<h2>Relación con Hilda Nygård</h2>
Desde el primer momento en que conoció a Hilda se sintió tremendamente atraido por su aspecto, pero fue su fuerte y decidido carácter el que terminó por encandilarle. De ahí que siempre esté adulándola públicamente con elogíos, utilizando un claro tono cómico.
Aunque ocasionalmente interrumpe sus explicaciones con chascarrillos graciosos, distinguiendo perfectamente cuándo puede hacerlo sin llevarse una bronca y cuándo no, siente auténtica admiración y respeto por Hilda.
Se siente enormemente identificado con Hilda, después de todo ambos son supervivientes que tuvieron que forjase a sí mismos, por lo que su admiración por esta no hizo más que asentarse.
<h2>Relación con Odd Lindseth</h2>
Dada la explosiva, impulsiva y narcisista personalidad de Odd, la inclusión de Helheim en esa combinación daría como posible resultado un cóctel bastante inestable y peligroso. Por lo que, hasta la fecha, no han coincidido en ningún ámbito.
<h2>Relación con Benjamin Stensby</h2>
La relación con Benjamin, al menos por parte de Helheim, es tremendamente cordial y respetuosa. Admira la manera de pensar de Benjamin y disfruta de alguna que otra tarde de intercambio de opiniones, vivencias y jarras de cerveza.
<h2>Relación con Henriette Tollefsen</h2>
Cuando llegó a sus oidos el caso de Henriette, Helheim fue a visitarla para facilitarle, en la medida de lo posible, su adaptación al nuevo mundo.
Intentó por todos los medios ayudarla a dejar la vida de prostituta, pero, según palabras de esta, "Era lo único que sabía hacer", por lo que no tuvo más remedio que desistir y respetar la decisión de la joven.
Suelen quedar ocasionalmente, compartiendo anécdotas, vivencias y cotilleos. Henriette suele preguntar a Hel por la anónima persona por la que sus ojos brillan tanto, pero este solo se ríe y niega. Negándose a contar nada sobre ese tema.
La relación entre Helheim y Henriette, por mucho que se rumoree, es única y exclusivamente amistosa, no habiéndose producido entre ellos ningún tipo de desliz sexual y/o amoroso, por muy raro que esto pueda resultar.
<h2>Relación con Vidar Bjorn</h2>
Hasta la fecha no ha tenido la desgracia de cruzar su camino con semejante elemento.
Cuando eso ocurra, y dada la personalidad del visitante, la cosa podría acabar mal.
<h2>Relación con Ingvar</h2>
Dada la personalidad tan culta y civilizada de Ingvar, la relación entre ambos será muy amistosa, de colegueo incluso por parte de Morgan, frecuentando a menudo el local de este junto a Karoline, Raymond y Khalil.
Siempre que Ingvar haya tenido algún problema o duda con aspecto legales, y este haya recurrido a Morgan, el detective le habrá orientado y ayudado en todo cuanto le haya sido posible.
<h2>Relación con Sobk</h2>
Aunque no haya coincidido todavía con este visitante de la época clásica, supone que ambos podrían llevarse bastante bien dado que comparten bases ideologías y éticas, sobre todo la de defender las injusticias.
<h2>Relación con Caeso</h2>
Las personas arrogantes y orgullosas no son del agrado de Helheim, tratándolas de una manera bastante fría e incluso borde.
En círculos más cercanos se refiere a él como "El braguetazos".
<h2>Relación con Aurelia Fredisia</h2>
Lo único que conoce de esta visitante es lo que se cuenta de ella: alguien dulce, cariñosa, maternal y bondadosa. Por lo que la relación entre ambos siempre será cordial y agradable, mostrándose bastante dispuesto a ayudarla —si aplicase—, al guardar ciertas similitudes, éticas y de comportamiento, con su madre.
<h2>Relación con Lucceia Alethia</h2>
Por el bien de los dientes de esta... señora, conviene mantener las distancias entre ambos pues, a la mínima muestra de prepotencia o altivez, puede desembocar en una contestación o acto muy lejos de ser cortés o amable.
<h2>Relación con Alfhild Borgen</h2>
Como ocurre con Hilda, lo que siente por esta mujer es una total, absoluta y pura admiración. Aunque todavía no ha tenido la fortuna de toparse con ella, espera que en algún momento de su vida sus caminos se crucen.
<h2>Relación con Karoline</h2>
Ya en la academia, Helheim encontró un anuncio en un tablón donde alguien buscaba una compañera de piso. El inmueble estaba ubicado en un punto intermedio entre la academia y la comisaría central, comisaría a la que quería ser destinado, por lo que no dudó en usar su "encanto" para ver si conseguía optar a ese alquiler.
Llamó al número de teléfono que aparecía en el anuncio y respondió una agradable, aterciopelada, bonita y firme voz femenina.
—¿Sí? —preguntó aquella bonita voz al otro lado del teléfono.
—Hola, buenos días. Mi nombre es Helheim. He visto que buscas compañero de piso. —respondió el joven mientras seguía mirando el resto de anuncios del tablón con claro aire distraído.
—Compañera de piso, sí. —corrigió la chica sin acritud, haciendo especial hincapié en la 'a' de compañera— No sé si alguien habrá cambiado el anuncio. —dijo la chica, como disculpándose por la confusión.
-No, no. El anuncio está correcto. Pone compañera. Pero... ¿No te daría igual un compañero? —preguntó de manera cordial y agradable— Si es por temas de voz puedo hablar con una voz un poco más femenina, ¿eh? Que ese sea nuestro mayor problema, vaya. -afirmó de manera bromista.
La chica se mantuvo en silencio durante unos instantes, incrédula por lo que estaba ocurriendo— No, lo siento. Busco una compañera. —respondió finalmente, utilizando un tono como si estuviese sonriendo a causa de aquella surrealista conversación.
—Oh, venga. Concédeme al menos la oportunidad de invitarte a tomar algo. Hablamos, me conoces y si después de eso sigues pensando lo mismo, pues me piraré por donde he venido. —insistió adoptando un tono de voz fingidamente femenino y cómico.
La chica, tras echarse a reír, se mantuvo en silencio unos segundos— Mira... solo por la vocecilla que has puesto, creo que aceptaré la invitación. —afirmó. Y juraría que en aquella afirmación, la muchacha continuaba sonriendo.
Esa misma tarde quedaron en verse en el Bar Boca, un desenfadado y tranquilo bar de Thorvald Meyers gate.
Puntual como de costumbre, esperó a que la desconocida chica hiciese acto de presencia. Lo que no se imaginó nunca fue el tipo de chica que aparecería: majestuosa, con carácter, inteligente, perspicaz, guapa, sensual... tenía una lista de adjetivos más larga que la altura de la columna central de Haraldshaugen.
Después de presentarse entraron al interior del local y tomaron asiento en una de sus mesas.
—¿Qué te pido? —preguntó Helheim con una suave sonrisa mientras se levantaba del asiento.
—Una pinta. —respondió Karoline con una tímida sonrisa mientras examinaba cada uno de los gestos del muchacho.
Escasos minutos después el joven aparecía con dos pintas, sirviendo primero a Karoline y luego a sí mismo.
—Bueno. Cuéntame, compañera. —afirmó Karoline poniendo especial énfasis en la última palabra— ¿Qué vas a contarme para hacerme cambiar de opinión? —preguntó con visible interés.
—Veamos. —hizo una breve pausa, ordenando sus ideas— No soy un cocinero excelente. Pero al menos sé que el mobiliario no es parte de los ingredientes de una receta ni tampoco lo son esos productos que tienen calaveras o cruces rojas en las etiquetas o los caducados. —asintió varias veces de manera solemne— Creo que eso ya es un algo. Pero si eso no te convence también puedo sobornarte con llevarte tortitas, u otra cosa, a la cama los domingos. —añadió encogiéndose de hombros con una cómplice sonrisa.
—Otra de mis virtudes es que apenas hago ruido mientras estoy en casa. De hecho, soy algo así como la versión ninja de un gato. Y a diferencia de ellos, si tengo hambre no iré a rascar la puerta de tu habitación para pedirte comida mientras maúllo como si estuviese poseído por Lucifer. Por lo que también es un punto a favor. —hizo una pausa— Ojo. si te hace ilusión también sé maullar. No hay problema. Tengo la versión de gato delgado y la de gato gordo. Pero ya sabes que si te maúllo también querré que me rasques la panza y detrás de las orejas. Ahí lo dejo. —comentó alzando las manos de manera inocente.
—Me considero bastante respetuoso con las cosas de los demás. No tengo problema alguno con hacer la compra a medias, o cada uno lo suyo, me gusta ir aseado todos los días y no me dan vértigo las tareas domésticas. Tampoco me gusta molestar ni a mis compañeros ni a los vecinos. Por eso suelo ponerme auriculares cuando escucho música. Algo bastante habitual. —añadió— Y no sé qué más contarte, la verdad.
Karoline estaba bastante sorprendida con la facilidad y la naturalidad con la que aquel desconocido mezclaba chorradas con cosas serias, terminando por reír.
—Así que gato ninja, ¿eh? lo tendré presente, Helheim. —afirmó entre risas.
Aquel encuentro fue el inicio de una íntima y estrecha relación entre ambos, poco tiempo después apareciendo Ivar en sus vidas.
—Hacéis muy buena pareja Karoline y tú. —opinó Ivar.
Helheim no pudo evitar sonreír con cierta tristeza ante aquella opinión— Lo sé. Es... simplemente perfecta. Y nos entendemos muy, muy bien. —añadió en un tono apagado.
—¿Entonces?, ¿Por qué no te lanzas? —hizo una pausa— Se ve a la legua que... sientes algo por ella. —dijo Ivar dándole un codazo amistoso a su camarada— Y piensa bien tu respuesta, capullo. Porque, al menos para mí, eres como un libro abierto. -comentó entre risas.
—Porque la gente como yo termina condenando o dañando a la gente como ella. —respondió Helheim con cierto pesar— Y no quiero eso. No para ella. —hizo una breve pausa— Además... Ella tampoco se fijaría en alguien como yo. Aspirará a algo mejor. Que, honestamente, tampoco es que sea muy difícil. —afirmó entre risas—
Cuando Ivar conoció a Juno y contrajeron matrimonio, ambas parejas, en ocasiones, salían juntas a distintos eventos sociales: billares, dardos, karaokes, cervezas, juegos de mesa, senderismo, cine, etc.
Pero cuando Ivar sufrió aquel accidente, la relación existente entre Juno y Karoline, que siempre fue un tanto distante y fría, se acrecentó radicalmente.
Karoline apoyó a Helheim en todo lo que pudo, estrechando todavía más la relación existente entre ambos.
* Cuando esta ha llorado de rabia o frustración la ha abrazado, o como mínimo ha mantenido con ella algún tipo de contacto no invasivo, la habría mirado a los ojos y le habría dicho: "No merecen tus lágrimas. Eres alguien excepcional. Una mujer fuerte y única. No te puedes hacer una leve idea de lo mucho que vales, K. Como persona, como mujer, como policía... como todo. Que les jodan, K. Que les jodan. Ellos se lo pierden. No los necesitas para nada. Porque ellos están vacíos. No como tú. Y a la única persona a la que tienes que demostrar algo es a ti misma. Y ya lo has hecho. Aunque ahora mismo no lo veas.
* Siempre la felicita por su cumpleaños a las 00:00, encontrándose esta, a la mañana siguiente, una especie de yincana casera por la casa para encontrar su regalo.
* En los momentos más bajos de la chica siempre ha estado ahí para ayudarla, escucharla, animarla y/o consolarla.
* Cada vez que ambos se quedan en casa viendo una película o una serie, se tumban en el sofá, abrazados bajo las mantas, mientras Helheim le acaricia el cuero cabelludo a K con una mano y la otra la entrelaza con una de las manos de la chica.
Las veces que K se ha quedado dormida en el sofá, este la ha cogido en volandas, con muchísimo cuidado, la ha llevado hasta su cama, la ha arropado y, tras darle un dulce y cariñoso beso en la frente, la ha dejado descansar.
* Karoline sabe que todos los 25 de Junio va al cementerio, donde permanece varias horas ante la tumba de su madre.
* El padre de Helheim, todavía vivo, es un camionero borracho que acusó al chico de ser la causa de la muerte de su madre. De ahí que le bautizase con ese nombre.
* Perteneció a una banda callejera y fue pillado tras robar un rolex a un empresario. Poco tiempo después dejó la banda por... amor.