Partida Rol por web

La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Tribu de los Tres Castores.

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16/02/2012, 02:02
Serpiente.

Miré el cuerpo de Guepardo. Al final no había corrido como un guepardo, pero si sobrevivía no se correría jamás.-“Te dijeron que me defendieras con tu vida, no con la de tus hijos, idiota”- pensé, aunque a punto estuve de decirlo. Conseguí controlarme, pero una risita aguda e infantil, como la de los niños que Guepardo nunca tendría, escapó de mis labios.

Estar allí empezaba a resultar insoportable con tanto recluta preocupado concentrarse a su alrededor. Quién sabía si los muy idiotas creían que sus simples buenos deseos le curarían, además por supuesto de agobiar al único capaz de salvarle.

Lengua Negra no tardó en llegar y nada más hacerlo no tardó en empezar a dar órdenes. Me alejé del moribundo, que no de los muertos pues estos estaban por todas partes, para hablar con nuestro líder.

- No dudo que puedas buscar las chozas de los chamanes y de que las encuentres, pero quizá sea más conveniente que encuentres antes a sus ocupantes por simple precaución. Ahora, debes tener muy claro que no siempre en la conejera encontrarás conejos. Muchos han perdido la mano al descubrir en ellas algo que no esperaban…- froté mis manos, pero de nada servía. Reí, pero la sensación seguía.- Reúne a todos los castores. Reúnelos en un mismo sitio y yo sabré si entre ellos hay algún chamán. Lo sabré y podré tomar medidas.- Sonreí y esta vez la presión paró por un momento; era una señal, estaban de acuerdo, ellos también lo querían. 

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16/02/2012, 04:55
Uro.

BATALLA DE TRES CASTORES
Capítulo IV: “Sueños”

Con un extraño destello bailando en su mirada, el sombrío gigante reconoció su objetivo final. La gran puerta de madera estaba a unos pocos pasos de distancia, y podrían llegar a ella en un abrir y cerrar de ojos. Aunque no sería fácil. El nutrido grupo de niños-soldado se hallaba muy cerca de su posición, a solo unos cuantos metros del ingreso al poblado. Y, si bien parecían completamente absortos en los lastimeros quejidos de su compañero, no tardarían en percatarse de cualquier movimiento que surgiera en las inmediaciones.

Pero eso no era todo. Pues el imponente portón estaba trabado además por un grueso y pesado travesaño de madera. Uno que quizás fuera demasiado obstáculo para el disminuido y agotado grupo de incursores.

Tan solo una corta carrera… pero a la vez tan lejos…

Para peor, la noche de los “Hostigadores” llegaba a su fin. De un momento a otro, el vigía herido les comunicaría a sus camaradas lo que había visto fuera del poblado, y sería solo cuestión de tiempo hasta que los Castores organizaran sus defensas. Pronto, todo el campamento estaría tras sus pasos.

Así, acuciado por las prisas y la desesperación, el sombrío guerrero tomó una decisión. Lo hizo primero en la intimidad de su mente, pero pronto su normalmente inescrutable rostro la hizo visible para todos. En la onírica penumbra de aquellas horas que precedían al alba, su determinación brillaba con un fervor demencial.

No había tiempo para esperar a PONZOÑA.

Todos lo comprendieron de inmediato. LOOR asintió en silencio, dispuesta a ayudarle sin dudarlo, y PEREGRINO hizo lo propio. Incluso cuando ambos tomaron conciencia rápidamente de los riesgos que corrían. Era una carrera hacia la muerte. Un salto al vacío. Pero podía darles la Victoria. Y para eso estaba allí.

Sin decir una sola palabra, el vigoroso guerrero se abalanzó despreocupadamente contra el tremendo madero, seguido de cerca por el resto de su reducido grupo. No había tiempo para ser cuidadosos. No podían tomarse precauciones. Sencillamente, había demasiado en juego. Mucho más que sus miserables vidas.

Entre los tres, haciendo cada uno un terrible esfuerzo, casi al límite de sus fuerzas, consiguieron finalmente alzar la barra de madera, liberando así las puertas de su férreo cerrojo. Sin embargo, el precio había sido quizás demasiado alto. Pues en el último instante, cuando su objetivo parecía ya al alcance de la mano, el agotado Cazador de Cabezas dejó escapar el macizo barral, que se resbaló lentamente de sus dedos para caer al suelo con un estrépito sordo y ominoso.

El grupo de niños-soldados se giró de inmediato, sorprendidos por el extraño tumulto a sus espaldas. Estaban demasiado cerca de los invasores, casi a distancia de un escupitajo, y no tuvieron dificultades en descubrirlos. Pero apenas eran unos niños. Y la sorpresa se dibujó en sus rostros inexpertos. La mayoría solo atinó a observar con ojos embobados y bocas abiertas a las siniestras figuras que irrumpían en su apacible hogar.

Por un instante infinito, el tiempo se detuvo. Ambos bandos permanecieron completamente inmóviles, sumidos en un profundo silencio. El estupor y la confusión se reflejaban por igual en todos los rostros, tanto de amigos como de enemigos, de invasores y defensores. Era la sorpresa y la confusión. Y también el miedo. El auténtico horror de la guerra, que nunca entiende de bandos.

URO pareció ser el primero en reaccionar. O al menos, el primero en moverse para abandonar su posición. Entregado a sus más básicos instintos, el brutal guerrero solo actuaba como lo que era: una bestia salvaje, fiera y acosada. Quizás por eso mismo había ganado la iniciativa.

Sin embargo, el leve destello de la razón aún ardía en la mente del guerrero, aunque más no fuera como unas débiles ascuas a punto de consumirse. El bárbaro sabía que su misión no había terminado. Que las puertas del poblado seguían cerradas, y que aquello era lo único que importaba. Pero también sabía algo más. Algo que siempre había sabido, incluso antes de que la Diosa se lo recordara en sus sueños.

No bastaba con abrir las puertas.

Ese había sido el problema todo el tiempo. El gran fallo en la cuidada estrategia de LENGUA NEGRA. De nada servía abrir las puertas de la empalizada, si sus enemigos las recuperaban de inmediato. No solo había que llegar hasta ellas, también había que defenderlas. Y la reducida avanzadilla no había sido conformada para tal cosa.

No tenían oportunidad. No la tenían con el imponente URO, y mucho menos la habrían tenido con la diminuta DEDOS. Sus enemigos eran sencillamente demasiados, incluso aunque no fueran más que unos críos asustados. Era solo cuestión de tiempo que los “Hostigadores” se vieran envueltos por una marea de lanzas y dientes. Solo tiempo…

Pero el irreductible bárbaro no estaba dispuesto a caer sin luchar. Si era tiempo lo que necesitaban, lo ganaría con sangre. Su propia sangre si era necesario. Suspiro a suspiro, latido a latido… Hasta que la Diosa lo recibiera en sus brazos.

Con un alarido gutural y desgarrador, que parecía provenir de las propias entrañas ardientes de la tierra, el enajenado guerrero alzó el tremendo barral que había soltado hacía tan solo unos momentos y cargó en soledad contra sus enemigos…
 

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16/02/2012, 05:42
Caracabra.

Cuando doy los primeros pasos hacia el centro del poblado Lengua Negra manda detenerme. Él se encargará de buscar en las tiendas de lo chamanes y yo tendré que ir a avisar a Sicofante y a Khadesa y ayudarles a llegar hasta aquí. No me hago de rogar.

-Como quieras Lengua Negra.

A paso ligero recorro el camino hacia la puerta y salgo a campo abierto. En poco tiempo llego hasta donde habíamos dormido la noche anterior. Sicofante permanece espectante con la mirada fija en el pueblo, seguramente me ha visto venir.

-Hemos ganado. Lengua Negra me ha ordenado que os ayude a bajar todo hasta el pueblo.

Me dispongo a ayudar a Sicofante y Khadesa en todo lo que sea necesario.

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16/02/2012, 10:05
Ojopocho.
Sólo para el director

Ojopocho entró por las cabañas como una mangosta, había visto a los viejos salir de la tienda principal, allá donde Portaestandarte cargó con su caballo, y aunque todos los soldados dirigieran hacia allí su mirada, Ojopocho no dudó en tratar de sacar de allí los objetos de mayor valor del poblado. El resultado fué el esperado, y tan solo al entrar con intenciones aviesas se encontró de morros con un soldado de los tres castores.

Ojopocho ya había recogido algunas baratijas por las calles de camino a la choza, y con falta de disimulo comenzó a tartamudear en busca de una excusa para estar allí

Notas de juego

POST ANULADO

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16/02/2012, 11:23
El Cráneo de Plata.

- Ante las noticias de Caracabra, Khadesa conduce el carro hasta el interior del poblado de los Tres Castores. Sicofante los acompaña, montado sobre Recio.

- Pronto, el grupo de Hostigadores se organiza. Del carro se sacan mantas, cuerda y las dos largas lanzas de entrenamiento que trajo Matagatos desde el Campamento Principal en tierras de los Caimanes Negros. Con eso se preparan unas parihuelas para trasladar a Guepardo a una de las chozas cercanas que los demás han despejado.

- Uro y Peregrino son llevados también allí, aunque lo hacen por su propio pie. En su orgullo guerrero, ninguno de los dos quiere recibir trato especial, y Peregrino incluso quiere unirse a las tareas que realicen sus compañeros, pero Matagatos lo prohibe terminantemente y les ordena a los dos tumbarse en sendos camastros a descansar hasta que pueda atender sus heridas.

- En la choza, Khadesa enciende un fuego y le dice a Caracabra que coja el caldero de las gachas y lo limpie en el pozo más cercano y lo traiga lleno de agua para ponerla a hervir. Le pide a Sicofante que ayude a Caracabra, que ella estará bien y a salvo en una choza llena de Hostigadores.

- Attar, Jabalí y Loor son alojados y obligados a descansar en una choza vecina. Sus ocupantes han huido hacia el centro del poblado. Sus heridas no son tan graves como las de los otros, por lo que tendrán que esperar más hasta que Matagatos pueda atenderles.

- Mentiroso y Lengua Negra se han ido por separado, no se les ve por ninguna parte.

- Dedos vigila la calle y la puerta Occidental del poblado, que sigue abierta de par en par.

- Ojopocho está pensando en registrar las chozas, en busca de algo útil o de valor.

- El resto (Campaña, Pelagatos, Ponzoña, R'Gaa, Rastrojo y Serpiente) habéis ayudado en la tarea de despejar las chozas y trasladar a los heridos y ahora estáis vigilando la calle y la zona de las dos chozas que habéis ocupado.

- En ese momento se escucha una fanfarria de trompetas procedente del lado Oriental del poblado de los Tres Castores. Es al señal de que las fuerzas principales de la Compañía Negra han ganado la batalla contra el ejército de los Castores y ya están entrando en el poblado.

Notas de juego

- Mentiroso y Lengua Negra salen de escena.

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16/02/2012, 11:44
EL TIEMPO SE AGOTA.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Cuarto (Primero de la Primavera). Mes del Pie.

Día: 05.

POR LA MAÑANA.

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16/02/2012, 11:55
La Compañía Negra.

MATAGATOS:

- Estás atendiendo a Guepardo para intentar cortar la hemorragia y sacarlo fuera de peligro.

- Tirada Oculta de Curar Heridas, penalización de -5 por no contar con equipo de curandero, eliminas la otra penalización adicional de -5 ya que el entorno sí es apropiado ahora.

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16/02/2012, 12:33
Matagatos.
- Tiradas (1)
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16/02/2012, 12:53
Serpiente.
- Tiradas (3)
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16/02/2012, 13:45
Uro.
Sólo para el director
- Tiradas (3)
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16/02/2012, 13:50
Campaña.
- Tiradas (3)
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16/02/2012, 13:53
Campaña.

Campaña escuchó la trompetas y se puso en pie de un salto, la Compañía había llegado por fin y pronto iban a darle aquella bonita capa negra que tanto deseaba. Ansioso por los acontecimientos que estaban por venir, Campaña comenzó a dar saltitos y palmadas animadamente.

- ¡Ya han llegado! - exclamó - ¡Ya han llegado! ¡Viva! Campaña tendrá su capa ¡Bien!

Y dejándose llevar por la euforia del momento salió corriendo hacia el sonido de las trompetas para recibir a los Soldados de la Compañía Negra. Además, así se alejaría un poco más de Portaestandarte, que como había dicho Lengua Negra, todavía podía resultar peligroso.

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16/02/2012, 15:08
Uro.

BATALLA DE TRES CASTORES
Capítulo V: “Primera Sangre”

Era una escena extraña. Irreal. Y la imprecisa luminosidad de aquellas tempranas horas del amanecer aumentaba su matiz onírico. Aunque, en verdad, más que un sueño, aquello parecía una auténtica pesadilla, salida de la desquiciada mente de algún lunático.

Un enorme y musculoso guerrero cargaba en soledad contra un nutrido grupo de jóvenes, armado solo con una descomunal barra de madera. Sostenía el tremendo tronco con ambas manos, de forma horizontal, asemejándose una enorme ave negra que hubiera extendido al máximo sus alas, oscureciendo bajo una sombra de terror a sus desprevenidas presas.

Los niños-soldado habían quedado paralizados ante la pavorosa figura, y solo atinaban a apretujarse entre sí, sin orden ni concierto. No solo era impensable atacar a aquel bruto demente, sino que era aún más difícil esquivarlo. El madero era enorme, y solo había dos formas de salvarlo. O arrojándose al suelo, quedando así a merced del espantoso agresor, o dando un largo rodeo, que los llevara a superar aquella extensa viga por uno de sus lados. Ninguna era demasiado atrayente.

De todos modos, los atenazados jóvenes tenían al menos una certeza. Huir no era una opción. Pues, sencillamente, ya no había lugar donde hacerlo.

En rigor de verdad, incluso a pesar de la notable conmoción que logró causar en un principio, la estrategia de URO era bastante absurda. Y también estúpidamente arriesgada. Aunque, por otro lado, si resultaba efectiva, convertiría al frenético bárbaro en un obstáculo difícil de superar, y quizás le permitiera ganar el tiempo que sus compañeros necesitaban para abrir las puertas.

Sin embargo, quizás por la firme resolución que mostraban aquellos niños, o tal vez para castigar el desmedido orgullo del invasor, la Diosa decidió tomar partido. Pues el poderoso k´hlata apenas pudo avanzar unos cuantos pasos antes de que el contundente madero se le deslizara nuevamente de sus dedos, cayendo al suelo con un sordo estrépito.

Tomado por sorpresa, URO no pudo esquivar el repentino obstáculo, cuyo peso descomunal casi le había cercenado ambos pies, y trastabilló torpemente unos cuantos pasos antes de recuperar el equilibrio. Cuando finalmente consiguió recuperar la vertical, ya era demasiado tarde. El daño estaba hecho. Ahora se encontraba a merced de los niños-soldado, que lo observaban con una furia renovada.

Ante el traspié del coloso, los jóvenes vigías habían ganado en determinación, y no tardaron en cargan contra el temido invasor, vociferando maldiciones a los cuatro vientos para inflamar sus corazones. Gritando como posesos, con sus espíritus recorriendo la difusa frontera que divide el coraje del pavor, cuatro de los niños empuñaron sus lanzas contra el gigante, abalanzándose sobre él con toda la desesperación de su patria herida de muerte. Los dos restantes parecían perseguir algún otro objetivo, aunque el confundido bárbaro apenas si les prestó atención.

URO se hallaba con la guardia baja, aún recuperándose del repentino tropezón, y no pudo hacer nada para evitar que los afilados aguijones atravesaran sus impotentes defensas. Dos lanzas se clavaron a fondo en el guerrero, una de ellas en su costado, justo por debajo de las costillas, mientras que la otra se enterró en medio de sus marcados abdominales.

Los sujetos que las empuñaban berrean como desquiciados, y aprovecharon su ventaja para retorcer los mellados filos en las entrañas del coloso. Un éxtasis fanático podía verse en sus facciones… la dulce venganza por tanto tiempo anhelada.

Un tercer atacante consiguió provocarle también un profundo corte cerca de la cadera, mientras que el golpe de su último oponente pasaba de largo, a menos de un palmo de su cabeza.

Aquello era el final. Las heridas ya habían sido considerables, y el combate recién acababa de empezar. URO no podría resistir un segundo asalto. Así que solo le quedaba caer como un guerrero, llevándose consigo a todos los enemigos que pudiera…
 

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16/02/2012, 16:26
Ponzoña.

Ponzoña alzó la cabeza y la dirigió en dirección al sonido de fanfarrias. Había ayudado en todo cuanto se le había requerido y ahora se limitaba a mantener una adecuada vigilancia sobre el terreno, el escudo firme en su brazo izquierdo y su maza pendiendo de la mano derecha, presta a ser usada ante cualquier amenaza.

Había observado los furtivos movimientos de algunos, más preocupados en su enriquecimiento que en atender a las necesidades del grupo. Al final, el alma de un carroñero siempre quedaba en evidencia. Había oído muchos rumores, críticas veladas, acusaciones vertidas durante su corto viaje hasta los castores, pero nadie parecía sentirse especialmente afectado por haber matado a niños, la semilla de un pueblo, destruyendo así su futuro. Ponzoña se sabía causante de algunas de aquellas muertes, aunque no se sentía orgulloso de ello. Era un guerrero y había obedecido y cumplido con cuanto se le había exigido. Pero le impedía ser consciente de que su tarea había sido sucia y poco honorable. No sería él quien además esquilmara como un buitre la carroña adyacente.

Levemente asqueado, escupió a un lado un gargajo. Los cuerpos de los niños aún yacían esparcidos. Era hora de dedicarles parte de su atención.

-Campaña, hermano, ¿puedes ayudarme? -dijo sin atender a la emoción que la llegada de los soldados parecía causarle así como su próximo premio-. Esa choza está vacía. Quiero recoger estos cuerpos en ella. Han muerto pero no necesitan ser mancillados aún más -comentó al tiempo que colgaba su maza de un costado y se colocaba el escudo a la espalda y recogía el primero de los frágiles cuerpecillos sin vida.

 

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16/02/2012, 16:52
Campaña.

Campaña estaba decidido a ir a recibir al ejército de la Compañía, sin embargo, se topó con Ponzoña, que le preguntó si podía ayudarle con lo que estaba haciendo. Si hubiera sido otro quién se lo hubiera dicho probablemente le habría ignorado y habría seguido dando saltitos y palmas, pero al ser Ponzoña quién le llamaba no dudó ni un momento en acudir en su ayuda.

- Claro, hermano, Campaña ayudará - dijo decidido a colaborar - Campaña los cogerá de dos en dos, así será más rápido y podremos ir a por nuestras capas.

Y con la sonrisa en la cara Campaña recogió un cuerpo de niño muerto y se lo echó al hombro, mientras con la otra mano recogía otro y lo llevaba arrastrando hacia la choza que Ponzoña decía que estaba vacía. Campaña demostraba una total falta de sensibilidad hacia los cuerpos de aquellos niños que habían dado su corta vida por demorar un rato más la inevitable derrota de su pueblo. Pero es que Campaña era como aquellos niños, quizás más fuerte y más grande, pero su papel en la batalla fue el mismo sólo que en distintos bandos. Se había limitado a cumplir órdenes, al igual que los niños que habían cumplido la orden de defender el pueblo.

Al llegar a la choza Campaña lanzó los cuerpos al interior con desdén y volvió dando saltitos para recoger más y terminar cuanto antes la tarea.

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16/02/2012, 17:21
Ponzoña.

Ponzoña no dijo nada ante el comportamiento de Campaña, limitándose a trasladar el cuerpo del niño al interior de la choza. Una vez allí, estiró sus miembros y cerró suavemente los abiertos ojos del pequeño. No necesitaba salir fuera de nuevo. Se limitó a recoger los dos cuerpos arrojados por Campaña y los colocó cuidadosamente junto al primero, repitiendo la misma operación. Por cada uno de ellos, murmuró unas pocas palabras, en un tono inaudible, ofreciendo sus respetos a los bravos y pequeños guerreros que les habían hecho frente. Era muy posible que sus padres y madres también hubieran muerto. Alguien debía despedirlos adecuadamente.

Y solo entonces, cuando concluyó con los tres primeros, volvió a salir para recoger un nuevo cadáver.

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16/02/2012, 18:48
Peregrino.

Mis pies aun arrastran arena humedecida con sangre humana mientras ingreso en la choza que destinó Matagatos para los heridos de mayor gravedad. Mis pies dejan huellas rojas pertenecientes al fluido vital que derramaron los niños-guerreros que fueron masacrados por mi espada y por las armas de mis compañeros a mi lado. Me recuesto en un lugar para descansar y pongo mis manos sobre mi cara para descansar la vista, cuando siento la sustancia pegajosa sobre mi rostro. Retiro mis manos y las miro para notar que tengo todo el rostro salpicado de sangre. Luego miro hacía abajo y casi todo mi cuerpo está cubierto de la sangre de los nueve jóvenes que asesiné.

Por un momento una angustia y una desesperación me inundan al verme mancillado con la sangre de inocentes, ensuciando mi alma y mi karma, por lo que comienzo a limpiarme frenéticamente, pero luego logro ordenar mis pensamientos y detenerme:

"Lo que siento es normal. Es la primera vez que derramo sangre humana y ha sido la de infantes, por lo que es comprensible y lógico que me sienta culpable, pero no ha sido un azar lo que me ha hecho realizar estos actos. Tampoco ha sido un demonio interior o la debilidad de dejarme llevar por mis impulsos oscuros y corruptos, sino que ha sido mi obligación y mi deber. Los niños, muy a pesar de su corta edad, era guerreros orgullosos, que no se retiraron aun sabiendo que perecerían. Que lucharon como adultos e incluso más que algunos que he conocido y que no cedieron si no era a costa de sus propias vidas. Deben sentirse orgullosos y yo, al recordarlos como inocentes victimas, no hago más que deshonrar sus memorias y sus esfuerzos. El enemigo tenía valor y lo usó hasta su final, debe ser honrado como un guerrero que perdió a pesar de dar todo de sí y que su cuerpo fue derrotado, pero jamás su espíritu. Debo reconocerlo y debo respetarlo como tal, agradeciéndole a sus armas y su pericia por las heridas que me causó y que me harán más fuertes y más cuidadoso, y agradeciéndole a su cuerpo, que al morir bajo mi espada me ayuda a ser más hábil y mejorar mi técnica. Así debe ser, pues ese es el camino de la Espada."

Ya calmado y en paz conmigo mismo y con el universo, comienzo a limpiarme de manera parsimoniosa en un ritual en el cual me desprendo de la sangre enemiga mientras me desprendo simbólicamente de mis propias debilidades. Continúo mientras comienzan a llegar los demás heridos y los tratantes, a quienes ignoro por completo mientras prosigue mi ritual.

Una vez termino y muy a mi pesar, obedezco la orden terminante de Matagatos de descansar y reposar mis heridas, mientras abrazo fuertemente mi espada envainada y miro el techo de la construcción, mientras pienso en como la espada es la vida y su filo es el arduo camino que se debe seguir para alcanzar las herramientas para sobrevivir en este hostil mundo, lleno de injusticias y sufrimiento.

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16/02/2012, 23:01
Dedos.

La sangre formaba un charco alrededor de Guepardo, y pronto vio que si sobrevivía la consecuencia sería terrible. Como nada podía hacer se centró en mantener la vigilancia sobre Matagatos y los heridos, con el arco en mano y su mente centrada en la tarea.

A la llegada de Lengua Negra se dispusieron nuevas órdenes, y en su caso debía vigilar la entrada oeste. Si hubiera sido de noche dispondría de unas antorchas para iluminar la zona, pero el alba mostraba con claridad el horror de la guerra. Aquellos niños habían luchado como jabatos ante adultos que, evidentemente, estaban mejor preparados. El destino de algunos, por lo que iba viendo con mayor claridad, fue brutal; pero de la misma forma yacía en el suelo un casi moribundo Guepardo.

- Después de todo el cambio fue bueno –sonrió a un Uro herido. No había malicia, era una simple sonrisa cargada de significado- Recupérate…

Marchó sin más para cumplir con su cometido: vigilar la puerta oeste.

No se permitió el lujo de pensar en la batalla, ni en sus consecuencias. Su tarea era simple, pero cabía la posibilidad de que algún Castor hubiera huido de la batalla principal para regresar a su aldea. No tenía la capacidad de luchar con un guerrero experimentado, no al menos si la situación la desfavorecía. Sin embargo, y ya lo había demostrado, le daba buen uso al arco.

“¡Lo han logrado!”, se dice al escuchar las trompetas de victoria de los Hermanos Juramentados. La victoria había sido plena en ambos campos de batalla, aunque, todo fuera dicho… “Eran niños”. Se quitó aquella idea de la cabeza, ya fuera por lástima o vergüenza, con la misma facilidad que se espanta una mosca. Seguro que pronto, al volver a ver la carnicería, entraría en el mismo estado de ánimo; pero no podía permitirse sumirse en malos pensamientos pues la única forma de avanzar era aprender del pasado, vivir el presente y, si se podía, pensar en el futuro.

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17/02/2012, 10:52
Serpiente.

Ignorado una vez más por Lengua Negra… Si el muy idiota se encontraba con algo que no esperaba en una choza que pertenecía a un chamán sería todo culpa suya. De todas formas sa daba igual. Además seguramente los chamanes habrían partido con la fuerza principal de los Tres Castores, aunque no supondrían ningún reto para Escupeculebras y los otros magos Oscuros. Seguramente el líder de la tribu había pensado que sus escasas habilidades se habrían desperdiciado en el poblado.

Reí. No podían haber estado más equivocados y habían pagado el error muy caro, lo atestiguaba la sangre de sus hijos que cubría el suelo.

El sonido de las trompetas me sacó de mi ensimismamiento; la Compañía había regresado victoriosa. La presión seguía, el deseo de soltarlo, y dudaba que una vez llegasen tuviese la oportunidad de hacerlo. - “Si Lengua Negra me hubiese escuchado…”- pensé una vez más. Ellos compartían mi opinión y me lo hicieron ver con un escalofrío que sacudió mi espalda.

Entrecerré los ojos. Aun estaba a tiempo…

- Tiradas (1)
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17/02/2012, 11:42
La Compañía Negra.

SERPIENTE:

- No sientes la presencia de magia activa. Sin embargo, esto es engañoso, pues pueden haber espíritus invisibles, que no sean detectables para tus sentidos mágicos.