Partida Rol por web

Sábado, trece de enero de 105 PA. POR LA MAÑANA.

Emil se había presentado, vestido con sus mejores galas, y con el semblante serio. Como cada vez que era forzado a salir de día, su postura corporal, y su apariencia, sufrían un cambio perverso, incapaz de poder moverse con normalidad. Al escuchar las palabras del consejo sintió una sensación irreparable de pérdida, y no pudo sino menear la cabeza. Pero no podía no actuar. Ojalá los Rift Warriors con los que había querido hablar le hubieran hecho caso. De esa manera, hubiera podido hacerse más. Hubieran podido estar coordinados.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Emil mira a Quick Silver y asiente. Luego escucha las palabras de Daeron, y la acusación que las mismas lleva implícita, y toma la palabra.

- No es, precisamente, una bienvenida, esa que dáis. Y menos teniendo en cuenta que fueron precisamente vuestras instrucciones las que siguieron mis camaradas. Mucho es lo que tiene este consejo que agradecer a los Rift Warriors, y mucho es la afrenta que se le hace.- guarda un momento de silencio y mira a sus compañeros- No creo que ninguno merezcamos ese trato, esa es la verdad. Tampoco creo que, llegado el momento, la Coalición ponga freno a sus ansias porque no estemos nosotros.

Tras las palabras un Emil insospechadamente serio guarda silencio, mirando a Daeron, Briareos y a Halberd. Luego vuelve a hablar.

- No le falta razón a Halberd. Habría algunos que facilmente hubieran podido seguir viviendo sin levantar sospechas ni problemas. Pero no vamos a combatir contra quienes fueron, hasta esta mañana, amigos, vecinos y familia. Tomaremos el millón de créditos, y nos marcharemos de Darkgate y de la región en que la misma se encuentra. Pero temo que el Consejo lamentará esta decisión, y lamentará la vileza que hoy ha cometido. ¿Cuando se nos hará entrega del dinero?

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Tanreack soltó un pequeño gruñido al escuchar las palabras de Lord Akemius. Tal y como se esperaba. Carpetazo, o mas bien patadón en el culo. Cosas típicas de hechiceros.

-Esta patada endulzada con buenas palabras, como dice aquí Emil, os saldrá cara, la coalición no parará, y llegarán a la ciudad, entonces, o incluso antes, cuando veais la alargada sombra del cuchillo, ni se os ocurra llamarnos, tened en cuenta que esta decisión que tomais, es grave y seguramente tendrá fatales consecuencias, no espereis ni un ápice de ayuda o compasión en tal caso- Paró porque se estaba exaltando.

-Un millón de créditos, el pago de la vergüenza, espero que cuando partamos riais, comáis y celebréis, no quedaran festejos cuando la coalición se eche sobre Darkgate-

Pareció calmarse un momento para añadir finalmente

-Siempre creí que los magos tenian mas juicio- Miró a Daeron y le hizo un gesto de afirmación, dándole a entender que a él si lo apoyaba.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Cualquier posibilidad de conversación entre ellas quedó interrumpida por la entrada de los miembros del consejo. Había llegado el momento de la verdad, de conocer la razón por la que ella, que nada tenía que ver ya con los que se hacían llamar “Rift Warriors”, había sido llamada. Quizá descubriría también las circunstancias de  las muertes del hijo de Jack y la hija de don Alberto. Ahora era ella la responsable de informar al viejo alcalde de todo lo que pudiera, de limpiar el nombre de su hija o de mentirle si fuera necesario. En cualquier caso para ello debía tomar asiento, y sentarse fue algo que agradeció tan pronto escuchó lo que Lord Akeimus tenía que contarles.

- “¿Cómo? No, no, no es posible. No puede ser posible. No puede ser verdad. Por favor, no.”

Sus dedos se cerraron sobre sus rodillas y apretó hasta que palidecieron sus yemas, pero por más fuerza que hizo no sintió nada. Qué podía sentir cuando de la forma más insospechada arrancaban de raíz toda esperanza. Sin duda no era ira lo que sentía, ni rabia o enojo. Lo que sentía era impotencia por no poder hacer nada, hastío porque por mucho que hiciera nada cambiaba y cansancio por hacer demasiado sin conseguir nada.

Había creído construir algo parecido a un hogar, a una vida apacible y feliz, y un terremoto sobre el que no podía tener control alguno se lo había llevado todo. No tenía ganas de insultar, de amenazar o de intercambiar reproches que no ayudaban en nada. Tan solo quería regresar a casa, esa casa a la que ya nunca jamás podría volver.

Había llegado la última, justo un instante antes de que los miembros del Consejo hicieran aparición. Tuvo el tiempo justo de saludar con una pequeña inclinación de cabeza a los más cercanos y de ver, extrañada, que no sólo estaban allí todos los que fueron al hospital, sino que, algunos recién llegados estaban allí también presentes.

Escuchó las palabras de Lord Akeimus atenta en un principio, esperando saber con ansia qué deseaba o requería de los Rifts Warriors. Pero ese anhelo, esa atención, tornó en confusión conforme las palabras del mago fueron desvelando las razones del requerimiento. Y la confusión tornó en ansiedad al llevarla de repente al filo de un enorme acantilado. Sintió como la fuerza de la enormidad de lo que se abría ante ella la consumía, tiraba de ella a las profundidades, revivía antiguas pesadillas y la despojaba de lo poco que tenía a su alrededor.

Dinero. Ella no necesitaba dinero. ¿No lo entendía nadie aún? Exilio. ¿Alejarla de las únicas personas que, ya no era que la quisieran o la fueran a echar de menos, sino que por lo menos sabían simplemente de su existencia. ¿Empezar de nuevo desde el principio? El precipicio se volví a más y más oscuro, mas y mas profundo, con cada palabra de Lord Akeimus.

Sintió humedad en su rostro, quizás eran lágrimas, pero las ignoró, sin fuerzas para más. Sintió, más que vio, que la habitación giraba a un lado y después a otro en un ángulo imposible. Cerró los ojos temiendo caer y sólo entonces fue consciente de su respiración agitada, de sus puños apretados. Y sólo alcanzó a preguntar una cosa a su Dios....

¿Porque yo? ¿No consideras que me merezco un poco de paz?¿No aún?¿No ahora?

Buscó con su mirada la de sus compañeros, mas o menos conocidos. En todos podía leer la misma sorpresa e indignación que ella sentía.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

- "DarkGate no ha tenido nada que ver en las acciones de los Rifts Warriors, ni ha colaborado en modo alguno en el ataque a Angstville, como tampoco lo han hecho ninguna de las poblaciones de la región.

Los Rifts Warriors fueron unos héroes en el pasado, y eso es lo que este Consejo desea recompensar, no los actos cometidos en Angstville, que este Consejo ni condona, ni comparte, ni justifica.

El pago de este millón de créditos será realizado por el Sheriff y la Guardia de la Ciudad cuando os marchéis del territorio de DarkGate. Este pago está condicionado a que vuestro comportamiento en los días que os restan en DarkGate sea civilizado y tranquilo, sin más reproches ni protestas.

Este Consejo ha deliberado, ha votado y ha decididoo de manera soberana.

Ahora, podéis marchar en paz.

O podéis seguir renegando y protestando, y perder así esta recompensa que vuestras acciones en el pasado, y las de aquellos que cayeron luchando a vuestro lado, os han hecho merecer." -

El Maestro del Gremio de Magos guarda entonces silencio, mirando hacia otro lado y con el rostro lleno de amargura. Es quizá el único miembro del Consejo en cuyo rostro se refleja realmente la edad que tiene.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

El pánico a ser objetivo de cazarecompensas, la impotencia ante la condena por unos hechos en los que no había participado, la necesidad de reprimirse para evitar un escenario aún peor, la sensación general de desamparo y la pena ante la inutilidad de la muerte del hombre rata se agolparon en el pecho de Halberd dificultándole la respiración mientras intentaba pensar con claridad. 

Les trataban como criminales, pero al tiempo les daban una recompensa. Parecía que el Consejo estaba dividido, además sus miembros sabían que no estaban siendo justos al incluir en el mismo saco a miembros ya desvinculados de los Rifts Warriors. Alejarlos debilitaba DarkGate frente a un ataque de los coalicionistas. ¿Había algo más? ¿Qué temían exactamente? Podían haber decretado su expulsión sin más, sin embargo les habían reunido a todos y les daban dinero para equiparse.

Miró a los Rifts Warriors, muchos de ellos eran extraños para él. ¿Cogería su parte del dinero y se alejaría para siempre o volvería a ser uno de ellos? Al igual que Muxu, Halberd tenía en Santa Fe algo que podría llamarse hogar. ¿Abandonaría a la gente de Santa Fe o se quedaría cerca de la frontera de los territorios controlados por DarkGate por si les necesitaban? Algo le decía que necesitarían hasta el último crédito para prepararse ante lo que estaba por venir.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

- No creo que haya una palabra más que decir. Por mi parte no la hay, estar, está claro que y estamos fuera, y amenaza con retirarnos en dinero, que como bien dice, hemos ganado.

Pueden ustedes quedarse con  una DarkGate que sin mí y estas gentes pierde todo su encanto. Tras un gesto de desprecio se giró a los demás.

Compañeros creo que deberíamos reunirnos y deliberar, a falta de lugar mejor yo me propongo irme al Saloon, a degustar un desayuno que ahí fuera añoraré.

Se levantó y se dispuso a irse.

Cuanto más lata demos , más  se mosquearán, que les den, que les den a todos los que gobiernan este estercolero.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Daeron, próximo a la salida, esperó a una respuesta a su pregunta que no llegó directamente. Sin duda por el temor a reconocer, a juicio del mago, la desastrosa participación del Consejo en Angstville que más propició a la pérdida de vidas de Rifts warriors que a ayudar. O el apoyo tácito que en su día hizo el consejo a dicho ataque.

Entonces escuchó las palabras del director de la Escuela de Magia: "DarkGate no ha tenido nada que ver en las acciones de los Rifts Warriors, ni ha colaborado en modo alguno en el ataque a Angstville, como tampoco lo han hecho ninguna de las poblaciones de la región". 

El joven magus apretó los labios, agachó la cabeza y asintió.

- Os he visto con aplomo al afirmar, Lord Hibari, la "versión oficial" del Consejo sobre "como fueron las cosas" - entonó claramente las partes donde Daeron creía saber que había falsedad - Sin duda lo habéis ensayado muy bien o tal vez sean los años de hacer pólitica los que preparan a un hombre para decir ciertas cosas sin que le tiemble la voz - en sus palabras el reproche a la deslealtad de los dirigentes era evidente. Si el Padre Oracio estuviera presente posiblemente acusaría de "Judas" a los consejeros y de venderlos por unas monedas. O algo así.

- Espero que con vuestras acciones o a pesar de ellas, mis señores consejeros, realmente estéis protegiendo Darkgate - dijo el mago sin especial fe y con tono de enfado, mientras apoyaba sus manos sobre las puertas -. Así que marchamos, Lord Hibari, pero no en paz.

- Al resto que se ha visto involucrado injustamente... lo siento de veras. Solo sois cabezas de turco de esta vorágine - afirmó, tras lo cual empujó las puertas abriéndolas de par en par, abandonando la sala. No había mucho más que decir. El resto de palabras que se dijeran iban a ser vanas y Daeron no parecía ser capaz de aguantar muchas más injusticias. Los arrojaban al desierto, para que combatieran contra las alimañas y cazarrecompensas, hasta que se extinguieran y su nombre no fuera más que un incómodo recuerdo.

Había que pensar en otras cosas más importantes que en hacer mala sangre con unos pérfidos dirigentes.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Hundida en la enorme butaca Alexa apenas parecía una muñeca desmadejada. La que otrora fuera una Mística poderosa, una heroica luchadora, una maga eficaz y respetada, aparecía ahora como un ser débil y derrotado.

Lo estaba. Derrotada. Toda su lucha por conservar la Casa, arrancarla de las garras del Alcalde. Inútil. Todo su esfuerzo por recuperar su don, su conversación y su posterior implicación con unos renacidos Rifts Warriors, absurdo.

Les acababan de negar todo cuanto había sido, todo lo que había amado, todo lo que de un modo u otro representaba sus raíces, su historia. Le acababan de negar el derecho a seguir siendo ella...

...de pronto, el rostro de Alexa mudó. Sus ojos se voltearon en sus cuencas, y sólo el blanco de la esclerótica fue visible. Los cerró. Sus manos se agarrotaron en los brazos de su sillón, y su cuerpo se arqueó hacia atrás, y se tensó, como una cuerda de violín demasiado apretada. Y su boca emitió el sonido de esa cuerda si fuera rasgada por un arco, un grito agudo e imposible, en un crescendo desatado.

-.....aaaaAAAAAAAAAAAA!!!!

Luego abrió los ojos, de golpe, las pupilas en su sitio de nuevo. Y habló, les habló, sólo que su voz era grave y cascada, la voz de una mujer anciana en otro mundo.

-Empezad de nuevo, sed leyenda. Dejad atrás casas y gentes, dejad negocios y recuerdos. Tomad lo que os ofrezcan, la limosna, el soborno. Y sed de nuevo Rifts Warriors. En otra parte. Hay mucho mundo, hay mucha injusticia, mucho trabajo que hacer. No hay otra, pues adelante. Sin mirar atrás.

Y se desmayó.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Todo estaba dicho ya. Les daban la patada, lavándose las manos, a pesar de ser los directos causantes de aquello. Si no les hubieran convencido para aquella maldita misión, nada de eso habría pasado. Del mismo modo que si no se hubiera convocado aquella terrible tormenta. Briaeros ya se disponía a marcharse, cuando aquella extraña mujer hizo aquel ruido y dijo aquellas palabras, para caer desmayada después.

No es que la conociera demasiado, pero debían irse, así que la recogió del asiento y cargó con ella con todo el cuidado del que fue capaz, antes de atravesar la puerta de salida de aquel lugar mientras rumiaba algo por lo bajo. Al parecer, una larga perorata de maldiciones y blasfemias en alemán. 

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Thomas había estado callado, muy callado durante las palabras de los magos que allí les habían convocado. Pero rompió su silencio con un aplauso que comenzó siendo lento y sosegado, para posteriormente enardecerse.

- Bravo, la verdad es que como plan es bastante redondo. Se libera Angstvile, pero la coalición se enfada. los Rifts Warriors son buenas cabezas de turco, pero han muerto muchos así que hay que buscar a los que lo fueron. Así hacen bulto. Los destierras y haces que los persigan a ellos y los maten. No creo que eso os salve la vida, pero no está mal. Lo único que voy a lamentar es no estar aquí cuando lleguen a por vosotros señores magos y os arrodilléis a implorar perdón.

Tras eso entrechocó sus manos un par de veces en un par de sonoras palmadas que indicaban urgencia.

- Ahora si me disculpan y no hay nada más que añadir, a mi me gustaría pasar a la parte en la que nos dan el dinero y nos vamos a hacernos matar en algún lugar lejano de esta ciudad.

Thomas no tenía ninguna duda, sabía que eran esos magos. Lo sabía bien y seguramente fuera el único, también era bastante seguro que nadie le creyera si lo decía así que daba igual. Debía reservarse la información para hacer un buen uso de ella. Pronunciarse en el momento equivocado podía ser fatal.

Estaba dispuesto a marcharse cuando escuchó las palabras de Alexa y la vio desmayarse. Recordaba con nitidez lo que habían hablado unos días atrás en el callejón y eso le hizo suspirar. Sin hacerse esperar el Ley Line Walker fue al encuentro del cuerpo sin conocimiento de su amiga, para tomarla entre sus brazos y ayudarla hasta que recuperara el conocimiento. Pero Briaeros parecía más hábil para esa tarea, así que no se interpuso al borg.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Emil se marcha dispuesto a retirarse cuando Alexa cae inconsciente tras pronunciar lo que bien parece ser una profecía. El elfo se acerca dispuesto a ayudarle pero tanto Thomas como Briareos se le han adelantado.

- Y aún habrá quien diga que la cortesía ha muerto. Sin duda la profeta no tocará el suelo. Galantes sois, mis buenos amigos - dice con una medio sonrisa y un gesto ligeramente burlón, ligeramenete apreciativo, propio, quizás, de alguna película de espadachines de una época previa al cataclismo y completamente olvidada.

Tras esto se gira, y mira al Consejo, hace una reverencia que sólo podría tildarse de decimonónica, y parte.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Lady Yavanna escucha atentamente a su colega del Consejo y a los Rifts Warriors en silencio, asintiendo en ocasiones cuando está de acuerdo con lo dicho, pero sin demasiada expresión en el rostro, al menos hasta que observa a Alexa hablar y desmayarse después.

Intenta disimular la preocupación mientras corresponde a la reverencia de Emil.

- Cuidad de vuestra amiga.

Añade, sin dejar de mirarla, y dando a entender que por ella, los héroes tienen permiso para marchar.

Sábado, trece de enero de 105 PA

James había mantenido un silencio adusto y seco, su rostro dominado por un marcado ceño fruncido y unos ojos que no eran más que estrechas rendijas de odio y rencor. Si algo había sospechado, sus dudas habían sido asoladas por un tornado de realidad: los Rifts Warriors habían sido condenados antes incluso de la batalla de Angstville.

Tal vez fuera la paranoia de un hombre nacido en el seno de la Coalición de Estados, la nación más monomaníaca y demente del continente, pero los cabos se habían atado con demasiada facilidad. Los Rifts Warriors habían sido enviados a una batalla en la que no se esperaban supervivientes, para así ser convertidos en héroes anónimos desligados de cualquier patrón. Una tormenta mágica debía encargarse de equilibrar la balanza en favor de la Coalición para que el grupo de mercenarios no saliera con vida de esa maldita ciudad. Pero unos pocos habían conseguido salvar el pellejo. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo evitar que la cruel mirada de la Coalición se centrara en DarkGate? Exilio. Repudiar a los héroes hasta convertirlos en poco más que forajidos. El golpe perfecto.

Las manos del soldado, engarfiadas en los reposabrazos del lujoso sillón, apretaban la madera hasta casi astillarla. Los nudillos eran blancos nudos de ira; el labio superior de J.T. temblaba ligeramente.

—Es suficiente... —musitó el excomando— Vámonos de aquí, Daeron. Salgamos de este agujero. Tenías razón...

Sábado, trece de enero de 105 PA.

Por la Mañana:

Las palabras de los integrantes del Consejo me había dejado sumida en un silencio sepulcral. "Es así como nos pagan nuestros actos, material que una vez fue servible, se debe botar a la basura". Salir de Darkgate no era lo que tenía en mente y menos de esa manera, toda su vida estaba acá. La poca que tenía. Su familia, Marie Chatelle, su intento de papel de mamá, aquellos recuerdos... en los próximos minutos me tendría que despedir de ella, quizás en cuanto tiempo la vería. 

Observé el desmayo de Alexa y las lágrimas de Noa, de esta última sentí una verdadera lástima, quizás podría cuidarla un tiempo antes de tomar diferentes caminos, era muy pequeña aún.

Me levanté de mi silla, sentía una mezcla de indignación, odio, y por qué no, un temor desconocido. Fui hacia Noa y tomé sus hombros dándole una seguridad de la cuál yo ni siquiera creía tener en estos momentos.

Me presté a caminar hacia la salida de la habitación, seguramente mi destino sería seguir oxidándome.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Como si de balas perdidas se tratara los reproches siguieron volando de un lado a otro en aquel ornamentado y fastuoso campo de batalla. Heridas por palabras varias personas habían quedado paralizadas intentando restañar las heridas de un fuego cruzado del que jamás habían esperado formar parte. Muxu era una de esas personas, y por mucho que creyera sinceras las disculpas de Daeron, sus “lo siento” no servían de nada. Pero tampoco servía de nada criticar un buen gesto con el que pretendía aliviar un dolor que no se aliviaba. El daño ya estaba hecho y nada había que se pudiera hacer para cambiarlo.

La antigua Alcaldesa de Santa Fe, ese pueblo sobre el que nunca podría volver a poner un pie, buscó a Halberd con la mirada preguntándose qué era lo que él haría, buscando quizá la respuesta que ella ignoraba o tan solo la complicidad de quienes se conocían. Luego, apoyándose en los reposabrazos de la silla se puso en pie y siguió a quien había recogido de la forma más gentil posible a la inconsciente Alexa. Una vez a su lado tocó con delicadeza la frente de su amiga y alzó la vista con tristeza para agradecérselo al extraño.

- Gracias. Soy Muxu.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Declaraciones, afirmaciones algún arrebato y..¿ una profecía? Aquello había sido más que suficiente, tras el elegante saludo de Emil se rascó levemente el trasero y levanto la mano cómicamente , antes de salir disparado por la puerta.

-Emil, tío. Espérame, espera te digo, oye ¿vas al saloon? qué vas a hacer joder,  ¿qué coño hacemos? 

 Deberíamos desayunar, eso sería lo más prudente ahora mismo, tomar decisiones con el estómago vacío no puede ser buena cosa. Venga Emil tío, no finjas que no me oyes, ¿eh...? 

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Finalmente, Jack negó con la cabeza, al tiempo que asimilaba todo lo ocurrido. Debían de marcharse de la ciudad rápidamente. Pensó en su Hoover-camión, debía de llenarle el depósito, coger y organizar todos sus chismes, y si se daba la oportunidad, pedirle algún repuesto a Meks. Que más le iba a dar al dueño del taller, Jack había trabajado bien duro y sin rechistar, seguro que no podía negarle aunque fuesen algunas cosas. 

-Sea así, marchémonos-

Finalizó por decir, mientras se acercaba a Daeron y a Shidi. Allí ya no pintaban nada.

Sábado, trece de enero de 105 PA.

POR LA MAÑANA.

Halberd permanecía absorto cuando los Rifts Warriors comenzaron a abandonar el consejo. Fue vagamente consciente del desmayo de Alexa pero fueron las palabras de Lady Yavanna las que le sacaron de su ensimismamiento.

En vez de alejarse, el enano dio unos pasos hacia la imponente escena de los cuatro magos en sus asientos del consejo y se dirigió a la maga, que era quien había usado la palabra "amiga":

-La gente de Santa Fe no tiene modo de defenderse. ¿Cómo espera el consejo que abandonemos a nuestros amigos a su suerte?-

No había arrogancia ni desafío en la pregunta de Halberd, realmente se preguntaba cómo reuniría, no sabría si decir el coraje o el descaro, para dejar tirada a la gente de Santa Fe que tan bien le había tratado. Tampoco esperaba respuesta. Así que, tras unos instantes, se giró y avanzó con los pasos más largos que le permitía su corta estatura hasta llegar a la altura del resto de los Rifts Warriors.

Se colocó tras a Brieros fascinado por su cuerpo de ciborg, analizando su estructura y tratando de adivinar los actuadores involucrados en cada uno de sus movimientos mientras se dejaba llevar a donde quiera que fuesen. Tal como estaban las cosas, tal vez desayunar como decía Quick Silver no fuera mala opción. Luego visitraría a Mek y le contaría lo ocurrido.