Partida Rol por web

Escuché con calma las palabras de Alice mientras trabajaba. No éramos los mejores amigos, pero la costumbre de los veranos en la librería de sus padres me había hecho ver que su criterio era como para tener en cuenta. Si algo de lo que dijo me pareció poco correcto, no lo demostré, aunque sí asentí en varias ocasiones.

Luego, cuando me devolvió la pregunta, me tomé un instante para contestar.

—No lo sé —confesé, dedicándole una mirada antes de seguir con la poción—. No los conozco en absoluto, y la verdad es que me causan desconfianza —dije con sinceridad.

—En el caso de ella creo que se me ha pasado. No era por nada fundado, supongo que por su cercanía con el grupo de Riddle. Lo de él en cambio me escama más. No me gusta que me pongan a prueba, y él lo ha hecho con todos. Y la forma en que se ha convertido en el capitán del equipo de quidditch cuando sólo lleva unas semanas en él me da que pensar.

—No lo digo para que desconfíes tú, ni nada, pero quería saber qué pensabas —expliqué antes de seguir trabajando.

-El profesor Dumbledore confía en ellos -repetí, levantando los ojos de la mesa por un momento para dedicarle una sonrisa a Ingo-. Para mí eso por sí solo ya sería suficiente, pero además es que creo que están haciendo todo lo que pueden, aunque su actitud no haya sido quizá la mejor. 

Acerqué mi rostro al pergamino. 

-Trocea eso un poco más pequeño, por favor, así se ablandará más fácil -dije, antes de retomar el tema anterior-. Creo que ellos se sienten un poco apartados de los demás. Al fin y al cabo mucha gente los mira mal sólo por ser Slytherin... Pero eso es una tontería. Puede que nos pusiera a prueba, ¿pero no has pensado que a lo mejor fue sólo porque él tampoco se fiaba de nosotros? Ellos están arriesgando mucho, en cierta forma más que los demás, es normal en cierta forma que quisiera estar seguro de que podía confiar. 

Me encogí de hombros y luego seguí con el otro punto que Ingo había mencionado.

-Y lo del equipo... Los Black son una familia muy influyente y rica, no tiene tampoco nada de raro que hayan movido hilos para que su hijo sea el capitán del equipo. A nosotros nos viene bien, porque así Alphard podrá tener más movimiento para salir del castillo con la excusa de entrenar o algo. 

Había hablado un montón de seguido y suspiré, pero antes de callarme busqué los ojos del griffindor una vez más.

-Ellos no son el enemigo, son nuestros aliados. Es mejor que no gastemos fuerzas desconfiando de los que nos ayudan.

Aún mientras estaba trabajando en la poción se me escapó una mirada hacia Alice cuando repitió lo del profesor Dumbledore. No protesté ni dije nada, pero fue evidente que para mí eso no era suficiente. Procedía a trocear, como ella pedía, las cosas más pequeñas, y luego seguí escuchando las cosas que ella decía. No estaba muy conforme con algunas cosas, pero otras me daban qué pensar. Fue evidente que lo del equipo no me pareció bien en absoluto, pero también estaba claro que eso no tenía que ver con la desconfianza: Alice sabía de mi origen no precisamente adinerado, y el hecho de que alguien se hiciera capitán sólo por el dinero de su familia me parecía bastante rastrero.

—Puede que tengas razón en algunas cosas —dije entonces—. Pero no es sólo por ser Slytherin, que también —señalé—. Desde el principio han sido los que menos han compartido de lo que han hecho y de sus planes. —Después de eso hice una pausa—. Aún así intentaré verlo desde ese punto de vista y le daré algunas vueltas —prometí, mirando durante un instante a la Ravenclaw.

—Por otro lado, mientras no tengamos más claro lo de la Oclumancia y la Legeremancia es cierto que nosotros podemos creer que tenemos infiltrados dentro del grupo de Riddle, pero no sabremos si él los tiene en nuestro grupo —expuse. No quería sonar paranoico, sino más bien precavido.

Después de eso di un par de pasos hacia atrás, ya con aquella parte lista.

—Esto ya está —le dije antes de pasar a otro tema—. Otra cosa que podríamos hacer es prepararnos por si hubiera alguna confrontación, tener en cuenta qué podemos hacer cada uno, y todo eso. Y no iría mal que ya que no estás en Duelo aprendieras algún hechizo de protección —propuse ofreciéndome—. ¿Conoces el Salvio Hexia?

Eché un vistazo al caldero donde las sanguijuelas estaban ya cociéndose y luego me apoyé un poco en la mesa, mientras seguía escuchando a Ingo. 

—Creo que si tuviéramos un espía entre nosotros, el profesor Dumbledore lo sabría —respondí, insistiendo en mi lealtad incondicional hacia mi mentor una vez más. 

Después lo miré con interés cuando habló de prepararnos entre nosotros, sintiendo ese cosquilleo familiar de curiosidad recorriendo mi estómago. Pero negué con la cabeza.

—No lo conozco, pero creo que Charlotte sí que lo sabe. A mí no me gusta mucho pelearme y quiero pensar que mientras no me quede sola y esté siempre con uno de vosotros estaré a salvo. En realidad estoy dedicando casi todos mis esfuerzos en perfeccionar mi habilidad en Intellego para poder aprender Legeremens algún día —confesé, haciendo una pequeña mueca al pensar que estaba resultando más laborioso de lo que había pensado al empezar. Aunque eso no era un impedimento en sí, más bien al contrario, me acicateaba para seguir adelante—. Cuando lo consiga creo que nos será muy útil. 

Entonces le dediqué una mirada cargada de cierta determinación. 

—Pero si quieres que te ayude a aprender alguno de los que yo conozco estaré encantada. Se me da bien enseñar. ¿Conoces Cripsis? ¿O Auris Magna?

No pude evitar sonreír un poco al ver una vez más la fe que Alice tenía en el profesor de Transformaciones. Sólo podíamos esperar que tuviera razón. Asentí a sus palabras, dándolas por buenas y dejando que la desconfianza dejase de estar en toda mi cabeza para ocupar sólo una parte de mi cerebro.

Luego, cuando prosiguió hablando, asentí a sus palabras.

—Si alguna vez Charlotte está ocupada y necesitas algo, házmelo saber —le dije con una mezcla de la familiaridad de un amigo y la seriedad de quien se está ofreciendo como guardaespaldas. Después seguí escuchando.

En cierta forma me pareció admirable que tuviera un objetivo tan claro y que estuviera dejando todo de lado para ir a por él. Y era cierto que nos iba a ser útil. Con un hechizo como ese en su poder las cosas serían mucho más sencillas.

—Legeremens podría aclarar mucho las cosas —enuncié dándole la razón, decidido a no insistir más. Con su oferta posterior, sin embargo, me quedé mirándola un instante antes de responder.

—Auris Magna —respondí—. Si hiciera falta Cripsis para algo, como cuando nos colamos en la Sala Común de Slytherin, me lo puede hacer cualquiera de vosotros. Pero Auris Magna no.

En ese momento eché un vistazo a la poción. Ya habíamos acabado con lo que teníamos que hacer por ahora, y lo cierto era que no me apetecía demasiado irme a la Sala Común o a cualquier otro sitio a seguir dándole vueltas.

—¿Crees que tardaríamos mucho? —pregunté—. ¿Quieres empezar ahora?

Sonreí con calidez ante su oferta.

—Gracias. Lo tendré en cuenta. —Y lo decía en serio. No me gustaba ser una molestia, pero era consciente del peligro de la situación en que nos encontrábamos y no iba a rechazar la ayuda de un compañero, para eso éramos un equipo. 

Valoré el estado de la poción, que ya no nos necesitaría en un largo rato, y la hora que era y finalmente asentí con la cabeza. 

—Claro, te puedo enseñar ahora un rato. Así le echamos un ojo mientras tanto a la poción. Auris Magna entonces... Es un hechizo cuya duración dependerá de tu concentración, en cuanto dejes de estar atento lo perderás y tendrás que repetirlo. Pero bueno, vamos allá. Trata de imitarme.

Saqué la varita del bolsillo de mi túnica y esperé a que él hiciese lo mismo. Entonces moví la varita en el aire. Primero muy despacio, haciendo los pases apropiados a cámara lenta y fijándome en si Ingo los repetía correctamente. 

Recibí el agradecimiento de Alice, y asentí sin darle más vueltas. Cubrirnos unos a otros era lo mínimo que podíamos hacer, la verdad.

Acto seguido, cuando aceptó enseñarme, me coloqué frente a ella y saqué mi varita. Presté atención a sus palabras y asentí tras haberlas comprendido. Después comencé a imitarla.

Por un momento toda la preocupación que cargaba sobre mis hombros se me hizo un poco más presente al darme cuenta de que estábamos tal y como habíamos empezado: en la clase de Criaturas Mágicas, antes de que toda esta locura comenzase, también hacíamos uno de espejo del otro. En aquel entonces las cosas eran muy distintas, y el cómo habían cambiado me hacía sentir como si hubieran pasado meses.

No tardé en volver a centrarme, repitiendo sus movimientos.

—Corrígeme cualquier cosa que veas —le pedí, a pesar de que no creía que fuera necesario.

Asentí con la cabeza y mis ojos se fijaron detenidamente en su forma de realizar los pases. Cuando me pareció que ya los estaba haciendo correctamente, añadí la voz, pronunciando con cuidado el hechizo para que Ingo pudiese repetir la misma modulación.

—Auris Magna. 

Durante el rato siguiente, repetiría el hechizo todas las veces que fuese necesario, supervisándolo a él, hasta que terminase por hacerlo a la perfección.

Me empleé lo mejor que pude en ese rato, intentando no distraerme y repetir exactamente los gestos de Alice una y otra vez. Para cuando me sentí satisfecho con el resultado asentí, dando por zanjado el asunto. Era cierto que era buena profesora.

—Muchas gracias —le dije con sinceridad. Además no estaba acostumbrado a que la gente en general me tratase bien, y tanto las Battletower como sus padres siempre se habían portado.

Dicho eso eché un vistazo a la habitación y me dispuse a dejar una nota por si alguno de los otros pasaba por aquí. No estaba seguro de si podían entrar sin que Alice abriera la puerta, pero por si acaso.

POCIÓN EN PREPARACIÓN.

No tocar.

Después dediqué una mirada a Alice, esperando su aprobación o algún otro tipo de comentario antes de hacer un gesto hacia la puerta.

—Creo que es todo por ahora —le dije—. Voy a irme yendo, tengo... —empecé antes de emitir un suspiro que ocultaba mal todo lo que me estaba pasando—. Mucho que hacer.

Cuando el hechizo ya le salía tan bien como a mí, me di por satisfecha y guardé la varita en el bolsillo de mi túnica. Asentí después con aprobación al ver la nota de Ingo. Así nadie metería la mano en la poción sin preguntar antes, o eso esperaba.

Y ya me estaba disponiendo a marcharme cuando suspiró y me dio la impresión de que algo no iba bien. No tardé en hacer memoria y recordar que cuando me había llamado por el espejo tampoco tenía muy buena voz. Dudé un instante, sin estar segura de si me estaría metiendo donde no me llamaban, pero finalmente una mezcla entre curiosidad y preocupación me hizo abrir la boca de nuevo.

—Ey, Ingo... ¿Todo va bien? —pregunté, esbozando una pequeña sonrisa de ánimo.

Dispuesto a marcharme ya escuché la pregunta de Alice, y con ella detuve mis pasos. La miré por un instante, dubitativo, y no supe bien qué decir. Al hablar lo hice un poco reticente y frunciendo el ceño.

—Tú y tu familia siempre os habéis portado bien, así que no quiero mentirte —le dije—. Pero creo que tampoco estoy preparado para hablar de ello. —Después de eso emití un suspiro—. Supongo que no, que las cosas no marchan bien —enuncié antes de encogerme de hombros, con una mezcla de impotencia e inevitabilidad. No me gustaba que me viera así y no estaba acostumbrado a estar en una posición de indefensión, pero en esos momentos no me sentía con fuerzas de hacer otra cosa—. Pero lo que tenemos entre manos, con todo esto de Riddle y demás, es mucho más importante. Así que sigamos con esto, y lo otro ya se solucionará.

En cuanto me llegó su respuesta sentí ese cosquilleo familiar empezar a revolotear en mi estómago. Cuanto más decía, más despertaba mi curiosidad. Sin embargo, no quería ser inapropiada o maleducada y me parecía que insistir más sería ambas cosas. Así que asentí con la cabeza, aceptando su respuesta con cierta resignación.

—Claro —dije con suavidad—. Pero si en algún momento quieres hablar de eso o de cualquier cosa que te preocupe... —Me encogí de hombros. —Bueno, ya sabes dónde estamos —terminé, metiendo a Charlotte en el saco de forma automática.

Y sin más me dirigí hacia la puerta, pero antes de salir, me giré para mirarlo y le dediqué una sonrisa de ánimo. 

—Venga, prueba tu nuevo hechizo y comprueba que no haya nadie en el pasillo.