Partida Rol por web

Lissey llegó a casa justo a tiempo para poder preparar la cena a su padre. El hombre despues la lanzó una dura mirada tras observar los moratones y heridas que la niña tenía en las rodillas y de los que sabía no ser responsable. Cuatro dedos marcados en el brazo de la niña, pero una mano demasiado pequeña para ser la suya.

-¿Que te ha pasado?- pregunto bruscamente mientras observaba a la niña aplastar un montón de carne picada para hacer unas hamburguesas

Me asusté y me quedé en blanco con la brusca sacudida de Phil. ¿Qué le decía? ¿Qué DEBÍA decirle? ¿Se enfadaría si un niño me había pegado? Yo no tenía a culpa de que me hubiese pegado, pero no sabía lo que Phil pensaría. Para él... para él todo lo que yo hiciese estaba mal y yo era la culpable. Entonces...¿Qué le decía?

Empecé a balbucear y a notar cómo las lágrimas luchaban por salir. Opté por decirle la verdad. ¿Qué si no?

- Un niño del cole... Es un año más mayor y es muy fuerte... Estaba buscando a otros niños para pegarles y me preguntó si sabía dónde estaban...Yo no lo sabía pero él pensaba que mentía, así que me sacudió del brazo... - en ese momento decidí cambiar un poco los hechos, si decía toda la verdad habrían preguntas, tal vez se enfadaría y seguramente no podría salir más - Entonces los niños que perseguía le tiraron una piedra y me soltó y se fue a por ellos...

Phil miró a su hija con una expresión extraña y dificil de interpretar. El hombre quería con locura a su hija...o al menos la había querido antes de la guerra. Cuando estaba sobrio y la llevaba a ver los animales al bosque cercano o la subía a hombros en el desfile del 4 de julio. Ese amor no había desaparecido pero se había transmutado en algo grotesco y terrorifico. Su figura ya no era la de un padre al que amar sino la de un padre al que temer. Phil agarró a su hija del brazo apretandole la muñeca mientras vociferaba:
-¿QUIÉN FUE LISSEY?¿QUIÉN DEMONIOS TE PEGO?Y MÁS VALE QUE ME DIGAS LA VERDAD

Phil la miró con furia. Nadie levantaba la mano a su niña salvo él y él lo hacía porque la niña necesitaba ser corregida. Lo hacía porque era un buen padre que tenía que meter en vereda a una niña demasiado alegre...Phil apretaba la muñeca cada vez con fuerza, sin ser capaz de entender que un buen padre consolaría a su hija, no la chillaría

Las lágrimas que antes luchaban contra lo inevitable comenzaron a surgir. Era miedo, el miedo que hacía un tiempo sentía hacía el que un día fue mi padre; era dolor físico y a la vez contra mis sentimientos.

- ¡Me...estás... haci-endo... daño! - comencé a decir entre sollozos entrecortados - ¡Yo... no-he... hecho... nada! ¡El ni-ño.. se llama... Vicent! ¡Por... favor, me-haces-daño!

Aunque lo intentase desesperadamente obviamente Phil era más fuerte que yo y además estaba enfadado. En grito de desesperación, sin darme cuenta de lo que decía, una única palabra escapó de mis labios.

- ¡Papá!

Incluso yo misma me sorprendí ante lo que dije, pues desde que todo aquel tormento había comenzado, no había vuelto a llamarle así.

Repentinamente Phil paró. Parecía sorprendido por como lo había llamado la niña y por unos segundos sus ojos volvieron a ser los mismos que cinco años atras...los ojos de un padre. Pero aquello duró solo unos segundos. Frunciendo el ceño soltó a la la niña. Al día siguiente tendría un grotesco moratón en aquel brazo.

Dime el apellido Lissey. Sabes como se apellida*¿no?

Luego su expresión se suavizó y la agarró suavemente el hombro

Lissey...estan pasando cosas en la ciudad. Han desaparecido niños y la policía va a establecer un toque de queda. No quiero que te pase nada

Sin embargo y a pesar de lo cariñosas que pudiesen parecer esas palabras, el tono no era cariñoso. Era tenso, con rabía contenida. Muchos tiempo más tarde, Lissey deduciría a traves de ese tono, que su padre solo era capaz de sentir eso: Rabia y odio sin embargo, aún era muy pronto para eso y Lissey solo podía relacionar ese tono con los injustos castigos que la imponían.

Me abracé el brazo dolorido mientras no dejaba de llorar y sollozar. ¡Yo no tenía la culpa de lo que me había pasado! ¡Yo no le había hecho nada a Vicent!¡No lo había hecho nada a Phil, yo le había querido!

- Se lla-ma...Cassel. Vi-cent Cassel.

Aunque después de eso me agarro suavemente del hombro mi primer insitinto fue apartarme un poco, pues pensaba que iba a volver a hacerme daño. Después me dijo lo de las desapariciones y que...no quería que me pasase nada.

"Corro más peligro y tengo más miedo aquí contigo que en la calle sola."

- Está bien. Iré con cuidado. Si quieres puedo llamar siempre a Beverly y no voy sola si tengo que salir. - mi idea no era para nada llamar a Beverly, pero no quería decir el nombre de ninguno de los chicos. Papá no los conocía, o lo que era peor, los conocería por sus familias, y al menos de un apr de ellas la gente habalaba mal... Yo no sabía porqué, ni queé tenía que ver con los niños, pero lo hacían. - ¿Puedo irme a la cama? Estoy cansada...

De acuerdo Lissey...ve a la cama. Mañana hablaré con el loco de Cassel. Más le vale meter a su hijo en cintura.- dijo mientras se hacía un bocadillo con la hambruguesa que Lissey había preparado.-Pero cena algo antes...y Lissey-añadío volviendose de pronto hacía ella con la mirada perdida y el aliento rezumando alcohol- No te acerques al Memorial Park.

Acto seguido, Phil Crauff se volvió al salón a seguir viendo la televisión y quizás, a tomarse dos copas más.

Se me habían quitado todas las ganas de comer, pero Phil y ano miraba, así que daba igual.

Subía mi habitación ocn los ojos hinchados de llorar, la garganta dolorida y el brazo amoratado y me metí en la cama, dónde con rapidez me quedé dormida, esperando la siguiente mañana.

Sólo un pensamiento espontáneo vino unos segundos antes de que me durmiese completamente...

¿"Memorial Park, por qué...?"

La mañana amaneció muy calurosa, como era propio de los veranos de Maine. Cuando Lissey se levantó para preparar el desayuno para su padre y ella se sorprendió al ver que su padre no estaba en casa. Cierto que se había levantado un poco tarde y que esperaba por ello una bofetada, pero no que su pader no estuviese en casa. Nunca salía. Cuando llegó a la cocina vió una nota pegada a la nevera con un iman que representaba a Tobi Tapia, de La pequeña Lulú.

He ido a hablar con el padre de Vicent. Ten la comida lista para cuando vuelva. LLegaré tarde.

Al leer la nota me puse nerviosa. ¿Me perseguiría ahora Vicent para pegarme? ¿Y qué le explicaría ese cabeza de alcornoque?

La segunda pregunta era la que de verdad me asustaba. De Vicent podía huir, pero no de Phil. ¿A quién creería Phil cuándo Vicent le explicase su versión de los hechos? Bueno, yo no había cambaido mucho el tema, sólo el hecho de que huí sola y no con Paul.

Con las manos temblando intenté ponerme un poco de leche y cereales para desayunar, pero tiré gran parte por la mesa de la cocina.

- Jopé...

Respiré hondo para tranquilizarme y limpié el estropicio. Después encendí el horno para meter unas patatas congeladas allí. Haría huevos revueltos con patatas para Phil, le gustaban, así qeu si venía enfadado tal vez se calmaba...

"Claro Lissey, claro. Sigue soñando. Y también te dirá cuánto lo siente por todos estos años y llamará a mamá e iréis todos con tu hermano. Seguro."

Me tomé los cereales sin dejar de mirar constantemente al reloj de la cocina. ¿Cuándo llegaría? ¿Qué era tarde para él? ¿Y si me iba antes de que volviese pero le dejaba la comida hecha? Eso solucionaría sólo por un rato el problema, pero seguramente después sería dos veces peor.

Terminé mi desayuno y puse las patatas en el horno. Subí a coger un libro y bajé a la cocina a intentar leer mientras se hacían las patatas y esperando con el corazón en un puño que la charla con el padre de Vicent hubiese sido positiva...

El timbre del horno sonó repetidamente indicando que las patatas estaban preparadas. La mañana se había pasado muy rápido para Lissey que se encontraba sumergida en el libro. La niña bajó rapidamente para sacar las patatas del horno. Cierto que a su padre le gustaban tostadas, pero ni el hombre más borracho del mundo toleraba el sabor de una patata quemada. Lissey llegó a tiempo. Habian quedado justo como a su padre le gustaban, eso sería bueno en el caso de que llegase enfadado. Mientras continuaba preparando la comida se dió cuenta de que su padre había dejado el peridico en la mesa, pero con el estropicio del desayuno no se había dado cuenta.

- Uff, al menos esto ha salido bien. - dije en voz alta mientras dejaba las patatas en un plato tapadas apra que no se enfriasen tan rápido.

Miré el reloj de la cocina. Ya era la hora de comer, auqnue hubiese dicho que llegaba tarde.

"Prepararé ya los huevos y si llega muy tarde los recalentamos."

En unos minutos los huevos revueltos estaban listos y también tapados junto a las patatas, entonces paré en la mesa de la cocina con una curiosidad extraña sobre el periódico. ¿Diría algo sobre los niños que ayer Phil mencionó? Cogí el periódico y lo ojeé poco a poco buscando algo referente a ello o que me llamase la atención.

Lissey se acercó a mirar el periodico por encima. Los titulares y las primeras páginas hablaban de un Megatsunami que había ocurrido en algún lugar de Alaska, en la bahía de Lituya y de los últimos acontecimientos deportivos. También había un especial sobre el satélite espacial que habían lanzado los rusos, el Sputnik 3, un año después de haber lanzado otro con una perrita dentro. Las noticias seguían, había unas interesantes y otras menos interesantes hasta que de pronto una llamó la atención de la niña

La noticia del Tsunami me sorprendió, yo no sabía que esas cosas existían. Y lo del satélite de los rusos... Había escuchado a veces comentarios de los adultos que decían muchas cosas malas de los rusos... No caían bien me parecía.Tampoco estaba segura de para lo que servía un satélite, pero seguro que más de uno se enfadaría al leer que los rusos habían lanzado cosas al espacio. En los anuncios vi una bicicleta muy chula en venta, pero yo tenía que ahorrar para otra cosa... Y de repente vi una noticia que me hizo sentarme concentrada en el periódico. Miré a la puerta pidiéndo que Phil no llegara ahora, estaba segura de que se enfadaría si me veía leyendo el periódico. "Esas no son cosas para niños".

Esto tenía que ver con lo que Phil dijo ayer noche... .Además, que manera más horrible de morir... Y la niña...me sonaba su nombre, pero yo era tan mala para esto... Pero la cuestión es que también estaba muerta...

Comí con rapidez lo primero que pillé, y dejando el periódico cómo lo había encontrado salí de casa. Cuándo iba a salir por la puerta me di la vuelta y escribí una nota en la nevera.

"Voy a jugar a la calle con gente de mi clase."

No quería mentir, pero tampoco decir abiertamente con quien iba... Ahora sí, salí de casa y me subí en la bicicleta. Seguramente los chicos estarían dónde nos vimos ayer...Si no, les buscaría.

Justo cuando Lissey subía a la bicicleta, vió a su padre llegar en el viejo Buick. La niña se apresuró en pedalear pues, aunque su padre parecía de buen humor a traves de las ventanillas del coche, uno nunca sabía cuando podía cambiar su humor. Un cuarto de hora después, la niña llegaba a la plaza donde la esperaban Chester, Jack y Danny.

—Después de "El círculo se cierra" —

Lissey no tardó demasiado en llegar a su casa, con la sensación de que Emily recibiría una reprimenda. Por desgracia no sabía su teléfono (ni sí tenía telefono, que su madre era muy rara). No hubiese sido demasiado dificil buscar en el listín de Derry su telefono...si Liss hubiese sido buena recordando nobres. Cuando llegó a su casa, vio la luz encendida y el olor de la cena invadió sus fosas nasales. Parecía que Phil había decidido hacer la cena. Algo raro... muy raro...  Aún no era la hora de la cena por lo que no podía haberla empezado a hacer porque ella llegase tarde...Por esa parte sabía que no le iba a caer bronca... sí no había bebido.

El hecho de que ya no recordaba el nombre de mi nueva amiga no me perocupó en demasía para mi mentirijilla, pues Phil sabría a quién me refería con la hija de la señora muy religiosa. Además, el no sabría su nombre tampoco, así que no importaba. Pero lo que decidí fue que a partir mañana me llevaría una libretita siempre conmigo para apuntar los nombres de todos y releerla cada dos por tres, para que no se me olvidasen.

Dejé la bici en el porche trasero, cómo siempre, nadie en este pueblo se metería en el jardín trasero de Phil Crauff a robar nada. Todos sabían que había sido un soldado y todavía tenía sus armas por alguna parte.

El olorcillo de la cena me hizo rugir las tripas, pero a la vez se me hizo un nudo en la garganta. ¿Por qué olía a comida en mi casa? ¿Estaba Phil cocinando la cena? ¿¿¿Por qué??? ¿Había hecho algo mal en la comida?

Entré por la puerta trasera de la cocina, lentamente y poniendo la cara más larga que podía. Debía de mostrarme triste y dolorida, aunque no llegase a agonizante. 

- Hola... Ya he vuelto. - dije con voz baja y con la mirada más baja aún, esperando que, si había un Dios de verdad, Phil estuviese de humor.

Phil silbaba con sorprendente buen humor, con sorprendente buen hunmor y sin olor de alcohol en el ambiente... es más había un olor que envolvía toda la casa: el olor del chili casero de Phil. El que preparaba antes de ir a la guerra los fines de semana. Aquello era realmente raro.

—¡Liss!¡Buenas noticias! exclamó sin volverse removiendo la picante salsa— Me han llamado de Bostón. Al parecer quieren que les transcriba semanalmente un par de informes. Eso servirá para pagar las facturas del hospital de Ryan, y quizas para ir un día a visitarlo. Eso sí, tendrás que llevar los sobr...

La expresión de Phil cambió al ver a su hija y se tornó en una expresión ceñuda.

—¿Quien te ha hecho eso? ¿Ha vuelto a ser ese malnacido? Ya tuve unas palabras con el animal de su padre, que ni a un veterano de la guerra respeta. ¿Ha sido él?

El hombre parecía furioso, aunque Liss no tenía muy claro si era porque le habían hecho dño a ella o porque alguien había desobedecido las ordenes al pegarla. A Phil no le gustaba que le llevasen la contraria. Por eso se hizo famoso en el frente. Seis años despues, seguía conservando aquella expresión, aunque ahora la reservaba para su familia y para todo aquel que osase enfadarlo.