Partida Rol por web

El sirviente del clérigo ataca sin piedad al Hechicero que baja por su presa, impactando con un gran golpe y haciendo que su movimiento se vea entorpecido pero no detenido.

Seguia sin poder moverme,aunque mi mente seguía funcionando, mi cuerpo se negaba a obedecerme y para mi era un problema, ya que me acababa de convertir en una diana al alcance de todos.

Y en ese momento una sombra se cierne sobre mi y veo como el maldito hechicero me ha elegido como blanco de su maldad y era muy lógico si quería acabar con nosotros lo normal era acabar con los blancos más debiles o indefensos y ese era yo.

Noto como su gran manaza empieza a rodearme y apretarme, me estaba convirtiendo en un juguete en manos de un niño y de los que no se les tiene mucho aprecio, esos que acaban rotos en un rincón.

Y cuando empiezo a notar que mis huesos llegan a su límite, veo brotar sangre de la boca de orco, pero no veo compañero cerca.
De su costado sobresale una flecha y mirando la dirección veo a Gerald con un arco en la mano y una sonrisa de satisfacción en su cara.
Suspiro y agrdezco que el blanco no haya sido yo.

Por orden:

Asalto 13 final

Harold falla su ataque de oportunidad contra el jefe Ogro, pero " huesitos " encaja su garrote contra el cuerpo del gigante produciendo un daño terrible.

Asalto 14

Iré describiendo conforme iniciativas....

Esqueletos de la derecha

Tres siguen atacando a las ilusiones ya que el acólito que los comanda sigue aturdido, los otros tres traspasan las ilusiones como si nunca hubiesen estado y atacan a los guardias, fallando sus ataques contra Fulgur y Alfonso, el esqueleto 8 se queda quieto tras intentar atacar, como si la conexión con las energías de Caos se hubiesen cortado.

Esqueletos de la izquierda

Los esqueletos se colocan a los pies del templo atacando a los que allí están fallando sus ataques contra Andrómeda, Ashrac y Gerald 

Gerald suelta la cuerda del arco y su flecha surca el cielo en busca de su objetivo, la punta del arma entra por el costado del jefe enemigo, traspasando sus defensas mágicas y clavándose en un pulmón. El daño producido es tan grande que cae al suelo muerto en el acto, mientras de la herida mana sangre constantemente.

Harold te toca hacer nuevo post, elegir otro objetivo, o seguir dándole para retardar su regeneración.

El sacerdote 1 intenta comandar a Huesitos, su cara medio cubierta por la túnica no os deja ver la expresión de furia al ver que no puede doblegar a este muerto viviente, solo reprenderlo.

El sacerdote 2 ataca a Huesitos, su maza parece brillar con un extraño resplandor, sus runas parecen encenderse con placer tras el golpe contra los huesos.

El acólito 1 está aturdido este asalto, el acólito 2 se da cuenta de la caída de Kharig y carga hacia Harold soltando espumarajos por la boca con su maza preparada para asestar un golpe fallando el golpe por la precipitación en el ataque.

Los ogros que estaban apunto de comenzar a matar a los esclavos por la orden de su jefe, se dan cuenta de su caída y comienzan a mirarse unos a otros sin saber muy bien que hacer. Del fondo del valle, llegan corriendo más Ogros, parece que algo ocurre por esa zona, aunque la aglomeración de los esclavos en la zona, no deja ver bien que ocurre.

Las cosas parecen dar un vuelco, esto me anima a intentar acercarme a uno de los acólitos ya que de los esqueletos están convencidos atrás de que no hay problema. El escudo protegiendo el cuerpo y la espada sobresaliendo de él. esquivo el grupo de esqueletos y me acerco a este ser que los controla y que espero que se centre en mí y deje el control de los esbirros huesudos.

Asalto 14

El arma espiritual que se mantiene gracias al poder de mi deidad, continua atacando al mismo enemigo, asestándole un golpe que al parecer no logra encarar muy bien haciéndole poco daño.

Al parecer el enemigo había caído, quería ir rápido a tratar de terminar de ello y lo solucionaría expulsando estos estorbos, tomo mi símbolo sagrado y me concentro en mi deidad, sin embargo la premura y el afán hacen que  no logre canalizar suficiente energía divina para expulsar a estas criaturas (entiendo que todas tiene 2dg, con esa tirada solo podría con criaturas de 1dg).

-Doflar es hora de que uses mas magia de esa que tanto te gusta, intenta aprovechar que el jefe callo y que los ogros están confundidos para generar una ilusión que los aleje de las carretas

El clérigo intenta comandar nuevamente a los esqueletos para aumentar el número de combatientes para poder atacar a los ogros, no sabía que también fue su intento, pero esperaba que el resultado fuese exitoso para así mandarlos a luchar. Luego ordeno nuevamente a Huesitos que ataque al sacerdote que tiene al frente para así intentar acabar con el, pero el golpe que le dieron fue tal que hizo que el esqueleto fallase su fuerte golpe.

El mago al ver como cae el maldito hechicero tiene que reformular su plan, por lo que empieza a conjurar levantando su mano derecha y sobre la palma de ella se empieza a formar una esfera de fuego que la lanza contra los ogros que están delante de los carros con prisioneros.

Atrus les sonrió a los demás. Su seriedad se había suavizado con el éxito de su misión.

-Vamos... seguramente los nuestros ya están en combate- dijo el mercenario a los que tenía cerca.

Y avanzó para poder ver y escuchar lo que sucedía...

El ogro hechicero parecía acabado. Pero los prisioneroos corrían un peligro inminente. Tenía que distraer a esos ogros. Así que comencé a tocar una melodía hipnótica para confundir sus mentes, aprovechando la confusión que ya había creado la caída de su líder.

Bienvenidos todos a la misma escena (actualizado tras los post de Harold, Doflar y Bráedam )

Grupo sur: Cuando coronáis la cuesta entre los esclavos, podéis ver un pequeño valle, al final de este, dos templos gemelos a los lados del camino, el camino al llegar al otro lado del valle, vuelve a ascender hacia el volcán. Cuando llegáis al valle, un fogonazo de fuego alumbra el comienzo de la caravana, achicharrando a tres Ogros, en el valle el Caos es total, los Ogros corren hacia el norte del valle, los esclavos miran hacia los lados sin saber bien que hacer, y un grupo de unos 32 esclavos armados con antorchas y piedras siguen sin vacilar a un variopinto grupo de héroes encabezados por Atrus y Damrod, les acompañan tres enanos, un mediano y una mujer humana, todos ellos bañados en sangre Ogra, parecen sacados del mismísimo infierno.

Grupo norte: Harold tras un golpe de gracia, corta la cabeza del jefe Ogro Kharig, Ashrac hace suyos a los 5 esqueletos enemigos y Bráedam mata de un flehcazo al acólito aturdido, parece que la balanza está a favor de nuestros, cada vez más grandes héroes. Ah sí, se me olvidaba, Cassius aparece en el templo tras pegarse otra carrera por el tunel.

Asalto 15

Damrod 25

Atrus 24

Alfonso 23

Esqueletos 20

Doflar 19 

Andrómeda, Gerald y sacerdotes 18

Cassius, Burl y Garl 17

Gardian y Durgil 15 (paralizado)

Harold, Fulgur y Acóltos 12

Lannet 10

Ashrac Y Lasha 8

Fonkin y Ogros 6

Bráedam 5

Dark 2

Cuando la oscura magia salió de las manos del sacerdote del Caos, Harold se temió lo peor. Había visto horrores conjurados con esos mismos gestos, demonios traídos del inframundo, personas reducidas a polvo y guerreros a los que de pronto les ardía la sangre en las venas. 

Sin embargo, cuando miró a Gardian, no vio nada de eso, aunque su alivio duró poco. Su rígida inmovilidad solo podía significar que le había inmovilizado, y estar paralizado en medio de una batalla era tan peligroso como cualquier ataque. Aunque parecía que, al oeste, sus compañeros eran atacados por los esqueletos, Harold decidió dejar que se defendieran solos, y rápidamente se situó al lado de Gardian, listo para defenderle. 

-No te preocupes, Gardian, no dejaré que te ataquen mientras estás indefenso. 

El ataque no se hizo esperar, y llegó de manos del peor enemigo, el ogro hechicero. Voló hacia ellos, y se lanzó hacia Gardian, sin soltar su gran arco, pero con una de sus grandes manos lista para agarrar al indefenso guardia. Harold se estiró, tratando de golpear al ogro en vuelo, pero la hoja solo silbó cortando el aire. Sin embargo, el ogro esqueleto de Ashrac enarboló su enorme maza, y, aprovechándose de su posición ventajosa, descargó un temible golpe sobre la espalda del jefe, usando todo el poder que habían tenido sus músculos en vida. Se oyó un crujir de huesos, pero aun así, el jefe bajó, y agarró al indefenso Gardian por el cuello como si fuese un muñeco de trapo. Harold supo que bastaría con que apretara un poco para que le matara, aplastándole la tráquea, y, aunque no fuese así, si se volvía a elevar, poco podría hacer. En su cabeza se repitió lo que pasó con Ashrac aquella noche, y como observaron impotentes cómo se le llevaba por los cielos. Si había algo que no podía soportar era ver con impotencia como era incapaz de proteger a alguien de buen corazón, así que, sin otra cosa que poder hacer, rezó. Rezó con devoción, desde el fondo de su alma. 

Por favor, Aengrist, tú que reinas sobre el páramo, señor de la nieve, el hielo y la justicia, ayúdame. Envíame una señal, envíame una ayuda, para poder proteger a las almas buenas que sufren a manos del Caos...

Y apareció. Como surgido de la nada, como enviado por la mismísima mano de su dios, el arco de Gerald, antaño posesión del heroico centauro muerto, restalló como un látigo, y silbó la flecha, recta como la Ley, poderosa como el Orden, certera como el Juicio. Potenciado el brazo y el arco por los diversos conjuros lanzados antes del combate, la flecha zumbó como un proyectil de balista, destellando por la magia imbuida y acertando con precisión sobrenatural. Esquivó a Gardian y se clavó profundamente, hasta las plumas, en el costado del ogro. Solo hacía falta ver el ángulo para comprender que había perforado por lo menos un pulmón, y que era una herida mortal de necesidad. Bendito seas, Gerald, pensó mientras veía cómo el ogro caía a tierra, soltando el arco y a Gardian, que seguía inmovilizado. La sangre manchó el suelo como si lo bendijera. 

Los ogros se detuvieron en el acto, confusos ahora que no recibían órdenes, y los acólitos se lanzaron con rabia. Una maza golpeó la hombrera de su armadura sin hacerle daño; Harold no le prestó atención ni a la maza ni al acólito que la blandía. Sus ojos se habían oscurecido, bullían de ira sacra como esquirlas de fuegofrío. Era hora de aplicar el Juicio de Aengrist sobre el hereje que se atrevía a usar el hielo impuro del Caos, la mayor aberración. 

-Así como Aengrist luchó en la cima del Glaciar de Hierro -recitó, con voz de acero y ventisca- matando con su espada a todos los seres que osaron ponerse frente a él, así sus Heraldos aplican Su Juicio.

Rodeó al ogro inconsciente hasta ponerse junto a su cabeza, blandió la hoja con ambas manos. Sus acorazados guantes crujieron al apretar el mango con fuerza, mientras bajaba la hoja hasta colocarla justo en el cuello del ogro.

Así como el Glaciar es benévolo y sanador, así como sus caballeros ayudan y auxilian, así sus Heraldos también aplican su Ira, su Justo Castigo y su poder. En mis manos, sin furia, el arma; sin dudas, el hielo; sin vacilación, el Juicio. 

Alzó la hoja, y sus músculos se tensaron al máximo cuando la bajó, con el rostro convertido en una máscara de piedra. 

¡Aengrist, bendice mi hoja! ¡Quema al hereje, destruye al impuro!

La hoja bajó, silbando, su filo de hielo azul destellando a la luz de las estrellas y la luna, arrancando destellos azulados de la capa de escarcha que cubría la hoja, afilada mucho más de lo que sería posible en un arma de acero corriente. El filo refulgió ante la luz lunar como de júbilo ante el juicio que estaba a punto de ejecutar, y el viento de la noche sopló más frío cuando el hielo sagrado rebanó el cuello del hereje. El sonido de la hoja al perforar la carne fue como una canción, como una oración. 

Con la cabeza separada limpiamente del cuerpo, el ogro quedaba agonizante, muriendo poco a poco. Harold agarró la cabeza por la mandíbula inferior, con el grueso guantelete impidiendo que los dientes se le clavaran, y quedando así su boca colgando como la de una calavera hacia abajo. Alzó la espada, y el arma bañada en sangre de ogro brilló oscura y terrible, azulada y mortal. 

-¡Este es el juicio de Aengrist! ¡Y así acabará todo el que se oponga al Señor de los Hielos! ¡Arrepentíos mientras aún podáis, herejes!-rugió, con los ojos destellando azules. 

Doflar experimentó una hermosa sensación de alegría. Parecía que las cosas estaban saliendo como querían. Gerald había hecho un excelente trabajo.
"Pero esto no está terminado aún. Faltan los chicos"

El mediano sintió que la felicidad pendía de un frágil hilo, y era ni más ni menos que la capacidad de los Ogros para atacar la caravana. Confió en sus compañeros para que aguantaran los tres esqueletos que atacaban en vano a sus ilusiones (le causaba mucho placer ver cómo esos esqueletos golpeaban el aire sin entender qué pasaba) y se concentró en la imagen del jefe Ogro.

Sintiendo nuevamente las corrientes de la magia fluyendo por su interior, Doflar dibujó con sus manos un extraño ritual. Sin medir muy bien hacía dónde mandaba a los Ogros (el campo de batalla se había vuelto un caos), imaginó al líder volando frente a las caravanas y señalando hacia ambos lados (Sureste y Suroeste) les ordenó que se alejaran de los prisioneros. Ya habría tiempo de terminar con estas bestias, pero los prisioneros de las caravanas no deberían sufrir bajo ningún concepto...

La elfa al ver qué el acolitos aún se encuentra aturdido aprovecha para lanzar dos de sus mejores proyectiles contra el y esperaba así darle fin a su vida 

desde mi inmovilidad solo puedo contemplar con satisfaccion como Harold cumple con el deseo oculto de todos nosotros, cortarle la cabeza a esa vil alimaña, por mi mejilla corre alegramente una lagrima de satisfaccion.

Por fin una buena noticia y una manera de ganar esta batalla, que veia perdida ante el numero de enemigos

Gracias hermano, pero en estos momentos lo importante son las gentes de esta isla, nuestras familias y amigos, prefiero morir a que ellos sufran.

Dejame y salva a esas almas indefensas del caos y la muerte.

Que la luz de Aengrist limpie de Caos este trozo de roca y que asi aprendan a no volver a salir del pozo sin fondo donde se esconden