Partida Rol por web

A ambas les costo un trayecto ir a donde se encontraban las partes mas hermosas del Ludus, donde los nobles tenian sus hogares. Elia a pesar del deseo de Livia no se encontraba a la vista y la domina tampoco. Aquello se estaba volviendo algo bastante llamativo tal vez una razon por la cual el guardia romano se sintiera libre de hacer lo que hacia.

Pero cuando se disponian a rendirse se encontraron con Gallio Italicus. Que las miro sorprendido, como si no las esperara ahi. "Que hacen aqui gladiadoras? La convoco Camilia?" pregunto el hombre dejandose ver que estaba algo a la defensiva. Ya que ambas notaron su mano ir a su espada que colgaba de su cinturon. Aunque no la saco.

Livia se apresura a alzar las manos y hace una inclinación de cabeza en dirección al domine, mostrándose desarmada y respetuosa.

-Domine.- saluda- No, no hemos sido convocadas, no tenemos permiso para estar aquí pero está ocurriendo algo grave en la arena y no nos ha sido posible localizar al doctore ni tampoco a Verina para que llevara el mensaje. - carraspea nerviosa antes de continuar- La idea de llegar hasta aquí ha sido mía, Alina solo me ha acompañado para reforzar mis palabras pero si hubiera un castigo, que no sea para ella, se lo ruego.- pide la romana.

Alina abrió los ojos como platos, clavó la vista en la mano que el hombre moreno llevaba a la empuñadura de su espada y tragó saliva. Esperaba que la intervención de Livia calmara la situación.

Buscaba mantener una expresión fría y calmada.

- Todo lo contrario, ellos si son amantes de verdad y no pobres desgraciados que necesitan forzar a una mujer porque ni las prostitutas querrían nada con ellos... 

Se mordió el labio al percatarse de que aquel demonio estaba volviéndolo a hacer, estaba volviendo a sacarla de sus casillas y eso podía ser peligroso pues él lograría lo que buscaba...

- Si, imaginaba cuál era tu intención y como ves sigo sin temerte... 

Entonces escuchó aquel nombre, un nombre que permanecía en el fondo de sus recuerdos pues hacía mucho tiempo que la había dejado atrás... Apretó los puños, controlando su respiración mientras sus ojos se quedaban fijos en los de él.

- Entonces, si le ponen tu nombre disfrutaré aún más de quemarla hasta los cimientos para que después mi gente resurja más fuerte de entre tus cenizas... 

Debía hacer tiempo hasta que Livia llegara, confiaba en ella y de ella dependía todo ahora. 

Doy un paso hacia la germana, intentando que note que estoy detrás de ella. Con los ojos fijos en sus acciones y en su lenguaje corporal, intentando impedir que se lance a por el guardia en caso necesario.

Ese gesto de apretar las manos no me gusta, pero de momento parece que se está conteniendo. Solo si veo que la cosa se empieza a poner todavía más peligrosa me acercaré para intentar tranquilizarla, pero de momento espero.

El hombre deslizo lentamente su mano lejos de la empuñadura de su arma. Pareciendo notar que lo de ustedes no era un ataque.

"No castigare a ninguna de las dos." comento mirando a ambas sonriendo como para tranquilizarlas. "No tengo idea donde esta el doctore o Verina. Pero si es necesario mi presencia podria seguirla. Que ha pasado?" pregunto mas que curioso mirando a ambas esperando la respuesta de cualquiera de ellas.

"Lo veo..." dijo frente a ella. "Entonces no estoy cumpliendo mi trabajo." expreso aunque por el momento no hizo mucho con ella, viendo que le temia.

Nego con la cabeza. "No quemaras nada, ni los tuyos lo haran. Tu gente se debilita, es ingenuo de ti pensar que pueden perdurar. Al final solo seran una provincia mas del imperio. Tarde o temprano." dijo esto con gran seguridad de que el tiempo le daria la razon.

Pero Livia aun no llegaba y el hombre parecia inquieto. Enfocado en ella ahora mismo ignorando a Brinda. "Debes temerme. Es mi trabajo que me tengas miedo para que obedezcas." Entonces acerco su mano a ella, a su cuello buscando tomarla por ahi. "Tu forma de ser no es apropiada. Haz aprendido mal estos meses sin mi y ahora estoy aqui para corregirte." si te quedabas quieta te empezaria a ahorcar con su mano pero sino miraria a Brianda. "Sera castiga la negra si te resistes o cualquiera de tus infelices vecinos en tu aldea." dicho buscando que se quedara en su control.

-Disculpe, domine, ¿Podríamos caminar mientras le informo? Temo que pueda estar pasando algo malo en la arena.- dice Livia mientras se giraba en redondo y esperaba que el domine viniera tras ellas.

-El jefe de la guardia ha castigado a un gladiador y a un guardia en el patio, los ha latigado en los palum y nos obligó a verlo...nos quisimos negar pero presionó a la germana para que nos mandara cumplir con su deseo...me hirió en las heridas porque no le gustó que protestará. Cuando terminó dejo a los dos hombres atados allí al sol y dos guardias han empezado a golpear al soldado atado de mala manera, demostrando su cobardía.

Poco a poco iba averiguando las verdaderas intenciones del hombre, pues aún parecía obsesionado con ella y eso quizás podría ser aprovechado en su propio beneficio... Él había cazado a una presa salvaje, la había apaleado y quebrado hasta la saciedad pero allí donde otras hubieran perecido ella se había alzado más fuerte y pronto tendría su sangre bañando sus manos... 

- No creí que nos subestimaras tanto ni tu fueras tan ingenuo... Parece que no aprendiste mucho de mi pueblo...

Observó como parecía inquietarse, como parecía ponerse cada vez más nervioso, eso solamente podía significar que no tenía permiso ni potestad para lo que estaba haciendo y ella debía seguir intentando retenerlo.

- El temor no genera obediencia... 

Antes de poder terminar la frase vio esa mano acercándose a su cuello... Crueles y sádicas imágenes pasadas vinieron a su mente y su cuerpo tembló ligeramente, aunque permaneció quieta en el mismo lugar mientras hacia un gesto con la mano a Brinda para que permaneciera quieta. No iba a permitir que él dañara a ninguna de sus hermanas, ellas eran su responsabilidad y su deber era velar por su seguridad y bienestar. 

La mano de él sobre su cuello provocaba que tuviera que esforzarse más en controlar su respiración y buscar aire pero aún así no se movería, no le suplicaría ni le daría lo que quería... Simplemente, sonreiría desafiante... La guerrera a la que él se había enfrentado estaba regresando... 

El temor no genera obediencia. Me quedo pensando en todo lo que he vivido y quizá en parte esa frase sea aceptada. Pero tampoco la falta de temor la genera.

Si temes al látigo, obedecerás para evitarlo, pero siempre buscarás el modo de que el látigo desaparezca; si no temes el látigo, más que cuando hagas algo mal, puede que obedezcas o no pero no buscarás que desaparezca. Interesante concepto si algún día llego a Doctore.

No creo que los dominos te vayan a ayudar susurro a su espalda. Solo que no va dirigido al guardia precisamente. Más le valdría no seguir tensando la cuerda.

"No hay nada que aprender de los barbaros. Pronto dejaran de existir como tantos otros y nadie los llorara." dijo con absoluta crueldad sin importarle nada.

"Ya veremos..." fue la respuesta que dio ante tu comentario sobre el temor.

La cuerda estaba demasiado tensa en ese momento y cuando ella sintio su cruel mano en su cuello solo tuvo unos cortos momentos para sonreir confiada. Luego rapidamente volvio a su pasado. A pesar de ser una sola mano empezo a apretar con fuerza tu cuello dejandote cada vez con menos aire, sabias que te estaba dejando marcas porque sentias como sus dedos se clavaban en ti con una fria furia. Con un odio que nunca entendiste pero que ahora veias en los ojos de ese hombre cruel, no era un humano era un demonio que habia robado un cuerpo humano para hacer sus maldades. Lamentablemente para Soenya eso incluia ahorcarla ahi mismo frente a su compañera de celdas.

No habia muestra de que pararia.

Los ojos de la germana se abrieron de par en par mientras movía sus manos para llevarlas a las muñecas de él, apretando con la fuerza que aún le quedaba. Sus ojos mostraban una mirada de terror y pavor mientras sus pies buscaban golpear de alguna forma para poder librarse de la presa que aquel demonio estaba ejerciendo sobre su cuello. Cuello que ya comenzaba a mostrar las marcas blanquecinas de los dedos de él mientras su piel poco a poco comenzaba a ir adquiriendo cierto tono azulado.

Sintió una ligera calidez cuando su vejiga se soltó a consecuencia del temor de ver como su vida podía ser arrebatada en ese momento y como los recuerdos del tiempo en el que él la había abusado y maltratado llegaban a su mente. Un ligero río dorado que comenzó a bajar lentamente por sus muslos hasta llegar a la arena en forma de pequeñas gotas mientras sus ojos grises iban poco a poco apagándose. 

No comprendía qué sucedía pues creía que él la buscaba para darse placer mientras la maltrataba y violaba sin compasión pero ahora, ahora parecía querer matarla y eso, eso aún la asustaba más.

Me acerco a los dos ahora sí definitivamente pero no llego a poner la mano sobre el brazo del soldado.

Señor, yo respeto que nos tiene que educar. Es un trabajo que puede ser ingrato, pero es un trabajo. No lo convierta en algo personal. Si bien no creo que los domines vean mal cierto control de su parte, yo creo que sí verán mal perder a una de sus gladiadoras. Y no creo que quiera perder su trabajo en el mejor de los casos.

Ya si se niega a escucharme me plantearé la posibilidad de una patada, pero de momento aunque quiero ayudar a Soenya tengo demasiado recuerdo de lo que es un látigo. Pero desde luego no dejaré que la mate sin intervenir.

El domine suspiro y asintio. "Vamos guiame a esta. Pero espero explicaciones porque solo ustedes dos vinieron." comento el hombre mientras empezaba la marcha. Vigilaba a ambas mas a Alina tal vez por verla nerviosa o callada.

"El castigo es permitido en este ludus, mas si han realizado una accion correspondiente." comento èl tras escuchar lo que decia. "Debes entender que a nosotros los militares nos gusta que los demas vean los castigos. Es una buena forma de enseñar a los demas que puede pasar."

"Porque protestaste?" pregunto mirandote y sin fijarse en tus heridas.

Entonces por fin parecio ver con mala cara lo dicho. "Soldados golpeando a un castigado. Eso no esta permitido, recibiran sus castigos."

A pesar de lo que apretabas o como respondias frente a la amenaza de muerte de ese hombre, este seguia cortando la entrada de aire para ella. Con su mano libre fue apartando las manos de ella, aguantando sus patadas para mientras continuaba.

Solo parecio desviar su mirada sobre ella por un par de cosas, la primera siendo escuchando el ruido de liquido chocando contra la arena, junto con ese olor tan significativo. Cuando volvio lo viste sonreir.

La segunda vez que vio a otro lado fue cuando Brinda intervinio. Ella no necesitaba tocarlo para que el romano ya la viera como ofendido por su intervencion. Por un momento quedo en silencio pero parecio terminar aceptando las palabras de ella o simplemente ya habia hecho lo que queria. Por la que la solto con un empujon buscandola ver caer.

"No hay nada personal aqui." dijo claramente mintiendo. "Esto es mi trabajo volverlas humildes y obedientes. Si debo manchar mis manos con la sangre de todas ustedes lo aceptare como mi deber." le devolvio con una seriedad marcial que por un momento podrias pensar que no habia algo sadico ahi sino un reglamento.

"Ahi tienes a tu lider, su instinto fue temer por su vida. Asi lo hara si te empiezo a ahorcar a ti. Por lo que mejor no esperes nada de ella y no la escuches. Su pueblo peleo contra nosotros y perdio, su pueblo esta muerto y aunque ella desea la grandeza no conseguira mas que odio hacia ella." le alecciono a Brinda.

Sentía que su vida pendía  de un hilo, que en cualquier momento podía apretar un poco y ahogarla definitivamente o simplemente romperle el cuello... Y sabía, que daría lo mismo, que ella era solamente una cosa, una cosa sin valor que daba igual que alguien rompiese y eso, eso la enfurecía aún más...

Cuando vio su sonrisa entendió, comprendió realmente lo que buscaba... Buscaba volver a quebrarla, volver a convertirla en aquel saco sin voluntad ni ganas de vivir, buscaba volver a tenerla a su merced... Pero, él mismo la había llevado allí, él mismo había provocado que terminase en aquel lugar pero sería ella misma la que le demostraría que volvería a quebrarla...

La mano que la ahogaba la liberó, sintió como la empujaba buscando que cayera al suelo pero ella seguía siendo una guerrera, seguía siendo una depredadora y alguien como él no la tumbaría... Al sentir la fuerza que la llevaba a caer, fijó sus pies firmes al suelo, flexionando sus rodillas y posicionando su espalda para mantener el equilibrio y no dejarle que la viera caer.

Evitó soltar una sonora carcajada ante sus falsas palabras de que no había nada personal, sus ojos lo miraban fijamente, unos ojos cargados de odio e ira, una mirada que lo destripaba en sus más placenteros sueños, una mirada que le dejaba ver que no volvería a quebrarla...

Sus ojos fueron ahora a Brinda, queriéndole transmitir con su mirada que luego hablarían, que debía ser cautelosa con aquel ser pues si algo no sabía él es que si osaba hacerle algo a sus compañeras seguramente saltaría pues prefería antes ser ella la que sufriera a que alguna de ellas tuviera que pasar por lo mismo que ella ya había pasado. 

- Gracias por su valiosa lección, Jefe de la guardia.

Ni siquiera pensaba llamarlo por su nombre pero al menos le dedicó aquellas palabras mientras se erguía de nuevo, limpiándose la arena y mostrando de nuevo aquella expresión salvaje y fiera. 

Alina bajó la mirada y entrelazó las manos a la altura del vientre. Temerosa de sostener la mira del Domine, que se dirigía a ella.

El mío luchó y perdió contra los egipcios. Y sin embargo yo aspiro a terminar convirtiéndome en una ciudadana romana, una que pueda vivir libre y ayudar al imperio.

No creo que una cosa impida la otra, no creo que si su pueblo ha desaparecido ella tenga que ser odiada por ello. Ya corrió la sangre, ya se terminó la batalla, ahora toca hacer un trabajo y luchar por conseguir la libertad. Ni uno ni otro tienen por qué seguir peleando, eso quedó atrás.

Agacho la cabeza y me retiro un poco, aunque permanezco atenta a las acciones del jefe de guardias. Quizá ahora no le gusten mis palabras, pero si las piensa tan solo estoy diciendo lo mismo que antes: que le pagan por hacer un trabajo y no por venganzas personales. O espero que termine viéndolo así.

-Protesté porque en este ludus no se aplican castigos públicos. Esa ha sido la norma desde que estoy aquí y sé que también era así antes porque nunca ha habido un debate o una duda al respecto. Es una norma que me parece eminentemente noble y necesaria que se ha respetado incluso en los casos más extremos.- responde Livia con determinación y serenidad- Asi que creo que, tratándose de uno de los pilares de esta casa, dudo que se haya modificado sin que todos estuvieramos enterados...y no me gusta que el nuevo jefe de la guardia utilice su estatus y la ausencia de otra autoridad en la arena para asustarnos. Si hago algo malo, seré castigada, pero me niego a ser cómplice de un atropello de la dignidad de un hermano gladiador y de las normas de este ludus. 

El domine dejo de ver a la peliroja, concentrandose solo en Livia que le hablaba.

"Creo que estas confundiendo un detalle importante. Cuando se dice que no hay castigos publicos es con los que viven fuera del Ludus. Yo pregunte eso cuando llegue aqui, en especial tras lo que paso contigo." le aclaro este. "Cuando fue el caso de tu castigo ni Herius, ni yo podiamos verlo. Pero ahora si podemos aunque no un Patricio de afuera. Se entiende la diferencia?" te comento como respuesta.

"Estoy de acuerdo que es una norma noble. Aunque si lo piensas es algo...no se." comento sin terminar la idea, prosiguiendo a seguir caminando.

Entonces parecio ocurrirsele algo. "De cualquier forma no deberia estar el doctore con ustedes?"