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Turno 707. Asalto 5

Gelion, ante el nuevo cariz de los acontecimientos intentó mantener la calma. Dio unos pocos pasos hacia la derecha y se giró hacia su izquierda para no dar la espalda a los arqueros de ningún lado. Intentaba percibir dentro de lo que pudiese la presencia del enemigo.

Sintió pena por Arlan, no cabía duda de que iba a morir si seguía allí, pero intentar protegerle consiguiendo morir él en su lugar no era una idea aceptable. La verdad es que tenía problemas propios. Se preguntaba cuándo iban sus amigos a atacar la retaguardia de sus enemigos.

Había algo más que flechas en aquel lugar. La oscuridad era una enemiga más y él estaba cansado. Aquel podía ser el lugar de su muerte, pero el bosquimano apretó los dientes. No desistiría hasta que le dejasen sin aliento.

Todo esto discurrió en la mente del conjurador con la velocidad de un suspiro y una vez más se dio cuenta de que no podría sobrevivir sin confiarse a su arte. La varita estaba todavía en su mano y eso significaba que no era el momento de desesperar.

Se concentró. Estaba tan cansado...

Turno 707. Asalto 5

Las cosas no parecían pintar bien para ellos, como de costumbre. Con la sutil diferencia de que, al menos por el momento, Fréagulf no estaba en unas condiciones pésimas de salud, lleno de heridas y con la soga al cuello. La anterior vez que había luchado contra uno de los orientales lo había hecho de manera improvisada, sin ni siquiera ponerse los brazales. Ahora se sentía lleno de vida, con ansias de vengarse de lo sucedido apenas un par de días atrás cuando casi pierde la vida y, ahora sí, contaba con el equipo al completo, incluso su escudo para defenderse.

La sangre fluía a borbotones por las venas, llenas de energia, ni siquiera notó cuando la flecha le rozó cortando levemente su carne. Sin duda en frío aquella herida le dolería un poco, nada que no se pudiera solucionar con una gasa, pero en aquel momento ni la notó. Estaba caliente, el fervor típico de un combate a vida o muerte le embriagaba, donde un mal paso te puede costar la vida o otorgarte el ansiado triunfo. Con aquella emoción ardiendo en la sangre de un combatiente, este notaba como el tiempo parecía ralentizarse, de hecho el tiempo dejaba de tener importancia. Podrían transcurrir minutos o horas enteras hasta que el cansancio terminara el trabajo de la espada que parecería haber pasado el mismo espacio de tiempo en todos los combates, largos o cortos. El miedo se desvanecía, tal vez por la adrenalina que insuflaban todas sus arterias. El dolor también se extinguía, y el cansancio, uno solo siente que está vivo, y mientras eso dura, continúa combatiendo.

Pero a pesar de que el ailgratha se siente en unas condiciones optimas, la situación no es la más favorable, la suerte no acompañaba a su compañero, que con un par de malos cruces había terminado herido y por lo visto algo aturdido. Incluso lo habían derribado y yacía en el suelo como gato panza arriba defendiéndose a duras penas e intentando no ser alcanzado por una mala estocada que terminara con su vida.

Para colmo la oscuridad les había engullido de pronto y eso dificultaba la situación. Fréagulf tenía que actuar, y hacerlo con determinación para poder voltear la situación que de momento estaba cayendo de cara de los sagath. Primero lanzó un ataque flojo con su mano derecha manteniendo el escudo en alto con la izquierda para evitar descuidar su guardia, el ataque fue suficientemente flojo para que el sagath pensara que había errado en su ataque y se acercara al menos un paso hacía él. Pero Fréagulf había previsto aquello, solo era una finta y había guardado toda la fuerza para verdadero ataque, dio impulso a la espada con su cuerpo y con todo el movimiento del brazo, el tronco y las piernas y lanzó una estocada recta y directa al pecho del salvaje.

TURNO 707(5º Asalto):

Le dolía, le dolía horrores. Aquel hijo de puta le había roto el dedo, y le habría roto la mano entera, y el brazo si hubiese hecho falta, para que soltase lo que, pensaba, era suyo por jerarquía. Serthack, siempre Serthack, estúpido e idiota, con cuello de toro, espaldas de estibador de puerto y una cabeza más alto que todos los demás. Y, por si no fuera suficiente, con una cuadrilla de chupa pollas lamiéndole el culo a cada paso.

La había tenido entre sus manos, había sido suya, por encima de todos los demás, había sabido esperar a que los otros se desgastaran, se pelearan entre si y se fueran descartando ellos solos y, cuando vio que era el momento, se había lanzado a por la manta, convencido y resuelto, decidido a hacerse con aquel preciado trofeo.  Pero cuando ya había doblegado la resistencia de los últimos contendientes, a base de mordiscos, patadas y tirones de pelo, apareció él.

¿Cómo no lo había visto venir? En realidad el fallo había sido suyo, y solo suyo, por subestimar su codicia. Había pensado que a Serthack no le interesaría una simple manta, una manta que acababa de estar en contacto con el cuerpo de un hombre enfermo, envolviéndolo en sus últimos momentos. Pero como estaba intuyendo en aquel instante, y averiguó después, en diferentes etapas de su vida, la avaricia de los hombres, sobretodo los que ostentan el poder, no tiene límites.

Lo tuvo fácil, ni siquiera necesitó esforzarse. Sus lacayos lo cogieron por sorpresa y le forzaron a postrarse ante su jefe. Pero él aún tenía la manta. Le golpearon para que la soltara pero aguantó el castigo estoicamente, y aún tenía la manta. Le hicieron caer de bruces, y con su escuálido pero correoso cuerpo protegió su tesoro, por lo tanto aún poseía la manta. Entonces notó como un peso le oprimía la mano, primero suavemente pero a medida que pasaba el tiempo cada vez más intensamente. Notaba como los huesos le crujían pero no estaba dispuesto a dejarse vencer, no iba a soltar el objeto que marcaba la línea entre la vida y la muerte en el crudo invierno que se acercaba.

Intentó concentrarse, llevar sus pensamientos a otro lugar, lejos del dolor, pero no lo conseguía. Su mente estaba llenándose de aquella grave y profunda voz que le ordenaba soltar la manta. Más, más y más, cada vez más, resonando dentro de su cabeza mientras el dolor se intensificaba. Entonces oyó un "clack", no tanto con sus oídos como con cada fibra de su cuerpo e, instantes después, el dolor desapareció junto con la manta. Lo que no lo hizo fue aquella grave y profunda voz ordenándole que la soltara.

¿Cuánto tiempo había transcurrido? No lo sabía. Ni siquiera sabía como había llegado hasta allí, a su sitio, a su espacio. Estaba acurrucado, casi hecho un ovillo, tiritaba de frío y le dolía todo el cuerpo, especialmente la mano. No sentía el dedo, era como si hubiese desaparecido, esfumado, pero cuando se concentró en él e intentó moverlo, un latigazo de dolor le recorrió todo el espinazo. 

"Peor sería no sentir nada. Significa que, al menos, aún lo tengo pegado al cuerpo." - pensó aliviado. 

Sin embargo había notado algo raro, extraño. Su dedo había encontrado una resistencia extraña al movimiento. Levantó la mano y se fijó en el dedo. "Entablillado y vendado." - se extrañó. En aquel lugar nadie te curaba, nadie velaba por ti. Si caías enfermo, o tu cuerpo se recuperaba por sus medios o eras carne para buitres. Si alguien te hería lo más normal era que, aunque está no fuera mortal, murieras de hambre por no poder defender tu comida.

- "¿Por qué no le has dado lo que pedía? ¿Eres sordo? ¿Estúpido, tal vez?" - la vocecilla provenía justo de encima de su cabeza. Levantó la vista y vio una silueta enjuta, menuda, recortada en el alfeizar de la ventana por la que solía mirar las estrellas. 

- "La manta era mia, había logrado hacerme con ella." - respondió quejumbroso.

- "¿Tuya? ¿Dónde la tienes escondida? ¿Dentro de tu estúpido culo? No la veo en ningún lado." - la voz tenía un deje irónico. 

- "Serthack y sus perros me la quitaron." - masculló amargamente.

- "Lo vi, junto con tu cabezonería, y tu estupidez. También vi que eres valiente, aunque esa valentía casi te cuesta la vida. No sabes discernir cuando hay que pelear y cuando hay que retirarse para buscar una oportunidad mejor. Tienes que aprender a elegir tus peleas."

- " ¿Elegir mis peleas? ¿Quién eres?" - lo preguntó aún intuyendo la respuesta.

- "La pregunta no es esa. La pregunta es, ¿quieres recuperar la manta y vengarte de Serthack?"

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Tenía la boca pastosa, y la cabeza estaba a punto de estallar. Le habían jodido bien jodido. Una puta herida en la rodilla, una de las zonas más complicadas de curar. Sin embargo hubiese podido ser peor. En el suelo, de espaldas, era carne de cañón. Sin embargo había logrado superar aquel primer envite. Aunque había recibido un lanzazo se podía decir que había tenido suerte.

- "La suerte es una puta caprichosa." - le recordaba un fantasma venido del pasado. 

Tenía razón, como siempre. Tenía que hacer algo si no quería morir allí mismo como un perro.

- "¿Hülye, mit csinálsz? -A támadás egyik tiéd. Replega azt a küldetés egész fuck előtt."

No sabía si iba a funcionar. Ni siquiera sabía si las palabras brotarían de su boca, o si le oirían pero, al menos, esperaba despistar a los sagath lo suficiente como para dar tiempo a Fréagulf a quitarle el enemigo de encima.

Turno 707 (Asalto 5)

El enano maldecía para sus adentros, habían servido de tiro al pichón y estaban pagando las consecuencias. Un enano solo era peligroso en las distancias cortas y estaban realmente lejos de donde sus ataques podían hacer daño, así pues agarró firmemente el escudo para cubrirse de las flechas y moviéndose de árbol en árbol para tener la mayor cobertura posible tratando de no hacer ruido se puso en marcha para pillar a los arqueros por detrás.

Turno 707 

Oin meneó la cabeza de lado a lado apesadumbrado por la pérdida de tan buen jefe... Si Gallindum quería, Oin le concedería la paz como tantas veces había hecho en el campo de batalla con otros compañeros. Eso sí, se aseguraría de que Gallindum, tuviese sus armas en la mano. Ningún enano debe presentarse en los salones de Durin desarmado.

Miró de nuevo a los enemigos por un borde y al ver la oscuridad que reina en el claro, rápidamente, imita a Draupner y echa una carrera al siguiente árbol interponiendo el escudo entre él y los arqueros. 

Turno 707

Los sagath vieron como la oscuridad acrecentaba a su alrededor. Tan solo la luz de las antorchas ofrecia la necesaria luz.

- एक बहुत बूढ़ा आदमी, एकबहुत बूढ़ाआदमी - dijo uno de ellos, y de inmediato todos se adelantaron hacia las antorchas hasta colocarse en el centro del claro. Los cuatro soldados cubrian, ahora sin formar ese muro de escudos, a los tres arqueros.

Turno 707

Uno de los soldados, ahora enfrentado a Freagulf, no dudo en enzarzarse en singular pelea con su nuevo oponente, dejando al moribundo Coralak de lado.

El otro guerrero, continuaba intentando ensartar a Temudyin, que desde el suelo hacia lo posible por esquivar la punta de la lanza.

El arquero, que ya se habia retrasado un par de metros, disparo a bocajarro a Coralak, que malherido no podia si no intentar esquivar la flecha.

Turno 707

En el flanco izquierdo el arquero sagath no era capaz de apuntar, no sabia si disparaba a un arbol o a una persona, y preferia guardar sus proyectiles.

- एक बहुत बूढ़ा आदमी, एकबहुत बूढ़ाआदमी - dijo uno entonces y al unisono se movieron hacia la luz para reencontrarse con sus compañeros en un lugar donde las antorchas alumbraran.

RESOLUCION TURNO 707
Asalto 5

La cosa no iba bien para el tuerto. Su intento de ataque había dado con los huesos en el suelo y desde allí poca cosa podía hacer mas que recibir picaduras de la lanza del sagath que lo acosaba.

Tras la mele formada por Temudyin, desde el suelo; Freagulf y los dos soldados enemigos; salió una flecha despedida. El arquero que se encontraba a escasos dos metros hacia atrás, ya había sacado su flecha y apuntado hacia Coralak, contrincante que tenia mas cerca. Solto la saeta, que son fuerza golpeo la coraza sin atravesarla. El muchacho desorientado como estaba, se movio lo suficiente para que esta no lo golpeara de lleno. La flecha se partió al darse un panzazo con el metal de la armadura.

Un poco mas adelante Freagulf luchaba con fuerza desde el suelo, fuerza de espíritu, pues allí abajo no podía mas que rodas sobre si mismo para esquevar la temida lanza o usar la suya para interceptar la retaila de estocadas que le mandaba el oriental. Habia intentado sin éxito una treta, hablarle en su propio idioma haciéndose pasar un compañero. Pero no colaba, Temudyin había atacado primero y al hombre del este nada le importaba la raza, mataria a su propia madre si esta le atacara. Una, dos, tres lanzadas, cada una con mas picardia y fuerza que la anterior, escabullirse de la pica en alguna ocasión, en otras le rozo la carne, hasta que llego la cuarta, de nuevo la misma pierna, en la que se apoyaba para girarse, esta vez el muslo, atravesado limpiamente por la lanza, entrar y salir, dejando manar la sangre. Por suerte para Chaka no le había pillado ninguna arteria y a pesar de lo aparatoso de la herida, esta no era mortal. Dolorido desde el suelo veía su propia muerte, el dolor agudo contenido, no debía gritar, tenia que guardar sus fuerzas.

Junto al sagath, otro compañero del mismo, enzarzado en combate singular con el ailgratha. Un combate un tanto desigualado pues los orientales eran avezados guerreros, curtidos en muchas batallas y Freagulf tan solo un explorador. Pero no daría su brazo a torcer tan fácilmente. Entre ambos había toda una coreagrafia en la que la espada de freagulf golpeaba la armadura del soldado mientras su enemigo encontraba el escudo del ailgratha. Golpe tras golpe quedaban en tablas. La lanza consiguió golpear en mas de una ocasion en el brazo a Freagulf, asegurando unos buenos morados, pero sin abrir la carne pues el golpe era oblicuo. El oriental en cambio se llevo un recuerdo mas duradero, un tajo en el gemelo, que aunque no le incapacito para nada, pudo costarle la verticalidad. Otros golpes dieron contra la defensa de cuero endurecido al fuego que portaba el soldado, deteniendo esta el corte asegurado, debajo el dolor en forma de hematoma. Ambos intercambiaban buenos golpes en su particular baile.

Entonces fue cuando Coralak se desplomo, quedo de rodillas, sus pantalones ensangrentados, asi como su camisa, sangre que manaba bajo la coraza. A juzgar por las manchas era una herida importante que poco a poco se llevaba la vida del muchacho. Asi quedo, arrodillado, con una mano buscando la correa que lo liberaría de la coraza, quería hacer presión en la herida. En la derecha su espada en alto intentando evitar el golpe mortal. Tan ido estaba que ni sabia de quien se defendia.

RESOLUCION TURNO 707
Asalto 5

El  numenoreano tras consiguió su propisto y sumio los alrededores en una mezclanza de sombras y luces, donde acrecentaron las primeras y se atenuaron las segundas. Ahora, bien escondido en la maleza, lejos de la mirada del enemigo, volvia a prepararse. En su mente nombraba de nuevo a Tulkas, el Valar que su pueblo siempre había venerado desde tiempos inmemoriables. A él se encomendaba cuando tenia la necesidad de aumentar sus dotes para la caza, pues eso era lo que hacia Ilidan. Buscaba el siguilo necesario para cazar a los orientales, al igual que el Campeon lo hacia en los bosques con los venados. Silencio, acecho, acoso, precisión. Una imagen inventada de Tulkas, enorme, gigante, con su armadura brillante y su pesado mazo al hombro, ¿Cómo algo asi podía ser sigiloso y pasar desapercibido? Pues podía grande era su poder e Ilidan reclabamaba una infima parte de ese poder para si…

Herido como estaba, con su brazo en cabestrillo aguardaba entre las sombras. El enemigo, en lugar de continuar hacia delante, se estaba aproximando en line arecta a la luza que había en el claro. Buscaban reunirse con sus compañeros.

RESOLUCION TURNO 707
Asalto 5

Bolgo se había asustado, y con razón, no quería ser ensartado por uno de los arqueros. Se había escondido en un arbusto justo cuando la oscuridad creció, eso lo ayudo sobremanera. Al esconderse había dejado atrás su honda y ahora estaba, daga en mano, bien escondido. Pero sabia que si seguían hacia el no tendría escapatoria.

Decidio trepar a un árbol que quedaba a su espalda, pero antes recogería su honda aprovechando la oscuridad. Seguramente no seria detectado pero aun asi se dio toda la prisa posible. Salio a gatas, cogió la honda y volvio rápidamente para encaramarse al árbol. Su arma colgaba del cinto, la daga fue envainada y pronto ya estaba colgado de las ramas. No era difícil subir, pero la poca visibilidad y las prisas hicieron tropezar un par de veces al mediano hasta casi hacerle caer. No veía donde iba, desde abajo no divisaba ningua rama en la que permanecer sentado o al menos poder estar quieto. Según subia veía lo que tenia delante. Hasta que vio, un poco mas arriba una gruesa rama casi horizontal.

Gelion también sabia lo que se le venia encima. Si el arquero y los soldados llegaban hasta el estaría perdido. Se escondió tras el árbol, era fácil no ser descubierto entre las sombras que se cernian sobre el bosque. Una vez a salvo comenzó a invocar los poderes de la naturaleza que lo rodeaba, de los arboles, el agua, el viento… Palabras lejanas en su idioma natal, inteligible para los demas, poderoso para el. Todas las artes que aprendió de su maestro lo hizo en esa lengua, aunque después, lejos de su mentor, había aprendido otras en lenguas casi perdidas, lenguas elficas casi perdidas en la memoria. Susurraba muy bajo, casi en silencio, pasajes de textos aprendidos, invocaba la esencia de cuanto le rodeaba.

El enemigo, en lugar de continuar hacia delante, se estaba aproximando en line arecta a la luz que había en el claro. Buscaban reunirse con sus compañeros.

RESOLUCION TURNO 707
Asalto 5

Draupner primero, y Oin después, comenzaron a rodear el claro al aguardo de las sombras. Estas se hacían intensas mas alla de la luz que desprendían las antorchas. Caminaron entre malezas y troncos, pisotenando helechos y removiendo plantas. Los sagath los estaban escuchando, pero no podían verlos, sabían que los rodearían y pese a ello saltaron al centro, recolocando las antorchas. Ahora estaban los tres arqueros espalda con espalda, y alrededor suyo los cuatro soldados. Habian roto la formación, el muro de escudos había desaparecido para dar paso a cuatro columnas. Sabian que había enanos, y conocían la destreza de estos para con las armas y su buena visión en la oscuridad, su baza pasaba por no alejarse de la luz.

Los enanos avanzaron entre el bosque cuando el sonido de la pelea llamo su atención. Desde donde estaban pudieron ver lo que ocurria. Habia un grupo varios metros al este. Una mele de gente que luchaba entre si

Tras la mele formada por Temudyin, desde el suelo; Freagulf y dos soldados enemigos; salió una flecha despedida. El arquero que se encontraba a escasos dos metros hacia atrás, ya había sacado su flecha y apuntado hacia Coralak, contrincante que tenia mas cerca. Solto la saeta, que son fuerza golpeo la coraza sin atravesarla. El muchacho desorientado como estaba, se movio lo suficiente para que esta no lo golpeara de lleno. La flecha se partió al darse un panzazo con el metal de la armadura.

Un poco mas adelante Freagulf luchaba con fuerza desde el suelo, fuerza de espíritu, pues allí abajo no podía mas que rodas sobre si mismo para esquevar la temida lanza o usar la suya para interceptar la retaila de estocadas que le mandaba el oriental. Habia intentado sin éxito una treta, hablarle en su propio idioma haciéndose pasar un compañero. Pero no colaba, Temudyin había atacado primero y al hombre del este nada le importaba la raza, mataria a su propia madre si esta le atacara. Una, dos, tres lanzadas, cada una con mas picardia y fuerza que la anterior, escabullirse de la pica en alguna ocasión, en otras le rozo la carne, hasta que llego la cuarta, de nuevo la misma pierna, en la que se apoyaba para girarse, esta vez el muslo, atravesado limpiamente por la lanza, entrar y salir, dejando manar la sangre. Por suerte para Chaka no le había pillado ninguna arteria y a pesar de lo aparatoso de la herida, esta no era mortal. Dolorido desde el suelo veía su propia muerte, el dolor agudo contenido, no debía gritar, tenia que guardar sus fuerzas.

Junto al sagath, otro compañero del mismo, enzarzado en combate singular con el ailgratha. Un combate un tanto desigualado pues los orientales eran avezados guerreros, curtidos en muchas batallas y Freagulf tan solo un explorador. Pero no daría su brazo a torcer tan fácilmente. Entre ambos había toda una coreagrafia en la que la espada de freagulf golpeaba la armadura del soldado mientras su enemigo encontraba el escudo del ailgratha. Golpe tras golpe quedaban en tablas. La lanza consiguió golpear en mas de una ocasion en el brazo a Freagulf, asegurando unos buenos morados, pero sin abrir la carne pues el golpe era oblicuo. El oriental en cambio se llevo un recuerdo mas duradero, un tajo en el gemelo, que aunque no le incapacito para nada, pudo costarle la verticalidad. Otros golpes dieron contra la defensa de cuero endurecido al fuego que portaba el soldado, deteniendo esta el corte asegurado, debajo el dolor en forma de hematoma. Ambos intercambiaban buenos golpes en su particular baile.

Entonces fue cuando Coralak se desplomo, quedo de rodillas, sus pantalones ensangrentados, asi como su camisa, sangre que manaba bajo la coraza. A juzgar por las manchas era una herida importante que poco a poco se llevaba la vida del muchacho. Asi quedo, arrodillado, con una mano buscando la correa que lo liberaría de la coraza, quería hacer presión en la herida. En la derecha su espada en alto intentando evitar el golpe mortal. Tan ido estaba que ni sabia de quien se defendia.

Ahora los enanos, tras la visión de aquello debían de tomar una decisión. Cargar contra sus objetivos, o ayudar a los recién conocidos.

Turno 708, Asalto 6

El duro golpe de Fréagulf había surtido efecto, pero su rival no descansaba, sin duda esos guerreros estaban entrenados para luchar a muerte. A cambio se había llevado algún golpe que otro pero nada grave por el momento. La lucha seguía entre el ailgratha y el sagath, lanza contra espada y escudo.

El rohir alcanzaba a ver por el rabillo del ojo como su compañero se revolvía, sería preciso que recuperara la verticalidad pero tal como estaba poco podía hacer. Tras un par de estocadas contra su rival, Fréagulf también pudo ver que el otro compañero que luchaba junto a ellos caía de rodillas, lleno de heridas. Seguramente estuviera malherido y le quedase poco tiempo. Las cosas se ponían peor, de seguir así él también acompañaría en suerte a sus compañeros ya que no era un guerrero y poco más tiempo podría defenderse.

Sin embargo había alcanzado al rival, lo había hecho tambalearse, si lograba librarse rápido de él, con un golpe certero y agraciado tal vez. Si lo lograba... Entonces podría ayudar a Chaka y tal vez tuvieran una posibilidad.

Turno 708, Asalto 6

Bolgo trepaba de forma errática, en parte por la oscuridad que se había instalado a su alrededor y le impedía ver con nitidez las ramas en las que apoyarse y en parte por que sentía la necesidad de alcanzar la rama para poder ayudar de nuevo a sus compañeros.

- Vamos... vamos.. sube... sube... -se repetía vocalizando pero sin pronunciar ni una sola palabra.

Una rama ideal para su propósito surgió un poco por encima de él. La centró en su mirada y continuó ascendiendo, pero cuando estaba cerca de conseguirlo desvió su mirada hacia abajo. Resultó un error. El movimiento lo desequilibró y a punto estuvo de hacerlo caer.

Respiró aliviado cuando logró agarrarse de nuevo y afianzarse, y reanudó el ascenso.

- ¡Estúpido, estúpido! -se dijo lamentándose.

Aquel error le había costado tiempo y el tiempo en aquel momento podía significar la diferencia entre la vida y la muerte, si no para é, para alguno de sus compañeros.

Turno 708 (asalto 6)

El bosquimano se había escondido con éxito o al menos eso parecía.

El tiempo parecía discurrir con cuenta gotas entre eventos que discurrían con la celeridad del pensamiento.
Recordaba los Sagath lanzando las antorchas al claro y éstas cayendo perezosamente. Recordaba las flechas surcar rápido el espacio como el relámpago y los gritos de sus amigos que les siguieron se demoraban en el tiempo, aturdiéndole. Las piedras de la honda del perianat eran rápidas y contundentes como la risa de Tulkas.

Bolgo trepaba, buscando el cobijo de las hojas. A Gelion le pareció un error, si tenían que huir no podría hacerlo con facilidad. Pero, ¿ qué podía decirle sin descubrirse a sí mismo o a él ? Nada.

De modo que siguió murmurando su letanía. Un torrente de fuerza y sentimiento, de comunión con el entorno y con los valar, de donde salen todos los poderes. Cantaba una parte de la música de los primeros nacidos, cantaba con las roncas voces de los enanos y las chillonas de los hobbits, componía su parte de la canción de la creación. Casi podía sentir la voz de Eru Ilúvatar instándole a cantar, a crear y formar parte de la Media Tierra, a regocijarse y descubrirlo todo y todos una vez más.

Aquello no era el final, no podía serlo.

Turno 708 (Asalto 6)

Ante las nuevas circunstancias Draupner, sabiéndose fuera del alcance de los ataques de los enemigos del claro y viendo que sus otros compañeros estaban al parecer en clara desventaja, se fue hacia ellos para atacarles, haciéndole un pequeño gesto a Oín para que hiciera lo propio. Si actuaban rápido podían salvar aquella situación.

Tomó aire y fue con decisión a por ellos.

Turno 708. Asalto 6
 

Siguió orando en silencio, cuando llevaba unos pocos segundos comprendió que sus plegarias ya no serían mejor acogidas por Tulkas aunque estuviera más tiempo, por lo que apelándole que le prestará una pizca de su poder momentaneamente, el numenoreano pronunció mentalmente las últimas palabras de su oración.-...Conviérteme en el cazador sigiloso, una sombra mortal para mis enemigos.-

Luego, abrió los ojos, y al mirar comprobó que sus enemigos no se encontraban donde anteriormente, algo que simplemente había sentido como una visión cuando estaba orando, y que también le había mostrado la dirección hacia donde se habían dirigido, por lo que optó por posicionarse en un lugar ventajoso desde el que coger desprevenidos más tarde de forma más sencilla a sus rivales.

Ilidan se movió de forma silenciosa, ya que aunque sentía que sus suplicas habían sido escuchadas, no tenía la certeza absoluta, pues aquel poder le era desconocido y él podía escuchar tanto los ruido que producía como los del exterior. En su corto trayecto, vio la posición exacta de sus enemigos con sus propios ojos, tras ello sólo dio un paso más para esconderse apoyado de espaldas contra el tronco de un árbol con su espada corta lista para derramar sangre sagath.

Turno 708

Responde a la seña de Draupner, y confiando en que los del claro se queden ahí un rato, sigue a Draupner y carga sobre el Sagath. Lleva el escudo por delante y gira el martillo según avanza al trote.