Partida Rol por web

Six dejó atrás al sargento para seguir el rastro que tanto los trasgos como los aventureros habían dejado tras de ellos. Al llegar hasta el almacén, no le fue difícil adivinar la emboscada que las criaturas habían lanzado contra el grupo, pero al parecer éstos últimos habían salido triunfantes de la pelea. Continuó avanzando hasta llegar casi al fondo del almacén, donde se abría un pozo de unos 10 pies de ancho, con unas escaleras que descendían hacia la oscuridad.

Llegó al pie de la escalera, a unos 15 pies de altura, sus ojos intentando acostumbrarse a la oscuridad casi total del lugar, aunque pudo ver más adelante el parpadeo de alguna luz naranja. Apenas había avanzado unos pasos, cuando el sonido de un derrumbe más adelante lo alertó de que algo había ocurrido. Al acercarse, sin ser notado aún, pudo ver a un grupo variopinto, seguramente los aventureros que habían comentado tanto la enana como el sargento.

Sangre, muerte, rabia. Todo eso parecía olerse en el almacén donde algunos minutos antes unos aventureros lucharon por sus vidas, dejando un tendal de trasgos muertos. No se detuvo a contemplar la matanza, pues al no ver cuerpos de seres distintos a los trasgos, supuso que estaba despejado y podía avanzar. Aunque sacó su ballesta y colocó un virote, listo para ser usado llegado el caso.

La oscuridad le recibió en su frio abrazo, sintiendo como un nudo se ajustaba en su garganta. Tantos recuerdos dormidos, siempre presentes en el peor momento. El cuervo extendió las alas, más no se despegó de su hombro, solo se preparaba para lo peor, como su amo. El brillo de algo a lo lejos le permitió avanzar en una dirección, llegando al fin a los aventureros. Uno, dos, tres… cinco figuras, se recortaban entre la oscuridad y el polvo del derrumbe.

-Extraño grupo- pensó viendo tal variedad racial. No solían agruparse de esa manera, no cuando era más sencillo buscar a su propia gente para no sentirse tan solos. Pero cuando la oscuridad y la muerte rondaban, hasta los enemigos más acérrimos preferían unir fuerzas. Él mismo no partencia a ningún grupo en particular. Su primera intensión fue presentarse, dar a conocer sus deseos de ayudar y unirse a ellos en esa particular cruzada… pero su instinto de supervivencia le indico que debía ser más cauto, no por desconfiar de ellos, sino de lo que el fuerte ruido podría atraer. Ahora mismo, una distracción, podría ser fatal para ellos, incluso si venia de un aliado de estrafalario aspecto que llegaba por sus espaldas.

Retrocedo entrecerrando los ojos y conteniendo la respiración, pero no abandono a Ronud y si no sale de la polvareda que nos rodea iré a por él.

El techo de la mina se derrumbaba, obstruyendo por completo el túnel norte. Ronud dio un salto hacia atrás para evitar quedar aplastado por una inmensa roca, y observó que su compañero Snorri se había acercado para ayudarle. El semiorco hizo un gesto de mano para indicarle que estaba bien, aunque había faltado muy poco para que las rocas cayeran sobre él.

-Pues me parece que ya solo nos queda el túnel sur -comentó Ronud, observando que ahora era la única vía que tenían para avanzar.

Ante las palabras de Viera asiento, pero poco puedo hacer realmente ya que en un descuido, todo se desmorona y el acceso a la vía norte queda completamente bloqueada. 

- Tienes razón, ahora sí o sí por ahí. - respondo a la pícara. - No volverá a pasar. 

​​​​​​Luego de disculparse, se acerca a Ronud para ver si está bien, es un poco raro que lo haga considerando quien es y todo. No obstante una gran lección he aprendido en el corto trayecto juntos, y es que se puede confiar en él. 

- ¿Estás bien?- pregunto al semiorco. 

Ya sin mayor dilación, nos dirigimos hacia el lugar donde Viera encontró el rastro. 

-Sera mejor que avancemos con cuidado, si bien confió en que este túnel es mas estable que el otro, no estoy segura si el avance de los trasgos pudo haber debilitado los cimientos...iré primero-

Observo a Ronud un momento de pies a cabeza, como buscando si tenia alguna herida, pero se le veía bien, se lamentaba el no haberles advertido antes, pero tampoco esperaba que avanzara sin revisar primero que opción seria la mas segura.

Las habilidades de Viera con cada experiencia se incrementaban un poco mas pero lo cierto es que no era la experta como lo era su maestro, pero se esforzaría y mejorar.

Continuo avanzando por el centro del túnel y observando el rastro y las paredes, atenta por si algo anormal veía y poder alertar a sus compañeros.

A Ronud le sorprendió que Luthien le preguntara si estaba bien. En un primer momento la elfa le había apuntado con su arco amenazadoramente, pero parecía que los prejuicios hacia él habían mermado desde que se habían colado en el almacén. Primero cuando la elfa había tratado de sanar sus heridas tras haber recibido un par de flechazos y ahora preocupándose por si estaba bien tras el desprendimiento que acababa de producirse.

-Estoy bien -reconoció el semiorco-. Hace falta algo más que unas cuantas piedrecitas para aplastarme -aseguró, tratando de quitale hierro al asunto.

- O una flecha mía. - bromeo y le saco la lengua. 

Raro en mí, pero de alguna manera esos prejuicios no están tan latentes ahora. Estoy aprendiendo a conocerlo, y descubro que más allá de una raza, de un enemigo que para mi es una constante, existe algo más. Y a ello voy, para no juzgar más de lo necesario cuando veo que se está jugando el pellejo al igual que los demás. 

- Perfecto, todo tuyo Viera. 

Antes de poder avanzar mucho, el grupo escuchó un graznido muy cercano proveniente desde el túnel por el que habían entrado. Allí, pudieron ver como una figura, demasiado pálida, los miraba con algo de curiosidad y evidentemente tomado por sorpresa.

Un segundo estaba sumido en las sombras y al siguiente todo el variopinto grupo se giró hacia él. Luego de ver como habían destrozado a varios trasgos más atrás, seguramente no les caería en gracia que alguien les ronde. Se produjo justo el escenario que quería evitar. Tomó la ballesta con su mano izquierda, agarrándola por la mitad y alzándola levemente. Su mano derecha, lejos del gatillo, se extendió a la altura de su rostro.

-Vengo a ayudar- dijo sin más, apenas alzando la voz. Encontrarse con alguien como él, en una caverna oscura, debía ser toda una experiencia, esperaba que no fuera la última-. Quedan enemigos a los que abatir.

Su forma de expresarse, como si no tuviera emociones o hubiera visto todo ya, resultaba algo siniestra viniendo acompañada del conjunto de ese raro “elfo”, como si estuviera armado para generar inquietud… o fascinar. No había término medio cuando se trataba de su persona.

La primera acción de Ronud al divisar a Six fue apuntarle con su arco tensado, preparado para disparar al elfo. No obstante, al oír que venía para ayudar, el semiorco bajó el arco y dirigió una mirada a sus cuatro compañeros para determinar si alguno de ellos desconfiaba del recién llegado.

-Al menos no es un semielfo -comentó a Snorri e Izmael, encogiéndose de hombros, rememorando la tortura que había sido para ellos soportar el ego de Amordil-. ¿Cómo os llamáis, elfo? Por mí, podéis venir con nosotros. Siempre viene bien disponer de un par de brazos para ayudarnos en combate.

Apuntando con mi arco a lo que se refleja en la distancia, noto que una vez se va acercando, descubro que compartimos incluso condición. Por respeto, como es de esperar al menos en mi, bajo el arco y lo miro con detenimiento ya que es cuánto menos llamativo que se encuentro en aquel recoveco solo. 

- ¿Cómo te llamas? Soy Luthien. - digo al elfo. 

Y tras escuchar a Ronud, acepto con un gesto a sus palabras. 

- Eres bienvenido. - 

No hay más que decir, aunque me gustaría saber mucho cuáles son sus habilidades y de dónde proviene. Pero tiempo al tiempo, considerando que toca salir de aquí y avanzar con el rastro. 

Miro al desconocido con una ceja levantada. Lo primero que pienso es: Bien, otro patas largas. Espero que sea diestro con ese arma o tendremos una saeta clavada en el trasero.

- ¿Nos vamos a quedar aquí tomando un té? - pregunto tratando de no levantar mucho la voz, aunque el derrumbamiento haya alertado a todo el mundo. - O podemos derramar un poco de sangre de una vez.

El que le apuntaran con sus armas fue algo que esperaba, aunque ni siquiera pestañeó, la muerte era una fiel compañera y cuando le llegara no le sorprendería. Por suerte era gente confiada o al menos le dieron la oportunidad de presentarse, bajando sus armas. ¿Eso era bueno? Se confiado le trajo muchos problemas, pero en ese aprieto le era conveniente.

-Soy Six- dijo sin alzar la voz-. Un hechicero- arrugó el ceño mirando al orco-. No soy un elfo… ya no- el cuervo en su hombro le observó, para luego picoteando sus cabellos a modo de cariño-. Un placer Luthien- una elfa, dolía ver a alguien como fuera él, mas sus rasgos no se alteraron en lo más mínimo. Fue la única que se presentó de momento, pero era algo obvio teniendo en cuenta que apenas le conocían. Solo por si acaso, mantuvo su ballesta abajo.

El extraño grupo de aventureros continuó avanzando hacia el sur por las cuevas, siguiendo los pasos de la pícara que cada cierto tiempo miraba hacia el suelo, buscando el rastro de los trasgos. Sobre el hombro de Six, un cuervo un poco más grande que el común de aquella raza se removía inquieto, y sobresaltaba al grupo con pequeños graznidos en momentos inoportunos.

Llegaron hasta una nueva encrucijada, que dividía la mina en tres direcciones. Mientras Viera miraba nuevamente el suelo para ver si había huellas que indicaran en que dirección estaban los trasgos, el cuervo soltó un graznido mucho más fuerte, que hizo eco en toda la mina. Los aventureros no tardaron en escuchar movimiento frente a ellos, el eco les impedía discernir desde cual de los túneles provenían los sonidos, junto a las voces chillonas e inentedibles para la gran mayoría de las verdes criaturas.

Al escuchar aquellas voces chillonas, Ronud gruñó, sabiendo qué era lo que les aguardaba un poco más adelante.

-Los trasgos... No están muy lejos -expresó el semiorco, en tono bajo. Echó una mirada hacia las tres galerías que tenían ante ellos, sin saber en cuál de ellas se encontrarían los restantes trasgos-. ¿Por cuál avanzamos ahora? ¿Veis algunas huellas que pudieran indicarlo?

Me sitúo junto a Ronud y le dedico una sonrisa maliciosa, mientras le doy un golpecito con el codo. - Eh, grandullón, aún no hemos saldado la apuesta de quién ha matado más trasgos. Puede que sea buen momento para desempatar.

Seguimos el camino pero como todo, tiene que complicarse lo suficiente sino no sería divertido. Ante el aviso de aquel cuervo, preparo mi arco para cualquier situación y me quedo detrás de mis compañeros así puedo tener una distancia considerable mientras avanzamos. 

- No lo logro distinguir, pero sería conveniente atraerlos y no encontrarnos en un espacio reducido como hace minutos atrás. Así tengo más amplitud con el arco y ustedes pueden no ser objetivo de mis flechas. 

Tras decir aquello como plan, pienso en algo más. 

- Debemos atraerlos. ¿Ideas? 

Ninguno de los demás se presentó o mostró objeción alguna a aceptar su ayuda, así que lo tomó como un sí. Tomó su ballesta con ambas manos, dejándola lista para ser usada llegado el caso. Su cuervo cada tanto soltaba algún graznido, provocando una mirada de advertencia por parte de Six… hasta que fue especialmente fuerte, anunciando la llegada del enemigo.

-Podemos volver sobre nuestros pasos, el otro sitio era bastante amplio- incluso habia lugares donde esconderse-. Dejemos algo que les tiente- agregó sacando varias monedas de oro de su cinturón-. Luego puedo intentar dormirles, no todos caerán, pero con que nos saquen de encima a un par será suficiente- sonaba muy tranquilo para alguien que estaba por enfrentarse a la muerte, pero sabía que destinos más crueles solían ocurrir.