Partida Rol por web

Llegas tarde, Serpiente-dice Rastrojo, tras incorporarse de su posición en cunclillas tras la mula de Sacorroto, a la que estaba desparasitando como un mono-. Los he apaciguado dando a los pequeños Castores el sacramento. Los cuerpos vacíos están completamente desligados de sus espíritus y su impronta ha sido borrada. De poco te servirán ahora para tus rituales mágicos: la carne humana, una vez sellada, tiene tanto de especial como la de nuestros Mordiscos.

Te lo dije, traidor. Ahora que sé que vas en contra de la Compañía, no te lo pondré fácil...

En realidad Rastrojo no había planeado nada de antemano. Simplemente estaba justificando sus actos como si hubiesen sido blandidos contra Serpiente. Tampoco tenía mucha idea sobre magia "salvaje", no se ocupó de prestar atención al tema al ser la magia de los espíritus muy superior. Así que era posible que en realidad el ritual previo de Rastrojo no supusiera ninguna impedimenta para las artes oscuras del oscuro.

¿Qué opinas ahora de la magia chamánica, Serpiente?-preguntó desafiante.

- "Buenas. ¿Alguno tiene vino? ¿Es que estos malditos Castores no beben vino? ¡Por la barriga colgante y fofa de la Hiena, necesitaría un buen trago de vino!" -

CABO LEMUR, SEGUNDO PELOTON, INFANTERIA:

- "Centinela, hace dos años no sabías lo que era el vino, ahora lo buscas allá donde vas. ¿Por qué no vas a saquear algo antes de que no quede nada?" -

- "Ah, vosotros sois los Hostigadores. A muchos no tengo el gusto de conoceros. ¿Dónde está vuestro jefe?" -

- "¡Sí, Cabo! ¡Si no ordena nada más, la Soldado Centinela se retira!" - Lo dice aparentemente seria, pero reprimiendo una sonrisa. Después se marcha corriendo antes de que su Cabo le diga nada.

CABO BERRINCHE, TERCER PELOTON, EXPLORADORES:

- "Lemur, no atosigues a los Reclutas justo tras su primera batalla, hombre.

Y que tus hombres no se pasen con el pillaje, tal y como ha relatado Grito, el chico de tu colega Barril, hoy la Infantería apenas se ha lucido. Ni siquiera has manchado tu espada." -

¿Qué si recorría el poblado hallaría muchos?

Casi me atraganté al escuchar las palabras de Ponzoña. No había duda de que buscaba entorpecer mi búsqueda, y los dos que guardaban silencio a su lado tampoco parecían muy colaboradores. ¿Qué lealtad les debían a esos estúpidos Castores? Había sido nuestros enemigos, nosotros los habíamos aplastado, mutilado y destripado sin ningún remilgo; era más, ya no eran hombres, eran muertos, sacos de carne y huesos… Y aun así protegían sus cuerpos de lo que creían que era un potencial peligro: Yo.

Me gustaba la desconfianza, así que sonreí, aunque en mi rostro no tardó en reflejarse la incredulidad cuando Rastrojo y sus bobadas hicieron acto de presencia.

- ¿Qué opino?- respondí cuando recuperé la compostura.- Muchas cosas, una de ellas que algunos la desprestigian con su práctica.- Sonreí.- Pero tú debes saber donde están esas carcasas vacías que tu mismo has vaciado, ¿no? Llévame hasta ellas y te diré todo lo qué opino de la magia chamánica. Tú R’Gaa ven también, Rastrojo teme estar a solas conmigo.- Miré a Sicofante y después a Ponzoña deteniéndome algo más en el primero.- Si vosotros también queréis venir no habrá ningún problema.

Ya habían acabado de recoger los cadáveres. Había cerrado los ojos a todos aquellos a los que movía de sitio antes de nada, pensando que quizás así la muerte sería más llevadera para ellos, que descansarían en paz. 

"Esto ya está"- escuchó decir a Sicofante. Se volvió y le sonrió dulcemente. No le dio tiempo a decir nada pues Serpiente entró furibundo en la choza preguntando por los "suyos". La verdad es que no sabía bien a qué se refería, así que lo miró confusa. Y Ponzoña se le adelantó en contestar. Sintió como Sicofante también se acercaba a ella. Se sintió protegida. 

-Como bien acaban de decir, tus parientes están en la choza de al lado cuidando de los enfermos. Si preguntas por los cadáveres... hay demasiados. No podríamos reconocer a los que tú has matado. Además, a los muertos es mejor dejarles descansar en paz.-Entonces él propuso que fuese con él para acompañar a Rastrojo.- Estos muertos merecen una sepultura digna. Han luchado como guerreros, aunque sólo fuesen unos niños. No merecen ser tratados simplemente como unos sacos de carne sin más valía. Déjalos en paz.-dijo quedándose quieta en el sitio, desafiante, sin tener pensado mover un dedo para ayudar a Serpiente a hacerse con ningún cuerpo. Esperaba que los demás le apoyasen y no permitiesen que el mago trastornado se saliese con la suya. 

El Cabo Lemur le sonríe al Cabo Berrinche.

- "No creo que nadie pueda impedir a mis chicos que cojan una cosa o dos por ahí. Yo al menos no lo intentaría.

Vaya, es extraño este brujo. Parece que incluso a los magos novatos les gusta dar la nota igual que a sus mayores." -

Voy pasando de un herido a otro examinando sus heridas y revisándolas cada cierto tiempo por si se presentara alguna anomalía. Khadesa me ayuda en la choza en la que se encuentran Uro, Peregrino y Guepardo, mientras yo reparto mi tiempo también en la otra choza donde están Loor, Attar y Jabalí.

Quizá alguien pueda ayudarme en la otra choza, así siempre habría alguien con los heridos cuando yo no estoy por si se presentara una urgencia.

Cuando salgo hacia la otra choza veo a muchos de mis compañeros reunidos mientras hablan. Parece que Serpiente les reclama algo. Viene a mi memoria la extraña petición que nos había hecho la noche anterior y puedo imaginarme cual sería la reacción de los otros si quiere llevar a cabo sus deseos. Serpiente había cumplido con creces las expectativas que tenía sobre él durante la batalla, si por mi fuera le dejaría dar rienda suelta a sus deseos por mucho que no me gustaran demasiado. Afortunadamente Lengua Negra había terminado la conversación con Serpiente y Rastrojo sin haber llegado a ningún acuerdo con ellos ante la poca disposición que mostraban. Tendrían que arreglarse el sólo, además otros asuntos me apremiaban más ahora mismo. Mientras me acerco al grupo puedo observar como la Compañía ya ha tomado completamente el pueblo de Tres Castores y los soldados se están dedicando al pillaje, algo normal tras un combate. Puedo reconocer algunas caras conocidas, incluso alguno se cruza conmigo y me saluda felicitándonos por nuestra labor hoy. No les presto demasiada atención tampoco, ya podré disfrutar de la victoria cuando mis compañeros estén fuera de peligro.

-R'Gaa ¿Podrías acompañarme a la choza donde se encuentran Loor, Attar y Jabalí? Necesito a alguien que se quede con ellos cuando yo no estoy.

R'Gaa me había dejado la aguja y el hilo parecía dispuesta a ayudar. Quizá tuviera algún conocimiento de medicina, aunque hasta ahora no lo había demostrado. Tampoco hacía falta ningún experto para lo que la requería. Solo alguien que me avisara si se planteaba alguna dificultad y que pudiera atender las necesidades básicas de los heridos.
Interrumpo la conversación sin preocuparme siquiera por averiguar de que están hablando realmente, tan solo quiero alguien que me ayude con los heridos.

-Un golpe de suerte. Digo haciendo un poco de énfasis en la palabra golpe mientras examino con detenimiento las heridas de Peregrino. Un agujero en el pie, donde le clavaron una lanza y una herida en el abdomen. Son aparatosas pero en ningún momento deberían ser preocupantes para su integridad. Tienes una espada magnífica, me alegro que esté de nuestra parte. Había visto la espada al entrar en el poblado. La hoja era curva y parecía muy fina y extremadamente afilada. Era obvio que había abatido a varios niños por la cantidad de sangre que recorría el filo. Peregrino nunca dejaba de sorprenderme para bien.

TRANSCURREN ALGUNAS HORAS.

MEDIODIA.

Dagotán ve que Campaña se ha agenciado un escudo con la pintura de los Tres Castores en su superficie de madera forrada de cuero. El gigantón también ha cogido cuatro mantas de invierno y un fardo de telas de buena calidad con las que se pueden hacer vendar o coser vestidos.

Por un momento, parece que Dagotán vaya a reprender al hijo de Herrero por saquear siendo un Recluta, pero Campaña le sostiene serio la mirada.

Finalmente, Dagotán sonríe con una amplia sonrisa y le da una palmada en sus anchas espaldas.

Para la mayoría de los Oscuros, resulta imposible no sentir cariño por Campaña.

Tras felicitar a los Hostigadores, Dagotán sigue patrullando el poblado.

Ojopocho regresa a la zona de las chozas controladas por los Hostigadores, va cargado con un saco abarrotado de botín.

Con su sigilo de explorador elude ágilmente a todos los Soldados con los que se cruza.

Al llegar junto al carro, la temible Soldado Divisora está presente, felicitando a Sicofante por el trabajo de los Hostigadores, sin saber que él apenas ha tenido ningún papel y que ni siquiera es oficialmente un Hostigador.

Ojopocho se paraliza en el sitio, convencido de que Divisora le ha visto con su saco repleto de botín y que le va a decir algo... Pero entonces Divisora mira para otro lado y con un rapidísimo movimiento, el explorador antiguo miembro de los Caimanes Negros desliza el gran saco en el interior del carro.

Después se aleja del carro, disimulando.

OJOPOCHO:

Botín saqueado:

1. Escudo de los Tres Castores.
2. Cestas: 3.
3. Manta de buena calidad.
4. Equipo de curandero.
5. Bolsa de cuero: 42 piezas de plata.
6. Mantas de invierno: 4.
7. Tasajo de buey: 4.
8. Queso curado: 4.
9. Escudo de los Tres Castores.
10. Fardo de tela de buena calidad.
11. Pieza de lomo de cerdo ahumado.
12. Fardo de tela de buena calidad.
13. Escudo de los Tres Castores.

CAMPAÑA:

Botín saqueado:

1. Escudo de los Tres Castores.
2. Mantas de invierno: 4.
3. Fardo de tela de buena calidad (se pueden usar para hacer vendas o para confeccionar vestidos).

- En un momento dado, el Cabo Lemur ve a Serpiente agachado entre los muertos, rebuscando cosas de valor, mientras toquetea los cadáveres de un modo que resulta a la vez obsceno y siniestramente inquietante.

- El Cabo escupe y aparta la mirada, asqueado.

SERPIENTE:

Botín saqueado:

1. Tasajo de oveja: 6.
2. Escudo de los Tres Castores.
3. Cuchillos: 3.

Pese a sus graves heridas, Uro recorre la choza en la que le atiende Matagatos junto a Peregrino y Guepardo, y saquea algunas cosas que piensa le pueden ser de utilidad.

En un momento dado, Matador entra en la choza para ver cómo están los heridos y descubre a Uro recogiendo cosas que ha saqueado.

Uro le sostiene la mirada al Soldado del Pelotón de Infantería, una mirada de abierto desafío.

Finalmente, Matador suelta una estentórea risotada y le dice a Uro:

- "Está bien, mañana podrás llamarme hermano." -

URO:

Botín saqueado:

1. Cuerda de cáñamo, 20 metros.
2. Escudo de los Tres Castores.
3. Escudo de los Tres Castores.
4. Bolsa de cuero: 80 piezas de cobre.
5. Lanzas cortas: 3.

- De repente, comienza a escucharse un tremendo estrueno de tambores justo fuera del poblado.