Partida Rol por web

Turno 705

Uno de los guerreros sagath continuaba atacando a Coralak, mientras el otro defendia la posicion. Al ver a Temudyin lanzarse al ataque se preparo para clavar su lanza en el tuerto. No dejaria pasar a nadie, y tampoco herir a su compañero.

RESOLUCION TURNO 705
Asalto 3

Corlak aun se encontraba en plena lucha, aunque mas bien solo lograba detener con su armadura los golpes de su enemigo, de no ser por ella, estaría ya como un colador. La lanza del sagath iba y venia a toda prisa, golpeaba en las greba, en el pecho y no lograba hacer nada. Una de las estocadas encontró un hueco entre las partes móviles de la coraza y penetro por el pecho causando una herida por encima del corazón, no era mortal por suerte. En la siguiente lanzada, tras un movimiento seco, alcanzo el antebrazo derecho y abrió otra herida cuya sangre salpico al propio sagath, Corlak desorientado luchaba por no caer al suelo, no estaban yendo bien las cosas para el.

Temudyin, viendo tan atareado a ese enemigo, no dudo en lanzarse a por el. Su lanza atravesaría la carne y ni sabria lo que había ocurrido. Con un paso adelante lanzo la punta de su arma hacia el sagath, pero lamentablemente el pie de apoyo resbalo en la hierba humeda y cayo de bruces sin provocar daño alguno. El compañero del sagath, viéndolo allí tirado, no dudo en clavar su lanza en el tuerto. Levanto la vara punzante y la bajo a toda prisa. Temudyin en un rápido movimiento, aun desde el suelo y ayudado por su propia arma, logro desviar la mortal punta que se dirigía hacia sus costillas. Una y otra vez relepio de esa manera las lanzadas, rodando por el suelo, golpeando ambas lanzas para evitar el dolor.

Freagulf entretanto se había colocado en la posición que antes estaba Temudyin. No pretendía atacar. Escudo en alto se protegía de las posibles flechas, había escondido tanto la cabeza tras el, que no vio apenas lo que ocurria delante. Al no sentir el proyectil se asomo y entonces lo vio, vio a Chaka tirado en el suelo, saliendo indemne de todas las estocadas, sobreviviendo. El golpe lo había dejado algo desorientado, pero lo suficiente para mantenerse con vida.

El arquero sagath, que antes había disparado sobre Freagulf, cogía una flecha, la cargaba y tensaba la cuerda, apuntando detenidamente al ailgratha. La próxima no fallaría.

RESOLUCION TURNO 705
Asalto 3

Sangre fría era lo que Ilidan tenia. Estaba viendo como Bolgo iba a ser victima de un arquero. Pero también sabia que no podía correr riesgos, que lanzar el hechizo en ese momento podría traer graves consecuencias para el mismo. No, debía continuar con sus plegarias hasta conseguir ser escuchado. La flecha salió rauda, cortando el viento en dirección al hobbit. Ilidan no vio si le daba o no, estaba completamente concetrado, absorto en sus palabras, habladas en su lengua materna, tal y como se las enseñaron.

Poco a poco notaba como la gracia de Tulkas lo invadía, el Guerrero lo escuchaba, le daba su apoyo, pronto podría conseguir el propósito que desaba. Empapar con un manto de oscuridad el bosque, dar una ventaja a los enanos, tener alguna posibilidad.

RESOLUCION TURNO 705
Asalto 3

Los arqueros se tomarian su tiempo, cargarían y esta vez apuntarían de verdad. Los enanos tendrían que estarse muy quietos en sus escondrijos para no ser alcanzados. Los guerreros intentaban estar muy juntos, con sus escudos formando una impenetrable muralla. Sin embargo Bolgo, desde donde se escondia, veía como alguno se movia de cuando en cuandobuscando a los enanos en la oscuridad, mas alla de las hogueras. El hobbit, decidido, dejo escapar la piedra una vez mas, imprimiéndole una fuerza extra en la ultima vuelta. La piedra fue justo donde desaba, atravesó la muralla de escudos y golpeo a su objetivo (#3). El arquero, dolorido cayo al suelo de inmediato. La piedra le había dado en plena rodilla y a juzgar por el grito de lamento, le había hecho mucho daño. Desde el suelo, tras los guerreros se oian lamentos apagados en un intento de no ser escuchados. El arco cayo a un lado, y la flecha que había sacado para cargar su arco, cayo muerta a sus pies. El bueno de Bolgo no dejaría ni uno sano para los enanos.

Gelion a su lado continuaba en trance. Estaba completamente abstraído, murmurando viejos textos, atrayendo la fuerza de los arboles, las rocas y el rocio hacia si. Aun estando en ese estado, sabia bien lo que ocurria a su alrededor, podía sentir la agonia de Gallindum, el dolor de los sagath, y la cara de satisfacción del mediano. Pronto estaría listo.

Oin y Draupner permanecían ocultos, habían visto la calidad excelente de los arqueros sagath. Probablemente los guerreros fuesen también notables, y el hecho de estar parapetando a los arqueros, a la defensiva, los convertía en un escollo difícil de salvar. Si alguno se acercara al muro de escudos, veria como varias lanzas lo atravesaban. Decidieron esperar, al fin y al cabo, Coralak estaría cerca, esperando el momento propicio para esperar, y Freagulf y Temudyin debían estar rodeándolos. Pronto todos juntos caerían sobre ellos.

Ahora un solo arquero tenia la flecha perparada para lanzar, apuntaba al bosque, pobre del primero en salir de el.

Turno 706

Bolgo, tras lanzar su piedra escucho un silvido que provenia de su izquierda. Se giro y fue cuando vio como una flecha le pasaba cerca, estrellandose tras el en un arbol. De no haberse movido inconscientemente le habrian dado.

Levanto la cabeza y vio algo espantoso. Dos guerreros cubrian a escasos metros a un arquero. Este ultimo preparaba ya su siguiente flecha. Los habian rodeado.

Turno 706. Asalto 4.

La piedra atravesó el aire con un familiar zumbido que llegó una vez más acompañado por un lamento. Bolgo no alcanzó a ver cómo el proyectil había hecho blanco, pero sí escuchó el fuerte impacto, el grito y la caída de un cuerpo al suelo. Sintió una cruel satisfacción al imaginar el daño que le había provocado a aquel oriental. Podían matarlo en aquel combate, pero antes causaría todo el daño que le fuera posible.

No se entretuvo rebozándose en su propio éxito y cargó una nueva piedra en la honda. Cogió la primera que alcanzaron sus dedos, pero le sorprendió la suavidad de su tacto y la perfecta forma de sus curvas. Le dio buena sensación.

- Vamos, pequeña. Imita a tus hermanas y ataca a esos desgraciados -le susurró mientras la colocaba en el cuero.

Ya elevaba el brazo dispuesto a agitar su honda cuando una flecha pasó rozando su rostro hasta clavarse en el árbol. Horrorizado vio como dos guerreros y un arquero se acercaban por su izquierda dispuestos a ensartarlos con una de sus flechas. Sin pensárselo dos veces lanzó la piedra contra el arquero sin apuntar siquiera y saltó hacia un lado hasta colarse entre los arbustos mientras gritaba.

- ¡NOS HAN RODEADO!

Inconscientemente apoyó la honda en el suelo y extrajo su daga mientras permanecía oculto entre los arbustos.

Turno 706. Asalto 4

Gelion se dispuso a desencadenar su magia. No había tenido tiempo de prepararla de modo adecuado pero a fin de cuentas la situación era desesperada. Se encontraba cansado, todo el tiempo huyendo y sin dormir. Aquello estaba empezando a afectarle seriamente. Se forzó todo lo que pudo para no fallar. La tensión era superior a sí mismo. Quería haber podido preparar más tiempo su arte pero tuvo que lanzarla en aquel momento.

La dejó ir, la soltó, como quien suspira, un leve ataque desesperado. Se preguntaba si tendría algún efecto.

Algo decía Bolgo el perianat a su lado murmuraba.

¡ NOS HAN RODEADO !

Gritó Bolgo

Gelion se giró buscando al enemigo. La situación se volvía desesperada.

Turno 706, Asalto 4

Ahora Ilidan si que sentía que verdaderamente sus plegarias eran escuchadas, por lo que lleno de confianza se dispuso a pronunciar entre susurros aquellas últimas palabras que le habían enseñado, aquellas que realmente tenían el poder para hacer cosas asombrosas, y que a la vez eran un preludio del efecto que se iba a producir.- Tulkas, envuelvenos con tu oscuro manto.- Después toco el árbol más cercano, abrió los ojos, y comprobó como la oscuridad empezaba a envolver los alrededores.

Aquello les daría una ventaja a los enanos, que veían mucho mejor que los humanos en la penumbra, aunque ahora no pudieran aplicar esta por las antorchas de los sagath. Y también se la otorgaría a todos aquellos compañeros suyos que como él quisieran seguir ocultando su posición.

El numenoreano se sintió más cerca que nunca de "El Guerrero", aquello le dio más confianza en intentar una plegaria de la que nunca le había obtenido respuesta alguna. Una que si salía bien silenciaría la mayoría de sus movimientos, lo que unido a la la nueva oscuridad que había apelado, podría convertirlo, aun a pesar de su estado, en una sombra mortífera que acechará entre sus enemigos, infundiéndoles temor.

TURNO 706(4º Asalto):

"Las estrellas...." - preciosas estrellas en las noches gélidas del Hithui oriental. Aquellos meses de otoño, especialmente el central, eran los peores. El calor sofocante producido por los cálidos vientos procedentes del poniente y que transformaban el ambiente en una especie de lago surcado por las ondulaciones producidas por el chapotear de una feliz rana cuando el sol se encontraba en su zenit daba paso a unas crudas noches en las que podían llegar a congelarse los charcos que siempre perlaban el patio de la que era su casa en aquel momento.

Porque nunca había conocido otra casa o, por lo menos, su joven memoria no guardaba imagen de ningún lugar al que pudiese llamar hogar salvo aquel. Su primer recuerdo ya tenía como telón de fondo aquel mismo escenario desde donde observaba las estrellas, sus únicas amigas, compañeras silenciosas. Era un recuerdo en el que se veían involucrados  varios de sus sentidos: el oído, saturado de lo que ahora sabía eran los llantos de decenas de niños, casi recién nacidos, a los que estuvo acompañando durante días enteros con toda la fuerza que le permitían sus pequeños y poco desarrollados pulmones. El olfato; sudor, heces y orines, leche agria y levadura rancia y el olor de lo que al final acabaría reconociendo como la más profunda de las desesperaciones. El tacto de un viejo saco de arpillera, que le producía erupciones en su fina piel pero que era lo único que lo mantenía caliente en momentos de necesidad. Gusto; el sabor de lo que querían ser unas gachas pero no alcanzaban el estatus de vomito de camello y que su estómago aprendió a aceptar con la mayor de las ansias cuando se acercaba la hora en la que una malcarada mujer de arrugas profundas y piel quemada, dientes podridos y mueca de hartazgo, las embutía con una cuchara de madera en su pequeña boca, aún sin dientes para masticar, con la delicadeza de un carnicero sacándole las tripas a un cordero. 

Porque eso es lo que estuvo viendo durante mucho tiempo: aquella mujer, sin nombre, que jamás se rió, jamás lo acarició, ni a él ni a ninguno de los que tenía bajo su tutela, y las estrellas, sus únicas amigas, compañeras silenciosas.

- "¡Cof, cof, coff!" - "Estornuda de nuevo" - Con muchas más dificultades que la última vez, casi estertores de moribundo. "No va a pasar la noche." - pensó - "Otro más." 

Lo conocía, en sus pensamientos siempre había estado allí. Después vinieron otros y, seguramente, antes también los hubo. Porque los había de diferentes edades, y razas. Pero aquel que estornudaba y, con ello, rompía el silencio de la noche, era de su misma edad y llegó junto con él. Se podría pensar que aquellas coincidencias habían creado un vínculo afectivo que iba mucho más allá del simple compartir el mismo espacio en un tiempo determinado, pero no era así. No sentía nada por aquel muchacho, ningún sentimiento aparte de alivio, alivio por no ser él quien se encontraba en aquella situación.

El moribundo tosió de nuevo. Se acercaba el momento. Se incorporó un poco, apoyando su espalda en la fría piedra de la pared. Un escalofrío recorrió su cuerpo, un escalofrío que activó sus sentidos e hizo que su mente se centrara en lo que iba a venir. Sus inquisitivos ojos llegaban a intuir lo que escondían  las sombras que lo rodeaban y en las que centelleaban dos decenas de pares de ojos, unos ojos que desprendían el brillo de la codicia.

Pero no tenía miedo, hacía tiempo que lo había desterrado de su ser. Era una de las primeras lecciones que aprendió e su lucha por sobrevivir en aquel lugar. Esa y la que estaba a punto de llevar a cabo: las posesiones de un muerto pueden marcar la diferencia entre vivir o acompañar al muerto unos días después. Y aquella manta en la que este estaba enrollado el futuro difunto representaba su tabla de salvación para poder sobrevivir al crudo invierno que se acercaba. 

De pronto el silencio más absoluto lo envolvió todo. No más estornudos, no más silbidos de respiración, ni siquiera inhalaciones desesperadas de aire que ya no puede ayudar a demorar lo inevitable. El muchacho acababa de morir dejando tras de si una carcasa inanimada que serviría de alimento a los buitres y una preciada posesión: una manta que heredaría el más fuerte, el más rápido o el más astuto. Nada, ni siquiera dos docenas de ojos avariciosos que pensaban lo mismo que él, iba a detenerle. 

Mientras empezaba a moverse en dirección al cadáver unos discretos testigos lo observaban desde el pristino cielo del oriente: las estrellas, sus únicas amigas, compañeras silenciosas.

Turno 706

El arquero no dudo un instante, habia fallado su tiro, y apresuradamente se disponia a lanzar una nueva flecha. Con rapidez cogio una, la coloco en la cuerda y solto. No se habia tomado la molestia en apuntar, tenia a dos a tiro, y si fallaba podria incluso dar al que estaba junto al mediano (Gelion).

Los guerreros cubrian bien al arquero, no habia un peligro inminente, pero aun asi no se adelantaron, sabian que si seguian esa tactica conseguirian su proposito

Turno 706

El arquero se habia tomado su tiempo, conteniendo la respiracion dejo escapar la cuerda, impulsando con fuerza la mortifera saeta. Lo hizo hacia Freagulf, que algo mas retrasado ya se encaminaba hacia la lucha.

Por su parte el lancero seguia intentando ensartar a un Temudyin desorientado, no lo tendria dificil estado el tuerto caido en el suelo.

El segundo guerrero continuaba enviando su lanza contra Coralak, su armadura lo estaba salvando de ser mortalmente herido, pero cada vez tenia mas heridas sangrantes por brazos y piernas.

La formacion estaba rota.

Turno 706

El ailgratha debia actuar. Temudyin estaba en el suelo, intentando esquivar las continuas lanzadas de su contrincante. Coralak aguantaba como podia y el arquero no dejaria de lanzar flechas.

Corriendo, escudo en alto y arma bien sujeta, fue directo hacia el oriental que atacaba a Coralak. Estaba de espaldas y seria un blanco facil, despues podria ocuparse del resto. Temudyin tenia que aguantar.

Turno 706

Los sagath estaban mermados. Tres de los cuatro arqueros habian sufrido heridas graves, incluso uno de ellos la muerte. necesitaban reestructurarse. Tras cuchichear algo en su idioma, el arquero que tenia el brazo inutilizado (#1), envaino el escudo y le cambio el puesto al guerrero que tenia delante (#4). de ese modo volvian a tener dos arqueros, protegidos por cuatro soldados. Eso si, solo contaban con tres lanzas.

RESOLUCION TURNO 706
Asalto 4

La formación se había roto, los sagath ya no se dedicaban solo a cubrir al arquero. La actuación de Coralak por sorpresa había desencadenado un ataque frontal por parte de Temudyin y Freagulf.

El arquero, que se había tomado su tiempo para apuntar, disparo hacia Freagulf, que ya corria en pos de la lucha. Corrio oblicuamente hacia la izquierda por lo que tenia que moverse un poco revirado con el fin de protegerse con el escudo. Esa posición era incomoda, pero al menos efectiva. O eso pensaba el ailgratha. La flecha salió despedida exactamente donde el sagath quería. Buscaba la única parte desprotegida, la pierna de atrás, la derecha, que cuando avanzaba se quedaba retrasada. Alli fue donde la flecha rozo la pierna, lo hizo levemente, abriendo una pequeña raja que mancho el pantalón, por suerte no era grave.

Temudyin luchaba desde el suelo, intentando no ser ensartado por la lanza del sagath. Este se esmeraba pero el tuerto no hacia mas que esquivar o desviar cada lanzada. Pero entonces una de ellas alcanzo a Temudyin. Se giro para esquivar y al hacerlo su pierna izquierda fue alcanzada. La lanza entro y salió rápidamente desgarrando ligamentos y abriendo un bonito agujero en el muslo. La herida al menos no le provoco ninguna hemorragia, pero el dolor era terrible.

El otro sagath se estaba cebando en Coralak. Su armadura lo estaba salvando, recibia golpe tras golpe y solo alguno alcanzaba la carne. La coraza se abollaba, incluso en alguna parte se perforo. Uno de los lances dio con la punta del arma en la unión del peto con el brazal, entrando profundamente. Coralak cayo entonces al suelo entre un apagado grito de dolor. La sangre brotaba bajo la armadura empapando la camisola. Estaba al borde de la muerte, caído y sin nada que poder hacer.

Freagulf llego tarde, justo después de asestar el golpe que tumbo al muchacho, el ailgratha lanzo su espada contra la espalda del sagath. Este, que se había dado la vuelta justo a tiempo, intento esquivarlo sin conseguirlo. Un profundo corte en el brazo del oriental comenzó a sangrar cuando la espada fue retirada, un segundo golpe dio en la armadura de lleno y otros esquivados. El sagath desfalleció por momentos, casi cae de espaldas, pero se rehízo, coloco el escudo frente a el y se preparo para resistir el siguiente asalto. De su brazo manaba un generoso hilo de sangre.

Una voz de alarma se escucho alta y clara. La voz del hobbit se elevo entre los gemidos y gritos de la pelea, anunciaba que estaban siendo rodeados.

El arquero ya sacaba una nueva flecha mientras se retrasaba un par de metros. De repente se hizo la oscuridad. La poca luz que daban las estrellas desapareció, todo se sumio en las sombras. La luz desaparecia ocultándolo todo. Los luchadores estaban tan cerca que lograban verse, podían seguir a duras penas.

RESOLUCION TURNO 706
Asalto 4

Ilidan sintió como era escuchado. Tulkas, el campeón de los valar, le otorgaba todo aquello que pedia, su gracia llego tenue, pero esperanzadora. Ilidan puso la mano sobre si mismo, ese seria el origen de las tinieblas. Desde su propio cuerpo la oscuridad fue ganando la batalla a la luz en casi todas partes. Fue rápidamente inundando todo, acrecentando las sombras, ocultando objetos. Habia logrado su propósito, ya apenas se veía lejos de una buena fuente de luz, haciendo difícil incluso el avance por entre los arboles.

El arquero sagath, sin embargo, solto de igual modo su flecha. Esta salió disparada de inmediato mientras se perdia en la oscuridad. No supieron donde cayo, pero a juzgar por el sonido, debió clavarse en algún árbol.

Una voz de alarma se escucho alta y clara. La voz del hobbit se elevo entre los gemidos y gritos de la pelea, anunciaba que estaban siendo rodeados.

RESOLUCION TURNO 706
Asalto 4

Gelion al fin, tras haber logrado atraído la fuerza vital de la naturaleza hacia si mismo, estaba preparado. Con una mano hacia delante, señalando a los guerreros, pronuncio unas palabras inteligibles para muchos, mientras entornaba los ojos. Al otro lado, entre las filas de guerreros sagath, uno de ellos comenzó a adormecerse un poco. Rapidamente el lancero sacudió la cabeza y golpeo varias veces contra el suelo su pierna, enseguida se espabilo. Gelion no había tenido éxito, el sagath había podido resistirse.

Bolgo vio como una flecha se perdia muy cerca de el. Se clavo en un árbol justo cuando algo extraño ocurria. La oscuridad se acrecentó allí donde no llegaban las luces de las antorchas. La oscuridad ganaba la lucha a la luz y la poca claridad que emitían las estrellas se fue apagando. Bolgo solo su honda a toda prisa mientras lanzaba una piedra al vacio, en un intento de dar al arquero. Lo hacia mientras se tiraba hacia el seto que tenia delante, buscaba esconderse. Por supuesto el tiro fallo. Se quedo sin honda, pero al menos quedo tras el arbusto. La osucridad hizo el resto. Practicamente no se veía nada fuera del claro, donde las antorchas aun alumbraban.

El combate se ralentizo. Unos no podían correr el riesgo de ser alcanzados por las flechas sagath. Mientras, los orientales se reubicaban. Sabian que los arqueros eran importantes y por tanto dejaron que uno de los guerreros cogiese el arco de un compañero, mientras este, que tenia el brazo dañado, embrazaba el escudo para la defensa. Ahora dos arqueros preparados detrás y cuatro soldados delante, se hacían fuertes. Tenian un punto débil, y era que el segundo soldado solo tenia el escudo, no podía sostener arma alguna, además no debía estar en plenas facultades, el dolor lo estaba torturando.

Draupner, Oin y Dwalin esperaban ocultos entre los arboles. Arlan no podía moverse, se tiro al suelo y comenzó a arrastrarse sobre sus posaderas haca atrás, manteniendo el escudo delante suya. Nada podía hacer por un agonizante Gallindum salvo hacerle caso y huir de allí.

Turno 707. Asalto 5

Bolgo se había librado por poco de la última flecha que le habían disparado. De pronto la oscuridad lo inundó todo. Por un momento, el mediano pensó que quizá le habían alcanzado y sin haberlo notado perdía el conocimiento, pero pronto salió de su error. Echó una ojeada alrededor. No había mucha escapatoria, y de hecho, Bolgo no quería escapar. Solo darle tiempo a sus amigos. Estaba escondido en la base de un árbol. Lo acariciaba mientras pensaba cual sería su siguiente paso hasta que tuvo una idea.

Con todo el sigilo que pudo, comenzó a trepar por el árbol. Debía alcanzar las ramas que quedaban por encima de la cabeza de los sagath antes de que lo vieran. El peso del saco de piedras dificultó su escalada. Probablemente su vida dependía de que ascendiera rápido y en silencio.

Turno 707. Asalto 5
 

Ilidan volvió a cerrar los ojos; total, ya conocía la posición de los enemigos y parecía que estos no iban a moverse por un rato; y se dejo llevar de nuevo por aquella sensación de calma.

Se concentró de nuevo en el principio de la plegaria, en aquella parte común que intentaba apelar a que, en su caso Tulkas, le escuchará, para luego pasar a la parte en el que le pedía el efecto milagroso en sí en forma de súplica ante su grandeza.