Partida Rol por web

London by Night: Crimson Nights

[Anexo][Prólogo] A legacy matter (Annabelle Lascelles, Mortimer Vane)

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04/03/2019, 23:19
Annabelle Lascelles

19 de Octubre de 1887

Al llegar frente a la puerta principal del palacio de Hampton Court, una puerta de oscura madera de más tres metros de altura y suficiente anchura para que entre un carruaje, en la cual se encuentra a su lado uno de los criados. Te está esperando y al verte, te invita a entrar para luego pedirte que le acompañes a través del extenso patio interior a una de las entradas del ala este del palacio.

Una vez dentro del majestuoso edificio, el hombre te sigue guiando a través de los largos pasillos de innumerables puertas cerradas, lámparas de araña, hermosas pinturas de distintas épocas, retratos de nobles ya fallecidos y muebles perfectamente elegidos para combinar con el color de las paredes que no muestran ninguna imperfección, promoviendo todo ello en su conjunto la armonía entre lo romántico y lo gótico. Tras unos minutos, se detiene para abrir una de las puertas e invitarte a entrar.

En su interior, se encuentran dos mujeres de edad similar, las dos con el pelo trenzado y recogido, una rubia y otra morena, una con la vestimenta propia de una criada y la otra con un hermoso vestido de seda que presenta tonos otoñales y crea un aura de solemnidad a su alrededor. Esa dama elegantemente vestida con las manos entrelazadas soy yo, Annabelle.

La sirvienta te saluda con una leve y respetuosa inclinación.

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04/03/2019, 23:23
Annabelle Lascelles

-Buenos días, doctor Vane. Soy la Condesa Annabelle de Vere Capell-Lascelles.- Digo mirándole de arriba abajo, únicamente con el movimiento de los ojos y manteniendo mi rostro totalmente erguido. -Me han hablado de usted.- Añado a la vez que dirijo una severa mirada al hombre que ha acompañado al doctor hasta esta estancia con la intención que abandone la sala. En silencio espero a que se cierre la puerta.

-Le hecho venir…- Digo titubeando unos instantes, antes de tragar saliva y continuar con el mismo tono de seriedad con el que había comenzado la conversación. -Porque espero que pueda ayudarme.- Miro hacia uno de los sofás y se lo indico con un gesto de mano. -Por favor, tome asiento.- El tono aunque posee una entonación agradable es claramente imperativo y no invita a desobedecer.

Me vuelvo hacia la criada y le murmuro unas palabras antes de que ella asienta y se coloque en uno de los bordes de la habitación esperando a que vuelva a necesitarla. Después yo misma tomo asiento en el sofá situado justo enfrente.

Otro silencio vuelve a imperar en la estancia, mientras parece que yo estoy midiendo mis palabras antes de proseguir con la conversación y como si me costara que estas salieran de mi boca, le digo. -Realmente no sé que debo contarle, podría usted comenzar con esto.- Tras invitarle a hablar, añado. -Y por supuesto espero que esta conversación quede entre nosotros dos.- Mis ojos dejan de observar al doctor para lentamente mirar hacia la criada, esperando que entendiera que a partir de ahora es mejor que deje de escuchar. Unos instantes después vuelvo a clavar mi mirada en Mortimer, esperando pacientemente el comienzo de la sesión.

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07/03/2019, 01:03
Mortimer Vane

Aquella mañana no había sido la primera ocasión en que un mensajero se presentaba en mi despacho con una carta lacrada. Tenía varios pacientes que pertenecían a familias nobles, en mayor o menor cercanía, y la discrección era vital para esas personas que sufrían la desgracia de tener algún familiar desordenado. Sin embargo, el sello con que venía cerrada no me resultaba familiar, lo que ya me hizo pensar en un nuevo paciente incluso antes de abrir el sobre. 

Mi ceja derecha dibujó un arco bien delineado cuando leí su contenido. Escueto y autoritario. No daba mayor explicación que un lugar, el palacio de Hampton Court, y una hora, las seis de la tarde. Y se me conminaba a asistir, por supuesto. No era la hora adecuada para una visita social, pues ya era tarde para tomar el té, así pues no parecía un tema de cortesía, sino de trabajo. Me resultó interesante que la primera toma de contacto no fuese a tener lugar a escondidas, en un lugar discreto y alejado de las miradas cercanas, pero suficientemente peculiar como para despertar mi curiosidad. Tampoco es que pudiera negarme, por supuesto. Uno no le dice que no a una dama noble como la que firmaba aquella nota. No si se considera un caballero y menos aún si ese caballero quiere que su nombre siga corriendo en las bocas adecuadas. 

Así que a las seis en punto desciendo del carruaje que me ha traído hasta el palacio. Llevo mi maletín de trabajo, con sedantes y correas incluidos, pues desconozco cuál será el estado del que supongo mi futuro paciente. También pluma y cuaderno, para un buen registro. Voy vestido con sobriedad, pero la elegancia debida a un lugar como este, con un traje de tres piezas de color oscuro, camisa blanca y pañuelo gris al cuello. 

Mis ojos son inquisitivos, algo distantes pero aliñados con la curiosidad que me ha traído a este lugar. Camino sin titubeos, con un paso seguro y porte firme, hasta llegar a la estancia donde por fin me encuentro con la mujer que me ha hecho venir. La observo en un primer momento y luego le devuelvo el saludo a su sirvienta con una leve inclinación de cabeza. Aunque mi atención no abandona a la condesa, ante la que acentúo ese gesto. 

—Es un honor conocerla, Lady Lascelles —respondo con cortés seriedad y luego espero, con el maletín por delante del cuerpo, a que la dama dé sus indicaciones a la criada. Mi mirada contempla la sala en ese momento, dejándoles esa sensación de falsa intimidad que a continuación la misma doncella deberá darnos a nosotros. 

Me siento cuando me lo indica. Ya he visto suficientes mujeres nobles como para no cometer la incorrección de desobedecer a una de ellas en su casa. Y la comisura de mis labios se crispa con el atisbo de una sonrisa cuando me ordena que empiece yo a hablar sin saber nada del asunto que me ha traído aquí. 

—Puede contar con la más absoluta discreción por mi parte —le aseguro, dejando el maletín en el suelo, cerca de mis pies y perfectamente paralelo con las líneas que dibuja el suelo.

Hago una pausa en la que la miro, pero más allá de ella misma, veo su inquietud. Y cuando hablo de nuevo lo hago con una cadencia suave y expresión seria. 

Tal vez podría comenzar por contarme por qué me ha hecho venir —sugiero—. ¿Se trata de algún familiar o de usted misma? ¿Por qué no empieza por el principio para que pueda hacerme una idea de la situación y así encontrar la mejor forma de ayudarla?

Notas de juego

Ejem, soy tonta. Había dejado el post sólo para mí. Me he dado cuenta porque entré a releer una cosa y vi que no estaba Annabelle de destinataria :S.

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12/03/2019, 00:55
Annabelle Lascelles

Escucho con atención las palabras del doctor sin hacer ningún gesto ante los halagos que me propicia, por supuesto que es un honor conocerme, sigo atendiendo a sus palabras y parpadeo con lentitud al escuchar su promesa de discreción. Entrelazo mis manos y las coloco sobre mis piernas, inclinándome levemente hacia adelante, acortando la distancia que nos separa y buscando esa confidencialidad que deseo de forma casi instintiva.

Lo miro a los ojos mientra en mi interior mido mis palabras, lo que debo decir y lo que no, una vez que creo tenerlo claro, respiro profundamente y con un tono de voz suave y melódico empiezo a hablar. -Se trata de mí.- Le aclaro. Y tras una breve pausa, continúo. -Diría que no me siento cómoda desde hace un tiempo, me cuesta conciliar el sueño y siento un dolor en el pecho.- Me llevo la mano con delicadeza hacia el punto en el que siento la molestia, cerca de mi corazón, y apoyo las yemas de mis dedos. -Hablé con otro médico sobre ello pero no logró solucionarlo, según me dijo mi corazón está bien, pero eso no hizo desaparecer esa sensación que aparece y desaparece a lo largo del día.- Al terminar, me yergo alineando mi espalda con el recto respaldo del sofá pero sin llegar a tocarlo y coloco mis manos sobre mi regazo mientras golpeo rítmicamente con mi dedo índice el dorso de mi otra mano.

Muevo los ojos, mirando hacia arriba, mientras intento recordar algo que crea que puede aportar más a lo que ya he dicho. Después de un breve silencio, lo miro de nuevo. -¿Es suficiente?- Pregunto esperando algún gesto de asentimiento por su parte.

Sé que podría decirle que durante esos periodos de vigilia no paro de darle vueltas a lo mismo y que sigo haciéndolo durante el día, pero aun no conozco a este hombre y decirle algo tan denigrante es sin duda un error, eso es algo que se merecería una ramera para que dejara de traer a este mundo niños los cuales pocos pasaran del primer lustro. En cambio, yo que podría formarlos como grandes líderes e impecables damas no soy merecedora de si quiera un varón. Aprieto la mandíbula absorta en mi pensamientos mientras mis facciones muestran una expresión preocupada momentos antes de volver a centrarme en el doctor Vane.

-¿Qué opina usted?- Pregunto intentando aparentar firmeza.