Partida Rol por web

Y no quedó ninguno: Diez Negritos

6. Almuerzo

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20/01/2011, 01:15
Director

Los comensales van descendiendo poco a poco para incorporarse a la comida. Los criados pululan por la estancia tratando de que todo sea perfecto.

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20/01/2011, 01:16
Director


By camember at 2010-12-17

Preciosa sala hogareña y cálida gracias al fuego de la chimenea. Además de confortables sillones e infinidad de cuadros altamente decorativos, al fondo de la sala hay una magnífica mesa de comedor que podría acoger a aproximadamente una docena de comensales. También hay una pequeña mesa de té con alguna que otra silla. Justo a la entrada hay un inmenso armario que contiene la vajilla completa.

Los primeros invitados van descendiendo las escaleras para proceder a almorzar con el resto. El primero en aparecer por la sala es Bernard Marsh, que baja impecablemente vestido.

A los pocos instantes, dos mujeres vuelven a coincidir, mientras descienden los peldaños. Son Myst y Scarlett Sommers, dos viejas conocidas del tren. Ambas entran a la vez en el salón comedor.

Pasos se escuchan tras ellas. La pintora baja alegremente dando saltitos por el pasillo, y entra esbozando una tímida sonrisa.

A los pocos instantes aparece el policía, William Fox, portando un par de pañuelos limpios en su mano derecha y un frasco de jarabe para la tos en la izquierda. Parece estar resfriado.

Los cinco primeros invitados ya están en la sala, en completo silencio, aguardando por los criados y por los otros tres comensales.

Se escucha el sonido de uno de las cadenas de retrete del piso superior. Uno de los invitados parece encontrarse en el cuarto de baño, en el de los hombres supuestamente, ya que los tres que quedan por bajar son tres caballeros (el de raza negra, el mojigato, y el supuesto actor famoso).

Tras el sonido de la cadena, que os ha hecho reír a todos, rompiendo el hielo, penetra en el salón el criado Robert, que viene a disponer la loza en la mesa para que cuando la sirvienta termine de hacer la comida, podáis comenzar a almorzar.

 

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20/01/2011, 20:56
Robert Calvincott

Robert se limita a salir al comedor y disponer la loza para que los comensales estén listos para el comienza del almuerzo.
Ni un saludo ni una sonrisa ni la mas vele muestra de confraternizacion por su parte.
A todos se dirige por señor o señora y por saludos solo les ofrece una leve reverencia de la cabeza.
Una vez esta todo dispuesto espera en el comedor esperan por si a alguno de los presentes se le antoja algo.

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24/01/2011, 22:38
Myst

Vaya, parece ser que no soy la única inquieta del grupo. Me pregunto cuantos serán los ansiosos por probar la cena y cuantos los que como yo solo quieren observar con mayor detenimiento la decoración de la habitación. Espero que al menos se mantengan en silencio y a sus asuntos. Tal y como tenía pensado cuando estaba en la habitación me pongo a examinar con más detenimiento la decoración de la estancia, sin prestar atención al resto de las personas que había en la habitación ya que temo por desgracia que en la cena habrá tiempo de sobra para que la gente se ponga a charlar y comience a preguntarse por el motivo de la llamada de cada uno de nosotros.

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26/01/2011, 11:32
William fox

-Buenassssss a todosssss- digo, mientras me pica la nariz. Creo que voy a estornudar- ¡AAAt... AaaaT.... AAAATchuaaaaaaa!!!- pues si, iba a estornudar, caray- Perdonen, pero es que tengo un resfriado de caballo- saco el pañuelo y me sueno la nariz goteante- ¿Ven?-digo, mostrando un frasquito de jarabe- Traigo mi medicina para aderezar la jugosa cena.

Observo de reojo a la pintora joven. No es malparecida, o al menos no me lo parece.

El resto del grupo está muy callado. Demasiado. ¡Esto es una fiesta, demonios! A ver si se animan y charlan conmigo, de lo contrario, lo habría pasado mejor de cualquier otra forma. No había venido a aburrirme.

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26/01/2011, 12:21
Scarlett Sommers

 

La mujer había cambiado su aspecto. Nada que no se notara evidentemente, un aterciopelado maquillaje no era excesivo, al menos para la mayoría de los hombres allí presentes. Sin embargo era su ropa donde estaba el mayor cambio. Como si para una cena de gala se tratara, y en cierto modo así era había cambiado su atuendo, sus antes ropas de color bermellón habían sido sustituidas por un traje largo de noche.

Si, alguien esperaba que fuera sugerente, no iba a equivocarse, la espalda de la mujer estaba desnuda a miradas indiscretas hasta unos cuantos centímetros por encima del trasero. Una visión sugerente aun para tratarse de una señora que ya tenía cierta edad.

No obstante si alguno de los presentes deseaba memorizar algo de aquella espalda tendría que aplicarse. Sacarlett al entrar había viajado hasta una pequeña mesa al fondo de la sala y allí había encendido un pitillo que a su vez había ido a parar a una boquilla de plata. Un objeto hermoso y posiblemente caro. Quizás el regalo de algún hombre adinerado.

El humo del cigarro fue calando en la habitación de una manera tenue, y al mismo tiempo inundo los pulmones de la mujer. Con una mirada traviesa se dedico durante los primero minutos a mirar a los invitados. Para ahora sentarse en la silla de la mesita del fondo.

La verdad es que estoy no parece una fiesta, están todos muy incómodos. Quizás algo de conversación banal llene nuestro tiempo hasta que esté lista la cena.

Han notado que nuestros anfitriones han cedido su dormitorio a alguno de nosotros. Lo digo, porque ha alguno de ustedes ha debido tocarle el gordo, y tener la habitación mas lujosa de la casa. ¿Quien ha sido?

La mujer parecía divertirse, no tanto porque nadie hubiera dicho nada, sino quizás por la perspectiva de ver que opinaban el resto de los invitados de los anfitriones. Ella misma no los conocía bien, de hecho, no los recordaba para nada. Pero allí estaba dispuesta a hacer pasar un fin de semana de ensueño a más de uno de los presentes. Y puede que aquella conversación fuera el principio de un interesante fin de semana.

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29/01/2011, 02:35
Director

Las palabras de Scarlett se silenciaron justo en el momento en que Faustin Collins, el hombre de raza negra, entraba en la sala, seguido de Charles Hawthorne, el reverendo, que lo seguía a distancia prudente.

También la criada acababa de penetrar en la sala, aunque se cercioró muy bien de aguardar afuera hasta que ambos invitados hubieron entrado, como le correspondía a alguien del servicio. Venía a ver si todos los invitados se encontraban ya en la sala, preparados para almorzar. Se sorprendió de que aún ninguno hubiese tomado asiento.

Todos los presentes contabilizaron los sujetos que allí se encontraban...

Charles Hawthorne, el cura...

Faustin Collins, el hombre de raza negra...

William Fox, el policía acatarrado...

Scarlett Sommers, la descocada mujer entrada en años...

Karen Walker, la bella y joven pintora...

Myst, la agitanada adivina...

Violet Morrigan, la doncella...

Robert Calvincott, el mayordomo...

Bernard Marsh, el estirado hombre silencioso...

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho,...

Nueve.

Un invitado aún no había llegado. ¿Quién era? ¡Ah, sí! El demacrado actor retirado... ¿Cuál era su nombre? ¿Bartok había dicho? Sí, Bartok. El actor venido a menos aún no se había personado en la sala.

Los nueve presentes, de todos modos, os visteis sorprendidos por las palabras de Scarlett. ¿Qué quería decir? ¿A qué se refería?  Os había dejado a todos ciertamente estupefactos ante un pequeño detalle que ni siquiera los honrados criados habían percibido cuando pusieron a punto aquella magnífica morada.

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29/01/2011, 16:10
Charles Hawthorne

Entré en la sala y vi que aquella mujer estaba acomodada al fondo fumando. Un gesto de mala educación, en mi opinión, no esperar al resto de invitados ni consultar si alguno de los presentes tiene algún inconveniente en que se fume. Pero, ¿qué se podía esperar de una mujer como aquella? Parecía más una anfitriona de la mafia que una de tantos invitados. Apenas presté atención a sus palabras. Me dirigí a un lateral de la mesa, prudentemente separado de la señorita Sommers, y tomé asiento.

Parece que uno de los invitados se retrasa, así como nuestro anfitrión. Ha mencionado usted algo acerca de nuestros anfitriones. Creía que teníamos un único anfitrión, el señor Owen. Al menos en la invitación que recibí no se mencionaba nada acerca de otras personas... claro que tampoco hacía ninguna referencia a que fuese a haber otros invitados. Si no le importa, ¿quienes son los restantes anfitriones, señorita Sommers?

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30/01/2011, 13:14
Scarlett Sommers

Scarlett ya había predicho la actitud del buen samaritano. Durante el trayecto en tren había considerado todos los matices. Ella había llegado allí para realizar unas gestiones y aquel viejo de mirada dura y desaprobadora no iba a intimidarla, y mucho menos a socavar su interés por la diversión.

Es fácil de deducir, la señora Owen. Tiene usted que dejar de prestar atención a lo que hay mas allá, y poner oído a los que dicen los que aun estamos aquí. Como ya comentara el barquero, Mr. Owen tiene una esposa.

Es más, si prestara un mínimo de atención al servicio, que tan agradablemente nos ha mostrado la mansión habría escuchado de ellos que la pareja ha decidido hacer una visita a la hermana de Mr. Owen, lo cual me lleva a preguntarme donde viven, si el barquero después de dejarnos decidió no hacer mas viajes.

Seguramente nuestro anfitrión tenga un pequeño barco, y sin duda sea un buen marino.

Después de hablar, de forma clara y pausada, y dejar en evidencia una vez más al género masculino guiño un ojo sin malicia al señor Hawthorne. Sabía que estaba a la defensiva incluso antes de que ella dijera la primera palabra, y sabía también, que si algo no soportaban los hombres que se consideraban líderes, en este caso por su piedad y rectitud, era que alguien les mostrara hasta que punto eran incompetentes.

La gente que pensaba que no tenía nada que demostrar, que tenían todo ganado por ser o sentirse algo especifico normalmente menospreciaban a los que tenían a su alrededor. Después de aquel intercambio de comentarios quedaría claro, que ella no era tonta a los ojos del resto de invitados masculinos, y que el predicador ya no tendría el apoyo tácito de sus congéneres.

Su actitud, al entrar y ponerse en un rincón como un padre adusto, y haber quedado en evidencia le había convertido sin querer en el centro de atención. Y ahora, la pelota estaba en su campo, como a los hombres les gustaba recordar a las mujerzuelas.

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31/01/2011, 14:02
Charles Hawthorne

El comportamiento de aquella mujer era desagradable, insolente y denotaba  una grave falta de educación, de respeto por sus mayores, y de modestia. Pero si algo había aprendido desde muy pequeño, había sido a controlar mis emociones y a tratar a las mujeres con suma educación fuese cual fuese la situación. No me inmuté lo más mínimo ante sus comentarios pues con sus aires de superioridad estaba claro que lo único que pretendía era que me sintiese ridículo ante los demás invitados y, ¿quién sabe? tal vez incluso que un sonrosado rubor tiñese mis mejillas. Pero si algo nos da la experiencia es el control sobre nosotros mismos y, lo más importante, la paciencia. Ya lo dijo Santo Tomás: la paciencia es una virtud. La virtud de los creyentes. La señorita Sommers necesitaría mucho más que esas palabras para incomodarme ante los demás huéspedes.

Sin mostrar el más mínimo atisbo de incomodidad, enfado, vergüenza... o cualquier otro tipo de desagradable sensación, me dirigí a la señorita Sommers con el mismo tono conciliador que antes había utilizado.

Gracias, señorita Sommers. Tiene usted razón al decir que no he prestado mucha atención hasta ahora. Debo admitir que no estoy hecho para viajar. El trayecto en el tren y el barco, aunque muy breve, me ha hecho sentir enormemente mareado, por lo que quizás mi actitud hasta el momento no haya sido la más apropiada para un invitado. Y ha hecho muy bien usted en hacérmelo ver puesto que ahora podré corregir mi comportamiento.

No creo que los señores Owen puedan tardar mucho en llegar. Ahora ya no me dirigía exclusivamente a la señorita Sommers, sino que trataba de hablar para todos a ver si los demás huéspedes se animaban a darse un poco a conocer. Ya pasa de la hora. Admito que estoy intrigado por esta velada. Esperaba encontrarme a solas con un viejo amigo y de repente me veo con todo un grupo de personas de las cuales no creo haber visto a nadie antes de hoy. Quizá en señor Owen quiera comunicarnos algo importante y por eso nos ha reunido, ¿no creen?

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04/02/2011, 15:20
Faustin Collins

En medio de la tensión que se respiraba en la estancia, Faustin, que se había mantenido hasta entonces en segundo plano, carraspeó y salió de su mutismo, hablando muy despacio como esforzándose por encontrar las palabras adecuadas. Señores, si me permiten…Creo que todos estamos intrigados con esta reunión. Somos un montón de desconocidos sin ninguna relación aparente entre nosotros esperando alrededor de una mesa. Por un instante su mirada se dirigió al policía y frunció el ceño ¿Ninguna relación? ¿Estaba seguro de ello? Lo había visto antes, de eso no tenía ninguna duda. Aunque todavía no había decidido si eso era algo bueno o malo.  Podríamos rellenar el tiempo  presentándonos para que la espera no sea tan larga. Tal vez así descubramos algún tipo de conexión que nos permita comprender la elección de los invitados. Mi nombre es Faustin Collins y trabajo para el reverendo White en la Iglesia del Santo Sepulcro. Acto seguido, dedicó una tímida sonrisa a todos los presentes con la excepción del mayordomo, al que miró con cierta altiva frialdad, para acto seguido mirarlos con curiosidad y la esperanza de que se animasen a contar algo de si mismos.

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04/02/2011, 22:16
Myst

Creo que se equivoca señor Collins comento si girarme mientras contemplo uno de los múltiples cuadros del comedor la decoración es realmente impresionante, han debido de gastar mucho tiempo y dinero en adecentar la sala de esta manera. Aunque he de admitir que es demasiado alegre para mi gusto la relación que todos nosotros está bastante claro: nuestros destinos se han cruzado en algún momento con los del señor Owen, y es por eso por lo que estamos aquí.

No, la pregunta que nos deberíamos de hacer es más bien, ¿cuál es la razón por la que hemos sido llamados? Como bien ha señalado el padre una celebración así solo se lleva a cabo para realizar un anuncio de relevancia, ¿pero cuál? Solo aquellos que tejen el hilo del tiempo lo saben.

Por cierto padre, su despiste es mayor del que piensa en esta ocasión sí que me giro y miro directamente al cura hablándole con una maliciosa sonrisa los Owens no llegaran hasta la cena, los mayordomos ya han comentado antes que han ido a visitar a la hermana del señor Owen y que almorzaríamos solo los invitados. Temo que tendremos que esperar hasta que el sol se esconda para encontrar respuestas a nuestras preguntas. En cuanto a mi nombre, tiempo a que lo deje atrás, pues es algo innecesario. Pero aquellos que se dirigen a mi me conocen como Myst.

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04/02/2011, 22:48
Karen Walker

Aquella mujer... Su aspecto no me gustaba nada, cierto era, pero había dicho algo que me había dejado perpleja. ¿Qué? Quiero decir... ¿QUÉ?

¿Alguien pernoctaba el en dormitorio de los Owen? Aquello era inmoral hasta para alguien con una mente abierta al mundo como yo.

-Mademoiselle Sommers- le digo con muchísima educación- Algo ha dicho que me ha dejado estupefacta. ¿Ha insinuado que alguno de nosotros está en la habitación de los Owen? ¿Por qué dice tal cosa?

Notas de juego

¿Era lo de la habitación de los Owen lo que teníamos que descubrir en la escena de la casa? ¡Coñes, no me había dado cuenta! ^^

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04/02/2011, 23:12
William fox

-No las entiendo, señoritas.

Las miro confundido. Suelto un estornudo de caballo.

-¿Que quieren decir? ¿De que hablan? ¿Que cuento se traen con los dichosos dormitorios de los Owen?

Me rio a carcajadas.

-Y en cuanto a la hora de llegada, asi que hasta la cena. Bueno, pues habra que entretenerse de alguna forma, aunque me da que con mi medicina me voy a quedar algo atontado para el resto del dia.

Vuelvo a estornudar repetidas veces, pero menos violentamente. Saco mi pañuelo y me sueno los mocos ruidosamente.

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05/02/2011, 12:15
Scarlett Sommers

La mujer fumo tranquila mientras lo invitados por fin empezaban a hablar entre ellos, pudiera ser que al final entre una cosa y otra empezara la diversión. Durante un momento pensó en dejar sus cábalas particulares a un lado y dedicarse a disfrutar del espectáculo.

El viejo mojigato le había respondido en un tono educado. Hipócrita. Si pensaba de ella que era un ángel del infierno bien podía habérselo dicho. No le gustaba tratar con gente, que por el simple hecho de aparentar ser buenas personas hicieran lo que fuera necesario. Si bien era una desventaja aprovechable, siempre le desagradaba.

A pesar de su profundo desprecio por el viejo, sonrió ante su comentario, y desvió la mirada a los otros participantes de la velada. Dudaba que nadie se mojara en aquel momento ante sus comentarios.
Pero se podía adivinar los movimientos de cada uno.

El hombre de color, un simpático espécimen de hombre de la calle venido a más, quería presentaciones. Como si las etiquetas vulgares que se auto imponían las personas temerosas de dios y la ley pudieran decirle con qué clase de personas estaba conviviendo. Rezo porque toda su inteligencia no fuera esa. Y al mismo tiempo disfruto pensando en lo interesante de tener una víctima de tal tesitura en su alcoba.

Cuando la gitana empezó a hablar, no tardo en ponérsele la piel de cosquillas. Aunque había viajado parte del trayecto a su lado. No dejaba de sentirse incomoda en su presencia. Era algo inusual. Además, aquella fémina había defendido sus argumentos, y aunque agradable, no le encajaba en la conducta general. O bien estaba convencida como ella, de que algo escabroso estaba pasando, o era una firme defensora de las mujeres. Dudaba que fuera lo segundo, aunque siempre cabía otra alternativa. Que ella supiera algo más a causa de sus poderes místicos.

No le apetecía plantearse semejante opción. Si bien había conocido todo tipo de personas, unas más temerosas que otras, el lado místico de la vida y la muerte no le parecían dignos de consideración. La vida pasaba muy rápido, porque perderse en cosas que no podían verse ni tocarse. Sin embargo, no era estúpida, sabía que algo creído a pies juntillas por alguien obtuso podía convertirse en un problema.

No hubo una vez un hombre, que en su falta de juicio pensó que en su establecimiento vivía Belcebú, y que había que quemar a las jóvenes doncellas que allí trabajaban. Era un episodio desafortunado, sin duda. Y aun le daban escalofríos ver en su memoria la ejecución de aquel ingrato, que aun ante la misma mirada de la muerte, juraba y perjuraba que el demonio se había instalado entre las faldas de una joven de cabellos rubios. Había que temer siempre a las personas que usaban algo más que la cabeza y los ojos para ver el mundo.

La pintora a su vez, parecía una mujer pragmática, y sin embargo, pasaba el mismo tiempo que el resto mirando las musarañas. Así que se vio a bien responder a sus preguntas luego de dar una larga catada al tabaco que fumaba.

Es una simple cuestión de números mi querida pintora. Si cuenta usted a los invitados, y luego el número de habitaciones, notara que no queda espacio para un dormitorio presidencial, en el que residan y duerman nuestros anfitriones. O usted ha visto o le han señalado cual es el dormitorio de los dueños y señores de esta esplendida mansión.

Tomo otro poco de humo para luego soltarlo lentamente, mientras sus piernas buscaban una posición más cómoda, justo al otro lado de donde estaban. Nadie quería sentirse atraído por una mujer explícitamente sexual, y sin embargo, si dejaba germinar el virus de la locura sexual, alguno o alguna terminaría cayendo en sus redes.

Como si de una femme fatal se tratara Scarlett Sommers cambio ligeramente de posición, atrayendo las pocas miradas que se atrevían a mirarla directamente. Y arremetió una vez más con su teoría de los buenos anfitriones, que capaces eran de dejar su propio dormitorio a sus invitados.

Señor Calvincott, verdad.

Dijo refiriéndose al sirviente, que tan taciturnamente estaba en la sala para atenderlos.

Hay otra planta más que no hayan visto los invitados, o quizás una habitación más de las que hay en la planta superior.

No espero la respuesta, y murmuro por la bajo antes de que la atención se centrara en el sirviente.

Sin duda, alguien disfruta de una buena habitación a costa de los anfitriones.

Era una duda razonable. Había ocho invitados a pasar el fin de semana, y ocho eran las habitaciones de la planta superior. En la rama izquierda los cuatro hombres, y sorprendentemente en el lado izquierdo las tres mujeres, y el señor de color. Extraña elección sin duda.

También había dos criados, que tenían sus habitaciones en la primera planta, como era normal en el servicio. Directamente enfrente de la cocina. Dato que no se le escapo por si tuviera que molestar a señora Morrigan en alguna hora intempestiva por algo de comida. Sus hábitos nocturnos siempre daban hambre. Por tanto, si alguno de los invitados tenía una habitación más lujosa que la de sus contrapartidas en aquella fiesta de fin de semana, era de suponer que tuvieran la de los Señores Owen.

Sin dudarlo espero la respuesta del respetuoso hombre del servicio. Durante todo el tiempo que habían pasado con él, había demostrado ser un hombre atento y diligente. Suponía, que incluso sin haberse percatado de ese dato, y siempre dudaría que el servicio no fuera consciente de cada detalle de su lugar de trabajo, que podría darle la razón.

 

 

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05/02/2011, 16:07
Charles Hawthorne

Por fin los demás invitados se habían decidido a presentarse e iniciar una conversación. Así el ambiente entre la señorita Sommers y yo se relajaría un poco, pues estaba claro que éramos dos personas sumamente incompatibles. Claro está que nunca se sabe y tal vez terminasemos el fin de semana con una relación de buena amistad. Aunque lo dudaba. Las personas como ella llevaban una vida turbia y no estaban por la labor de encauzarla por el camino de la virtud. En aquel momento me vino a la memoria uno de los personajes más famosos del Marqués de Sade: Juliette. Los infortunios de la virtud, una obra terrible aunque literariamente impresionante. Scarlett Sommers me recordaba a Juliette: una mujer sin moral, sin escrúpulos y dispuesta a caer en lo más bajo con tal de conseguir lo que desea.

Por otro lado estaba la adivina. No estaba muy seguro de que me gustase aquella mujer. La brujería era condenada por la Iglesia y así debía ser. No obstante, al margen de que la que se hacía llamar Myst no fuese precisamente el modelo de mujer devota, al menos denotaba cierta inteligencia. Tenía que ser una mujer muy perspicaz para poder vivir de la mentira como es la adivinación. Por lo menos ella hablaba con educación y respeto. No podía formarme una opinión de ella todavía, pues era una persona misteriosa, pero por el momento su presencia y conversación no me desagradaban.

Al igual que que señor Fox, yo no veía especial importancia en que los señores Owen cediesen su habitación a un invitado. Era algo lógico que el anfitrión permitiese a un huérped quedarse en su cuarto si no hay habitaciones suficientes. Los anfitriones dormirían en otro lugar, aunque no se me ocurría dónde podría ser. El señor Fox me resultaba hasta ahora indiferente. No demostraba muy buenos modales, pero si se sentía enfermo, era algo que tampoco le podíamos reprochar pues seguro que lo que menos le apetecía en esos momentos era estar en una sala repleta de desconocidos con un enigma por delante. En cambio tengo que admitir que la señorita Walker me causó muy buena impresión. Aspecto limpio, una voz agradable, y sus palabras demostraban que había recidibo una buena educación. Me agradaba la gente con modales. Un buen comportamiento es lo que menos cabe esperar de alguien a quien acabas de conocer.

Por otro lado el señor Collins me resultaba un poco siniestro. Parecía un hombre muy serio, lo cual era perfecto. El sentido del humor es algo bueno, pero hay que saber en qué momentos es o no es adecuado hacer uso de él. Nunca hubiese imaginado que estuviese ligado a la Iglesia de algún modo, por lo que cuando habló no pude evitar quedarme sorprendido.

Al igual que el señor Fox, yo tampoco encuentro extraño que los Owen cedan su habitación a un invitado. Creo que es lógico si no cuentan con habitaciones suficientes para todos los huéspedes.

Por cierto, parece ser que uno de los invitados se retrasa bastante. ¿No creen que alguien debería subir a ver si se encuentra bien? Tal vez se haya indispuesto... Quizás fuese conveniente que la señorita (dije mirando a la sirvienta) subiese a ver si necesita alguna cosa.

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14/02/2011, 22:05
Myst

No entiendo el porque de tanto revuelo por cuatro simples paredes. Además, antes de a los Owens perteneció a otros, y cuando estos se vayan o mueran su pertenencia pasara por aun más manos comento con tono despreocupado mientras hago un encogimiento de hombros.

Lo que no entiendo es porque estamos tan preocupados por el invitado que falta. Se le advirtió que se almorzaría en breves, creo que es ya bastante mayorcito para tomar sus decisiones. Si no quiere comer sus razones tendrá. Lo que no veo lógico es que un grupo de personas estemos esperando tontamente por una simple persona, ¿no creen? pregunto a nadie en particular mientras me siento en la silla más cercana a mi posición.

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21/02/2011, 14:46
Director

Mientras la criada sube a ver qué sucede con el invitado que falta, las palabras de Myst logran que el grupo completo se mueva hacia la mesa.

Calvincott se ocupa en ayudar a las damas a sentarse, apartando las sillas para que pasen y acercándolas a la mesa en cuanto van a tomar asiento. Sirve un poco de vino en todas las copas y espera pacientemente al lado de la mesa, por si alguno necesita cualquier cosa.

Mientras tanto, los invitados van tomando asiento.

Como los anfitriones no están, nadie toma asiento en los extremos de la mesa, nadie la preside. Los siete invitados se sientan unos frente a otros, de la siguiente manera:

A este lado:            William     Myst       Scarlett    Asiento libre (para Stephen)

Frente a ellos:        Karen      Charles   Faustin     Bernard    

La conversación fue reanudada tras la colocación en la mesa. Mientras esperabais por el invitado, os preguntabais si sería cortés pedirle al criado que comenzase a servir la comida o si debíais aguardar. Éste tampoco sabía muy bien qué hacer, y esperaba instrucciones de alguno de los invitados al respecto.

 

Notas de juego

(He puesto los asientos al azar -tirando un dadito en mesa-, salvo el del PJ que falta, que lo lógico es dejarle el del extremo).

Lo he hecho así para que nadie piense que tal o cual pueda ser PJ o PNJ por su situación en la mesa :)

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23/02/2011, 19:00
Bernard Marsh

Me levanto como un resorte y voy al lavavo:

Me escusan, que me tengo que lavar las manos.

Apenas un minutito despues regreso y tomo asiento.

Genial, al lado del negro*. Menos mal que frente a mi tendre al actor cuando se digne a bajar a comer con nosotros, si es que baja a mezclarse con la chusma. No me estraña que no quiera bajar, para lo que hay que ver.

Me quedo esperando a ver si alguno de los demas dice algo acerca de comer o esperar. No quiero ser el maleducado de turno que pida las cosas como si las necesitase antes que los demas. Ademas no me gusta hablar si no habla nadie.

Notas de juego

*Master, no es por enguarrar la escena, pero quiero especificar que es a mi personaje a quien le molestan las gentes de otras razas o los pjs de clases bajas o marginales. Lo aviso porsiaca que el jugador que aqui escribe no comparte ninguna de las opiniones que de mi forense.

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23/02/2011, 19:51
Charles Hawthorne

El asiento que me había tocado en la mesa era perfecto. Estaba rodeado por las personas cuya conversación más me había agradado hasta el momento y que parecían tener una mayor inteligencia (o al menos una educación bastante correcta). A pesar de todo, debo reconocer que me sentía un poco fuera de lugar junto a aquellas mujeres, sobre todo junto a la señorita Walker, cuyo aspecto me agradaba bastante. El haber entregado mi vida a la Iglesia, a servir a Dios y a la reflexión había traído, entre otras, la consecuencia de que apenas había tenido contacto con mujeres. Normalmente mi relación con el bello sexo se reducían a las labores de caridad, las confesiones, o todo tipo de asuntos relacionados con la fé. Por ello tengo que admitir que sentía un cierto temor a que se pudiese producir un incómodo silencio en nuestro extremo de la mesa por mi culpa. Aunque, bien pensado, no tenía por qué ocurrir, pues tanto las señoras como yo teníamos otras muchas personas a nuestro alrededor, aunque no tuviesen aspecto de ser gentes con las que valiese la pena hablar... Aunque claro, ¿quién soy yo para juzgar al prójimo? Todos tenemos virtudes y defectos (aunque unos tienen más defectos que otros; esa mesa era un buen ejemplo...), y hay que aceptar a los demás como son y tratar de llevarlos al buen camino si se pierden.

En cambio me sentía ansioso por iniciar una conversación con el señor Collins. Había mencionado antes la Iglesia de San Sepulcro, y me intrigaba mucho saber cuál era su relación con la Casa de Dios. Además, era agradable saber que yo no era la única persona ligada a ese mundo que había en la casa. En cuanto sirviesen la comida, tenía la intención de abordarlo y saber un poco más de él. Bien es verdad que hasta el momento había sido el único que, halando con sensatez, había manifestado una sincera intención de conocernos un poco no para juzgar a los demás, sino para hacer aquella situación más agradable. No como la señorita Sommers, que tan solo ha aprovechado la ocasión para imponerse como una Madre Superiora y tratar de ridiculizar a los demás.

Me hallaba sumido en mis elucubraciones cuando me percaté de que, de repente, el silencio se hizo en la sala, roto solamente por las disculpas del señor Marsh cuando se levantó para ir al servicio. Quizás lo que ocurría era que todos estábamos preguntándonos lo mismo: ¿sería apropiado empezar a cenar sin nuestros anfitriones? Parecía que nadie, ni siquiera el criado, se atreviese a decidir qué hacer. Ciertamente no era correcto cenar sin los autores de aquella reunión, pero tampoco había sido de muy buena educación por su parte invitar a un grupo de gente muy distinta a su casa sabiendo además que no se conocen entre sí y no estar en ella para recibirlos. Por fin me decidí a romper el silencio:

Bueno, como antes han mencionado que los Owen tardarían en llegar, creo que tal vez debiéramos comenzar. De todos modos lo más probable, dada la situación, es que ellos tomen algo fuera.  Me giré entonces para mirar al criado. Si usted lo considera oportuno, por supuesto.