Partida Rol por web

Mircea entrecerró los ojos ante las palabras de Gwendoline. Era cierto que Diane no era ningún dechado de virtudes, pero eso no era excusa para denominarla carnaza.

Su vista se desplazó a Cassius, ante su repentino interés por aceptar a las dos chicas. Le pilló mirándole de reojo y Mircea apretó sus dientes con fuerza. Dudaba que la repentina inclusión de las dos chicas tuviera nada que ver con la moral del más es mejor... Con ellas ahora, tendría más difícil vigilar a Oliver para que no le pasara nada.

Cuando vio a Colin acercarse, Mircea cerró los ojos y respiró lentamente. Empezaba a echar de menos sus días de solitud, cuando no debía preocuparse por nadie.

Veía a Cassius cada vez más feliz. ¿Sería simple casualidad que ninguno de su clado estuviera por allí? ¿Estás seguro que quieres hacer esto?, le preguntó al Viperinilor. Conocía la respuesta y además la bola de nieve ya había empezado a rodar; era imposible detener el alud.

Miré a Diana contento con una sonrisa. - Hola Diana. - Dije sonriendo. Tras una pausa en silencio. - ¡Claro que no soy chivato! - Añadí sonriendo. - Por mi puedes contar, al menos no me aburriré. 

Estoy seguro, Mircea. Tenemos un plan, tenemos el objetivo, y tenemos la forma de conseguirlo. ¿Que podria salir mal? Sonrio, mirandolo ahora, como si cualquier excepticismo de su parte estuviera totalmente fuera de lugar. Nada podia salir mal.

No tendras miedo ahora, ¿No? Le pregunto, devolviendole la pregunta. Y en mi cabeza comenzo a resonar el cacareo de cierta ave, obligandome a dibujar cierta osnrisilla. Koooo kokokorokoooo kooo. Me repetia mentalmente, hasta que Colin parecia apuntarse. Quizas el chaval merecia mas la pena de lo que habia calculado en un principio. Entonces contamos contigo, Colin. Como os dije antes, si teneis alguien de confianza que se quiera venir, decirselo, pero que no se chiven. Ahora deberiamos ir al gran comedor, y comenzar con el plan.

Le hice una seña a Gwen para que se acercara. Queria hablar con ella en privado un momento.

- Estupendo- dijo Diana entusiasmada por poder embarcarse en aquella aventura- Yo voy ya para el Comedor para preparar las cosas. Nos vemos luego. Hasta luego chicos.

Se depidió de todos mientras salía corriendo del patio con una amplia sonrisa en los labios.

Gwendolin iba a volver a replicar a Oliver cuando Colin apareció y los demás comenzaron a hablar, el chico de Huffelpuf ya recibiría su respuesta, de momento lo dejaría estar... de momento. Entonces Casius le hizo una seña y ella se acercó más por curiosidad que por otra cosa.

- Dispara- le dijo a su lado.

Oliver está que se sale. Y es que ni la estúpida de Gwen la quita la emoción de lo que van a hacer... Escucha a todo el mundo y asiente efusivamente cuando Cassius responde a Mircea- Va, Mircea, no seais caguicas... ¿Que nos va a pasar? Vamos muchos y hemos mejorado mucho... - dice, con una sonrisa radiante. - Anda, vamos a comer... que se nos echa la hora encima... ¡A correr!- le digo, agarrandolo del brazo y tironeando de el- ¡Ahora nos vemos!- me despido de todos y salgo corriendo en direccion al gran comedor, llevandome a Mircea de paso.

A medida que iba escuchando a hurtadillas le gustaba menos lo que oía. No se fiaba absolutamente nada de Cassius, más bien de ninguno de los slytherins. ¿Por qué ninguno de ellos se había apuntado a la peligrosa excursión nocturna? Temía que fuera una estratagema de las serpientes para luego delatarles a todos. No sabía qué hacer. Siguió como enfrascado en la lectura de un pergamino mientras veía a los primeros chicos ir al comedor.  Decidió quedarse para escuchar lo que Cassius quería decirle a Gwen, era demasiado jugoso como para dejarlo escapar. El artilugio estaba funcionando a la perfección...quizá pudiera usarlo para espiar a las serpientes y sabes si tramaban algo.

Multe lucruri*, masculló Mircea en voz baja, ante la pregunta retórica de Cassius. No, no es eso, contestó a su provocación de si tenía miedo, mientras negaba la cabeza apenado.

Al rato se vio arrastrado por Oliver. Con una mano en el sombrero para que no saliera volando, se obligó a mantener el paso de su amigo.

Cuando Ardeen llegó ya se había disuelto todo el grupo y todos iban en dirección al comedor así que se unió a ellos, ya les preguntaría mientras cenaban lo que había pasado.

Me quedo mirando a Mircea cuando me habla. Me quedo igual, no entiendo el galimatias que me dice. Despido a los que comienzan a marchar con la mano y una sonrisa. Teniamos poco tiempo, y debiamos actuar rapido. Si habia algun chivato deberiamos despistarlo rapido. Asiento cuando Gwen se acerca, e indico hacia el colegio, para caminar hacia alli juntos, mientras hablamos.

¿Puedo confiar en ti? Comienza a decir, caminando hacia el castillo.

Tengo un plan, y necesito alguien de confianza. Esto solo lo sabemos tu y yo ¿Vale? Si aparece un profesor, diremos que los hemos engañado a todos, que en realidad les ibamos a gastar una broma. Que iba a disfrazarme de hombre lobo, y darles un susto de muerte ¿Vale? Solo si aparece un profesor.  Reitero, mirandola, parandome cuando le hablo y mirandola a los ojos.

Tambien miro a mi alrededor, sacando la varita. ¿Tu.... sabes el conjuro flamatte? Pregunto, mirandola de reojo, como quien no quiere la cosa.

Gwendolin escuchó a Cassius con interés, las maquinaciones de aquel chico eran del agrado de la Ravenclaf, tenía que admitirlo.

- Entiendo... por mi perfecto- sonrió- y por supuesto que sé realizar el Flamatte, pero si lo que quieres es que te lo enseñe será mejor que esperes a mañana, sino no nos dará tiempo para ir a la excursión de esta noche. Sugiero que vayamos ya al comedor. Nos vemos luego- le guiñó un ojo y salió de allí rumbo al comedor

Bien, mañana hablaremos sobre el conjuro... ¡Ahora a poner en marcha el plan! Y estaba sorprendido de la amabilidad de la chica. Eso era inaudito... pero tenia razon, si no se daban prisa, no harian nada. Asi que se marcho al gran comedor.

Perry guardó rápidamente el "artilugio" en su mochila.  Funcionaba a la perfección y si alguien descubría que lo tenía lo iba a pasar mal. Estaba eufórica y con cierto regusto agridulce pro saberse incurso en algo que no estaba bien. Por una parte estaba espiando a sus compañeros y además sabía que iban a hacer algo muy peligroso y que no estaba permitido.  Si se chivaba a los profesores acabaría siendo el apestado de Howarts. Por el otro lado estaban las serpientes...¿qué hacía ese Classius, con su prepotencia, dirigiendo a todos como si fueran sus marionetas?. Le había decepcionado que Oliver, de los Hufflelpuff se dejara engañar así. Estaba seguro de que la serpiente ocultaba algo. Enter cavilaciones dejó el patio en dirección al comedor.

Eh.... era.... por.... Ithan se había perdido. No lo reconocería, pero se había perdido, se había parado un solo segundo, en una de las intersecciones de los pasillos, cuando notó la brisa fresca entrando por el pasillo, y giró la cabeza, descubriendo la luz que entraba por un enorme portón. ¡Allí! ¿Lo veís? Pregunta, girandose hacia el grupo, señalando hacia adelante. No tardo en recorrer los ultimos metros hasta salir al patio, parandose nada mas dar unos pasos en este, mirando a su alrededor.

Vaya... es mas grande de lo que esperaba... No pudo evitar susurrar, como si de un pensamiento en voz alta se tratara, mirando a su alrededor. Estaba descubriendo el colegio poco a poco, y cada cosa nueva que encontraba, le impresionaba y fascinaba a partes iguales. Se llevo las manos a los costados, como si buscara algo, dandose cuenta que no llevaba su ropa habitual, y por lo tanto, todos aquellos utiles objetos que solia esconder para trastadas, no estaban. Además, le faltaba un objeto esencial para culminar sus planes, que hasta el momento no se habia percatado. Una cerilla.

Se cruzó de brazos, ahora pensando que debería cambiar sus planes, y aplazarlos hasta mañana. ¡Bueno! ¿Estamos todos? Pregunta, mirando hacia sus compañeros, comprobando que todos habían llegado. Especialmente Enya, que transportaba a Albo, su huron.

Parecía que Ithan se había perdido, pero Enya ni se enteró, ella estaba ocupada jugando con Albo. Al llegar al patio Enya quedó asombrada. El patio era precioso y desprendía un aura de serenidad y paz. Mientras admiraba el patio, Enya se dio cuenta de que aun tenía a Albo en su hombro. - Perdona chiquitín - Le susurró al hurón. Entonces se acercó a Ithan y se lo entregó.

- Aquí tienes. Gracias. - Dijo mientras se lo entregaba. - Es una monada de animal. 

En ese momento Enya recordó que sus padres no le dejaron traer a su perra, a quien echaba de menos. Esta noche les envío una carta exigiendo que envíen a Sibyl inmediatamente. Se dijo para si con la esperanza de acordarse antes de caer frita en la cama.

Gabi seguía Ithan al tiempo que seguía pensando mucho en lo que había olvidado, sabía que era importante, pero aún no daba con ello. En eso estaba ocupada su mente cuando salieron a uno de los patios del castillo.

-¡Qué bonito!- Comentó, también en voz alta, mientras se adelantaba para explorar y rodear la pequeña estrcutura que se alzaba en elc entro del patio.

-Esto está muy bien.- Pensó. -Seguro que tiene eco, aquí podemos practicar el conjuro...- Al mismo tiempo, se metió dentro de la estructura para revisarla por dentro. Tenía algunas cosas grabadas de alumnos mayores, gente que ya probablemente no estudiaba ahí, lo cual le causaba curiosidad.

Se puso a leerlas mientras los demás llegaban.

—¡Qué guay! ¡Este sitio es una pasada! —exclama Árpád en voz alta—. ¿Jugamos a algo? Mis hermanos jugaban a ponerse todos en un círculo y a decir cada uno por orden una palabra con la voz de otra persona. Cuando alguien hace sonitus y se pone la voz de otro, ese otro tiene que ponerse la voz que tenía antes la primera persona. ¿Jugamos?

Entonces Árpád miró a Arnold y a Maxwell y recordó que no les había salido el hechizo todavía. 

—Mmm... Es verdad, todavía no os sale muy bien —dijo—. ¿Qué os parece si os enseñamos entre todos sonitus? Fijaos bien, no es tan difícil —Árpád apuntó con su varita hacia el cuello y pronunció el hechizo—. Sonitus —la voz que salió de su boca era la de Maxwell—. ¡Hola! ¡Hola! ¡Probando! —sonrió—. Vamos, intentadlo vosotros.

—No —respondió al rubio, obviando el hecho de que se trataba de una pregunta retórica—. Un ogro se ha comido a los que faltan.

O se han cansado de dar vueltas. Era un milagro que el chico se las arreglara para llegar a clase. No es que se perdiera, algo completamente normal en un lugar nuevo, grande y enrevesado como Hogwarts; es que habían pasado dos veces por el mismo lugar. Pero no todo era negativo; entre la ascensión al aula de adivinación, y los paseos de mediodía y ahora, Max había aprendido a moverse por el colegio en un solo día.

El patio era bastante amplio, pero no tanto como los del viejo colegio. Y allí no había ni una sola pista de fútbol o canasta. Ya se lo olía desde que estuvo en el Callejón Diagon, y cada vez tenía más claro que los magos no practicaban los mismos deportes que la gente normal. Parecía que alguien se hubiera llevado un pedazo del castillo y hubiera construido ahí en medio una plaza.

Uno de sus compañeros de Hufflepuff propuso un juego con el hechizo recién aprendido. Antes de que Max pudiera darle una colleja de protesta, se volvió a hacia él y el chico pelirrojo para explicarles de nuevo cómo funcionaba. El resultado del conjuro era perturbador, y sonaba como una burla, pero el chico parecía sincero, y en cualquier caso no era buena idea darle un soplamocos delante de todo el mundo. Las viejas costumbres podían quedarse en la vieja casa de mierda.

Agitó la varita y pronunció las palabras una vez, sin resultado. Otra vez, otra vez y otra más. Cerró el puño alrededor de la varita y levantó el brazo en un gesto de furia. Pero no la estampó contra el suelo. Se mordió el labio, volvió a sujetar la varita con los dedos, tal y como les habían enseñado en la primera clase, y realizó el gesto sin preocuparse del resultado.

Por arte de magia, una moto inexistente arrancó el motor en mitad de aquel patio.

—Por fin —musitó— ¡Joder!