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SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

Allí arriba estaban los tres dispares guerreros: Derviche, Grito e Indómito.

A Indómito aquel espacio de iglesia derruido le parecía un lugar de enfrentamientos, le vino a la mente el pensamiento de que aquello parecía un combate a muerte entre dos machos adultos por una hembra, pero aquella hembra de al lado no estaba en celo siendo incluso al contrario inquebrantable y muy difícil de tratar, todo un peligro para cualquier macho. Se rió.

Se pusieron a caminar el trinomio separándose cada uno por un lado en guardia vigilantes a los alrededores cercanos de la iglesia pero siempre en la cercanía de sus paredes sin alejarse y que pudieran observarse a lo lejos dos a uno y ese uno a los otros dos en una cadena larga imaginaria.

Transcurrió un tiempo e Indómito pareció divisar a lo lejos una sombra gigante debido a una forma muy ancha con puntas de luz a muchos lados que la entrecortaban por arriba, lo que significaba que iba armado con lanzas o grandes espadas y eso era lo que veía entre el atardecer grisáceo que no iluminaba con suficiente luz los bultos. Y es que antes de dar voz de alarma a sus dos compañeros de guardia debía estar seguro de que no era algo fijo y que dirección tomaba.

Efectivamente tras unos segundos aquella sombra lejana crecía y de hecho no se movía del sitio lo que parecía indicar que venía en dirección hacia ellos, pero hizo un extraño y es que se dividió en dos. ¿Eran dos enemigos?... pensaba Indómito.

Iba a dar voz de peligro, pero justo entonces parecían jinetes a caballo con bultos a los lados y se acordó de sus compañeros Lagrimita y Pelagatos. Al menos ya sabía la dirección a la playa en el punto lejano y es que ayer le fue imposible darse mucha cuenta por encontrarse más enfermo.

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AÑO: 202 DE KHATOVAR

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

Preocupado vio como Plumilla terminaba por interesarse por la herida de Lombriz, aunque este ya parecía decidido a no ser examinado, el Capitán se limitó a despacharlo de una manera seca como solía ser habitual en él, a pesar de sus conocimientos no poseía el tacto de la K'Hlata para tratar a la gente, quizás por eso muchos acudían a ella.

-Es un buen consejo el de Plumilla. -Aunque seguía preocupado por la interpretación que Lombriz pudiera dar.- Pero cuando dice lo del agua hirviendo se refiere a que la uses después de calentarse, pero cuando esté fría o templada no se te ocurra usarla en caliente o va a ser peor. -Era mejor aclarar ese tipo de cosas, en la Compañía Negra había gente que se tomaba las instrucciones de manera muy literal.- Sigue sus consejos y sanarás. Y no me preocupo por eso Lombriz, Plumilla hará lo que tenga que hacer para sanarte, no hay ningún problema en eso y mucho menos motivo de peleas.

Preocupado estaba dispuesto a defender a Plumilla si se encontraba en peligro o si alguien la ofendía, sabía que no hacía falta luchar por su amor cada vez que ella le hablaba y le sonreía así que confiaba plenamente en ella. La mención a los ritos no realizados le hizo recordar algunas cosas que habían pasado antes de que todo el mundo que conocían desapareciera, desde luego no había sido una época muy propicia para hacerlo y ahora mismo tampoco lo era. Si los espíritus eran bondadosos quizás en un futuro pudieran realizarlos, aunque le preocupaba que nunca tuvieran la ocasión de hacerlo.

-Pediremos a los espíritus que nos den salud y fuerza para sobrevivir a todo esto y lo haremos en un futuro. Siento que Caratotem no esté con nosotros, le hubiera gustado unirnos, te tenía mucho aprecio, pero su sacrificio nos salvó a todos. -Preocupado suspiró triste recordando aquel momento. Después regresó a la realidad y se dirigió a los sanadores.- Pero es momento de que descanséis, yo vigilaré que todo se mantenga en orden mientras tanto.

Lo primero que hizo fue revisar todas las hogueras para asegurarse que siguieran dando calor, le preocupaba que la estancia pudiera enfriarse y que eso hiciera empeorar a los enfermos.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

Bien, los Campamenteros no contaban con efectivos, al igual que los hostigadores. Esperaba que aquella situación cambiara pronto.

-Bien, en ese caso Dedos te será asignada para la guardia, Grito. Le diré que venga donde ti para recibir instrucciones. Y ahora, iré donde el Capitán.

Aprovechó el camino para detenerse junto a Dedos.

-Hermana, Grito necesita un guerrero más para las guardias, así que te asignado a él para esa función -le dijo-. Ve donde él y que te dé instrucciones.

Apenas había concluido de hablar con ella, cuando Khadesa hizo acto de presencia. Asintió ante su encargo, pero la miró preocupado.

-¿Estás bien? Apenas he podido verte y... -obvió decirle que le preocupaba-. Iré donde el Capitán y se lo entregaré. Después pasaré a buscarte, hembra mía.

Marchó con paso vivo a la búsqueda de su líder y cuando lo halló le tendió la vasija.

-De parte de Khadesa, Capitán. Me dijo que serviría para hervir agua pero que primero habría que limpiarlo bien.

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A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

-Ya-replicó simplemente a Tarado y a Lombriz, sin tener ganas ni fuerzas de entrar más en ello. Que siguieran sin comprender que el tiempo era escaso y había otros más necesitados que no le tenían con idas y venidas no era problema suyo. O seguramente sí, pero no un problema del que se fuera a ocupar en aquel momento. Cuando se acercó Ponzoña, observó con atención la vasija.

-Creo que nos será útil... Aunque no sé si tenemos algo realmente bueno con lo que lavarla bien. 

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A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

CHARLA INFORMAL

Tarado vio como el capitán les paraba los pies con la charla. No parecía feliz de aquella conversación, pero Tarado también dedujo que aquel oscuro prefería a otros hombres que no los pertenecientes a los campamenteros. Ellos siempre eran los últimos a los que hacían caso por lo que tener a dos heridos seguro que les molestaba. Más cuando no había gente suficiente para hacer sus sucias tareas de campamento y tenían que mandar a otras escuadras. Encogiéndose de hombros se calló y volvió a recostarse en el lecho, la herida parecía mejorar y no veía ningún pus saliendo. Parecía que ningún mal espíritu había decidido introducirse por ella mientras estaba abierta. Debía dar las gracias a los dioses por protegerle aquella noche. 

Ahora que tenia tiempo decidió revisar su cuerpo, sentirlo. Parecía que estar tumbado tranquilo frente al fuego le había reducido los tembleques que tenía sin parar tras salir del lago. También había dejado de ver sombras moverse a su alrededor y las caras de sus compañeros de compañía aunque no amables ya no parecían enemigos con ganas de asesinarlo. Parecía estar casi mejor que al salir del lago si no fuera porque le costaba moverse mucho. Esperaba que pronto pudiera moverse y ayudar con las tareas, porque si no era útil aquellos menos dados a compartir podrían decidir quienes no iban a tener raciones. Si los enviados para obtenerlas del poblado eran atacados por un grupo superior y se batían en retirada iban a estar metidos en un lío bien gordo. No querría ser uno de los descartados si fuera a llegar los peores momentos y decidiera alguno tirar su alma por la borda. 

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A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

Levantó la mano para rechazar la comida que Reyezuelo le ofrecía al tiempo que se dispuso a argumentar los motivos de su negativa.

—Desayuné esta mañana los restos del bicho inmundo ese, puede aguantar sin comer al menos hasta que vuelva la patrulla y sepamos si tenemos nueva comida o si debemos racionar la que ya tenemos —murmuró el hostigador en tono bajo mientras se calentaba junto al fuego.

—¿Qué quieres saber acerca de los caballos? ¿Qué sabes ahora? Soy mejor jinete que cuidador, pero supongo que entre Palomita y yo podremos enseñarte los cuidados básicos de los animales, aunque no son muy diferentes a cualquier otra bestia en esencia. Hay que darles de comer y de beber, nunca demasiado, lavarlos y dejarlos descansar tras dar grandes marchas —dijo a modo de resumen mientras acercaba sus manos al fuego y movía los dedos. Mantenía la pierna estirada pues su cadera le molestaba tras el paseo que había realizado, era un constante y claro recuerdo de que seguía ahí el recuerdo de Sicofante.

—Quizás Palomita pueda precisar algo más, al fin y al cabo era la promesa de la caballería —comentó con una corta sonrisa.

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Lombriz entrecerró los ojos, mirando con desprecio a Preocupado.

—¿Ves? Te tratan como un retrasado, solo hay que escuchar a Preocupado— Resonó en su cabeza, mientras emitía un rezongo de desaprobación -Hmm- 

—Lombriz el retrasado, Lombriz el inútil, Lombriz el desgraciado, Lombriz escoria— Apretó los puños, mientras escupía al suelo, cabreado.

-Ya, Preocupado, me he dado cuenta, no soy idiota ¿Sabes? Conozco la diferencia de lavar mi polla con agua caliente a meterla en agua hirviendo- Aquello era por si no le quedaba claro a su interlocutor que no le había gustado que lo tratase así, aunque una sombra de duda le cruzó la mente

—¿Acaso no he empezado yo? ¿Era mi comportamiento adecuado?—

Iba a contestar peor, con más dureza, algo relativo a un miembro diminuto y un agujero de mujer demasiado grande, pero se contuvo. No estaba para peleas, y seguramente la culpa se la echarían a él. Con o sin razón, no pudo diferenciar ese hecho.

-No conozco a ningún Caratótem, pero tiene nombre de chamán, odio a los chamanes, bueno, dejemos este sinsentido- 

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Miro al Capitán con esa vasija y luego a Reyezuelo. Pero éste parece no darse cuenta.

Levanto un poco la voz. Reyezuelo, da gu jabón a Capitán para que pueda lavar la vasija.

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A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

Afirmo a Ponzoña, sonriendo. Te estaré esperando... De pronto algo parece sobresaltarme y me giro, con cara de miedo. Pero luego muevo la cabeza intentando despejarme y vuelvo a acercarme al fuego.

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A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

Le preocupaba la actitud de Lombriz, no parecía muy dispuesto a que lo ayudaran, estaba claro que los malos espíritus lo atormentaban de alguna manera, aunque después de lo que había pasado tampoco le extrañaba mucho.

-No quería ofenderte Lombriz. -Se disculpó con el K'Hlata.- Pero se que todos estamos confusos estos días, yo el primero, me preocupaba que pudiera haber algún accidente.

Estaba claro que Lombriz también padecía una pérdida de memoria similar a la de Preocupado y otros miembros de la Compañía Negra, ni siquiera recordaba a Caratótem, el mejor chamán que habían tenido. Eso le dio algo de tristeza y pena porque el recuerdo del chamán era importante y también su sacrificio. Probablemente el odio que Lombriz decía tener hacia los chamanes también era producto de la confusión, pero Preocupado no podía culpar al K'Hlata si no a los malos espíritus que le habían robado los recuerdos.

-Era el chamán principal de la Compañía Negra antes de que cayéramos en manos de ese dios malvado, él nos ayudó a huir de la destrucción. Estoy seguro que cuando te acuerdes de él cambiarás tu opinión.

Lombriz parecía muy confuso y le preocupaba que todo aquello le agobiara, él mismo tampoco se sentía muy bien al no saber todo lo que no recordaba y lo comprendía, así que dejó el tema para cuando fuera más propicio.

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A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

Lo cierto es que realmente lo más importante es forjar un vínculo entre el jinete y su montura - instruyó Palomita con la sensación de llevar tiempo explicando lo mismo, aunque claro, nadie más quedaba de la caballería y todos acudían a ella para saber más sobre el cuidado de las monturas - Esto es algo que ha de hacerse poco a poco, no esperes ver resultados en un día, ni en una semana, puede que lleves meses antes de que notes que el animal responde a tus pensamientos antes casi de haberlos forjado en tu mente. A pesar de ser tu quien ha de guiar las riendas, debes comprender que la montura también tiene opinión y has de respetarla cuando la situación lo permita - con sus manos hacia gestos tratando de explicar todo lo mejor que sabía, escogiendo las palabras pero con la sensación de no poder transmitir exactamente lo que quería- Es algo complejo, y no entenderás lo que te explico hasta que lo pruebes por ti mismo. Si todo va bien y Capitán lo permite, únete mañana a nosotros cuando vayamos a recoger agua y empezarás a comprenderlo mejor. En cuanto al cuidado, lo que ha dicho pelagatos, comida y agua sin ser demasiado, cepillado y tiempo con ella es cuanto precisa en un principio. No dejes nunca la silla puesta si el caballo no va a ser montado y comprueba cuando pongas la manta y la silla que no queda nada arrugado o cualquier objeto que al apretar las cinchas puedan causar heridas o roces en su lomo

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La guardia no le estaba suponiendo ningún problema, por lo menos por ahora. Grito parecía más enfrascado en charloteos que en lo que estaba haciendo, pero a ella eso le importaba bien poco. Indómito, por su parte, se había alejado y sí estaba concentrado en la vigilancia. 

Derviche se acercó a los rincones más oscuros para evitar que algo o alguien se hubiera escurrido entre las sombras, pero no. Todo seguía en orden. 

Entonces escuchó parte de la discusión acerca de Lombriz y sus atributos. Se rió para sí, a medias, y a medias se enfadó. ¿Porqué narices le trataban como a un bicho rastrero cuando había demostrado su valor con esos enanos muertos?. El muchacho tenía que asentar su carácter si quería que le respetaran. Eso, y entrenar. En lo de entrenar podía ayudarlo ella. Pero cuando tuviera todo en su sitio de nuevo, claro.

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Una vez acabada la reunión con Ponzoña y Piojillo, Grito se dirijió junto a Derviche e Indomito para acompañarles en el primer turno de guardia.  Esperaría a que el cabo hablara con Dedos para que se incorporará en el segundo turno de guardia.  El día avanzaba rápidamente y en el campamento reinaba una tensa calma que no se disiparía hasta que el grupo de exploración regresara.

Grito estaba cansado, sus heridas eran profundas e intentaba no moverse demasiado rápido, su caminar resultaba lento y algo pesado, evitando estirar sus extremidades en exceso o bruscamente.

Al llegar a la altura de sus compañeros les saludo Parece que de momento todo esta tranquilo.

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Lombriz miró a Preocupado de nuevo, con una actitud algo más pacífica -Hmm- Finalizó su enfado con un gruñido menos hosco.

-Sí, puede que estemos confusos, y quizás me haya propasado o hablado sin educación yo al principio, pero entiéndelo, una cosa es estar confuso y otra bien distinta, hacer un guiso de pene-

¿Sería capaz de entenderlo? Quizás. 

-Le pido perdón a tu prometida o novia, Plumilla, por hablar de nabos con su hombre delante, no ha debido de ser agradable para ti- 

Tras esto, recapacitó ¿No estaba siendo débil o pusilánime otra vez? No, tenía que dejar una advertencia, para que no se volviera a repetir la situación. 

-Dudo que cambie de opinión respecto a Caratótem, he conocido chamanes seguramente mil veces más poderosos que él, pero bueno, hablando de lo importante, no me comporté correctamente, pero no vuelvas a tratarme como a un idiota, así estaremos en paz-

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Tarado se alegró cuando escuchó las palabras de sus compañeros Lombriz y de Preocupad. Parecía que todo quedaba en un simple encontronazo verbal no llegando a más y evitando males mayores. - Dejemos de discutir entre nosotros de temas menos apremiantes que los que tenemos delante de nuestras manos. Los heridos tenemos que cuidarnos lo más posible para volver a ser útiles a la compañía cuanto antes. Seguro que tras una noche de descanso, comida y calor podremos al menos volver a realizar tareas sencillas. Combatir tardará más pero seguro que pronto estaremos listos. Hasta Lombriz podrá volver a poner su polla frente a los enemigos y así atraer a una trampa a esos desgraciados. - Añade con un poco de humor para intentar destensar la situación. - Eso si nuestros compañeros no se los han encontrado por el camino y los han despachado ya. - Esperaba que así fuera y no tuvieran que volver a pelear con aquellos bastardos tan ágiles. 

- Grito deberías dejar de moverte por lo menos hasta el amanecer, si nadie te lo impide seguro que sigues intentando ser útil. Pero mejor que recuperes fuerzas hasta que nos necesiten de verdad pues no creo que tarden demasiado en dar la orden de movernos. - Comenta al ver a su compañero de batalla aún con heridas moviéndose por el campamento. - No puede estar mucho mejor que yo tras aquella batalla. 

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- Debo insistir - Responde a Pelagatos con el tema de la comida - Si no para ahora, guárdalo para cuando el hambre apriete y decidas que no quieres seguir esperando. Hay raciones para que todos los presentes comamos una vez más después de esta, y aún quedará algo. 

El Oscuro tenía un aspecto lamentable ¿Se habría herido al caer al lago? con más razón no debía quedarse sin comer. En cuanto a los caballos, era llamativo que Pelagatos se desentendiera tanto de los cuidados de su montura. O podía ser que en realidad tratar a esas bestias fuera más fácil de lo que había supuesto. 

En el viejo campamento los seguidores solían encargarse de aquellas tareas, y siempre se los veía ocupados. 

A las palabras de Palomita, sin embargo, se encontró pronto sonriendo, intrigado. Verdaderamente sentía cada palabra. Con la forma en la que hablaba casi parecía... si, en efecto era una invitación. 

- Con mucho gusto. - Se apresuró a aceptar. La idea de montar él mismo a aquellas bestias infundía un cierto respeto. No recordaba haber montado jamás, pero la simple idea servía para subirle el ego - Cuento contigo para... - Entonces escucha la voz de Piojillo y se interrumpe, atendiéndolo.

En otro momento usar su jabón para algo tan mundano le hubiese molestado, pero afortunadamente se trataba de algo que se podría reponer con facilidad, y la idea de aprender no solo a cuidar a los caballos, sino a montarlos, despejaba de antemano cualquier nubarrón en su ánimo.

- En seguida - Responde al líder de los Campamenteros después de echar una rápida ojeada para ver el tamaño del cacharro que se disponían a limpiar. Se vuelve entonces a Pelagatos y a Plumilla con educación - Regreso en un momento - para acto seguido dirigirse a su tienda, donde descansaba la mochila, y por extensión, el jabón. 

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—Insiste lo que gustes pero ya tomé la decisión. Desayuné bien y puedo esperar, descuida si muero de inanición no será culpa tuya —dijo sin otorgarle una mayor trascendencia al asunto.

Masajeó la zona herida de su cadera por debajo de la capa negra que solía portar para cubrirse. La humedad, la enfermedad y aquel sitio demoníaco no ayudaban a sus achaques, no necesitaba ser médico para saberlo.

Ladeó la cabeza ante el entusiasmo de Palomita al hablar de las monturas y de la invitación que extendió para acompañarles al día siguiente a por agua. Chasqueó la lengua en desacuerdo antes de hablar.

—Espero no permanecer mañana aquí y no tener que ir a por más de esa agua verde. De todas formas necesitarás buenas piernas para seguir nuestro ritmo a caballo. No es tarea sencilla.

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Las cosas con Lombriz se habían solucionado, incluso se rió con la broma.

-Nos conformaremos con guiso de escarabajo gigante hasta que tengamos otra cosa mejor Lombriz jajaja. -Le preocupaban las disculpas a Plumilla, no quería que nadie pensara que él tenía algún problema con la dedicación de ella.- No tienes que disculparte, si tu tienes dolor o alguna herida ella es sanadora y hará su trabajo. Y procuraré no volver a ofenderte Lombriz, como te dije yo mismo estoy confuso y ni siquiera tengo claro lo que soy capaz de hacer y lo que no, supongo que los buenos espíritus me devolverán la memoria o mis capacidades  cuando lo consideren oportuno.

Como el tema de los chamanes parecía molestar a Lombriz no dijo nada más, aunque dudaba que hubiera conocido alguno más poderoso que Caratotem y al que le debieran todos la vida. Fue Tarado el que intervino para finalizar con aquella conversación y Preocupado le dio la razón.

-Tienes toda la razón Tarado, es mejor que aprovechemos para descansar mientras podamos, me preocupa que no seamos capaces de recuperarnos antes de encontrarnos con más enemigos. -Y por lo que parecía no andaban muy lejos pues ya había nuevos heridos.- Yo me ocuparé de vigilar los fuegos y atender las necesidades más básicas de todos mientras Capitán y Plumilla descansan un rato.

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A MEDIA TARDE. - CIELO GRIS.

La fanática se giró hacia Grito, que se había acercado para comentar como estaba yendo la guardia. Asintió.

-Sí, todo está tranquilo por aquí también. No hay intrusos escondidos, no se avistan enemigos por los alrededores, y las sombras que algunos vieron esta noche pasada no se han dejado ver por ahora. 

Hizo un gesto displicente con la mano, no quería admitirlo, pero la idea de ser atacados por espíritus no le gustaba nada. Un ser vivo, hombre o animal, era algo tangible, incluso un zombie, podía atravesarlos con sus cimitarras. Pero un enemigo incorpóreo... sacudió la cabeza alejando el mal yuyu.

-Espero que la expedición nos encuentre un lugar mejor para hacer un campamento como debe ser. Sin estas sombras, con agua potable, con caza y con leña abundantes. Bueno, un campamento, vamos, no esto.

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Cuando Reyezuelo le hizo entrega de aquel trozo de jabón, aquel problema pareció tener solución. Puede que el primer problema que realmente la tenía en aquel lugar extraño y desolador. Asintió al k'hlata como agradecimiento, y después le hizo un gesto a Piojillo para que se acercara. 

-Que laven a conciencia esta vasija, pero con cuidado. La necesitamos para hervir agua.