Partida Rol por web

Los Pilares de la Eternidad

Fortaleza.

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06/01/2017, 23:30
Heistrich
Sólo para el director

La estancia en el sótano de aquel caserón abandonado fue ... deliciosa. La calma que precedía a la tempestad, solo que aquella calma se iba a templar en un lago de sangre ajena.

T'Zarkan estaba descontento, de eso no cabía duda, pero gracias a eso había mordido el anzuelo, al menos en parte. Aguanté el chaparrón que el demonio mientras mantenía la compostura pese a desear interiormente mandarlo al infierno

¿Así que fallaré?¿Él dará conmigo, me matará... y tú obtendrás la ansiada venganza mostrándote al mundo, al fin? - le contesté calmo - Ya veo. Y nadie podrá pararte... interesante. Siquiera Él... no sé por qué pero noto cierto tono de ¿histéria?¿miedo? Derrotarás a aquel que nadie ha podido vencer ¿tú solo?¿con tu fuerza bruta y nada más?¿únicamente empleando el músculo cuando, en realidad, te has enroscado de miedo cual víbora enfrentada a un incendio?- le repliqué manteniendo las formas pese a ahondar en lo que era tan evidente, por mucho que le molestara - Si, lo he notado. Temes al Oscuro. Temes a Nasser. Y haces bien. Serías un necio en caso de no hacerlo. Y yo también lo temo, por eso me lancé a una vida de servidumbre... antes de saber que a su lado no había más futuro que perecer al final de todo

Empezaba a divagar y me negaba a hacerlo. Tenía que mantenerme firme en mis convicciones y arrastrar al demonio a colaborar; tarde o temprano lo necesitaría de mi lado, no era ningún idiota que pudiera obviar aquello, y quería asegurarme que al llegar ese momento tendría las máximas opciones de retomar el control sobre mi cuerpo

- No quieres desaparecer, pues ambos sabemos qué pasará si el Oscuro nos encuentra. Pereceremos. Los dos. Por muy poderoso que yo sea y por mucha fuerza bruta que puedas desplegar no somo rival para él... por separado- añadí dejando caer aquel matiz - Pero hay una opción. La única tal vez. Si muero tú reclamarás mi alma y mi cuerpo, te harás dueño de mi ser... y luego morirás porque no podrás hacer frente a esa criatura retornada del Más Allá. Unos segundos después de mi muerte, puede que minutos, tú también acabarás destruido por su poder. Un trágico fin para ambos; tanto potencial desperdiciado por no saber entendernos... tsk, tsk, tsk

Había logrado llevar el monólogo a donde quería. Que T'Zarkan viera lo obvio de todo aquello era solo cuestión de tiempo

Tengo algo que proponerte, criatura abismal; mi alma es el trofeo que anhelas, lo sé, y yo ansio destruirte por hacerme padecer el tormento de tener que compartir mi ser contigo... pero mientras Nasser nos ronde debemos unir fuerzas so pena de acabar reducidos a la Nada. Únete a mí, solo mientras la sombra del Oscuro planee sobre nosotros. Une tu salvajismo y fuerza desbocada a mi inteligencia y poder sobre la muerte. Hazlo y te prometo una marea de dolor, terror y sufrimiento para todos los que han osado interponerse en nuestro camino. Una tempestad de sangre y almas sesgadas sin más sentido que el de ver morir a inocentes que ni todos tus años en los abismos demoníacos podrán igualarse a ello- le relaté mostrando mis cartas - Después de anegar el mundo de dolor, terror y sangre. Después de burlar a la muerte definitiva y sortear el problema de Nasser podemos volver a enfrentarnos y pugnar por mi alma. Quien gane al final se quedará con todo

...

Las confesiones de Devine me pusieron al día sobre la actualidad del Imperio, de su grandilocuente mandatario y sus seguidores. En especial de estos últimos...

¿Así que el poder del rey se sustenta, además de en todas sus artimañas, en una piromante y ... un nigromante? Entrecerré los ojos y bajé por un momento el cuchillo, ahora pegajoso de sangre reseca y restos del dedo de Devine.

Interesante. Dos magos ¿eh? una mujer que domina el fuego y otro de mi orden. Curioso, cuanto menos... aunque no me debería sorprender si tenemos en cuenta que, después de todo, ese rey tuyo lleva en el poder mucho tiempo. ¿Cómo hacerlo si no se tienen ciertos contactos, un puente de conocimiento con las viejas artes? Un paso entre lo nuevo y lo viejo. Mmmm

Me dediqué, con fruición, a mi tarea de agenciarme el miembro faltante del señor de la prisión, logrando con éxito y dedicación una unión perfecta que alcé satisfecho.

Pero hay algo que ni tu rey, ni sus magos, siquiera sus santurrones o ese sádico encubierto de Stroker van a poder vencer - le dije mientras cogía con mi nueva mano el mentón desencajado de Devine - Ellos... no tienen en su interior... ¡UN DEMONIO!- añadí dejando traslucir, sin pudor alguno, la esencia demoníaca que pugnaba por devorarme por dentro como una sanguijuela justo antes de arrancarle el espinazo, y el alma.

El terror en estado puro que percibí al proceder a convertir sus restos mortales en mi nuevo cayado me deleitó del tal modo que no pude evitar lanzar una larga y profunda carcajada de regocijo venida de lo más profundo de mi ser. Hacía mucho que me había dedicado a ejercer de maestro de las fuerzas oscuras que moraban en el mundo pero ahora, dedicado por completo a la labor y sin reprimirme en lo más mínimo me sentía pletórico. Completo. Me sentía tal y como era, y había sido siempre, en realidad

Admiré el báculo de hueso, un instrumento y un arma, una llave y un trofeo. La muestra cúlmen de mis artes metamorfoseada en la que sería la primera de las muchas herramientas que me abrirían las puertas a mi ansiado trono de marfil, construido de restos humanos triturados por la magia oscura.

Me permití descansar después de la consecuención de los dos hechizos que habían acabado con Devine, reordenando mis prioridades, mientras observaba el techo de la de la casucha destartalada en la que me encontraba, casi notando como el poder obtenido con la muerte de Stravbos se había diluido por completo a la par que el día tocaba a su fin y las sombras se hacían dueñas del mundo

Ahora, mundo desagradecido y temeroso, ha llegado el momento del terror

Y con aquel susurro aun muriendo en mis labios me eché la ajada capucha sobre la cabeza mientras que, báculo en mano, salía al negro cielo nocturno como un sabueso que buscara a su presa herida. Podía percibir a los muertos como un can podía hacerlo con una perdiz

Giré el rostro a derecha e izquierda, buscando que no hubiera fisgones en las calles, y me encaminé hacia el cementerio aprovechando las sombras, pasando desapercibido bajo los tejados herrumbrosos de las casas más viejas, moviéndome entre callejones como un mendigo desharrapado, siempre en dirección hacia el cementerio... si me topaba con alguien lo evitaría en la medida de lo posible y, si no podía, lo enfrentaría de cara con el báculo por delante*. Iniesto y firme. Que viera con qué estaba a punto de toparse; si lo consideraba una amenaza la muerte se cerniría sobre él sin dilación de mano de un hechizo destructivo

Una vez en el cementerio emplearía el báculo para abrir las puertas del mismo sin detenerme apenas, sorteando al posible guarda de la misma forma. Aquel útil arcano forjado con el alma de Devine sería mucho más que un simple cayado para un viejo. Sería la punta del iceberg bajo la cual llegaría un mundo de crueldad

Ya en el interior del campo santo me situaría en el centro del mismo, en el interior de la cripta o mausoleo más cercano, y entonaría el salmo del alzamiento. Que el poder de la no muerte embargara los restos resecos de todos los caídos. Que empezara aquella misma noche la pesadilla dantesca en la que tenía pensado sumir la ciudad.

Clavando el báculo con decisión en el suelo entonaría con claridad los versos que darían vida a lo que está muerto

- Alzaos. Alzaos habitantes olvidados. Levantaos de vuestro reposo eterno y servid a la Parca. Que el poder de la muerte os alce nuevamente para haceros deambular una vez más. Que los vivos se encojan de terror ante vuestro paso. Que aquellos que aun conservan el aliento lo pierdan al notar el frío vaho de la muerte ¡Andad!¡Salid de vuestro letargo!¡Abandonad las fosas y acabad con la vida mortal!

Una vez los muertos se alzaran la orden sería clara: Matad a todo hombre, mujer y niño que encontréis. Alimentad vuestras filas con más cadáveres... que aquellos que caigan esta noche sirvan mañana a la horda de muerte que os seguirá**

Notas de juego

*A menos que sea una patrulla de guardias / soldados / grupo numeroso
 

** Los enviaría, un una única y letal oleada, en dirección al siguiente cementerio donde tenía intención de hacer lo mismo, siempre en grupos de como mínimo cinco no-muertos, derribando puertas para matar a los que allí morasen en mitad de la noche... mientras yo, en silencio, continuaba moviéndome tras ellos como la sombra de la misma muerte

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07/01/2017, 01:13
Sir Garic Dunnor

Garic se quedó mirando a Sepphora a los ojos, luego de sus últimas palabras. Quería que no fueran verdad, que fuera una máscara que utilizaba para protegerse de un mundo que la había lastimado, y contra el que deseaba venganza. La posibilidad de que hablara en serio eran demasiado elevadas.

- Nunca he visto el mar -contestó. Su corazón necesitaba un ancla. Un lugar desde donde permanecer firme ante lo que era necesario decir. Me encantaría que me llevases a un lugar como ese, desde donde no se ve la tierra firme. ¿Qué clase de vida se vive así? Si, me gustaría mucho eso.

Se la quedó mirando unos segundos más. Recordó con estremecimiento cuando lo había tomado para bailar. El joven caballero era muy torpe bailando, y se había quedado rígido, nervioso.

- Pero no puedo dar la espalda a los cientos, o miles tal vez, de niños, de mujeres, de ancianos que no tienen posibilidad de defenderse. Tal vez mis acciones no signifiquen nada, y todo arda igual. Tal vez no hay tal Mal que viene, y es todo una ensoñación irreal, no creas que no lo he pensado. Pero no puedo dar vuelta atrás y no hacer nada, por si fuera cierto.

Soy yo, y no tú, Sepphora, el que te arrastraría a una muerte que no deseo. Nunca abandonaré el Código, y temo que aunque quiera convencerte de actuar de la forma que yo he elegido, eso envenenaría tu esencia. Eres un espíritu libre, y no deseo que sea de otra manera. Pero te pido encarecidamente, por mi, por mi honor, por los grilletes que quité de tus muñecas, que no levantes tus armas contra alguien desarmado. Te lo ruego.

Era una despedida. Tal vez no en ese mismo instante, pero pronto. Había pensado en las distintas alternativas. Ninguna unía sus caminos.

- Me gustaría conocer a Corkus -dijo a Isabella, cambiando el tema. Los acompañaré donde aguardan sus amigos, y os pido que en cuanto podais me hagais hablar con él. Creo que mi camino es ese. Me duele como no creía posible no recuperar mi espada, el legado de mi familia. Lamento no haber podido hablar con el hombre de ojos violeta, quien parecía tener respuestas. No me resulta grato desentenderme del destino de Inger, considero a ella y a su hermano entre mis pocos amigos. Y decisiones tomadas aquí que me causan una perturbación inesperada. Pero tienes razón en mucho de lo que dices, Hiroki, ir a buscar a Devine es demasiado arriesgado, y aunque confío en mis chances de hablar con Perseus, creo que la carrera hacia los Pilares de la Creación es clave para tener una posibilidad ante lo que viene. Y creo que me has entendido mal cuando hablé de la Dama Blanca. No espero instrucciones de ella, sino respuestas a algunas preguntas que tengo, cosas que tal vez sepa. No en cuanto a pasos a seguir, sino en cuanto a pistas, algo difusas, que tengo acerca de ellos. Lamento no haber sido claro al respecto, y no serlo ahora. Contaré todo lo que sepa sobre el tema si alguno de ustedes decide venir conmigo. Es un tema demasiado peligroso para que se escape hablando ante oídos equivocados.

Háblame, por favor, de la niña que llora en soledad -pidió al final. ¿Quién es? 

Reflexionó luego sobre la voz que hablaba con la boca de Sepphora. No creía ahora que fuera quien creía antes, luego de su respuesta. - Eres..    ¿La Fortaleza? -le había preguntado, sin esperar respuesta. Tendría tiempo luego para analizar lo que había dicho, pero de lo que estaba seguro era de que su destino no estaba en Shapire, dijera lo que dijera el Ente. 

Un caballero sin señor, le había dicho el Espectro. Garic deseaba encontrar uno al que considerara digno de servir. Mientras mas conocía el mundo menos esperanzas albergaba su corazón de cumplir ese deseo.

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07/01/2017, 01:29
Sir Garic Dunnor
Sólo para el director

Esa noche, limpio, relajado y en paz, observaría las estrellas, se arrodillaría y a través de sus ojos cerrados, y de su corazón, intentaría contactar con la Dama Blanca.

Qué poco conocía de ella, de quien era. Garic suponía que no obtendría las respuestas que pretendía, pero se atrevió a preguntar. ¿Quien eres? -preguntó con timidez, dejando en claro en su consciencia de que no cambiaría su actitud de negarse ella a responder cualquier pregunta, o ninguna. ¿Estás en el Mundo? -susurraba su propio corazón. 

Le hubiese gustado preguntar por el destino de su espada, de Nero (la visión de su caballo en su mente y la sensación de no que no volvería a encontrarlo hizo correr una lágrima por su mejilla), de Inger. Pero la incógnita mas importante que se formaba en su mente, aún sin palabras era la imagen de la Lágrima de Beryl. La "llevó" hasta el templo, la veía clara en su mente, como la había visto cuando estaba ahí. Imaginó la sala donde estaba, cada detalle, y se formó la pregunta en su mente, lo que deseaba saber desde que escuchó de la existencia de las joyas en el lejano Norte.

- ¿Es la Lágrima de Beryl uno de los Pilares? -preguntó a la Dama. Esta era la pregunta que deseaba hacer desde hacía tiempo.  Tal vez un tiro lejano, pero que valía la pena preguntarlo.

Notas de juego

*Entiendo que tal vez obtener respuestas a través de la Diosa (o quien sea) sea un atajo "poco deportivo", pero bueno, ya sabrás contestar que no me haga "el listillo" y siga pelando la cebolla sin trampas, no pierdo nada por intentar..   Además supongo que Garic preguntaría esas cosas en forma de rezo, aunque mas no sea para plantearselas él mismo...   

Lo que quiero aclarar es que no es mi intención saltarme pasos de la trama ni nada de eso, pero bueno, tal vez estés esperando que usemos los recursos que nos das. Si no es así, bueno, seguimos averiguando a golpe limpio.   =)

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07/01/2017, 02:16
Hiroki

-Gracias- respondió a Sepphora, inclinando la cabeza hacia delante al hacerlo. -Entonces la tiene El Fantasma, ¿El mismo que os apresó a vosotras?-

Al menos ya había sacado algo en claro. Resultaba un poco absurdo porque para obtener una respuesta se había visto obligado a alejarse del lugar donde debía estar la niña. No podía culpar a nadie de eso salvo a sí mismo. Otro se habría enfurecido al escuchar que el samurai estaba muerto, pero lo cierto es que Hiroki no lo conocía, no a él en concreto. Si que sabía como eran la mayoría de samurais. Tercos, obstinados, e incapaces de aceptar la derrota. Cuando se entra en combate siempre se puede morir, si alguien lo sabía y lo aceptaba era precisamente uno de aquellos guerreros.

-Si vais a volver a las islas, querría acompañaros. Evidentemente es allí donde debería estar ahora.-

Garic por su parte parecía estar en una encrucijada. Se preocupaba por su espada, se preocupaba por su amiga, se preocupaba por la misión. Se preocupaba por todo. Demasiadas responsabilidades para un solo hombre.

-Sir Garic, tu amiga Inger sabía cuidarse sola. Si en realidad la valoras, deberías confiar en sus capacidades. Siguieron el camino que no dejaba de sugerir Melkiades. Debieron salir mucho antes de que se derrumbase. Si es verdad que el hombre de ojos púrpuras tenía respuestas, te toparás antes o después con ellos de nuevo, porque vas a buscar esas respuestas por tu parte, ¿verdad? Entonces vuestros caminos coincidirán de nuevo.-

Claro que el caballero seguía asolado por la incertidumbre.. Hiroki comenzaba a entenderlo. ¿Cómo no estarlo cuando debía sentir que sus hombros cargaban con tantísima responsabilidad? No era una tarea sencilla, ni agradable.

-Tu Dama Blanca, tal vez, solo te ha mostrado lo que necesitas para emprender el camino. Solo ha planteado las preguntas que tú debes desenmarañar. Un buen maestro actúa así. No resuelve tus problemas, solo te fuerza a aprender a resolverlos tú. Y funciona. Hace unos segundos solo tenías dos opciones ante ti. Ahora has descubierto una tercera. Pero también debes pensar en esto. El temor a los oídos equivocados puede ser fatal. Si mañana caes, nadie podría continuar tu misión si nadie sabe de ella.-

Entonces, tras conversar nuevamente con Sepphora, el caballero preguntó por la niña que lloraba. Hiroki jugueteó con la idea de darle un pequeño escarmiento, de responderle sin responderle. Por fortuna el oriental no creía en la venganza.

-Es...- entonces se detuvo, como si hubiese encontrado algo que tenía sentido, pero que a la vez no lo tenía. Cerró los ojos un momento, pensando. -Un patrón. No lo vemos ni lo entendemos, pero está allí.- Su tono había cambiado de golpe, era un poco más enérgico. -Sepphora, ningún miembro de la marina imperial había estado cerca de derrotaros antes, ¿verdad? Pero El Fantasma lo hizo en una sola noche. Mientras tanto, Garic comienza a tener visiones. Al mismo tiempo, la emperatriz de Jade- miró a Garic -[B]La niña a la que estoy buscando, Decide desaparecer de su corte dejando las islas orientales al borde de la guerra total. Así que sin más, de pronto, estamos aquí los cuatro. Un caballero, dos piratas, y un vagabundo. No tenemos nada que ver entre nosotros, sin embargo yo busco a la niña a la que ha capturado el pirata que os hundió, y tu, Sepphora, tienes esos extraños ataques que hablan sobre el mal de las visiones de Garic. No creo en el destino, pero tampoco en las coincidencias. Tal vez, si dejáis de preocuparos por envenenar el corazón del otro, pues no es algo tan sencillo de hacer, nos convendría a todos hablar con ese tal Corkus. Y también… nos convendría empezar a movernos ya. La última vez que decidimos quedarnos parados no salió demasiado bien, ¿verdad?

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08/01/2017, 01:16
Sepphora

Sepphora negó con la cabeza a Hiroki.

-No,no,no,no. Ningún fantasma me apresó. Ah, qué gran momento, oriental. La terrible tormenta y el bastardo revolviendo en mi cerebro. El Fantasma del Mar. Me sigue debiendo una. Muy grande. Su libertad.

Se le iluminaron los ojos ante la respuesta de Garic. Un segundo, luego pensó que no podía ser tan fácil. Y no lo era.

-Demasiado responsable. A mi madre le gustarías. Me diría: “Eh, chica, bruja de medio pelo, al fin haces algo decente”. Pero no te dejes engañar, es una hechicera, terrible en todos los sentidos. De cualquier forma, te llevaré para que la conozcas. Y a ti, Hiroki. Te gustará hablar con ella. Me da la risa de pensarlo.

Giró alrededor del joven caballero.

-Demasiado responsable, repitió. Eso no está nada bien. Objetivos, objetivos. Primero uno, luego avanzas otro paso. Si no, te ahogas. Mueres. Escucha al noble Hiroki.

Le dio un beso sorpresa, fugaz, el aleteo vaporoso de una mariposa, en los labios. Su experiencia en este terreno era poca. Ladeó la cabeza.

-¿Inger y el cretino Violeta? Ratas. Ella es una estirada que te abandonó. Él un cobarde, arrogante, y ladrón. Hum. Bueno, esto último puedo aceptarlo. Se largaron con el hombre bestia. Un trío de lo mejor, ¿eh? Tres alimañas de lo más simpáticas. Todavía huelo su miedo, se les quedó pegado a los pantalones. El que me inquieta es el cuervo. Es viejo, viejo, tanto como el mundo. Y no es cuervo.

Le recorrió un helado escalofrío por la espalda al recordarlo. Fue cuando escuchó de nuevo a Hiroki. Sus ojos mutaron en dos ascuas, se giró hacia él.

-¡Nadie me derrotó , ni nadie me hundió!. Mi estupidez y temeridad, y la de los que me siguieron, me atraparon. Fue el almirante Prudmore. Él no tiene a Jade. Solo posee un maldito barco creado por la mente retorcida de una sanguijuela. Ah, todo a su tiempo, amigos, todo a su tiempo. Sí, nos movemos. Será divertido hablar con Corkus, ¡jajajajaja!

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09/01/2017, 11:53
Devon

Todo parecía estar claro por fin…o al menos en parte. Inger accedió a unirse con ciertos reparos. No es que a mi me ilusionase la idea, pero en mi mente desquiciada solo quedaba un odio profundo y acérrimo hacia todo lo que fuese magia oscura o estuviese relacionado con ella. No pude evitar torcer el gesto ante las palabras que decían sobre el paladín.

- Sir Garic pudo elegir. Se dejó llevar por las ponzoñosas palabras del nigromante. Espero que sea capaz de soportar el veneno que le vierta en la mente o se perderá para siempre. Un mago oscuro puede ser muy persuasivo y hasta los más fuertes caen bajo sus influjos… “Si cabrón!!! Tu lo sabes muy bien!!! Pero ahora me encargaré de devolverte todo lo que me quitaste!!!” – luego añadí – Lo hecho, hecho está!! Sir Garic deberá de luchar su batalla y espero que la gane a pesar de lo que podáis pensar. - Tras aquello escuché el último comentario de Akhres. Solo tuve que decir una cosa antes de entregarle la brújula, - No me llames mortal… Me llamo Devon.

Nos cernimos sobre ella viendo como la manipulaba y sintiendo la excitación y la rabia contenida de Moslin en mi cabeza… “¿Qué te parece viejo cabrón? Otro va a utilizar ese cacharro antes que tú!!!” Sonreí para mis adentros. Pero me centré en analizar lo que se veía. Habían cosas conocidas. Al parecer Akhres sabía usar aquel trasto, pero no sabía ubicar las cosas. En ese aspecto, Inger era más adecuada. Mientras iba dando las indicaciones sobre la presunta ubicación de cada uno de los pilares, no pude evitar oler a aquella mujer. Un olor salvaje, extraño. Una mezcla de sudor y jabón mezclada con el olor de los abetos de su país de origen. El pilar del Espacio, lo reconocí de seguida. El del Tiempo estaba en Shapire, aunque las corrientes de agua que lo recorrían estaban fuera de lugar, ya que allí no había ni un puñetero río. También reconocí el Pilar del Poder en el Paso de la Senda, un lugar de paso prohibido obligando a las caravanas comerciales a dar una vuelta enorme por las montañas. Un sinsentido más!!! El Pilar del Alma se encontraba en el Norte, cerca de una zona oscura en los mapas conocida como la Marca Negra. El Pilar Animal estaba en Ukkenberf, una fortaleza destruida y por lo que decían maldita. Un lugar apuntado en la mente de Devon para visitar… El de la Naturaleza en el bosque de Lindet. Me sorprendí al ver el Pilar de los Elementos en el Castillo de Uklham. Una familia poderosa en contra del actual Emperador. Cuando acabamos de ver todos los posibles puntos de destino pregunté,

- Entiendo que no tienes ni idea de donde está ese pilar que solo está defendido por el sacerdote, ¿es así? – le dije a Akhres intentando no mostrarme desagradable a pesar de que no me acababa de gustar aquel tipo con aires de grandeza… - Si es así, yo optaría por ir a los más cercanos para ir descartando. Hay unos cuantos relativamente cercanos, aunque deberemos de pensar en salir de la ciudad y movernos con cuidado… A partir de hoy somos presos convictos… - sonreí con desgana

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09/01/2017, 20:24

Las palabras de Heistrich acabaron en el fuego de la ira del demonio. No le dejó terminar, T´Zarkan estalló en un feroz ataque. Sus pezuñas llameantes se inflamaron, sus garras ígneas golpearon los barrotes de su prisión invisible. Podía escuchar como sus poderosas mandíbulas chasqueaban, buscando su vieja carne flácida entre ellas, sus huesos quebradizos, para destrozarlos y engullirlos.
—Te burlas, nigromante. ¿O has olvidado que llevas en tu frente el sello que condena mi existencia a esta ridícula prisión que es tu pensamiento? Si tú murieras yo no podría reclamar tu alma ni tu cuerpo, tu debilidad nos ha dejado a los dos en una situación comprometida. Ahora somos uno más que nunca. Destroza el sello y puede que entonces mis oídos presten atención a tus palabras.
Sus palabras eran incendiarias, cargadas de ira e instinto asesino. Heistrich encontró un pedazo de espejo en el cual contempló su viejo rostro. Sobre su frente se encontraba el símbolo arcano que el santón había trazado en su piel. Se encontraba lejos de mantener una similitud con el sello que había condenado sus poderes nigrománticos durante su estancia en Fortaleza. Heistrich hubiera podido borrar el símbolo de su brazo sin necesidad de perderlo, mediante el ritual establecido, los ingredientes adecuados y los salmos apropiados. El de su frente exigía algo más. Percibía que no era algo solo físico. En parte, estaba unido a su mente. Y a la del demonio. Era una llave atascando la cerradura de una puerta de no retorno.
El arte místico de la palabra, de la orden mágica, se había perdido, como muchos otros, tras las guerras mágicas. Heistrich había leído algo sobre tales asuntos y por ello conocía una forma de librarse del sello que el santón le había puesto sobre sus poderes. Pero aquel otro, el que descansaba sobre la frente, era diferente. Su magia no podría consumirlo. Ni aunque perdiera la cabeza y volviera a conseguir otra. No lograría arrancar ese sello de su frente. T´Zarkan se encontraba atrapado en su interior. Dominado al fin, Heistrich ya no necesitaba expulsarle pues el demonio sería incapaz de escapar, destrozar su cuerpo y reclamar su alma. Y justo ahora era cuando necesitaba de su ayuda.

Shapire, la capital del Imperio. Su noche, decían, era luminosa, desafiando a las estrellas que moraban en el cielo, con sus mil y un antorchas, sus fiestas privadas y exclusivas, sus diversiones picantes, su música estridente, sus espectáculos en patios y plazas. Shapire, vibrante, rebosante, moderna. Cuando Heistrich salió de su escondite no encontró música en las calles, tampoco viandantes, rameras o comerciantes de Loto Negro, algo extraño en un lugar tan concurrido. Si encontró, para su desgracia, antorchas, luces y velas, diseminadas por todas las calles, desde las amplias avenidas, hasta las retorcidas callejuelas y callejones que serpenteaban entre grandes almacenes y edificios de tres plantas. No había esquina en la que no se proyectase luz.
Heistrich se movió siempre pegado a la pared, buscando los escasos puntos oscuros donde esconder su escuálida figura. Si algún insomne se asomase a la ventana entonces, y lo viera, habría jurado haber contemplado el mismo rostro de la muerte. Heistrich estaba decidido a convertir el Imperio en un reino de muerte, desafiando tanto a su rey como al mismísimo Oscuro. Poco le importaban a él las leyes del hombre. Menos aún las de una leyenda. Sus sentimientos, podridos y revenidos, impulsaban a buscar una venganza, una revancha que agradase al jirón negro que tenía por alma.
No logró llegar al cementerio. No había viandantes por las calles. Patrullas si. La guardia nocturna de Shapire, hombres de rostros huraños, yelmos bruñidos, armados con antorchas, espadas y hachas, patrullando la ciudad a paso ligero. No fueron los únicos. Encontró soldados. Infantería, ballesteros, lanceros. Incluso jinetes, caballería ligera, patrullando en ciertas zonas, o apostados en las calles. Esperando, buscando. También un comisario enfundado en cuero negro y seguido por sus secuaces, llamando a las puertas, inspeccionando casas, tabernas, negocios, almacenes. Buscaban a alguien. Heistrich no logró llegar al cementerio. A dos calles de distancia pudo observar sus rejas, sus ángeles de piedra y sus gárgolas de aspecto retorcido. También a la comitiva de hombres que lo guardaban.
Patrullas, tanto dentro como fuera del mismo. Y un grupo militar estacionado en cada entrada, con ballestas y picas. El Rey temía a la Marca Negra ya que el grupo militar de protección se encontraba también dentro del cementerio, como si presintiera que el peligro podía venir también de su interior. O quizás la noticia de los presos fugados había llegado a los oídos de la guardia local. Una jefe pirata, un traidor a la corona. Solo eran hombres. Un nigromante, al que los soldados habían visto desaparecer convertido en niebla, era una amenaza sólida. Las espadas del Imperio se habían echado a las calles. Buscaban a Devine, al hombre de los ojos púrpuras, al traidor Melkiades.
También le buscaban a él.
Dentro de su cabeza escuchó un gruñido, una decepción. "Mal".

Notas de juego

Las patrullas de la guardia nocturna son numerosas, entre cinco y siete hombres. Los militares se mueven en grupos más grandes. La ciudad está en alerta. Te has podido mover con relativa facilidad sin usar tu magia, pero entrar en el cementerio te costará algo más.

Todavía no te abro escena propia. Rematemos las travesuras de Heistrich.

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10/01/2017, 13:00
Akhres

Ante las primeras palabras de Devon no pude mas que mirarle, con una suave sonrisa en mis labios. No dije nada sobretodo su palabreria acerca de Garic, no me interesaba. Si encontraba al paladin esperaba que se uniera, pero de una u otra forma le devolveria su armadura. - Akhres. - Ya que no le gustaba que le llamase mortal, esperaba que el dejara todo eso de dios caido y demas tonterias que habia estado soltando por su boca.

El mapa llego a mis manos, lo mire expectante, casi asombrado de realmente tenerlo sin tener que matar al humano, cosa que no queria hacer de haber otra forma. Sin duda su alianza me resultaba mucho mas beneficiosa para lo que vendria mas adelante. Con mis manos sobre el mapa, mi mente se desvio durante un instante a Asha, a sus palabras y a lo importante de este artilugio, asi como a Erron y los demas, los cuales si conpletaban su mision le darian a Nasser los componenetes necesarios para poder encontrarlo y de tal forma, encontrarme a mi. El juego era cada vez mas profundo, mas peligroso y aunque no sabia si debia, tenia claro que al menos tenia que advertirles del peligro antes de que fuera demasiado tarde. Mas entonces el mapa comenzo a moverse, los Pilares como estrellas de una constelacion parecian fijos en diferentes puntos, todos menos uno. Mas el mundo que presentaba el mapa me era del todo desconocido, podia reconocer el Pilar, sentir bajo el color que tenia a que poder real pertenecia pero las montañas, los bosques, los rios o los castillos que esta brujula magica mostraba estaban mas alla de mi conocimiento. Fue gracias a Inger y Devon que pude entenderlo mucho mejor.

Mas mis ojos unicamente se centraban en uno de los Pilares, el que estaba en movimiento. Adentrandose en las tierras donde estaba la Marca Negra. Osado mortal, estupido cascaron vacio que iba directo a las manos de nuestro enemigo a entregarle una fuente de poder infinita sin ni siquiera saberlo... y aun asi aun quedaba el dilema de como conseguir el Pilar.

Mire a Devon cuando por mi falta de detalles creyo entender que no sabia quien guardaba el que yo buscaba. Suspire, esperaba que todo intercambio de palabras no fuera de esta forma. - Al igual que se que aquel que busco lo guarda un sacerdote, se quienes son los demas guardianes y tambien se que Pilar es cada uno con solo mirar el mapa. Te aseguro que ir a buscar a los Guardianes sin ton ni son, no es algo productivo, y enfrentarse a ellos en combate, es una locura. - Señale el que estaba en movimiento, estaba claro que sabia de lo que hablaba. - Ese estupido sacerdote va directo a la boca de Khanrark*... - Menee la cabeza. La estupidez humana sin duda parecia infinita. - Debemos apresurarnos a ir tras él antes de que sea demasiado tarde.

Escuche las palabras de Devon y asenti, mirando tambien a Inger. Humanos y aun asi luces en una noche infinita. - Hay mas cosas que debeis saber, Nasser esta buscando los Pilares, pero tambien conoce de la existencia de este mapa y sabe que puede mostrarle donde esta lo que busca. Antes de acabar en esta prision y sin saberlo, le consegui unos ingredientes, no todos, para realizar un hechizo que le revelaria la localizacion del mapa. - Mire a Devon antes de que saltara. - No sabia que trabajaba para él y las vidas de aquellos a quienes llamo familia estaban en rpeligro. Aun asi es posible que ellos hayan seguido con el trato por su propia supervivencia. Si es asi, es probable que los encontremos mas adelante. Son mestizos de mi raza, de ojos ligeramente purpuras. Son duros enemigos, asi que intentad no enfrentaros directamente a ellos... mas lo importante es que si ellos aparecen, Nasser y sus acolitos no andaran lejos... y ellos son el verdadero peligro. - Mis ojos no se desviaron de los del humano. Dejandole claro que estaba compartiendo todo esto porque me interesaba que siguieran con vida, que como le habia dicho no ocultaria nada que fuera necesario que supieran, pero no podia contarle toda mi vida.

Notas de juego

* No hagais caso imaginad que pone lobo.

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11/01/2017, 15:16
Inger Virtanen

Por mucho que me molestaran las palabras de Devon sobre Garic, en el fondo sabía que tenía razón. El joven había elegido, bien por el influjo del nigromante como había dicho el hombretón, o bien por las palabras que hubiera vertido en sus oídos la pirata, a la cual yo siempre había visto como una serpiente hipnotizando a su presa antes de devorarla. Sólo esperaba que Garic fuera lo suficientemente fuerte para salir victorioso.

Tienes razón. —Suspiré resignada mirando al hombre de los tatuajes directamente a los ojos—. Él ha tomado su decisión, sólo espero tener la oportunidad de volver a encontrármelo y agradecerle todo lo que ha hecho por mí y por mi familia.

Ese era el motivo principal por el que me resultaba tan difícil dejar atrás a Garic. Le debía mucho, sobre todo le debía la vida de mi hermano, y esa gratitud hacia el caballero me acompañaría todo la vida y saber que no podría estar a su lado para tener la oportunidad de saldar mi deuda, me hacía sentir que le estaba abandonando a su suerte.

Sin embargo la imagen de Sir Garic desapareció rápidamente de mi cabeza al ver aquel artilugio en funcionamiento. Miraba con admiración como ante mis ojos se iban mostrando las gemas en todo su esplendor en puntos de todo el mundo conocido, incluso del que no se conocía, algunos sabía de su existencia en cambio otros ni siquiera había oído hablar de ellos.

Ahogué una exclamación de asombro al reconocer el lugar donde se encontraba el Pilar del Espacio. En ese instante muchas cosas parecieron encajar en mi cabeza, el porqué el Inquisidor se había adentrado hacia el norte, el porqué de aquella extraña reunión a espaldas de todo el mundo, el porqué nos habían atacado con tanto ahínco.

Seguí observando en silencio, maravillándome por la cantidad de lugares tan increíbles y desconocidos para mí que llenaban el mundo. Hasta ese momento, para mí ese mundo sólo se centraba en el norte, en mi pueblo y lo que hubiera más allá quedaba demasiado lejos de mi alcance para preocuparme por ello.

Un escalofrío me recorrió cuando Devon habló del lugar donde se encontraba el Pilar Animal. Por una extraña asociación de ideas, las palabras fortaleza abandonada y lugar maldito trajeron a mi mente los recuerdos de mis pesadillas. Sentí de nuevo sobre mí la soledad, el calor y la muerte que habían inundado mis sueños. Con un gesto de la mano, aparté esas imágenes de mí igual que si estuviera espantando a una molesta mosca de mi cara, mientras intentaba seguir prestando atención a todo lo que veía.

Había que tomar una decisión y la mía estaba tomada, a pesar del temor que me embargaba y lo fuera de lugar que me sentía al lado de hombres que me parecían mucho más fuertes, inteligentes y poderosos que yo. Sí, a pesar de sentirme más un estorbo que una ayuda en aquella misión suicida, mi decisión sería acompañarlos.

No tenía un motivo concreto por el que me sentía inclinada a hacerlo, al fin y al cabo mi gente, mi familia, me estaría esperando para luchar con ellos a su lado en su batalla contra el Imperio. Quizás sólo fuera el absurdo pensamiento de que alguien, un dios o un humano eso aún no lo sabía, había abierto un peligroso camino ante mí convencido tal vez de que yo podía jugar un papel importante en el devenir de los acontecimientos. Y, cuando mis ojos se posaron en el arco que reposaba tranquilamente apoyado en la pared, supe que tenía que intentarlo. Tenía que recorrer ese camino a pesar de mis propias limitaciones.

Escuché a uno y a otro, siendo consciente de que si no confiábamos entre nosotros iba a ser muy difícil hacer algo de provecho. Nadie había dicho que fuera a ser fácil, pero si habíamos conseguido salir de esa prisión había sido gracias a que habíamos apartado nuestras diferencias y desconfianzas para unirnos en un único fin... escapar. Y lo habíamos conseguido. ¿Por qué no podía ser en esta ocasión igual?

Ilusa Inger, eres una pobre ilusa.

Me arrebujé en la manta sintiendo de repente un frío intenso.

Hablas de poner a salvo el Pilar una vez des con él pero ¿cómo pretendes hacerlo? ¿Te quedarás tú como guardián? ¿Te lo llevarás? ¿Lo usarás para tu beneficio?

¿Y eras tú la que buscabas confianza?

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12/01/2017, 16:05
Akhres

Por algun motivo las palabras de Inger sobre el paladin me dieron esperanza en cuanto a encontrarlo y ponerlo de mi lado, mas cuanto mas nos separaramos de ellos, mas dificil seria devolverle la armadura y por lo tanto mas apreceria que habiasido robada mas que protegida. Suponia que la pirata y sus secuaces ya se las apañarian para que cuando viera a Garic pensara en todo menos en que lo habia hecho por él. Un paso mas en falso, de los muchos que llevaba ya... solo esperaba que la bondad que parecia surgir de los recuerdos de Inger sobre él fuera lo bastante fuerte para evitar que el veneno o la magia hicieran mella en su corazon. Era extraño sentirme asi respecto a un humano, a un mortal, como los dos que tenia enfrente pero ahora, al menos estos dos, eran compañeros de armas en una mision cuyas probabilidades de exito a dia de hoy eran mas bien escasas.

Las palabras de Inger no estaban mal dirigidas, es mas esperaba que las hicieran puesto que habia quedado claro que los Pilares eran en cierta forma un arma peligrosa.  Desvie mis ojos de Devon para fijarlos en la mujer. - La idea inicial es quedarmelo si, guardarlo para que no caiga en malas manos y protegerlo de cualquier que decida hacer uso de su poder. Como bien dices, ser yo su Guardian. - Suspire mientras una sonrisa sarcastica asomaba. - Se como suena eso, o al menos como podeis interpretarlo vosotros, pero como ya he dicho mi unico objetivo es el Equilibrio y la supervivencia de este mundo. Ademas teneis que tener en cuenta que los Pilares no son como espadas o hachas, es cierto que le otorgan a su portador poder, pero como ocurre con todas las armas de ese calibre, tiene un precio. Ni siquiera alguien de mi raza puede usar el poder de los Pilares sin verse afectado por ellos, un buen amigo ya me advirtio de ello, de que aun con el Pilar en mis manos debia tener cuidado de usarlo y solo hacerlo en la mas dificil de las situaciones. - Mire a los ojos de Inger, la humana, la mortal que seguro que al igual que su compañero no deseaba que la nombrase de esa forma por mas cierto que fuera. No tenia necesidad de ocultarme, no habia nada mas que eso... no tenia ninguna ambicion oculta, pero ahora era decision de ellos creerme o no. Solo esperaba que ese sacerdote no hubiera hecho demasiado uso del Pilar... por su bien y por el nuestro. Estaba seguro que Nasser no tardaria en reconocer su presencia si estaba lo bastante cerca.

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16/01/2017, 19:52
Heistrich

¿Acaso noto cierto grado de ... desesperación, demonio?- le dije en clara mofa a su situación. Me había martirizado durante años; estaba bien poder devolver parte de aquel daño - Vaya, vaya. El poderoso y peligroso T'Zarkan atrapado. El azote de mundos, recluido en una prisión de la cual no puede salir sin... ¿ayuda? Por una vez parece que vas a tener que hincar la rodilla, engendro- sentencio aun a sabiendas que estaba jugando con fuego.

No me tenía intención de enfrentarme al mismísimo portador de la muerte, retornado del inframundo, para ir de puntillas en mi trato con un maldito demonio que pretendía adueñarse de mi alma

¿Pretendes insinuar que, hasta que no rompa el sello, no vas a negociar conmigo?¿¡Acaso crees que soy idiota!? Una vez el sello esté roto no tendré nada que me permita ejercer fuerza alguna en esta negociación, estaré como al princpio... en una constante lucha por mantener mi alma de una pieza mientras tu intentas devorarla. No. Colaborarás, y me darás garantías de éxito. Los demonios os debéis a pactos antediluvianos*; vuestro verdadero nombre es un arma que os obliga a colaborar... dámelo. Dame una garantía palpable de éxito, sin engaños. Júralo por tu fuerza demoníaca, por tu poder infernal. Jura colaborar conmigo sin trampas ni mentiras hasta, al menos, haber logrado alzarme... alzarnos con un poder capaz de desafiar al Oscuro. Hazlo y buscaré el método de destruir el sello. Niégate y prepárate para ser un simple espectador de todo lo que ocurrirá, sin poder hacer nada más que mirar por las ventanas de mi cuerpo hasta que la muerte me alcance o encuentre el modo de acabar contigo. Sea como sea, si no colaboras acabarás destruido de una forma u otra- zanjé dando por concluidas las negociaciones. El demonio había jugado sus cartas y, por azares del destino, las mías habían acabado siendo mejores en cuanto a poder mantenerlo a raya... por mucho que necesitara ahora de su fuerza bruta

...

La noche era mi aliada, o lo habría sido si aquella endiablada ciudad no se hubiera iluminado cual feria ambulante con antorchas a cada pocos metros. Cada esquina era un nuevo brote de luz que desterraba las sombras en las que pretendía ocultarme para pasar desapercibido entre los estúpidos e ignorantes habitantes de aquella ciudad... pero no hizo falta

No fue necesario dado que no había nadie por las calles ante el despliegue militar del que aquel lugar hacía gala.

Patrullas, soldados armados y dispuestos. No eran simples milicianos, sus rostros los delataban como gente curtida en el arte de acabar con amenazas. Incluso uno de sus líderes menores, un comisario, liderando a aquella chusma más que capaz de acabar de un plumazo con mis aspiraciones de venganza y muerte; el demonio no ayudaba con sus sandeces

Respié hondo, serenando mi alocado bombeo ante aquella nueva adversidad. Parecía que el mundo entero estaba confabulado para poner escollos en mi camino

Contra más difícil sea lograr mi objetivo más satisfactorio será- musité a nadie en particular, un siseo viperino lanzado a la negra noche que aguardaba más allá de las antorchas

Acero justiciero en manos de hombres seguros tras sus armas y petos... necios; pronto conocerían su error, pero no desde la vacía seguridad de una calle desierta, a la vista de culquier curioso.

Observaría a las patrullas, jinetes y comisarios desde la distancia, viendo como desgranaban las casas una por una en busca de sus objetivos ¿habrían escapado el resto? Me era indiferente, ahora se habían convertido en simples peones de un juego de ajedrez que se aceleraba por momentos. Y todos sabían cual era el lugar de los peones. Ser sacrificados, antes o después...

Viendo como se movían las patrullas me colaría en una de las casas ya registradas, una pequeña y con el menor número de ocupantes posibles (una pareja a lo sumo) que estuviera pegadas a otras, moviéndome entre calles y dando un rodeo si fuera necesario, de escondite en escondite; una vez frente al objetivo, empleando el poder del báculo, abriendo la puerta con el sigilo de un ladrón, para volver a cerrarla tras mis pasos asegurándome que nadie me había visto ni escuchado, permaneciendo quieto y en silencio durante unos momentos a tal fin.**

Si la treta había dado sus frutos era momento de asegurar un lugar desde el que poder actuar con total impunidad... y allí, a dos calles del cementerio, era un buen punto de inicio.

Lo primero sería preparar un conjuro de muerte, letal y rápido, fulminante y silencioso. Y no había nada más eficaz para ello que sumir el lugar en una ola de viento mortal... tras ubicarme en la casa y localizar a los ocupantes, presumiblemente en el dormitorio, me colocaría en el umbral del mismo. Oculto, sin ser detectado. Conjurando en silencio y substituyendo las arcanas palabras por elaborados pases de manos y signos en el aire mientras las palabras de poder, evocadas por la mente a traves de los gestos, desataban el poder de la muerte en aquel lugar deteniendo el efecto una vez se hubiera filtrado a la habitación y matado a los ocupantes de la casa***

([i]- Viento pútrido de la tumba, aire ponzoñoso del inframundo, aliento de la parca, toque de la muerte. Que tu paso en este lugar arranque el calor del cuerpo, detenga los corazones y congele la sangre en las venas. Que el poder del Más Allá se haga presente aquí y ahora bajo mi tutela y erradica la vida para siempre[/i)

Liberado el lugar de interrupciones y molestias menoresme dedicaría a alimentarme como era debido, manteniendo el silencio y el anonimato por precaución, hasta verme saciado... antes de proseguir con la segunda parte del plan. Aunque primero, había que hacer ciertos preparativos.

Primero cambiar de atuendos. La noche era mi aliada, pero seguía siendo un viejo mortal, y el frío de un cementerio podía hacer mella en el más predispuesto nigromante. Cogería ropa de abrigo de aquella casa, o en su defecto un grueso manto, que substituyera mi ropa destrozada. Después de aquello un fardo con comida, y bebida, suficiente para un día, junto algún cuchillo afilado a modo de arma de último recurso (o si los inquilinos disponían de algún arma de verdad, armas cortas, me la colgaría al cinto por mucho que no fuera un guerrero diestro). Había que asegurarse el estar en plenas condiciones, o en las mejores posibles, cuando todo empezara... Tras ello con todo listo,

Dos cadáveres reanimados no eran, ni por asomo, un peligro para un grupo de soldados. Menos aun si ya sabían a que se podían enfrentar pero... que tal servirían como distracción? Unas simples palabras de poder, uno de los hechizos más básicos y simples de mi arte.

Reanimar a dos muertos recientes, dos zombis, dos carcasas pútridas que apenas servirían para nada... pero que llamarían la atención con gran eficacia... en especial que empezaban a derribar puertas y matar gente.

Aquella sería la premisa que les daría: por separado, cada uno por su lado pero siempre en una dirección contraria a la mía, que empezaran a abrir casas y matar a sus ocupantes. Sin compasión, sin dilación. Que creen el caos y que propaguen el miedo... y que lo hagan, inicialmente, cerca del cementerio para después ir alejándose.

Si los muertos vivientes no fueran suficiente distracción ¿qué mejor que un incendio descontrolado? Antes de partir convertido nuevamente en niebla prendería fuego a la casa, iniciando el inciendo en las cortinas, jergones y ropa de los armarios. Que se desatara un auténtico infierno que devorara la casa con virulencia antes de propagarse a las vecinas.

Aquello atraería a los idiotas que protegían el camposanto mientras yo, nuevamente metamorfoseado en niebla, me escabullía por el lado contrario al ataque hasta el interior del recinto. Al centro del mismo, a alguna catacumba especialmente vieja y antigua, importante y de grandes dimensiones.

Allí reposaría tranquilo y me volvería a alimentar. La venganza era un plato que ser servía frío... y frías serían las manos de todos aquellos que se alzarían la noche próxima para sumir la ciudad en un festival de muerte

Notas de juego

*Esto lo saco de otras ambientaciones. Si en este caso, en tu mundo, la cosa va diferente y Heistrich debería saberlo avisa. Si no tiene ni idea ignora lo que dice en este punto

** Si me detectan en cualquier momento tocará huir de forma definitiva de la ciudad empleando la niebla, a toda prisa, atravesando la ciudad por encima de los tejados de modo que fuera imposible seguirme hacia algún pueblo cercano... hacia el cementerio

*** Como en los Dies Mandamientos, la última de las plagas... la muerte de los primogénitos. Ese sería el efecto que busco.

Ale, de nuevo un montón de cosas que hacer todo enfocado a lo mismo, siempre con la misma premisa, pasar desapercibido mientras la atención se fija en otra cosa. Muertos vivientes atacando a la población y un incendio descontrolado... que los soldados tuvieran trabajo de sobras para mantenerse ocupados y se olvidaran de mí, al menos momentáneamente, permitiéndome escabullirme hasta el que sería el foco de la caída de la capital muajajaja

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18/01/2017, 00:23

T´Zarkan rio ante las palabras de Heistrich, su carcajada ácida se elevó dentro del cráneo del nigromante, reverberando desde su garganta hasta sus oídos.
—Tú no quieres morir, nigromante —podía “verle”, su larga uña rojiza rayando el interior de su cráneo blanco, dejando su impronta rasgada sobre sus viejos huesos —. Yo desafié a Ram, Duque del Infierno, escupí en el ojo de la creación. Miré a los dioses, cara a cara, y me mofé de ellos y de su divino plan. Bailé con el destino, oriné en su libro de señas, partí en dos las cadenas de mi prisión. Soy libre, nigromante. Y prefiero mi libertad a inclinarme ante un enclenque que por azar tira de una correa que OTRO ha logrado poner sobre mí —podía percibir sus fauces abiertas, azufre y aire caliente surgiendo entre sus dientes deformes e irregulares —. No temo al Oscuro. Aquí no puede encontrarme. Si he de morir, moriré sin inclinarme. Pero tú, Heistrich. No quieres morir. Tu alma y la mía son gemelas, en el abismo, son iguales. Veo en ti…cierto potencial. Has rechazado el poder del Oscuro, tu vida prima sobre los demás. Te debes a Él, es todo lo que tú nunca serás. Él es tu maestro, tu dios. ¡Y le rechazas! Loco. Te matará. Cuanto pronuncies tus conjuros, te encontrará. No habrá piedad. No tendrás salvación. Nos destruirá, a ambos. Yo seguiré siendo libre. Tú estarás muerto —otra risa, sin humor, ascuas que se apagaban en el albor de una noche —. Tú eres el prisionero, en ese mundo humano, atrapado con el Oscuro. Sin nada que hacer para poder detenerle. A no ser…¿Sabes lo que da forma al mundo? ¿El origen de la vida? ¿El misterio de la creación? Hay un secreto que debe ser rebelado. El mundo se sustenta sobre ciertos…poderes, Pilares de la Eternidad. Dichos pilares tienen forma física y se encuentran en tu mundo, nigromante. Su poder es tal que quien posea uno solo será más que un dios. Podría susurrarte donde encontrarlos. Es la única manera que tienes de vencer a una entidad como el Oscuro. No te diré mi nombre. ¿Garantías? ¿A un enclenque como tú? ¡Soy un guerrero! Borra el sello y pacta conmigo cara a cara, nigromante. Demuestra coraje, agallas, independencia. Orina sobre tu propio destino, sella el tuyo conmigo. Tengo algo que te interesa pero prefiero sucumbir, ahogarme en la nada, antes que entregar mi secreto a un personaje tan débil —otra risa, esta vez de mofa —. Te cuesta ceder, Heistrich. Hay un poco de mí en ti y quizás un poco de ti en mí.*

Heistrich aguardó. Sus ojillos malsanos contemplaron la metódica inspección del comisario y sus hombres. Eran soldados dedicados, entregados a su causa, piezas de un reloj que no dejarían sótano, despensa ni pozo por investigar. Eran predecibles, manecillas de un engranaje que Heistrich supo medir con precisión. Cuando terminaron de inspeccionar una humilde vivienda y giraron la esquina, Heistrich correteó con sus viejos pies por las calles de piedra y barro de la capital imperial. Era menos que una sombra, menos que un espectro. Alzó el báculo y la puerta se abrió ante sus deseos. Cerró y la oscuridad lo envolvió.
“Aseguró” la casa. Su perversa personalidad encontraba satisfacción en sus pequeñas travesuras. Ninguna vida sesgada resultada insignificante, todas iban sumando, y cada vez más, en su infame carrera. Su alma estaba cada vez más negra.
Atrancada la puerta, con los cadáveres aún tibios, reteniendo el calor del humilde hogar, el nigromante empezó a conjurar. Las palabras se pudrían al contacto con sus labios, de sus dedos brotaban estelas de muerte que hendían el aire. La temperatura descendió bruscamente, sus palabras se retorcían junto a su lengua mientras los efluvios malsanos de su magia copaban el ambiente. Heistrich deseaba marca a Shapire, hendir su progenie, crear una macabra noche en la que cada primogénito no despertarse. Un día que muchos recordarían aún años después de su paso. El terror era sutil, superstición, misterio y muerte. Siempre muerte. Para su desgracia el peor de los enemigo del Imperio, y de la vida misma, se lo impidió.
Los cadáveres de dos ancianos, los cuales el nigromante pensaba utilizar más tarde para esparcir su semilla de destrucción por Shapire, cobraron vida antes de tiempo. No fue su negra magia la que los alzó en vilo, igual que marionetas pellejudas de erráticos movimientos. Tampoco fue Él, si bien reconoció dentro de su cabeza una chirriante voz, amenazadora; la misma que le había hablado a través de la polilla de sangre. “Carne a la carne, sangre a la sangre, mi señor tiene planes para la ciudad y vos no entráis en ellos. Sois demasiado llamativo”.
Una de las famélicas criaturas se abalanzó sobre Heistrich cuando aún estaba conjurando. Su letal conjuro quedó disipado de forma inocua en el aire. Rodó por las tablas sucias de la casa con el cadáver de una anciana encima de él. Con sus viejos y amarillentos dientes buscaba su yugular mientras que con sus largos brazos, impregnados ahora de una fuerza impensable, trataba de reducirle. El anciano, liberado de la fuerza del verdugo, trató de revolverse, pero la criatura, marcada con un círculo negro sobre la frente que no terminaba de completarse, se mostraba ágil, feroz, llena de un instinto animal, hambre, miedo, todo aunado en un ataque desesperado.
El segundo alzado, el del anciano al que había rebanado el cuello cuando tomó la vivienda, no se sumó al ataque. Elevó una modesta silla por encima de su cabeza y la arrojó contra una de las ventanas de la vivienda lo que sin duda atraería la atención de soldados, guardias y el comisario. El segundo muerto también tenía la misma marca circular, en su huesudo tobillo. Su piel se estaba volviendo gris, como la de su atacante, y su cuerpo parecía volverse más fibroso.
Aun revolviéndose contra el cadáver de la anciana el nigromante escuchó pasos fuera y voces de alarma.

Notas de juego

*Si haces un pacto con un demonio, con T´Zarkan por ejemplo, el demonio cumplirá todo lo que te prometa siempre que le des todo lo prometido. Falla en concederle tu parte del pacto y podrá romper el pacto. De hecho un demonio buscará que rompas el pacto para quedarse con tu alma.
Si supieras su nombre auténtico también podrías subyugarle, pero no te lo va a dar…XD

**Tu conjuro no falla, tampoco llegar a lanzarse. Al estar concentrado en él te hace estar con la guardia baja cuando los dos muertos se alzan. Si bien Heistrich es maestro en la nigromancia tiene que reconocer que la forma de alzar esos dos cadáveres ha sido rápida. Además, también puede intuir que el conjurador no se encuentra en la ciudad, ni siquiera en las cercanías, por lo que no cree que pueda dar órdenes muy concretas a sus criaturas.
En un duelo de fuerza, el muerto viviente tiene las de ganar ya que parece poseer una especie de fuerza misteriosa.

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19/01/2017, 20:44
Melkiades Nikosdros

Lo cierto es que, tras el breve momento de pavor que sufrió al ver que las paredes del pasadizo se cerraban a su espalda obligándole a seguir un forzoso camino único, el sentimiento que invade a Melkiades Nikosdros cuando ve que ha sido conducido al exterior de La Fortaleza sólo puede describirse como de un inmenso alivio. Por fin vuelve a ser libre. Está fuera…

Sin embargo no es la primera vez que se enfrenta a eventos sobrenaturales en los últimos tiempos, por lo que la sensación de miedo, desconcierto e indefensión ante la magia empieza a dar lugar a un cierto entendimiento, una relativa capacidad de análisis. Continúa siendo un absoluto profano en la materia, pero ya es capaz de percibir ciertas pautas… por lo que no le cabe duda de que los acontecimientos que se han desatado en la prisión, incluyendo por supuesto la intervención de Heistrich, de Garic Dunnor y tal vez incluso de esa bruja loca de Sepphora, más la potencial aportación de Devine, han debido despertar algo parecido a una consciencia individual en la mismísima Fortaleza, un alma propia, por llamarlo de alguna manera. Y cuando esa esencia de La Fortaleza le ha reconocido, le ha juzgado inocente y por tanto le ha liberado. Melkiades no es demasiado dado a los sentimentalismos, ese es un lujo que alguien como él no puede permitirse alimentar, pero lo cierto es que no puede sino sentir cierto agradecimiento…

Ahora, una vez libre y anónimo en las calles de la capital del Imperio, debe decidir cuál va a ser su próximo paso. Las dudas al respecto de su alineamiento en la guerra civil que ya está sacudiendo estas tierras se han disipado por completo, el Rey Jules y su corrupta corte le han intentado eliminar de la partida, haciéndole desaparecer en secreto, olvidado en un agujero inmundo y ejecutado bajo falsas acusaciones… por lo que se han definido como sus acérrimos enemigos. Ergo el joven Levine de Perseus, atrincherado en la fortaleza de Uklhan, es el nuevo líder que tan desesperadamente necesita el viejo Imperio. Tanto da en verdad si por sus venas corre realmente una gota de la agotada línea dinástica, a todos los efectos debe ser el nuevo Emperador.

Varios planes brotan simultáneamente en la mente del viejo ingeniero militar, superponiéndose unos a otros, complementándose entre sí, para conformar todo un árbol de posibilidades tácticas, un algoritmo de estrategias potenciales. Pero en todas ellas debe acudir a Uklhan para prestar auxilio a los sitiados antes de que caigan ante el asedio que están sufriendo.

Sin embargo…

No puede sacarse de la mente lo que ha contemplado en el corazón de la Fortaleza. Los otros presos con los que ha coincidido, esos inesperados compañeros de infortunios. Y ante todo esa especie de milagro que ha obrado ante sus ojos el joven ser Garic Dunnor. Por no mencionar el inmenso poder potencial que podría representar contar con un aliado como Heistrich, aunque solo fuera para conocer de primera mano la amenaza de La Mancha Negra a la que tarde o temprano van a tener que hacer frente también. Conoce a tu enemigo, esa es la primera regla de la guerra para cualquier estratega que se precie. Necesita al nigromante.

Es decir, que debe ayudar a escapar a algunos de los reos que permanecen ahí dentro. Y como ingeniero a cargo de la gran reforma que convirtió a la prisión real de Sapphire en lo que es hoy día, conoce perfectamente cómo hacerlo. Además, una ayuda desde el exterior es la ventaja definitiva que necesitan para burlar los predecibles esfuerzos de las autoridades para acabar con la inesperada revuelta de los presos y el consecuente intento de fuga.

A poco que demuestren un mínimo de inteligencia y sensatez, intentarán alcanzar las alcantarillas tal como él mismo les había sugerido, así que para ayudarles debería facilitar la logística que precisa una verdadera huida y disponerla en uno de los accesos del sistema de alcantarillado de la ciudad que conducen al exterior de las murallas. Donde la guardia no suponga un mayor problema.

Pero para eso va a necesitar ayuda. Y por supuesto, sabe dónde buscarla. Por mucho que ahora se haya convertido en un fugitivo sigue siendo el Mago de la Guerra.

Uno de los soldados profesionales que formó parte de su escolta personal hace varias décadas, Ethel Irrab, se ha dedicado tras retirarse a regentar una posada en los barrios bajos de Sapphire donde suelen reunirse mercenarios, guardias de caravanas y gentes de similar ralea. Está ya tan viejo como el propio Melkiades y se ha engordado bastante con esa nueva vida mucho menos activa, pero sigue siendo un hombre de lealtad inquebrantable, en quién seguiría confiando su vida sin dudarlo. Además, tras tantos años dedicándose al oficio de las armas todavía es un tipo que sabe defenderse. Y por ende, tal vez tenga noticias acerca del paradero actual de los dos norteños, Kog y Kagg, que frecuentaban su taberna cuando recalaban en la capital.

Nuestro fugitivo ha cambiado en el almacén de telas el uniforme robado a un guardia de prisiones por ropas comunes que le permitan pasar desapercibido cuando salga de este distrito, por lo que ahora se dirige con precaución a la posada de El Uro Ciego para ponerse en contacto con su antiguo conocido de confianza. Todavía no ha transcurrido el tiempo suficiente para que se haya cursado una orden de busca y captura contra él, aunque fuera basado únicamente en su descripción y no en su verdadera identidad, por lo que no debería temer el dejarse ver mientras no llame mucho la atención… aunque un leve toque de sana paranoia nunca está de más cuando eres enemigo declarado de un rey y su corte. Y tampoco desea ser reconocido por la gente de Borgon, así que extrema la cautela y entrará por la puerta trasera de la posada que conduce a las caballerizas. Va a necesitar la ayuda de Ethel y de sus hijos mayores para que proporcionen algo de músculo, provisiones y monturas frescas. Y también algo de suerte, que nunca viene mal en empresas como la que planea emprender.

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25/01/2017, 10:32
Heistrich
Sólo para el director

El demonio tenía mucho que decir, más de lo esperado de hecho, y entre toda su verborrea algo que realmente me llamó la atención. Los Pilares de la Eternidad. Podía ser, desde luego, una nueva treta de T'Zarkan para lograr su cometido pero la forma en que lo ha dicho... me hace dudar

¿Y por ser todo lo que yo aspiro a ser, un ser superior, va a matarme? Tú mismo has luchado contra tu sino y sigues vivo. Te has revelado contra todo lo que se suponía debías hacer y aquí estas... puede que, después de todo, no seamos tan diferentes- medité, ignorando su ira mal disimulada - Tal vez tengas razón, en parte al menos. Solo no tengo opciones contra el Oscuro... pero con tu ayuda, y esos Pilares... aun podría sacar algo bebenificioso de todo esto

Callé durante unos segundos, sopesando los pros y los contras. Desde luego no habría opción de deshacerse de Nasser sin ayuda adicional y lo que el demonio proponía no parecía tan descabellado si uno lo meditaba con cierta perspectiva

Esta bien, T'Zarkan, pactaré contigo. Romperé el sello, liberaré tu esencia demoníaca nuevamente para que fluya por mi interior... y a cambio tu me ayudarás a obtener el poder de esos Pilares de la Eternidad y a derrotar a Nasser, y a todo aquel que ose interponerse. Cuando todo acabe buscaremos el modo en que abandones mi ser, ya sea regresando a tu plano de existencia o poseyendo a otro mortal. Pero quiero ser libre para dirigir mi propio destino ¿hay trato?

...

Los perros de pres imperiales, tan rectos, tan diligentes, tan predecibles. Colarme en el interior de la casa fue un juego de niños; uno de los grandes puntos débiles de los imperiales, su eficacia probada siempre ceñida al mismo patrón. Lo tendría en cuenta cuando me enfrantara a ellos en el campo de batalla, pues tenía intenciones de crear un ejército que engullera Saphire en unas fauces putrefactas.

La casa resutó mucho más acogedora que en mi anterior intrusión, pero no por ello mis intenciones serían muy diferentes. Sus inquilinos, dos motas de polvo que había que barrer para evitar contratiempos, fueron despachados rápidamente pero su repentina resurrección haciendo que mi hechizo se frustrara antes de hora me hizo ver que allí había fuerzas que aun no comprendía.*

Alguien los había levantado, de eso no me cabía duda después del mensaje que me transmitió el cadáver que me atacó, pero quien había sido se me escapaba en aquellos momentos... magia de sangre, resurrección de muertos, poder antinatural en los recién alzados... un nombre me vino a la cabeza casi ipsofacto: Sinonte

Pero no tenía tiempo para conjeturas, no ahora. Mi vida pendía de un hilo y aquel ser no tenía intención de ceder. Si ello no fuera poco los sonidos que delataban la llegada de imperiales no hacían más que complicar el asunto...

Maldiciendo a los cuatro vientos me sentí derrotado. La Capital, Saphire, contaba con unos aliados inesperados que habían logrado vencerme. No había opción de réplica a aquel tema... no podía enfrentar al poder militar de la ciudad y a la magia negra del vampiro, si acaso era él quien esgrimía tales poderes contra mí.

Resignado, con la única meta ahora de salir de allí más o menos ileso, no me quedaba otra que huir de forma definitiva de la ciudad mientra la oscuridad aun era mi aliada...

Que la parca me lleve en volandas y el soplo de aire fétido de la misma muerte me arranque de tus garras. Viento de muerte, sombra aterradora, envolvedme y hacedme libre- canturreé a toda prisa, de forma poco elegante y apresurada, sin filigranas ni adornos innecesarios. Ahora primaba la velocidad. El toque a retirada era claro**

Había perdido aquella batalla pero no la guerra... volvería

Envolviéndome en sombras por enésima vez saldría de la casa por la chimenea, si la había, o por la ventana rota elevándome hacia el tejado de la casa y, desde allí, serpenteando de tejado en tejado hasta abandonar la ciudad de la forma más rápida y segura. Era evidente que había intentado morder un bocado demasiado grande y casi me había atragantado en el proceso

Tocaría empezar desde abajo

Notas de juego

*Creo que ha habido un error en cuanto a interpretar mi turno, pero ya es igual. La idea era matar a los inquilinos con el hechizo y que no saliera de la casa, no desatar una muerte en masa por la ciudad, pero me apunto la idea, me ha gustado xD

** Otra vez niebla, está vez una niebla ténue, ligera, para huir. Algo sutil y rápido que apenas fuera visible, nada que ver con la niebla oscura portadora de miedo y congoja que solía emplear.

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27/01/2017, 00:38
Inger Virtanen

Asentí a las palabras de Akhres mientras intentaba mantenerle la mirada. Empezaba a comprender el peligro que entrañaban los Pilares y el uso que se les pudiera dar, su poder podría ser muy grande pero, como casi todo en la vida, tenía su precio.

Confiaré en ti.

A pesar de que mis palabras pudieron sonar frías y contundentes, no había animadversión en ellas. Era cierto, confiaría en él hasta que me demostrara lo contrario, pero eso no significaba que fuera a bajar la guardia.

Por mi parte ya había tomado la decisión de acompañar a Akhres y cualquier duda, cualquier pregunta, cualquier información adicional podía esperar al día siguiente. Por esa noche ya había tenido suficiente y lo único que quería en esos momentos era descansar.

Con vuestro permiso, necesito dormir.

Me metí en uno de los camastros y me arropé con la manta, esperando que mi sueño fuera reparador y, por lo menos durante unas horas, alejara de mí los problemas que me rodeaban.