Partida Rol por web

Las Sombras de la Mente

Capítulo I: Asesinato en Surrey Docks

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10/05/2017, 06:22
Doctor Jekyll

Las palabras de la mujer causaron en el doctor cierta curiosidad. Por primera vez en la noche parecía un poco menos abatido, como si dejando de lado la sexualidad algo en el halo que la rodeaba le atrajese indefectiblemente. Ella era, a todas luces, un misterio, uno mayor que el propio asesino que tenían entre manos. Después de todo él era un hombre, pero ella parecía más una especie de prueba para la ciencia.

Sin embargo él aún no era consciente de todas aquellas cosas. Esos procesos mentales se movían de una forma más subconsciente mientras él únicamente escuchaba sin dejar de prestar atención a lo que los rodeaba. Entendió a medias lo que dijo, y entendió también que había más que había callado. Y cuando ella le devolvió en cierta forma la pregunta él bajó la mirada hacia la mentada caja, valorando su respuesta. Pasaron varios segundos antes de que esta tomase forma, segundos en los que valoró cómo de sincero ser. Pensándolo bien, tampoco estaba mal que al menos una de sus acompañantes estuviese sobre aviso.

—Poseo cierta... —empezó, buscando la palabra adecuada—. Dolencia. —No creía que aquella palabra preocupase a la mujer, que después de todo era una desconocida, pero aún así optó por tranquilizarla—. Nada físicamente grave, pero es algo que, en ocasiones, saca lo peor de mí.

Henry Jekyll podía ser muchas cosas, pero no era un mentiroso. Sin embargo era evidente que le costaba hablar de aquello, y que sólo el análisis profundo de la situación le convencía de que era lo adecuado. Teniendo en cuenta lo que le habían entregado estaba claro que contaban con la presencia del otro, al menos en parte, y eso no deparaba nada bueno ni para él, ni para sus compañeras.

—Por supuesto, tengo los conocimientos para fabricar el antídoto, pero carezco de los ingredientes. La Corona, sin embargo, parece que posee ambas cosas —dijo alzando levemente su paquete. En ese momento el doctor exhaló lentamente y miró un instante a Harker. Era evidente que no se sentía del todo cómodo con la pregunta que estaba a punto de formular, pero aún así se decidió a hacerlo.

—¿Y qué hay de la suya?

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11/05/2017, 00:03
Mina Harker

Mina, ante todo, era una mujer observadora: lo había hecho mientras se dirigía al club; también había apreciado los rostros de sus compañeros durante la conversación con el señor Holmes; se había percatado de las pinceladas de cada una de las personalidades que rodeaban a sus extraños y enigmáticos compañeros. Ella no podía dejar de mirar a su alrededor, porque todo lo que ahora estuviera cerca podía convertirse en un peligro para ella y para su causa.  Lógicamente, la pausa que se tomó el doctor fue algo que ella no olvidaría: ambos tenían que meditar lo que decían y cómo lo hacían. ¿Qué dolencia arrastraría el doctor? No una como la suya, desde luego.

Mmm… comprendo- fue lo que alcanzó a decir tras las primeras palabras del varón. Su discurso era tan enigmático como el caso que debían resolver y, sin embargo, podría considerarse casi más intrigante que hubieran sido escogidos ellos y no otros para este caso. Todo parecía indicar que realmente había demasiado que nadie les había contado. La pálida mujer de rasgos finos asintió y peinó su cabello hacia atrás aprovechando la lluvia. No había dejado de intercalar miradas con la espalda del hombre al que seguía y con la suya propia, por temor a que alguien diese con ellos.

Henry entonces explicó más de lo que yacía en el interior del regalo que le habían entregado. Antídoto- sin duda era una palabra realmente interesante. Para la ayudante era imposible discernir quién podía ser un auténtico aliado en esa lucha, y comprendía que para los otros debía funcionar todo el misterio de un modo similar.  Cuando sus ojos se encontraron con los del doctor le sonrió de un modo ensayado a la perfección: recordaba haber sonreído –y mucho- justo antes del incidente, pero ahora le costaba a horrores que eso fuera natural. Aun así, en una mujer como ella no es que se viera forzada o fingida, porque había aprendido a controlar esas emociones.

-En la mía, doctor, llevo lo necesario para que la noche de hoy sea llevadera.  Mi estado de salud hace que necesite de algo muy valioso y complicado de conseguir por los métodos que alguien como usted o como yo seguiríamos. Sin embargo, la Corona no parece tener límites para acceder hacia ciertos recursos, ¿verdad? Podríamos afirmar que es… mi propio antídoto- dijo asintiendo ligeramente.  Confiemos en que ninguno de nosotros necesite de esa caja antes de tiempo- aunque según avanzase la noche la sed llegaría, y debería encontrar su momento. Eso sería lo más sencillo de todo en lo que acababa de involucrarse.

-¿Debo suponer que su dolencia es uno de los motivos que le hacen especial y lo arrastran hasta aquí?- acabó preguntando sin tapujos. Aunque ambos dijeran sin decir nada, a Mina eso le ayudaría a establecer un patrón por el que ellos cuatro estaban involucrados en ese misterio. De lo contrario… todo seguiría sin un sentido aparente. En mi caso, así lo es. Probablemente no estaría aquí de otro modo. 

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11/05/2017, 04:08
Doctor Jekyll

El buen doctor Jekyll siguió avanzando, pendiente de todo lo que les rodeaba. Otear a través de la bruma era complicado, pero eso no era sino una buena noticia. Después de todo ellos eran los únicos que estaban en un lugar inapropiado —al margen del cadáver, claro—, y cualquier cosa que ayudase a que no fueran descubiertos era una ayuda.

Al ver la sonrisa en los labios de su acompañante el hombre volvió a observar el frente, pensativo. Luego llegó la voz de ella y Henry Jekyll prestó a cada palabra la máxima atención. No era la atención que presta un hombre a una mujer, de hecho a pesar del atractivo preternatural de Harker había muy poco de eso. Era más bien algo intelectual, científico.

Asintió, como no podía ser de otra forma, a la pregunta retórica sobre la Corona. Aquella noche había cambiado la visión que el hombre tenía sobre ese tema, y parecía que iba camino de cambiar aún más. Finalmente, con ese deseo que la mujer lanzó a la noche el hombre desvió sus ojos hacia ella. Se tomó un instante, valorando qué podría llevar a la mujer a pronunciar esas palabras. ¿Cuál era realmente el riesgo que ella corría? A punto estuvo de ofrecerle ayuda en caso de necesidad, al menos por esa noche, pero no parecía que la mujer fuese una dama en apuros precisamente.

La nueva pregunta de Harker lo incomodó un poco. Lo metía de lleno en un tema sobre el que él no es que no quisiera hablar, sino que no quería pensar. Había que ser muy ingenuo para pensar que le habían hecho llamar por sus dotes como médico, o como químico, pero el doctor sólo había aprendido a la fuerza a no ser un inocente. Y desde luego no le gustaba pensar en esa posibilidad, en el momento en que necesitase más que a sí mismo.

Aquella vez tardó un poco más en contestar. El sonido de sus pasos marcó el ritmo de sus pensamientos, acercándose poco a poco a la inevitable certeza de que quizá no era tan útil como pretendían hacerle creer. En el mejor de los casos, quizá sí resultase serlo.

—Me gustaría pensar que no —reconoció, sin pararse a pensar en por qué la mujer había dado por hecho que había algo especial en él. ¿Por qué no podía ser, simplemente, un doctor? Quizá él mismo se había delatado al dar demasiada importancia a su dolencia. Al otro. —Me gustaría pensarlo.

Aquellas palabras, más que completar su pensamiento, lo zanjaron, demostrando que para él reconocer aquello ya había sido demasiado. Siguió caminando en silencio, sintiendo cada vez más el peso de la noche sobre los hombros. ¿Estaba seguro de que había hecho lo correcto al aceptar aquel encargo? No. Pero lo que sí tenía claro era que no había tenido otra opción.

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11/05/2017, 04:45
Irene Adler

Irene puso los ojos en blanco con cierta gracia con la exageración del guardia al mencionar a la reina, pero cuando el otro empezó a ceder, su sonrisa se curvó un poco más y asintió levemente con la cabeza, aprobando que al menos hicieran el esfuerzo por abrir sus estrechas miras. 

Se sostuvo una mano con la otra por delante del cuerpo mientras escuchaba a ambos, alternando su mirada de uno a otro aparentando ponerles más atención de la que solía emplear para seguir cualquier conversación. No miró hacia el coche hasta que uno de los guardias lo mencionó, momento en que le dedicó un vistazo fugaz. Esperaba que el doctor y la señora Harker hubieran podido avanzar y cubrirse con las sombras de algún volumen, ya fuese barco o contenedor. 

Sin embargo, viendo las pocas luces que parecían tener aquellos dos y con la idea de dar un poco más de tiempo a sus compañeros para escurrirse de allí, cuando terminaron, intervino ella de nuevo, suavizando con su mirada cordial la severidad del último en hablar. 

—No nos importa esperar, aunque cuanto menos tardemos en llegar a la escena, mejor será para todos —puntualizó, con una sonrisa—. Sin embargo, permítame matizar un pequeño punto en sus palabras. Pues tal vez el inspector Lestrade no tenga conocimiento de que venimos. Debemos reunirnos con él, pero desconozco si él está sobreaviso. —Hizo una breve pausa —. Pero sí sé con seguridad que si lo traen o nos llevan a nosotras ante su presencia, él reconocerá el sello del documento de inmediato y podremos resolver este asunto de una buena vez.

- Tiradas (1)
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19/05/2017, 03:40
Marian Halcombe

Marian frunció el ceño, molesta por la intransigencia de los oficiales, preguntándose cómo era posible la existencia de dos mentes tan obtusas, pero su molestia rápidamente se convirtió en preocupación ─aunque su rostro nada denotó─ al ver que de tanto insistir habían conseguido que dieran el brazo a torcer. Minutos antes aquello habría sido motivo de alivio y satisfacción, pero en las actuales circunstancias estaba lejos de serlo. Como el tal Lewis descubriera la artimaña se iban a meter en serios problemas ─aunque no es que le preocupara demasiado, sino más bien que descubrieran a Mina y el doctor antes de que cumplieran su cometido─.

─La señorita tiene razón ─respondió agradecida por la rápida y acertada intervención de Irene. Marian no se caracterizaba por ser una mujer encantadora y si el subterfugio dependía por completo de ella, bien sabía que estaba destinado al fracaso.

─Permita que aunque sea una de nosotras le acompañe ─añadió dando una significativa mirada a su compañera. Confiaba en que su astuta mente llegaría a la misma conclusión que ella. Marian, amparándose en su cojera, se vería imposibilitada de caminar rápido dando tiempo a los demás de llegar junto a Lestrade, pero si iba con Irene, a menos que ésta hiciera uso de sus encantos, difícilmente conseguiría ralentizar el andar del oficial.
 

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19/05/2017, 11:22
Mina Harker

Aunque el rostro de Mina no lo mostrase, en su interior no dejaba de sentir una tensión que por otro lado podía interpretarse como acorde en el que se encontraban. Le recordaba aquel paisaje al de una novela de misterio, con la lluvia mojando sus cuerpos y la niebla cubriendo su rastro.  No era la primera vez que una mujer como ella se veía en un apuro, pero desde luego los motivos que la conducían distaban entre ellos. 

No quería pensar en las consecuencias que podían conllevar un posible fracaso. Buscar a un asesino experimentado era un objetivo tan ambicioso para la Corona que, desde luego, debía incluir la aparición y búsqueda por otros cuerpos a su servicio, pero debía haber más.  El silencio de su compañero tras establecer su pregunta le dio tiempo para pensar en esos temas que uno trataba de mantener alejados de su mente para preservar su cordura. No pudo evitar ver ante ella –apenas un instante- la imagen de la persona por la que hacía eso, y durante ese breve lapso de tiempo, su mirada dejó de mostrarse fría e indiferente. Se permitió sentir, y lo único que halló en su interior era nostalgia y resentimiento hacia distintas fuentes.

El sonido de la voz del doctor la devolvió al lúgubre lugar en el que se encontraban, y la dama tan solo asintió a pesar de que no podía verla debido a que él avanzaba en primer lugar.  No dejaban nada claro salvo el deseo por su parte de que no fuera eso que le atormentaba lo que le había llevado hasta la escena de un crimen; pensó Mina que quizá –y solo quizá- la presencia del médico estaba justamente ahí para llevar a cabo las labores forenses. Podía ser que tuviera a una eminencia sobre el tema delante de ella y no se había molestado en saber más sobre los campos de actuación del doctor. Su necesidad de saberlo todo, la curiosidad innata de la que había hecho gala en el pasado, había mermado con el paso del tiempo aunque aún latía débilmente en su interior.

-A mí también me gustaría pensarlo, doctor, pero hace tiempo que dejé de engañarme a mí misma- acabó sentenciando mientras bajaba la cabeza y se sumía en un silencio casi incómodo. Había temas que era mejor no ahondar cuando el peligro los acechaba de esa manera.

Notas de juego

Estaba esperando por si el máster avanzaba, pero ya he aprovechado para dejarlo escrito :D. 

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19/05/2017, 18:51
Narración

Si antes los dos policías parecían dubitativos y algo reacios, pero dispuestos a darles el beneficio de la duda a las dos damas, las palabras de Irene parecen tener un extraño efecto. Quizás fuese la seguridad de su insistencia o el hecho de además de conocer a Lestrade, había convicción en sus palabras. El resultado es el mismo, ambos representantes de la ley intercambiaron una mirada que parecía traducir "mejor nos damos prisa". -Tiene usted razón señorita... ahora mismo entonces mi compañero...- intentó decir el de bigote, quien parecía arrojarse algo más de autoridad sobre el otro, y quien intentaba, sin mucho éxito, llevar el hilo conductor de aquella conversación.

Pero la interrupción de Marian parecía haberlo sumido en la duda un instante. -Creo que también tiene usted razón- decía como si estuviese siendo diplomático, aunque había perdido todo el terreno y estaba básicamente acorralado en contra de ambas mujeres. -Ejem... Lewis. Escolta a la señorita ante el inspector Lestrade. Estoy seguro de que cuando le muestre el documento que lleva con ella, aclararemos todo este malentendido. Agradezco que sean tan comprensivas señoritas, nuestra labor no es fácil y menos cuando hay un crimen de por medio.- el otro oficial se acerca a Irene Adler, como si estuviese esperando una señal para empezar a caminar.

Sin tiempo que perder, el joven policía se encamina unos pasos por delante de la mujer con un gentil -sígame, por favor- mientras aprieta el paso para internarse en las calles del muelle, en medio de la niebla, el frío y la oscuridad del sector, densa y sobrecogedora. Los pasos de ambos comienzan a perderse a medida que la oscura y densa bruma que flota sobre las frías piedras de la calle los transforman en siluetas apenas reconocibles.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Aquí os separáis. Irene y Marion, mensajes cada una para el director.

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19/05/2017, 19:13
Narración

El oficial aprieta un poco el paso, caminando como si supiera exactamente hacia donde dirigirse. En realidad, con la poca visibilidad, seguramente te habría costado más encontrar el camino hacia el Norway Yard.

No obstante, escuchas pasos, rumores de voces apenas audibles, pero presente. Había movimiento más adelante, en medio de la niebla. Y si tus compañeros han seguido el plan trazado por Marion, no podía tratarse de nadie más que de ellos. El oficial no dice nada, pero tienes la impresión de que estáis pisándoles los talones.

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19/05/2017, 19:15
Narración

Atrás parecían haber quedado los oficiales y vuestras compañeras. Y aunque no había demasiado ruidos a aquella hora, el viento soplando y acariciando las calles y el agua parecía volverse toda clase de rumores, algunos más inquietantes que otros. Estaba claro que vuestra imaginación podía jugarlos una mala pasada y que la poca visibilidad sólo os pintaba todo tipo de deformes siluetas a través de la densa niebla. Lo único constante era el frío, que parecía afectar más al doctor que a la misma Nina, con su nívea piel y su compostura casi perfecta. No había todavía señal de otros policías y a medida que las bodegas iban a apareciendo en ciertos lugares y que avisos anunciaban los nombres de otros espacios, no estabáis completamente seguro de ir por el camino adecuado.

Las opciones que estaban frente a vosotros consistían en continuar hasta dar con la calle exacta, o regresar y admitir derrota. Los muelles no eran las zonas más frecuentadas por un hombre de ciencia, salvo que tuviese algún asunto traficando toda suerte de cuestionables mercancías de regiones alejadas; o para una dama respetable, salvo que estuviese embarcada en la persecución de algún deleznable criminal que había traído ruina a su familia. 

Y definitivamente, Irene Adler y Marion Halcombe parecían no haber tenido mucho éxito conmoviendo a aquellos dos policías, o estaríais escuchando el relincho de los caballos y la marcha del coche con absoluta claridad, mucho antes de verlo aparecer a través de la niebla. 

- Tiradas (2)

Notas de juego

Para no perderlos podéis realizar una tirada de Callejeo. Si no tenéis Callejear, podéis hacer una de Astucia a -2. Tenéis -1 por la niebla además.

Oculta, por favor >:D

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19/05/2017, 20:38
Irene Adler

Los pasos de Irene se deslizaban a través de la niebla lo más despacio que podía sin detener su caminar, pero su cerebro iba por delante, buscando formas de entretener a aquel hombre para ganar un poco más de tiempo para sus compañeros. Quiso decirse a sí misma que seguramente aquello sería innecesario, que debían haber sacado ya suficiente ventaja, pero entonces el aire llevó a sus oídos el rumor de voces y pasos más adelante y se le hizo evidente que iban a alcanzarlos. ¿Acaso iban caminando como si diesen un paseo, por el medio de la calle? ¿Por qué no iban callados y escondidos? ¿Es que no sabían nada?

Si la mujer hubiese estado sola, habría puesto en ese momento los ojos en blanco. Estaba claro que si una quería que las cosas estuvieran bien hechas, tenía que hacerlas ella misma. Con esa idea en mente miró de reojo al agente que iba a su lado y decidió tomar cartas en el asunto. 

El suelo estaba mojado por la lluvia y no sería raro que una mujer resbalase por ello. Aunque no era de sus preferidos, el papel de damisela en apuros no se le daba mal y quizás sirviese para terminar de tener a aquel agente comiendo de su mano. En realidad lo que más le fastidiaba de aquella idea era que iba a mojarse el vestido, pero esperaba que valiese la pena. Así que en determinado momento cruzó un tobillo por delante del otro al caminar, con la intención de desestabilizarse a sí misma y tirarse al suelo. 

—¡AH! —exclamó con voz aguda fingiendo sobresalto y esperando que fuese suficiente para alertar a los que iban delante para que se escondieran—. ¡Que me caigo!

Colocó en su rostro una mueca fingida de dolor al impactar con el suelo y se llevó una mano al tobillo como si le doliese. 

- Tiradas (2)

Notas de juego

Me gasto un beni :D.

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19/05/2017, 21:24
Doctor Jekyll

El doctor Jekyll no se tomó las palabras de la mujer como malintencionadas a pesar de que picaron debajo de su piel de una manera insidiosa. Quizá el tipo se estaba engañando a sí mismo, pero no quería explicar los actos de los demás a través de la malicia si podía encontrar otros motivos. Sin embargo tampoco era tan buen médico, y desde luego el análisis forense no era algo en lo que estuviera especialmente experimentado.

En silencio siguió caminando, decidido y atento a lo que los rodeaba: en ningún momento se planteó dar la vuelta. No parecía tener ninguna duda acerca de adónde se dirigía. No es que frecuentase los muelles, pero podía decirse que conocía bastante bien Londres. Mientras tanto intentaba avanzar no hacer demasiado ruido, consciente por completo de que en cualquier momento podían dar con más policías y que estos podrían ponerles trabas a la hora de continuar.

Henry Jekyll se sentía, a todas luces, fuera de lugar. A pesar de que sus ojos ya no se movían nerviosos como peces mirándolo todo aquel no era su elemento. Ni las intrigas, ni las pesquisas fuera de su laboratorio... Ni mucho menos perseguir a asesinos internacionales. Pero había asumido que no tenía otro remedio, por supuesto.

Tras otro par de minutos en silencio, simplemente caminando al lado de aquella mujer tan imponente, el hombre volvió a hablar. Su mente se encontraba inquieta, pensando aún en los dossieres que con tanta atención había analizado, pero una parte de sus pensamientos estaban en todo lo demás que rodeaba a aquel trabajo.

Puedo preguntarle... —dijo en voz baja, limitando a aquellas dos palabras la parte de pedir permiso—. ¿Qué le han prometido, si esto sale bien? —Un momento más tarde se disculpó no por educación, sino porque era consciente de que aquello quizá fuera demasiado personal—. No me lo diga si no es oportuno, por supuesto.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Me equivoqué con la tirada. Ni la hice oculta, ni tuve en cuenta el -1 por niebla. Eso por hacerla mientras trabajaba. Pero el máster me ha dicho que por esta vez y sólo por esta vez se acepta, así que...

¡Mira, Mina, y muere!

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24/05/2017, 04:50
Marian Halcombe

Marian entreabrió los labios con la intención de decir algo, pero al final no dijo nada. Ninguna de las posibles frases que le cruzaron la mente iba a ser útil, así que no le quedó más que confiar en que Irene encontraría el modo de relentizar lo suficiente al oficial Lewis y dar tiempo a que Mina y el doctor llegaran.

—Quizás no fue buena idea —pensó—, de haber esperado un poco más...

Suspiró y se aclaró la garganta. Podrían haber esperado y seguir recibiendo nada más que negativas de parte de los oficiales, no había nada que les garantizase que iban a cambiar de parecer. Las posibilidades de éxito o fracaso habrían sido las mismas en cualquiera de los dos casos.

Miró al oficial que se había quedado y enseguida observó en dirección al carruaje.

—Es una fría noche, oficial, y me resulta admirable que pese al frío tanto usted como el cochero estén cumpliendo con su trabajo... ¿Conoce algún sitio por aquí cerca en el que pueda comprar una taza de té o café con el que calentar el cuerpo?

Aunque lo hacía más por ganar tiempo, sí que le parecía buena idea el conseguir algo caliente para beber, aunque imaginaba que tanto el oficial como el cochero debían de tener oculta entre las ropas alguna petaca con alcohol que los ayudase a entrar en calor.

Notas de juego

Si puede, Marian va a intentar ganarse la simpatía del oficial y entablar conversación.

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24/05/2017, 10:39
Mina Harker

Mina continuaba atenta al camino, siempre en un riguroso silencio a no ser que el doctor que la acompañaba le dedicase unas palabras. De vez en cuando le parecía atisbar una silueta en la lejanía, cubierta por la niebla, pero rápidamente desechaba ese pensamiento e imaginaba que sus nervios le jugaban una mala pasada.  Optó por pensar que el asesino debería haber dejado la escena del crimen, porque probablemente todo aquello estaba rodeado por un equipo de seguridad que, por otro lado, también podían detectarlos a ellos.

Tenía la sensación de que eran ellos dos ahora los encargados de manejar toda la situación porque ningún sonido provenía del lugar en el que se habían separado. El problema se produciría si la policía daba con ellos antes de que encontrasen a su contacto para que todos pudieran acceder a la escena del crimen.

Tras cruzar una calle, las palabras del varón volvieron a sonar en un tono bajo, casi camuflado por el temporal que los acompañaba. El rostro de Mina se endureció durante unos instantes y apretó la caja que llevaba contra su pecho. ¿Le habían prometido también algo al doctor? La imagen de su prometido volvió a cruzar sus pensamientos y se enfadó, pero no mostró ningún sentimiento bajo su piel pétrea.  No contaba ya con el hecho de que su maldición pudiese ser curada, pese a que Van Helsing seguía investigando.

-Me quitaron algo y prometieron devolvérmelo- respondió con un tono oscuro. Luego clavó su mirada en el señor Jekyll- ¿Y a usted? 

- Tiradas (1)
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25/05/2017, 19:50
Narración

El oficial se gira con rapidez para observar tu actuación, lanzándote al suelo. El hombre da dos pasos largos exclamando -¡Santo Dios, señorita, está usted bien?- dice mientras pone una rodilla a tierra y el otro pie firme, a tu lado. Sus ojos están abiertos de par en par, y su preocupación genuina no es más que el reflejo de esa rigidez y  esa caballerosidad que parece ser una cualidad natural de los británicos. Eso, y su flemática actitud ante la vida, junto con su incapacidad de expresarse abiertamente.

El hombre te da la mano para ayudarte a levantarte, e inspecciona que no estés herida con la mirada. Tu vestido está ahora sucio y húmedo, gracias a la loza mojada tras el efecto de la lluvia, y salvo la brusquedad de la caída estás bien. Eso, por supuesto, no lo sabe tu acompañante, quien parece esperar una respuesta y que, afortunadamente, ha olvidado la premura de su original misión.

Al menos no escuchas ya los murmullos a través de la niebla, por lo que si eran tus compañeros probablemente habrán tomado ventaja, y si se trataba de otros transeúntes, parecía que estaban evitándoos.

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25/05/2017, 19:55
Narración

La niebla escupe un -¡Ah!- un grito que interrumpe vuestra charla, varios metros detrás de vosotros. El doctor reconoce que se trata de una mujer, y aunque haya un aire de familiaridad, no está seguro de quien podría ser. ¿Debían proseguir o regresar a explorar lo que había sucedido?

El doctor reconocía aquella calle, casi memorizada por completo, no hay niebla ni oscuridad que pueda ofuscar el camino, y aunque le hubiesen cubierto los ojos, habría sido capaz de encontrar su destino. Pero ahora la dicotomía era el significado de aquel grito agudo que había atravesado la cortina de bruma como una daga, pasando en medio de Mina y del mismo Henry, recordándoles el origen de su misión. Unas cuantas calles y dos giros más, y seguramente llegarían a donde estaba Lestrade y los demás policías, regresar de nuevo, y quien sabe con qué se encontrarían.

Parecía que había voces en dirección del grito, a vuestras espaldas, a través de la bruma, pero os cuesta escucharlas con claridad. ¿Había otra patrulla de oficiales? ¿Algún incidente nuevo? ¿Jack? Este último pensamiento, traidor, parece colarse entre vuestras preguntas... ¿podría ser el grito escuchado el de una mujer siendo enfrentada con su oscuro destino, ante las manos del más peligroso criminal que ha visto el imperio Británico?. Y por ahora, en virtual soledad, aislados de la humanidad, en medio de la humedad y las tinieblas, está el doctor Jekyll junto a Mina Harker, ponderando cuál será su próximo curso de acción.

- Tiradas (2)
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25/05/2017, 20:03
Narración

-¿Algún sitio?- murmuró el oficial, quien negó con indignación. -Señorita, con todo respeto, esta zona no tiene más que lugares de mala muerte, licor barato para marineros extranjeros que buscan calentarse durante la noche de Londres. Y los muelles suelen atraer a todo tipo de rufianes y bandidos, además de tomadores y violentos. Esto no será Whitechapel, pero no es lugar para buscar una bebida, y menos una dama respetable como usted.- dice el hombre con a invariable inflexibilidad hipócrita británica. Pero algo de verdad había en sus palabras: Los muelles no eran conocidos por ser demasiado seguros, o por ofrecer los mejores sitios, pensiones de mala muerte para hospedarse temporalmente, y pubs escondidos de las miradas indiscretas albergaban marineros, aventureros, contrabandistas y quién sabe que otra suerte de ralea criminal de Londres. Los que no estuviesen en Whitechapel, seguramente pasaban algunas noches en Surrey Docks.

-Ahora, si lo que busca es un sitio respetable, The White Stag.- dijo, mencionando el más conocido bar de la ciudad. -En cualquier caso, es mejor que estar aquí.- añade sin ocultar su cansancio, su molestia y su frustración. Se queda observándote un momento, como si acabase de descubrir que tenía curiosidad y que además de la apatía británica, la noche fría y la incómoda situación, quizás podría lanzar una pregunta con un nivel de indiscreción sorprendente, pero cargado de la valentía que una placa, un uniforme, y un bigote bien cuidado lograban infundir en un hombre de la ley. 

-¿Qué asunto tenéis vosotras con el inspector Lestrade, y con el crimen? Ciertamente parecéis tener cierta urgencia...- dice el hombre, suspicaz, pero gentil. Al mejor estilo inglés.

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06/06/2017, 22:44
Marian Halcombe

Marian prestó atención a la reacción del oficial, tal vez se equivocaba, pero notó una buena dosis de frustración en sus palabras. Observó el entorno con ojo crítico, un modo en el que no lo hiciera antes, prestando atención a los detalles, fijándose incluso en el vaho de sus respiraciones.

—Dejado de la mano de Dios —musitó en respuesta a los comentarios del oficial. Sin duda el trabajo de un policía de Surrey Docks, Whitechapel u otros barrios de clase baja, distaba mucho del de uno de Mayfair, por lo que no era de extrañar la sensación de molestia y frustración del oficial.

Permaneció serena pese a la inquisidora mirada del uniformado ni desviar la suya. Algo parecido a una sonrisa se dibujó en sus labios y acarició el pomo del bastón, resistiéndose a las quejas de su pierna que, empeñada en recordarle que el frío no favorecía en nada a su cojera, la obsequiaba con pinchazos de dolor. Suspiró tratando de mantener de la compostura, obstinada a no ceder al dolor. Sonrío agradable, o al menos así lo intentó.

—Mi intención era obsequiar a usted y el cochero, y de paso a mí, con una taza de té o un café irlandés para sobrellevar el frío, pero siendo este barrio tan inseguro como usted menciona, lo mejor para mi seguridad es permanecer cerca suyo —comentó condescendiente—. En cuanto a su pregunta, hablar de nuestros asuntos con el inspector Lestrade resulta incorrecto, nuestro interés es reunirnos con la persona a cargo, persona que ha resultado ser el inspector, pero que bien pudo haber sido usted o alguno de sus compañeros. Ahora bien, nuestra urgencia no es otra que examinar la escena del crimen antes de que la lluvia y los curiosos arruinen las pistas y entorpezcan la investigación —esta vez no pudo evitar que el rictus de dolor se dibujara en su rostro e intentó encontrar el modo de que el peso de su cuerpo se distribuyera entre su pierna sana y la mano que sostenía el bastón, restando presión a la cadera dañada.
 

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17/06/2017, 01:03
Irene Adler

La mujer aplaudió mentalmente su propia actuación mientras fruncía los labios en un fingido mohín de fastidio y aceptaba la mano que el policía le ofrecía caballerosamente. 

Creo que sí. Ah, este suelo está tan resbaladizo... —se quejó al ponerse en pie.

Entonces apoyó el pie con cuidado, como si estuviese tanteando hasta qué punto podría apoyarlo y acentuó su gesto de dolor, estirando la mano para apoyarse en el brazo del hombre. 

Me temo que me lo he torcido. Creo que podré caminar, pero... despacio. Ayúdeme, haga el favor. 

Y así empezaría a caminar de nuevo pero lentamente, apoyándose en su brazo y fingiendo una leve cojera. 

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19/10/2017, 12:58
Mina Harker

La pregunta de Mina se vio interrumpida por el sonido de una voz en la lejanía. Un grito, un quejido, una expresión que la puso en alerta. Había guiado su marcha junto al doctor pero al percatarse de aquel sonido se detuvo, añadiendo silencio al frío escenario en el que se movían. No había sido capaz de identificar la voz ni el lugar exacto del que provenía, pero desde luego no le gustó el hecho de encontrarse algo así en medio de la misión en la que se hallaban.

Por su mente pasaron varias ideas: la primera de ellas era que sus compañeras habían tratado de huir de la policía y eso había iniciado un enfrentamiento; quizá habían dicho algo indebido y se habían negado a acompañarles, lo que habría desatado la violencia. La segunda, algo más absurda, es que hubiera alguna patrulla por los alrededores y que alguien había tropezado debido a la densa niebla que ocultaba y enfriaba sus cuerpos. La tercera, la más perturbadora entre todas ellas, era el imaginar que quizá el asesino al que se enfrentaban no había abandonado la escena del crimen, y que alguien había sido asesinado o atacado a escasos metros de donde ellos se encontraban.

¿A qué distancia se encontraban de su destino? ¿Se perderían si retrocedían e intentaban encontrar el origen de la voz? La mujer pálida clavo su mirada sobre su compañero, sin saber exactamente qué hacer. Prestar ayuda era algo que venía innato en su código moral, pero su vida había cambiado. La habían hecho cambiar. Pensar en arriesgar su misión –o mejor dicho, su recompensa- por comprobar algo que quizá no fuese nada le parecía harto arriesgado, pero por suerte para ella no estaba sola para tomar la decisión.

-¿Ha oído eso, doctor? ¿Cree que hay alguien más en peligro a quien debamos socorrer o es mejor que continuemos?- preguntó en un susurro. Tras decir aquellas palabras dejó de observarlo a él para recorrer con su mirada el lugar, intentando discernir algo más entre las calles que habían recorrido y las que les faltaban por recorrer. 

Notas de juego

Creo recordar que ya continuábamos con la partida, y sino lo dejo para cuando empiece :D. 

 

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21/10/2017, 03:43
Doctor Jekyll

Las palabras de su acompañante hicieron que el buen doctor Jekyll la buscase durante un instante con los ojos. Su ceño se frunció un poco, como si en ese momento en su frente se dibujaran algunas de las preguntas que de repente se hacía el doctor. Se había propuesto no meterse demasiado, y la desidia vital en la que últimamente vivía había apagado bastante de su curiosidad, pero aún así... Aquello no era bueno, eso era evidente.

No llegó a sorprenderse, ni mucho menos, cuando ella le devolvió la pregunta. Era de esperar, y si le hubiera molestado mejor hubiera hecho en quedarse callado. Sin embargo tardó unos segundos en responder mientras buscaba las palabras adecuadas. No parecía que estuviera ignorando a la mujer, ni mucho menos, sino en una especie de diatriba interior... Casi un diálogo. No con el otro, por supuesto, eso sería conferirle mucho más poder del que el doctor estaba dispuesto a darle.

Fue entonces cuando escuchó aquel grito. Sus pasos se detuvieron al mismo tiempo que su respiración se detenía. Miró a su compañera, dubitativo por un instante, y entendió por su mirada que ambos se planteaban lo mismo. O bien eran aquellos a los que habían dejado atrás... O bien aquel al que buscaban.

El doctor Jekyll nunca se había calificado a sí mismo como de cobarde, pero tampoco es que nunca hubiera tenido que pararse a pensar sobre ello. Y en cualquier caso lo habría llamado cautela. Tampoco se habría definido como un temerario, desde luego, sino que se consideraba dentro de la normalidad. No era cierto, por supuesto, pues pocas cosas en él se podían calificar como normales, pero esa no era la forma que él tenía de verlo.

En cualquier caso sopesó pros y contras de manera rápida. Pensándolo bien aunque se tratase de Cream probablemente no hubiera atacado a nadie: las mujeres estaban con dos policías y se suponía que allí no había nadie ajeno al caso. Aquel grito podía suponer problemas con las autoridades o bien, como mucho, que le habían visto, pero el doctor no creyó que el asesino atacase a dos mujeres juntas, y menos si probablemente estaban acompañadas por los agentes. A lo sumo estaría intentando escapar, al encontrarse con las calles cercadas.

—Creo que lo mejor será que nos demos prisa —sugirió no sólo volviendo a caminar, sino apretando bastante el paso—. Creo que hablar con Lestrade es la prioridad.