Partida Rol por web

La respuesta de Livia respecto a la lanza de marte, hizo que el hombre viera a la estatua del dios que estaba ahi cerca vigilando a los gladiadores. Para luego volver. "Dejalo ahi, no tengo problema con esa muestra de respeto." comento luego ante las demas respuestas solo asintio no dandoles mas importancia mas alla del no. "Bien. Igual esta noche recibiran una revision de sus celdas."

Entonces volvio su atension al gladiador. Mientras ellas se encontraban hablando con èl el esclavo hispano siguio siendo azotado con fuerza dejando cada vez mas marcas en su espalda. Algunas de ustedes podian empatizar bastante con este. Livia mas solo por lo reciente de sus latigazos.

"Ese esclavo busco desafiar a los dominos y a mi. Esta es la leccion que espero todas ustedes entiendan y cuando los hombres vengan a entrenar tambien lo sabran." les explico con una seriedad cortante. Luego hizo un gesto que finalmente hizo que dejaran de golpear al gladiadores. En un par de pasos se acerco al guardia, tocando su espalda generando que grite y termine desmayandose de dolor. "Dejenlo aqui junto al gladiador. Luego lo lanzaremos afuera, no necesitamos mas sus servicios."

Luego volvio con las mujeres y sin decir mucho mas se fue, dandole una mirada final a Soenya antes de retirarse. Unos cuantos guardias se fueron con èl, pero un par se quedo al costado de los prisioneros.

Un nuevo escalofrío recorrió su espalda cuando aquel hombre dijo lo de la revisión de sus celdas por la noche, no por el hecho de que pudiera encontrar algo sino por el hecho de tenerlo tan cerca en un espacio tan reducido.

Cada latigazo sobre el cuerpo de Spurius le dolía también a ella, pues recordaba la charla con los gladiadores y ver sufrir así a un hermano y compañero le dolía más de lo que jamás admitiría. 

El trato al guardia le fue indiferente e incluso una parte de ella se alegró de que recibiera tal castigo pero si algo le llamó la atención fue la frase de que cuando los hombres vinieran a entrenar también lo sabrían... ¿Acaso ni el resto de gladiadores ni el doctore tenía conocimiento de aquello? De ser así, tendría que hablar con quien debiera... 

Aquella mirada le heló de nuevo la sangre pues aunque quisiera olvidar aquel hombre había dañado su ser y su alma de formas inimaginables y eso, eso es algo que jamás olvidaría pero... Todo llegaría...

Miró a sus compañeras y habló.

- Bien, regresemos al entrenamiento.

La romana se cruza de brazos manteniendo un rostro imperturbable de ira contenida; por razones diferentes a las de la germana, Livia también pensaba que aquello era un despropósito, un atropello a todas las normas del ludus. ¿De verdad iban a dejar a aquellos dos hombres con esas heridas al sol y expuestas sus espaldas a la arena? ¿Con qué autoridad? No...no iba a permitirlo, permitirlo era lo mismo que estar de acuerdo.

En cuanto el jefe de la guardia se hubo ido, la romana se acerca a Soenya y la toma del brazo, tanto si quiere como si no, apartándose ambas de los guardias y le susurra en un tono audible por el resto de sus hermanas pero con cuidado de no levantar mucho la voz.

-Soenya ni podemos ser cómplices de esto...si se lo permitimos hoy sin siquiera denunciarlo lo hará cuántas veces quiera...y lo hará con nosotras. Entiendo que tú no quieras arriesgarte, pero yo no me voy a quedar callada. Hay que paparle los pies ahora antes de que esto se convierta en costumbre.-susurra con los dientes apretados- y hoy puede que te dé igual por qué es un guardia...pero mañana...mañana seremos nosotras...sólo porque no le gusta como le miramos. 

Se dejó arrastrar sin resistencia, caminando junto a ella y escuchándola. 

- ¿Crees que no lo sé? ¿Y qué pretendes hacer contra él aquí y ahora? Tienes que ser más sutil y paciente Livia... Iba a ir a buscar al Doctore o decirle a alguno de los esclavos que le diera el mensaje. Si te acercas y les obligas a bajarles o les dices algo, tu o cualquiera de nosotras, la siguiente en estar ahí seré yo y entonces no podré ayudaros ni continuar con lo que estoy haciendo... Nosotras no somos nada, ya deberías saberlo. Tenemos que hacer que el mensaje llegue a quienes si pueden hacer algo, el Doctore, el Dómine o la Dómina. Porque además, ¿cómo sabemos que no tiene el permiso del nuevo Dómine? ¿O de la Domina? ¿O del Padre de ésta? Antes debemos averiguar eso y después actuar en consecuencia. 

Me acerco a ellas mirando a la romana. Puedes hacer una cosa para que al menos alivies el sufrimiento del gladiador: si te queda algo del té de anoche dáselo. Cuando estuve con los egipcios, con los que eran azotados lo hacían para que pudieran descansar, y dado que dudo que vayan a dejar que venga Shekmet y yo no me arriesgaría a darles algo preparado por alguien sin conocimientos, es lo mejor que podríamos hacer.

Por cierto, Soenya, sabes que nos pueden azotar cuando quieran, ¿verdad? Basta con deslizar un cuchillo bajo una cama o entre unas ropas para tener la excusa. Y me temo que eso es lo que piensan hacer, quizá para demostrar el sitio que ocupamos o algo por el estilo.

Alina se les acercó con gesto preocupado.

—¿Estar bien? —preguntó a Livia.

Las mujeres discutían sobre lo que había sucedido con los guardias y los hombres azotados.

—Quizás hombres hacer algo malo. Ser normal castigar esclavos que hacer algo malo.

Echó una mirada de reojo a los hombres atados y apartó la mirada rápidamente con gesto de asco.

—Pero lo que hacer a ti... —le dijo a Livia—. ...no estar bien. Tú no hacer nada malo, ¿verdad?

Levantó una ceja mirando a Brinda.

- Claro que lo sé, ¿a qué viene eso? Conozco a ese ser mejor que cualquiera de vosotras y sé perfectamente que disfruta de herir y dañar a las personas... Lo que os estoy pidiendo es que seáis fuertes y no saltéis, pues aunque pueda hacer eso si saltáis como las perras rabiosas que quiere que seamos le estaréis dando lo que busca y quiere... En cuanto a darle eso a Spurius... No sé si Livia tenga acceso a ellos, pues las celdas suelen estar cerradas por las noches y es difícil intercambiar cosas entre nosotros... Lo que tenemos que hacer es ser más inteligentes que él.

Livia sonríe un poco ante las palabras de Alina y le toma el brazo para apretárselo un poco en señal de afecto:

-Gracias Alina, no te preocupes, estoy bien, sólo ha hecho eso para demostrar que está por encima de nosotras. Con el Doctore o los amos delante no se habría atrevido. Y...si justo a eso me refería Soenya, me he dejado llevar por el calor de mi enojo. -guarda silencio un instante como si pensara o si valorase algo antes de hablar-  Yo...podría ir a buscar a alguien que mirase las heridas de los hombres, alguien que si tiene peso para hacerlo, no Sekhmet. ¿Me lo permites, Soenya?-pregunta la romana muy seriamente, tranquila y segura de sus palabras

- ¿Quién? Además, se supone que los hombres vendrán ahora y habrá que tener cuidado pues son amigos y no les gustará lo que ha sucedido aquí... Y, si es alguien romano... Ya te aviso que no les caen bien los romanos y menos las romanas... 

Mientras las mujeres discutian los guardias que estaban con los prisioneros se acercaron a los hombres atados. No pudieron escuchar del todo lo que se decian pero parecian estar hablando con el guardia atado no con el gladiador. 

Entonces estallaron en una risa que se escucho en la arena, luego uno delos guardias empezo a golpear en el pecho una y otra vez al que estaba atrapado. Nadie lo detuvo mientras este golpeaba al que hace poco habia su compañero de trabajo. No parecia haber lealtad entre los guardias y quien cayera seria golpeado.

Spurius en un momento vio hacia atras, donde estaban ustedes a pesar que seguro le doleria mucho.

Lanzo un suspiro y miro de reojo lo que hacen los guardias. Sigo con la mosca tras la oreja de la revisión de las celdas que van a hacer luego, pero es cierto lo que dice Soenya: tampoco hay mucho que podamos hacer. Igual que pasaba con los egipcios, si quieren azotarte te van a azotar buscándose la excusa más peregrina.

Me acerco hasta donde quedó el palum y vuelvo a recogerlo, pero esta vez no me lanzo a una carrera con el cargado y solo me limito a dar vueltas caminando a buen paso. De vez en cuando miro al gladiador, pero tampoco creo que yo en concreto pueda hacer mucho por él. El guardia, pues es otro guardia que cuando se vaya llegará otro.

Los ojos de la germana se encontraron con los del gladiador, unos ojos en los que él podía ver reflejado el odio hacia aquel que le había hecho eso. Un ligero movimiento de cabeza hacia él indicándole que estaba con él y que buscaría la forma de encontrar la venganza que tanto ansiábamos. 

Observó como Brinda regresaba al entrenamiento y asintió complacida, mirando después a Livia y a Alina para que ellas hicieran lo propio, incluida ella misma.

Una parte de ella quería acercarse y darle mínimo agua, aunque sabía el precio de ello así que simplemente se acercó a la zona en donde estaba el agua, buscando con la mirada a algún esclavo o esclava al que poder darle un mensaje. 

Livia niega con la cabeza ante las palabras de la germana, dudando de sus intenciones y volviendo al trabajo como si nada pasara. Por un lado la entendía, por otro, la vergüenza de contemplar aquel espectáculo sin hacer nada era algo que no podía soportar.

La romana suspira y mira alrededor poniendo los brazos en jarras...no...no lo dejaría pasar sin más:

-El orgullo del pueblo romano...golpear a un hombre atado. Debéis ser los soldados más valientes del Imperio, sin duda...estoy segura de que ese hombre se merece vuestros golpes y mucho más...¿queréis que os traiga unos caballos y unas bigas para pasear triunfalmente bajo el Arco de Tito? Seguro que os merecéis ser laureados como los héroes del imperio.- dice la romana mientras recoge su palum y se lo carga al hombro- ¿ha sido idea vuestra o del jefe de la guardia? Sin duda es un hombre inteligente y que sabe cómo tratar a sus hombres, especialmente a aquellos tan valientes como vosotros.

Su esfuerzo se hace más que evidente, le cuesta hacer fuerza pues además de arrastrar aún los daños del látigo aún se la notaba doliente por el arrollamiento sufrido por la hispana en el combate del otro día siendo visible un hematoma grande en la zona de las costillas de la romana y otra marca amoratada se perfilaba también en su nuca, fruto de la disciplina impuesta por la germana cuando ya abandonaba la arena. Aun así no profiere una sola queja, da lo máximo hasta que las fuerzas le fallan y luego vuelve a intentarlo...una persona con menos orgullo que ella de seguro que ya no viviría con la cabeza alta.

A una señal de Soenya, Alina se dispuso a volver al entrenamiento, pero se detuvo al escuchar la diatriba de Livia contra los guardias que torturaban a sus compañero. 

Se volvió a mirarla con gesto de preocupación. No se suponía que una esclava les hablara así a unos guardias. Esperaba que la romana no terminase siendo castigada ella misma. 

Ambos guardias detuvieron su abuso del guardia atado para ver a livia cuando esta les hablo. Por un momento sonrieron pero luego se molestaron mucho ante las ironias de la romana.

"Al menos no nos golpean hasta desmayarnos como a ti." le dice uno de ellos, ignorando a los cautivos para ir a ponerse delante de la romana. "No pienses que solo la domina fue la unica que te vio caer. Vi como la zorra rubia te hizo caer desmayandote. No seremos los mas valientes pero al menos mantenemos a roma de pie. Ademas este infeliz se lo merece, ya no es de los nuestros como vos no sos mas una patricia."

Tras eso ya lo suficiente cerca de ti fue a empujarte con todo su cuerpo. Queriendo verte en el suelo derrotada como antes.

La germana se movió rápidamente para colocarse delante de los guardias y de Livia, poniéndose así delante de ellos si decidían volver a atacarla e incluso evitando que la romana actuara.

- No tenéis autoridad para tratar así a una gladiadora, a una esclava de la Domina, ¿me equivoco? ¿Queréis ser los siguientes en estar ahí atados recibiendo latigazos? Porque como ha dicho vuestro jefe es el destino que les espera a los débiles y a quienes no obedecen las órdenes y dudo mucho que os haya ordenado atacar a una gladiadora, ¿verdad?

Su mirada se volvió fría y dura, amenazante.

- ¿Quizás prefiráis intentar algo contra mi? Vamos, adelante... Si le partí la nariz a uno de los vuestros con una simple pastilla de jabón, imaginar lo que podría haceros con mis puños... 

Sin deshacerse de su carga, Livia se planta firme con una sonrisa ante el ofendido guardia, disfrutando en cierta medida de haberlo enfadado. Lejos de parecer ofendida, Livia alza aún más la cabeza...al menos hasta que el guardia la golpea y la romana se deja vapulear soltando el palum justo a tiempo para no agravar su caída con el peso extra.

Queda sentada de culo sobre la arena, no tenía intención de levantarse a buscar pelea, era mejor dejarlo correr pero Soenya sale disparada como una fiera... seguramente también le hubiera ofendido lo de "zorra rubia" y a sus recriminaciones no les faltaba razón. Realmente aquella guardias eran unos cobardes y estaban tratando de intimidarlas pero en verdad no podían tocarles un pelo sin una autoridad presente.

La romana se levanta despacio sacudiéndose la arena de las manos y se anuda bien la coleta al tiempo que unos espasmos ligeros acudían a sus muñecas y a su tobillo derecho, la situación podía caldearse y eso la ponía algo nerviosa.

-¿Atreverse? Vamos Soenya, para eso tendrían que ser hombres...dicen que sostienen Roma...Si están aquí es porque no valen para el ejército regular. Tu has visto más guerra que ellos, desde luego. No merece la pena.

El guardia ya estaba sonriendo y riendo con su compañero cuando tiro a la romana en su culo pero cuando llego la germana se puso de nuevo serio, incluso su amigo fue a apoyarlo colocandose junto a él.

"Mira quien viene cuando la nombras." dijo aunque luego te dejo  hablar quedandose en  su lugar firme y como debiaa un romano. Al parecer si era mas valiente de lo que Livia pensaba o estaba seguro  que él la tenia mas facil con las ordenes.

Cuando Soenya termino de hablar,  sin decir mucho le dio un escupitajo importante en la cara. Algo que parecia haber estado juntando mientras hablabas. "No nos olvidamos lo que le hiciste al nuestro, puta."

La germana se quedó impasible ante el escupitajo del guardia, limpiándoselo con el brazo para después salpicar al suelo con los restos de éste. 

- Patético... Y nosotras tampoco olvidamos lo que le hacéis a nuestros hermanos y hermanas... 

Seguía allí de pie, impasible, de espaldas a la romana y con los guardias al frente, protegiendo a su hermana.