Partida Rol por web

Rossuon estaba impresionado por la resistencia de la piel de aquel imponente animal. Impresionado y frustrado, pues sus estocadas eran repelidas con extrema facilidad, como si no fueran más que las picaduras de un molesto insecto. Empezaba a pensar, viendo el resultado de las embestidas de sus compañeros, que solo la fortuna había conducido su único golpe certero. Se preguntaba porqué no huía. ¿Acaso tenía a sus crías cerca y las estaba protegiendo? ¿No podían retirarse ellos sin que el incansable jabalí cesara en sus embates? Temía que aquello no acabaría bien y seguía rezando porque no centrase su atención en él.

Como no parecía que el resto del grupo fuera a plantearse otro modo de actuación, ¿quién era él para cuestionarlo? Confió en los expertos y mantuvo una idea en mente: había que acabar con el enorme jabalí. Aunque si le forzaban a la retirada se conformaría. Cogió fuerza y lanzó una nueva estocada, esperando que la fortuna volviera a hacer de las suyas en su favor. Pero no. 

El combate empieza a degenerar en un tumulto de armas intentando alcanzar al jabalí pero ya sea por falta de pericia , mala suerte, acumulación de personas o por lo grueso de su piel el animal consigue salir mas o menos indemne .Reniega otra vez al ver como esto solo tiene un final y no es el que mas le hubiera gustado pero al vida es así .Agarra con fuerza la lanza y ataca a fondo

La escaramuza contra la salvaje bestia era tan caótica que Aeth no encontraba un momento para dar rienda suelta a sus intenciones de liberar la red contra el animal. Durante varios exhasperantes segundos tan solo pudo ver un revoltijo de armas entrecruzadas intentando alcanzar a la criatura. ¿Cómo era posible que un solo jabalí les estuviera dando tanto trabajo a casi media docena de hombres?

Pero no había tiempo de buscar la respuesta a semejante pregunta. En cierto momento hubo una pausa entre los movimientos del acero de sus compañeros de armas y no se lo pensó dos veces. Al grito de - ¡Ahí va! - dio un paso al frente y soltó la red sobre el animal, confiando que con un poco de suerte se enredara él solo con ella y pudieran dar por terminada aquella cacería improvisada.

Hunkel se resistía a entrar en combate, no creía que aquel Jabalí fuese realmente una amenaza, quizá simplemente debieron coger cuerdas y atarlo hasta que se calmase, pero quien era el para calmar a tanto guerrero impetuoso sediento de sangre. Su mirada se concentró no obstante en el combate mientras se acercaba lentamente con su ballesta ya cargada. No tenía intenciones de intervenir de momento pero lo haría sin duda alguna si resultaba realmente necesario.

El jabalí se recompuso tras el anterior golpe de Rossuon que le había dejado algo mareado y confuso. Intentando librarse del aturdimiento, la criatura había retrocedido y se había defendido de los golpes como mejor había podido. Gracias a su dura piel, especialmente, había conseguido resistir los ataques y que las afiladas armas no le hirieran demasiado, saliendo rebotadas de su cuerpo.

Una vez recuperado, el jabalí se giró hacía Rossuon, quien le había herido, y clavó en él sus ojos fieros e inyectados de sangre, agachó la cabeza y se lanzó contra él cargando con su gruesa cabeza y alzándola en el último segundo para clavarle los colmillos afilados.

Aquella criatura estaba dispuesta a luchar hasta morir. No huiría, no se dejaría atrapar. Tamaña era su fiereza y su bravura.

Mithdúlin trató de abstraerse de los sonidos del combate para lanzar otro hechizo, en vista de que su anterior intento había resultado errado. Se mantenía en una posición alejada, raspando con sus delicados dedos las cuerdas de su arpa e intentando que la melodía que buscaba acudiera a él sin que el resto de sonidos de la naturaleza y el combate le distrajeran y estorbaran en su canción, como había ocurrido antes.

Mientras el elfo se concentraba en la música del arpa, quienes peleaban contra el jabalí se empezaban a dar cuenta de que aquella criatura era realmente extraordinaria. No huía, no se dejaba amedrentar, y nada parecía funcionar contra ella: ni la magia, ni las armas. Estaba claro que tendrían que combatir mejor para poder acabar con su vida. Algunos de ellos, decidieron sumarse a la carga mientras que otros como Hunkel se mantenían en un segundo plano, considerando que no era necesaria su intervención a un combate que ya estaba demasiado saturado de guerreros.

La bestia, además de dura, era vengativa; se giró hacía Rossuon y con la cabeza agachada cargó contra él a pesar de que Gramj intentaba provocarla para aguantar sus golpes y dejar que el resto la mataran. Táctica que había funcionado al principio, pero en esta ocasión no, y el jabalí fue contra el dúnadan, alzando la cabeza en el último instante de su carga y consiguiendo que sus afilados colmillos buscaran un hueco por el que colarse entre los pliegues de la armadura de Rossuon, quien notó como se clavaban en su carne, entre la cadera y el abdomen, allí donde la coraza dejaba de protegerle.

Aceroamargo se mantenía todavía desde un segundo plano sosteniendo su flecha en el arco y apuntando al jabalí. La carga de la criatura contra Rossuon le hizo acelerarse en actuar, esperaba que su flecha se clavará en los cuartos traseros de la bestia y le hiciera huir, pero su ataque coincidió con el momento en el que varios miembros del grupo decidieron sumarse al combate. Tal vez eso le hiciera dudar y su mano no apuntó como debería, la flecha se desvió bastante de su objetivo y pasó zumbando sobre la cabeza de Rossuon, aunque afortunadamente sin causar ningún daño.

El enano Gramj se había mantenido en guardia, adoptando una posición defensiva, confiando en que el jabalí repetiría su ataque sobre él como había ocurrido anteriormente. Sin embargo, no esperaba que el jabalí desviará su ataque hacía Rossuon para devolverle el golpe anterior. Cuando vio como le clavaba los colmillos de su poderosa cabeza bajo la coraza ya fue demasiado tarde y maza se perdió en el aire.

Aular y Aeth actuaron casi al unísono. El primero probó suerte nuevamente con su lanza, pero a pesar de que la punta de la afilada arma del hombre de los bosques pasó cerca del cuerpo del jabalí, no logró alcanzarle. Mientras tanto, Aeth aprovechó el escaso segundo de pausa que se formó en un momento determinado y lanzó su red para tratar de enredar a la criatura en ella y así dar por finalizada la refriega. Pero el instinto de la criatura le hizo moverse rápidamente y esquivar el intento.

Gramj se dio cuenta que el "bicho" había cambiado de objetivo, y sus sensación era que el animal le había abandonado. Por un lado sintió frustración "¿Ya no soy lo suficientemente interesante para to? Y por otro un alivio. Alivió que enseguida se redirigió para que atacase con todas sus fuerzas. No tenía que desplazarse demasiado, así que enseguida se situó fuera de la vista del bicho y descargó toda la fuerza de su brazo contra la columna del jabalí.

La cabeza del enorme jabalí giró hacia Rossuon, quien lo recibió con ojos desorbitados. Estaba aterrado. Quiso huir. Su cabeza refutaría esa opción, debía mostrar entereza o el jabalí acometería con más fuerza. No le dio tiempo. El movimiento del animal se escapó a la reacción del dunadan, que sintió la estocada, quedando sin aliento. Le tembló todo el cuerpo, la visión pareció menguar y notó como la sangre se escurría de su cuerpo. La muerte se cruzó en su pensamiento. 

Pese a creer que moriría en la siguiente embestida de aquella bestia intentó alzar el escudo frente a él. Su pulso hacía oscilar su defensa ante él, solo lograba sostenerlo en alto por instinto de supervivencia. Se ocultó, o eso pensaba él, que era ajeno a un entorno que no dejaba de girar. Apenas se percibía a él mismo rodeado de un vacío peligroso. Unas palabras resonaron en su mente "Has de ser firme." No recordaba de quien eran. Se tambaleó, manteniéndose en pie por fortuna. Su cuerpo no respondía como quería y el jabalí aún se revolvía frente a él. No consiguió alzar la vista, solo esperar que alguien le abatiera o que atrajera su próxima embestida. Pues él no era capaz de coordinar un ataque. 

Aular gruñe frustado al ver como la lanza sigue negándose a atravesar el cuerpo del jabalí y peor aún uno de los compañero recibe una embestida del animal que dejó un rastro de sangre en suelo .Si te retiras  del combate para que pueda sanar  tus heridas no sería mala idea  .Propone al herido intentando no ofenderle porque ya conoce lo susceptibles que pueden ser los viven fuera de los bosques .Daran mil vueltas para decir lo que quieren y envolverán lo que quieren decir en capas de lo que ellos llaman modales para decir lo mismo pero de manera mucho más complicada .A la espera de su respuesta y sin tiempo,que perder continúa atacando al jabalí con todas sus fuerzas .

Por un emocionante segundo Aeth pensó que había atrapado al jabalí, pero nada había más lejos de la realidad. El animal, como si tuviera ojos en la nuca, presintió el lanzamiento y se apartó rápidamente de la red que aterrizó inofensivamente en el suelo. Aquello lo irritó sobremanera. No sabía gran cosa sobre animales salvajes como ese, pero sentía que, de algún modo, la bestia se estaba burlando de ellos, y en especial de él por sus fallidos intentos.

Sintiendo la sangre latir con fuerza en sus oídos, e iracundo hasta el punto de dejar de pensar con claridad, el pordiosero desenfundó su maza del cinto y se arrojó contra la retaguardia del jabalí con un ímpetu poco habitual en él, gritando - ¡Maldita criatura, muere de una vez! - al tiempo que descargaba un mazazo contra el suelo

Tras esquivar la red de Aeth en el asalto anterior con gran agilidad e instinto, el jabalí notó el sabor de la sangre de Rossuon en la boca tras su anterior ataque y volvió a la carga con la intención de volver a desgarrar la piel del dúnadan con sus colmillos allí donde ya había logrado hacerle sangrar. Su cabeza descendió ligeramente y se alzó de nuevo con un movimiento lateral, buscando clavar sus peligrosos dientes.

Del mismo modo que antes, los sonidos de la batalla volvieron a Mithdúlin cuando su hechizo estuvo listo. Los delicados rasgueos se convirtieron en punteos. Acordes y arpegios fueron proyectados directamente hacia el jabalí, acompañados por la melodiosa voz del elfo.

Esta vez, el bardo esperaba lograr que su objetivo se calmase al fin. Sus compañeros parecían estar pasando un mal rato y el animal estaba cada vez más enfurecido, envistiendo con su portentoso cuerpo y golpeando con sus temibles colmillos. La canción era exactamente la misma, con algún arreglo en las notas del estribillo e intentando tocar aún mejor que antes. Sus ojos buscaron los de la bestia, profundos e inyectados en sangre. Cada estrofa brotaba de él de una forma sobrenatural, pero ya familiar debido a su formación, con cada nota vibrando de manera relajante: un suave arrullo flotando alrededor del jabalí.

El enano, tras ver que su impacto había surtido efecto, esperaba que la bestia quedara aturdida o conmocionada, pero luego pensó: - Joer, que es un jabato, esto o lucha o muere, no tiene medias tintas.

Y tras ver que se le situaba mejor para otro ataque no perdió la oportunidad y lanzó un nuevo golpe para inutilizar la cena ya de una vez por todas.

"Menuda escolta", pensaba el joven mientras volvía a apuntar al jabalí. Si tan solo un animal salvaje era capaz de ponerlos en jaque, no quería ni pensar que sucedería si se encontraban con exploradores de Carn Dûm, o con una banda de degolladores orcos... Había aprovechado la andanada anterior de ataques de sus compañeros para volver a cargar el arco. Esta vez trataría de que su disparo fuese mortal; el puerco gigante había herido a Rossuon, y aquello parecía estar yendoseles de las manos.

Era crucial acabar con aquel asunto rápido, y sin acumular más heridos. Aceroamargo decidió que si no acababa con el jabalí con aquel disparo, desenvainaría su espada. Al fin y al cabo, era más ducho en el manejo del acero que en el del arco. Esta vez apuntó al cuello de la bestia. "Guía mi brazo, Oromë" musitó a modo de plegaria antes de soltar la flecha.

Al ver las caras de los demás Aular podía ver la misma mezcla de incredulidad y decepción al no poder acabar con un simple animal.En uno de los giros que el jabalí realizo para intentar mantenerse encarado con los enemigos que le rodeaban ofreció durante unos segundo un blanco fácil y allí fue a clavarse la lanza .Muere hermano del bosque , muere

La voz de Aular sonó distorsionada en la mente del dunadan, como si estuviera sumergido en un estanque. La situación no le dejó prestar atención al mensaje y tardó en comprenderlo, pues en ese momento se aferraba desesperado al escudo confiando en que le protegiera de la bestia de afilados colmillos. Cuando llegó la embestida, y sin saber cómo, consiguió evitar una nueva herida. O la última. Respiró hondo, ignoró como pudo las punzadas bajo el abdomen y se mantuvo firme, más consciente de sus movimientos y su entorno. Retirarse del combate para ser atendido le pareció una idea estupenda. Pero el jabalí no había dudado en volver a atacar al herido, al que parecía más vulnerable. Creía que si daba un paso atrás le perseguiría hasta los confines de la Tierra Media. Debía aguantar, esa idea era persistente en su mente. Al menos hasta que dejara de prestarle atención. 

El jabalí le imponía más terror ahora que estaban encarados, sobretodo tras haber probado el daño que era capaz de causar. Disputaba una batalla contra su instinto de supervivencia, que le impelía a salir por patas, y para ganar confianza asió con fuerza su arma y su escudo. Decidió adoptar una estrategia defensiva, tal como había visto a Gromj cuando aguantaba las arremetidas de la bestia. Solo esperaba poder evitar su próximo ataque, para lo que confiaba en sus capacidades, pues ya había logrado parar el anterior sin saber cómo y en esa ocasión no le pillaría por sorpresa. También esperaba que no pudiera oler su miedo. 

Al ver lo que sucedía, Hunkel se apresuró a actuar disparando con su ballesta tras tenerla ya cargada. El disparo fue bueno, aunque el enano no esperó a ver que sucedía y simplemente se lanzó al frente hacia la batalla con la clara intención de estar lo suficientemente cerca como para encajar varias saetas sobre la bestia desde una muy corta distancia.

Por su parte, llevaba ya su hacha lista por si fuese necesario, esperaba que no con tanto guerrero de por medio, pero aun así estaría listo para demostrar su valía como guerrero si era necesario. Aunque la idea de combatir a un Jabalí le seguía pareciendo penosa cuando eran tantos guerreros juntos con cierto aparente renombre.

A pesar del golpe que había recibido de la maza de Gramj y que seguramente había dañado sus costillas, la empecinada criatura volvía a prepararse para atacar. Aquella bestia estaba dándoles más problemas de los que habían previsto, pero no debieron subestimar su fuerza. El jabalí era más grande y fuerte que cualquier otro que hubieran visto, y además de ello se movía endiabladamente rápido y les estaba dando más guerra de la que jamás hubieran creído. Afortunadamente, Dimrod no se encontraba delante para verles.

El grupo que rodeaba al jabalí se lanzó sobre el animal para golpearle nuevamente, pero en esta ocasión sucedió algo que ninguno de ellos había previsto. Al contrario de la actitud que había demostrado hasta el momento, tan fiera, salvaje y combatiente, el jabalí se quedó pusilánime mientras uno a uno todos iban golpeándole con sus armas.

Primero, Rossuon lanzó un golpe timorato que más buscaba conseguir una buena posición defensiva que hacer daño a la criatura, aunque su ataque no llegó a golpear al jabalí y por ello Rossuon se preparó para la nueva embestida. Colocando su cuerpo, y sujetando su arma delante para estorbar a la criatura mientras con su escudo esperaba amortiguar el golpe. Sin embargo, el jabalí no le atacó a él.

Gramj atacó justo a continuación para rematar el golpe que había logrado conectar con anterioridad, pero en esta ocasión las prisas le jugaron una mala pasada y al alzar la maza para golpear de nuevo se le escurrió de las manos y se fue al suelo a pesar de los esfuerzos por rectificar y que eso no sucediera. La maza de combate del enano cayó a un par de metros de distancia de donde se encontraba para su bochorno.

Dos proyectiles fueron disparados en esos momentos. El primero de ellos, la saeta de la ballesta de Hunkel se clavó con gran precisión en el costado del jabalí y, quienes más cerca estaban, pudieron escuchar un fuerte sonido fruto de la fuerza con el que la saeta se había clavado. El segundo de los proyectiles era la flecha de Aceroamargo y estuvo a punto de alcanzar a Gramj cuando se le caía el arma. Afortunadamente no lo hizo, pues aquello habría sido el colmo del despropósito. Aún así, era arriesgado atacar con proyectiles cuando los demás se encontraban luchando cuerpo a cuerpo.

Por último, Aular atacó nuevamente al jabalí con su lanza. Había ido incrementando la intensidad de sus golpes cada vez que había intervenido, y esta ocasión echo el resto para herir a la difícil criatura. La punta de la lanza se clavó nuevamente en la piel del javato y en esta ocasión sí que le hizo sangrar.

El jabalí se veía algo debilitado por todas las heridas causadas tras aquel cruce de intervenciones, sin embargo no parecía que hubieran sido tan contundentes para dejarle malherido ni algo semejante. Fue extraño entonces, que no decidiera atacarles, pero tampoco decidió huir, ni nada. De pronto su ser había quedado calmado por alguna razón que desconocían.

Fue entonces cuando escucharon la música tranquilizante del arpa de Mithdulin, la habían estado oyendo durante todo el combate pero no le habían prestado atención. Y ahora, las notas calmadas y armónicas que los dedos del elfo sacaban de las cuerdas del arpa sonaron con mayor contundencia. Podía resultar indignante que mientras ellos se dejaban la piel contra el poderoso jabalí el elfo se pusiera a tocar su música, pero parecía haber cierta relación entre la música y la tranquilidad del jabalí, pues éste miraba al elfo con sosiego y ojos más amigables. Ciertamente la música amansaba a las fieras, y Mithdúlin parecía tener la habilidad necesaria para lograrlo.