Partida Rol por web

- Este es el poblado original de la Tribu de los Tres Castores y cuna de la una vez rica y próspera civilización conocida como la Alianza de los Castores.

Durante décadas dominaron la parte Norte-Centro de la Gran Sabana, imponiendo su ley con impunidad a los Caimanes Negros, los Hombres de Arena e incluso, durante un tiempo, a los Jaguares Asesinos y los Leones Hambrientos.

Los Tres Castores era la tribu principal de guerreros, la más fuerte, próspera y orgullosa. Las tribus de Antílope, Cebra y Jirafa eran sus aliados incondicionales. Se trataba de tribus menos belicosas de pastores, recolectores y agricultores, que admiraban servilmente a sus primos altos y fuertes del Norte y estaban encantados de seguir su firme liderazgo.

- Moviéndose con todo el sigilo y cuidado de que son capaces, el pequeño grupo de exploración de los Hostigadores avanza los últimos kilómetros que les separan de las defensas occidentales del poblado de los Tres Castores...

Grupo de exploración:

- Estáis a menos de cien metros del poblado, agachados tras unos matojos.

- Desde aquí resulta evidente que las defensas de los Tres Castores son impresionantes: fosos, un terraplén, empalizada de al menos dos metros de altura, y abundantes torres de madera desde las cuales sería fácil acribillar a flechas y venablos a cualquier atacante.

- Unas defensas como esas podrían acomodar con mucha facilidad a cien defensores.

Por lo que sabéis, en otro tiempo la Tribu de los Tres Castores contaba con al menos un millar de miembros, de los que al menos una cuarta parte eran guerreros. De esos guerreros la mitad eran cazadores, exploradores y fuerzas auxiliares, pero la otra mitad eran veteranos y fuerzas de elite de jabalineros y lanceros. Eso incluía a la temida unidad de los Castores Recios.

Hace un año, los Castores sufrieron una terrible derrota en Antílope y perdieron a la mayor parte de su elite (algunos piensan que a toda).

- Observando las torres y empalizadas cuesta contar una docena de vigías, y todos ellos parecen niños... Claro que esto es engañoso, pues con seguridad dentro del poblado hay muchísimos más guerreros, aunque desde luego no parecen estar protegiendo con excesivo celo su flanco occidental.

Ponzoña es el primero en captar esto, desde donde estáis las fuerzas de los Castores no parecen muy impresionantes, y parecen casi indolentes.

Serpiente está de acuerdo con ésto, y añade que más que descuidados, esos niños centinela parecen estar más preocupados por ver lo que pasa en el lejano Sur y Este. Es como si sólo esperasen problemas en esas dos direcciones. Tal vez esté pasando algo al Este que no veis, ¿habrá llegado la avanzadilla de la fuerza principal de la Compañía?

R'Gaa deduce que la guarnición en las defensas orientales debe ser mucho mayor, y desde luego más alerta que la que estáis viendo en las defensas de la parte occidental del poblado.

Campaña logra ver a los niños en las defensas occidentales, pero todas las demás consideraciones se le escapan.

- Es en ese momento cuando sobreviene el desastre: parece que la suciedad se ha desprendido de parte del yelmo de Campaña y en un momento dado el sol incide en el bronce, el cual brilla con intensidad, perfectamente visible desde el poblado.

Serpiente tiene un momento de histeria y se le escapa una fuerte risotada.

De repente los niños-centinela están prestando toda su atención en vuestra dirección.

- Ponzoña y R'Gaa se miran y comprenden que ha llegado el momento de sacar al grupo de aquí a toda velocidad. Ha llegado el momento de correr todo lo que se pueda.

- Ponzoña y R'Gaa se sienten capaces de camuflar las huellas del grupo usando ramas, pero para que esa táctica sea efectiva Campaña y Serpiente tendrán que alejarse realmente deprisa de aquí...

Campaña trataba de distinguir a los niños que vigilaban el poblado mientras el resto hacía interesantes apreciaciones sobre las defensas, que evidentemente Campaña no consiguió entender. Le resultaba difícil ver algo si no sabía bien dónde tenía que mirar, pero finalmente consiguió ver a los guardias. Efectivamente parecían niños y eso era algo difícil de comprender, al menos para Campaña.

- Niños... urrr... - dijo Campaña en voz baja - Campaña no entiende...

Pero el resto ni siquiera le prestó atención porque estaban ocupados recabando información y trazando planes. En un alarde de inteligencia, Campaña decidió concentrarse en dilucidar el porqué de aquella situación, trataba de darle sentido al hecho de que los niños de la aldea estuvieran montando guardia. Tanto se estrujó el cerebro (de forma figurada, claro) que se olvidó de que tenía el casco puesto, de tal manera que en un momento en que quiso rascarse la cabeza para pensar mejor terminó rascando el casco y desprendiendo la capa de barro seco que lo cubría.

Casi no se dio cuenta, pero Serpiente si. Como era habitual, el mago comenzó a reírse del gigante en un nuevo intento de ridiculizarle y hacerle enfadar, y estuvo a punto de conseguirlo. Campaña le miró con furia y ya estaba empezando a extender su brazo para agarrar a Serpiente cuando percibieron el destello del casco. Por suerte, actuaron muy rápido, alguien dijo "Corre" y Campaña enseguida supo lo que tenía que hacer. Se olvidó de Serpiente por completo y salió de los matorrales en los que estaban, corriendo a toda prisa. En su mente sólo había una palabra:

" Corre...Corre...Corre "

SERPIENTE:

- Tu tirada es un fallo. ¿Quieres gastar 1 punto de acción?

- En caso afirmativo, tira 1d6 e intenta sacar alto.

- En caso negativo hay muchas posibilidades de que seas capturado por los Castores.

“Lo sabía, lo sabía, lo sabía…-” fue lo primero que pensé nada más percatarme del Sol reflejándose en la bruñida superficie del casco de Campaña. Tenía que haberlo dejado ahí, pero ya fuera por el calor o por estar demasiado acostumbrado a reírme de las continuas muestras de estupidez de mi “primo”, solté una carcajada en un tono quizá demasiado alto para lo que nos convenía.

Me llevé la mano a la boca y me encogí de hombros de forma semejante a como hace un niño cuando dice algo que no debe delante de su padre. Dejé la mano ahí un instante más para acallar una segunda risotada que pujaba por escapar. Esta última era producto del nerviosismo, la excitación y, como en el caso del niñito que oculta una sonrisa después de su trastada, por la “emoción” del desafío a la autoridad al pensar que quizá pueda escapar sin castigo.

Pero para escapar tenía que correr, correr tan rápido como pudiese y tan lejos como me permitiesen las piernas. Ya tendría tiempo más tarde de continuar riéndome…

- Campaña y Serpiente salen corriendo todo lo deprisa que saben o pueden, que no es mucho.

- Serpiente siente de repente un dolor opresivo en el pecho y recurre, sin éxito, a sus reservas interiores de magia. Sintiendo que va a escupir el corazón por la boca, sigue corriendo.

- Campaña corre atolondradamente, como si fuese un juego, y ríe al ver las graciosas caras que pone Serpiente mientras corre con la lengua fuera. El gigantón no es consciente del peligro que corre el pequeño grupo de exploración.

- Ponzoña se apresura a ocultar los rastros del grupo tanto como puede y a toda la velocidad que le es posible. Tan sólo espera que R'Gaa cumpla su parte y puedan todos salir vivos de esta.

La mirada escrutadora del Hiena, tendido boca abajo, registraba arriba y abajo las defensas del poblado de los castores. Como una verdadera hiena o como cualquier otro depredador, su mirada se centraba en los puntos débiles de su presa. Casi parecia olfatear el aire a su favor, intentando detectar la enfermedad, la escasez de alimento o el renqueo de una pieza. Sin embargo, los fosos y la empalizada que se alzaban ante ellos parecían inexpugnables. Entendía cómo aquella tribu se había erigido en dueña y señora de aquella región, sometiendo a los demás a su gobierno.

Pero aunque la construcción era fuerte no lo parecía, sin embargo, el hombre que la defendía. Apenas un pequeño grupo de chiquillos, ni siquiera cercanos a la edad en la que pudiera llamárseles hombres, recorrían el perímetro de la zona y ni siquiera prestaban especial atención. Y cuando lo comentó en un susurro, Serpiente se mostró de acuerdo. Ponzoña miró al sol y chasqueó la lengua. El sol nacía por el otro lado. El anochecer sería la mejor hora para atacar aquella zona, cuando el sol se pusiera y cegara a los vigías. Aunque las torres eran un obstáculo. Una distracción en cualquiera de las otras direcciones, desviaría aún más la atención de los poco avezados vigilantes. Y aun así, sería difícil. Habría que superar los fosos y trepar la empalizada, siempre bajo el riesgo de las flechas y las lanzas. Serían necesarios troncos para superar el foso, aunque la mera idea de talar un árbol en las inmediaciones era impensable y dudaba que tuvieran la suerte de hallar un árbol muerto o derribado que les sirviera. Trepar las empalizadas sería complicado, más con las armas o los escudos, bajo la amenaza de un arco. Aunque el fuego podría ser un buen aliado. En aquel punto su mirada se volvió hacia Serpiente. ¿Su poder sería tal como para invocar el fuego en aquella zona? Un incendio en mitad de la noche...

Su pensamiento se vio interrumpido cuando un súbito brillo atrajo su atención. El casco de Campaña reflejaba el sol como la superficie de un estanque. Pero el desastre llegó con las carcajadas del brujo. La habitual sangre fría del Hiena permaneció, pese al fuego de su mirada.

-¡Corred! -musitó apenas, permaneciendo tendido un segundo de más, antes de verles avanzar torpemente como si aquello fuera un juego de niños. Con la destreza de años borrando huellas, arrancó una rama de un arbusto cercano, y procurando mantenerse alejado del campo de visión de los centinelas, barrió todo rastro tras de sí. Solo confiaba en que R´Gaa hiciera lo propio.

PONZOÑA:

TIRADA OPCIONAL OCULTA:

- Antes de salir corriendo como se te persiguiera una partida de exterminio de los Cazadores de Cabezas puede que tengas un par de segundos para echar una última mirada hacia atrás.

- Tirada de Otear, oculta.

- R'Gaa tarda más en reaccionar que Ponzoña, aunque cuando lo hace, pone en juego toda su pericia como exploradora. Borra las huellas de ella y las de Serpiente a una velocidad difícil de superar. A continuación sale corriendo, ágil como una gacela. No vuelve la vista para mirar atrás.

- Entretanto, Ponzoña termina de borrar sus huellas y las de Campaña y se lanza a la carrera en pos del resto de su grupo de exploración.

- Ponzoña lanza una última mirada hacia atrás antes de correr a todo lo que dan de sí sus piernas, en pos de la ágil R'Gaa.

- Ahora queda claro que ha sido una temeridad traer a Serpiente y a Campaña a una misión de exploración. Ambos son tan sigilosos como los ronquidos de los soldados en un barracón, en mitad de la noche. Probablemente incluso menos.

- De haber tenido el enemigo tropas montadas, como ocurre con los Hombres de Arena, o de haber estado más organizados, ahora mismo seríais prisioneros o cadáveres.

- Seguís alejándoos hasta que Serpiente se desploma, incapaz de seguir. Descansáis un momento, mientras R'Gaa y Ponzoña vigilan inquietos. Parece que no se ha organizado ninguna persecución en vuestra busca.

- Algo más calmados, emprendéis el regreso hacia el Oeste, para interceptar al resto de los Hostigadores.

TRANSCURRE TODO EL RESTO DEL DIA.