta a continuar su camino. El resto de lo que escuchó de boca de Kane y Clem, hizo que rodase los ojos, se partiera de risa sin cortarse un pelo en dirección a la puerta de salida. La poca o ninguna sensibilidad de Morga salió a flote  una vez más. Se podía creer esa narración, al menos los sucesos, sin embargo la mística o  “´épica”   del envoltorio que ambos religiosos ofrecían a sus compañeros no se la tragaba. Desconfiaba de aquellos dos flipados, en particular de Kane, a pesar de haber presenciado el trance de Clem.  Morga daba por hecho que deformaban los sucesos sumergidos como estaban en ese pozo oscuro de creencias falsas y mentirosas. Poco de lo que dijeran haría mella en los consistentes muros que protegían la fortaleza interior de Morgana.

La voces de Trish y Axel le llegaron amortiguadas por la distancia. Se mordió los labios para no dar medio vuelta. Desenfundó la pistola, hizo una rápida comprobación y la guardó de nuevo.  Solo se giró una vez más la cabeza para comprobar si los chicos bajaba o si el perezoso de Bentley movía su pulgoso trasero.

No era turno de hablar, sino de escuchar llegado el caso. No respondió a Clem. No merecía la pena. No era un juego donde sí o sí uno debiera decir la última palabra con el convencimiento de que así tenía la razón. Y en cualquier caso, percibía en ella algo que no había sabido ver con anterioridad. En medio de su misticismo y de su pretendida espiritualidad, había una vena implacable en ella. Le costaba aceptar que el mundo pudiera ser visto y sojuzgado bajo normas que excluyeran a un dios y, a un tiempo, su terrible empatía, pensó irónicamente Daniel, no le permitía distinguir entre un lo lamento y un te pido disculpas.

Y siguió escuchando, al tiempo que un guiño fugaz dirigido a Trish le indicaba que no tenía por qué pedirle disculpas. Ante todo lo que allí se vertió no pudo sino imaginar a su madre en aquella estancia. Se hubiera clavado de rodillas, rezando y llorando, y pidiendo la beatificación de Clementine y posiblemente la de su cruzado, Kane. La carcajada de Morgana, rasgando el ambiente como un relámpago en medio de una tormenta, hizo que alzara la mirada hacia su figura conforme se alejaba.

Y siguió en silencio.

La rubia entrecerró los ojos, taladrando con mirada de fuego la espalda de Morgana. 

—O a lo mejor cualquier día eres tú la que no vuelve —masculló entre dientes para sí misma. 

A Cass sólo le dedicó una mirada y un encogimiento de hombros. Y luego escuchó lo que Clementine y Kane relataban con atención. Sus labios se entreabrieron a medida que su historia avanzaba y cuando terminaron Skyler vació sus pulmones despacio, a todas luces impresionada por aquello. 

Al intercambio entre Trish y Axel sobre la exmilitar tan sólo puso los ojos en blanco con clara incredulidad, pero al final le pudo el practicismo y fijó su mirada de nuevo en Cassandra.

—¿Bueno qué? ¿Qué falta? ¿Vais a ir a buscar al Jeff ese o algo? A mí no me necesitas si no lo conozco, ¿no? Porque entonces me llevo a~ al bebé —parecía que aún se resistía a llamarlo por el nombre que le puso su madre y no por el que le había puesto Daniel dos días atrás— y me piro.

Por las escaleras se escuchó el trotar de Shamira y Lincoln que se reunieron en el pasillo con Morgana, listos para salir de excursión.

Clementine agradeció a Trish sus palabras con un mudo asentimiento y una expresión contrita, y no pudo evitar fruncir el ceño, preguntándose a qué se referiría al comentar que Kane también la había salvado a ella. Miró al pistolero, con la duda en las pupilas verdes, y escuchó la risa de Morgana, a la cual vio alejarse con rostro serio. Muy serio. Miraba hacia Axel, acto seguido, alzando las cejas.  

- Sí, supongo que necesitábamos encontrarnos.-dijo, suspirando, notando el escepticismo de determinadas miradas sobre ella, y sintiendo aún la risa de la ex-militar como una lluvia de cristales rotos- No me encuentro muy bien. ¿Hay algo más que debamos hablar? A parte de dejar claro que no vamos a volver a dejar sola a Skyler. 

Las intervenciones de sus compañeros eran cada vez más escasas, y Morgana ya había abandonado —otra vez— la sala. Trish se puso en pie, preparándose para hacer lo mismo al dar por cerrada la reunión, cuando se le ocurrió algo más. Sin volver a sentarse echó una mirada a los que quedaban.

—Si os parece bien, le preguntaré a Jimmy si sabe dónde está Jeff, o si puede localizarlo. No sé cómo lleva ese tipo de búsquedas, pero no perdemos nada por preguntar.

La pregunta de Cassandra se perdió entre la sorpresa de las nuevas revelaciones, la buscadora se tragó sus emociones respecto a éstas y miró a unos y a otros, intentando unir los acontecimientos, seguir el hilo que los unía a todos, no pudo, al menos no allí ni en ese momento. La salida, acompañada de una risa, por parte de Morgana no suscitó ningún nuevo revuelo y Cass asintió.

-No deberían quedar menos de dos adultos en el Morris, -la morena estuvo de acuerdo con Clementine -lo de ayer fue... irresponsable y en vista de lo que puede pasar no debería volver a suceder. Y excepto Skyler y Kane, ya que a él le dijo que no se verían antes, los demás podemos preguntar por Jeff el Tuerto discretamente -se encogió de un hombro -no porque lo vayamos a encontrar si él no quiere, si no porque igual se entera y nos hace una visita.

Con eso ella daba por acabada aquella reunión de pesadilla, donde la pérdida en vez de unirlos más, los había desperdigado construyendo muros de desconfianza.

-Si no hay nada más, gracias a todos por vuestro tiempo. Te acompaño Clem.

La risa de Morgana le hizo suspirar con una ínfima sonrisa, negando con la cabeza. Definitivamente lograr que la bocazas por excelencia consiguiera algo de tacto sería una tarea hercúlea y un proceso bastante largo, pero no del todo imposible. Uno pensaría que escuchando lo de Clem sabría morderse el interior de las mejillas para no reírse por un mínimo respeto, pero claramente no había sido el caso. Ni le extrañaba ni le recriminaba a Clementine la mirada que le dedicó. De estar en su lugar, esa mirada sería lo menos que se habría llevado la marine, por mucho cariño que le tuviera.

El hombre asintió a las instrucciones de la nueva líder, considerándolas del todo sensatas y acertadas. Era necesario establecer un mínimo de personas en el Morris si no querían perder gente o terreno, y él también creía que lo mejor para encontrar a Jeff sería esparcir el rumor de que lo buscaban y esperar que visitara. El puto viejo místico no parecía del tipo que se dejaría ver si no quería, así que era la mejor posibilidad que tenían de encontrarlo. 

Permiso - se disculpó una vez dieron por finalizada la reunión para salir en dirección a la habitación que ocupaba.

El tono de la reunión fue tomando un aire de confesión para el que Robin no estaba preparado. Su cuerpo se enfrió de golpe e incluso la mano que se refugiaba en Skyler se apartó como si no reconociera la piel que tocaba.

Aplastó ambas manos con los muslos sentándolos sobre puntas de los dedos y apartó la mirada tanto de Kane, como de Trish, y Clementine en un intento absurdo de distraer sus oídos o evitar que la pelota llegase a él o a su hermana.

Agradeció que Cass dijera que no quedaría nadie solo en el Morris y su cabeza empezó a echar cálculos e hipótesis de guardianes considerándose adulto y niño a la vez.

No estaba completamente seguro que quedarse dos de ellos, en el mínimo, pudiera ser algo bueno si alguien decidía hacer lo que le habían hecho a su casa. Casi parecía condenarlos por el orgullo de conservar hasta el último aliento el hogar.

Bajo sus piernas apretó las yemas de los dedos contra el banco de matera invocando a la fortuna. La buena, a poder ser, de que nada sucediera.

Buscó a Morgana con los ojos solo para descubrir que ya le había dejado atrás. Y en ese momento creyó que era lo mejor, aunque al médico que llevaba dentro le escocía, pensó que si la acompañaba ni la noche, ni las tortitas se mantendrían en su sitio.

"A veces es mejor no provocar encuentros". pensó en relación a lo suyo con la militar pero se permitió alargarlo como crítica al afán de encontrar a Jeff. "Si tanto sabía, ¿por qué no hizo nada? ..."

Arrancó sus manos de sus muslos y se levantó para irse también. Su instinto fue esperar a que Skyler se levantase también para seguirla pero la presencia de Daniel le llevó a remolonear recogiendo vasos olvidados, y fingiendo que el suelo era sumamente interesante como si valorara si tocaba barrerlo o aun no, con esperanza de que fuera el último en irse y poder retenerle un minuto. Esperanza que el miedo intentaba acallar con un ligero y ateo rezo a que eso no sucediera.

Skyler dedicó una mirada agradecida a Clementine cuando incidió de nuevo en lo sola que se había quedado el día anterior. Tras eso y las palabras de Cass, se puso en pie y cogió la cesta del bebé para llevárselo. Antes de salir se dio la vuelta para mirar a Robin, que parecía estar de lo más concentrado en un par de vasos que quedaban sobre la mesa. Parecía que iba a esperarlo pero tras contemplarlo unos segundos resopló entre dientes. 

—Cuando acabes de marear esos vasos ven a mi cuarto —dijo, con tono autoritario para callarse en seco y mirarlo en silencio dos segundos antes de añadir tres palabras más que parecía esperar que suavizasen las anteriores—. Si te apetece.

Y con eso dejó a su primo atrás y se sumó al caudal de gente que iba abandonando la sala común.