Partida Rol por web

El tren es una locomotora de color escarlata. No hay servicio de restaurante, pero si hay una bruja que lleva un carro donde los estudiantes pueden comprar varios tipos de golosinas y zumo de calabaza. Hay uno o dos vagones al principio del tren para los prefectos de Hogwarts. No suele haber tampoco adultos a bordo del Expreso Hogwarts, excepto la bruja que lleva el carro y el conductor.

Entro al vagón con la chica que había conocido en el andén detrás de mi. Ni siquiera me había presentado, pero después de los miles de abrazos y palabras de despedida por parte de mis padres que no me había podido ahorrar seguramente se supiera mi nombre de memoria. De hecho, podría pasarse haciendo chistes malos sobre mí durante todo el viaje, aunque no parecía de ese tipo de persona.

- ¡Hola! Mi nombre es Mark. Y esta es... - miro a la chica que me acompaña, pero no me sé su nombre. Dudo un momento y vuelvo a mirar a los chicos del vagón. - ¿Sois de primero no? Me han dicho que este vagón es el mejor, así que si nos importa os acompañaremos en el viaje.

Digo con una sonrisa mientras entro dentro.

El niño sigue cogiéndole de la mano incluso cuando ya han entrado en el tren y están en el compartimiento privado junto con otras 2 personas a las que no conoce... bueno... en realidad no conoce a ninguno de los que hay ahí y le está entrando un poco de miedo por haber tantas personas en un sitio tan pequeño.

Baja la cabeza tímidamente haciendo que el cabello caiga sobre parte de su cara para intentar ocultarse.

Ya me encontraba dentro del vagón cuando un niño entró seguido de una niña. Se presentó rápidamente, ¡tenía energía!

- ¡Hola, Mark! Yo soy Oliver y... - miré a los presentes - Sí, creo que somos de primero - asentí con la cabeza a su segunda pregunta - Podéis quedaros, ¡sin problema! Cuantos más seamos mejor, aunque me parece que no cabe nadie más. 

Me di cuenta de que me había levantado, llevado por una extraña emoción. La idea de conocer a gente nueva me gustaba.

Me sentía un tanto aterrada, había entrado mucha gente extraña a mi vagón y los miraba de reojo sin atreverme a alzar la cabeza. Primero entro un chico, luego otro chico que venia con una chica. Una vez que comenzaron a hablar abro la boca pero de mi no logran salir palabras, por lo que hago un nuevo intento y me sale un pequeño susurro…

-Yo soy Morgan – Digo tímidamente.

Debía ser que las chicas no sabían hablar. Aunque nunca me había relacionado mucho con chicas, la verdad, todas eran tontas.

Entro al vagón del todo. No me habían dicho que estuviera del todo ocupado, ni que tuvieran una conversación interesante ni nada así, por lo que lo vi como una luz verde para pasar. Subo mi baúl al portaequipaje, y luego hago lo mismo con el de la chica que me acompaña, aunque el suyo me cuesta más porque no lleva ningún hechizo que reduzca su peso. Finalmente me siento junto a la ventana con mi búho a mi lado y la mochila a mis pies.

- No, lo mejor será que cerremos la puerta, porque como entre alguien más estaremos apretados. - Digo ignorando que había sido el primero en acoplarme allí. - Mm... ¿y a qué casa queréis entrar?

Vi que el niño se había traído a su búho. Parecía ser una mascota genial. Como él y la niña con la que había entrado parecían conocerse o algo así me senté junto a la otra niña callada que ya estaba en el vagón cuando entré.

- Bueno pues... Yo no sé en qué casa querría entrar, pero Mamá dice que seguramente entraré en Hufflepuff. A donde no quiero ir seguro seguro es a Ravenclaw. Ahí está mi hermano y... ¡no quiero tenerlo encima todo el rato!

Asentí con la cabeza a mis propias palabras. Sin duda, estar en Hufflepuff sería infinitamente mejor que estar en Ravenclaw. Si llegara a entrar en la misma casa en la que estaba Zachary Papá me compararía aún más con él.

Las niñas estaban muy callas, no parecía que fueran a entrar en la conversación, así que les di pie a ello.

- ¿Y vosotras?

-Gracias... - dice en voz bajita al pasar por su lado.

Si ella tiene que subir eso al porta equipajes, se le cae encima. Se sienta al lado de la puerta y sube los pies al asiento replegándose sobre ella misma. Esos niños parecen saber de lo que va Hogwarts porque Marcus habla sobre unas casas... no tiene ni idea de que van esas casas.

¿No íbamos a un castillo? piensa mientras mira a los demás de reojo.

Miro al chico que hablaba alegremente, al parecer se llama Olvier. El hablaba de dos casas, Hufflepuff y Revenclaw. Aunque a mi realmente me daba igual, cualquiera menos Gryffindor, esa casa no la soportaría, mis padres eran de allí y no quería seguir su pista.

-Ummm.. – Digo en voz baja, cabizbaja – Me gustaría cualquiera menos Gryffindor…

Sonrió levemente, sabía que todas las casas eran buenas, pero en la que me toque, me tendría que quedar para siempre.

Pues parecía que no íbamos a coincidir en el castillo... Bueno, quién sabe, y si no, mejor así, había que tener amigos en todas partes. 

- A mí me gustaría entrar en Ravenclaw... tienen los mismos colores que los Turshill Tornados y tienes que acertar un acertijo para poder entrar en la sala común. - digo sonriendo. Seguro que ellos eran de los Cannons. Aunque a lo mejor eran hijos de muggles y no sabían a qué me refería... - Pero ya que todos decís en la que no queréis entrar... ni de broma querría que me pusieran en Slytherin.

El tío Arnold se estaría riendo de mí por los siglos y seguro que mamá se pondría triste. No, eso no iba a pasar. Las demás estaban más o menos guays, pero Slytherin nunca.

Me giro a la chica que está callada. Ni siquiera nos había dicho su nombre. 

- Mm... de esto seguro que podéis hablar. - digo sonriendo. - ¿Qué mascota traéis? Sea lo que sea, seguro que es mejor que Nim, que sólo sabe que estar de pie todo el día en su jaula durmiendo. Ni con todo el movimiento por venir aquí se ha despertado el muy perezoso.

Señalo al pájaro, con su jaula apoyada en el asiento a mi lado. Es un búho real no muy grande (lo acababa de comprar y aún era pequeño), que está profundamente dormido.

Abre la mochila que lleva con ella para que Snowy salga de ella. Es un gatito blanco la mar de peludo y achuchable y unos bonitos ojos azules. El gato se acerca al búho de Marcus como si fuese una presa apetitosa... aunque estando dentro de la jaula no va a poder cazarlo.

De la mochila saca un libro que parece que tiene unos años. Uno de los libros que le ha dejado su tía Margaret para que aprenda más sobre el mundo mágico y sobre Hogwarts. 

Parecía que no estábamos destinados a acabar en la misma casa pero, ¿qué más daba?

-  Pueeees... A mí me gustan los Murciélagos de Ballycastle - dije, como quitándole importancia.

Vi como Mark y la niña sin nombre nos presentaban a sus mascotas, emocionado. 

- Pues a mi tu búho - le dije a Mark - me parece alucinante. Aunque... Yo también tengo un gato - esta vez sonreí a la niña sin nombre - Está ahí arriba - Me levanté sobre el asiento y bajé del portaequipaje la jaula del Sr. Bigotes, un gato siberiano - Se llama Sr. Bigotes, y antes era de mi hermano. Pero como es muy travieso ahora lo tengo yo.

El gato dormía plácidamente, casi parecía perezoso y todo. Sí que sabía fingir, este Sr. Bigotes... Alcé la cabeza para mirar otra vez a Mark.

- Entonces, si eres fan de un equipo, ¿es que quieres jugar también en el colegio? ¿Crees que podríamos entrar estando en primero?

¿Un fan de los Murciélagos? Menudo equipo se había buscado, aunque, mientras no fuera de los Cannons o de las Urracas no pasaba nada. Iba a responderle cuando decido mejor callarme la boca. Las chicas ya estaban muy calladas, y como encima nos pusiéramos a hablar de Quidditch sí que no iban a abrir la boca en todo el viaje.

- Un buen equipo. - Aunque os guste mucho el hechizo vomitador me ahorro decir. Era clásico el enfrentamiento entre los Tornados y ellos desde que por culpa de un ataque de vómitos de nuestra guardiana perdimos una final. Y estaba claro que ellos habían sido los culpables, pero el árbitro no paró el partido. - Y... bueno no sé. Me encantaría entrar la verdad, pero no creo que sea suficientemente bueno. ¿Tú en qué juegas? A mí los puestos que se me dan mejor son los de guardián y cazador.

Después miro al gato de la chica, apenas igual de grande que mi búho. Se veía que ambos los habíamos comprado hace poco y aún eran pequeños. Era muy gracioso siguiendo con la mirada a Nim. 

- ¿Cómo se llama? - le pregunto mientras muevo la jaula hasta la repisa de la ventana. No creo que le fuera a hacer ningún daño, pero para que el pobre no se llevara un susto. Aún estaba durmiendo. Si el gato le atacara ni se daría cuenta. Después me fijo en el otro gato del grupo. Menuda panda mascotas activas que teníamos todos. - ¿Hiperactivo? Pues parece igual de perezoso que mi Nim. Mientras no le intente cazar como el gato de... No pasa nada. Aunque aviso que tienen las que perder. Cuando se le molesta pega unos picotazos terribles.

-Snowy... - dice en voz bajita.

Mira a Marcus de reojo y luego a Oliver y su gato. Mientras tanto, Snowy, que se ha visto privado de su presa, salta sobre Marcus para afilarse las uñas en sus pantalones... como venganza por haber puesto la jaula lejos de su alcance. Tabatha deja el libro a un lado y se inclina hacia un lado para coger al gatito blando, lo pone en su regazo y lo acaricia mientras le susurra...

-Estas cosas no se hacen, Snowy...

Me cruzo de brazos y hago una mueca, todos ellos tenían mascota y yo no, eso no me causaba mucha gracias, pero así eran las cosas y no iba a armar un berrinche por eso. Miro a los dos gatos y a la lechuza, me agradaban mucho.

-Los animales son geniales.

Escucho de paso a los chicos hablar de los deportes, nunca había visto un partido, pero ya había entendido que estos causan gran impacto en la sociedad.

Definitivamente parecía que las chicas eran mudas. Casi hacía falta pegarlas para que soltaran una palabra. Una sólo nos había dicho su nombre hasta ahora (bueno y que odiaba Gryffindor), y la otra el de su gato. Ambas después de preguntas directas. Tendría que intentar más preguntas así a ver si conseguía que se soltaran.

Veo a la chica coger al gato y sonrío. Era gracioso y no tenía aún uñas para romperme los vaqueros, pero era un poco molesto que se afilara las uñas con mi pantalón.

- Mm... Entonces... ¿qué os gusta? - digo mirando a una y a la otra alternativamente. - ¿Las muñecas? ¿Las ranas de chocolate? La chica del carrito no debe estar muy lejos. Podríamos comprar cosas entre todos y repartirlas. Sería divertido...

En las últimas palabras bajo la voz. No entendía a las chicas y por algún motivo parecía que ellas me tenían manía a mí.

Mira a Marcus de reojo. No sabe que son las ranas de chocolate... bueno, no sabe nada sobre los dulces mágicos así que no sabe si le gustan o no... pero si son de chocolate, quizá debería probarlos.

-No se que son las ranas de chocolate... tampoco tengo mucho dinero...

Saca su monederito de la mochila. Ahí hay un par de galeones que le dio su madre... por si acaso... pero poco más.

Escucho que va pasando la señora del carrito, el mayor domo me había hablado de ella, y me había dado dinero para el viaje, claro era lo menos que podía mandar mi tía ya que no hizo presencia del inicio de mi viaje, me temblaba un poco la mano, pero trago saliva y me atrevo a hablar.

-S..si quieren… yo compro cosas para todos – Ofrezco con un hilo de voz y me sonrojo un poco.

A Mark se le acababan los recursos para hacer hablar a las niñas, pero al menos lo último que intentó pareció hacer efecto. ¡Ranas de chocolate! ¿Qué cosa no se podía solucionar con ranas de chocolate?

- Las ranas de chocolate - dije, dirigiéndome a la chica tímida de la que aún no conocíamos el nombre - son eso, ¡ranas de chocolate! - no escondí mi emoción al hablar. Era un dulce que me gustaba bastante - Y además vienen con cromos de magos y brujas famosos. Dicen que si completas el álbum te dan un regalo misterioso... ¡y alucinante!

Sonreí ampliamente. El Sr. Bigotes comenzó a maullar en el interior de su jaula, se había despertado. Ahora miraba fijamente al gato blanco, con curiosidad. 

- Pues eso sería genial, Morgan. Yo también traigo algo de dinero, aunque a Papá no le gusta que me lo gaste en golosinas. Pero, ¿a que no está ahora para vigilarme? ¡Llamemos a la señora del carrito!

Sonrío ante la emoción de mi compañero, y a que había conseguido por fin que las chicas abrieran la boca. Pero si los dulces no lo conseguían nada lo haría.

- Yo soy más partidario de las grageas Bertie Bott de todos los sabores, aunque siempre me tocan los peores. - Me quedo un momento mirando a la chica que no conocía el mundo mágico, pensando en cómo explicarle lo de las grageas. Mejor sería explicárselo que lo que me hicieron a mí, que me dieron una sin decirme nada y resultó ser con sabor a lentejas. - Son como unos caramelos, pero que los encantan de tal manera que te puede tocar cualquier sabor. Dicen que los sabores normales son más corrientes, pero que están incluidos todos. A un amigo mío le tocó una gragea con sabor a patata frita.

Le comienzo a decir a la chica. Si no conocía ningún dulce mágico, tendríamos que "instruirla", que para eso estaba el colegio. Personalmente tenía bastante dinero. Aunque había arrasado con mis ahorros en la tienda de los Weasley, mi padre me había dado algo para el viaje, al igual que mi madre, los abuelos y el tío Arnold. Todo en conjunto sumaba una pequeña fortuna dentro de mi bolsillo.

- No te preocupes, nosotros te invitamos. - le respondo. - Total, es comprar una caja de grageas y un par de ranas de chocolate. Y bueno, yo me pienso comprar una varita de regaliz, que son mis favoritas, si os gustan podemos comprar más. Además la comida sabe mejor en compañía.

Ya empezaba a sonar como mi abuela. Dentro de poco me preocuparía por ponerme jerseys gordos en invierno y comer sano.