Partida Rol por web

El día se había agotado, no habías conseguido dar veracidad a las palabras de la señorita Reid, y ello te molestaba. Volver junto con Shine con algo no contrastado podría ser peligroso, pero al menos no volvías con las manos vacías. Algo es algo, y eso siempre es mejor que nada. El problema se dio al llevar tu mano al bolsillo y descubrir que no tenías lo suficiente para volver a Whitechapel. Quizá en carro, pero negociando con alguien, y a estas horas, el viaje te saldría más caro que de costumbre, no sólo por la leyenda negra que empieza a circular en torno a los asesinatos, si no que suele ser un incordio tener que estar esperando a que pasen los animales por mitad de la calle.

Si tuvieras que ir andando, no llegarías a una hora saludable bajo ningún concepto. 

A tu lado, una chica está hablando con el cochero, no has podido entender muy bien cual es el destino, pero por el precio que le está pidiendo el cochero, bien puede ser el otro lado de la ciudad, sin ningún tipo de problema. La mujer trata de negociar con el cochero un precio más asequible, pero este parece no tener ningún tipo de empatía por la joven que, empieza a verse algo nerviosa, contando y rebuscando en su bolso algunas monedas, pero que parece no encontrar. Aunque viste de manera elegante, falda al vuelo, con blusa a juego y chaquetilla, la tela no es de calidad, por lo que puedes entender que no es alguien que deberías de reconocer. 

El cochero parece algo aburrido y enfadado. Le pide a la mujer que se marche a engañar a otro, pero esta empieza a implorarle que le ayude, que en su destino le dará más dinero.

Es en la desesperación cuando encontramos a los que son nuestros verdaderos amigos. Es por ello que avanzas por las calles, en dirección a casa de Lionel, con más prisa de la que te gustaría dar a entender. No tardas mucho en llegar, pero te sorprendes al no ver ni una simple vela encendida, que te de pie a entender que está dentro de su casa. Al acercarte y al mirar al interior de su vivienda, puedes ver cómo está todo patas arriba, como si alguien hubiera estado rebuscando algo sin que lo encuentre. Lo bueno es que no parece que haya signos de lucha, sólo un desorden mucho más que evidente.

La puerta está cerrada, las ventanas no están rotas ni abiertas.

Tienes suerte de que esto sea Whitechapel, y las patrullas de alguaciles no se den con asiduidad, porque si alguien te viera husmeando por los alrededores de una casa en la que hay signos claros de que han robado, o lo han intentado... te cargarían el muerto a ti. 

El tiempo pasa y el hambre pica. Con las pocas monedas que tienes en el bolsillo... te da para poder comer algo y encaminarte hacia el local de Shine. Ese pub de mala muerte en el que trabaja tu hermana.

- ¿Y si compartimos el viaje?

Había ocasiones en las que dar muchas vueltas a una pregunta no era nada bueno y esta era una de esas ocasiones. Ni ella ni yo íbamos a lograr alcanzar nuestros destinos si me quedaba parado y la dejaba tirada, de ahí que me metiera en la conversación sin siquiera dudarlo.

- Me deja en Whitechapel y luego puede continuar su camino ¿le parece bien?

Propongo tras acercarme a ellos intentando evitar cojear, lo cual ayudaría a que entendiera el motivo de querer ir con ella dado que me era difícil aguantar el dolor y este seguro que aparecía en mi cara. Ya tendría tiempo de discutir con Jebediah después, aunque teniendo en cuenta el poco tiempo de que disponíamos, más me valía regresar con lo poco que tenía a hacerlo con nada.

Empiezo a sentir que el mundo va en mi contra cuando llego a la casa de Lionel y está vacía... Y más que vacía. ¿Le habrán detenido? ¿O ha sido un robo...? Después de todo lo ocurrido, lo peor que puedo pensar es que no ha sido casualidad y que de alguna forma está implicado en todo esto del robo. No, tranquilízate, no les habrá dado tiempo a investigar tanto sobre mí, ¿verdad? Además Lionel ya tiene sus propios problemas...

Me aparto de la casa y empiezo a pensar dónde ir, cuando siento esa molestia habitual, ese sentimiento que me obliga a gastar mis pocas monedas: El hambre. Resoplo y me dirijo a uno de los pocos locales que se podría decir "de confianza" en Whitechapel. Un pub bastante decente, sin muchas ratas y donde hacen una sopa bastante buena para lo que cuesta. La comida me llena curiosamente más de lo habitual, seguramente porque tenga el estómago encogido por el miedo, pero no me quejo. A saber si consigo comer en alguna otra ocasión después de esta noche... Sin pensar más en ello, en cuanto termino de comer me dirijo al local del Anarquista, con mis ropas de rata callejera y sin perder la vista de cualquier esquina peligrosa.

La muchacha acepta, de todas formas no le queda otra que aceptar la compañía, aunque no le hace ni pizca de gracia tener que pasar por Whitechapel. La imposibilidad de encontrar algo más de dinero hace que se trague su orgullo y entre, sin esperar a que le cedas el asiento. El cochero tampoco nada encantado con la idea. Por un momento estás seguro de que se va a negar a llevarte, pero el dinero es el dinero, y el trabajo no deja de ser pagado. A regañadientes acepta vuestro dinero, no sin antes contarlo varias veces, esperando encontrar una razón para negar el viaje. Al ver la suma completa se lo guarda en su bolsillo y y te hace una seña para que subas. 

El viaje transcurre en silencio. La mujer parece más preocupada de evitar acercarse a ti que del viaje en sí. Llegas al destino, con la incomodidad de haber compartido un tiempo con dos personas que hubiera preferido no cruzarse contigo. Aunque es tarde, el matón de la entrada te dice que puedes pasar al interior. Que te haya reconocido y dejado pasar, pese a la tardanza, no es mala presagio... al menos de momento.

Llegas al local de Shine a la hora adecuada, incluso un poco antes. El gorila de la entrada te ve y sonríe, no sabes muy bien por qué, pero no te prohibe la entrada, ni parece amenazante. Ya en el interior, eres conducido al interior, hasta el despacho de Shine, donde Blackwood se encuentra ya. Ambos están hablando, de forma cordial, incluso se están riendo. Te invitan a sentarte mientras siguen hablado, como si no estuvieras. Es una situación bastante incómoda, pero al menos, hay que reconocer que son graciosos. Poco a poco se van metiendo en la conversación que os atañe en cuanto al golpe que quiere dar. El señor Scott no llega a la hora acordada, algo que impacienta al Anarquista, que no hace más que mirar su reloj.

La conversación, en la que estás presente, pero claramente excluido, se habla de la información que falta, que debería haber traído tu compañero, que es fundamental para saber las rutas que tomarían las diligencias enviadas con el dinero. Tras un par de horas, en las que apenas entras en conversación, porque ni te piden tu opinión, ni se avanza tan siquiera en el plan. El señor Scott entra, conducido por el mismo matón que te trajo a ti hasta aquí.

Para cuando el señor Scott llega al despacho, conducido pro el mismo gorila que había traído mucho antes al señor Green, puede observas cómo este se encuentra entre aburrido y acongojado a un lado, a una persona que reconoce como el dueño de uno de los fumaderos de opio más concurridos de todo Whitechapel. El señor Blackwood, pero que no dice nada al verle entrar, simplemente, se gira y mira al Anarquista, que tiene dibujado una mueca de desagrado mientras observa su reloj de bolsillo y bufa, devolviéndote la mirada a ti.

-Espero que hayas traído la información que te pedí. -Te comenta sin saludarte, ni echarte en cara nada por haber llegado tarde.

El señor Blackwood, observa la situación sonriente. Esperando la respuesta para empezar a hablar en serio de las cosas. Shine te le hace un gesto con la cabeza a Scott, para que se acerque a la mesa del despacho y tome asiento en la última silla que queda libre. 

Quizás debería no haberlo hecho, pero teniendo en cuenta la situación en la que estaba era mejor no hacer comentarios idiotas como ese. En lugar de ello saco la lista con los nombres y me acerco para dársela a Jebediah.

- ¿Está seguro de las fechas señor Shine? - le pregunto sin soltarla - En esta lista estan los nombres que busca, pero por lo visto la recepción fue ayer.

Que no soltara la lista tenía su motivo y uno que no era pequeño precisamente.

- ¿No habrá intentado engañarme?

Pregunté directamente, porque por muy cojo que estuviera podía romperle el cuello antes de que su matón moviera un músculo.

Si ya la sonrisa del de la entrada me había asustado, me quedo de piedra al ver que Blackwood ya está allí. Y no están matándose... Ni a mí. Estoy tan tenso que al sentarme siento que la madera es aún más blanda que yo y no bajo la guardia hasta que ver que después de un buen rato siguen con su charla, ignorándome totalmente. Incluso se me escapa una sonrisilla de vez en cuando con algunos de sus comentarios, una que me esfuerzo en borrar rápidamente por miedo a que me digan algo. El tiempo que tarda en venir el cojo, me lo paso mirando el decorado del despacho, mirando de vez en cuando a los otros dos pero evitando el contacto visual durante más de medio segundo. Aquí estás bien, eres un mueble más, no hay de qué temer...

Y de hecho, efectivamente me doy cuenta de que no había nada de qué temer cuando llega el cojo y el gesto de molestia de Shine se vuelve contra él. Relajo los hombros y me inclino un poco hacia delante, mientras miro al recién llegado, tan expectante como los otros dos. Pero la respuesta hace que frunza el ceño. 

Estoy a punto de hacer una pregunta cuando escucho la de él y alzo las cejas sorprendido, volviendo a echarme sigilosamente hacia atrás en el asiento, permaneciendo lo más lejos posible de la ira de Shine. No, no, algo está mal... ¿Se habrán equivocado? Blackwood lo sabría... ¿Será eso por lo que está aquí? ¿Y qué rayos pretende, de hecho? No me han matado pero si se lleva bien con el Anarquista... Con cautela, mis ojos buscan la salida más cercana o el mejor sitio en el que esconderme en caso de que la cosa salga mal.

Todo resto de jolgorio que podía haber en el rostro del señor Shine se esfuma en cuanto escucha la pregunta que sale de la sospecha de Scott, el rictus en sus labios contrasta con la mirada amenazante del anarquista, que paulatinamente se incorpora, sin dejar de mirar al hombre que parece no acabar de confiar en toda esta trama en ciernes. De repente, como si la temperatura hubiera bajado, os notáis incómodos y ciertamente intranquilos. Es como si la parca hubiera entrado en la sala, mirándoos uno a uno, esperando a llevarse el alma de algún desafortunado sin importar cual. 

-En efecto. -Dice sin modificar el gesto, apenas moviendo los labios. -Si no fuera así ya me contará como podría haberle enviado a buscar los nombres de aquellos que se reunieron con la reina en su recepción.

Incluso el señor Blackwood, al que Eliott ha visto no perder la compostura en ningún momento, se siente ciertamente incómodo, a juzgar por el gesto que tiene en el rostro. Mueve la mano, hasta acabar señalando el asiento vacío, en una muda invitación a sentarse, entregar lo que ha averiguado y a callarse.

-Es la segunda vez que tengo que aguantar una salida de tono por su parte. -Continúa con aquella pose amenazante. -No habrá una tercera. -Se mantiene, su pulso perfecto mantiene fija la mano en el aire. -Deje de ser un ingrato, o me replantearé lo de dejarle pelear pese a su condición.

El señor Blackwood carraspea, sin lograr llevarse la atención del Anarquista. Y al ver lo infructuoso de su acción, decide cruzarse de brazos y ponerse serio.

-Señores... -Comenta algo titubeante. -No he venido hasta aquí para ponerme de acuerdo con el señor Shine y acabar viendo esto. Hay por delante mucho trabajo que hacer, corroborar la información va a ser difícil y organizar un golpe a esta escala va a suponer todo un reto. -Levanta los brazos señalando lo absurdo de la situación. -¿Podemos empezar de una vez? -Se encoge de hombros. -Sólo movilizar a la gente me va a llevar toda la noche. Y sin objetivos no me voy a implicar.

Trata de calmar la situación encauzando el tema. En un último momento mira al señor Scott, esperando a ver su reacción.

Habiendo aclarado aquel punto, solté la lista y tomé asiento.

- Entonces tenga cuidado señor Shine. Los traidores acostumbran a repetir.

Le hago ver permitiéndome el merecido descanso después de haber pateado medio Londres. ¿Pero por qué asumía que toda esta información provenía de un traidor? Porque era difícil haber obtenido ese soplo de alguien que no estuviera involucrado, tal y como me había confirmado la señorita Reid, nadie del servicio tenía pintas de saber nada, y eso solo significaba que algún pez gordo lo había orquestado todo, un pez que nadaba en la corte y que bien podía ser de esa la camarilla que se había reunido con la reina o que nadaba en su contra.

Es posible... Y sólo posible, que el hecho de que el Anarquista haya conseguido intimidar también a Blackwood, me tranquilice. ¿Porque eso significa que estoy en el bando, verdad? Si es que estoy en un bando. Me quedo callado, pegado a mi silla, mientras los demás discuten, casi viendo las cuchillos volando por la habitación y preguntándome dónde caerá el siguiente. 

Pero si ha preguntado por las fechas, ¿es que es muy pronto? O tal vez muy tarde. Me inclino cuidadosamente hacia delante, esperando a que Shine empiece a leer la información y con medio ojo puesto en el cojo. No sé si es un valiente o un imbécil... Que en el fondo son lo mismo, pero apostaría más por lo segundo. 

- ¿Y... Bien? ¿Cuántos han caído? - pregunto intentando relajar el tono y no parecer tan nervioso como realmente lo estoy. 

Shine le dedica una mirada a Scott que podría describirse como extrañeza y cansancio. Coge la nota de malas maneras, sin dejar de mirar al que se la había traído, durante unos segundos, sin mover un ápice los músculos del cuello y acompañando la con la mirada el recorrido de este, hasta que finalmente toma asiento. Mantiene la mirada y el gesto un momento más, un momento que parecen ser horas, y en algunos instantes, llega a transmitir la sensación de que se va a levantar para soltar un tortazo, o algo parecido. Ninguno sabe, exactamente, a quién se lo daría de los tres que tiene delante. 

-En fin... -Arrastra las palabras con cierto desánimo fingido en su tono. Toma la nota y baja la mirada para empezar a leerla. No sabéis muy bien el por qué, pero de repente una sonrisa empieza a esbozarse en su rostro. -Como imaginaba. -Dobla la nota y la arrastra por la mesa hacia el señor Blackwood. -Parece que su tío no va a dejar pasar la oportunidad de congraciarse con la corona. 

Algo más tranquilo, mostrando una sonrisa autosuficiente, el señor Blackwood recoge la nota para echarle un vistazo tras escuchar la última aportación del Anarquista. No sólo se fija en el nombre que ha remarcado el señor Shine, si no que echa un vistazo a todos los que hay en la lista, que pese a haber un puñado, no son demasiados. Él también dobla la nota, dejándola encima de la mesa. 

-Siempre ha tenido la intención de trepar, sin importar el coste. -Se recuesta en su asiento. Adquiriendo una postura que Eliott conoce muy bien, a falta de poner los pies encima de la mesa. -Conociéndole, se asegurará de financiar la campaña bélica con una sustanciosa cantidad, eso podemos darlo por hecho. -Se lleva la mano a barbilla. -Es el mejor momento para ganarse el favor de la corona y pedir terrenos en las colonias, probablemente, que explotar con esclavos. Aprovechará aunque deba hipotecarse. -Se encoge de hombros. -Aunque puedo asegurarme haciendo algunas preguntas. 

-No. -Sentencia sin elevar el tono de voz. -No vamos a hacer nada que pueda señalarnos como culpables. -Dice poniéndose serio. -Daremos el cambiazo a las diligencias cuando paren a pasar la noche en alguna de las tabernas. Y para ello tengo un plan. - Comenta con seriedad. -Usaremos somníferos que distribuiremos en la bebida de los encargados de la seguridad, vestidos como camareros, y disfrazaremos el ataque como una reyerta de taberna. -Mira al señor Scott. -Cuando tengamos la atención de la seguridad de las diligencias que les toque descanso, y de todos en el interior, comprobaremos que no quede nadie despierto custodiándolas. Damos el cambiazo, cambiando los caballos de tiro de una a otra, y dejaremos que se lleven una llena de piedras. -Sonríe. -Quiero ver las noticias al día siguiente cuando el banco de la reina reciba un montón de cantos rodados. -Se ríe, golpeando la mesa. -¡Y puedes apostar que quiero ver la cara de ese malnacido de tu tío cuando le comuniquen lo que ha entregado! ¡O que me la cuenten!

Os mira esperando a ver si tenéis algo que decir, alguna valoración, o algo mejor en mente.

-Antes de que digáis nada, para dificultar la futura investigación, daremos tres golpes, diferentes equipos, la misma noche. Dos equipos míos, en los que entráis vosotros, y otro por parte del señor Blackwood. ¿Alguna pregunta, queja, aclaración o sugerencia antes de que pasemos a prepararnos?

Shine os mira, borrando toda sonrisa de su rostro. 

En esta ocasión no repliqué. El plan era sencillo, lo que dificultaba su fallo, no debería matarse a nadie y aún no era el dinero de la reina, por lo que los guardias no se nos echarían encima sino contra los "nobles contribuyentes". Además le había advertido de que todo podía ser una trampa, por lo que el cerdo seguro que idearía alguna forma de escapar, seguramente solo para él, el muy cerdo, pero en ese caso debería asegurarse de que ninguno hablásemos, por lo que en caso de complicaciones tenía muy claro a quién no pensaba dar la espalda.

Me tranquiliza ver que no va haber ningún baño de sangre por el momento y que además Shine parece satisfecho. Lo que no entiendo del todo es qué pretende Blackwood contra su tío... Pero está claro que no se llevan bien. Escucho con atención el plan de Shine, sorprendiéndome que sólo quisieran echar somnífero en las copas. Claro que si queremos que algún otro cargue con la culpa... El plan puede fallar por mil sitios, ¿pero cuál no lo haría? Cuando termina de hablar, alzo la mano, con gesto algo preocupado. 

- ¿Y si aún quedan guardias que no intervengan en la reyerta o que no hayan tomado somnífero? Si ocurre algo sospechoso... - me encojo de hombros, dando a entender que entonces habría que ver a quién le caería la culpa. En cuanto me responde, vuelvo a preguntar - ¿Y ya tenemos una fecha? ¿Lugares seguros, rutas de escape...? No es por ponerme quisquilloso, pero si algo sale mal, dudo que quiera que el equipo de turno se quede allí y piense en hablar más de la cuenta. - pregunto cruzándome de brazos y esbozando una breve sonrisa inocente - Por mí no tiene que preocuparse, estoy a su merced y lo sabe. Pero me ha parecido un detalle importante. - mi mirada se desvía durante un instante hacia el cojo. Si tiene tantas ganas de morir y traicionar a alguien, que a mí no me meta de por medio.

El anarquista mira curioso al chico mientras le bombardea a preguntas, y por primera vez en toda la conversación, su gesto pierde todo cinismo y adquiere un tono de concentración. Antes de empezar a hablar mira al señor Blackwood, y este asiente con la cabeza. Con una media sonrisa, le devuelve la mirada a Eliott, guardando unos segundos de silencio, poniendo en orden sus ideas antes de tener que desdecirse.

-Las diligencias van a salir desde Edimburgo. -Comienza a relatar. -La “Duquesa de Northumbria” Es la propietaria del afamado Banco de Escocia, y de otro menor, que le sirve para blanquear todo lo que un banco no debería tener, no se si me seguís. -Sonríe gesticulando. -Cuando uno de sus clientes llega con un cargamento ilegal a un puerto, o a la puerta de su banco, ella, o alguno de sus hombres de confianza, se encarga de convertirlo en dinero tradicional, depositándolo en cajas seguras, dentro de esa pequeña sucursal. A través de compraventas de propiedades y sobrecostes, pasa ese dinero al curso legal. Uno de los grandes valedores de esa zorra venida a más es el... hijo de puta del tío del señor Blackwood. -Le señala con la mano, tras mentarle. -Un vago, cretino, que vive de la fama y los títulos, que se ganó su hermano. Es decir, su difunto padre. -Vuelvo a señalar al señor Blackwood, y este levanta los brazos restándole importancia. -Después de la clase de historia, centrémonos en lo que tenemos entre manos. Todos los nobles y adinerados de este gran país tienen cuentas en el Banco de Escocia, las más cuantiosas, evidentemente. Luego tienen otras menos abultadas para los gastos de sus lujos cotidianos en bancos más modestos, pero cercanos. -Levanta la mano para quitar importancia a todo esto. -El caso, que todo aquel “de sangre azul” no va a ir hasta la capital del país vecino para pagar las guerras de expansión de la Reina Victoria, va a ir a su banco cotidiano. Eso significa pedir un préstamo al Banco de Escocia. Y ahí entramos nosotros. -Levanta las cejas. -Demasiados intermediarios, demasiada gente mal pagada.

Tras establecer el punto de partida, le cede la palabra al señor Blackwood, tras mirarle y hacerle un gesto con la cabeza para que continúe hablando él.

El señor Blackwood le mira, algo extrañado, pero divertido. Levanta los hombros, algo incrédulo. 

-No les has respondido ni una puta pregunta. -Dice mientras se ríe. -Los tienes preocupados de que todo esto sea una trampa, o algún tipo de juego, y no les has respondido una sola pregunta...

Se incorpora en el asiento, adquiriendo una postura menos relajada, pero manteniendo esa sonrisa divertida, de medio lado, en su rostro.