Partida Rol por web

Pipo avanzó para ponerse tras Tarado. No podía evitar estar muy sonriente. Tenía la capa desplegada, listo para cubrir sus hombros. En el último momento se dio cuenta de que la sostenía con lo de delante atrás, y la cambió de posición, siempre la sonrisa fija (con muchos, muchos dientes, y muy blancos). Con la cara tan negra parecía una señalización de caminos.

A la orden del Capitán salí de la formación junto a mi hermano de Capa y me coloqué en la formación de los hermanos que íbamos a jurar. Cada paso me llevaba mas cerca de la presencia apabullante de Portaestandarte que se encontraba al lado del nuevo Capitán y de los Magos de la Compañía.

No había mayor prestigio que este día y así lo hice saber con cada paso que daba, pasos que presentaban la brillantez de los días de entrenamiento, y el rostro adusto propio de aquellos que no presentaban ningún signo de emoción dando la solemnidad que se merecía el evento. 

Escuchaba las palabras del Cabo Lengua Negra mientras aguardaba en pie tras mi cabo en posición de firmes... 

Dejé a un lado los diferentes pensamientos que me llegaban como si se tratase de diversas saetas que querían impactar en mi mente, pero detuve el avance creando un muro que hacía explosionar todos aquellos pensamientos fuera de mi ser. No dejando que nada me distrajera, y no queriendo sentir nada en ese momento que no fuese el latido de mi corazón, un latido que iba subiendo a medida que avanzaba hasta posicionarme entre los grandes, los héroes de la Compañía, líderes de ella por los honores conseguidos. Uno por sus estrategias y otro por sus hazañas en combate, y los demás por sus sabios consejos y dominio de la magia.

Los miembros más poderosos y distinguidos se encontraban ante mí... con aquella voz de mi Capitán que me hacía sentir diminuta y empequeñecida, llegando a escuchar las palabras lejanas con respecto al sonido de los latidos, que hacía que todo se desvaneciera y que solo escuchara a mi corazón. Esperando que el evento pudiera pasar sin mayores sobresaltos, ya que era demasiada la presencia poderosa e intimidatoria que aquellos hombres ofrecían al frente de toda la Compañía.

Ahora me sentía aliviada de ver que todo el esfuerzo conseguido a causa de doblegar el cuerpo y la mente me habían servido para este día. Ya que no dudaba de que otra persona sin el entrenamiento obtenido, y sin las experiencias en las guerras pasadas... hubiera caído ipso facto al suelo atemorizada ante aquellas poderosas presencias que sentías cómo te escutraban sin mirarles. Una presencia que presionaba todo tu ser oprimiéndote el corazón, y con la única salvación del muro que podías crear a causa de la experiencia conseguida en toda mi trayectoria guerrera.

Sabandija dio un respingo al escuchar a Lengua Negra nombrar a Plumilla.

Concéntrate Sabandija.- Mirar a su Hermana de Capa le tranquilizó un poco. Estaba radiante. Esperó a que ella se colocase para disponerse a su espalda con la capa. Pro culpa de aquel inesperado espectador no se había preparado bien su discurso.

Uno a uno, los nuevos Soldados iban jurando fidelidad a la Compañía, vistiendo la capa negra y el broche de la calavera plateada que les aupaba por encima de la masa anónima que rodeaba a la Duodécima de Khatovar. Tras ellos, sus Hermanos aguardaban en perfecta formación, un pelotón tras otro emanando el orgullo y la majestuosidad de un ejército disciplinado e imbatible.

 El Pelotón de los Campamenteros, enteramente formado por k'hlatas, observaba con deleite el juramento de sus compañeros. Entre ellos, destacando por ser el único soldado cubierto de pies a cabeza por una armadura de placas, Keropis contemplaba en su sempiterno silencio toda la ceremonia. Su armadura había sido limpiada del polvo y el barro del camino, pero el sol no conseguía arrancar del metal más que destellos apagados. Aquí y allá, manchas de herrumbre decoraban la vieja coraza. El tiempo había dejado sus cicatrices en el blindaje del Guardián de los Muertos, como la enfermedad que anida en los huesos de los ancianos. Ninguna capa cubría sus hombros. Y el broche de la calavera colgaba indolente de su cuello, amarrado por un sencillo cordel hecho de gasa.

El ermitaño paseo su mirada por los hombres y mujeres que lo flanqueaban. Sus Hermanos... K'hlatas apenas recubiertos por taparrabos y coseletes de cuero. Tiempo atrás, las tropas de Kemshacha estaban formadas por millares de guerreros embutidos en la misma armadura que vestía Keropis; una fuerza colosal de soldados fanáticos, capaces de reducir a cenizas ciudades enteras sin pestañear. El tiempo había empequeñecido a la humanidad y sus logros... Pero de nada servía rememorar un pasado muerto y olvidado. El pragmático eremita sabía que debía trabajar con las herramientas de las que disponía. Su camino discurría paralelo al de la Compañía y ese era el sendero que pensaba seguir.

Por el momento.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

A la orden del capitán, Plumilla salió junto a sus compañeros de la formación y miró a Sabandija ladeando un poco la cabeza. Su mirada era de pánico, pero decidida. Había esperado mucho tiempo a aquel día y estaba resuelta a que fuera un día memorable. Observó como los reservas iban jurando y tomó buena nota de lo que iban haciendo. 

Después, Lengua Negra los llamó y la curandera se adelantó un paso con gesto solemne, pero con una tímida sonrisa en su rostro. Su hermano de capa se colocó a su espalda. Tener cerca a Sabandija le daba ánimos. Sentía a todos mirándola, a ella y a sus compañeros, que igual que ella juraban. 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

El momento tan ansiado por Piojillo estaba a punto de suceder. Tras la jura pasaría a formar parte de pleno derecho de la Compañía. Sonrió levemente cuando Lengua Negra pronunció los nombres de los campamenteros que iban a jurar. Miró de reojo, esperando que Mecadio, a su espalda, continuara con la ceremonia. El k´hlata solo podía pensar que en breve, portaría la capa de manos de su hermano juramentado. Algo de nerviosismo corría por la espalda del campamentero, que había esperado con ganas ese momento.

Miró a varios de sus compañeros campamenteros. Entre ellos a Tarado, con quién tuvo una conversación la noche anterior. Esperaba poder hablar con él tranquilamente. Una vez terminasen todas las ceremonias protocolarias de la Compañía.

Mecadio se sitúa de forma solemne junto al resto de padrinos a espaldas de Piojillo. En sus brazos porta la Capa Negra de la Compañía. 

El Teniente repite el procedimiento anterior. Se pone en posición de firmes y convoca a los que van a Jurar:

- "¡Paso al frente y rodilla en tierra! Hoy os arrodilláis por última vez como reclutas Campamenteros." -

Tras las palabras del Teniente, los cinco padrinos se colocan en posición de firmes tras sus apadrinados.

El Teniente se acerca entonces a los cinco Reclutas arrodillados y les dice en voz baja tal y como hizo con los anteriores:

- "Después de que el Capitán pronuncie Juramento debéis poner la mano en el asta del Estandarte de la Compañía y decir en voz alta y clara: ¡Juro! Entonces os pondréis en pie, vuestro hermano de capa os pondrá la capa y yo os ajustaré el broche de plata." -

Tras otros segundos de ceremonial silencio, el Capitán alza de nuevo su voz, que se escucha clara y potente.

Con una serenidad y presencia imponentes, repite el juramento.

- "Esta es la Última de las Doce Compañías Libres de Khatovar. Esta es una Compañía Libre de hermanos juramentados.

Como nuevo hermano de la Compañía, juro obediencia a mis superiores, pero también, y más importante, juro lealtad a la Compañía y lealtad al resto de mis hermanos juramentados.

Mi pasado antes de entrar en la Compañía ya no importa. Atrás quedan las rencillas, atrás queda la venganza. Mis hermanos me protegerán, y yo les protegeré a ellos, aunque no les ame.

Si alguna vez nos traicionan, recordad que la oscuridad siempre llega.

Os juro lealtad a vosotros, hermanos míos, hasta el día en que decidáis liberarme de mi juramento o muera al servicio de la Compañía." -

Portaestandarte continúa firme junto a los reclutas Campamenteros y estira el brazo para inclinar el Estandarte. 

Es el momento de los apadrinados para jurar y tocar el Estandarte.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

Piojillo escucha con atención el juramento pronunciado de labios del capitán. Con la rodilla en el suelo, mantiene la cabeza gacha y los ojos algo cerrados. Al acabar el juramento, espera a que Portaestandarte acerque el estandarte a su posición. Cuando lo tiene frente a sí, estira el brazo para tocarlo y gritar con fuerza.

- ¡Juro!

Grita con fuerza el guerrero k´hlata, mientras levanta la cabeza y abre los ojos mirando el estandarte. Tras esto, se pone en pie, manteniendo una postura firme y recta, mientras espera que el acto continúe y ve como van jurando el resto de sus compañeros campamenteros.

A la orden del Teniente Rompelomos doy un paso al frente arrodillándome... y después del pronunciamiento de la jura por parte del Capitán, pongo una mano en el asta del Estandarte de la Compañía y digo en voz alta y clara: ¡Juro! Seguidamente me pongo en pie para recibir de mi hermano Escudo la capa y del Teniente el broche de plata.

El viento amaina en el horizonte y llega al estándarte que con sus embates chocan en mi mano, como si quisiera abrazarme como signo de bienvenida. La tela recia y oscura choca varias veces como dos enamorados que se abrazan fervientemente tras haber pasado las pruebas que nos pemitieron conocernos. 

Las palabras del Capitán suenan con fuerza creando fervor y fe hasta en los corazones más débiles, y es en ese momento cuando una aureola asoma en cuanto la tela se repliega por las sacudidas, haciendo que el sol ilumine a los recién hermanos. Creando así un espectáculo místico entre la celebración y el disco, que da sentido a las palabras del Capitán sobre la oscuridad que se cernirá en años venideros si la Compañía no es fiel a su juramento. Henchida de orgullo mi juramento sale de forma sincera, dando a entender que he captado el sentido pleno de las palabras de nuestro Capitán.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

Permanezco en la formación, concentrada en el evento, quizás incluso emocionada. La jura siempre me ha parecido un momento sobrecogedor.

Escucho el informe de Matagatos con atención, quizás con más que la de la simple información. Demasiado seria.

Somos tan pocos...

Los apadrinados comienzan a acercarse para jurar, y desvío mi atención hacia ellos, recordando con cariño el momento de mi propia jura, y una ligera sonrisa que inmediatamente intento disimular asoma a mis labios.

Tarado se muestra firme, con todo su equipo impoluto y el semblante serio. Recuerda perfectamente su última conversación con Lengua Negra y Piojillo, y su firme decisión de dar un vuelco a su vida.

Cuando le toca el turno, pronuncia con voz fuerte y clara una única palabra, pero con un deje de orgullo en su voz.

– ¡Juro! -

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

El pequeño momento de emoción que me había embargado al entrar al Bastión del Dolor se acababa poco a poco. Ahora sólo le guardaba un sano respeto a la fortaleza.

El platillo principal para la Compañía eran los juramentos que se llevaban a cabo. Sin darme cuenta, iba repitiendo sin despegar apenas los labios, el juramento pronunciado por el Capitán mientras se lo recitaba a cada Recluta, como si el guardar juramento lo estuviese haciendo yo. Tanto así había significado para mí ese momento, y aunque yo sea un pasota, vamos... Son nuestros Campamenteros, son mis chicos. No puedo evitar que un escalofrío recorra mi espalda ante la solemnidad de la ceremonia.

Esbocé una media sonrisa mientras me dispuse a ver el resto de la ceremonia.

Pipo puso la capa negra en los hombros de Tarado, y la sostuvo con gentileza hasta el momento en el que Teniente le colocara el broche. Una vez sujeta la capa dio a su apadrinado una discreta palmadita en el hombro y se retiró a su puesto.

Escudo estaba atento a su Hermana de Capa. Cuando le llegó el momento Perdida da un paso adelante y se arrodilla mientras pronuncia su juramento. Inmediatamente se pone en pie, Escudo la cubre situado la capa negra sobre sus hombros y retrocede de nuevo.

Es un gran momento para Perdida. Durante un instante Escudo recuerda tiempo atrás cuando él mismo pronunció el juramento. El camino va a ser duro pero Escudo se promete que Perdida no tendrá que andarlo sin que un Hermano haya avalado su capacidad para pertenecer al grupo.

Es su momento y Escudo está ahí para ser testigo de ello.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: ANTÍLOPE (MES 10, PRIMERO DEL OTOÑO).
DÍA: PRIMERO. POR LA MAÑANA.

Snif, snif... era todo tan emotivo... Rastrojo no podía evitar dejar de pensar en el dichoso arco de la dádiva, y contemplar con los ojos temblorosos el grueso de la ceremonia. Estaban todos tan guapos, con la capa sobria y el emblema de plata... Eran todos tan negritos... Luego vendría el Pelotón de Hostigadores a dar la nota, como siempre, poniendo un esperpéntico toque de color (color blanco) con la rejura de Campaña. Ya el acto de rejurar tiene su pizca de infamia, su reconocimiento de haber deshonrado a la Compañía en una ocasión. Pero precisamente hacerlo delante de los patronos... Si le hubiesen preguntado a Rastrojo, lo habría retrasado algo más; o quizás con una jura a parte, solo para Campaña, en la intimidad del Palacio de la Discordia.

No se trataba de racismo, a lo Pelagatos. Después de todo, Rastrojo era un mestizo, y sus afiliaciones a los K'Hlata eran meramente sentimentales, por la madre que le crió. Lo del pequeño Turrón no era más que una disparidad de opinión respecto al protocolo expuesto. El verdadero pensamiento político de Rastrojo iba más en la linea de quemar a todas las brujas Pitonisas de falsos poderes, democráticamente hablando, claro: todo hombre, mujer y niño tendría su ocasión de prenderle fuego a una Pitonisa, aunque solo los primeros fueran a hacerla gritar de dolor.

Y a Ballestero ya le valía, apadrinando a cinco reclutas a la vez. Eso era no tener ningún respeto por lo que representa ser un Hermano de Capa. Cuatro es virtud, cinco ya es exceso. Demasiado frívolo. ¿Acaso los reclutas dos, quince, dieciséis... o como quiera que sean, no eran seres humanos, con su propio nombre, identidad única, sus inquietudes varias, su orgullo, sus raíces...? ¿No merecerían cada uno su propio Hermano de Capa? Rastrojo habría aceptado apadrinar a alguno, si se lo hubiesen pedido educadamente. Después de todo, Rastrojo siempre quiso tener su propio lacayo.

Pero más allá de esos pequeños cabos sueltos, la Jura estaba siendo preciosa. ¡Preciosa!

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

Sentía la mano de Belleza sobre su hombro, le estaba transmitiendo paz y fuerza así como respeto.Este era un paso hacia un cambio en su vida, poco había hecho y aprendido pero pronto todo aquello quedaría atrás. Quería avanzar, por fin comprendía que debía madurar. El bofetón recibido la mañana del día anterior le hacía entender que no iba a ser camino fácil y blando si no más bien pedregoso, lento y doloroso. A pesar de ello quería hacerlo, quería llegar a su siguiente etapa y eso mismo es lo que le hizo mantener su mirada decidida en cuanto se irguió tras Belleza escuchando al Capitán durante unos segundos antes de arrodillarse y agachar la cabeza, empezando a escuchar todo lo que sería y debía jurar ser. Llegado el momento, el Portaestandarte se acercó y fue cuando Niña de Oro alzó su mano tocando con respeto la tela  que ondeaba levemente.

- ¡Juro! -

Fue lo que gritó alto y claro, con voz decidida alzando la mirada para ponerse en pie poco más tarde. El acto de juramento seguía su curso, obteniendo de Belleza su capa, sintiéndola sobre sus hombros... Finalmente el broche de plata fue ajustado por el Teniente como final de su Juramento. Por fin era Soldado.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

Plumilla dio un paso al frente y se arrodilló. Desde allí escuchó las palabras del capitán y vio acercarse a Portaestandartes con en el estandarte. La curandera puso la mano en la asta. Plumilla se sentía hinchada de orgullo de estar allí, de jurar por sus hermanos, de haber sido considerada digna de portar aquella capa. Era su momento, su pequeño momento de gloria. 

- ¡Juro! - dijo con voz alta y clara, sin que le temblara.

Se puso de pies y, más tranquila de la que se esperaba, esperó con calma a que Sabandija le pusiera la capa. Con la mirada al frente, en posición de firme, sonrió levemente. Un peldaño más que avanzaba en su meta de convertirse en un gran miembro de la compañía.