Partida Rol por web

Los Pilares de la Eternidad

Camino a Ninguna Parte.

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30/04/2017, 12:26
Sepphora

-¿Es que no me escucháis, ninguno? Esto va de algo que nos supera a todos y cada uno de nosotros, al Imperio, a las Islas, las Tierras del Norte, o las del Sur.

Los miró, se sentía incomprendida, como casi siempre, aunque en esta ocasión sí le importaba. Había comido las cenizas del futuro y conocía de primera mano la tempestad rugiente y abominable que engulliría al mundo.

Lanzó una mirada angulosa a la niñata. No respondió. Soy Sepphora. La capitana y bruja pirata. He enterrado mis sentimientos. Mis amigos. Mi madre. Rebelión. Garic. Sintió una punzada de dolor muy adentro. Se contuvo. Soy Sepphora. Nunca sabrás ni comprenderás lo que siento ni lo que pasa por mi cabeza. No es asunto tuyo.

-No es extraño que no tengas amistades.

La ignoró luego. Quiso creer que Zahum también se contendría. Observó las copas de los árboles. Apretó los dientes, siseó con dulzura:

-También sois asesinas. No era necesario matar al cuervo. A sus amigos no les gustará esta acción. Pero cada uno que se responsabiliza de sus feos, malvados y crueles actos. ¿Verdad? Ah, claro, esa ave es menos que Jade. Pregúntales a los hermanos del cuervo.

Se giró hacia Hiroki. A Corkus y al señor Zahum. Un escalofrío intenso recorrió su espalda.

-Contramaestre, no caigas en la derrota de la culpabilidad. Siguen con nosotros. La vida no es vida ni muerte, sino existencia. Existimos en dos dimensiones diferentes, complementarias. Una parte aquí, la otra allí. Dos caminos, dos viajes. Y uno más. Hasta donde yo se. Es ahora cuando la Sombra quiere romper el equilibrio. No debemos permitirlo.

Sabía que Zahum pensaba de otra forma. Con los pies en el suelo y en el plano terrenal.

-Un barco. Una tripulación. Tal vez consigamos ambas cosas, pero solo puedo obtener una tripulación decente en las islas. Gente que desea navega conmigo. Mas…señor Zahum, la confianza no se gana solo con palabras, por muy bien que se me de tal cosa. Hechos, acciones; abordajes, sangre, fuego y ejecuciones con mano de hierro. ¿Hay tiempo para eso? No. ¿Sí? El fin del mundo nos alcanza. ¿No lo veis? ¿No oléis su rancio y fétido aliento en todo lo que nos rodea? El mismo aire es tóxico, la comida, la bebida. Las conversaciones. No hay decisión buena o mala.

Giró sobre sí misma con las palmas de las manos hacia arriba. Comenzaba a divagar. Puso los ojos en blanco. Su voz sonó grave, lejana, igual que un eco abriéndose paso desde siglos pasados.

-Queremos vengarnos, señor Zahum. Del Fantasma. De la asesina de Isabella. Del imperio. De Prudmore. De todo y todos. Para eso, primero hemos de salvar a todo lo que odiamos. Hemos de unirnos y luchar al lado de nuestros enemigos para, cuando nuestras espadas se alimenten de la victoria, poder seguir saqueando al Imperio, para colgar luego la carroña de quien nos afrentó. Es una contradicción, cierto. Es una aberración del pensamiento y nos encamina en la senda cubierta de penumbras de la locura. Al final nos espera el amanecer escarlata y la profunda azul mirada del eterno mar. ¿Quién me seguirá?

¿A dónde? Ella sabía que el demonio tenía un Pilar. La gema que durante unos segundos le permitió maravillarse con el mundo desde una perspectiva asombrosa. Incluso vio al hombre de ojos violetas. ¿Era el mismo ladrón idiota de la Fortaleza u otro de su clase? La bruja había sido drogada antes de ser conducida al cadalso, no hilvanaba con cordura sus ideas, su mente envenenada se desbordó. Ahora pensaba con más claridad, enfrentada a las diferentes encrucijadas que el destino ponía delante de ellos. ¿De verdad su mente estaba más lúcida? Se perdía en un laberinto formado por raíces de pensamientos de distinta índole. Si Jade era la emperatriz, ¿tenía sentido encontrarla, a ella y a Kakkush? Podría la Emperatriz dar la cara frente a la Sombra? ¿Y qué sucedería con Garic? ¿Y con Corkus? Quien había sido, encerrado en su castigado cerebro, tal vez los sacaría de las tinieblas. ¿Se atrevería ella a intentarlo?

Las dos mujeres se marchaban. La sacaron de su ensimismamiento. Tendían una mano a Hiroki. ¿Habrían escuchado algo de lo que la pirata había dicho? Colaboración, ¿entre quienes se despreciaban y detestaban mutuamente? Mi corazón desea la sangre y las almas del Imperio, y de todas esas alimañas que han hecho daño a los míos.

Sepphora era más útil en el mar, al mando de un barco. O al menos pisando los tablones de una cubierta navegando. Corkus. Garic. Jade. Prudmore. Isabella. Goliath.

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01/05/2017, 15:52
Hiroki

Seguía sin gustarle que alguien se ocultase en los árboles. Por unos instantes jugueteó con la idea de subir a hacerle una pequeña visita. Bajar a alguien a golpes de un árbol no era especialmente difícil. Incluso se planteó romper el árbol. No hizo eso último. No estaría bien. Aquel árbol debía llevar allí más tiempo que todos ellos, no era justo destrozarlo solo porque no le gustase sentirse observado.

-Yo te escucho, Sepphora-. Se pensó si añadir que, ya que ahora tenía a bien hablar, quería aprovechar para escucharla. Tampoco le pareció buena idea. -¿Recuerdas hace unas pocas noches?, ¿cuando yo dije lo mismo? De un modo u otro todos deberíamos estar juntos en esto.-

Los piratas decían que solo había una guerra, una que iba a alcanzarles a todos allá donde estuvieran. Unas noches atrás, cuando Garic aún no se había marchado, cuando quería convencerles para empezar a moverse, Hiroki les había hablado de la increíble coincidencia que les había reunido a todos allí. Imaginaba que cuando era él quien lo decía, debía sonar menos importante. Se acabó encogiendo de hombros. Poco importaba el motivo. Estaba de acuerdo con Corkus y con Sepphora. Había algo más. Algo que debían detener.

-Si, Sepphora. Creo que debemos ayudarnos los unos a los otros. Aunque haya odio entre unas y otros. Incluso Garic creía que Jade tenía algo que ver en todo cuanto está ocurriendo. Podemos ignorarnos y seguir adelante. ¿Quien sabe?, todos podemos estar equivocados a la vez. O podemos intentar trabajar juntos. Tú necesitas un barco, y crees que las islas son el mejor lugar para conseguirlo. Ellas quieren encontrar a su amiga, y vosotros sois las personas mejor capacitadas para ayudarlas. ¿Por qué no colaborar?-

Aguardó, viendo alejarse a las dos mujeres. Tenía una hora para reunirse con ellas.

-Voy a acompañarlas. Me gustaría que vosotros también. Atomi calla algo, no sé qué es. La que viaja entre los árboles no me gusta. Detesto que me vigilen, sobretodo quien tiene pensado atacar a traición. Aún así, os pido que vengáis también. Queréis oponeros a la gran tormenta en ciernes. En eso coincidimos. Decidme que no pensáis que Jade o ese Demonio del mar juegan un papel importante en esto, porque da la impresión contraria, ¿verdad? Por separado somos presas más fáciles. Ya lo hemos comprobado. Nos capturan, nos matan… Tuvimos la oportunidad de reunirnos en aquella prisión, y decidimos desaprovecharla. Ahora aún tenemos la oportunidad de enmendar ese error. En las islas conseguiremos un barco. Siempre me ha hecho ilusión robar uno de los tres lotos. Podemos rescatar a la chica y volver a encontrar a Garic. Admito que tal vez esto sea meterse en la boca del lobo, pero al menos será divertido.-

Y volvió a esperar. Tenía claro que se dirigiría hacia el lugar de encuentro. Había dado su palabra de ayudar a rescatar a la emperatriz. Poco le importaba si era un señuelo o si era la auténtica disfrazada de señuelo. Él había prometido ayudar a la persona, no al título que ostentase. Pero esperó, apuraría el tiempo por si los piratas querían compartir algo con él, con la esperanza de que decidiesen acompañarle.

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06/05/2017, 23:22
Sepphora

-Míralas, Hiroki. Se marchan, no vuelven la vista atrás. No escuchan. Nos detestan. No nos admitirán, aunque pudiese conducirlas hasta Jade. Atomi y la asesina escondida reclamarán mi sangre. Y me veré obligada a matarlas a ambas. No tienen idea de quien soy, ya lo has visto. Acusándome de forma falsa de un acto que no conocen. Son ignorantes, no saben a lo que van a enfrentarse. Su arrogancia las perderá.

Se relamió los labios.

-¿De verdad quieres unirte a esas estúpidas? Parece que has tomado una decisión.

Cerró los ojos, giró sobre sí misma con los brazos en cruz.

-Cortaré cabezas. -Susurró.

Puso sus manos en los hombros del oriental. Se alzó de puntillas y le regaló con un amistoso beso, suave y corto, en la boca.

-Te agradezco el tiempo que has pasado conmigo. Serás bienvenido en el Rebelión, allí admitimos a los "parias", no importa el color de tu piel, tu raza, o tu origen. La única exigencia es lealtad; la única ley y justicia, la mía. Eso puede que no te guste. Nos volveremos a ver, gradullón. Ah, Jade. Ella es. No lejos de la isla de Fakku. Un palacio, cúpulas doradas, un acantilado, accesible solo desde el mar. Tal vez no quede nada, huesos rotos y escombros. Sepphora estuvo allí.

Se volvió a sus hombres. Más seria.

-Quiero ver el campamento. Mi madre pudo dejarme algo. Una señal. Un recuerdo. Si es que estuvo allí, en cuerpo; en espíritu. O una de las mujeres. Una que no fuese idiota.

Notas de juego

No doy pie a seguir con las mujeres conforme a lo que mencionas. No se aceptarán mutuamente y parece que acabaría en enfrentamiento.

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12/05/2017, 17:02
Hiroki

-No es que quiera unirme a ellas- respondió Hiroki. –Tampoco me gustan los asesinos que se esconden entre las sombras. Pero buscan lo mismo que yo, liberar a la muchacha.-

Lo cierto Sepphora no le había dicho anteriormente mucho que pudiese ayudarle en su búsqueda. En unos pocos instantes había reunido más información que en las semanas previas. Semanas. Demasiado tiempo cuando se busca a alguien que evidentemente corre peligro. Pero al final Sepphora le había dicho lo que quería saber. Mirándolo en perspectiva, incluso si había tardado tanto tiempo, al final le estaba ayudando. No podía decir lo mismo de la mayoría de gente con quien se había topado. Tampoco podía decir que otros olvidasen el color de su piel, o la forma de sus ojos, antes de hablar con él. Extrañamente… le daba pena alejarse. De pronto esas semanas dando vueltas sin saber a dónde ir ya no le parecían tan pesadas.

-No, yo agradezco que hayas decidido ofrecerme un sitio en tu barco. Pocos lo harían, sobre todo porque sabes que no acataría tus órdenes- sonrió, y abrazó fraternalmente a la pirata. –Si de verdad quieres parar esa guerra de la que tan poco sabemos, buscaré el nuevo rebelión una vez encuentre a la chica. Mientras tanto, tú ve preparando una buena pelea para mí.- Inclinó la cabeza, no como las otras mujeres, si no bastante más, sin reparos. –Quiero pensar que dejo atrás una amiga, y no una compañera de celda. Suerte… aunque he de añadir que Rebelión no me parece un buen nombre. Libertad iría mucho más contigo. Saluda a Garic de mi parte si vuelves a verle. Yo saludaré a Jade de la tuya. No debe ser complicado dar con su pista, solo hay que encontrar cúpulas doradas en un acantilado accesible solo desde el mar. Pan comido-

Y se marchó, no demasiado contento por su decisión. Sin embargo jamás había dejado de intentar cumplir su palabra. Encontraría a la chica, fuese la verdadera emperatriz, un señuelo, o cualquier otra cosa.