Partida Rol por web

-Wynna, despierta- le susurraba a la chica mientras la removía en bajo su manta. Hacía sólo una hora, quizás menos, que se había echado a descansar, y estaba sumida en un profundo sueño. Pero Falenthal había notado los ecos de pisadas apresuradas en la tierra, creados por botas muy pesadas. Botas de enano, sin duda, y empujadas por un gran apremio que no acertaba a identificar.

Wynna tardó pocos segundos en despertar y alzarse, aunque su cara reflejaba que necesitaba el descanso que se le había negado.

-Los enanos -dijo el elfo escuetamente-. Dejaron aquí sus cosas, pero no se quedaron. Algo los obligó a moverse. No sé si tuvieron que huir, o si vieron u oyeron algo que los atrajo. Pero si es la primera opción, no quiero que nos coja dormidos esta noche. Deberíamos explorar nuestros alrededores, buscar huellas o señales, antes de descansar.

Mientras la joven se preparaba, Falenthal se dio cuenta que la situación no era muy favorable para ellos:

-Yo me manejo bien en el Bosque Negro, pero estas ciénagas son como un libro cerrado para mis escasas habilidades de exterior. Tú has demostrado tener más capacidad, pero es de noche y tus sentidos casi están cerrados. Será mejor que vayamos juntos, sin separarnos, y trataremos de hacerlo lo mejor posible. Yo buscaré alguna huella de por dónde pueden haber ido los enanos.

Por el corto momento en que el elfo contó como su pueblo se fue alejando debido a la maldad en el bosque, Griffo se sintió como cuando era un niño escuchando las historias de su abuelo. En alguna que otra, su abuelo emprendía búsquedas en donde compartía fogatas con elfos música mediante o incluso realizaba viajes con ellos debido a su simpatía. Un poco para escuchar más historias y otro poco porque parecía que se acercaban al paradero de los enanos, Griffo decidió acercarse cuidadosamente manteniéndose escondido.

Griffo se escurrió entre las sombras como si fuera parte de ellas, estaba tan cerca del elfo y la joven que parecía uno más del grupo pero ellos no lo notaban a él.

Empezáis aescudriñar en la oscuridad cerca de la orilla, a los pies de un árbol.

De pronto en el murmullo del arroyo se cuela un silbo a vuestra espalda, una melodía sin duda -fiiiiiiifooooo fiuuuuuuu. Os miráis perplejos y confundidos, de hecho no sabéis si queréis volveros hacia la parte del bosque de donde proviene el silbo que suena incluso guasón, pero lo hacéis finalmente...

Véis cómo en el borde del claro, no más alto que la hierbas altas un hobbit os saluda entre retador y amigable:

-Disculpad la intromisión y las horas pero me temo que ya va siendo hora de que me presente -dice con cierta sorna-. No quisiera molestar pero parece que seguimos el mismo camino... (sigue sr. tuk)

La mañana os asalta sorprendidos en el claro por tan célebre visita...

-Permitanme presentarme, mi nombre es Grifferios Tuk, de los Tuk de la cuaderna del... Bueno, no importa, ni siquiera deben conocer La Comarca, como les dije mi nombre es Grifferios, pero prefieron Griffo, más corto, conciso, más fácil de rimar y por alguna razón suena a águila o a león, o a ambos- comenzó a parlotear el hobbit ante la mirada atónita del elfo y la humana- Pero qué modales los míos, ni siquiera los dejo hablar, a ver déjenme adivinar... estoy seguro que su nombre joven dama es Wym, Wam... Wynna, Wynna Fostarr, si Wynna Fostarr! Encantado- besando su mano más bufonescamente que caballerosamente- Y usted mi señor elfo, estoy seguro que su nombre es Fali... Falu... Falo... perdón, mis disculpas... Falenthal, Falenthal Linduin!- hace una reverencia digna de un campesino- No se impresione señor elfo, no solo ustedes poseen magia adivinatorio, nosotros los hobbits poseen poderes mágicos antiguos- dice mientras mueve las manos- Nah, solo es una pequeña broma, escuché sus nombres en el campamento de los pescadores durante la fogata, jejeje. Me dormí y no pude presentarme allí, por lo que los seguí todo el trayecto, luego les contaré mis hazañas en este periplo arduo y difícil. ¡Oh, esa es una capa élfica!- cambió de tema y comenzó a revisar la capa de un Falenthal anonadado por la actitud del mediano- mi abuelo me contó mucho sobre ellas, siempre quise tener una,aunque la suya podría servir para tres o cuatro Griffos, jeje. Por cierto, es usted un gran narrador de historias, quizás algún día podamos intercambiar algunas, aunque yo no tenga muchas, jeje, pero puedo pedir prestadas de las de mi abuelo. Bueno, hablando un poco menos jocosamente- cambió aun tono más serio y se despegó de las ropas del elfo- Los seguí porque tengo entendido que buscaban unos enanos perdidos y tengo gran interés por conocerlos yo también, mi abuelo me habló muy bien de ellos y puede que quieran hacer negocios con un talentoso hobbit como yo, ¿habría un pequeño lugar para este pequeño hobbit en esta pequeña compañía para esta pequeña búsqueda de pequeños enanos? Más bien, pequeños y gordos enanos.

-Err... bueno, señor Tuk. Encantado de conocerle entonces. -el elfo no sabía muy bien qué pensar de la situación, ni cómo reaccionar. 

Por un momento le pareció estar presentándose en una taberna, tranquilamente sentados junto a un fuego, en vez de en medio de unas ciénagas purulentas y sombrías. Había oído algunos comentarios sobre el tal Bilbo, el único Periannath que algunos de su pueblo habían podido conocer, y la dialéctica de este pequeño Mediano superaba con creces lo que se había imaginado sobre los de su raza.

A pesar de reconocer que los había estado siguiendo durante un tiempo, el pequeño hombrecillo no parecía peligroso, y sonaba totalmente sincero. Cualquier ayuda, además, sería bienvenida en ese lugar, y quizás pudieran apoyarse mutuamente.

- Pues verá, maese Griffo. Tenemos la confirmación que los enanos pasaron por aquí, pero también sabemos que no se quedaron mucho tiempo y abandonaron el campamento. Quizás pueda usted ayudarnos a encontrar algún rastro, entre los objetos abandonados o en los alrededores, sobre la suerte de esos enanos. Mientras antes nos pongamos en marcha, antes podremos salir de aquí.

Con la ayuda de su nuevo compañero, el grupo se puso a buscar alguna pista en el campamento, antes de aventurarse por los alrededores. Falenthal era consciente que su capacidad para detectar cosas extrañas siempre había sido pésima. Si no tenía un golpe de suerte y se tropezaba con algo por casualidad, difícilmente encontraría algo que se hubiera escapado a sus compañeros.

Entre la perplejidad y la curiosidad, observo a este personaje que se nos acaba de presentar. Su historia me parece, cuanto menos, curiosa, y no puedo dejar de admirar el hecho de que nos pueda haber seguido sin que nos hubiésemos dado cuenta y sin que apenas haya sufrido percances. Sin duda, tenerle como compañero en esta empresa va a resultar muy beneficioso.

- Te saludo, maese Griffo. No necesito, entonces, presentarme, pues veo que ya conoces mi nombre. - y con una leve sonrisa, hago una ligera inclinación de cabeza a modo de saludo.

Tras escuchar que él también anda interesado en encontrar a los enanos, colaboro en la búsqueda de cualquier rastro que nos pueda servir...

Ya sabéis que los enanos pararon aquí por un breve espacio de tiempo y que se fueron "Pero ¿a dónde? ¿En qué dirección?".

Escudriñando en torno al tronco el sagaz tuk se queda meditando un momento "¿Dónde escondería yo algo si pasara por aquí? O mejor ¿Dónde me escondería yo si me tuviera que esconder ahora mismo?"

Le viene una idea -Je je sí señor- se dice Tuk así mismo, mientras se encamina hasta un tronco podrido que yace tumbado unos metrós mmás allá.

mete la mano por la boca de tronco hueco y extrae una caja oculta, un pequeño estuche de marfil, con imágenes intrincadamente talladas de pájaros de aspecto régio: Las grandes Águilas de las Montañas Nubladas.

-¡Acercaos compañeros! ¡Rápido!

La caja contiene un pergamino escrito  e iluminado, la carta del Rey Dain al Rey de las Águilas. La carta está rodeada y atada con un fino collar de hilo de oro trenzado, que aguanta una magnífica piedra preciosa del color de la nieve y del tamaño de un puño pequeño.

Tuk abre la caja despacio y la luz circundante del alba es recogida y multiplicada por las incontables facetas de la joya: parece que la caja brilla con luz propia.

-¡OOooh! -se le escapa a Wyna-. Es el regalo de un rey a otro, sin duda. Debe de proceder del botín de Smaug.

La malignidad del dragón subsiste en la piedra y el reflejo de la codicia hace que vuestros ojos brillen como cristales también.

(TODOS UNA PRUEBA DE CORRUPCIÓN no 16)

El pequeño Griffo se hizo valer nada más aparecer en la expedición. No tardó más que unos minutos en encontrar algo allí donde Wynna y el elfo no habían sido capaces de ver nada.

Se acercó a ver la cajita que sostenía en su diminuta mano: era preciosa, tallada y decorada por manos de gran habilidad. 

Tanto el mediano como Wynna fueron sacando su contenido, esperando encontrar alguna pista... hasta que quedó al descubierto un brillo como una estrella de Elbereth. ¡Qué fulgor era ese, que parecía caído del propio cielo! No cabía duda que tamaña gema era un regalo, pero Falenthal pensó que sólo uno de los Primeros Nacidos sería capaz de apreciarla en todo su esplendor. Era un malgasto que estuviera en manos de unos enanos, y fuera dirigida a unos pájaros...

Griffo cerró la tapa de repente, y el hechizo atrayente de la piedra desapareció. Aunque Falenthal notaba un cierto resquemor en su interior todavía.

Trató de centrarse nuevamente en lo que estaban haciendo. Era cierto que recuperar la caja y su contenido había sido todo un logro, pero aún caían más preguntas sobre el destino de los enanos: ¿por qué la habían dejado ahí? Además, estaba escondida a propósito. ¿Habían detectado algún peligro y la habían guardado antes de correr ningún riesgo? ¿Y si los enanos no habían vuelto a por tamaño tesoro, dónde estaban? ¿Seguirían vivos? 

Algo temían los enanos, y lo que les hubiera pasado, no había pasado lejos de ese campamento (no se habrían alejado mucho dejando la caja ahí). En algún lugar, en los alrededores cercanos, debía haber algo que quizás los estaba observando ahora mismo.

Falenthal afinó sus oídos...

Era el primer tesoro verdadero que encontraba, había seguido por todo el bosque a un elfo sin que lo notara, superado los peligros del río y encontrado una pista del paradero de los enanos, había comenzado bien su primer aventura.

Al abrir la caja, un brillo lo encandiló y maravillado se quedó por lo que sintió una eternidad tan sólo unos segundos. Se despaviló y creyó que algo quería meterse en su mente, una idea egoísta quería colarse en sus pensamientos. Pero no pudo, el hobbit siguió tan inocente como antes, pero no quiso tentar las probabilidades y cerró la caja. Tal vez los enanos podrían tratar mejor con esa joya.

En ese momento el elfo pareció oír algo.

Ante mi sorpresa, observo como Griffo aparece de entre los arbustos llamándonos para que veamos lo que ha encontrado dentro de un tronco. Se trata de una caja de buena manufactura, y dentro hay un pergamino y una piedra brillante como jamás han podido ver mis ojos...

-¡Oh! - comento de manera casi inconsciente -. Es el regalo de un rey a otro, sin duda. Debe de proceder del botín de Smaug...

Y al tiempo que digo esto siento un escalofrío recorriendo mi espalda...

Oís de repente, por encima del ruido del arroyo unos chasquidos en las alturas, sobre vuestras cabezas, un árbol está a punto de caeros y aplastaros.

Falenthal se hace rápidamente a un lado (éxito en alerta), Wyna y Tuk sorprendidos os demoráis un instante, tirada de atletismo NO 14.

Me quedo practicamente petrificada al ver la imagen de ese árbol venir hacia mí, e intento reaccionar lo más rápidamente posible...

Todavía pensando en la rareza de la joya, Griffo no se percata del árbol que cae sobre ellos hasta el último instante, gracias a que su cabeza se mantiene muy cerca del suelo puede hacer tiempo a esquivar el golpe. Con el tesoro en sus brazos, el hobbit agradece que su suerte aún sigue intacta.