Partida Rol por web

La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Tribu de los Tres Castores.

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22/02/2012, 05:46
Matagatos.

-Gracias Khadesa. Respondo ante la oferta de mi hermana. Dile a R'Gaa que salga a formar. Ya éramos un grupo poco numeroso desde un principio y si a eso había que sumarle que faltaban los heridos y que Lengua Negra y Mentiroso todavía no habían aparecido daríamos la impresión de ser cuatro gatos. La exploradora se había metido en la choza para cuidar a los heridos como yo le había pedido, pero merecía estar en la formación cuando pasaran los Caimanes Negros.

La presencia de mi hermana me reconfortaba, aunque verla en aquel estado y que hubiera tenido que pasar por todos los apuros de los hostigadores no me gustaba. Ahora que nuestra misión había acabado las cosas volverían a la normalidad. Aunque aquello era mucho decir para una compañía de mercenarios. Había estado tan metido en mi formación e ingreso en la Compañía que no reparé que tras esta batalla nuestra alianza con los Caimanes Negros llegaría a su final. Aquí ya no habría nada que nos retuviera y tendríamos que irnos. Nadie quería a la Compañía una vez que había terminado su trabajo.

Me pregunto donde iremos ahora.

Esas eran cosas del Capitán y del alto mando, no había porque preocuparse demasiado, encontrarían otro pueblo o ciudad dispuestos a pagarnos por nuestros servicios, si es que no lo habían hecho ya.
Mientras ocupo mis pensamientos dentro de la formación la llegada de Tragasapos me pilla por sorpresa. A los magos les gusta crear ese efecto en la gente.

¿También vendrá a felicitar a los Hostigadores?

Me parecía realmente raro, sobre todo siendo uno de los magos principales. Esa gente tendía a pensar que los triunfos de la Compañía dependían exclusivamente de ellos y su participación en las batallas o misiones. Ciertamente eran de gran ayuda, incluso en algunos casos vitales, pero al final los que tenían que jugarse la vida eran los soldados.
Cuando se acerca observo que viene seguido de dos soldados. Los conozco perfectamente: Desastre y Lagrimita. Lo que me impacta es que cada uno de ellos trae consigo a uno de nuestros compañeros, Lengua Negra y Mentiroso. Parecen inconscientes y están llenos de sangre.

¡Maldita sea! ¿Que les ha pasado?

Era inútil pedir explicaciones al mago, no solían darlas. O había dicho todo lo que sabía o simplemente lo que yo necesitaba oír, así que contengo mi curiosidad.

-Ahí dentro de esta choza. Digo señalando la choza donde se encuentran Guepardo, Uro y Peregrino. Gracias por traerlos de vuelta. Digo finalmente haciendo una inclinación de cabeza.

Sigo a los soldados al interior y les indico que los dejen sobre unos camastros vacíos. Me acerco a Lengua Negra primero para observarlo, después hago lo mismo con Mentiroso.

Notas de juego

Si puedo hacer algo ahora por ellos, hago las tiradas o lo que haga falta, sino los dejo descansando y vuelvo a la formación.

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22/02/2012, 06:37
Uro.

La batalla había terminado. Y en todos los rincones del poblado aún se escuchaban los estridentes sonidos de la victoria. Fanfarrias de trompetas. Gritos desesperados. Llantos. El crepitar de las llamas… incluso risas. Y por sobre todos ellos, imponiéndose como una mortaja que cubría el desolado paraje, los espeluznantes relinchos de MATANZA. La orgullosa tribu de “Tres Castores” había sido finalmente sometida, y la Compañía Negra podía agregar una nueva gloria a su legendario historial de destrucción y muerte.

Parecía ser un momento de gozo, de éxtasis radiante e infinito. El esfuerzo de tanto tiempo al fin recompensado. Los juramentos cumplidos y los sacrificios vengados. Un momento para abandonarse al desenfreno de la conquista, o para dejarse llevar por los dulces placeres de la victoria. Y quizás así lo fuera para la mayoría de los soldados. Pero no para URO.

El sombrío gigante apenas si podía mantener los ojos abiertos. Su otrora viril e imponente figura se hallaba ahora despatarrada tristemente sobre un improvisado camastro de juncos, y el antiguo Cazador de Cabezas debía esforzarse hasta el límite de su voluntad para mantener la conciencia. El patético recluta no era más que una lúgubre sombra de aquello que una vez había sido. Lejos había quedado ya su amenazante impronta de guerrero imbatible y orgulloso.

La tremenda cabezota calva se bamboleaba de un lado a otro sin control, mecida por los infructuosos intentos del bárbaro por mantenerse despierto. A su vez, los poderosos miembros colgaban lánguidos fuera de los bordes de la precaria estructura, descansando inertes sobre el humilde suelo de la tienda. La mayoría de sus heridas aún seguían abiertas, y la espesa sangre que manaba de ellas chorreaba por su cuerpo, confundiéndose con la mugre y los restos de vísceras que aún impregnaban su piel, para perderse luego en la tierra desnuda, formando un pequeño charco de barro escarlata.

Además, su anatomía se había convertido en poco más que una costra inmunda y maloliente, y pronto toda la habitación comenzó a apestar con aquel insoportable hedor a sudor y muerte.

Cada tanto, algún calambre atravesaba con la furia de un relámpago sus terminales nerviosas, haciendo que el extenuado salvaje se retorciera por el penetrante dolor.  Paradójicamente, aquello tranquilizaba a sus camaradas.

Pues URO no había dicho una sola palabra en todo el rato. Ni siquiera el más leve quejido. Solo se había sumido en un completo silencio, ominosamente profundo e imperturbable. Su respiración apenas si se escuchaba, y su imponente caja toráxica no evidenciaba signo alguno de movimiento. Era como si su propio corazón hubiera dejado de latir.

El único resquicio de vida que quedaba en el cuerpo del irreductible salvaje, provenía de aquellos misteriosos y penetrantes ojos verdes. Unos ojos que no se habían apartado siquiera un instante de MATAGATOS, completamente absortos en las febriles actividades del oscuro.

En verdad, no se trataba de que el parco gigante se hallara particularmente interesado por el milenario arte de la curación, si bien aquello ciertamente le podría ser de utilidad algún día. Tan solo necesitaba mantener su mente ocupada en algo. Cualquier cosa que consiguiera llamar su atención, permitiéndole olvidar, al menos por unos breves instantes, los lacerantes dolores que lo aquejaban.

Sin embargo, de tanto en tanto el oscuro abandonaba la choza donde se hallaba URO, y el convaleciente salvaje debía buscar nuevos desafíos para mantener a raya el dolor.

Refugiarse en la inconciencia no era una opción. Pues eran ampliamente conocidas las historias sobre guerreros heridos que se entregaban a un sueño reparador del que nunca jamás conseguían despertar.

La vigilia, por otro lado… 
 

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22/02/2012, 10:34
Khadesa.

La Quinta se acercó a la choza donde R'Gaa estaba hablando con Loor, y tomó de su mano el paño húmedo con el que estaba limpiando a la guerrera.

-Yo te relevo, R'Gaa, no te pierdas la formación. Es un momento de reconocimiento a la labor de los Hostigadores, mereces estar ahí. Yo me ocupo de los que no puedan acudir.

Vio a través de la puerta la llegada de los dos soldados con los cuerpos inconscientes de Lengua Negra y Mentiroso, pero enseguida Matagatos los hizo llevar a la otra choza. Sacudió la cabeza, intranquila. ¿Qué habría sucedido entre ellos...? El líder de los Hostigadores la preocupaba, la había preocupado desde el principio. Era un hombre prudente y sabio, pero, un intelectual. ¿Cómo soportaba el peso de la autoridad entre hombres que valoraban el valor y la fuerza por encima de la lógica? No dijo nada acerca de eso, sólo retomó su tarea con cuidado y sonrió algo triste a Loor.

-¿Qué tal estás? Creo que cuando acabe de vendarte eso podrás formar con el resto, ¿te ves en condiciones...?

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22/02/2012, 11:05
Los Caimanes Negros.

- Los Caimanes Negros inundan el poblado como una oleada de cuerpos polvorientos y miradas llenas de odio y de rencor.

- Los símbolos de los Tres Castores son destruidos y quemados, sustituidos por los estandartes de los Caimanes Negros.

- Casi trescientos civiles Caimanes Negros entran por la Puerta Occidental, Dedos se ve obligada a retroceder casi a empujones y se reúne con la formación de Hostigadores presidida por Matagatos.

Los civiles son sobretodo mujeres armadas, pero también niños y ancianos. Todos ellos presentan un aspecto sucio por los días de marcha por la Gran Sabana, y también parecen hambrientos y sedientos. Pero lo que más se trasluce en sus miradas es la determinación, una determinación vengativa que no augura nada bueno para los prisioneros de los Tres Castores que la Compañía ha capturado con vida tras la conquista del poblado.

- Los guerreros Caimanes, en número también de casi trescientos, entran por el otro extremo del poblado, la Puerta Oriental. Muchos presentan un aspecto desnutrido, pero es engañoso. Tras cuatro años de guerra, la mitad de ellos son ahora curtidos y peligrosos veteranos.

- Por doquier se escuchan gritos de Castores. Las mujeres serán violadas, tal vez sólo eso si tienen suerte.

- Los Hostigadores formados en posición de firmes ven mujeres Caimanes empujando, zarandeando y golpeando a prisioneros Castores. Los niños son quizá quienes salen mejor parados; los ancianos, enfermos y desvalidos son aporreados sin piedad; las mujeres Castor reciben arañazos y fuertes estirones de pelo por parte de las furiosas mujeres Caimán.

- Los prisioneros Castor que sobrevivan a estos días pasarán el resto de sus vidas como esclavos de sus vencedores, los Caimanes Negros. Sus espíritus quebrados, rotos. Quizá los que ya han muerto en combate, luchando por el último reducto de la que fuera otrora una poderosa nación de la Sabana, hayan sido los más afortunados.

- Una civilización es destruida, otra, tal vez más cruel y mezquina, se alza ahora poderosa en su lugar.

- En todo el poblado, siguiendo las órdenes de sus superiores, los guerreros de la Última Compañía Libre de Khatovar permanecen inmóviles, en posición de firmes, en perfecta formación militar. Observándolo todo. En completo silencio.

- Los Caimanes, por su parte, miran a los miembros de la Compañía al pasar. Algunos ya los han visto antes muchas veces, y ya no les llama la atención la vista de los mercenarios. Otros observan con mayor curiosidad. Muchos dedos señalan directamente a los Oscuros, los miembros más extraños de la Compañía Negra.

Los Oscuros, los malditos, los extranjeros de piel pálida, con su aspecto enfermizo. Si las leyendas son ciertas, los demonios los engendraron en algún lugar frío y tenebroso, lejos de la luz del Sol, por eso son tan blancos.

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22/02/2012, 18:08
[RIP] Mentiroso.

Por un instante, Mentiroso recuperó la consciencia. Algo no iba bien. Tenía ganas de vomitar, pero no podía. Todo se movía alrededor. Y sentía que su corazón se esforzaba de forma anormal por latir. Pero notó la brisa a su alrededor.

«Lo conseguimos... »

Y al instante volvió a perder el conocimiento.

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22/02/2012, 22:36
Matagatos.

Ante esta situación decido atender a Mentiroso y a Lengua Negra. Una vez en los camastros me acerco a la entrada para poder ver a mis compañeros formados. Busco a Ponzoña con la mirada, el había ideado el plan y encabezado el ataque al poblado y de los pocos que no estaba herido, así que en mi ausencia y la de Lengua Negra decido que sea él el que encabece la fila.

-Voy a atender a Lengua Negra y Mentiroso. Ponzoña encabeza la fila.

Dicho esto vuelvo al interior para lavar y curar las heridas de los recién llegados. Sigue siendo una incógnita como han acabado así, pero tendré que esperar a que se recuperen para que puedan explicarse.

- Tiradas (4)
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23/02/2012, 05:31
Caracabra.

Me había pasado parte de la mañana ayudando con los preparativos para las chozas donde se meterían los heridos, siguiendo las órdenes de los Oscuros.
Caracabra limpia el caldero. Caracabra calienta agua. Caracabra prepara un lecho.
¿A caso creían que era de hierro? Yo también había participado en la batalla! Aunque no hubiera tenido la oportunidad de derramar sangre en ella. Pero no había sido mi culpa. Lengua Negra nos había tenido haciendo el ridículo fuera del poblado, para luego hacernos correr hasta aquí y llegar cuando ya había terminado todo. Cuando por fin todo está listo me siento a la puerta de una de las cabañas a descansar. Desde allí veo a mis otros compañeros discutir con Serpiente, aunque desde donde estoy no puedo oír bien la conversación, tampoco me interesa demasiado. Cierro los ojos y dejo que el sol me caliente un poco. Es una sensación agradable.
La tranquilidad dura muy poco. Enseguida el pueblo se llena de soldados de la Compañía que van de aquí para allá intentando obtener su botín. Algunos nos felicitan por nuestro papel en la misión. Sonrío al saber que mi papel ha sido bailotear y hacer ruido, pero claro, eso ellos no lo saben. Mejor así.
Cuando nos ordenan formar me levanto lentamente. Me sigue doliendo todo el cuerpo y ese pequeño rato de tranquilidad no me ha servido para descansar lo suficiente. Me coloco en la fila junto a los demás intentando parecer un guerrero fiero y recio, aunque por dentro me siento como un viejo inútil.
Cuando los soldados llegan con Lengua Negra y Mentiroso no puedo evitar sentir curiosidad.

¿Que les habrá pasado? Les habrán pillado saqueando y algún soldado de la Compañía les ha dado su merecido.

Me sorprendía el caso de Lengua Negra, era un Oscuro y el hijo del Capitán. ¿Quien se habría atrevido a pegarle? Todo aquello era muy raro.
Igual de sorprendente fue que Matagatos designara a Ponzoña para liderar la formación mientras él atendía a los dos heridos recién llegados. Por primera vez su superior sería un K'Hlata, aunque fuera solamente durante unos minutos. Echando un vistazo a mis compañeros me doy cuenta que los mejores guerreros de la promoción no se encontraban allí, estaban todos heridos.

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23/02/2012, 10:55
Ponzoña.

- "De acuerdo, Matagatos." - El antiguo guerrero Hiena suspira con resignación.

- "Hermanos, aquí seguimos, todos quietos. Como hormigas atrapadas en un avispero." -

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23/02/2012, 10:57
Los Caimanes Negros.

Un guerrero de los Caimanes Negros llega hasta la calle donde están formados los Hostigadores, ante las dos chozas de los heridos, y dice:

- "¡Mercenarios! Tenéis que desalojar ya estas casas. Pertenecen a la Nación Caimán." -

El guerrero entra en las chozas de los heridos y los inspecciona todo. Le dice a Matagatos:

- "¡Cuidado con lo que no es vuestro! No os podéis llevar nada de lo que había aquí dentro. Todo es de los Caimanes Negros." -

Después inspecciona la choza donde están los cadáveres de los treinta y dos niños muertos por los Hostigadores:

- "¿Por qué habéis amontonado a los muertos aquí? Hay que sacarlos fuera del poblado y quemarlos." -

El guerrero comienza a gritar órdenes y unas cuantas mujeres Caimán comienzan la laboriosa tarea de llevarse los cuerpos de los niños fuera del poblado para incinerarlos.

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23/02/2012, 11:05
Ponzoña.

Ponzoña mantiene la compostura no sin esfuerzo. Finalmente responde:

- "Como bien has dicho, somos mercenarios. Obedecemos a nuestros mandos. Pronto nos dirán que nos movamos, entonces lo haremos." -

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23/02/2012, 11:09
Los Caimanes Negros.

Por todas partes en el poblado, la situación se está poniendo rápidamente tensa.

La actitud de los Caimanes Negros hacia la Compañía no es amistosa, en algunas partes roza casi la abierta hostilidad.

En la plaza y la parte oriental del pueblo. Mujeres Caimanes desarmadas (porque han dejado sus armas a los hombres de la tribu) recorren las calles y cuando ven algún Soldado con sacos de botín comienzan a tirar con violencia de los sacos para quitarles los sacos.

Hay momentos en que la única alternativa de los hermanos juramentados es dejarse quitar el botín o responder con violencia ante las acciones de las mujeres de los Caimanes Negros.

Los mandos de la Compañía intervienen, ordenando a los Soldados que mantengan la calma y sigan en formación militar de revista, inmóviles e impertérritos.

Con maligna astucia, los guerreros de los Caimanes Negros observan de cerca estas escenas sin intervenir, dejando que sean sus mujeres las que hagan el trabajo sucio, a sabiendas de que a los miembros de la Compañía les costará más rechazar con violencia a mujeres civiles desarmadas.

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23/02/2012, 11:52
Campaña.

Campaña comenzó a inquietarse, la euforia se había disipado parcialmente y su atención se centraba en la actuación de los Caimanes Negros. Continuaba firme y en formación, pero con la protección del casco podía observar la situación mientras pasaba desapercibido. Campaña no llegaba a comprender toda la complejidad del asunto, para otros resultaría evidente el cambio de humor de los Caimanes teniendo en cuenta que acababan de someter al último de sus enemigos, la Compañía Negra dejaba de serles útil en aquel preciso instante. Sin embargo, lejos de esas deducciones, Campaña sólo percibía la hostilidad y los aires de superioridad de los que hasta ahora habían sido sus patrones.

El gigante frunció el ceño bajo el casco y pensó que ningún Caimán le quitaría las cosas bonitas que había recogido en el poblado. Llevaba el escudo sobre la espalda y justo encima las alforjas de la difunta mula de Rastrojo, con todas sus pertenencias dentro, de modo que el emblema de los Tres Castores quedaba oculto bajo las alforjas.

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23/02/2012, 12:56
Sicofante.

Sicofante observaba la creciente hostilidad que comenzaba aparecer en el ambiente. Estaba claro que solo las órdenes de los superiores de la compañía lograban controlar a los mercenarios. Aún así y todo, el tagliano dudaba de que la relación mejorase. 

Lo que estaba claro es que no le gustaba la actitud de la tribu caimán. A decir verdad, a nadie le gustaba. Y no era para menos. Mas ellos eran simples mercenarios, y no eran quienes para juzgar la actuación de la tribu. 

Sicofante se mantiene a la espera de que les diesen nuevas órdenes para seguir con su trabajo. 

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23/02/2012, 13:29
Ponzoña.

- "Mantened la calma, hermanos. Y los que hayáis cogido algo del poblado, procurad guardarlo bien.

Caracabra, Sicofante. Vigilad el carro, si algún Caimán se mete dentro lo echáis a empujones, patadas también si es necesario, pero nada de armas." -

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23/02/2012, 13:33
Sicofante.

Bien- responde. Una cosa era permitir que los soldados de la tribu se quedasen con lo del campamento -ahí poco podían hacer- pero otra muy distinta era permitirles revisar y tocar nuestro carro. Eso no se lo iban a permitir. 

Caracabra, creo que vamos a tener trabajo.

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23/02/2012, 15:03
Caracabra.

!Vale!, no me gusta que se aprovechen de mi trabajo. Pero lo que es el colmo seria, que también nos quieran robar. Me acerco al carro, y espero con cara de pocos amigos. Mientras preparo mi lanza. ¡Todo dispuesto!.

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23/02/2012, 15:50
Los Caimanes Negros.

CAUDILLO IKTARI, LIDER DE LOS CAIMANES NEGROS:

El Caudillo Iktari llega a la plaza central de Tres Castores, donde el grueso de la Compañía Negra está combatiendo un tremebundo incendio que está devorando el templo Castor.

Las llamas amenazan las chozas cercanas, pero la Sargento Vientos ha ordenado a su infantería derruir las más próximas al fuego para atajar el incendio.

En otras partes del poblado hay más incendios, pero los Sargentos Virote y Falce han puesto a sus hombres a trabajar en sofocarlos. Parece que de momento con éxito.

El Caudillo Iktari llega a la plaza central acompañado de sus guardias personales y de sus chamanes. Contempla con seriedad y expresión severa el incendio del gran templo Castor.

Después observa con igual severidad a los miembros de la Compañía Negra que se encuentran reunidos en la plaza, entre ellos el Capitán y su Estado Mayor, el cuadro de magos y las tropas de caballería.

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23/02/2012, 17:02
Guepardo.

¡AHHHHHHHHHHH! - Guepardo despertó sobresaltado y con un dolor terrible en su herramienta de placer. ¡AYUDA, AYUDA! - Gritó desesperado mientras echaba mano a su fabuloso pene. Comenzó a palpar una especie de gasa y el dolor se acentuó hasta límites de locura. Tenía muchas ganas de orinar y, tras un par de convulsiones vació su vejíga mientras intentaba desatar la gasa. Antes de que pudiera terminar de hacerlo su vista se nubló y cayó desmayado en su lecho

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23/02/2012, 18:07
Serpiente.

Tragasapos se acercó hasta nosotros poco después de formar. Tan pronto lo reconocí miré a un lado y a otro, incluso me puse de puntillas para ver por detrás de él.- “Solo él…”- comprendí. Había esperado que junto a él viniese mi maestro, pero los únicos que le acompañaban eran dos hermanos juramentados acarreando las dos razones que lo habían llevado a acercarse a los hostigadores.

Al ver a Lengua Negra inconsciente sonreí, debía ser muy torpe si después de rehuir el combate había resultado herido sin haber luchado. Matagatos, en cambio, prefirió abandonar su puesto para tratar a su primito. Eso sí, antes de hacerlo decidió dejar  en su lugar a Ponzoña. Mientras se alejaba lo seguí con la mirada. No era que me molestase, o quizá sí.

Mientras me decidía sobre si tomármelo como una ofensa o no, los Caimanes Negros fueron llegando. Como las ratas que eran miraban con soberbia al pueblo que La Compañía, y solo ella, había subyugado. A nosotros nos trataban poco mejor. La herramienta que ese pueblo cobarde y débil había utilizado para acabar con sus enemigos les había dejado de ser útil. Incluso pretendían despojar a aquellos que habían arriesgado sus vidas por la victoria, de aquello que habían rapiñado.

- “Y usan a sus mujeres para ello.”- pensé asqueado. A mí no me importaba hombre o mujer, el acero no diferenciaba entre sexos a la hora de hundirse en la carne, los que hacían esa diferencia eran los que lo empuñaban. Nuestros superiores no mirarían con buenos ojos que alguien comenzase una reyerta.

Sonreí.

 - Yo os ayudo- dije a Caracabra y Sicofante. Lo otro lo tenía a buen recaudo, pero el escudo era demasiado visible… Ocultando el emblema apoyándolo sobre mi pierna llevé el escudo hasta el carro y lo tiré en él. Cuando terminé de "ayudar" volví a mi sitio y observé cómo se pavoneaban por el poblado.

Sería tan excitante que otros nos contratasen para acabar con nuestros anteriores pagadores. Así era la vida del mercenario, así de divertida.

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23/02/2012, 21:08
[RIP] Jabalí.

Jabalí se incorporó lentamente, comprobando no solo el estado de su cuerpo tras la batalla sino también la repercusión que la herida que tenía en la pierna no amenazaba con hacerle flaquear, también comprobo el estado de esta, para ver si cicatrizaba correctamente.

Luego echó un vistazo a los alrededores para ver quienes compartían la tienda con él.

¿Como estaís?