Partida Rol por web

Los Dhaeva de Transilvania.

TERRITORIO 19: Bosque del Invierno.

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09/01/2008, 16:12
DUENDES.

Transilvania, Moldavia y Valaquia están cubiertas de espesos bosques.

De muchos se rumorea que están hechizados.

Sin embargo, pocos son tan tenebrosos como este antiguo bosque cubierto eternamente de hielo.

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09/01/2008, 20:09
Taliesin el Portador de la Tristeza.

Esta mañana me he levantado, aún aturdido por mi inminente llegada. Los rayos del sol se colaban por las ventanas, jugando con las pequeñas motitas de polvo que se balanceaban suspendidas en el aire.
He abierto las dos hojas de la ventana de mi pequeño y humilde, aunque para mí, confortable, hogar y he dejado entrar el aire. El frío se ha metido en mi cuerto de manera súbita y me ha impactado bruscamente como si el caballero más poderoso hubiese descargado su mortal espada sobre mi pecho. Pero ha sido un dolor tan satisfactorio...


He respirado profundamente contemplando la tundra helada a mi frente y a los bosques vestidos de encaje a mi izquierda, extendiéndose infinitamente. El aire congelado ha entrado en mis pulmones, abriéndose camino dentro de cuerpo muy lentamente y toda mi piel se ha erizado.

Después de tanto tiempo lejos de casa, sería bueno volver a ir a hablar con los árboles, con los bosques, a ver cómo han cambiado, cómo han crecido, en estos años en los que he tenido que partir y estar separado de ellos.

He andado durante varias horas, contemplando el paisaje, helado y hermoso, he sentido como el hielo crujía bajo mis pies desnudos.

Nostalgia

Pocas aves cantan, ya que todas han emigrado al sur, y pocos ruidos pueden escucharse: algún animal huyendo de mi presencia, los riachuelos con poca agua aún sin congelar, y alguna hoja que sigue cayendo, como si el otoño aún no hubiese terminado.

Ahora mismo estoy aquí contemplando el paisaje blanco, triste, frío, como si de un amante se tratase.

Y aún con mis dedos congelados empiezo a dejar que mis manos interprerten en las cuerdas lo que mi corazón siente, pero que las palabras no pueden describir.

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10/01/2008, 04:24
Señor de los Témpanos.

Notas de juego

No he añadido mi propio post aún porque estoy acabando mi historia antes de escribir nada, para poder usar referencias cruzadas. Pero hay algo ahí que comentar, master: ¿no conocemos ya parte de nuestra mutua historia Taliesin y yo desde el principio? Siendo Dhaeva y lugarteniente de confianza, lo normal sería que sí. No sé prácticamente nada de él, y supongo que lo mismo él de mí., hasta el momento.

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12/01/2008, 03:14
Director
Sólo para el director

AÑO 950. - FASE DE INVIERNO.

ECONOMIA: Normal, sin modificadores. Base de Recaudación: 80.

SUCESO: Llegan 50 familias griegas que intentan establecerse en la linde sur del Bosque del Invierno. - Molestan con sus intentos de caza y de talar árboles helados.

- Tiradas (3)

Tirada: 1d100
Motivo: Economía.
Resultado: 22

Tirada: 1d100
Motivo: Sucesos Invierno.
Resultado: 19

Tirada: 2d10
Motivo: Llegan Inmigrantes.
Resultado: 13

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13/01/2008, 03:59
Señor de los Témpanos.

Comencé el lento proceso de asegurar mi nuevo dominio, como hiciera anteriormente con la Marca. No me quedaban fuerzas para regresar a él, y me conformé dejando que mis súbditos lo gestionaran. Prefería estar aquí, en la tumba de Korkasse, donde mi amigo, o al menos el frío que quedaba de él había nacido. Este era su regalo para mí: el primer sitio enteramente mío, conseguido con la única y exclusiva sangre y sudor de mi frente y de la de los míos... nuestro lugar. Podía no ser tan brillante como él, pero mi compañero me había enseñado bien: defendí el nuevo territorio como nunca pudiera haber hecho en años anteriores. Aprendí a idear las mejores celadas y a mantener la mayor de las vigilancias. Pronto el bosque invernal fue inpenetrable a cualquier enemigo.

Emisarios de la corte de la Selva Negra acudieron a visitarme y a mostrarme el agradecimiento y la satisfacción de mis supuestos dirgientes. Los envié de vuelta con las manos vacías y el corazón encogido, portando mi indiferencia y mi desprecio. Dejé bien claro quien era y quien no era bienvenido en MI territorio, que caería en las manos del invierno para siempre, antes de que permitiera que una sola mano ajena acariciara mis hojas. Los jóvenes más rebeldes me vitorearon como un héroe y acudieron a Transilvania, donde creían que tendrían aventuras y nuevas oportunidades. Nada más lejos de la realidad: La Marca Sdersath se había tornado un lugar frío y desolado desde la muerte de Korkasse. La misma sombra que años atrás aterrorizara a los bufones que la ridiculizaban vagaba por los senderos oscuros en las noches sombrías. Las malas lenguas hablaban de extrañas muertes y de una triste y melancólica tonada que rebotaba en el duro hielo desde ninguna parte. Cerré mis fronteras al exterior, y dejé de interesarme por los asuntos mundanos.

Los Cambiados se ocuparon durante aquellos años de los asuntos exteriores y de los nuevos reclutamientos. Uno de ellos fue Taliesin, un prometedor muchachito raptado en su más tierna infancia de la cuna en la que descansaba. El haber respirado los cosmopolitas vapores de Alexandria le había despertado un desmesurado gusto por el extranjero; hasta tal punto que más de una noche lo encontré trasteando entre mis antiguos manuscritos. Los castigos sucesivos no lo desalentaron, y el descarado desparpajo e interés por los humanos que irradiaba, me hicieron ver en sus jóvenes ojos a un Noderoth que había quedado mucho tiempo atrás olvidado. A regañadientes comencé a tutorearlo, en las pocas ocasiones en que salí de mi apatía, y pronto se erigió en amo y señor de mi anteriormente grandiosa red de contactos.

Su rito de Acogida fue realmente bello, bañado en flores y hojas otoñales, de acuerdo con las más antiguas tradiciones. El rojo y el ocre destacaban sobre el suelo nevado del paisaje invernal, como joyas sobre piel desnuda. Su Bautizo arrancó lágrimas de mi alma, al verlo pasar por el Arco de Korkasse, engalanado como mi excéntrico amigo perdido. Su visión despertío en mí sentimientos que aún no habían terminado de curar. La depresión me arrancó de la corte, mientras mi ahora querido Taliesin abandonaba el bosque invernal y vagaba por el mundo como un simple trobador. Ninguna otra alma de la Marca consiguió despertarme de mi sopor desesperado. Me hundía en un pozo sin fondo que amenazaba con volverme un retorcido y viejo sauce mecido por las brisas.

No fue otro que Taliesin quien finalmente descongeló mi ánimo. Apareció de improviso una muerte de otoño, cuando las frías cumbres comenzaban a descender hacia la fronda con sus faldas nevadas. A su regreso, mi actual jefe de inteligencia me abordó como si mi situación fuese la más natural del mundo, como solía hacer mi viejo compañero, sin amedrentarse por mi estado. Comenzó a hablarme de cuentos, de historias, de frescas noticias, me aturulló con sus chismes y consiguió que me interesara por él. Cuando supo que se había ganado la atención, atacó directo y a sangre: un humano se decía y proclamaba Príncipe de Transilvania: el voivoda Vladimir Rustovich se sentaba en su trono, mandando desde él como si tuviera derecho divino. Entre tanto el deplorable cristianismo se había abierto paso hasta los corazones de prácticamente toda Europa. El cancer del mundo se había extendido por mis dominios, mancillándolos y marchitándolos. Lleno de furor y con energías renovadas, me alcé de mi trono helado y aferré mi espada espinada:

-Por este acero que atravesó el corazón de Safne juro que Transilvania será mío o no volveré a ver más estaciones pasar.

El tiempo de tregua había terminado. Era hora de reclamar lo que era mío por derecho... todo.

Notas de juego

Te pongo aquí lo que creo que de mi historia deberías conocer, Taliesin, a parte de lo que el master te cuente de antes de tu nacimiento. todo esto es tras la conquista del bosque invernal.

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13/01/2008, 12:00
Taliesin el Portador de la Tristeza.

No se quien es Korkasse, supongo que será un atiguo jefe. Por lo demás, me voy enterando. A conquistar transilvania!!!!

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13/01/2008, 15:55
TEMPUS FUGIT

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA.

DIA PRIMERO DEL MES DE ENERO.

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13/01/2008, 15:57
DUENDES.

- Pese a que siempre hace frío en el Bosque del Invierno se rumorea que este va a ser un invierno suave y sin sobresaltos.

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13/01/2008, 15:57
Director

Notas de juego

FASE DE INVIERNO:

1) Determinación de la Economía General y Variaciones Regionales: Tiradas Secretas.

2) Determinación de Sucesos de Invierno: Tirada Secreta.

3) Envejecimiento: Para cada personaje humano cuya edad supere los 35 + Resistencia el día 1 de enero (la edad de cada personaje se avanza ese día, no el de su cumpleaños). Se hace la correspondiente Tirada de Envejecimiento. Para el invierno del Año 950 se obvia esta fase.

4) El Dhaeva declara sus Acciones Estratégicas y da órdenes a sus Lugartenientes (los que ya lo sean antes del 1 de enero).

5) Un Lugarteniente no puede realizar una Acción Estratégica en la misma Estación en que es Reclutado.

6) Los Lugartenientes Activos declaran cada uno su única Acción Estratégica para la Estación en función de las órdenes de su Dhaeva. Si no han recibido órdenes pueden hacer la Acción que deseen.

7) Algunos personajes están obligados a realizar una Acción de Consolidar Poder.

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13/01/2008, 20:48
Señor de los Témpanos.

La trémula escarcha se deslizaba coqueta por los perfiles del Trono de Madera Helada en el corazón del bosque invernal. Cuando el manto de armiños se agitó al fondo del claro la corte se precipitó en una oleada de silencio sepulcral. La majestuosidad de medio milenio avanzó firme y poderosa hacia su derecho por acero, luciendo sus dos relucientes astas al frío estacional. Una gélida brisa lo escoltaba, soplando entre sus cuernos ensortijados y arrancando escalofríos a los numerosos súbditos presentes. La leyenda era cierta: el Señor de los Témpanos despertaba de su letargo y retiro, para aferrar las raíces de las semillas que plantará cinco décadas atrás y manejarlas como hilos de titiritero.

El territorio volvía a tener un amo y señor. Lord Sdersath, Marques de Transilvania, recorrió el camino que lo separaba de su lugar en el estrado del dominio, volviéndose hacia sus siervos con un efectista giro ondulante de su capa plata y azabache. Sus gráciles pero poderosas manos se extendieron al aire nocturno, anunciando como chambelanes la tostada belleza salvaje del Rey de los Dos Bosques, como las viejas historias llamaban al asesino de Safne la Frígida. Su estatura de casi dos metros y medio imponía un respeto y devoción que obligaban a doblar rodilla. Su rostro cincelado en el ocaso despertaba suspiros anhelantes. Todos sabían cuantas corazones se habían quebrado en esos ojos vivos y en movimiento, que simulaban constantemente un cambiante atardecer. El contraste con el paisaje blancoazulado circundante resultaba mágico e hipnótico. Por fín, el eco de un otoño pasado hablo desde sus labios:

-Pueblo del Otoño.- comenzó con una pausa premeditada, dejando reverberar su voz por la fronda cristalizada -Nuestra hora ha llegado. La hojarasca cubre el bosque invernal y el otoñal, en el oeste y en el sur de nuestra Marca. Los dominios de las estaciones no tienen rival en Transilvania para la Gente del Atardecer. La Selva Negra nos envidia en silencio por nuestros logros. Hagamos que mueran de rabia por nuestros éxitos futuros.- proclamó, mientras un enjambre de júbilo zumbaba entre los invitados.

Cuando los vítores murieron, el señor del territorio volvió a hablar:

-Ahora en la noche de las estaciones, en las puertas del nuevo ciclo, las sombras del pasado son convocadas a mi presencia, para escoltarnos hasta nuestra futura gloria. Pronto dominaremos todos los territorios entre los dos baluartes de nuestros dominios. Es hora de prepararnos para dicha hazaña.- declaró elocuente y conminador –Hadas, elfos y trolls, todos por igual. Cambiados y siervos mestizos y humanos. Todos trabajaréis con el mismo fin: despertad a mis antiguos agentes, abrid los caminos a mi red de influencias, recordad a las aldeas que no hay mayor preocupación en sus vidas que la sombra que se extiende desde el bosque que los respalda. Insidiosas y fétidas religiones se han abierto paso en las mentes de mis vasallos, mancillándolos con fes que adoran a un débil dios moribundo que se cree con el derecho de vestir una corona de espinas. Recordaremos a esas gentes que su dios no es capaz de levantar na mano para proteger a sus recién nacidos de los espíritus del bosque. Despertaremos sus miedos y ganaremos su servidumbre. No quiero ver un solo feligrés en las hermitas de diez millas a la redonda, o los responsables pagarán cara su incompetencia.- decretó el amo de estas tierras, con tajante firmeza –Id y desenterrad a nuestros informadores y a nuestros benefactores. Cobrad los antiguos pactos y devovedme los ojos y oídos que miraban fuera del territorio. Deben reabrirse las minas y cuidarse los árboles, para que reverdezcan en primavera y den sus mejores frutos. Despertad a los venados y engordadlos para que tengan hijos fuertes y sanos en la estación venidera. Nuestro biosque será el hogar deseable que otrora fue para todos los marginados de las grandes ciudades. Atraedlos y atadlos a nosotros… para siempre.- terminó el dirigente, con un último gesto de bendición hacia los suyos, que hizo agitarse y vibrar a las propias ramas de los árboles.

Su figura irradiaba un aura de poder que se extendía por el suelo por momentos. El bosque se agitaba como un ser vivo ante sus palabras. Para sorpresa de todos los presentes, algunas nieves casi petrificadas comenzaron a licuarse, mientras la temperatura de la zona ascendía agradablemente. Unos pequeños brotes mustios se abrieron paso por la corteza de algunos arbustos, evocación de frutos secos qe no tardarían en estar listos para consumirse en las semanas siguientes; todo un regalo para los pueblos de los alrededores… un regalo solo apto para quienes mostraran pleitesía; los demás sufruirían horribles y misteriosos percances, que alimentarían no sus estómagos, sino el miedo y la obediencia de los suyos.

La corte fue retirándose lentamente, cada uno dispuesto a cumplir lo que de las palabras de su señor podía desprenderse. Cuando solo quedaron los cortesanos más cercanos y los guardias más respetables del baluarte, el Marqués Noderoth se sentó por fin en su poltrona:

-Llamo a mi presencia a mi lugarteniente Taliesin, el Portador de la Tristeza, Maestro de las Voces y Amo de los Susurros. Acude a mi presencia, pues tengo una tarea especial que solicitarte, mi inteligente discípulo.- conminó a una figura discreta y atenta en el fondo de la sala.

Notas de juego

Te dejo hacer tu entrada estelar, Taliesin. Por cierto que no sabes nada de Korkasse porque lo he dejado a discreción de lo que el master pudiera haberte dicho en tu historia previa, o a discreción de lo que tú trataras de averiguar o preguntaras. Baste decir que hay un monumento en el salón del trono que conmemora a un hada caída en la batalla de conquista. Noderoth suele tocar su arpa cerca del lugar, de forma melancólica y desgarrada.

Master, me interesa saber si el portal de Korkasse está activo o no: quiero saber si tenemos que cruzar medio mundo para llegar al bosque otoñal, o tenemos un acceso directo por el contrario.

Mis acciones para esta estación (las tres) son de consolidar poder/investigación, según se requiera. Casi todo lo que llueva de mi historia va a ir a trasfondos, en la medida de lo posible, por lo que presupongo que necesitaré al menos una estación para "reactivarlo todo", en distintas áreas.

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13/01/2008, 21:27
Taliesin el Portador de la Tristeza.

Con paso lento y decidido, Taliesín se iba abriendo camino entre los cortesanos que allí se encontraban. Había adoptado su forma humana para que las miradas no se clavasen en su nuca. Reconocía a algunos humanos, que habían cambiado notablemente en los años de su ausencia. Los cambiados permanecía igual, y aunque él si que los reconocía en sus miradas sólo podía encontrar un atisbo de desconfianza y perplejidad.

Tenía andares ágiles. Sus prendas eran poco vistosas, apenas una capa marrón que le protegía del emergente frío y unas mallas verde oscuro, las cuales lucían motas de nieve. Olía a bosque, a pino y a hojarasca, que era de donde venía.

Según avanzaba oía murmullos acerca de su identidad. La gente se preguntaba por qué el Señor de los Témpanos se le ocurría llamar a éste desconocido, teniendo tantos lugartenientes dignos de una de sus misiones, lugartenientes con prestigio y fama, y no un ridículo Cambiado que la única aptitud que se le veía a primera vista era tocar el laúd.

Estos murmullos rompían su corazón y lo poco de alegría que quedaba en su alma. Sentía casi náuseas ante las miradas inquisitorias de los allí presentes. Pero no bajó la guardia y siguió avanzando, poco a poco hasta llegar a los piés de su señor.

Con su laúd colgado a la espalda hizo una vistosa reverencia ante su señor. Le miró a los ojos, y en su mirada buscó la confianza y la seguridad que los demás no le habían proporcionado. Y no sólo encontró eso, sino que también aparecían atisbos de poder, exigencia, trabajo y orgullo.

Él veía así a su señor, poderoso, sereno. Nunca se sintió desolado desde que él le acogióm bajo su protección, por eso esperaba no defraudarle.

Con un profundo suspiro de gratitud, el Cambiado esbozó una pequeña sonrisa y comenzó su discurso:

-Muy querido señor mío, usted ya me conoce.- se dió la vuelta dirigiéndose al restante público continuó alzando levemente la voz- A los demás: soy Taliesín, el Portador de la Tristeza. Si ustedes no me conocen quizá sea debido a los largos años que he estado fuera, conviviendo y aprendiendo de los humanos, llegando a cada rincón para traer a éste, mi reino, las mejores noticias vividas en primera persona- hizo una pausa, se cogió las manos detrás de la espalda y dando un ñleve paseo continuó- Querría deciros, que rindo absoluta pleitesía a mi señor, así mismo como una profunda lealtad, y si por algo estoy aquí, es para servirle y hacer prosperar este lugar, que es el vuestro y el mío.

Se acercó ante su señor y se arrodilló. Alzó su cabeza para alcanzar a ver la cara de su señor y casi como si de una súplica se tratase le habló:

- Mi señor, ya me ha oído, y no hace falta que lo repita. Ahora bien ¿qué es lo que debo hacer para la prosperidad de los bosques de invierno?

Así, arrodillado, esperó la respuesta de su superior.

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13/01/2008, 21:28
Taliesin el Portador de la Tristeza.

Con paso lento y decidido, Taliesín se iba abriendo camino entre los cortesanos que allí se encontraban. Había adoptado su forma humana para que las miradas no se clavasen en su nuca. Reconocía a algunos humanos, que habían cambiado notablemente en los años de su ausencia. Los cambiados permanecía igual, y aunque él si que los reconocía en sus miradas sólo podía encontrar un atisbo de desconfianza y perplejidad.

Tenía andares ágiles. Sus prendas eran poco vistosas, apenas una capa marrón que le protegía del emergente frío y unas mallas verde oscuro, las cuales lucían motas de nieve. Olía a bosque, a pino y a hojarasca, que era de donde venía.

Según avanzaba oía murmullos acerca de su identidad. La gente se preguntaba por qué el Señor de los Témpanos se le ocurría llamar a éste desconocido, teniendo tantos lugartenientes dignos de una de sus misiones, lugartenientes con prestigio y fama, y no un ridículo Cambiado que la única aptitud que se le veía a primera vista era tocar el laúd.

Estos murmullos rompían su corazón y lo poco de alegría que quedaba en su alma. Sentía casi náuseas ante las miradas inquisitorias de los allí presentes. Pero no bajó la guardia y siguió avanzando, poco a poco hasta llegar a los piés de su señor.

Con su laúd colgado a la espalda hizo una vistosa reverencia ante su señor. Le miró a los ojos, y en su mirada buscó la confianza y la seguridad que los demás no le habían proporcionado. Y no sólo encontró eso, sino que también aparecían atisbos de poder, exigencia, trabajo y orgullo.

Él veía así a su señor, poderoso, sereno. Nunca se sintió desolado desde que él le acogióm bajo su protección, por eso esperaba no defraudarle.

Con un profundo suspiro de gratitud, el Cambiado esbozó una pequeña sonrisa y comenzó su discurso:

-Muy querido señor mío, usted ya me conoce.- se dió la vuelta dirigiéndose al restante público continuó alzando levemente la voz- A los demás: soy Taliesín, el Portador de la Tristeza. Si ustedes no me conocen quizá sea debido a los largos años que he estado fuera, conviviendo y aprendiendo de los humanos, llegando a cada rincón para traer a éste, mi reino, las mejores noticias vividas en primera persona- hizo una pausa, se cogió las manos detrás de la espalda y dando un ñleve paseo continuó- Querría deciros, que rindo absoluta pleitesía a mi señor, así mismo como una profunda lealtad, y si por algo estoy aquí, es para servirle y hacer prosperar este lugar, que es el vuestro y el mío.

Se acercó ante su señor y se arrodilló. Alzó su cabeza para alcanzar a ver la cara de su señor y casi como si de una súplica se tratase le habló:

- Mi señor, ya me ha oído, y no hace falta que lo repita. Ahora bien ¿qué es lo que debo hacer para la prosperidad de los bosques de invierno?

Así, arrodillado, esperó la respuesta de su superior.

Notas de juego

No tengo ni idea de la historia del bosque del invierno y de la tuya sólo se que mataste a una bruja y heredaste sus poderes.
Si nos deja Darkmaste podríamos ponernos al corriente.

EDITADO: ya he hablado con él y sí que nos deja.

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14/01/2008, 02:17
Señor de los Témpanos.

El Señor de los Témpanos despidió al resto de petulantes y oídos lánguidos de su presencia en cuanto Tasielin llegó hasta él. Los escasos trolls del bosque que habitaban en el bosque invernal los sacaron sin contemplaciones, para consternación y despecho de los primonatos que aún restaban:

-Mi apreciado Tasielin, levántate. He de hablarte de acontecimientos que caían sobre la región mucho antes de que lloraras por vez primera en una cuna. Hechos que son de la mayor importancia ahora que transilvania tiembla ante el despertar de los árboles; hechos que nos llevarán a cotas que nunca un hada ha sobrepasado otrora. Siéntate y te explicaré.- ordenó, señalando un pequeño banco situado a su diestra, un escalón por debajo de lo alto del estrado.

Noderoth dejó planear en un fluido gesto una mano hasta un atril a su izquierda, y tomó un polvoriento libro con raíces de corteza y pergamino de hojas secas prensadas. Al soplar el aroma de siglos estacionales llenó la sala, con el polvo de la sabiduría escurriéndose de la piel de tronco otoñal. El señor del territorio abrió el libro por el centro y pasó hojas con rapidez, mientras hallaba el punto de interés e inflexión para Taliesin:

-He aquí el diario de mi vida, joven hada. Sabiduría que debe quedar patente en el mundo, como el camino de alguien que ha crecido con los equinoccios y sufridos con las noches del mundo. Que se ha construido a sí mismo y fortalecido con la alegría de los suyos. Que mis palabras sivan de legado para la labor que te encomiendo.- declaró Noderoth antes de ponerse a leer el denso escrito, de letra redondeada, huidiza y caracoleante y picuda, como el viento que sopla sobre la hojarasca.

Pasó varias páginas, descartando su contenido, acariciando las livianas páginas, como si fueran un preciado tesoro, tan evocador como doloroso. Al llegar al punto que esperaba encontrar, comenzó su narración:

-Comenzaré hablándote de los actos de los hombres, distantes para mí, como primonato de pleno derecho, con la vista vuelta hacia las nieblas, pero de seguro más cercano para ti, morador “Entre Dos Mundos”; reconocerás el contexto por estos actos y sabrás del momento en que te hablo. Estas letras fueron escritas durante mi exilio en el Condado de Satu Mare, mientras trataba de apartar la gélida mirada de la Reina Frígida Safne, que anteriormente se sentara en el trono derruido sobre el que erigí este, de mis amados súbditos,- dice dando unas palmadas sobre su asiento - para salvarlos de su persecución y de su cólera.- explica el sobrano a modo introductorio.

Entonces comenzó la historia más triste, emocionante y a la vez gloriosa que Taliesin hubiese escuchado antes:

Notas de juego

Historia en el siguente post, para no sobrecargar; vas a tener lectura para rato.

Master, el siguiente te lo puedes saltar, porque es parte (una pequeña parte de las 26 páginas) de mi historia, recortada donde es adecuado.

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14/01/2008, 02:20
Señor de los Témpanos.

Está escrito que Abderramán I Omeya se instauró como Emir independiente en Córdoba, escindiéndose permanentemente de Arabia. Alfonso I murió casi a continuación, puede que a raíz de la sorprendente noticia. Los ofendidos abásidas trasladaron el califato a Bagdad. Mientras tanto, el más despabilado Constantino V, en Bizanzio, hizo su movimiento invadiendo la insidiosa Bulgaria y derrotando a sus ejércitos en Anchialus.

Durante los siguientes años Carlomagno se erigió único soberano de Francia, con la venia del Papa, que solicitaría su apoyo. El dirigente de Francia arremetería contra los sajones, sometiendo Westfalia. Luego continuaría hacia Lombardía, siendo proclamado rey en Pavía. Búlgaros y bizantinos firmarían una paz duradera, ante tal situación. Con ayuda de este conquistador francés, el pontificado se anexionaría el Exarcado junto con otro buen puñado de territorios circundantes, añadiéndolos a su poder temporal. Carlomagno sería pseudocoronado, antes de arremeter contra el ducado de Friul. Para ese entonces ya era homenajeado por casi todos los sajones, a excepción de unos pocos rebeldes.

Alentado por las victorias de este gran militar, comencé a reunir a mis seguidores humanos más poderosos a mi alrededor y atraje a nuevos aspirantes a sus filas. Había entre ellos incluso algunos Cambiados, pero eran jóvenes y débiles; aún no estábamos preparados. Podría haber alzado una mano implorosa hacia la Selva Negra, pero hacía tiempo que decidí que jamás volverían a ver una lágrima mía, si no era de ilarancia inaguantable y regodeo.

Mientras mis recientes súbditos despertaban al otoño la violencia se apoderó de Iberia: vascones se enfrentaron a francos en Roncesvalles y Abderrahman I persiguió y dominó a los rebeldes musulmanes del norte. Más al este los árabes se revolvían de nuevo contra los bizantinos y arramplaban de nuevo contra Asia Menor, mientras al norte Carlomagno, terminaba con los sajones rebeldes en Detmond. Pronto el jefe Witkind de los sajones fue convertido, y los musulmanes expulsados de Francia. Carlomagno terminó poco después la conquista del país sajón, mientras los vencidos árabes trataban de agradar al Dios que tantas victorias creían que les había dado erigiéndole un majestuoso templo en Córdoba. Harud Al-Rachid, se erigía califa de Bagdad por aquel entonces, pero largo tiempo hacía ya que a ese califato no le correspondería el amor de su divinidad esclavista or los triunfos de la rebelde Al-Andalus.

Las sucias manos de la Iglesia Romana se extendieron al sur de la Bota, mientras los daneses hacían su primera aparición en el litoral inglés. Su querido Carlomagno anexionó Baviera a sus ya bastos dominios, mientras los búlgaros vencían en Strymon. Finalmente Abderraman I partió con Aláh, siendo sucedido por Hixem I. Durante la década siguiente Carlomagno sometió a ávaros, panonios, daneses y checos por igual. Era como un cancer devorando toda Europa Central.

Sus victorias ensalzaron a mi gente, que mejoró con rapidez. Avanzamos por nuestras antiguas fronteras cuando las primeras hojas del año comenzaron a besar el suelo. Dirigí la primera ofensiva de prueba, para advertr cuan lejos habían llegado en sus defensas. Cruzamos los pasos, atacamos entre los matorrales y nos filtramos por las más oscuras sendas. Mi bosque lloraba y reía mi regreso conforme avanzábamos, torciendo la batalla en nuestro favor. Las tropas invernales pronto se vieron abrumadas. Los míos habían mejorado aún más de lo que esperaba. Las victorias de Carlomagno murieron de envidia ante la nuestra. Tal vez no me esperaban, tal vez me creían muerto, pero un mero asalto tentativo nos había llevado al mismísimo corazón del Bosque Otoñal; a la Sala del Trono del Equinoccio. El suelo de hojarasca se cobró la sangre de casi la mitad de mis seguidores, pero cuando el sol del atardecer moría en la noche la Marca de Transilvania volvía a estar en manos de un Sdersath.

No fuimos los únicos en conquistar territorio enemigo. Alfonso II venció a los árabes en Lutos, mientras la vida de su enemigo, Hixem I, se apagaba en Córdoba; Alhakem I recogería su turbante. Invasores nórdicos (vikingos, como los llamaron) descendían de litorales arrasados por el frío, comenzando un quirúrgico squeo de las costas inglesas. Carlomagno llegó hasta Gerona y terminó sus campañas contra los ávaros. Tan solo los árabes y bizaninos continuaban estableciendo interminables treguas y rencillas, rencillas y treguas, entre ellos.

No tardé en reactivar mi antigua red de informadores y en crear nuevas y más sólidas líneas de comunicación. Comenzaron a llegarme noticias de lugares de los que Hacía tiempo que no sabía nada. Mientras veía cómo el Papa Leon III coronaba a Carlomagno en Roma como Emperador de Occidente, los aglabitas fundaban una dinastía en Kairuan (África Septentrional), y el Califa Harún Al-Rachid expulsaba de Armenia a los cátaros. En el lejano Japón pronto renacería una nueva religión: el budismo haría su primera aparición en escena como primer camino en que el hombre, en vez de seguir a un Dios (o a varios), se seguiría única y exclusivamente a sí mismo. Mi mano sobre el mundo llegaba mucho más lejos que antes.

Mi mejorada red de contactos no tardó en atraer a las más peculiares hadas, emprendedoras y venidas de lugares recónditos. La Marca de Sdersath se convirtió en un punto de paso algo más frecuentado en el camino hacia la corte de la Selva Negra. Así fue que conocí a Korkasse, un estratega de primera línea, un inventor y un pensador capaz, nacido de padre y madre feéricos. Su especialidad era la magia de viaje, tan útil para un caminante sin hogar, y su modo de tejerla atípico, original y digno de admiración. No perdí la oportunidad de dialogar con él sobre lo que creía que el bosque le ofrecía, y tuvo a bien mostrarme sus impresiones sobre las pobres defensas de éste; según su tesis, el lugar era uno de los mejores territorios que había visto a este lado de Europa, pero no era más concurrido sencillamente porque emanaba inseguridad.

Ante sus expertas indicaciones comprendí lo endebles que habían sido los muros del Bosque Otoñal, y lo fácil que resultaba entrar sin ser descubierto o atacar por varios puntos a la vez. Comprendiendo la indefensión a la que me enfrentaba, resultaba casi ridículo pensar que hubiese podido aguantar tanto solo... los años duros vinieron a mi mente, para rendirme cuentas; pero ahora la situación era completamente distinta: los despedí sin mucha delicadeza y me encaré con mi futuro con nuevas expectativas. Juntos reforzamos el dominio y sus habitantes, por una vez en su vida pudieron respirar hondo y descansar. Los viajeros comenzaron a circular poco después, otorgándonos una relevancia que nunca tuvimos. Apenas me digné a mirar hacia la Selva Negra, ni envié ni una sola carta, refiriendo retozar en el placer de mi indiferencia hacia ellos. Juntos ni en lo malo... ni en lo bueno.

Nicéforo I se coronó emperador de Bizanzio entre tanto, y los conflictos por la sucesión del trono comenzaron. Teniendo suficientes problemas internos como para preocuparse de los externos, los bizantinos firmaron un tratado con Carlomagno para respetar las mutuas fronteras. Bajo condiciones mucho más humillantes tendrían que aceptar la paz impuesta por los árabes poco después. Entre tanto, Ludovico Pio, hijo de Carlomagno, tomó Barcelona; el conquistador pronto fundaría la Marca Hispánica. Toledo se rebeló contra su Emir Alhakem I y las cosas se complicaron mucho más para los árabes en la Península. En la retaguardia de Al-Andalus, en Marruecos, la dinastía edrista se hizo con el gobierno. Las subsiguientes disputas políticas en el mundo árabe comenzarían una fragmentación prácticamente definitiva. A la muerte de Carlomagno Ludovico tomaría su lugar, anexionando la Marca Hispánica a la Septimanía Francesa.

El rey búlgaro Krum no tardaría en tomar Sárdica y arramplar contra los bizantinos, como en años pasados, pero con la actual debilidad de estos, los vencieron y llegaron hasta Constantinopla, pero nuevamente allí se volvió a imponer Bizanzio, venciendo a Krum en Mesembria. El cuerno de oro parecía inexpugnable. En cambio el carolingio se partía en pedazos, repartido entre Lotario, Luis y Pipino.

Fueron años de prosperidad para mí, gobernando plácidamente mis dominios caducos, mientras los humanos de los alrededores, batidos por las corrientes del cambio y ávidos de un suelo al que agarrarse me rendían pleitesía y me entregaban ofrendas, a cambio de mi protección... y por temor a las consecuencias.

Los árabes conquistaron Creta y luego de Palermo, Sicilia y Heraclea, tratando de hacerse con las más aisladas islas, en sus últimos coletazos. Entre tanto Wessex se imponía como reino en la lejana Inglaterra, mientras los vikingos se hacían con Irlanda; pronto los normandos ascenderían por las desembocaduras del Rin y el Escalda, tras plagar el litoral inglés. No eran nada comparado con las guerras que desgarraron los restos del anteriormente imparable Imperio Carolingio. Como la más vil de las arañas, sus hijos se comían a su madre desde el interior, tratando de llevarse la mejor parte.

Mientras reforzaba mi liderazgo sobre la zona y conseguía una presencia sólida e indicustible en mi territorio, pasaba los atardeceres y los amaneceres en compañía de Korkasse, tratando diversos temas y preocupaciones de Estado. Con el paso de las estaciones el inteligente senescal no tardó en destilar de mis palabras las sombras de un pasado acosado por la Reina Frígida y mi necesidad y anhelo de tomarme una merecida revancha y hacerme soberano indiscutible de las estaciones en Transilvania. Inmediatamente mi buen amigo, la primera persona que realmente me había tratado en mi vida de igual a igual, se tomó como una labor personal el quebrar las impenetrables defensas de Safne para darme la oportunidad de la victoria. Mi lugarteniente se encerró en su laboratorio y

Con alegría y energía renovadas por la reacción de mi compañero, me centré en obtener información directa de lo que ocurría en torno al bosque invernal. Descubrí que un puñado de familias humanas detentaban el poder; los apellidos Szantovich, Bratovich y Basarab se repetían hasta la nausea entre ellas. Quizá pinchados por mis pesquisas, los hijos del invierno no tardaron en responder. Una nueva oleada de esbirros de la Reina Frígida se estrelló contra mis fronteras, aprovechando el abrigo de la noche. Aquella vez el ejército helado probó la verdadera dureza del otoño por vez primera: morían a decenas, mientras Korkasse y sus extraños artefactos segaban sus existencias una tras otra. Alborozados por la sencilla batalla, mis súbditos se lucieron como nunca, masacrando a los asaltantes; me mantuve al margen, dejándoles la gloria a ellos esta vez... había tenido que combatir tanto que el contacto con mi acero me resultaba penoso y me sumía en la mayor de las melancolías. El tiempo de las armas había acabado: era momento para las palabras. El invierno se replegó con el rabo entre las piernas, apenas habiéndose iniciado la batalla.

Espejando mis logros, Abderrahman II dominó la insurrección de la anteriormente díscola ciudad toledana. Los búlgaros, recuperados de sus heridas en Constantinopla, comenzaron campañas militares en los montes Ródope y Albania. Los vikingos se adueñaron del Ulster, Irlanda y establecieron su base en Armagh. Las cosas comenzaron a suceder con rapidez en el mundo de los humanos, y las distintas vicisitudes de mi creciente territorio me hacían dedicarles más y más tiempo a cada día que pasaba. Habiendo formado sendos jefes de inteligencia, dejé las relaciones humanas para los Cambiados, centrándome en el gobierno de mi reino. Mi Gabinete Exterior me informaba puntualmente de los hechos más relevantes, manteniéndome al corriente de los devenires de la humanidad, mientras yo me encargaba de su seguridad y de las expectativas futuras del marquesado.

La victoria sobre el invierno afectó profúndamente a Korkasse, que gozó de gran popularidad en la corte durante largas estaciones. No escatimé regalo ni vicio alguno para él, y se le dio lo que deseara, como correspondía a un sirviente fiel. A pesar de ello, mi compañero tuvo a bien mantenerse en su lugar en la corte. Era digno de mi confianza y me alegraba terriblemente de no haberme equivocado con él. En nuestras conversaciones advertía un odio biliar y concentrado contra el Bosque Invernal como en pocos había visto nunca. La idea de la victoria sobre las fuerzas de la noche transilvana lo atormentaban; la gente comenzó a tomarlo por loco, con sus excitados desvaríos insanos. Entonces, de buenas a primeras, se encerró en su laboratorio, aislándose del mundo. Convine que era lo mejor que podía pasar, dado el cariz que empezaban a tomar los asuntos cortesanos con respecto a él. Prefería que se recluyese y tranquilizase, antes de que se produjera una verdadera ruptura entre mis válidos.

Con todo el peso de nuestra incipiente comunidad sobre mis hombros, sin embargo, tuve que centrar toda mi atención en el dominio, prestando aún menor atención a los vanales asuntos humanos. Ludovico pio murió en el silencio, y las batallas que Carlos y Luis vencieron contra Lotario me pasaron desapercibidas; no asistí al desmembramiento en tres partes del antiguo imperio, que volvería a independizar la Marca Hispánica. Los vikingos avanzaron al sur de Inglaterra sin sentirlos siquiera; trataron de ir más allá, atacando Paris, Hamburgo, los Países bajos y Sevilla, pero nada supe hasta más delante de cómo los gallegos los rechazaran. Los bizantinos consiguieron terminar con la iconoclastia mientras yo no miraba. Los musulmanes tomaron Mesina, atacaron El Lacio y Roma en mi ignorancia.

Comenzaba a preocuparme por la ausencia y reclusión de Korkasse, cuando advertí que llevaba casi una década sin leer un solo informe exterior. El pensar en más allá de mis fronteras y en mi querido lugarteniente al mismo tiempo, dirigió mi mirada inevitablemente hacia el Bosque Invernal. Era hora de volver a examinar sus fronteras... mientras mi senescal dormía, tenía que estar preparado para cualquier contratiempo. Mis espías me indicaron que la entrada a las tierras invernales era imposible; que un extraño campo energético las protegía: una guarda ancestral reforzada con el paso de los siglos y endurecida como el hielo perenne. A pesar de ello, habían avistado a los trolls de la Dama Oscura en las proximidades, alejando a la chusma e incluso arrasando pequeñas aldeas insurrectas. Me traían preocupantes noticias tanto de su poder como de su número. ¿Cuánto daño había causado a Safne para que con tal poderío no se dignara en volver a intentarlo? Tal vez gastaba su carnaza conmigo, no lo sé; puede que no fuera más que un mero castigo para convictos en su mente... o podía haber algo más. Independientemente de la respuesta, tenía que mantener despiertos los cinco sentidos, por si los vientos cambiaban de nuevo.

Cuantro años después de su desaparición, Korkasse apareció de improviso una buena mañana frente al Trono del Equinoccio. Su entrada fue inesperada, como si hubiese surgido de la nada. Su sonrisa era radiante, y se trababa a cada frase, tratando de pronunciar demasiadas palabras al mismo tiempo. Había descubierto “otro lado”; un mundo vacío más allá del rabillo del ojo... el espacio que llenaba el hueco entre los muros y que pronunciaba las palabras del eco. Eso y una miriada más de términos inexplicables. Decía que podía llevarnos a su través; que podía cruzarnos a la mismísima sala del trono de Safne la Frígida. Afirmaba que con el poder del “otro lado” podría incluso volver las defensas de los siervos del invierno contra sí mismos y acabar con los trolls que guardaban las fronteras de la Bruja de los Hielos.

No comprendí ni la mitad de lo que dijo, pero vi la ilusión, la esperanza y la necesidad de mi apoyo en los ojos de mi amigo. No pude negarme a sus locos sueños. Además... había algo más. Sentía cómo el poder de mi senescal se había multiplicado. Quizá pasara desapercibido para otros, pero para mí era tan nítido como los primeros tonos mustios en una hoja veraniega. El aura del otoño lo rodeaba. Accedí sin reservas y le dejé trabajar en el gran proyecto. Puse a todo el mundo a ayudarlo con el mayor ahínco que fui capaz de exprimirles. Traté de involucrarme en el diseño y la construcción, pero apenas entendí nada de cuanto me mostró en su abarrotado y desordenado laboratorio. Y a pesar de ello, comprendí el poder que rezumaban sus cálculos y el potencial que se desprendía de sus evoluciones. Algunos misterios que habían resultado inexplicables durante generaciones para mí resultaban ahora tan nítidos como si hubieran estado allí siempre. Detalles insignificantes tomaban una importancia atroz. Mi dominio de las nieblas estacionales aunmentó insospechadamente ante tales portentos. El mismísimo Bosque clamó de entusiasmo y expectación.

Mientras el proyecto avanzaba inexorablemente en su cabeza, vikingos, papas, musulmanes y bizantinos continuaban con sus eternas reyertas, pero todo ello carecía ya de importancia. El mundo humano volvió a empañarse como un cristal tibio al margen del frío invernal, hasta que... Korkasse desaparecío:

-¡NO! ¡FALTA ALGO!- fueron las últimas enojadas palabras que le escuché, antes de verlo salir de su laboratorio, dejándome a medias de una liviana explicación sobre los poderes del viaje y el tiempo.

Cuando salí a buscarlo, nadie lo había visto. Ninguna de mis hadas pudo encontrarle en los días siguientes. Pasaron semanas... nada. La realidad se había llevado a mi compañero tal y como vino. Los cortesanos comenzaron a hacer preguntas indiscretas; preguntas que no quise escuchar. No. ÉL volvería; yo sabía que volvería. Jamás había dudado de mi amigo, y no empezaría a hacerlo ahora. Sabía cuánto suponía todo esto para él y, funcionara o no, sabía que regresaría para terminarlo; regresaría... conmigo.

Durante la ausencia de Korkasse los avances en el “gran proyecto” se paralizaron; nadie tenía ni la genialidad ni las ganas necesarias para continuar con su trabajo. Además era su guerra y su victoria; no podía permitir que nadie la ganara por él. En vez de eso recuperé mi vigilancia sobre los reinos humanos, recuperando tanto como pude del tiempo perdido.

Cuando volví mi vista hacia la escena mundial, la corte bizantina promovía la conversión búlgara al cristianismo... no podía imaginar mayor humillación para un enemigo vencido que adorar a una deidad que los haría aún más débiles. Entre tanto rusos y varegos se acercaban inexorablemente a Constantinopla; tal vez siguieran el mismo destino. La Marca Hispánica se había independizado completamente, y Cirilo y Metodio, apóstoles de los eslavos, predicaban el Evangelio en lengua popular y propagaban su nueva escritura glagolítica. Más al Este los soldados turcos se revelaban contra su gobierno.

Pasaron un puñado de años mientras Basilio I se erigía en Emperador del Imperio Romano de Oriente. En los acontecimientos subsiguientes la rebelión religiosa promulgada por Focio en Constantinopla acabó abriendo una brecha definitiva entre las iglesias griega y romana, que nunca llegaría a cerrarse. Ajenos a estos cambios, los turcos tulunidas invadían Egipto y Jerusalén. Los musulmanes se apoderarían de Malta poco después. En el noroeste los daneses salían triunfales de Nottingham y dirigían sus esfuerzos hacia Merlborough, mientras Luis el Grmánico y Carlos el Calvo se repartían la Lorena en el Tratado de Mersen. Los vikingos se establecieron en la costa oriental inglesa al tiempo que Alfredo el Grande se erigía rey de Inglaterra.

Una década humana hizo falta para volver a conjurar mi tedio y comenzar a hacerme pensar que quizá Korkasse no volvería. Ttal vez le hubiera ocurrido algo: podría haberlo raptado el enemigo, o haber sufrido algún terrible accidente. Mis espías no encontraban ni el menor rastro de él, los viajeros no traían nuevas suyas; simplemente se había esfumado.

Comencé a sumirme de nuevo en una profunda melancolía. Mis informadores trataban de animarme con nuevas de la unificación del reino de Noruega o historias de los piratas musulmanes que acosaban Roma. Me hablaban de cómo Bizanzio trataba de resurgir de sus cenizas reconquistando Asia Menor. Traían a mi presencia a viajeros con noticias de la disgregación del califato árabe, de la independización de los persas sefarditas y de los tulunidas de Egipto. Nada conseguía llegar mi profundo vacío. Las hojas dejaron desnudos los árboles, dejando paso libre a una brisa gélida y melancólica que soplaba del mismísimo corazón de la Marca Transilvana. El trémulo tañir de mi arpa lloró la soledad de su titiritero, ajena a los avances en la reconquista ibérica. Mis notas llenaron el espacio entre los árboles indiferentes a la formación del principado de Moravia. Mis súbditos, preocupados, trataban de abordarme de todas las maneras posibles, pero no conseguían más que irritarme: no quería acercarme a nadie, ni relacionarme; me aterraba que volvieran a ganarse mi confianza y hacerme daño.

Mi sonrisa volvió un cálido día en los estertores del verano; Korkasse la trajo en el mismo instante en que apareció de improviso, en medio de una aburrida audiencia, envuelto en un fogonazo de cegadora luz ocre. El otoño ya no solo llenaba su espíritu: Korkasse irradiaba ocaso. Nadie en la corte podía dudar de su poder, reconocible a simple vista. Mis servidores, que comenzaban a dudar de mi cordura, se postraron ante ambos mientras descendía de mi trono de madera a abrazar a mi amigo perdido. Dos palmadas... el senescal de mi reino se permitió tan solo dos palmadas a su señor antes de separarse amablemente y retomar su trabajo, como si no hubiera estado fuera más que unas horas. Toda la corte estaba en shock, pero nadie objetó nada en absoluto; resulto tan... natural en él.

El desconcierto inicial se tornó en preocupación cuando Korkasse se embarcó en una docena de proyectos auxiliares además de en su “gran proyecto”. Temí que se hubiera bloqueado en la Ley, consulté a los más sabios de entre mis siervos, pero ninguno pudo darme una respuesta concluyente. Me deshacía en deseos de ayudarle, pero no sabía si ello podría tan solo empeorar las cosas.

Tratando de hacer oídos sordos a mis miedos, dejé a mi ingeniero feérico más espacio vital, investigando ciertas extrañas muertes y desapariciones entre los humanos que circundaban mi territorio. No deseaba una peste en mis dominios, así que convenía tomar precauciones. Pronto descubrí que no se trataba de una enfermedad, sino de una nueva sorpresa que me deparaban los imprevisibles humanos: algunos de ellos habían encontrado el modo de engañar a la parca, convirtiéndose en depredadotes nocturnos que devoraban la sangre de los incautos y se disputaban el control sobre “el ganado”. Había controlado humanos antes; no sería distinto con esta nueva “variedad”.

Mis impresiones empeoraron cuando descubrí que esos seres inspiraban más miedo a los humanos que los seres del otoño. Aquello me resultó un verdadero ultraje. Una época de terror arrasó las regiones vecinas y parte de mis aldeas, demostrando qué leyendas había que temer y cuales no. Algunos de esos “vástagos” se rebelaron. Descubrí que su endeble esencia consumida por su avaricia de vida se deshacía en cenizas cuando ésta se les escapaba, aunque se aferraban a ella hasta el último aliento, con unas defensas dignas de cualquier hada menor, aunque carentes de nuestro estilo natural. Habría que guardar con perspectiva a estos nuevos enemigos.

Donde quiera que miraba aparecía la sutil mano de los cainitas, como se hacían llamar, moviendo la historia de los hombres a uno u otro lado. Los encontré detrás de las ventanas en las que se obligó a la Santa Sede a pagar tributo a los sarracenos, mientras sus hermanos se apoderaban de Siracusa. Los encontrés tras la victoria de Alfredo de Inglaterra conra los daneses en Wedmore. Reptaban entre los instigadores de la insurrección de Omar ben Hafsún en las montañas malagueñas, en la reconquista bizantina de Chipre o en la nueva corte rusa en Kiev. Donde quiera que miraba aparecían más y más de ellos, reproduciéndose como las ratas. Resultaban de lo más irritantes.

Me disponía a tomar alguna medida contra esos insidiosos chupócteros, cuando uno de mis guardias acudió raudo a informame de un curioso evento: el portal de Korkasse irradiaba una extraña luz rojiza. Acudí raudo al claro del Gran Proyecto, a tiempo para presenciar cómo una cortina cobriza caía por el interior del enorme arco, para dar paso a una recua de hombres pequeñajos y de ojos rasgados, a caballo. Su primera reacción fue arremeter contra los míos, causando algunas bajas lamentables, pero pronto fueron reducidos y algunos de ellos incluso capturados. Su lengua es extraña y exótica, y resulta casi imposible comunicarnos con estos invasorews repentinos. Tras presentar la evidencia a algunos de mis espías más competentes en lingüística, me confirmaron que eran humanos de un pueblo llamado “tártaro”, nativo del Lejano Oriente. Cuando hago llamar a Korkasse para que me explique el fenómeno, se deshace en disculpas y me responde que el portal ya está en funcionamiento, por fin. En poco tiempo más estaría listo y podríamos realizar nuestra propia venganza.

Durante las siguientes jornadas el portal permaneció inerte y cerrado, mientras Korkasse realizaba diversos ajustes en su estructura. Cuando me cansé de observarlo recibí a mis emisarios del oeste. Omar ben Hafsún había comenzado una guerra de guerrilas en tierras de Al-Andalus. Los temibles vikingos, por su parte, asediaban Paris y se apoderaban de Londres, aunque pronto serían derrotados en Montpellier y hundidos por Alfredo el Grande en el mar. Algo más cerca, los musulmanes eran expulsados de Italia y el Turkestán se independizaba del Califato. Se comenzó la invasión de Persia.

Para entonces mis súbditos ya se contaban por docenas. Tenía cambiados e incluso algunos trolls del bosque. Eran prácticamente más de los que podía retener, controlar y alimentar: una mezcla de doscientas almas feéricas y humanas seguían mis palabras como las de su monarca indiscutible. Curiosos y excitados observaban cómo el portal de Korkasse había comenzado a brillar y zumbar día y noche. Además, una pequeña brisa gélida parecía empezar a soplar desde el interior... desde el “otro lado”; algo grande iba a pasar. Un buen día mi lugarteniente más preciado me cogió y me llevó frente a su obra: su trabajo estaba terminado. Desde el interior brotaba un bello canto, difuminado en el arrullo del sotobosque. Me comunicó que el camino estaba hecho, pero que habría que esperar a que los mundos se alineasen. Estaba listo y ya solo quedaba esperar. Toqué la más dulce de las melodías con mi arpa, variando la cancioncilla del portal, a veces melancólica, a veces algarada, en una fiesta que recorrió todo el bosque otoñal. Cuando la balada se transformó en una tétrica máscara invernal, todos comprendieron que aquel era el requiem para una Reina que pronto sería sepultada. Una que había atemorizado largamente los corazones de mis gentes. La odiada voz de la Reina Safne fue la inspiración para su canción de despedida. Nadie lloraría su falta en este bosque.

Organicé guardias junto al portal, para mantener el más leve de los silencios en torno a él; no podíamos arriesgarnos a que algo pasara al otro lado y los pusiera en alerta. Mi más poderosa magia crepuscular selló con poderosas guardas la zona, protegiéndola de todo sonido y movimiento. El bosque se transformó en una espesa nube de jalea oscura, cayendo casi en letargo.

Durante nuestra espera los magiares llegaron a Baviera y el desorden moral arrasó la Santa Sede. El Papa Sergio III acabaría sometiéndose a la patricia romana Teodora y a sus dos hijas Marozia y Teodora. Entre tanto los rusos volverían a asediar el Cuerno de Oro

Todo mi ejército esperaba la alineación del equinoccio en el atardecer más bello del año. Todos pertrechados y listos para la acción. Korkasse se adelantó y exhaló con un gesto otoñal que invocó a los vientos del ocaso, que llevaron sus mantos de hojas a través del arco. Las últimas no pasaron al otro lado, sino a la llanura helada que apareció ante la brecha. Korkasse corrío a la batalla como un maníaco, detrás de la hojarasca. A un gesto mío, las tropas de la fronda lo siguieron raudas. Cuando cruzamos al otro lado, la tierra vibro mientras el portal descargaba sobre el páramo helado su poder, cerrando la brecha del portal. La tibieza de nuestra estación arraigó en los dominios de Safne y se escucharon crugidos de hielo partido y fundido por doquier. Docenas de gritos de criaturas gargantuescas llenaron de una cacofonía terrorífica el lugar, mientras sus guaridas se les venían encima. Laderas enteras se desmoronaron sobre parte del ejército invernal, enterrándolo en vida. La mano de Korkasse había derruido las defensas de la Bruja Frígida sobre sus propias tropas.

Una marea de gélidos nobles nos miró, viento su fiesta nocturna tan sesgada como sus vidas en pocos instantes. Mis soldados, bien equipados y listos para la batalla, pasaron a piedra y madera al desprevenido enemigo, mientras los más ancianos elfos invernales trataban de erigir una futil defensa. La sangre de los excelsos invitados de Safne regaba los gélidos suelos de hielo pulido, creando surcos calientes en el pavimento. Mi espada se aseguraba certera de que no les faltara de beber a los ávidos azulejos, cercenando cabezas y cuerpos por igual, en mi inexorable camino hacia la anfitriona. Cuando llegué hasta ella, salió de su horrorizado ensimismamiento, descargando la ira de su fracaso conmigo:

-¡TÚ!- dijo entre furiosa y anonadada –¡TÚ!- comprendió fuera de sí –¡MUERE!- concluyó viniendo a mi encuentro.

Mientras la anciana y bella hada venía a danzar conmigo el baile último, del que solo uno saldría, una vieja y horrorosa bruja con la mitad del rostro muerto, que esperaba a su lado, agarró el cinturón de Safne y se lo arrancó de la cadera. La regente del territorio miró un instante atrás sin comprender, mientras la pavorosa figura desaparecía en la foresta escarchada. El descuido le hubiera costado la vida, de no ser por la intervención de una joven hada, casi calcada a Safne, que desvió mi hoja con su cetro principesco en el último momento. La espada solo arañó el hombro de mi oponente, que cayó al suelo pesadamente, con un grito agónico.

Iracundo cercené la bisutería con una estocada, dispuesto a acabar con la vida de la mocosa. Al mirarla a sus ojos asustados comprendí que no era otra que Annya, la hija de la Reina Frígida. Su existencia hubiera terminado allí, de no ser por la intervención de su madre, que recuperada del primer lance se interpone con su vara plagada de cuchillas heladas, deteniendo mi estocada mortal. En ese momento un enorme troll de las nieves agarró a la paralizada criaturita y se la llevó de allí a lugar seguro.

Safne se encargó de tenerme entretenido el tiempo suficiente para dejar escapar a su pequeña. A pesar de ello, no era rival para mi maestría con el acero. Una vida de agónica lucha por la supervivencia me había mostrado todo lo que de un filo aguzado se debía saber, y pronto la vencería, si el combate se mantenía en las mismas condiciones. Entonces caí en la cuenta de la ausencia de la guardasespaldas de la bruja, Rubushka, su lugarteniente y compañera no se encontraba en el estrado. Aterrado vi su figura, algo más alejada, convocando a los vientos boreales. La ventisca desgarró la carne de mis tropas como si se tratara de meros muñecos de nieve. Korkasse, en medio de la vorágine, trató de detener el torrente invernal. Muchos escaparon por su sacrificio, pero ante mis ojos pude observar cómo mi compañero, mi amigo del alma, perdía su vida destrozada por el gélido abrazo del invierno.

Dudé y Safne me acosó con sus hojas heladas. Caí y las lágrimas anegaron mis ojos, impidiéndome ver. Rodé y gire mientras la bruja me acosaba, deteniendo sus acometidas casi por instinto. Entonces todo el odio, toda la ira, toda la frustración de casi medio milenio de sufrimiento salieron de mi interior. La siguiente parada en círculo clavó el arma de mi contrincante en la nieve. Mi bota la quebró en mil pedazos al terminar de incorporarme. Cuando mi espada atravesó su corazón helado, aún seguía sin comprender cómo había podido suceder aquello. Todos mis pesares se liberaron en aquella muerte, con un último grito desgarrador. Cuando extraje la hoja del cuerpo de la exreina, su vida ya se había ido... como la de mi amigo.

Envié a mis efectivos tras los pocos supervivientes, ya casi no quedaba nadie. La mayoría yacía como rosales muertos, con sus mustias flores carmesí brillando el fin de sus existencias. A pesar de ello, algunos jóvenes lograron escapar y no pudo encontrárseles; fui informado de que parecieron utilizar alguna clase de “puente”; aunque sin Korkasse para explicarlo, el método ya no importaba. Quedaban muchos siglos de existencia para acabar el trabajo.

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14/01/2008, 03:17
Señor de los Témpanos.

-No pasó mucho tiempo antes de que mis agentes te trajeran a mi presencia, después de esto. De lo demás sabes más tú que yo, mi pequeño elfo.- terminó el Señor de los Témpanos cerrando el libro.

Una fría brisa se alzó del manto del Señor de las Sombras Gélidas, cuando se incorporó de su asiento y guió, con un invitador gesto de su mano a su siervo fiel, un paso por detrás de él, hacia una zona recóndita y fuertemente guardada del salón del trono. Bien sabía Taliesin que aquello era lo que llamaban la Tumba de Korkasse; figura que había ganado unas nuevas dimensiones y significado para él. Tras esta estructura se extendía un impenetrable muro de espinas congeladas, tan peligrosas en el corte de su hielo como en la venenosa punzada del veneno que portaban. Decían las leyendas del bosque que el muro protegía al bosque de lo que guardaba en su interior, más que a lo guardado, de los ladronzuelos del bosque.

Una mano del Marqués vastó para hacer retroceder a las guardas. Una mano que abrió la misteriosa bóveda de muerte para mostrar... un gélido espacio vacío. En el interior, un cálido microclima evocaba la caída de las hojas en otoño. El suelo parecía enrojecido, como si se hubiera tragado las hojas muertas con avidez... como si hubiese sido regado con algo mucho más ominoso.

-He aquí el toque perenne del otoño. Estás observando las puertas de la gloria. El lugar por el que el ocaso abrió la gélida concha de la noche y vertió la sangre de sus hijos. Este es el otro lado de un portal que se abrió una sola vez. Más allá de este punto, a dos dimensiones de distancia, que te harían recorrer un centenar de millas en un pensamiento, se encuentra el baluarte de la Marca Sdersath. Un dominio que las Sombras Gélidas mantienen en el olvido desde hace casi medio siglo.- explica Noderoth a su discípulo.

Con paso solemne entra en la peligrosa estancia y atrae a Taliesin al interior:

-Nunca llegué a comprender del todo la magia de Korkasse, aunque mis agentes dicen que está apagada... muerta. Yo he pasado en letargo quinquenios humanos, mientras mis ojos no veían caer más que un otoño. El mundo de las hadas tiene una densidad difícil de apreciar para alguien que no ha talado cemeses con su presencia, ni ha vivido su infancia apartado de las cadenas del tiempo.- se vuelve al Portador de la Tristeza, permitiéndole observar el más bello atadecer en su mirada y continua –Tú mismo eras un cascarón mortal hasta años después de que te arrancáramos de los brazos de tus débiles padres y te engarzáramos en la pristina joya de nuestro mundo feérico. Ahora ha llegado el momento de que brilles para tu corte.- dice mientras gira en torno al lugar.

Al compas de sus pasos las hojas del suelo se levantan y danzan con él en remolinos, acariciando y cosquilleando al nuevo visitante con su vuelo errático:

-Igual que dormí las eras sé que pude despertar de mi postración. E igual que yo lo hice, sé que la magia que me trajo a este lugar puede hacerlo, Taliesin. Es por eso que esta zona está tan celosamente guardada. Es por eso que debo protegerla de lo que pudiera regresar del otro lado. Esas guardas que has cruzado protegen a la corte de todo invasor, pues llegará el día en que ese portal vuelva a abrirse, y es hasta hoy que no supe que, cuando lo hiciera, lo haría de nuevo para nosotros.- expone Lord Sdersath elocuentemente –Encontrarás guardas similares al “otro lado”, en el Bosque Otoñal. Guardas antiguas, que erigí para salvaguardar mi retaguardia durante el ataque. Toma esto.- dice Noderoth, arrancándose unos cabellos, que trenza con agilidad, haciendo un peculiar anillo de pelo casi invisible para Taliesin –Viste un guante para que no se rompa y toca con ello las guradas cuando necesites acceder al Portal del Equinoccio. Se mantendrá fresco mientras esté entero, y mi magia te franqueará el paso.- regala el amo al vasallo.

El portentoso señor de los bosques detiene su movimiento, y las hojas regresan al suelo, como si de rocas se tratara. A pesar de la brisa que corre quedan fijas en el suelo y no vuelven a agitarse:

-Pero este lugar respira con mi aliento y retoza con mi sonrisa. Con un reino bostezando su resurgir, no puedo abandonar ahora mis tierras, mi fiel lugarteniente. No tengo ojos para ver qué fue de mi antiguo reino, mi oídos para escuchar sus palabras. Al “Otro Lado” de este punto encontrarás un arco otoñal, en lo más recóndito del bosque. Un lugar de poder, donde el equinoccio vibra con fuerza. He aquí tu misión, mi buena hada. He aquí lo que te pido.- declara Noderoth, avanzando hasta Taliesin y cogiéndole de las manos.

El contacto de su señor es frío, y su presencia tan abrumadora que casi hace temblar, pero sus palabras sobrecogen y alientan hasta más allá de la realidad, y resulta casi imposible apartar la vista de aquellos ojos mágicos y hechizantes, en constante movimiento:

-Debes regresar a tu ciudad natal; a Alexandria. Presupongo que puedes escuchar las voces del mundo desde dicho lugar mejor que ningún oído. El burgo que linda con el Asía Menor te traerá palabras exóticas y rumores mágicos. Debes encontrar el modo de reactivar el portal de Korkasse desde el bosque otoñal. Ese poder tiene que ser nuestro. Nunca llegué a comprender totalmente las artes de mi anterior amigo, pero si el encontró las respuestas fuera de la Marca, allí deben seguir. Hay conocimientos que el mundo no puede borrar.- hace una pausa para asegurarse de que comprendes sus palabras y continúa –Tal vez puedas hallar a uno de sus antiguos discípulos: las hadas somos entes sociales. Dudo que Korkasse se mantuviera al margen de la sociedad durante su ausencia. Su espíritu vivía para el mundo, y ante todo era un viajero, como tú. Nadie mejor que mi buen trobador podrá entender sus ideas como lo hará el gran Taliesin. Viaja por el camino que lleva de Alexandria al Bosque Otoñal y detente en tu viaje para oler las rosas y susurrar a los árboles. Ellos te hablarán de los misterios que buscamos, y si no lo harán los hombres.- sugiere el Señor de los Témpanos –Cuando hayas sabido de la herencia de Korkasse, o cuando hayas encontrado a alguien capaz de abrir mi portal, tráemelo, y juntos trabajaremos en nuestra clave sobre el territorio: si conseguimos mantener abierto el paso entre dos mundos, el Bosque Otoñal y el Bosque Invernal se convertirán en el centro de todo el comercio oeste en Transilvania. Los territorios del Sur y del Norte estarán a apenas un silbido, y el bosque se enriquecerá con los visitantes que imploren nuestra gracia.- comparte el regente Sombrío, emocionado, casi comenzando a bailar con su súbdito.

Cuando se detiene, su rostro ha sido cubierto por las sombras, y un aura de misterio terrorífico cubre sus facciones:

-No solo eso me inquieta: si alguien descubriese el paso, si Annya la Frígida, que en un pozo de mugre viva todavía,- maldice desde el más profundo centro de su odio - Se abriese paso hasta el lugar, el Bosque Invernal estaría en grave peligro. Tu misión es secreta y de vital importancia, amigo mío. Confío enti como pocas veces he hecho en nadie. Te he tratado como al hijo que nunca tuve y te he confiado las vicisitudes de mi pasado. Si me fallas ño habrá rincón en el mundo en que te puedas esconder, pues mi confianza se arraiga en el corazón de la gente, y solo abriéndolo podré recuperarla.- advierte el soberano, mientras el atardecer de su mirada se torna una furiosa nube de tormenta amenazadora –Pero no debes temer, pues sé que eres lágrima de mis lágrimas y brillo de mis sonrisas, mi leal sirviente.- tranquiliza la temible criatura astada al elfo.

El Señor de los Témpanos acompaña entonces a su sirviente al exterior, y el muro impenetrable y letal se cierra tras ellos:

-Ahora parte, y no escatimes tiempo en hablar con los mercaderes que encuentres en el camino. Háblales de las sendas seguras del Bosque Invernal.- explica finalmente Noderoth –Las hadas se encargarán de dar paso franco y libre de bandidos a todo comerciante que utilice nuestras sendas. Los claros estarán verdeantes de alimento y los arroyuelos rebosantes de agua fresca. Muéstrales la belleza de nuestra tierra y encandílales para que vengan a visitarnos. El reino despierta y sus entrañas están ávidas de servidores y feligreses.- añade dirigiéndose hacia el estrado.

Allí acude al arcón junto a su trono y saca un pergamino de piel de cabritilla y una larga pluma de pavo real, con la que escribe en resina roja sobre él:

-Muestra este salvoconducto con mi marca al Cónclave de Brujas de los pueblos del Este. Te darán jinetes rápidos y competentes; gente discreta que sabe viajar rápido y sin despertar curiosidades. Úsalos para enviarme tus nuevas con frecuencia. Los enviaré de regreso a donde me indiques, en cuanto reciba noticias tuyas. Mantenme informado y nada te faltará en tu peregrinaje, hijo del otoño. Parte raudo ahora, mi buen Taliesin, y hazme un soberano feliz con tu triunfo. Sirve al Otoño y ríe al atardecer.- se despide el regente, con un afectuoso abrazo a su lugarteniente más apreciado.

Notas de juego

Esto sí que suponen tus órdenes (las anteriores no; las anteriores son las acciones que yo tengo intención de realizar, con mis tres acciones estacionales: necesitamos lugartenientes, así que voy a subir mis trasfondos con PX y reclutar alguno).

Tu misión podría resumirse así:

Objetivo principal:
Encontrar un modo de reactivar el portal de Korkasse, de forma estacional/permanente, de modo que el viaje entre el Bosque Otoñal y el Invernal pueda realizarse por "teleportación". Mantener Dicho portal y el proyecto de futuro en el más absoluto de los secretos.

Pistas disponibles:
- la historia de los viajes de Korkasse, de su especialidad y de su "magia peculiar" (la magia de viaje es típica del otoño, pero la de Korkasse era un tanto rarita: sospecho que hay algo más). A pesar de todo ello, te confirmo que lo que hizo Korkasse no es un milagro: hay varios modos de conseguirlo (ninguno sencillo, ni automático); seguro que descubres alguno.
- la localización del portal, para que puedas investigarlo in-situ, cuando sepas lo suficiente.

Ayudas disponibles:
- Una "llave" para franquearte el paso al portal en el Bosque Otoñal
- Un punto de seguidores humanos que te cede tu Daevha, para que te sirvan como mensajeros entre tú y yo, entre tú y tus contactos... que estés comunicado, vamos. Mientras los uses con sabiduría no rescindiré ese derecho.
- Te envío primero a Alexandría, donde, siendo tu territorio natal, supongo que tendrás recursos.

Objetivos secundarios:
- Atraer comerciantes a través del Bosque Invernal, para que empecemos a hacernos con el control de la economía local.
- Encontrar pistas del paradero de Annya, la hija de Safne, y sus seguidores: no te lo he pedido, pero por lo expuesto estás seguro de que complacería terriblemente a tu señor; también sabes que sabe premiar a un servidor competente, como nadie.

Tiempo límite:
- Ambos objetivos son a largo plazo; no tienes una fecha fijada. Haremos variaciones por medio de los mensajeros.

En definitiva:
Te presupongo un lugarteniente inteligente, original, con don de gentes y capaz, además de el mejor dotado para relacionarte con humanos y afines sin llamar la atención. Te estoy dando órdenes con mucho libre albedrío: podrás decidir tus acciones a tu antojo, mientras vea progresos esporádicos al menos. Como Noderoth creo que la gente funciona mejor y está más a gusto con cierta libertad de acción, y creo en la independencia individual: mi reino no es una tiranía, tanto como una monarquía moderada. Ya me tendrás al corriente.

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14/01/2008, 11:56
Director

Notas de juego

SEÑOR DE LOS TEMPANOS:

- Tienes a tu disposición un total de 16 esclavos humanos hechizados. Casi todos son antiguos campesinos sin ninguna habilidad especial.

- No disponen de caballos ni tampoco son eficientes mensajeros.

- Más que asignar 1 punto de Trasfondo Seguidores (que eso te quitaría a ti 8 esclavos y le reportaría a Taliesin 1 solo esclavo), es mejor que ordenes a un número concreto de tus esclavos que se pongan a las órdenes de Taliesin.

- En este caso Esclavo Hechizado = Esclavo Idiotizado. - Son seguidores del tipo más inútil disponible. :)

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14/01/2008, 12:30
Señor de los Témpanos.

Notas de juego

XD. Vale... entonces "seguidores humanos" no era exactamente el tipo de trasfondo que creía.

Pues no tiene mucha utilidad soltarle una sarta de estúpidos ambulantes, que pueden capturar a la primera de cambio...

Mantenme informado, Taliesin, y en cuanto disponga de gente más competente, te la enviaré. No quiero ponerte al cargo de ineptos.

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14/01/2008, 12:40
Señor de los Témpanos.

Notas de juego

Sobre mi primera acción estratégica, se refiere obviamente a la consolidación de poder para aumentar mi trasfondo de lugartenientes. La segunda aumentará el de lugartenientes leales, y la tercera reclutará a un buen lugarteniente. Mi objetivo: un veterano de guerra. Un lider capaz de los que se ha encargado de controlar y entrenar a mis tropas durante mi ausencia, de organizar las guardias... A ser posible un Cambiado, que pueda pasar desapercibido en territorio humano y que no vaya a ser tomado en mucha consideración (en comparación conmigo) por la Selva Negra. Quizá un hijo de caballeros: alguien con sangre noble que haya podido reclamar una pequeña fortificación en los alrededores, por derecho propio, unos años después de que lo raptáramos de la cuna, gracias a su oportuna "marca de nacimiento inconfundible". Alguien que podría aportar sus propios seguidores, por tanto. Posiblemente fuera una fortaleza caída en el olvido tras morir el señor de esta en alguna de las guerras, lo que la haría fácil de anexionar, sin herir susceptibilidades, en estos momentos. Una de estas que queda fuera de los pasos habituales.

Tengo intención de enviarlo a recuperar y proteger el bosque de otoño, así que mejor que no tenga propiedades inmobiliarias en las cercanías: su fortaleza podría estar destartalada por la falta de cuidados, haber sufrido un duro asedio... la gente estaría agradecida de que los movieran a un sitio mejor.

Podría incluso ser uno de mis antiguos fieles sirvientes de los alrededores del bosque otoñal, que se quedara guardando la retaguardia mientras atacábamos. En tal caso volaría hasta él para reclutarlo y su viaje sería menos tedioso.

Para que puedas ir diseñando un PJ que se ajuste. Intentaré conseguirte una cobay... este... un jugador en los próximos días.

Me comentas qué te parece la idea, antes de que empiece a reclutar.

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14/01/2008, 18:56
Taliesin el Portador de la Tristeza.

Mientras su señor hablaba, su mirada se tornaba turbia debido a sus lágrimas nacientes. Le recorrían calientes sobre sus mejillas, él podía percibir el sabor salado en sus labios.

Un centenar de emociones se mezclaban en su interior. Que su maestro le contase la historia del gran Korkasse y desvelase su corazón le enternecía, que se viese de nuevo obligado a abandonar sus tierras nada más volver de su viaje le producía un miedo atroz y desgana, y lo más importante, que su señor le encomendase esta ardua tarea, le llenaba de orgullo.

Se enjugó las lágrimas con su humilde capa y tomó la trenza de su señor. La anudó de una forma que sólo él conocía, y que un antiguo marinero le había enseñado y se la colgó al cuello. Así siempre podría oler su hogar y sentir el poder de Noderoth cercano a él, se encontrase donde se encontrase.

Se acercó al Señor de los Témpanos y le abrazó de forma filial y nostálgica. Se separó para mirarle a la cara y darle un respuesta.

-Mi señor, prometo dejarme la vida si hace falta para cumplir con la misión que hoy mismo me ha sido enconmendada. Traeré el saber de Korkasse de vuelta al Bosque del Invierno. Éste será el imperio comerciante más grande que el mundo haya visto. Y nos convertiremos en el reino más glorioso que haya habido en cualquier época. Con esto parto a mi ciudad natal.

Hizo una reverencia y se fue.

Notas de juego

Entonces me voy no? XD sin mensajeros ni ná. Ya encontraré algo por el camino, sino había pensado en que como no queremos que se entere nadie de lo del portal podríamos iventarnos un código secreto mientras que encontramos un servicio de "correo" adecuado.

Por lo demás, parto para Alexandría y por el camino cuento lo bonito que es este lugar y además voy preguntando por Korkasse, en plan sin dar muchas pistas no?

Si hay algo más que debas decirme o que quieras especificarme, estaré absolutamente agradecida de que me guíes en esta aventura.

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15/01/2008, 01:35
Señor de los Témpanos.

Notas de juego

En efecto, ya puedes partir.

Trataremos de conseguirte esa ayuda "on the fly", aunque supongo que tendrás algunos trasfondos de los que poder tirar.

Podemos escribirnos en código utilizado nuestra habilidad en "enigmas", que supongo que tendrás en la ficha con mayor o menor puntuación, si al master le parece bien. Eso debería de hacer la comunicación más o menos segura.

Una cosa que no creo que sepas, pero que tu personaje ha conocido durante su breve estancia en el Bosque Invernal. Desapegándose de las tradiciones de la Corte de la Selva Negra, y para mantener cierto anonimato, Noderoth responde, salvo para los más allegados al nombre de El Señor de los Témpanos; no ha otro. El apellido Sdersath no se pronuncia en la corte, ni fuera de ella, y la Marca Sdersath tampoco se usa como nombre. El territorio se llama Dominio de las Sombras Gélidas, a todos los efectos, independientemente de su pasado. Para que no haya deslices hablando de los demás.

Buena suerte.