Partida Rol por web

La sonrisa se afianzó en mis labios al ver a Helene y empecé a negar con la cabeza a su pregunta sobre mi hermana. ¿Quién podía saber dónde estaba Charlotte? Probablemente por ahí, corriendo de un lado para otro con la cabeza perdida en sus cálculos y prototipos. O tal vez en el taller, haciendo quién sabía qué. Quizá en el club de Duelo, o jugando una partida de gobstones en la sala común de Ravenclaw. Me encogí de hombros reflejando esa incertidumbre en mi expresión mientras Helene me tomaba las manos. 

Y en cuanto escuché la inflexión de su voz, con esa travesura escondida en el fondo, sentí el cosquilleo familiar de la curiosidad despertando en mi estómago y recorriendo mis brazos. Tiré un poco de ella para que se sentase a mi lado en un pequeño banco pegado a la pared y mientras la iba escuchando mis ojos empezaban a brillar y mi sonrisa a volverse pícara. 

- Oh, Ellie. Sabes que creo que Charlotte y Alan serían una pareja magnífica. ¿Crees que a Alan podría gustarle Charlotte?  - Hice una pequeña mueca con la boca. - Aunque ya la oíste el otro día, no quiere saber nada de chicos... - Mis ojos buscaron los de Helene, buceando en ellos, tratando de averiguar si su pensamiento había llegado ya más allá. - ¿Qué podríamos hacer para conseguir que le diera una oportunidad a Alan? Estoy segura de que si tuvieran una cita se darían cuenta de que son perfectos el uno para el otro.

Escuché pacientemente todo lo que Alister tenía que decir, y tuve que morderme la mejilla por la parte de dentro para no interrumpirle en más de una ocasión. No tenía muy claro si la explicación que me estaba dando era en serio o simplemente intentaba salir del paso. En cualquier caso lo miré fijamente, esperando que de verdad hubiera terminado antes de intervenir.

- Muy bien, tienes a alguien que te importa. - Le dije. - ¿Y? - Pregunté con un escaso monosílabo, antes de dejar que resonase en el aire durante algunos segundos. - Todos lo tenemos.

- ¿Crees que los demás tenemos menos miedo a que le pase algo a nuestros amigos? ¿A nuestras parejas? - Continué entonces. - ¿Qué me dices de Elizabeth? Dracons era su mejor amigo. ¿Cómo debe sentirse ella? ¿Y Alan, con su hermano en medio de todo esto?

- No existe excusa para no trabajar en equipo. Y si la hay, no es esa. - Aseguré. - Todos tenemos gente a la que perder, y no nos portamos como niños por ello.

- Ahora explícame algo. - Pedí al final antes de emitir un suspiro, conteniéndome para no decir cosas de las que me pudiera arrepentir. - ¿Me estás diciendo que todo tu comportamiento infantil, incluyendo lo de la primera reunión cuando aún no teníamos claro qué pasaba, es por esto? Porque yo creo que tiene más que ver con un ego herido.

- Portándote así te expones más a ti mismo y la expones más a ella. - Enuncié mirándole con frialdad. - Es muy poco inteligente ocultar cosas a quienes van a cubrir tus espaldas. Más que nada porque a lo mejor en un momento dado deciden que prefieren cubrir las de alguien que sí colabore.

- Tu miedo y tu posible dolor no es más grande que el de los demás. No tienes más derechos. - Aseveré antes de apartarme un paso, con un gesto que dejaba claro que no quería ahondar más en el asunto. - Ahora hablas de vigilar a Lestrange, pero cuando yo lo propuse en el despacho de Dumbledore ni te molestaste en apoyarme, así que no me cuentes historias.

- Estamos solos. Si hay algún motivo más para justificarte es el momento. Si no lo hay - deja de portarte como un crío. - iré a vigilar a Clare. Tú puedes hacer lo que te venga en gana.

Alister escuchó las palabras de Ingo a sabiendas de que me merecía todas y cada una de ellas, pero veía un poco injusto que se le tachara tan drásticamente de no trabajar en equipo. Le había costado mucho decidirse a seguir a Riddle cuando salió de la sala de ajedrez y se reunión con Lestrange. Cierto que le gustaba más hacer las cosas a su modo pero en ningún momento había pensado en darles de lado y no colaborar. Y jamás había ocultado nada de lo que había averiguado.

Quizás hubiera contestado algo. Podría haberle rebatido alguna de sus palabras, con las que no estaba de acuerdo. Pero ciertamente había dado en el clavo con lo del ego herido, con la salvedad de que ese ego había sido herido precisamente por Ingo, y no antes de esta conversación. No le habían gustado algunas de sus frases ni el tono con el que las había pronunciado por lo que se mordió el labio y negó con la cabeza.

No estaba de humor para continuar esa conversación. Él había intentado hablar y había pedido perdón y la respuesta había sido una lluvia de palos verbales.

Puede que merecidos o no, pero esperaba otro tipo de trato.

- Muy bien - logró responder tras unos segundos de vacilación mientras hacía un ademán señalando la dirección hacia el campo de quidditch.

La verdad es que me sorprendió la escueta respuesta de Alister. Después de todo lo que le había dicho esperaba algo más, pero él decidía cerrarse en banda de nuevo. Bueno, yo ya no podía ser más claro. Yo podía entender su preocupación y sus dudas, pero también sabía que dejar que el miedo guiara tus actos era probablemente la peor decisión posible.

Sin embargo no se lo expliqué: bastante había dicho ya. De modo que cuando hizo el gesto hacia el campo caminé hacia allí en silencio y a buen ritmo, esperando llegar antes de que terminase el partido.

¿La guerra? – Repitió Helene completando los momentos de silencio, sorprendida más que ignorante de a qué se refería - ¿los profesores? – intervino de nuevo infiltrando su dudas sobre esa afirmación en una respiración de Tracy. Pero la mirada de la Gryffindor era clara y secundaba sus palabras, incluso parecía factible a la vista del ataque a Dracons y la completa falta de pistas sobre su agresor.

Helene se mostraba claramente aséptica a todas aquellas ideas, al hecho de que los profesores pudiesen estar implicados, que cualquiera en el castillo pudiese estarlo; la idea de temer la propia sombra era demasiado para ella, no podía asumirlo pues aquella realidad que planteaba Tracy tenía unas consecuencias exageradamente fatales.

Su primer pensamiento se desvió hacia el profesor Scrooge, señalándolo como una de las personas que más daño podía causar, empezando por las aulas, siguiendo por el poder que tenía y el gran control del mismo. Solo un hechizo mal enseñado, un consejo mal dado, una clase algo más peligrosa que la que acababan de asistir podría ser devastador. Luego su mente hizo un barrido rápido por la profesora Merrythought, la profesora Ballstrong, el profesor Slughorn y finalizando con el Director Dippet y tragó saliva.

A todo aquello que se cocía en su mente, le dio el punto de ignición la información que la señora Canterbury le había hecho llegar a su hija.

Sus labios dibujaron una pequeña “o”, y el horror se apoderó del tintineo de los ojos de Helene; aun ignorando el motivo los daños mentales le suponían una gran empatía. – Entiendo porque piensas que los profesores pueden estar implicados, más con estas noticias, pero ¿magia negra? ¿dentro de la escuela? ¿y sin que nadie haya advertido nada? …- Helene parecía no haber terminado de hablar cuando apretó sus labios creando una barrera entre lo que el momento pedía decir y lo que su educación le exigía callar.

Miró a los ojos a su compañera buscando contagiarse del coraje de los Gryffindor y sus mejillas se sonrojaron, delatando que tramaba algo poco adecuado, algo que sabía que no debería ni pensar. – Sé…- titubeó- sé que no es muy noble hablar sin pruebas pero de quien más me incitas a cuidarme la espalda es del Director Dippet.

Quizás…-desvió la mirada asegurándose de que seguían en una conversación íntima- quizás deberíamos investigarle, revisar su despacho, su relación con el supuesto atacante.

Helene se encogió de hombros como respuesta general a Alice, realmente Alan nunca le había hablado de sus preferencias con las mujeres, ni podía imaginarse teniendo esa conversación con él. No, Alan era un caballero, y como tal la cuestión no era si a él le pudiese gustar Charlotte, la cuestión era que Helene la había aprobado, y fuera lo que fuese que la había llevado a poder soportar aquella idea implicaba que efectivamente eran perfectos el uno para el otro.

- ¿Una cita? – repitió – Pues claro ¡una cita! Eso es fácil, podemos hacerlo. Simplemente hay que conseguir que queden los dos solos pero sin que tengan en mente todo el asunto de… ya sabes.- apenas había empezado la enumeración de los pasos para ese sencillo plan cuando se dio cuenta que quizás no era tan simple - ¿y cómo hacemos eso? ¿con un problema más gordo? ¿más inmediato? – bromeó y soltó un suspiro liberando parte de su frustración por el plan y parte de sus propios sentimientos reprimidos – ¿por qué debe ser tan complicado?

Helene iba poniendo en palabras más o menos el mismo hilo de pensamientos que iba siguiendo yo misma y cuando terminó, añadí algunas dudas más.

- Y aún más... ¿Cómo lo hacemos para que no se den cuenta de que es una estratagema nuestra y salgan corriendo? Tal vez podríamos quedar los cuatro para ir a Hogsmeade y luego no ir nosotras, podríamos decir que estamos indispuestas. Pero lo más probable es que en ese caso se dieran cuenta de nuestras intenciones. ¡Y Charlotte sería capaz de quedarse a cuidarnos! ¿Y si se quedasen encerrados en algún lugar? Eso podría ser perfecto, pero, ¿cómo conseguir que se metan antes en ese lugar?

Me quedé pensativa algunos instantes y mis ojos recorrieron la biblioteca. Seguro que en alguno de esos volúmenes habría soluciones a nuestro problema. Pero no estaba segura de si debíamos llegar a esos extremos. Aún así, otra posibilidad se escapó de mis labios. - Claro que siempre están los filtros de amor... Pero si Charlotte descubre que le hemos hecho algo así, se enfadaría muchísimo.

Ciertamente, estaba de acuerdo con la última pregunta de Ellie. No debería ser tan complicado. Si nosotras veíamos que eran una pareja perfecta, ¿por qué no lo veían ellos? Eso nos habría facilitado mucho el asunto.