Partida Rol por web

-Osea, que el sombrero me puso en Slytherin porque me queda mejor el verde. Tomo nota... - rio, bromeando, asintiendo cuando Ithan alzó su pulgar. Y, acto seguido, ante su pregunta, miro hacia el interior, torciendo su sonrisa- Pues... la verdad es que me lo estoy pasando genial, pero como nos entretengamos mucho más creo que hoy no cenamos... - dijo, con cierta resignacion. En realidad, no tenia ningunas ganas de ir adentro. Estaba bien alli, como estaba. Pero la perspectiva de pasarse toda la noche con las tripas rugiendo de hambre tampoco era muy atractiva que digamos.- Aunque, es un alivio saber que no vas a salir corriendo... - añadio, señalandolo, con una sonrisa divertida.

Cogio su varita, cuando se la tendio, guardándola, con la varita de Ithan aun en la mano. Y, cuando le dijo que era una varita de sauco, la miro casi con veneracion, dedicandole un gesto entre fascinado y de sorpresa- Una varita de sauco solo puede significar una cosa: que estas destinado a hacer grandes cosas. - le dijo, con una delgada sonrisa, tendiéndole la varita para que la cogiera de vuelta- Definitivamente, es una varita genial. - dijo, con total sinceridad.

Y ya por ultimo, cabeceó en direccion al interior del castillo, aun con la sonrisa en los labios- Vamos a cenar entonces si quieres. Pero sólo si prometes no olvidar que hemos quedado despues de clase de duelo, ¿eh? - dijo, señalándolo, obviando el hecho de que se verian incluso antes. Y es que verse en clase podia verse como una obligacion, pero quedar después era algo distinto. Y lo cierto es que estaba deseando ver los dibujos de Ithan y encontrar un buen lugar donde dibujar. Y por qué no, volver a pasar un rato tan interesante como aquel.

Y espero su respuesta, con una mirada curiosa y una diminuta sonrisa en los labios.

Es posible. Concluyó el asunto del sombrero, encogiendose de hombros, entre risas. Acabó por mirar hacia la puerta, cuando lo hizo ella, y sacó el tema de la cena. Lo cierto era que, hasta aquel momento, no se había parado a pensar sobre la cena, tenía cierta habilidad para olvidarse de las cosas cuando hacia algo que le interesaba, le gustaba o se entretenía. Es por ello que no dudo en contestar La verdad es que me muero de hambre. Pero... creo que cogeré la cena y me la llevaré a la sala común, así puedo cenar tranquilo y ver si encuentro a mis compañeros de clase... que en teoria estaba buscando a Selena. Bueno, el nunca había mentido bien, aquello era una realidad absoluta, y hacia tiempo, se había propuesto decir siempre la verdad, o al menos, la verdad a medias. Pero no mentir.

Acarició a Albo, el Hurón, que estaba situado en su hombro, y no perdió de vista en ningun momento al hurón de Kendra, en absoluto silencio. Ithan recogió del suelo su mochila, metiendo las cosas, guardandolo todo -inclusive la copia del mapa- y se la echó al hombro.

¿Por que iba a salir corriendo? Preguntó, con una media sonrisa, mientras esperaba que la chiquilla estuviera lista.

No supo contestar a las afirmaciones de Kendra sobre su varita. Sabía lo que quería decir, el mismo Ollivanders se lo dijo. También le advirtió sobre su uso. Y no dudó en tomar la varita, con seguridad y firmeza cuando Kendra se la devolvió, y acabó por sonreir. Que la primera persona que no era de su familia lo felicitara y hablara maravillas de su varita, le gustó. No diría lo contrario.

Guardó la varita en uno de los bolsillos. Aún tenía que buscar algun sitio donde le fuera comodo y rapido hacerse con ella, ademas de llevarla oculta, claro. Sí, vamos a cenar...  Continuó la broma, señalandola con el dedo indice y una sonrisa pícara.

Echó a andar, dirección a la salida del patio. Nos veremos después de la clase de Duelo. Dijo, a pesar de no prometer nada como ella le había pedido, quizás, por que consideró que aquella frase sería mejor que cualquier promesa, o que el misterio sobre no prometerlo, seria divertido o entretenido.

-Entonces vamos. - dijo Kendra, con una enorme sonrisa. Lo cierto es que habia pasado un rato genial y, si bien Ithan no le habia prometido nada, por alguna razon no dudaba que cumpliria su promesa- Si te digo la verdad, seguro que mis compañeros se están preguntando donde estoy... Les dije que iba a escribir a mis padres y que luego los veria, y mira que horas son... - añadio, desenfadada.

Y ambos se perdieron por el pasillo, charlando animadamente, entre risas, en direccion al Gran Comedor.

Oliver llegó al patio cuando ya comenzaba a anochecer. Aun no era la hora de cenar, pero tampoco faltaba demasiado tiempo para que los alumnos fueran hacia el Gran Comedor.

En cuanto llegó al patio, buscó con la mirada a Mircea, esperando encontrarlo alli. Lo tenia todo listo para montar aquella cena para dos.

Ahora solo faltaba que Mircea hubiera conseguido la mesa y las sillas y que hubiera cogido la comida que faltaba, como prometió.

Mircea se había pasado lo que quedaba de la tarde después de haber salido de clase sentado en uno de los bancos de piedra, esperando que se fuera vaciando el recinto con los alumnos dirigiéndose al comedor para la cena.

Vio como se alzaba la luna gibosa, preciosa en cualquiera de sus formas en un ángulo desde el que podía vigilar todo el claustro interior.

Justo antes de que llegara Oliver, había conseguido sacar no sin cierto esfuerzo una mesa cuadrada de madera de wengué del tamaño adecuado para lo que Cassius tenía en mente. También consiguió encontrar dos sillas a juego y un par de manteles, para que Oliver decidiera cual prefería. Uno a cuadros rojos y blanco y otro de un color naranja óxido con motivos de flores de lis verdes.

Solo faltaba sacar la comida, pero esperaría hasta el último momento para que ésta no se enfriara.

Cuando vio a Oliver llegar, le saludó desde una esquina. Oli, estoy aquí.

Había dejado las cosas en una de las esquinas bajo los pasillos laterales para que su amiga decidiera el mejor sitio donde colocarlo todo. ¿Te vale esto?

Oliver alzó una mano, sonriendo, al ver a Mircea allí. Sin embargo, fueron la mesa, las sillas y los manteles lo que le arrancaron una sonrisa enorme.

-¡Hola Mir! Madre mia, esto es genial... - dijo, satisfecho con lo que estaba viendo- Te has portado. Ya veras cuando lo vea Cass, le va a encantar. Muchisimas gracias... - añadio, contento con la ayuda de su amigo.

Comenzó entonces a sacar cosas de la mochila, con aquel tintineo que llevaba persiguiéndolo todo el dia. Echó un vistazo a los manteles, decantándose por el naranja. El porqué era sencillo: los motivos verdes combinarian con el vestido que tenia pensado para Gwen y con la corbata de Cassius. Aunque pareciera mentira, el Huffie lo tenía todo controlado.

No tardó demasiado en colocar todo lo que se habia dedicado a recolectar a lo largo del día. De hecho, pocas veces Mircea podia haber visto disfrutar tanto a su amigo como ahora, decorando todo aquello. - Échame una mano Mir... Toma, coloca tu estos bajoplatos... - dijo, tendiéndole dos platos, mientras el colocaba, servilletas, cubiertos y unas velas.

Algunos minutos después todo estaba listo y perfectamente decorado. Lo cierto es que el resultado era inmejorable, sobre todo teniendo en cuenta las opciones con las que ambos habia contado- Bueno... ya solo falta la comida.... Y... ¡Oh, espera!

-¡Sonitus! -exclamó, y una suave música de violines comenzó a sonar, ambientando aún más aquel lugar. - ¿Que te parece? - preguntó a su amigo, sonriente y satisfecho, con los brazos en jarras. -Ya solo me falta ir a por Gwen... ¿Te quedas tu a esperar a Cass mientras yo voy a por ella?

Mircea guardó el mantel sobrante en uno de los bolsillos interiores de su túnica. Aunque el cambio de llevar el año pasado el sombrero hasta arriba de cosas y llevarlo este año vacío, ademas de no llevar mochila resultaba bastante desconcertante, había cosas que prefería dejar ocultas por el momento.

Cuando todo estuvo colocado, el chico alabó el buen hacer de su amigo. Me parece que unas cuantas personas van a echar de menos unas cuantas cosas, jeje. La verdad que Oliver había pensado en todo y a diferencia de él mismo que apenas había tenido que buscar, su amigo debía haberse recorrido el castillo casi entero en busca de todo lo que había traído consigo.

Realmente todo aquello no acababa de convencerle. En su época era el enamorado el que hacía todo el trabajo para encandilar a su elegida. Sin embargo, Cassius, tan caballeroso y correcto había decidido delegar todo aquello para ser él el que entrara a realizar el estoque final. Por alguna razón no le gustaba... Pero ayudar a Oliver era algo que no le había costado nada y le había permitido olvidar durante un tiempo sus preocupaciones. Y aunque no podía considerar a Cassius un amigo como consideraba a Oliver, al menos era el único Slytherin al que podía llegar a respetar.

¿Violines?, preguntó extrañado Mircea. A mi me gusta, pero Gwen parece tan... no sé. Espero que le guste.

Sí, ve yendo, animó a su amigo.

Cuando Oliver se hubo ido, Mircea sacó de su sombrero tres fuentes repletas de distintas porciones de al menos diez diversas recetas culinarias. Las colocó con cuidado en la mesa, junto a un sopero con el caldo aún caliente y diversos platos con una selección de postres dulces, salados y piezas de fruta. Como último añadido colocó una jarra de agua fresca.

No quería encontrarse con Cassius ni con Gwen, así que el chico se alejó hacia una de las esquinas donde la luna no llegaba a alumbrar, para vigilar que fuera el viperinilor el que llegaba primero y no ningún otro alumno.
 

Oliver se encogió de hombros, completamente convencido con todo aquello- Claro que le gustará. Va a flipar ya verás... - dijo, sin dudas de ningún tipo.

Y acabo por palmear el hombro de su amigo, satisfecho con todo- Si ves a Cass dile que ya vengo con su chica...  -añadio, mas ilusionado si cabe que si la cita fuera suya.

Y, sin perder más tiempo, echo a correr en direccion a la clase en la que deberia haber estado Gwen. A ver si, con un poco de suerte, aun la encontraba alli.

Cassius se había retrasado. Por algún motivo, le había costado encontrar su regalo para Gwen más de lo que habría esperado. Debería ordenar el baúl... algún día de estos. Había pasado las últimas horas arriba y abajo, metido en la sala común y preparando las frases que iba a decir durante la cena.

Cuando llegó al patio, Cassius vestía como debían vestir los alumnos de séptimo durante su graduación. Vestía con un pantalón de tela negro y liso. Unos calcetines negros y unos zapatos negros, con cierto brillo. Un cinturón sujetaba todo esto, y sobre le pecho llevaba una camisa blanca, impoluta y perfecta. Una americana negra, lisa. Sencilla y elegante. Todo rematado con una corbata verde veronés, tal y como Oliver le había insistido. Necesitó la ayuda de media docena de estudiantes de cursos superiores para saber cual de todas sus corbatas, tenía exactamente, ese tono de verde.

Llevaba en la mano una pequeña cajita, negra y de piel.

Cuando entró en el patio, abrió los ojos de par en par. Había imaginado todo aquello, pero... el resultado conseguido por los dos Hufflepuff era simplemente, impecable. Un Cassius más jovial, más niño, más acorde a su edad entro allí, ilusionado con todo aquello, sin acabar de creerselo, acercandose hasta la mesa, impresionado por lo que estaba viendo.

La música, la mesa, la comida, la disposición. Todo era perfecto. Necesitaría pensar algo para compensarlos, sin duda alguna, por que se lo merecían. La sonrisa de Cassius era sincera. Posiblemente, allí, creyendose solo, Cassius fuera él mismo, cual niño ilusionado con zapatos nuevos, sonriente y caminando de un lado a otro, curioseando.

Le extrañó no ver a nadie allí, y comenzó a buscar, a su alrededor, hasta que vió a Mircea, en una esquina. Lo sabía, nunca lo dejaría a su merced. Pensó, acercandose hacia él. Mircea. Lo saludó, dando algunos pasos rápidos hacia el Huffie. Mircea... muchisimas gracias. Yo no habría sido capaz de hacer algo así, os debo una muy grande, de verdad. Incluso el tono de voz sonaba diferente, más relajada, más animada.

Menos... estirada. Menos Cassius.

¿Donde esta Oliver? Me gustaría darle las gracias también. Es increible todo lo que habeis hecho. Estaba nervioso, mucho. Se le notaba, en los gestos, en la forma de hablar, y en esa falta de autocontrol y supresión de sentimientos que solía aplicar Cassius en todo lo que hacía.

Gwendolin acababa de salir de la clase de Transformacionew, se encontraba de buen humor y paseaba por los pasillos de Hogwarts sin aparente prisa.

La espera no se hizo demasiado larga. Apenas unos minutos después de alejarse, vio llegar a Cassius.

Como un gato, rondando y revisando todo, Cassius parecía expeler un sentimiento de ¿qué? ¿éxtasis? Una leve sonrisa curvó la comisura de los labios de Mircea.

Ya no pintaba nada allí, sería mejor que se fuera al Gran Comedor a ver si esta noche Daphne sí que iba a cenar. Tenía que hablar con ella y ya se estaba haciendo tarde.

Cassius, le saludó cuando el viperinilor le descubrió, oculto entre las sombras. No importaba, y eso era lo que realmente pensaba, pues no había sido ningún problema organizar aquello, pero con lo poco que iba conociendo a Cassius, sabía que aquella respuesta no le satisfaría. De nada, aunque es Oliver el que más ha hecho, yo apenas pude ayudar en nada, comentó encogiendo los hombros.

Oliver se fue a buscar a Gwen, no creo que tarde en llegar, contestó al chico. Así que... os dejo ya. Cuantos menos seamos, mejor, decidió. Mircea prefería incluso que Gwen no supiera que él había tenido nada que ver.

Uhm, que os vaya bien, asintió con la cabeza, en señal de buenaventura y despedida.

Y se marchó, a la sombra de los pórticos, evitando los rayos de la luna y dejándose engullir por la luz artificial proveniente del gran castillo.

Oliver echó a correr, en direccion a clase de transformaciones. Necesitaba pillar a Gwen antes de que se fuera de alli. Afortunadamente, fue en medio del pasillo donde la encontro. Por los pelos.

-¡Gwen, espera! - dijo el Huffie, corriendo hacia la chica. Acabo por detenerse ante ella, doblandose sobre si mismo para coger aire. -Necesito hablar contigo...

A pesar de las prisas del chico, habia una enorme sonrisa en su rostro. La miró de arriba a abajo, sin borrar la sonrisa del rostro- Si... yo creo que quedara bien...

Y, ni corto ni perezoso, sin dar opciones a Gwen siquiera a reaccionar sacó su varia, apuntándola con ella- ¡Artifficus! - exclamó, señalando a la ropa de Gwen. Y, en seguida, un bonito y elegante vestido de color verde veronés sustituyó al uniforme de la chica. - ¡Guau! Mucho mejor. Estás guapisima. - dijo el Hufflepuff, satisfecho con lo que habia conseguido. Lo cierto es que Gwen estaba preciosa, habia que reconocerlo.

Rebuscó entonces en sus bolsillos, sacando una cinta negra, mientras se acercaba a la chica- Vale... ahora... tengo que vendarte los ojos, ¿vale? Y antes de que digas nada.... Es una sorpresa. Ya lo verás cuando llegemos.-advirtio, alzando un dedo en direccion a la chica.

Y acto seguido cumplio su amenaza, vendando los ojos de Gwen, pasando despues la mano delante de ella varias veces para asegurarse de que no veia nada -¿Estas lista?

Gwendolin que estaba tan tranquila paseando por los pasillos, se topó con el chico alegre de Huffelpuf, como estaba de buen humor y aquel crio no le caía mal del todo se detuvo y aguardó paciente a que el chico se recompusiera.

- Dime Oliver...- dijo mientras aguardaba para ver que le decía el chico con cierta curiosidad- ¿quedar bien...?- arrugó el ceño extrañada- ¿Qué te traes entre ma...?- la pelirroja apenas tuvo tiempo de decir nada más cuando vio como el huffelpuf la apuntaba con la varita y le realizaba el cambio de ropa- ¿Pero que demonios haces?- dijo molesta y al borde de la ira, a pesar de los halagos la pelirroja estaba más mosqueada que un pavo en Navidad, pero el chico era más rápido de lo previsto y antes de que se presignara un cura loco ya estaba con una venda en los ojos siendo conducida a no se sabía donde.

Gwen se dejó conducir mientras trataba de localizar su varita entre aquel vestido para lanzar una maldición a Oliver... una cosa era la confianza y otra cosa aquel atropello... que una tenía su reputación y todo.

Oliver estaba demasiado emocionado como para que las advertencias de Gwen hicieran efecto- Shhh tu calla y confia en mi. Te aseguro que mañana por la mañana me estarás dando las gracias por lo que estoy haciendo ahora... - aseguró, bajando la voz, como si no quisiera que se dieran cuenta de a dónde iban.

Guió a Gwen a ciegas por los pasillos, en dirección al patio. Y, una vez alli, miró a su alrededor, buscando con la mirada... a alguien. Alguien a quien no tardó en localizar. Menos mal. Cassius habia llegado a tiempo.

La escena era, como poco, digna de la mejor película muggle: una mesa para dos, con velas y flores, exquisitamente decorada. Sobre la mesa, todo un menu compuesto por varios platos y los más variados postres. Y, sobre la silla de Cassius, habia además un ramo de flores violetas que Oliver había dejado allí adrede para que el Slytherin terminara de quedar con un rey con la Ravenclaw.

En cuanto entraron en el patio, además, la música de violines lo inundó todo. Un suave murmullo que lo envolvía todo, concediendo a todo aquello un aspecto aún más mágico.

-Bueno... pues... Ya hemos llegado. - susurró a Gwen, sin llegar a entrar siquiera en el patio- Creo que te están esperando... - añadio, retirando entonces la venda de los ojos de Gwen, con una media sonrisa, dejando al descubierto todo aquel bonito escenario y,lo que era más importante, a la persona que la esperaba: Cassius, perfectamente etiquetado y con aspecto de estar algo nervioso.

Era hora de marcharse de alli, y asi lo hizo- Disfrutad de la cena... - dijo, dedicándole a la chica un guiño y una sonrisa, antes de perderse por los pasillos del castillo, en direccion al Gran Comedor.

A Gwendolin todo aquel secretismo y confabulaciones sobre su persona no le hacían ni pizca de gracia, todo olía a encerrona y el no tener controlada una situación era muy del desagrado de la ravenclaf acostumbrada a llevar la sartén por el mango... pero dadas las circunstancias, decidió dejarse llevar para ver de lo que se trataba.

Cuando el chico le quitó la venda y descubrió todo el cotarro no sabía si darle un puñetazo o un abrazo... pero se quedó con los ojos abiertos como platos contemplando la escena sin saber que decir. Salvo ver como desaparecía el Huffelpuf y volver la vista hacia Cassius... ¿Todo aquello había sido por ella?

Sin poderlo evitar su rostro se sonrojó, más incluso de lo que le hubiera gustado, pero tuvo la suficiente compostura para ser ella misma y acercarse lentamente a Cassius.

- Hola Cass...- al pronunciar su nombre Gwen se puso nerviosa, pero guardó la compostura. No sabía si debía empezar a hablar... pero decidió esperar a que el Slytering comenzara... mirándolo directamente a los ojos, sencillamente no sabía que decir salvo que el corazón se le comenzó a acelerar.

Cassius estaba esperando. Había orquestado todo aquello, como un director que había hecho sonar la más preciosa de las melodías, sin tocar un instrumento. Sus acciones, sus ideas, y la selección de los mejores para cada trabajo en sus distintos campos había dado un resultado impecable.

Debía reconocer que solo, no habría sido capaz, pero eso sería en otro momento.

Aun estaba observando la cena, cuando por la puerta entró Gwen, siendo abandonada allí por Oliver. La atención de la serpiente, automaticamente, se desvió hacia ella, dejando de lado cualquier otra cosa que no fuera la pelirroja. Se perfiló una diminuta sonrisa un una de sus comisuras, al ver como las mejillas de Gwen se encendian, como caminaba hasta donde él se encontraba.

Se encaró totalmente hacia donde ella venía. Cogió aire, estaba nervioso, pero intentó aparentar su típica entereza y estoicidad. Buenas noches, Gwen. Hizo una pausa, mirandola. Estas preciosa. Acabó por decirle. Aquello salió del alma de Cassius, y ahora, se mostró más distendido. Había abandonado el patrón que tenía, y comenzó a hablar según le fue pidiendo el corazón. Te eché de menos en la mesa hoy, así que... Señaló entonces aquella mesa, con la mano. Tuve que pedirle a unos amigos que me prepararan esto para tí. Y le ofreció el brazo, acompañandola hasta la mesa, y apartandole la silla para que se sentara. Y una vez se sentó, le colocó la silla bien.

Luego, se dirigió a su silla, viendo aquel ramo. Aquello no se lo había pedido a Oliver, pero no dudó que fuera cosa suya. ¿Y... que...? Uhm.... Claro. Tomó el ramo de flores, ofreciendoselo a Gwen. Para ti. Le ofreció el ramo de flores violetas, estando junto a ella, esperando a que aceptara el regalo para poder sentarse.