Partida Rol por web

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

AL ALBA.

Escudo había descansado y se encontraba bien. Se había arreglado la poca ropa que usaba y había limpiado a fondo su escudo. Solo faltaba una cosa: recoger la capa que debía de ponerle a Perdida.

Encontró a Perdida en formación con el resto de los campamenteros. Recta y firme, con sus armas brillando a la luz de sol. Estaba radiante. Escudo se permitió una sonrisa, se sentía orgulloso de ser su hermano de sangre, de que hubiera confiado en él para ese honor. Sabía que no había sido su primera elección, pero el resultado final era lo que contaba.

Escudo veía una prometedora guerrera que si tenía la ocasión llenaría de honor a la compañía, estaba convencido. Y esta chica sería su primera y posiblemente única Hermana de Capa.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

AL ALBA.

Llegado su turno y ante la mirada de Teniente, intervino.

-Escuadra de Campamenteros lista. Catorce miembros presentes. Cinco preparados para su juramento de capa y un sexto para su nombramiento como cabo. Tres campamenteros más se hallan en el Llano de Galdan en misión de guarda y protección.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

AL ALBA

Ante la orden de Lengua Negra, me puse firme en mi escuadra. Con mis armas relucientes para la gran ocasión, estiré mi cuerpo y saqué pecho para mostrar orgullosa el símbolo de la Compañía Negra que brillaba colgado de mi capa negra azabache.

Miré de reojo a la que sería mi hermana de capa, Niña de Oro. La decisión había sido apresurada, pero no había malas decisiones si se tenía empeño en mejorar, y pensaba cambiar a esa chica completamente hasta convertirla en lo que debe ser, un soldado digno de la Conmpañía. Las dos mejoraríamos, sin duda.

Deseaba que la jura transcurriese pronto para la fiesta posterior, deseaba poder hablar con varias personas ese día, y no veía mejor momento que la tranquilidad y la alegría de una celebración para acordar este tipo de cosas.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

AL ALBA.

- "Señor, Reservas listos y dispuestos. Dos escuadras de diez Reclutas asignadadas temporalmente al Pelotón de Instrucción. Presentes.

Bajo mi mando, una escuadra con dos Reclutas. Hoy están listos para Jurar y yo les pondré sus capas negras.

Bajo el mando del Soldado Ballestero, una escuadra con cinco Reclutas. Hoy Jurarán, y Ballestero les entregará sus capas.

Pelotón de Reservas presente al completo, Señor." -

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

AL ALBA.

- "Teniente, el Pelotón de Instrucción está listo para el desfile. Bajo mi mando y el de la Cabo Rompehuesos eh aquí a cincuenta Aspirantes. Entre ellos destaca el llamado Sacerdote. Muy pronto podrán recibir su escudilla y convertirse en Reclutas, dando por finalizado su periodo de instrucción militar básica." -

- "¡Capitán! ¡A la orden de mi Capitán! Forma la Duodécima Compañía Libre de Khatovar sin novedad.

Faltan tan sólo los diez destacados como Retén en el Campamento Principal en el Llano de Galdan.

El resto están todos aquí presentes, dispuestos para desfilar a sus órdenes." -

- "De acuerdo Teniente. Se quedarán destacados desde ahora en el Palacio para su protección la quinta escuadra de Reservas junto con la quinta del nuevo Pelotón de Dolorosos. Ambas permanecerán bajo el mando del Sargento Gulg y la Cabo Rompehuesos.

La cuarta de Reservas retorna bajo el mando del Cabo Cortaplumas, para que la distribuya entre la primera y segunda de Reservas.

Y ahora al desfile. Que abran las puertas.

Encabeza el Desfile el nuevo Pelotón de Dolorosos, con el llamado Sacerdote a la cabeza.

Le sigue Portaestandarte, seguido por el Cabo Kallmall con la Caballería, todos montados.

Después nosotros dos, junto con los cuatro primeros Magos, todos a caballo.

Después la Sargento Vientos, seguida por la escuadra de Lemur y la de Barril.

Siguen la Sargento Falce con sus Exploradores.

Después el Sargento Virote con las escuadras Mostaza y Diana.

Luego Matagatos con sus Hostigadores.

Después Lengua Negra con los Campamenteros.

Cierran la marcha el Cabo Cortaplumas, con Ballesteros y diecisiete Reservas reasignados bajo su mando.

Adelante." -

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

AL ALBA.

Me mantengo de pie, en posición de firme, mientras la Sargento Falce responde a la revista oficial como inicio al desfile de toda la Duodécima. No digo una sola palabra mientras las voces resuenan por la zona. La verdad es que no me gustan en lo más mínimo los desfiles:

"Parecemos caballos entrenados para que todo el mundo vea los dóciles que somos. Somos guerreros, soldados, no monos de feria. Además, es muy malo mostrar todas nuestras fuerzas pues el resto puede calcular mejor cuanto necesita para aplastarnos. Lo mejor es jamás mostrarnos y que nadie sepa realmente cuantos somos. Esto es una pérdida de tiempo y energía."

Pero aun así, sigo mis órdenes con seriedad y profesionalismo pues para eso fui entrenado con la dureza con la que todos en esta Compañía fuimos. Me quedo parado hasta el momento en que el Capitán indica que marcharemos y nuestro orden en la formación, por lo que espero nuestro momento y comienzo a marchar detrás de la Sargento después de que ella lo haga.

Pongo la mejor cara que tengo y agradezco que no se vea detrás de mi ropa.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

AL ALBA.

Preocupado ni siquiera movió un músculo pero todo su interior se agitó de repente, había aprendido a permanecer en formación pasara lo que pasara hasta que sus superiores lo ordenaran.

¡Lo sabía! ¡Sabía que pasaría algo malo y nadie me hizo caso!

Justo después de la formación de Infantería venía el turno de los exploradores, así había sido siempre y las tradiciones estaban para cumplirlas. ¿Que distinguía a La Compañía Negra de otros grupos mercenarios si no eran sus tradiciones, expuestas a la perfección en los anales? Y en aquel momento y sin ningún sentido el Sargento Virote se había adelantado a su turno, de mala fe o por un simple despiste, el caso es que el hecho no había gustado nada a la Sargento Falce y eso le preocupaba.

Si el nuevo Capitán no pone coto a estos comportamientos las cosas irán a peor, pero está claro que no es un hombre dispuesto a castigar las insubordinaciones y eso nos pasará factura a todos. Eso me preocupa, me preocupa mucho.

Siguió allí firme, aliviado porque finalmente la cosa no había pasado a mayores y cuando finalmente hizo su aparición el Capitán, volvió a poner a los Exploradores en el sitio que les correspondía por derecho. Se preparó para el desfile pero le preocupaba que pudiera suceder algo más.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

AL ALBA.

De momento aguantaba el castigo. Lo de los pájaros en la cabeza ya se lo habían dicho muchas veces, y ahora se hacía realidad (en su magín).

Bla, bla, bla. Ble, ble, ble. Blu, blu, blu. Las palabras llegaban atenuadas a su rico mundo interior. Acaso Pipo echaba un vistazo a su apadrinado, Tarado, para comprobar que se había abrochado bien todos los botones. Luego, al notar movimiento, y con un envidiable sentido del ritmo, se acopló a las maniobras de la tropa como si los responsables de ello fueran sus pies, y él no tuviera que prestar atención a cosas menores.

Una vez en el desfile se quedó prendado de las caras de la gente: miraba con disimulo, por el rabillo del ojo. Como flautista de la compañía, marcó un ritmo de marcha: Tiruli, tu-ta, tiruli, tu-ta, tiruliruliruli, tu-ta. Tiruli, tu-ta, tiruli, tu-ta, tiruliruliruli, tu, taaa.

Una vez todos marcharon marcando el ritmo con los pies, inició, con voz potente, una canción de mercenarios:

Viejos soldados.

En otro tiempo fuimos compañeros,
cubiertos con el fruto de las minas,
revestidos de hierros y de espinas,
bastiones de encumbrados carniceros.

Pero bajo malignos aguaceros
que alimentaban pútridas neblinas
tendimos sobre fosas asesinas
cien puentes con cien sólidos maderos.

Fuimos en otro tiempo los amigos
que redimidos por nuestra inocencia
pudimos poner freno a la impaciencia
y someter a nuestros enemigos.

Y no fueron los pálidos testigos
que a nuestras algaradas de potencia,
mostrándonos sus cartas de imprudencia
fueron segados como blandos trigos.

Fueron, en cambio, el miedo, la impotencia
o la soberbia a la que acometimos,
en un solo patrón entretejimos
debilidades con inteligencia.

En un tiempo lejano fuimos fuertes,
un ser hermoso y grande concebimos
por cuyo amor a dar, nos atrevimos
a pasar por el valle de la muerte.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES 10, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO.

POR LA MAÑANA.

A una orden del Teniente, la quinta escuadra de Reservas se separa de la formación y acude a las puertas del Palacio, en el vestíbulo del Sur, para abrirlas y custodiar el exterior con escudos y lanzas mientras la Compañía se dispone a salir a las calles de la ciudad.

El llamado Sacerdote se arrodilla y después adopta una postura genuflexa ante el Capitán de la Compañía, tocando el suelo del patio con su frente.

Poco después, los cincuenta Aspirantes del nuevo Pelotón de Dolorosos hacen lo mismo.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES 10, PRIMERO DEL OTOÑO). 

DÍA: PRIMERO.

POR LA MAÑANA.

Tarado despertó temprano, algo somnoliento tras el intenso debate con los sueños, anheló preguntarle al chamán pero no era posible. Gran parte de sus dudas se habían disipado y al contrario de lo que temía, no estaba nervioso sino muerto de sueño. Bostezó sonoramente y se dispusó a repasar el tinte rubio de su pelo, lo cepillo para que luciese como la avena seca. Revisó sus armas y equipo, todo estaba dispuesto y solo faltaba que llegase la orden. Se mantuvo en la formación con la mirada fija al frente, ignoraba quien marchaba a su lado pero tampoco le importaba porque dentro de unas horas todos los que estuvieran a su lado tendrían un único nombre "Hermano".

Marcó el paso con vigor y ensayo una mueca de agresiva ferocidad. Inclinó la cabeza en un angulo de sesenta grados hacía el cielo como si mirase con desprecio al mundo y a los dioses a la vez, como Gulg decía que desfilaban los soldados de verdad. Hoy sería un día importante, debía comenzar una nueva historia y finalizar otra. Hoy debia ser el día por el que se rigiese el resto de su vida, para bien o para mal si la fatalidad lo requería. Recordó la canción de paso ligero que les obligaba a cantar Gulg.

Cuando veas venir la muerte
Riete bien alto y fuerte,
apuntale entre los ojos
y clavale una flecha en la frente.

La muerte por ser mujer
es bonita y traicionera,
por eso siempre estaré
acechante y a la espera.

Y si sigue insistiendo
no te debe el preocupar.
El que muera un guerrero
siempre ha sido lo normal.

Su mente vagaba por los días antes de la escudilla, por los dias de orden cerrado bajo la lluvia y largas luchas de entrenamiento. Recordó el sudor y los gritos, el frenesí de hacer lo que se ordenaba y la furia ante el fracaso. Ante Tarado se abría la necesidad de marcar un cambio de marcha. Gulg siempre decía que había un viejo credo, tan antiguo como lo era el oficio de soldado.
 

Roto, descalzo, dócil y a su suerte,
cuerpo cenceño y ágil, tez morena,
a la espalda, el morral, camina y lleva
el certero acero con brazo fuerte.

Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte
vivida luz que el camino serena,
la limpia claridad de un alma buena
y el augusto reflejo de la muerte.

No hay a su pie risco vedado, sueño no menester.
Donde le ordenan va, jamas cansado.
Ni el bien le asombra, ni el desdén le hiere.
Sumiso, valeroso, abnegado, obedece, pelea, triunfa
... o muere.

La formación seguía avanzando mientras el avance en desfile se volvía arropado por las gentes en la calle. En la mente del k' hlata repetía un mantra... "Aquí nos tenéis, amadnos, porque mañana no os importaremos o estaremos muertos. Luchar, vencer y resistir pues La Compañía siempre fue así... Traicionados y amados por la muerte y sus azares"... Todo se volvía como una confusa marea de piedras y colores que se refrenaba ante la solidez de los hombres que hacían retumbar las calles al son de las pisadas, no hacían falta tambores o pifanos para atronar al mundo, quizás solo la flauta de Pipo y nada más.

Todo se volvía como aquellas jornadas de largas marchas, tiempos de aspirantes que huían de algo o de si mismos según el caso, que cantaban letras que se volverían propias bajo el peso de las mochilas cargadas de piedras. Los desconocidos se hacen amigos sufriendo en la milicia, los amigos se hacen hermanos sangrando porque el soldado sabe que no todos los hijos tienen la misma madre. La sangre indómita que recorre las venas de todo ser, ese ardor que solo despierta en las horas más oscuras, bullía en esos momentos en el corazón de Tarado. Aquellos días y aquellas canciones extrañas se volvían consecuentes consigo mismas.

Caminaba como el cordero que se encamina a su sacrificio, el hombre que fue debía haber muerto bajo las moldeadoras manos del Sargento Instructor Gulg, pero con la certeza de que renacería como algo nuevo. Recordó canciones que hablaban de la lucha del soldado contra el destino y la esclavitud, recordó, porque cuando el temor atenaza solo el recuerdo puede imponer cordura y mentalmente cantó como un hombre libre.

"No te sientas vencido, aún vencido.
no te sientas esclavo, aún esclavo.
Trémulo de pavor muéstrate bravo
y arremete feroz aún malherido.

Ten el tesón del clavo enmohecido,
que viejo y ruin vuelve a ser clavo
y no la suave intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al menor ruido.

Se como los dioses que nunca lloran
o como Saitan que nunca reza
o como el robledal que en su grandeza
necesita del agua y no la implora.

Que ruja vengadora aún cuando
quede por el suelo tu cabeza.

La sangre le ardía, quizás se le apagasen con las horas. Pero mientras marchaba en su cabeza se resolvía un único pensamiento. Había recordado, locuras del momento, lo que era ser parte de algo.

¡¡SI, JURO!!

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES 10, PRIMERO DEL OTOÑO). 

DÍA: PRIMERO.

POR LA MAÑANA.

Desastre llevaba un rato en posición de firmes cuando el nuevo capitán avisó del orden en que marcharían. Los soldados de la infantería abrirían la marcha de las tropas a pie tras la caballería, los mandos y los magos. Como debía de ser tenían un papel principal en aquello de la misma forma que tenían un papel principal en cada una de las batallas de la duodécima. 

Marcharon tras el Cabo Lemur la infantería al completo desfiló como si de una sola escuadra se tratase. La ausencia del Cabo Barril pesaba en sus corazones y les daba la determinación de hacer las cosas tan bien que los rumores de su actuación en aquel desfile llegasen hasta los oídos del Cabo Barril. Para ello, Desastre se había esforzado como ningún miembro de la compañía le había visto hacer antes en adecentar sus ropas, sacar brillo a su lanza y al broche de la capa, engrasar su escudo y, en definitiva, estar presentable para aquellos que fuesen a verlos. 

Marchaba junto a sus hermanos consciente de cada movimiento a su alrededor tratando de seguir el ritmo y no fallar. En su mente sonaban las palabras de Preocupado de la noche anterior cuando estuvieron practicando. - Uno, dos, tres, cuatro, uno, dos, tres, cuatro... - Un pensamiento que ocupaba la mente del soldado como un mantra que le tranquilizaba y le ayudaba a seguir el paso haciendo que toda la unidad fuese tan precisa como el mecanismo de reloj.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES 10, PRIMERO DEL OTOÑO). 

DÍA: PRIMERO.

POR LA MAÑANA.

En cuánto la reunión terminó me había puesto con mi espada y mi armadura. No necesitabas mucha limpieza teniendo en cuenta que desde el accidente la una no había salido de su funda, y la otra había estado guardada también (con el calor que hacía y las curas constantes, era cómo poco idiota llevarla puesta). Además, al contrario que la armadura de Campaña que era de bronce (aunque lucía impresionante, cómo si de oro macizo se tratase), la mía era de cuero tachonado.

Sin embargo, aunque necesitase poco trabajo, me iba a tomar tres veces más tiempo que a alguien con fluidez de movimientos. Mis heridas aún eran tirantes y si se me abrían tendría a Matagatos o Plumilla dándome una charla que no me apetecía, pues sabía perfectamente lo peligroso que era para las infecciones y lo contraproducente que era para sanar cuanto antes.

Pero finalmente aquél alba estaba en mi lugar, listo, con mis armas pulidas y mi equipo en el mejor estado que podía. Me había esmerado especialmente en sacar brillo al broche de plata y quitarle cualquier macha o marca de polvo a mi capa negra. Tras meses volvía a sentirme un soldado, entre hermanos, en lugar de un tullido entre los heridos.

Me mantuve en absoluto silencio y sólo cuándo la marcha empezó emitía algun ruido. Era el ruido de mis pasos junto al resto de hermanos de La Compañía y reclutas a punto de jurar, un centenar de pies marchando por aquellas calles con orgullo, cómo debía ser. La Duodécima no era una compañía de ladrones sin disciplina. Eramos mercenarios, sí, pero eramos soldados, y teníamos nuestro honor y orgullo. Con la cabeza bien alta, marchaba junto al resto a pesar de que los más observadores de vez en cuándo podían ver una ligera cojera. Mi cadera de algún modo estaba dañada desde el accidente y tras tanto tiempo en cama, lo notaba. Necesitaba movimiento, necesitaba rehabilitar mi cuerpo para el combate.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

POR LA MAÑANA.

Despertó en medio de la marcha. Le parecía haber oído algún tipo de música lejana. Se había debido quedar abstraído con el sonido de la flauta, o algo. Daba igual: sus pies marchaban al paso, fieles. ¡Uuups! No. Iba marcando al revés. En un floreo rápido cambió el paso derecha-izquierda por izquierda-derecha y casi no se notó. A todo esto, había dejado de tocar (¿cantar? no recordaba canción alguna), así que esperó el paso apropiado y tocó otro ritmo de marcha diferente. Muy marcial. Muy emocionante, para que todos los soldados pudieran ir al paso con garbo y ligereza.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: ANTÍLOPE (MES 10, PRIMERO DEL OTOÑO).
DÍA: PRIMERO. POR LA MAÑANA.

En la mente de Rastrojo también sonaba, con solemnidad, una regia canción de batalla...

En la sabana había un pollito.
En la sabana había un pollito.
Y el pollito pío, y el pollito pío. Pollito pío, pollito pío. Pollito pío, pollito pío.

En la sabana había una gallina.
En la sabana había una gallina.
Y la gallina cooo, y el pollito pío. Pollito pío, pollito pío. Pollito pío, pollito pío.

En la sabana había un gallo.
En la sabana había un gallo.
Y el gallo cocorocó, y la gallina co, y el pollito pío. Pollito pío. Pollito pío, pollito pío.

Pero era muy difícil repasar la música de una canción si por otro lado y con otro ritmo estaba Pipo tocando la flauta y, llegado cierto momento extremo que todos querían olvidar, hasta arrancándose a cantar. Sólo él. Como un loco trastornado. ¿Se supone que Rastrojo debía seguir la canción de Pipo? ¿Hacer los coros? ¡Pero si Rastrojo ni siquiera se sabía la letra! Si aún fuera la canción de entrenamiento del viejo Sargento Gulg...

¡Ya está! ¡Ese maldito Pipo lo ha vuelto a hacer! Ahora tengo esa estúpida cancioncilla del "En otro tiempo fuimos compañeros", ahí, metida entre ceja y ceja, y ya no me sale la del pío-pío. Y voy a tener la misma canción, una y otra vez, sonándome en la cabeza y clavándose más y más, como una mala hierba enraizando. ¡Agh!

Por lo menos, la cara de cabreo que se le estaba poniendo, ceño fruncido inclusive, le daba un aspecto serio y peligroso. Más marcial y más profesional, pero sobretodo más acorde con la estética del desfile.

Poco rato después, a Compañía desfila orgullosa por las calles de la ciudad en un largo recorrido que recorre casi todos los barrios para gozo y deleite de la población.

Abre la marcha un destacamento de la Guardia de la Ciudad, espectaculares en sus pesadas armaduras decoradas con una luz mágica. Se ocupan de apartar del paso a los curiosos que puedan suponer un estorbo para el libre movimiento de las tropas por las calles, y de hacer que todo el mundo se comporte. La actitud de las masas de la multitud de ciudadanos es reverencial, por lo que no parece costar demasiado esfuerzo apartarlos y ponerlos en su sitio, a los lados.

Tras la Guardia, avanza una banda de gastadores del Ejército del Dolor (las tropas Regulares). Los gastadores son los que mejor saben desfilar, lo que no significa que sean los mejores combatientes, aunque a menudo puede coincidir al menos que sí sean los más disciplinados. Visten los uniformes más vistosos y las armas más brillantes y de mejor calidad de todas las tropas regulares de Cho'n Delor.

A continuación va una banda de tamborileros. Los redobles del tambor ayudan sobremanera a desfilar bien y mantener todos el mismo paso.

Seguidamente avanza la Compañía, aclamada por todos. Primero los nuevos Reclutas, los Dolorosos. Aunque las miradas de todos van hacia la Caballería y en especial a Portaestandarte, que luce espectacular a lomos de Matanza, quizá el mejor caballo de guerra no mágico del mundo, con su barroca armadura negra decorada y el Estandarte de la Compañía bien alto. Cráneo de plata sobre fondo negro.

Las gentes de la ciudad aclaman y vitorean hasta quedarse roncas. Los niños chillan, con una mezcla de temor y deleite por las tropas de negras capas y emblemas de plata. Las madres sonríen y arrojan flores. Las jovencitas entornan los ojos, coquetas y ataviadas con sus mejores galas. Los hombres y ancianos gritan palabras de aliento y alabanza.

Pocas veces en su historia la Compañía ha tenido mejor recibimiento.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

POR LA MAÑANA.

El desfile parecía transcurrir sin incidentes, y de hecho estaban teniendo un recibimiento como Matagatos no recordaba haberlo tenido nunca. La Compañía era aclamada y vitoreada. Sin embargo, el líder de los Hostigadores seguía hosco y meditabundo, subido en Hechizado. Durante unos momentos, antes del desfile, se planteó dejarlo atrás en el palacio... Pero finalmente llegó a la conclusión de que sería un insulto a sus anfitriones, que se lo habían regalado, así que lo montó con desgana. 

Su armadura de cuero estaba limpia, así como el broche de plata y la capa negra, pero el rostro del futuro cabo, oculto bajo la capucha, no mostraba demasiada alegría y orgullo. Aquellos que pudieran mirarlo de cerca a los ojos observarían que en ellos no se encontraba la certeza de la victoria, y que más bien había cansancio y hastío. Por suerte, ninguno de los habitantes de Cho'n Delor podría apreciar aquello. 

Durante el desfile muchos de los habitantes aclaman a los oficiales de la Compañía. Sobre todo al nuevo Capitán y al nuevo Teniente, secundados por sus magos. Éstos mantienen un rostro impasible y avanzan en sus corceles sin corresponder a los gestos de saludo más que con leves sonrisas y algún que otro asentimiento con la cabeza.

Para lo que suele ser él, Caratótem está en apariencia bastante más tranquilo y menos despistado de lo habitual.

Tras ellos sigue la procesión de Hermanos tal cual ordenó Analista, y en un momento dado del camino, la compañía de mercenarios independientes que trabajan también para el Señor del Dolor, se une en la retaguardia de la Compañía Negra, tras el Cabo Cortaplumas y los reservas.

En cabeza de la unidad de mercenarios va su líder, totalmente inconfundible dada su envergadura y el hecho de que es una mujer. La mujer más fuerte del mundo dicen algunos. Sierra. La forzuda mercenaria dirige a sus tropas en desfile tras el último retazo de la Compañía.

Unos pocos pasos detrás de ella, y siempre pendiente de que nadie se le acerque demasiado, camina la enorme y grotesca figura de Golkas. Más grande incluso que el titánico Campaña, aunque su armadura no luce ni de lejos tan espectacular como la del ya famoso gigante de la Compañía Negra. El antiguo guerrero nar apenas parece humano ahora mismo. Y su aspecto, a pesar de resultar intimidatorio, recibe ovaciones allá por donde pasa.

Finalmente, tras los dos líderes de esta unidad caminan en formación los pocos mercenarios independientes que quedan en Cho'n Delor. No están tan militarizados ni jerarquizados como los Hermanos de la Compañía Negra, pero van bien pertrechados y siguen su orden.