Partida Rol por web

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

La mañana llega envuelta en su halo de misterio, en ese suspenso que hay justo antes de que se desvanezca la última estrella y el sol despunte sus primeros rayos hendiendo de muerte a la madrugada. El murmullo de la tienda se acompasa a mi respiración, se confunde con el sonido de los trinos que llega amortiguado por las lonas. Distingo voces familiares. Voces llevan en sí el tañido del dolor que resquebraja cuerpos y mentes. Voces que elevan sus plegarias. Voces que claman por un día más entre los vivos.

Abro los ojos y parpadeo lentamente, mirando el entramado de los dibujos que ornan el techo. Protecciones para los que se cobijan allí. Para los que extienden sus manos y sus dones, devolviendo lo robado. Pero no siempre. Mis ojos se llenan de lágrimas no derramadas. Noto su tibia piel en mi mano y me giro de costado, dejando reposar mi cabeza en el hueco de mi codo, manteniendo el contacto con su piel. A veces arde, por las fiebres que lo consumen. Ahora descansa, sereno su reposo a mi lado. Me estiro, perezosa, sintiendo mis huesos crujir por descansar en una esterilla sobre el suelo.

Sentada ahora sobre mis talones, niego a Plumilla con la cabeza, desaprobando el no querer cuidarse y reposar. Intento hablar, pero mis labios están resecos, como mi garganta. Tomo un poco de agua y me refresco antes de mojar los labios de Ponzoña, intentando que beba un poco. Observo la palangana con agua y arrugo la nariz... pero sin pausa salgo al exterior y la limpio y relleno con agua fresca. Aprovecho para acercar un ánfora a Belleza y que pueda aliviar a los que ya van despertando.

Vuelvo a sentarme en la misma posición. Empapo un lienzo limpio y lo retuerzo ligeramente hasta el punto exacto. Voy limpiando su piel poco a poco, manteniendolo fresco, dejando que sienta mi presencia a través del tacto. Llamándolo de vuelta a mi lado.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

El delgado y menudo explorador asintió a su compañero herido mientras observaba las curas que le había hecho a este. - Fuiste muy valiente al pelear tan cerca de ese hombre tan grande, impresionaste a Niño Guerrero ¡bien hecho Pipo! - dijo con énfasis para animar a su compañero herido. Tras eso amagó con palmearle a modo de celebración, pero se detuvo por temor a lastimar al hombre herido.

Frunció el ceño al escuchar las palabras de Pipo, recordaba la batalla, sus flechazos el hacer al menos dos bajas, la emoción del momento. El pequeño Niño Guerrero había valido por dos, luego su arco se rompió, trepó y pudo ver como Sino fue loco hacia la muerte, sin miedo. Acabó con muchos, murió como un héroe y Niño Guerrero perdió un amigo. - Niño Guerrero está bien, no consiguieron tocarle y ahora es mucho más fuerte que cuando empezó la batalla, pero la cuerda de su arco se rompió. -

Al poco observó a Escudo, que llegaba con algo de agua para el herido. Niño Guerrero le saludó con un movimiento de cabeza pero no dijo mucha palabra más. Dirigiéndose a Pipo de nuevo dijo - quizás pueda cazarte algún animal para que puedas hacer la flauta con alguno de sus huesos, Niño Guerrero es buen cazador. - tras eso frunció el ceño ante la pregunta sobre Ridvan y dijo - Este no recuerda que fue de él, la verdad. -

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17 -17 del mes próximo.

Belleza, no quiero morir ¡Gracias le sean dadas a Ella! Es una diosa ancestral, le pedí permiso diciendo ¿Digo tu nombre? Me contestó: - mejor no, he aprendido entonces el arte de ocultarme y tampoco me siento inclinada a otorgar favores.

¿Por qué soy tan débil? hablando como para mí misma. Ya sé que la vida se entrelaza con la muerte para mantener el equilibrio del universo, igual que se entrelazan la mujer y un hombre; pero no puedo soportarlo. No, no puedo - sollocé- ¿Por qué tanta sangre y tanto sufrimiento?  

Perdida tardó un mes en recuperarse, las numerosas heridas sufridas provocaron pequeñas cicatrices por toda la parte de su vientre. Los cuidados de belleza fueron de gran ayuda durante todo el mes, debido a sus intensos cuidados. 

Necesito vomitar lo que llevo dentro, si me puedes ayudar a reclinar la cabeza... así le suplicaba a mi amiga para no atragantarme con mi propia sangre. Un día tras otro, hasta que después de una semana ya no expulsaba aquello de mi cuerpo, y pude empezar a comer algo que no estuviese machacado. Las otras semanas ya iba adquiriendo control sobre mis miembros, pudiendo mover cabeza y pecho a voluntad, luego piernas, hasta que a la tercera semana pude empezar a andar poco a poco. La última semana ya andaba ayudando a aquellos enfermos que todavía se encontraban en la tienda de heridos...

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Hice lo que Perdida me pidió para poder aliviar su estómago de sangre, la ayudé a vomitar para que no se terminase ahogando en ella al estar sentada. Le volví a pasar un paño húmedo por la frente y con otro paño recogí la sangre esparcida por el suelo, que por suerte cada día era menos abundante. La volví a recostar sobre la esterilla, y al alzar la vista vi como se acercaba Kadesha con una ánfora de agua para aliviar a los heridos. Se lo agradecí y me levanté para darles agua a cualquiera que lo requiriese.

Me acerqué a Plumilla al verla sentada, agotada, y le dije levemente

- Descansa un rato, te vamos a necesitar, y repartir agua podemos hacerlo los demás - miré con agradecimiento a la joven sanadora por todo su esfuerzo pese a las heridas

Muy despacio me acerqué a Loor, y con la cabeza baja me senté a su lado esperando sus palabras.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Aún seguía en la tienda de los heridos, se despertaba como naciendo de una ensoñación que le aterraba. Maldito y deshonrado eran dos apelativos dificiles de asumir, si además le sumamos haber sido azotado el resultado es posiblemente caótico. Desde el asalto al Fuerte Chuda, Tarado había permanecido callado y distante. Solo pronunciaba monosílabos o hacía gestos con la cabeza. Sus aspiraciones y propositos se habían truncado y sentía la vergüenza de haberse dejado llevar por un impetú impropio de sus creencias y personalidad.

Como cada mañana sentía unas tibias punzadas de dolor en la rodilla izquierda, no le parecieron muy inquietantes. Notaba la pierna ligeramente entumecida y un hormigueo que le hacían cojear de forma torpe hasta que la pierna se calentaba con el movimiento. Plumilla le había tranquilizado, insistienole en que era natural que quedase alguna secuela.

Permanecía tumbado, cada ciertas horas limpiaban la herida que ya estaba casi cerrada del todo. Desde hacía unos días le permitían levantarse unas horas al día para que caminase un rato, estaba recuperandose a muy buen ritmo. Era su espiritú, su ego interior lo que estaba deteriorado. No había conseguido la capa, había sido azotado y maldecido. Sentía como los ojos se fijaban en el cargados de desprecio, se sentía un despojo de mal nombre y aún le costaba asumir la idea. En su fuero interno sabía que tendría que afrontar sus errores, tarde o temprano, pero no se sentía con animo alguno.

Vió a Pipo conversar con Niño Guerrero y Escudo, vió a Belleza ofrenciendo agua, a Plumilla atendiendo a Sabandija y Piojillo y entonces se sintió más inutil de lo que se sentía ultimamente. Se frotó las manos y la cara con lentitud y se incorporó para quedarse sentado con la mirada perdida, pensativo e inerte. Tras un lapso de tiempo, se incorporó y cojeando un par de pasos se movió buscando algo útil que hacer.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Loor se incorporó ligeramente, al ver llegar a Belleza y sonrió a pesar del dolor que sentía en su costado, justo en el lugar en donde uno de los atacantes había logrado clavarle su lanza. Luego puso su mano sobre el hombro de su apadrinada.

- Me alegra verte por aquí. ¿Recuperada ya de tus preocupaciones?- elevó entonces la voz- Todos tenemos motivos para regocijo. Es verdad: hemos sido heridos. Es verdad: todos tenemos motivos para el llanto. Sin embargo somos todos hermanos de la Compañía y, por ello, gratos a los ojos de la Diosa- su mirada serena va pasando por cada uno de los hermanos presentes en la tienda-  Khadesa, ¿qué tal va todo ahí fuera? ¿te han dicho algo los espíritus sobre nuestra victoria?- las palabras de Loor para la pitonesa eran amables, como las dirigidas por la guerrera de las Lágrimas de la Diosa a casi cualquier hermano. Pareciera, en efecto, que las excusas de la pitonisa habían devuelto a Loor el aprecio que, en un primer momento, había sentido por Khadesa. Luego miró a Plumilla, Perdida y Tarado- Hermanos, hemos vencido. La Diosa nos bendice. Es un momento para la celebración. Todos los que hemos sido heridos somos parte, ya solo por esa herida, de la victoria. Los que, además, hemos logrado eliminar a algunos de los enemigos de la Compañía, somos todavía más importantes. Estamos vivos, alegrémonos. 

Hay una profunda convicción en las palabras de Loor, y cierto tono magnético, propio de una mujer acostumbrada, o al menos capacitada, para el mando.  

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Reyezuelo despertó de repente, sobresaltado, pensando que aún le rodeaba la batalla, buscando a un posible enemigo que supusiese un desafío, hizo amago de levantarse sin saber aún donde se encontraba, un relámpago de dolor en el costado lo hizo proferir una maldición en su lengua natal, se volvió a tender y, mientras hacía esfuerzos por respirar despacio, para evitar los pinchazos, descubrió que tenía vendados los riñones, donde se adivinaba una violácea contusión, y que se hallaba junto al resto de los heridos en una tienda, con toda probabilidad en el campamento de la compañía negra. A salvo, pues si lo hubiese capturado el enemigo ahora no estaría en el mundo de los vivos. Hemos ganado -. Pensó acostándose con una amarga sonrisa, enfadado consigo mismo por no haber medido sus fuerzas, por haberse dejado vencer por un trozo de madera con ruedas.

Lo arrancó de sus funestos pensamientos un nuevo espasmo involuntario de su cuerpo causado por las graves molestias que sentía. Se sujetó el torso con una mano, tendido de lado, aguantando la respiración hasta que pasó el dolor. Quizá le vendría bien algo de ungüento sobre la zona, eso seguramente lo aliviaría, pero se guardó mucho de decirlo, miró a su alrededor viendo heridas de verdad, sangrantes, supurantes, heridas de lucha, obtenidas plantando cara a la muerte, tuvo que girar el rostro hacia otro lado tratando de tragar con dificultad, haciendo esfuerzos por contener emociones que no conseguía desentrañar.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Pipo pareció algo sorprendido cuando Niño Guerrero alabó su actuación durante el combate. Pipo no se acuerda muy bien. Para Pipo fue como soñar con los Dioses jugando a las batallas, como cuando los niños juegan a guerreros con palitos en un montón de arena. No sabía muy bien dónde había oído hablar de la actuación de Niño Guerrero durante la batalla. ¿O lo había soñado?

Alargó su brazo delgado, donde se marcaba un codo puntiagudo y tocó a Niño Guerrero en el entrecejo. Más fuerte. Más sabio.

Rivdan tenía algunos agujeros, pero Pipo no sabe si lo ha escuchado o lo ha soñado. Habían pasado cerca de dos días desde la batalla, Pipo había estado escuchando lo que se susurraba en la tienda en un duermevela y no estaba muy seguro de qué era fantasía y qué realidad en sus conocimientos de la situación. No parecía sentir demasiada fiebre aunque, desde luego, su cuerpo estaba haciendo un gran esfuerzo para restaurar sus tejidos. Así que hizo un esfuerzo y se incorporó para ver si su valedor estaba por ahí.

Un animal siempre está bien si se tiene hambre. Pero Pipo no sabe hacer flautas de hueso. Pipo solo sabe hacer flautas de caña. ¿Qué haremos? Pipo quiere una flauta.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Sonrió con cierta desmotivación ante las palabras eufóricas de Loor. Si habían vencido, la compañía había vencido, pero Tarado no tenía esa sensación en su mente. Ignorando a todo el mundo, sin ganas de emitir el más insignificante de los sonidos. Se planteaba muchas opciones en su cabeza, quizás podía redimir sus errores o quizás la deserción fuese su única alternativa. Nunca se había planteado la fuga, conocía el castigo y atentaba contra su credo tribal. Le parecía igual de denigrante matar como hacerse uno matar de forma premeditada, al fin y al cabo era solo provocar mas muertes ¿Que más daba si era propia o ajena?.

Pipo insistía con su flauta, en cierto modo le cansaba y lo tranquilizaba ya que le daba una sensación de quietud y estabilidad. Empezó a recordar mentalmente, evocando cosas desagradables, como había pagado ofendiendo a Serpiente o como había sido castigado por indisciplano. ¿Quizás estaba en el lugar equivocado? Tenía un convencimiento propio sobre la honestidad de sus intenciones pero dudaba sobre la aplicación de estos. Cerró los ojos con pesadez, molesto consigo mismo.

Empezó a pensar en hablar con el chamán, pedirle consejo y saber que pensaban los espíritus. Meditó la opción de someterse, adaptarse y mejorar siendo fiel a su creencia. Comenzó a disertar sobre sus opciones y la posibilidad de enterrar lejos de su pensamiento las malas miradas. Mientras pensaba, como le pasaba últimamente, se quedó dormido.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

El sol pendía, como una amenaza de muerte implacable, del cielo azul de la sabana. Ninguna sombra se dibujaba en aquella perpendicular marcada por un mediodía eterno y el suelo cuarteado lucía los huesos blanqueados de otros que, como él ahora, caminaron antes por aquellos senderos polvorientos. Huesos pequeños y grandes que en una infinidad de caprichosas formas asomaban lascivos como los crueles colmillos de unas fauces hambrientas.

Ponzoña se detuvo, sudoroso, los labios cuarteados, dolorido. De sus heridas cicatrizadas manaba un icor purulento y maloliente, reclamo ineludible de una miríada de moscas que depositaban en él sus huevos. Elevó una mano para sombrear su mirada y oteó en derredor suyo, un vano intento por contemplar más allá de la frontera que, a ras de suelo, rielaba bajo el embate del calor que todo lo secaba. Figuras desvaídas, esqueletos de árboles, tentadoras charcas se abrían a su mirada para desaparecer como los espejismos que eran. Pero no era aquello lo que buscaba. Cayó la mano, buscando el odre. Se lo llevó a los labios y una última y ardiente gota se evaporó antes de alcanzar su boca.

Un sonido, mezcla de jadeo y suspiro brotó de su boca. Un sonido que se transformó en un grito de impotencia, de rabia y frustración. Arrojó el odre a un lado, enfurecido, sin saber qué hacer. Cerró los ojos y se refugió en sus recuerdos. En los recuerdos del Hiena. A ellos siguieron los del Hostigador. Y concluyeron en aquellos que eran solo suyos y compartidos. Los recuerdos de él y la Quinta.

-Khadesa -murmuró.

Abrió lo ojos y volvió a ponerse en pie. Recogió el odre y se lo colgó al costado. Retomó el paso, sin saber dónde estaba el norte ni el sur, el este o el oeste, en aquel mundo sin noches, sin amaneceres, sin atardeceres. Su rostro tallado en piedra desafiaba aquella naturaleza hostil, su alma guerrera lo empujaba a seguir, a luchar, a no rendirse. Sabía qué buscaba y sabía cómo buscarlo. Arrancó un jirón de su taparrabos y cegó su mirada. Una noche artificial cubrió sus sentidos, bañándolo con su oscuridad. Escuchó. Olfateó. Paladeó el aire. Una brisa tórrida trajo su olor de mujer y empapó su boca y su nariz. El corazón batió rápido atronando sus oídos. Ella estaba allí, guiándolo desde su mundo hecho de luz y sombras, de odio y amor, de magia y naturaleza.

Los pasos se transformaron en un trote. El trote en una carrera. Recorrió una distancia imposible, los músculos ardiendo bajo el esfuerzo, las postillas abriéndose y dejando manar una sangre oscura y sucia. Corrió, purificándose, hasta que ya no pudo más y cayó al suelo sobre sus manos y rodillas. Se arrancó la venda y vio que estaba postrado ante una lamina de agua. Gateó como un niño y miró en su superficie. Vio su rostro.

-Khadesa -susurró.

Acercó su rostro al de ella, dejó que sus labios se posaran en los de ella, sintió su frescor como el más dulce de los manantiales. Los párpados se cerraron y sumergió en el agua la cabeza, los hombros, el cuerpo, dejándose arrastrar por su reclamo, por su canto de sirena.

Los párpados se abrieron. La vio a su lado, sintió su fuego, su vida, su esencia y su espíritu. El viaje había concluido.

-Khadesa, mi hembra -murmuró a su oído Ponzoña, renacido al mundo de los vivos.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Asesina abrió los ojos de repente. Un paisaje conocido se desplegó ante ella, estaba recostada boca abajo en uno de los catres de la tienda de los heridos. Su mejilla sobre la paja, la fiebre había disminuido, sus ojos recorrieron el lugar por un instante. Llevo su mano derecha hacia arriba en su espalda, hasta rozar el vendaje húmedo de su herida. Una mueca de dolor se dibujo en su rostro, aquello apenas estaba empezando a cicatrizar.

Se incorporó lentamente, intentando no doblar su espalda más de lo necesario. Miró a su alrededor y vio a sus compañeros de pelotón charlando y atendiendo sus heridas. Los contempló por un instante en silencio, para luego acercarse lentamente, con dificultad. 

-  Siempre será un buen día, si aún nos contamos entre los vivos. - Dijo con una media sonrisa, a la vez que daba un paso en el grupo. - Me alegra ver que la muerte no se ha cobrado ningún otro compañero. - Tomo un cuenco y lo hundió en el agua, su boca estaba seca. ¿Plumilla, Belleza, podrían ayudarme con mis vendajes? Están empapados y no creo poder sujetarlos bien si lo hago sola. - Dio media vuelta, mostrando la terrible herida en su espalda. 

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Me sentía satisfecha al escuchar a Loor llamarme hermana, la miré sonriente, para mi esa palabra pronunciada por la hostigadora me produjo tal sensación de calma y satisfacción... Que no pude por menos que sonreír al mirarla, e intentar que ella viese mi rostro iluminado por sus palabras de aprecio. 

¡Alabada sea la Diosa! Dije aunque no era la misma a la que Loor se refería, para mi esa diosa que se me había presentado y hablado, y que quería mantenerse en el anonimato era la diosa con la que me identificaba, tan oculta como yo en mi vida pasada. Quizás más adelante si tenía suficiente para realizar un trueque podría visitar a unas de las pitonisas que tenían conocimiento de la divinidad, la visitaría para indagar más aunque no sabía si ello podía satisfacerla. Por ahora me daba por reconfortada sabiendo que las dos nos manteníamos escondidas, ella por su propia voluntad yo por la debilidad de mi memoria.

Loor hermana quiero contribuir más, la compañía es algo muy grande, tan grande que escapa a mi mente, pero me siento inmersa. Y sí, quiero hacer más por la compañía hasta que me sienta satisfecha de mi misma. Dije mientras miraba a Loor pero también a belleza que estaba a su lado, nunca había tenido un contacto tan asiduo con ella y algo se despertó en mi, una amistad duradera. Belleza cuando sane quiero que conversemos y paseemos tengo que hablar contigo hermana, me has demostrado mucho y por ello te aprecio.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

-Pipo fue valiente como el que más, combatió sin temor contra grandes enemigos y causó mucho daño a los enemigos, sólo el terrible hombre del alfanjón pudo herirte. Estuviste en primera línea de combate, bien hecho Pipo. - Volvió a repetir el explorador, su punto fuerte no era sin duda la palabrería, no obstante se podía entrever verdad en su rostro al decir tales cosas.

Se sorprendió cuando Pipo estiró su brazo para tocarle, en la frente y asintió a sus palabras con una suave sonrisa reafirmando las palabras de su compañero - más sabio y por eso más fuerte, los amigos que se marchan han enseñado a ser más fuerte a Niño Guerrero. -

El pequeño explorador frunció el ceño pensativo mientras pensaba en lo que decía Pipo y se cruzó de brazos intentando recordar, tras unos segundos de duda, finalmente dijo - no lo recuerdo, había muchos enemigos y también muchos compañeros, no recuerdo que fue de él. Hay muchos heridos en la tienda. - Tras acabar esas palabras levantó la vista del herido para echar un vistazo a la tienda. Sus compañeros habían sido heridos en un gran número, demasiados pese a la victoria.

- Niño Guerrero nunca ha hecho flautas, pero serán parecidas, todas tienen un tubo y todas tienen agujeros, si cazo un animal podemos deshuesarlo para usar una parte de él. - Dijo con total convencimiento pese a su nula experiencia en la manufactura de flautas o cualquier instrumento musical.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Al escuchar las palabras de Loor, mi hermana de capa, mis ojos la miraron con gratitud. Asentí con la cabeza mientras colocaba su mano en mi hombro, pero no dije nada, pues quería escuchar cada palabra de sabiduría que ella decía. Había aprendido a conocer y a respetar a Loor, y sabía que lo que decía tenía sentido: Teníamos que estar agradecidos, estamos vivos. Había conseguido acallar mis pensamientos, todo gracias a su buena guía. Cuando me separé de ella, miré preocupada cuán herida estada. Le habían conseguido clavar una lanza en el costado, pero era una mujer fuerte y la gravedad de sus heridas no le impedían moverse. Tras comprobar que no necesitaba ayuda inmediata, me giré a mirar al resto y escuchar las palabras de Loor con vehemencia.

Pasado un rato, escuché la petición de Asesina y fui a ayudarla. 

- Plumilla está débil, Asesina, pero te ayudaré yo si lo deseas. Es mejor que Plumilla descanse, más adelante muchos necesitarán de su sabiduría y sus cuidados - le dije mientras cogía unas pocas telas de un montón algo escaso ya por el continuo uso, para cambiarle las manchadas de sangre por otras nuevas y limpias.

Por el camino escuché a Perdida, que reclamaba hablar conmigo más adelante

- Por supuesto, hermana, en cuanto estés mejor estaré muy contenta de hablar contigo.

Cuando volví al lado de Asesina, le ayudé a quitarse los vendajes empapados, los cuales se habían convertido en algunas partes en una corteza seca de sangre pegada a la herida. Con unos pequeños tirones conseguí despegar la venda, y la herida comenzó a manar de nuevo. Apretando suavemente, la hemorragia pareció pararse, y pude empezar a colocarle los vendajes de nuevo. Una vez la hube ayudado, la miré con curiosidad para ver su estado y si necesitaba algo más.

AÑO: 201.

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Día: 17.

POR LA MAÑANA

Entro en la tienda y observo como todo el mundo está llamando a Plumilla.

- Dejad tranquila a Plumilla. - les digo a todos. ¿Acaso no veis que está herida y que ella también necesita reposo?

Llego hasta Plumilla y la levanto en volandas para llevarla a su camastro para que descanse. Por fortuna es liviana pues de lo contrario no podría llevarla en brazos.

- Descansa o de lo contrario no podrás ayudar a nadie. - la digo mientras la tumbo para que descanse. Y no aceptaré un no por respuesta. Yo me encargo de los heridos. Si necesito de tus consejos te lo haré saber. - añado con un guiño de ojo.

- Belleza, busca a Chamán Rojo y que venga a ayudar. - la digo. Luego encuentra a Frontera y preguntale si puede ayudarnos con las hierbas para hacer cataplasmas y ungüentos.

Una vez establecidas las pertinentes instrucciones me acerco a Asesina.

- Yo te ayudo con ese vendaje. - comento. Para quieta o la herida se abrirá.

Una vez cambiado el vendaje me acercoa mi pupilo.

- Sabandija, ¿como te encuentras?

Tras comprobar que está evolucionando bien me dirijo a comprobar el estado de Derviche, Guepardo, Matagos, Rastrojo, Tibal y Lagrimita.

Posteriormente reviso a todos los Heridos según la Gravedad de sus Heridas empezando por los Heridos Muy Graves hasta acabar con los Heridos Leves.

Uan vez acabado me siento a descansar junto a Plumilla. Una vez más queda demostrado que el físico no es mi punto fuerte.

- ¿Como estás pequeña? - pregunto a la que en ocasiones se convierte en mi segunda aprendiz mientras apoyo una mano en su frente y examino sus heridas. Vas mejorando.

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Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

Atiendo a las palabras de Ojopocho, y después de advertirle de que los vendajes de Asesina ya están cambiados para que no haga doble trabajo, salgo de la tienda a buscar a Chamán Rojo y a Frontera.

Ojo...

- Pocho.- Apenas un susurro fue lo que salió de la boca pastosa y maloliente de Sabandija que agonizaba entre fuertes dolores provocados por la septicemia generalizada. Su brazo ardía, tenía un color ceniciento y apestaba como un cadáver muerto desde hacía semanas.

Chamán Rojo asomó la cabeza por la tienda de heridos donde Belleza le había comunicado que Ojopocho le reclamaba.

- ¿Se puede?- Preguntó cortés antes de introducirse en la abarrotada tienda. Esperando que le contestaran que no aguantaba el aire en los pulmones para no respirar el aire insano y viciado que se acumulaba entre las paredes de piel.

AÑO: 201.

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Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 17.

POR LA MAÑANA

- Pasa. - digo a Chamán Rojo cuando este hace acto de presencia. Veamos si tu nombre tiene algo de cierto. - comento. Empieza a revisar a los heridos más leves mientras yo hago lo mismo con los más graves.

Miro a Sabandija.

- Descansa hermano. - le digo. Ya hablaremos cuando te recuperes.

Vale, dijo Pipo, harían experimentos con los huesos, y la carne la podían donar a la olla de Astado. Tendremos un hermoso antílope, Niño Guerrero. ¿Le ayudarás, Escudo? Escudo se había quedado por ahí, tranquilo.

Ojopocho había entrado a poner orden y ahora estaba atendiendo a todo el mundo, cambiando vendajes. Cuando le tocó el turno a Pipo de que le quitaran las vendas, miró su barriga con mucha curiosidad. Tenía un costurón tremendo de lado a lado, olfateó. Miró a Ojopocho. Se inclinó de nuevo de manera casi imposible hacia su herida para olfatear. No parecía inflamado. Supuraba un líquido verdoso y maloliente. Pipo se inclinó otra vez sobre si mismo de esa manera que parecía que se descoyuntaba y se puso a lamer la herida tranquilamente, aprovechando que Ojopocho estaba removiendo algún ungüento.