Partida Rol por web

La sala de duelo seguia estando como muchos de vosotros recordabais, con la mesa cubierta con el tapete de duelo en el centro y sillas pegadas a las paredes para que puedan observarse los combates. Hacia años que nadie resultaba muerto, pero de todos modos seguian siendo impresionantes.

Muchos alumnos andaban cuchicheando de arriba para abajo mostrandose los ultimos trucos aprendidos durante el verano.

De pronto la puerta del aula se abre y se cierra dejando entrar a un hombre menudo con gesto petreo y ojos frios. Los alumnos se abren a su paso dejando que suba a la tarima. Con movimientos certeros va encendiendo una a una las velas de la sala y las ventanas se van cerrando.

- Dejad las charlas, dejad los apuntes, dejad las risas -se gira en el extremo opuesto para ver a todo el club- dejad de respirar si yo no os lo mando.

Mira a todos y ve que un alumno estaba susurrando algo a otro, le apunta con la varita y el chico sale lanzado contra una pared donde aparece una mordaza magica que lo aprisiona y le impide hablar.

- Asi estara mas en silencio -mira a todos uno a uno- Bienvenidos un año mas al club de Duelo. Soy el profesor Scrooge y ademas soy el presidente de aqui el presente club. En este club aprendereis a fortalecer vuestra magia para evitar que os ataquen o a pasar un hechizo a traves del agujero de una aguja.

Hoy practicaremos dos hechizos concretos. Aquascuutum y Diffindo. Reuniros en parejas y comenzad a practicar, luego pondremos en grupo las practicas.

Hace un par de gestos con la varita liberando al joven estudiante, luego le señala con el dedo como advirtiendole.

Otro día mas veo las caras de mis 'aliados' en el club de Duelo, aunque para ser sincero solo tres de ellos me inspiran confianza, no es que tenga nada en particular contra el resto pero son los pequeños detalles los que te llevan a estar mas cerca de unas personas que de otras.

Como casi siempre me encuentro mas bien apartado, no es algo físico ya que estoy con todos, pero sí que no formo parte de ninguno de los corrillos que se han formado. Cuando el señor Scrooge entra en la sala mi vista se fija en él, comienza a hablar y amordaza a un chico que no ha sido lo suficientemente rápido a la hora de hacerle caso; todo en él me recuerda a mi padre, con la cara como una máscara noto como un escalofrío recorre mi espalda ante ese pensamiento, rápidamente lo aparto de mi mente, asistir a las clases de duelo es algo imprescindible para alguien como yo.

De los hechizos que propone para hoy el primero no me suena pero del segundo, aunque nunca lo he realizado, he visto los resultados en mas de una ocasión. Mi vista se pasea por los congregados buscando alguien con quien hacer pareja, lo mejor sería un compañero de Slytherin aunque quizás pueda ponerme con Ravenclaw, y saber si hay nuevas noticias.

Alister observo como el profesor llego pidiendo atención, y estaba claro que si uno asistía a ese club la atención era algo que debías de tener siempre presente.

Cuando pidió que los alumnos se separasen dio un giro y echo un vistazo a los alumnos, casi todos estaban en grupos, y antes de que nadie pudiera decirle nada vio al señor Black solo.

Muchas veces habían luchado el uno contra el otro, tanto en ese club como en el de ajedrez mágico estaban cada cierto tiempo midiéndose el uno contra el otro. Era una sana rivalidad, pero rivalidad al fin y al cabo.

Black.

Dijo sin miramientos al tiempo que caminaba con tranquilidad hacia su compañero varita en mano. Cuando estuvo a unos cuantos pasos de su compañero adopto una postura de duelo, flexionando ligeramente las rodillas, dejando los brazos en posición, sin que estuvieran ni engarrotados, ni completamente laxos.

Luego miro a contrincante, invitándole a hacer el primer pase.

No me da tiempo a pensar en nada mas cuando una voz conocida pronuncia mi apellido, me giro con una ceja alzada y una expresión de seriedad e indiferencia, observo los movimientos del otro chico y asiento levemente con la cabeza antes de sacar la varita del bolsillo interior de la túnica con un fluido movimiento.

- Ravenclaw.

Mi posición es la que siempre adopto en los combates, las piernas un tanto separadas, el cuerpo recto pero para nada tenso y mirando un poco de lado a mi oponente para ofrecer la mínima superficie de impacto; los brazos caidos a los costados y la varita apuntando al suelo. El reto está aceptado.

Los estudiantes se apresuran a buscar pareja para empezar a practicar y se colocan frente a frente separándose unos metros. La gran mayoría de ellos no conocían los hechizos de antemano, pero la mirada del profesor de Encantamientos no deja lugar a discusiones y los que ya están acostumbrados a su talante encuentran esta como una buena oportunidad para ampliar sus hechizos.

Entre el grupo hay dos que claramente si los conocían. Los realizan muy bien y más que practicar compiten entre ellos para ver quien es el primero en caer. A cada asalto cambian de hechizo, intentando atacar al otro antes de que pueda alzar el Aquascuutum para defenderse. Muchos novatos les miran de reojo, intentando aprender de ellos los movimientos correctos.

Helene se había llevado amabas manos a la boca para acallar un gritito que temió dejar escapar al ver al profesor amordazar a un cuchicheante.

Tragó saliva y volvió a mirar hacia el profesor bajando las manos, no quería mostrar su sobresalto más de lo necesario, y sobretodo rezó para que el profesor Scrooge no se hubiese fijado, de entre todas las caras allí presentes, precisamente en la suya.

Cada año vuelve más severo pensó caso obligadamente por el tono de sus palabras y la contundencia de sus movimientos.  Aunque era precisamente aquella severidad, dureza y necesidad de perfección que exigía en profesor lo que hacía que a Helene el latiese el corazón y la llenaba de motivación, necesitaba aprender rápido y superarse en cada lección; vivía las clases con intensidad, dentro del aula casi se tratara de supervivencia.

Cuando el profesor les indicó los hechizos Helene sabía perfectamente de cuales se trataba aunque nunca los había llevado a la práctica. Intentó repasar mentalmente todo lo que había leído y todo lo que su padre le había explicado sobre ellos y se reprochó no haberlos practicado ese verano  como su padre le había insistido tantas veces. Pero sabía que si volviese a verse en esa situación tampoco los practicaría, se había dedicado todo el verano a mejorar su técnica en Quidditch, y aquellos días no los cambiaría por nada.

Algunos estudiantes empezaron a emparejarse, le hizo especial gracia comprobar que la rivalidad Black-Ravenclaw seguía en el orden del día y ella le dedicó una mirada fugaz a Tracy. Llevaba tiempo evitándola inconscientemente, sabía que algún día tendría que medirse con ella, sobre todo si amabas aspiraban a ser auroras, pero siempre esperaba que ese día no fuera hoy.

- Diffindo – le dijo a Alan llamando su atención – Corta. – le advirtió más que porqué creyera que no lo supiera por expresar su preocupación. Cierto era que pocos de los allí presentes sería capaz de realizar el hechizo con gran maestría, y que aun así los cortes que realizaba ese hechizo eran leves pero dañaban al fin y al cabo.

-¿Te animas? – le propuso finalmente sacando su varita para formalizar esa petición de duelo.

Alister vio que su reto era aceptado, y la posición de Black como siempre era acertada.

Nuevamente se concentro en los hechizos que tenía que lanzar, estaba seguro de que ese de día sería algo doloroso, porque esos hechizos no los había practicado en absoluto.

Asintió en un imperceptible movimiento de cabeza, que indicaba que estaba listo, a partir de ese punto seguramente los hechizos se pondrían en movimiento y no habría espacio para la cortesía.

Visualizo los dos hechizos que se han de lanzar y rápidamente hago los movimientos mentalmente, veo como mi contrincante asiente imperceptiblemente y sin esperar ni un segundo me lanzo al ataque.

- Diffindo.

El tono de mi voz es un poco mas alto de lo normal, es un hechizo que no he practicado y no quiero arriesgarme a hacerlo mal, parece que me sale bastante bien para ser la primera vez que lo lanzo.

El club de duelo se presentaba tan divertido como de costumbre. Para mí era casi como un juego, uno un poco peligroso a veces, pero un juego al fin y al cabo. Y como en cualquier juego en que había un ganador y un perdedor, daba todo de mí. Esperé algo impaciente a que el profesor Scrooge nos diese las indicaciones. Con los años había aprendido a mantener la boca callada y no pude evitar sonreír al ver al pobre alumno contra la pared. Me traía buenos recuerdos.

Miré alrededor y no tardé en encontrar contrincante. ¿De verdad tienes que preguntar? Dije, dedicánole una sonrisa traviesa a Helene. La verdad, no era el mejor en duelo, pero al menos lo intentaba. Sabía que la chica se estaba entrenando para ser aurora y era bastante probable que me ganase, pero un reto era un reto y no podía negarme a practicar con mi mejor amiga. Sería divertido.

En guardia! Dije, animado, mientras sacaba la varita.

Alister levanto la varita a buena velocidad, daba por sentado que el ataque de Black seria raudo y certero, pero también sospechaba que no dominaba el encantamiento lo suficiente para adelantarse a él.

Se equivoco, su escudo de agua se formo decimas de segundo después de que él hubiera recibido el ataque.

Mientras caía al suelo de culo, el agua de su hechizo perdía tensión, y además del golpe en el pecho, y el choque contra el suelo, le cayó encima el contenido de un cubo de agua.

Sin duda el profesor Scrooge estaría satisfecho, y el no pretendía mostrar debilidad, o que le había molestado la maestría de su compañero.

Todo lo contrario, le parecía estupendo que uno de sus mayores competidores mostrara esa habilidad, porque era su referencia para esforzarse.

Pero en vez de levantarse, le tendió la mano para que le ayudara a ponerse en pie. Un gesto de caballeros, y un momento estupendo para comentarle algo sobre la investigación.  

Observé la entrada del profesor Scrooge, tan severo como siempre. No me pareció que la demostración de poder con aquel chico al que lanzó contra una pared y amordazó fuese necesaria, pero era un precio a pagar por venir a sus clases. Y sus clases eran algo que merecían la pena.

Un poco tenso escuché las indicaciones que nos dio, y durante un momento me planteé enfrentarme directamente a Lestrange. Sin embargo la idea de que él o cualquiera de su grupo podía notar algo distinto en mí no me gustaba nada, así que dirigí mi mirada a Tracy. No haría falta más. Una mirada y una media sonrisa, y ambos sabíamos lo que estaría por venir.

El rostro de Tracy continuaba contorsionado en una clara mueca de lo que opinaba de lo que había sucedido con el profesor Scrooge. Parecía ya un enorme tiempo atrás en el cual ella misma había sido alguna vez objeto de del profesor, por manifestar con voz o con acciones lo que opinaba sobre aquel comportamiento innecesario, ridículo y absolutamente abusivo por parte de un hombre que procuraba convertir su autoridad en algo parecido a la tortura. Esto no es disciplina, pensaba Tracy, sus cejas casi a la altura de sus pestañas. Esto es simple sadismo.

Sin embargo, la Gryffindor se había disciplinado a sí misma a lo largo de los años para no vocalizarlo, aunque jamás silenciaba todas las palabras que decían sus ojos ni sus nudillos alrededor de su varita. Su padre, con todo lo que era y podía hacer su padre, nunca habría hecho nada como eso. Su padre, de hecho, le hubiera dicho un par de cosas a aquel hombre y no todas con palabras.

- ¿Te encuentras bien? - dijo, su voz firme y baja pero no un susurro, acercándose al ex-amordazado. Que Scrooge dijera lo que quisiera, y que se fuera al infierno si hacía falta.

Esperando aquella respuesta captó, por el rabillo del ojo, la mirada fugaz de Helene. ¿Aquello era una invitación, quizás, por fin? Estaría encantada de aceptarla. El duelo para Tracy no era una instancia de exhibición sino una de aprendizaje, una de superación, y había pocas personas con las que se le ocurría que pudiera aprender más que con la hija de otro Auror. Sin embargo, no, la Hufflepuff se volvió hacia Alan Coot, como usualmente. Aquello le resultaba incomprensible a Tracy, hoy como tantas otras veces. Un poco más allá, vio como Alphard y Alister comenzaban a enfrentarse, y como Alphard destrozaba al Ravenclaw.

El rostro de la Gryffindor permaneció impasible mirando en aquella dirección, del mismo modo que se había mantenido al entrar e identificar a Alister entre el resto de los asistentes. Dirigió luego su mirada a los demás, antes de volverla a Ingo y encontrarlo mirándola. Sus labios, que habían permanecido apretados en una línea hasta ese momento, se extendieron en una media sonrisa refleja. Asintió, por supuesto. Dio dos, tres pasos hacia donde debía, para posicionarse en línea recta a Ingo, y extendió hacia adelante la varita que de pronto tenía en la mano. Adoptó una posición de guardia no vistosa, práctica a todos los extremos, las rodillas apenas flexionadas y recargando su peso no en los talones sino en la punta de los pies.

- Vamos, Ingo - dijo, una invitación, una provocación o un aliento - Adelante.

Helene le devolvió la sonrisa a su amigo, aunque ella no era traviesa ella sonrió encantada, ilusionada y algo alegada. Aquella naturalidad de Alan al tratarla le permitía ser sincera con él y consigo misma y aquello era uno de los secretos de porqué se habían hechos buenos amigos.

Los mejores sin duda. Replicó su parte más pretensiosa.

Helene adoptó una posición de combate relajada a pesar de que su mente le insistía en que aquello no era una buena idea, flexionó un poco la rodilla más adelantada y se llevó su varita a los labios para darle un fugaz beso antes de empezar casi como  si le dedicara una plegaria a la suerte.

 - Cuando quieras. -  le invitó divertida disponiendo la varita hacia él y ahora si cambio su sonrisa sincera por una un poco más pícara.

Veo como el hechizo impacta con potencia en Ravenclaw, por suerte tanto ímpetu en la realización correcta ha dado como resultado que es mayor el impulso del golpe que el daño en sí; la verdad es que no tenía ningunas ganas de dañarlo, me alegro, miro la varita en mi mano y unas viejas palabras acuden a mi recuerdo, sonrío con una ceja alzada y me acerco a mi oponente que está en el suelo con la mano levantada.

- Inauguro bien el marcador este curso.

Es una clara alusión a la pequeña competición que llevamos desde hace un par de años y de la que todos son conscientes, cambio la varita de mano y le tiendo la diestra para ayudar a que se levante.

- ¿Al mejor de tres?

Pregunto devolviendo la varita a su mano mientras puedo ver como a nuestro alrededor se han formado varias parejas, entre alumnos de las mismas casas por supuesto, y van a comenzar sus respectivos duelos.

Asiento al levantarme.

Al mejor de tres.

Digo rápidamente, y luego me quito el agua de la cara. 

Cuando se tapa la cara aprovecha para comentar con sutileza.

Reunión del club esta noche, y otra con Profesor amigo el viernes.

Luego se quita la mano de la cara y sacude su ropa. 

Luego se sacude la ropa que esta empapada, y se aleja unos pasos para empezar el segundo asalto del duelo.

Sin duda, estaba claro que Alister no estaba teniendo el mejor día de todos, pero al menos se lo tomaba con optimismo. 

¿Listo?

Cuando veo el estado en el que ha quedado y despues de que se seque la cara, hablo sin levantar el tono.

- Si quiere secarse un poco... - comento mirando sus ropas mojadas y por consiguiente mas pesadas - no quiero tener ventaja.

Ante su mirada y sus acciones, yo tambien retrocedo unos pasos y adopto la misma posición que antes.

- Listo.