Partida Rol por web

London by Night: Crimson Nights

[Prólogo] The Call of the Heart (Ailbert Scott)

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07/04/2019, 22:37
Narrador

El capataz te mira con una mezcla de odio y miedo, no entiendo a que viene tu ayuda y que ahora le estés recriminando nada. No es algo únicamente suyo, tampoco entienden nada los que te rodean. El murmullo se ha hecho más audible y las voces preguntándose cuales son tus intenciones se alzan. Al escucharte exigir las cartas de recomendación varios bufan y otros te dicen abiertamente que se las puede meter por el culo. Está claro que ellos lo que necesitan es el trabajo, no una carta que, al fin y al cabo, no va a suponer ninguna diferencia. Hay demasiada gente en Whitechapel, cada vez vienen más y cada vez hay menos trabajo. Ellos lo saben, y la carta de recomedación es un caramelo que no endulza a nadie. Has perdido de vista al hombre que estaba amenazando con el palo, que está ahora a tus pies, en algún momento ha debido mezclarse con la muchedumbre agolpada alrededor de la puerta. Es en esos momentos en los que empiezas a escuchar, desde abajo. 

-¡Policía! ¡Ha venido la policía! -En un primer momento, la gente parece dudar, pero la campana de la policía comienza a sonar, acercándose a vuestra posición.

-¡Alto todo el mundo! -Comienzas a escuchar. -¡Contra la pared! -Exigen los agentes que se deben de encontrar cerca de la puerta. -¡Estáis todos detenidos! -Y como una exalación, todo el mundo comienza a correr. Buscando una forma de escapar de ahí. 

Se empiezan a escuchar golpes, gente quejándose en el piso de abajo, de su rodilla, de los golpes que van recibiendo, miras hacia la escalera, sabiendo que la parte de abajo es ahora mismo una batalla campal entre policía y trabajadores, en los que los trabajadores que se pongan muy agresivos, acabaran con un disparo en el pecho. Notas una mano en tu hombro, que te aparta, justo en ese momento escuchas un disparo y, acto seguido, una queja. El hombre que te ha apartado, trataba de entrar en la oficina, en dirección al capataz, este ha disparado y le ha herido en al abdomen. El trabajador recula, agarrándose las tripas, trastabillando y cayendo sobre ti. No puedes hacer nada para evitar que el capataz avance y cerre la puerta. Escuchas el giro de la llave, sellando la puerta, y como empieza a arrastrar algo en dirección a la puerta. 

-¡Váis a ir a la cárcel! ¡Salvajes! ¡Barbaros! -Se escucha, silenciado por la puerta cerrada al hombrecillo de dentro de la oficina. 

El hombre herido se queja de dolor, emitiendo un fuerte grito, manchando tu ropa de sangre. La policía comienza a acercarse peligrosamente a las escaleras, mientras continúan repitiendo las amenazas típicas. Lo bueno es que aún no se escuchan disparos. 

- Tiradas (3)
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14/04/2019, 09:51
Ailbert Scott

Como siempre la policía únicamente lo complicaba todo. Hasta entonces podía decirse que había conseguido mantener el control, pero con su llegada, todo volvió al caos del que los había conseguido sacar. Los golpes e insultos pronto ya no venían únicamente entre los obreros, las fuerzas de la ley se encargaban de impartirlos y los trabajadores únicamente podían recibirlos o escapar, ambas malas elecciones, y en ese instante "bang".

No sabía cómo había pasado exactamente, pero uno de mis antiguos compañeros había sido lo suficientemente estúpido como para intentar entrar a la oficina que custodiaba y, lógicamente, había recibido el teórico último disparo del hombre que en ella se guarecía. La sangre comenzó a mancharlo todo y estaba seguro que el disparo había sido letal, pero por si no fuera poco, ahora mis únicas opciones eran escapar o quedarme y sufrir los golpes de la policía, nuevamente dos elecciones apestosas, máxime con la ropa manchada de sangre, porque reventar la puerta era otra opción inviable dado que, al margen de lo que hubiera puesto, podría recargar el arma y entonces ser yo el que recibiera el tiro. No mi única opción en estos momentos iba a ser escapar, intentar llegar a casa y deshacerme de la ropa manchada, es por eso que busqué una escapatoria de este lugar... y ya tendría tiempo de arreglar las cosas con el Conde Algernon George de Vere Capell y sus agradables mensajeros.

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17/04/2019, 01:30
Narrador

Desde tu posición observas tres posibles vías de escape. Una ventana rota que da a la calle por la que has venido, el agujero no es muy grande y no recuerdas que haya nada cercano a lo que saltar con facilidad, pero tampoco te has parado a evaluar la calle como una vía de escape. Otra forma de abandonar el edificio es a través de las vías de suministro. Estas vías cruzan toda la fábrica, comunicando los pisos entre sí, favoreciendo la labor del trabajador, en gran medida, para lograr llevar el carbón a las plantas donde fueran necesario, o favorecer la recogida para evitar accidentes indeseados, sabes que llega hasta abajo, hasta una de las salidas frontales, no sabes si la trasera o la delantera en estos momentos, tampoco sabes si están abiertas estas puertas. La tercera vía de escape es a través de la puerta del capataz, su despacho tiene acceso a la salida de incendios lateral. 

Si eres rápido serás el primero en usar alguna de estas vías de escape, pero como tardes demasiado, es posible que pierdas el uso completo de una o varias vías de escape.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Para que te hagas una idea de cómo es la vía de suministro. Imagínate una fábrica de tres pisos, cuyo segudo y tercer piso tienen un hueco en medio. En es hueco está construída la vía, son unos raíles sujetos a las barandillas que transportan unos vagones más o menos grandes (Un hombre podría entrar en uno vacío) donde suben o bajan el material que puedan necesitar para el trabajo. Ya sea leña para quemar o carbón para secar. Un ascensor de material, por así decirlo. 

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23/04/2019, 19:12
Ailbert Scott

Lo iba a lamentar pero, con aquellas opciones, mi mejor alternativa era precipitarme por la ventana y rezar porque hubiera algo debajo que amortiguara mi caída. Eso era porque no no podía arriesgarme a recibir un disparo y no huir, o que después de la puerta de los suministros estuviera cerrada, así que la ventana, y el más que seguro trompazo subsiguiente, fueran mi única posibilidad real de escape.

- Tiradas (1)
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25/04/2019, 02:14
Narrador

Aunque tienes muy claro que el mejor camino a tomar es escapar de ahí antes de ser apresado, tardas un poco en decidirte cual es la vía que vas a usar de las tres que has visto. Es fácil sacar de la ecuación dos de las opciones, la primera que cae por su propio peso es la de salir a través de la oficina donde está el capataz, no sólo por que el hombre ahí dentro está armado, si no por que para cuando miras hacia la puerta, el madero ensangrentado que debía de estar en el suelo, sale disparado contra la puerta, rompiendo el cristal y quedánose clavado, acto seguido el hombre al que habías intimidado sale corriendo contra la puerta, golpeándola con brusquedad, pero saliendo rebotado. El golpe ha sido tan fuerte que la puerta se ha convado hacia dentro, pero el parapeto que había preparado el capataz ha hecho su trabajo, deteniendo el avance enloquecido del hombre. En algún momento, entre los chillos y halaridos de dolor, has escuchado a viva voz que los alguaciles estaban ya dentro. 

La vía de suministro está ocupada por alguien tratando de bajar con la polea a tres personas que se han colado en el interior del vagón, pero las fuerzas de esta persona flaquean y la polea se escapa entre sus manos sudadas, precipitando a los tres que se había amontando en el vagón contra el suelo. El estruendo y los gritos de dolor son audibles por encima del ruido general, sin opciones, miras hacia la ventana que está rota. Nadie en su sano juicio saltaría, pero si te quedas vas a ir derecho al calabozo, y teniendo en cuenta todo lo que ha pasado en la fábrica... las penas que van a imponer a los que pillen van a ser notables. El empujón final, para lanzarte a la calle desde casi diez metros de altura es ver a dos hombres más o menos ataviados como los alguaciles de la policía metropolitana, parados mirando con incredulidad al hombre que ha dejado caer contra el suelo a los que se habían precipitado con el vagón de suministro. Como si de una fuera invisible se tratase, saltras por la ventana sin saber lo que te espera abajo. 

Ver la distancia que hay hasta el suelo es un impacto mayor que el de imaginarte cuanto podría haber, pero es demasiado tarde  como para andarse con remilgos. Caes a plomo hacia el suelo, sin ninguna forma de poder parar el golpe que va a venir. Para tu fortuna, caes encima de alguien, haciendo que los dos rodéis por los suelos, gruñendo de dolor y maldiciendo por lo bajo, mordiéndoos los labios por el puro dolor. Pero si algo es superior al dolor que sientes en estos momentos, es la necesidad de escapar de aqu. Los trabajadores que mantenía controlados el alguacil, al ver el golpe de suerte, salen disparados por los callejones, tras dedicarse una mirada incrédula, que alguno incluso ha seguido, observando el lugar por el que te has precipitado. Sales corriendo, callejeando por las calles de Whitechapel. Quizá volver a casa en estos momento no sea lo más sensato, pero tampoco lo es el permanecer en la calle.

Aunque te has alejado lo suficiente como para sentirte seguro, no tienes mucho tiempo para permaneces inmovil. 

Notas de juego

Ponte tres puntos de daño letal por la caída.

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28/04/2019, 19:00
Ailbert Scott

Todo lo que acontecía en el interior de la fábrica pasó a un segundo plano tan rápido como la fuerza de la gravedad me llevó al suelo. Afortunadamente tuve algo de suerte por tener algo con que parar el golpe, lo que me sirvió para no matarme, pero el dolor por el impacto y el hombre de debajo en verdad lograban que la factoría estuviera al final de la lista de nuestras prioridades, mientras que la primera de todas era escapar de este lugar, pero ¿a dónde? Mis opciones eran escasas, por lo que lo primero que hice fue intentar levantarme sin volver a caerme.

Fue mucho más duro de lo que hubiera imaginado. Quizás en la caída me hubiera roto algo, que por como dolía podría resultar cierto, solo que estaba acostumbrado a heridas menos graves, dado que ahora tenía la sensación de haber sido apaleado con barras de hierro. Luego la gente huyendo fue un sutil recordatorio de que debía hacer lo mismo, por lo que opté por escapar por las calles de Whitechapel antes de intentar llegar a casa. Probablemente con darle la vuelta al abrigo disimularía la sangre y, entre su agradable gente, quizás tuviera la opción de escapar.

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29/04/2019, 20:19
Director

La caída ha sido más dura de lo que cabría esperar, el golpe contra el suelo, amortiguado por el alguacil, ha sido tan fuerte que te ha dejado sin respiración. Pero por suerte, no notas que se te haya roto nada. Un dolor duerte viene desde tu rodilla, pero es lo menos que te podría pasar, después de caer más de nueve metros contra una persona y roca viva. Te levantas con dificultad, y empiezas a alejarte cojeando de allí. El policía que ha amortiguado tu caída se queda tendido en el suelo, sin apenas moverse, emitiendo un quejido lastimero, mientras que los otros dos te gritan que te quedes quieto, algo que por supuesto no haces y sigues alejándote, poco a poco, pero a un buen ritmo. Los dos alguaciles no pueden moverse, pues están controlando a algunos compañeros tuyos que no han tenido tanta suerte de escapar, pero sabes que queda alguno en el interior del edificio y no quieres que la tomen contigo y te persigan. Al llegar al final de la calle, giras y te pierdes de la vista de los policías. Pero no paras ahí, continúas callejeando hasta estar lo suficientemente lejos de la fábrica, cansado de andar mal. Te tiras al suelo, esperando a recobrar el aire.

Compruebas la rodilla que tanto te duele. El golpe ha hecho que se inflame un poco, pero no es nada que te vaya a impedir ir a trabajar mañana, excepto el hecho de que te has quedado sin trabajo y sin manera de mantenerte. Lo poco que tienes ahorrado se te va a ir en cuanto hagas compra, y se empezarán a amontonar los impagos, y con ellos el final desahucio. Algo tienes que hacer, y rápido. Pero si la respuesta a esa pregunta fuera fácil, no habría pobres en el mundo. Si tu futuro era incierto, ahora es muy negro, el dolor que sientes va a estar ahí una temporada larga, y aunque podrás hacer vida normal, las peleas es un riesgo que quizá no quieras tomar en estos momentos, pero quizá no haya otra opción. Tampoco hay demasiado trabajo como para ir por ahí pidiendo... Al menos en la cárcel hay tres comidas al día.

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02/05/2019, 23:23
Ailbert Scott

La incertidumbre y el dolor hacen que mire al cielo desalentado. Mis opciones eran escasas y la cárcel no iba a ser una opción, porque no iba a ser algo tan simple como unos días en el calabozo, sino unos cuantos años con palizas incluidas día si y día también, para que cuando saliera volviera a encontrarme en la misma situación en la que ahora estaba, solo que más viejo y golpeado.

No voy a morir así.

Me dije a mi mismo mientras me forzaba a volver a levantarme apoyándome contra la pared. Si pensaba sobrevivir, debía luchar, porque si me quedaba sin hacer nada, la muerte vendría a por mi y no de una forma rápida, sino lenta y tortuosa. Definitivamente mi única opción era ir a pelear, pero en esta ocasión tendría que adentrarme en un mundo más oscuro, un mundo en el que en verdad se apostaba la vida y, consciente de ello, fui en su busca.

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06/05/2019, 19:10
Narrador

La situación era desesperada, y más desesperada era la solución que habías buscado. Pero para ti no había otra, así que empezaste a buscar, pese a que tu rodilla y tu costado te recordaban lo mala idea que era. Este tipo de peleas no se buscan en la calle, donde cualquiera puede tener acceso, este tipo de peleas se encuentran en locales clandestinos, donde la policía no se atreve a entrar, o donde ha sido pagada hasta ser silenciada. Este tipo de pelea no abunda, pero aquel que sale victorioso de una de estas peleas sale con los bolsillos llenos, el que no gana sale con los pies por delante. En cualquier caso, es mucho mejor que morir de hambre, que por lo que tienes oído, puede durar varias semanas y te consume hasta que prácticamente pierdes hasta la noción de quién eres. 

No te hacía falta darle demasiadas vueltas a dónde tenías que ir, uno de los anarquistas con los que solías reunirte aquellas noches reivindicativas, es el propietario de uno de los tugurios más lúgubres de la ciudad, el King Stores pub. Jebediah Shine, un hombre de ideales fuertes, pero de gustos caros, terminó convirtiendo el pub en una especie de prostíbulo, fumadero de opio y casino clandestino, donde se trafica con cualquier cosa que se pueda vender. La parte de atras, la zona de almacenaje, es un local independiente al que sólo se puede acceder desde el interior del local, desde la propia zona de almacenaje, y es dónde se celebran las partidas de poker de apuestas ilegales, ruletas, blackjack y otros juegos de casino que no están controlados por las comisones de juego. También es el lugar dónde se ceebran este tipo de peleas, aunque generalmente suelen ser presos que traen los alguaciles comprados, que no tienen cabida en la sociedad. O demasiado locos, o demasiado peligrosos. Nadie que fueran a echar en falta, al fin y al cabo. 

Al llegar al pub, reconoces a varias de las personas que ahí se reunen. Anarquistas, la mayor parte de ellos, hablando de política, como suelen hacer siempre. Los que te ven entrar te saludan con la cabeza o alzando una cerveza. Pedes ver a Jebediah en una esquina, leyendo The Star. Sin hacer demasiado caso a lo que se está hablando, y apartando a todo el que trata de ir a hablar con él. Se le ve molesto por algo, incluso puedes ver el periódico perfectamente doblado, como si lo hubiera recogido hace poco. 

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07/05/2019, 04:17
Ailbert Scott

Si bien me había alejado del ideario anarquista en los últimos meses, no lo había llegado a hacer de sus gentes, por eso mismo no tuve reparos en devolver los saludos de los chicos lo mejor que pude e intentando evitar que se notara cómo andaba para el arrastre. Lo último que me apetecía en estos momentos era ser el detonante del caos en las calles y si alguno se fijaba un poco, se daría cuenta que mis golpes no eran los habituales tras una pelea, detalle que seguro Jebediah no pasaría por alto en cuanto me plantara frente a él.

De ese modo crucé el pub, haciendo de tripas corazón hasta llegar hasta el dueño. No parecía de buen humor, aunque yo tampoco lo estaba, y eso siempre dificultaba el pedir favores, por muy inusuales que estos pudieran parecer como era mi caso. Sin embargo tan pronto llegué hasta él, agarré una silla y me senté, máa bien desplomé, sobre ella.

- Necesito un favor - le solté sin ningui delicadeza ni siquiera saludar - Quiero pelear.

Declaré sin importarme lo que fuera que le estuviera amargando el día, porque si una cosa estaba clara, era que algo tan avergonzante y peligroso como lo que le planteaba debía pasarse rápido o el sentido común te tiraría para atrás.

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08/05/2019, 19:03
Jebediah Shine

Jebediah es un hombre serio, siempre lo ha sido. No es alguien de muchas palabras, que es un dato curioso para un anarquista declarado, pero cuando habla, escoge siempre muy bien sus palabras. Es una persona fría, calcuradora e imponente. Estar cerca de él causa siempre una cierta sensación de respeto o de temor, dependiendo del tono de la conversación. Pese a su anarquismo declarado es bien conocido por sus negocios, de él se ha llegado a decir que ha sido capaz de ver arder uno de sus negocios y acabar estrechando la mano de la persona que se lo quemó, cerrando un trato. No se conoce a esa persona, ni si nadie le ha quemado alguno de sus negocios, pero es algo que un amigo, del amigo, de la mujer de un amigo, ha presenciado. Como todo en Whitechapel.

Cuando escucha tu voz te mira directamente a los ojos, como si estuviera estudiándote. No ha llegado a abrir el periódico aunqeu lo tiene en las manos. Tras unos segundos hace un gesto con la cabeza, invitándote a sentarte en su mesa. Tras esperar, educadamente, a que te sientes comienza a hablar. 

-El señor Scott. -Dice con una voz profunda y grave. -Me resulta intrigante el favor que me pides. Pensaba que la fábrica cubría todas tus necesidades. -Si hay sarcasmo en sus palabras, no eres capaz de identificarlo. La seriedad de su rostro y la crudeza de las palabras le da un aire serio, quizá demasiado a la presentación. -¿Estás seguro de lo que me estás pidiendo? Te he visto cojear desde la puerta hasta aquí. Me ahorraré avisarte de que no hay segundas oprotunidades en el favor que has venido reclamando.

Pero algo, más allá de ti, toma toda su atención, haciendo que frunza el ceño y endurezca el rostro. Marcando todos los músculos de su mandíbula. Durante unos segundos permanece en ese estado, al girarte puedes ver como un chico y una chica entran en el pub. Son jóvenes un parecen preocupados. El señor Shine levanta la mano y le hace un gesto al chico, para que se acerque. 

-Tienes valor, muchacho. -Dice mirando al chico que acaba de entrar. -Esta conversación se ha de dar en un lugar más privado. -Comenta levantándose. -Acompañadme a mi despacho. -Levanta la vista hacia la chica que le acompañaba. -Ponte a trabajar. -Da media vuelta y camina hacia su despacho desapareciendo al atravesar una puerta.

Notas de juego

Aquí acaba tu andadura en solitario. En breve te abriré la escena compartida.