[Flashback] Helen Hayes Theatre

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^{Lera Lynn - The Only Thing Worth Fighting For}

Esta ciudad me teme.
Conozco su verdadero rostro.
Las calles son cloacas más anchas
y las cloacas están llenas de sangre,
y cuando los desagües rebalsen,
se ahogará toda la escoria.
                                                               —Diario de Rorschach, Watchmen.

Helen Hayes Theatre. 28 de octubre, 2036.

Los dos pares de pies sumaban sus huellas a las de otras decenas que habían pasado por el polvo del teatro antes que ellos y por un instante los dos que habían entrado buscando cobijo para esa noche pudieron imaginar la magnificencia que había poseído aquel lugar en el pasado, antes de que las butacas fuesen rajadas para robar la espuma que tan fácil y rápido ardía.

Algunas de ellas habían sido arrancadas de cuajo, dejando huecos en las hileras de asientos, como dentaduras desdentadas y gastadas. Todo estaba roto y desgastado, mostrando las huellas de decenas de saqueos a lo largo de los años. El escenario que debió ser imponente se mostraba ahora desnudo, arrebatadas las cortinas y bambalinas que sin duda lo vistieron en su momento de esplendor y el ciclorama, rasgado de lado a lado, había perdido su color blanco para teñirse con manchas grises y amarillentas de humedad. 

Un agujero en lo alto de la pared del foro permitía que la luz de la luna llena se colase por esa claraboya provocada por quién sabía qué, bañando todo el lugar con sus rayos plateados y dotando el teatro de un misticismo antiguo y silencioso. Porque si algo era aquel refugio que habían encontrado en su viaje era silencioso. Un silencio espeso y tranquilo parecía deslizarse entre los restos del patio de butacas, colarse por el proscenio y llegar hasta el peine. No se escuchaba el correr de rápidas patitas tan común en los edificios abandonados en esos tiempos, ni siquiera se escuchaban goteras. Tan sólo sus pasos, amortiguados por los restos de la moqueta del pasillo central.

Un rápido reconocimiento confirmó que estaban completamente solos. Los Silhouettes debían haber encontrado otro teatro en el que reunirse aquella noche. Sin embargo, en el hombro izquierdo encontraron un colchón roto y sucio, junto a algunas velas apagadas y casi gastadas del todo. A juzgar por la nube de polvo que se levantaría si alguien se sentase en el colchón, no parecía que quien había ocupado ese rincón del mundo tuviera intenciones de volver pronto o, con mayor probabilidad, no podría hacerlo. Pero quizás ellos podrían aprovechar las mantas ajadas que había dejado atrás, o las latas de comida que estaban escondidas entre el colchón y la pared. 

La jornada había sido agotadora, el rodeo al Empire State les había llevado más tiempo de lo normal, pues había una inusual actividad de bandas y demás escoria por la zona. Kane, queriendo evitar el enfrentamiento o tan siquiera exponerse, había optado por una ruta menos transitada pero que los demoró más tiempo del esperado. Hacia una hora y media que el sol se había puesto, pero afortunadamente encontraron el Helen Hayes Theatre que habían aconsejado a Clementine para pernoctar.

Tras un barrido preliminar, Kane se aseguró que no hubiera huéspedes indeseables, quizá se esperaba encontrar a alguien con la misma idea que ellos, pero estaban definitivamente solos. En la medida que le era posible, nunca desenfundaba a Raguel para no poner nerviosa a Clementine, Kane no recordaba el tiempo que hacía que no desenfundaba su revólver para otra cosa que no fuera su mantenimiento nocturno antes de dormir. Había encendido una de las velas con la yesca y el pedernal, un pequeño punto de luz en medio de la penumbra.

Estamos solos. anunció sin apartar la mirada de los rincones más oscuros de la platea del teatro. Aquel lugar le recordaba al teatro de la escuela, antes de que todo se fuera a la mierda, Kane nunca fue buen actor y le guardaban los papeles más destacados de atrezzo de las obras infantiles. A veces venían chispazos de esos tiempos, como ecos de una vida pasada que nunca existió. Ha sido un día de duro, ¿eh? Estarás cansada.

Se apoyó en el respaldo de uno de los sillones contemplando a Clementine, sonrió ligeramente a la joven y luego miró del destartalado campamento que alguien había dejado para ellos sin saberlo.

Al menos no tendremos que esforzarnos muchos para montar nada. apuntó con reservado optimismo.

- Sí, las ampollas de mis pies tienen ampollas.-dijo, apoyándose contra la pared, dejándose caer hasta quedar sentada en el suelo, estirando las piernas, y dejando a un lado la funda de la guitarra, mirando alrededor, no exenta de cierto asombro- ¿Te imaginas cómo pudo haber sido este lugar, Kane?-preguntó, mirando hacia el hueco por el que se colaban los rayos de la luna, con la nostalgia de un tiempo que no había vivido- La hermana Prudence me habló más de una vez de cómo era actuar en un teatro, o en un auditorio. Con todo lleno de gente escuchando... Con aplausos, luces, decorados... Y una banda completa, instrumentos de viento, de cuerda, percusión...-suspiró- Me habría gustado poder ver algo así. Poder escuchar semejante maravilla. -lo miró entonces, mientras llevaba las manos a los cordones de sus botas, desabrochándolas, descalzándose para volver a levantarse, con un ligero quejido, sacando la guitarra de la funda y tomándola entre sus brazos, colocando los dedos sobre el mástil, rasgando un acorde de entre sus cuerdas, percibiendo cómo resonaba a lo largo y ancho del teatro- Por Dios Bendito, ¡qué acústica! Y eso que el techo tiene un agujero y estropea la resonancia. 

Kane miró a su alrededor una vez más, ahora fijándose más en lo que pudo ser y no en las amenazas que pudiera esconder. Una vez más los ecos de la infancia venían a él, ecos ya muy lejanos.

Más limpio, de eso estoy seguro. repuso lacónico mientras volvía la mirada hacia ella. Las palabras de Clem acerca de cómo era actuar en un lugar así arrancaron una sonrisa melancólica a Kane.

Cuando era niño.. participé en algunas obras. En el teatro del colegio. explicó sentándose delante de ella, luego esbozó una sonrisa irónica, pero sin malicia. Supongo que eso cuenta. 

Se quedó en silencio, escuchando como la nota de la guitarra se propagaba por el ajado teatro. Por instinto alzó la mirada, hacia el techo, como si con ello pudiera ser capaz de ver las notas que se escapaban por ese agujero en el techo. Luego bajó la mirada mirándola a los ojos, pensativo.

Bueno.. en estos lugares a veces también habían solos. reflexionó. Virtuosos.. dejó esas palabras unos instantes en el aire, como los acordes de la guitarra. Si no te importa tocar para un público reducido.. extendió las manos mostrándose como ese público reducido. ..es tu oportunidad para ser una estrella del teatro. sonrió levemente, esa sonrisa leve y sutil que tenía Kane, que apenas permanecía en el rostro pero que era absolutamente sincera.

- ¿Una estrella de teatro?- dijo, con una sonrisa entusiasta, acompañada de una risa clara- Bueno... La verdad es que sería una pena dejar pasar una oportunidad como esta...-contestó, sonrojándose, encogiéndose de hombros, dando un suspiro antes de dirigirse al centro del escenario y cerrar los ojos, tomando una profunda bocanada de aire, irguiéndose, con la guitarra aún entre los brazos. 

Volvió a abrir los ojos y miró hacia adelante, hacia el patio de butacas vacío y polvoriento. Rasgó un nuevo acorde, y quedó pensativa un instante, antes de agacharse, para depositar con sumo cuidado la guitarra sobre el suelo, para volver a erguirse juntando las manos sobre su pecho. 

Y fijando su vista en el punto más lejano que podía alcanzar su mirada, comenzó a cantar. Cantó, y el propio eco de su voz volvió hacia ella, acompañándola. Cantó y notó cómo se le erizaba la piel y cómo se le humedecían los ojos. Cantó, con la voz, y con el alma encogida, hasta que los versos acabaron por acabarse y morir en sus labios.

La reacción entusiasta de Clementine pudo arrancar otra sonrisa leve de Kane, el hombre la siguió hasta el escenario, pero él se sentó de una de las butacas de la primera fila. Había escuchado tantas veces a Clementine cantar, pero esa iba a ser la primera vez que lo haría de aquel modo y, curiosamente, Kane se sentía nervioso ante esa perspectiva. Esperó en silencio a que empezara y cuando aquel solitario acorde flotó propagándose por el teatro se encontró con el interior del hombre vibrando por este, pero no hubo más. Hubo otra cosa, más extraordinaria si cabe.

Serafín.. murmuró inaudible cuando la voz de la joven empezó a fluir de ella al escenario, del escenario al teatro, del teatro al alma.

La mirada de Kane se empequeñeció hasta que decidió cerrar los ojos, llenarse de esa sensación sublime y onírica. La piel respondía a los versos encrespándose, su interior reverberaba con el sentimiento que Clementine daba a esa canción, sus ojos peleaban para no rendir lágrimas ante esa belleza etérea que lo emocionaba. Al abrir los ojos contempló los de Clementine, y como si hubiera abierto una presa, una solitaria lágrimas se coló sobre su mejilla hasta morir en el mentón. Se sentía en paz, se sentía bien, se sentía en casa.

Al terminar, tomó una profunda bocanada de aire, dedicó una sonrisa llena de melancolía a Kane, y volvió a dirigir la mirada hacia lo alto. Hacia el hueco por el que se filtraba la luz de la luna y las estrellas, manteniendo las manos cruzadas sobre el pecho, en una plegaria muda tras la cual dejó caer los brazos, lánguidos, a ambos lados de su cuerpo, bajando, despacio, y casi arrastrando los pies, la escalera que conducía al patio de butacas. 

Tomó asiento a la derecha de Kane, y con un suspiro, apoyó la cabeza sobre su hombro, acariciando su brazo con parsimonia, hasta que las yemas de sus dedos acabaron por alcanzar la golondrina que anidaba en su mano derecha, perdiéndose entre sus trazos- ¿Crees que estaremos bien, Kane? Con esa gente... -preguntó, con la mirada distraída, siguiendo el trazo de sus dedos- La verdad es que tengo fe en que esta sea una opción que mejore nuestra circunstancia y nos facilite las cosas. Pero también tengo miedo. ¿Y si...?- dijo, deteniéndose, para tomar aire- ¿Y si vuelve a ocurrir lo mismo? ¿Y si nos acostumbramos a vivir los unos con los otros, y cuando queramos creer que tenemos un hogar, se nos lleva el invierno, la pulmonía, o los rapiñadores? 

Tras escucharla cantar la observó desde el silencio oscuro de la butaca donde se sentaba, apenas el perfil de la sonrisa de Clementine consiguió la respuesta de Kane con otra sonrisa queda. La siguió con la mirada, apreció el cansancio de la joven, la verdad es que él también estaba cansado, pero la canción que le había regalado Clem era revigorizante. La miró volviendo la cabeza hacia ella cuando se sentó a su diestra, dejó que apoyara la cabeza sobre su hombro sintiendo un ligero cosquilleo por todo el cuerpo.

Creo que debemos darles una oportunidad. repuso mientras ese cosquilleo le recorría la piel, vibrando como lo hizo con la voz de Clementine. Kane entrecerró los ojos, cómodo en esas circunstancias, respiró tranquilamente. No podemos estar siempre vagabundeando, no siempre sortearemos los saqueadores, los bandidos.. volvió un poco la cabeza de forma inconsciente, haciendo que descansara su mejilla sobre la testa rubia de Clementine.

Si Dios nos ha traído hasta aquí.. ¿de verdad crees que será para volver a arrebatarte lo mismo? le preguntó en voz baja, un susurro, cuando sintió los dedos sobre los suyos, tomó la mano de la joven con delicadeza. Serafín.. acarició ahora él su mano. No hemos llegado hasta aquí para volver a perder. No me salvaste de mi mismo.. para fracasar en lo que te prometí. movió la cabeza lentamente, acariciando con su mejilla la cabeza de Clementine. Has de traer mucha luz a este mundo.. y tengo fe que el lugar al que nos dirigimos.. será el principio de algo extraordinario.

Creía en esas palabras, esa fe que decía tener en aquel refugio al que ahora se dirigían se reflejaba en la convicción de sus palabras.

Es normal tener miedo. Que vuelva a pasar.. otra vez lo mismo. el cuerpo de Kane tembló ligeramente, mas ahora apretó un poco de más la mano de Clementine transmitiéndole confianza. Pero tú me lo dijiste a mi una vez, ¿verdad? Con Dios a nuestro lado ningún miedo debe hacernos retroceder.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.*

Musitó, cerrando los ojos,  dejando que aquellas palabras brotasen de su pecho con total fluidez mientras se aferraba al tacto de la mano de Kane- Tienes razón. Hoy hemos tenido suerte. Pero... Solemos tener hambre. O frío. Y estando solos acabaremos atrayendo a gente... Descarriada del camino de Dios, hacia nosotros. Y no quiero que te veas obligado a...-dijo, interrumpiéndose, posando simplemente la miada sobre la funda de su revolver, y sobre la golondrina de su mano- No debería dudar de los designios del Señor. Puso en mi camino al Reverendo Steven. Te puso a ti... Y a tantas otras personas que me han enardecido mi espíritu, que han alimentado mi fe. -volvía a suspirar, soltando, poco a poco, su agarre. 

Kane escuchó recitar ese salmo tan familiar para él, el mismo que había usado tantas veces para hacer suyo el coraje para sobrevivir y matar a otros, ahora en voz de Clementine adquiría un tinte totalmente distinto, esperanzador. Cuando la joven expresó su temor que él se volviera a ver obligado a quitar una vida, intervino con suavidad volviendo la mirada hacia ella.

No importa. No importa. le susurró viendo como la mirada de Clementine caía sobre sus armas y su tatuaje, Kane correspondió con un nuevo apretón de la mano que ya empezaba aflojarse.

No sé qué nos espera más adelante. admitió bajando un tanto la cabeza. Pero sé que juntos y con la ayuda de Dios lo superaremos. ahora un silencio, conjurado por ambos, Kane se sentía cómodo en esos instantes sintiendo la cabeza de Clementine apoyada en su hombro y la suya sobre la testa de ella. Respiró profundamente mientras trataba de liberarse de la plácida sensación, pero se rindió a ella unos instantes más antes de decir.

Vi que habían algunas latas de conservas junto al colchón, ¿quieres que preparé algo para cenar? le propuso, volvió la cabeza hacia ella, sin alejarse demasiado pero encontrándose con su mirada hacia el verde de Clementine.

Clementine asintió, y trató de descartar el tema, pensando de pronto en lo mucho que le dolían los pies, y en lo pesados que sentía los brazos a ambos lados del cuerpo. Quiso levantarse al escuchar la sugerencia de Kane, antes de contestar, pero su estómago se adelantó por ella, rugiendo, provocando que se llevase la mano a la cabeza, sonrojada- Bueno, no puedo negarme. Comer algo sólido se me antoja... Tremendamente apetecible.-confesó, haciendo finalmente un esfuerzo por abandonar su asiento. 

Kane se levantó con mayor soltura que Clementine, cuando escuchó el rugido estomacal exigiendo comer rió levemente mientras le guiñaba el ojo.

Vamos a preparar la cena, anda. esperando que se levantara y tirando de la mano para que se pusiera en pie sin decir nada, el hombre se dirigió hacia el pequeño campamento abandonado, no sin renovar la cautela. Al cercar el colchón, sacó un par de las latas de conservas y se prestó a preparar un pequeño fuego para calentarlas. Espero que estas judías estén a tu gusto, Clem. dijo mientras leía la etiqueta.

Teniendo el pequeño invento listo, abrió la lata para calentarla. Miraba el fuego con cierta fascinación, había aprovechado el hueco de otras fogatas tras haber comprobado que el camping-gas que habían encontrado ya estaba agotado. Kane estaba acuclillado, sin aparente esfuerzo, y estuvo un largo rato en silencio de aquel modo tal como si esperara que el propio fuego le contara algún secreto. Por un momento pareció recordar algo gracioso, soltó una leve risa que se escapó de sus labios. Alzó la mirada hacia Clementine, buscando la complicidad de su mirada.

¿Recuerdas cuando nos invitaron a comer ese grupo de carroñeros? le preguntó divertido. Tú estómago rugió del mismo modo, y uno de ellos, el jovencito.. creyó que se trataba de un puma y casi le saca el ojo a su compañero al ponerse en guardia. narró con una sonrisa burlona, tenue, pero sincera.

Tú te pusiste colorada, y no pude evitar reírme del chaval. continuó mientras removía la lata. Creo que nunca llegaron a saber que tú fuiste la culpable.

Se dejó llevar, arrastrando los pies de la misma manera en la que se había acercado al escenario, siguiendo a Kane hasta el campamento improvisado, sentándose de nuevo antes de coger las mantas ajadas que había sobre el colchón, para inspeccionarlas. No sería la primera vez que encontrase pulgas, chinches, sarna, o manchas especialmente desagradables en alguna clase de penda o abrigo que alguien hubiese dejado a su suerte por ahí. Las sacudió, y les quitó algunas pelusas, mientras su compañero encendía el fuego- Seguro que sabe mejor que la rata que nos trajo Bentley hace tres noches. -declaró- Aunque estaba gordita. Debo confesar que esa noche no pasé hambre.-dijo, riéndose.

- Sí, me acuerdo de ese día. Aunque a ti también te rugía el estómago, listo. ¿Cómo sabes que no fuiste tú?- se quejó, sonrojándose- Por otro lado... ¿Un puma? ¿Realmente crees que desde que se murieron los que pudieron escaparse del zoológico hay algo así por aquí?

Hablando de Bentley.. ¿dónde se habrá metido ese chucho? se preguntó mirando a su alrededor. El perro tenía por costumbre deambular a su aire, aunque nunca demasiado lejos de Clementine, tenía la mala costumbre, al menos para Kane, de aparecer de improviso para saltar sobre él.

El fuego iba calentando la lata, tampoco hizo falta demasiado, la conversación amena hacia que el tiempo de cocción fuera menos.

No me sacarás ninguna confesión. la miró a los ojos, se le escapó una liviana carcajada y movió la cabeza. Verla sonrojarse le descubría lo a gusto que estaba con ella, y se notaba, pues el serio y frío Kane se todo el mundo veía al acompañar a Clementine por el mundo exterior no tenía mucho que ver con aquel hombre, lacónico y serio, pero capaz de sonreír o bromear.

Si lo era, debía ser salvaje. No es tan raro ver depredadores. se quedó en silencio, dubitativo sirviendo la lata a Clementine, recordó sus experiencias con cosas que nunca llegó a mencionar a la joven para no preocuparla. Pero sin duda, no creo que debamos preocuparnos de ningún puma en Manhattan. resolvió para ahuyentar pensamientos más lóbregos, ponía su lata a calentar. Veamos si te gustan las judías al estilo Kane.. un manjar especial, para una mujer especial. sonrió curvando la mitad de los labios, una sonrisa de truhán.

- Habrá encontrado otra rata. O estará husmeando por ahí. -dijo, mientras observaba el fuego, con cierta admiración al ser plenamente consciente de lo mal que se le daba aquella clase de cosas. Con Kane resolviendo el tema de la comida, del refugio y del fuego, había solventado situaciones en las que sin lugar a dudas lo habría pasado bastante mal. Suspiró- Sabes que puedo hacerlo. Pero mi voluntad es grande. No me dejaré llevar por la tentación de hacerte hablar. - sonrió, encogiéndose de hombros, sin llegar a decir nada más sobre el tema de los depredadores, observando en silencio el encanto de las llamas hasta que Kane le tendió la lata, con aquella sonrisa que le produjo un nuevo sonrojo y una carcajada- No seas tonto. Aquí pone Campbell's. Pero gracias por calentarlas. Supongo que el sabor del auténtico estilo tejano se percibe mejor si las judías están al menos tibias.-añadió, dedicándole ella ahora un guiño a él mientras sacaba su navaja multiusos del bolsillo y procedía a retirar la tapa primero con un pequeño gancho, para luego cambiar el utensilio por el del tenedor, y dejarlo a un lado, esperando a que Kane calentase también su lata.

- Parece que las mantas se pueden aprovechar. Están usadas y viejas, y tienen alguna mancha. Pero no están absolutamente sucias y tampoco tienen pulgas, ni huelen a rancio.-comentó, doblando las rodillas, acercándolas contra su pecho para abrazarlas. 

Oh.. espero ese día intrigado. correspondió a la broma con actitud burlona. Pero sé que tu rectitud es fuerte e inquebrantable. dijo medio en serio medio en broma, y terminó guiñándole el ojo.

Cuando escuchó a Clementine darle una lección sobre la procedencia de las latas, la forma de cocinarlas o del estilo que debían comerse no pudo reprimir una nueva sonrisa torcida. Verla de aquella forma le generaba sensaciones a las que no dar nombre, definición. Solo una irrefrenable necesidad de sonreír.

Algo podremos apañar con ellas y lo que traemos con nosotros. asintió mientras apartaba su lata para que se enfriara tras abrirla. Dejó el pequeño fuego encendido, lo miró un rato hasta que levantó la mirada hacia ella viendo el refulgir de las llamas en sus iris esmeralda quedándose fascinado por aquella imagen. Estuvo a punto de decir algo, abrió los labios, pero se le atragantaron las palabras. Llevó la mano a la lata con un murmuro de "ya estará listo", pero el quejido inesperado de Kane, se había quemado, hizo que apartara la mano súbitamente de la lata.

Mierda.. se quejó soplándose la quemazón. Alzó la mirada hacia Clementine y suspiró, algo cortado por el pequeño ridículo que acababa de protagonizar.

Apretó los labios con fuerza, para no reirse, viendo cómo Kane se avergonzaba por haberse quemado- ¿Estás bien?- preguntó, quitando la lata del fuego, agarrándola con el extremo de la manta por la parte de la etiqueta, utilizando su navaja para abrirla como había hecho con la suya, dejándola delante de él. Recogió su mano herida con cuidado, y la observó- Bueno, no es nada grave.-dijo, con una sonrisa, besando el lugar de la quemadura- Quizá me quede un poco de la árnica que encontramos hace tiempo en el bolso. - pensó en voz alta, volviendo a su sitio, mirándolo brevemente antes de juntar las manos en su pecho y cerrar los ojos.

- Señor, bendice estos alimentos que recibimos de tu generosidad. Da pan a los que tienen hambre y hambre de Dios a los que tienen pan... Amén-pronunció, solemne, bendiciendo la comida, antes de proceder a hundir la cuchara en la lata, y soplando, llevarse una porción de judías a la boca, cambiando la expresión casi de inmediato a una deleitosa, entrecerrando los ojos y emitiendo un murmullo de satisfacción- Creo que es lo mejor que hemos comido y lo mejor que vamos a comer en meses...-aseguró. 

Como un tiburón que huele la sangre, Kane pudo ver de soslayo como Clementine retenía las ganas de soltar una carcajada. Eso causó que el hombre bufara frustrado mientras sentía la quemazón en la mano.

Sí.. musitó apelando a tu reputación de tipo duro. Pero lo cierto es que aunque solía soportar bien el dolor, había sido una circunstancia tan tonta que era más orgullo propio que dolor físico lo que le asaeteaba en ese momento.

La siguió con la mirada, y quedó con el semblante difuso al ver como Clementine la tomaba de la mano, los ojos de Kane envolvieron el rostro de la joven con atención. Notaba su corazón alterarse por unos momentos, sintió el beso como un bálsamo haciendo que contrajera un poco la mano mientras se le escapaban briznas de aire de los labios. El breve encuentro de sus ojos pudo tener muchos significados, pero ante el silencio de Kane a las palabras de Clementine, ella solo pudo leer un mudo agradecimiento junto a un tenue sonrojo. Kane no lo comprendía, no lo comprendía en absoluto o, quizá, no quería aceptar esa posibilidad por extraordinaria que fuera.

Amén. se unió a la oración cabizbajo para bendecir la comida. Hubo un fugaz instante que Kane miró con desconfianza su lata, pero ya estaba fría y la cogió para comer su parte. Sacó una pobre cuchara destartalada para comer, se unió a Clementine en la cena.

Puede que no. Espero que no. dijo aprobando la cena, degustando las judías. La verdad es que me han salido muy ricas. presumió de cocinillas, sin dar pie a que simplemente las había calentado, bromeando. Supongo que tener una ayudante de cocina como tú mejora el resultado. añadió con una sonrisa leve moviendo la mano de la quemadura, dando a entender que estaba mejor.

- Supongo que mi mera presencia las ha sazonado al gusto.-dijo, divertida, procediendo a seguir ingiriendo las judías con evidente satisfacción- No sé qué clase de persona era ese tal Campbell, pero sabía mucho de conservas.-comentó, tapándose la boca, suspirando- He escuchado que... Hace años a la gente le parecía asqueroso alimentarse con estas cosas. No lo entiendo. Supongo que les sobraba la comida. -se encogió de hombros, y siguió comiendo, pensativa.

- Oye Kane, ¿cómo eran los supermercados de antes? Todas esas estanterías vacías que vemos ahora... ¿Realmente estaban llenas de... Comida y otras cosas?-preguntó, con curiosidad.