Partida Rol por web

Tras tomarse su tiempo ascendiendo aquel pasillo, llegaron finalmente a una zona abierta donde había un caldero listo para ser usado y una mesa... Alguien vivía allí, estaba claro.

Podría ser que hasta fuera el mismo que había puesto la trampa del foso anterior.

Sus compañeros empezaron a desatarse y cada cual comenzó a registrar una parte del lugar, mientras Damiá vigilaba el pasillo.

Dalmau se acercó al otro pasillo (si Damiá fue al B pues yo voy al C o viceversa) y trató de asegurarse de que no había nada fuera de lo común.

Sea como fuera, alguien moraba en esas cuevas y quizás no tardara en regresar.

Alguien ha estado preparando la comida... quizás regrese pronto. Podríamos tratar de ocultarnos para saber quién es y que intenciones tiene...

Sugirió en voz baja antes de desatarse y mover hacia la entrada del pasillo.

Cuando entramos al zaguán me quedé pasmado mirando el caldero..Más raro que la trampa si me parecía esto..¿acaso ahí vivía alguien?. Pues parecía que si, por la mesa, el caldero...solo faltaba ya que saliera la señora Carme. Me desaté de la cuerda y la metí en el morral, una vez desatado me acerqué al caldero. No entendía de plantas ni raíces, por eso me fui directo a la olla para ver si se trataba de un guiso de comida o algún otro mejunge.

Pues no es mala idea lo de esconderse. Dije a la sugerencia de Dalmau. La única habitación visible era la de la mesa. Podríamos meternos ahí y esperar a que llegará lo que sea que viviera allí. De cualquier forma debíamos estar a alerta por si alguien entraba. Una vez que ojeé el caldero me asomé a la habitación de la mesa, para ver la mesa con más detalle.

Cualquiera de tus compañeros podría haber entendido que aquello no era más que agua cociéndose para hacer algún tipo de sopa. Pero estaba claro, dado tus conocimientos alquímicos, que ese líquido era algo bastante más fuerte que el agua: una especie de destilación que era muy corriente para limpiar metales y, además, era usado en ciertos rituales mágicos.

Cuando llegásteis a aquella estancia en la que había un caldero sobre la hoguera y tres accesos, Eguzki el curandero se deshizo de la cuerda sobre su cuerpo y se acercó a los ramajes y raíces que salían de la pared. Sin duda alguna que aquellas mismas no debían servir para mucho, puesto que estaban grises como la ceniza y estaban realmente secas. Acto seguido se acercó al caldero, intentando vislumbrar algo en él.

Por su parte, el Gavinet quiso hacer acopio de información, e intentó vislumbrar cada una de ellas. Primero se lanzó hacia la derecha (acceso B), y comentó a sus compañero lo que pudo ver: una sala circular, muy pequeña, en la que había en los laterales dos estanterías, un banco y en medio una mesa. En algunos estantes había tarros de colores, vidrios a la manera de recipientes, y algunos contenían brebajes. También había un libro y sobre la mesa varios recipientes, un alambique y un par de tenazas. Era una especie de taller o de botica. También había algunas ramajes y plantas esparcidas aquí y allá, sueltas o bien cogidas con un lazo a modo de ramito.

Mientras tanto, el noble Dalmau se dirigió al lado contrario (Acceso C), una sala que más bien tenía algo extraño; en su entrada había tocones verticales en la entrada. Puso acceder por el hueco de uno de ellos, y contemplar que allí dentro, en aquella sala vacía, no había nada. Era un espacio irregular y diáfano. Olía a humedad y lo único que pudo encontrar fue el suelo cubierto de pajas, como si aquello fuera un improvisado pajar (no había mobiliario alguno). Además, una especie de charco de agua natural cerca del camastro parecía cuanto menos un bebedero de caballos.

Por otro lado Caitán el largo pensó también en la posibilidad que Dalmau propuso: ocultarse. Qué mejor manera de sorprender a alguien que esperándole en su propio lugar. Mientras guardaba la cuerda y la metía entre sus pertenencias se asomó por la habitación frontal, en la que se veía la mesa al mismo tiempo que lo hacía Sebastián de la Torre Quebrada. El noble iba en primer lugar, decidio a encontra lo que allí hubiere. Tanto uno como otro iban pertrechados.

Y lo que ambos dos, el Largo y el de la Torre quebrada no fue sino aquella mesa que se veía desde fuera, y a un lado un jergón de paja y algunas mantas, y también algún asiento en el fondo de la sala, como una especie de silla de tamaño bastante pequeño. Entonces, todos en la aquella cueva-caverna escuchásteis lo mismo, al mismo tiempo:  ¡JA JA JA JA JA! Una severa carcajada que retumbaba a modo de eco en todas las paredes de la misma. Y en esos momentos la acción comenzaba:

Caitán el Largo y Sebastián de la Torre Quebrada se estremecieron al ver salir de un hueco oscuro a un ser con aspecto humanoide, con pequeños cuernos en la frente, nariz afilada y patas de macho cabrío. Entonces se lanzó contra ellos con el puño cerrado.

Por su parte, Dalmau, que había visto aquella sala diáfana (hueco C), se giró al oir los ruido su espalda, dió un paso atrás hasta colocarse junto a Eguzki, que estaba junto al caldero aún, y ante ellos apareció otro ser con las mismas características, salido de algún rinconzuelo de aquella especie de botica, y de la misma manera cargaron contra él.

Por su parte, antes de que Damiá se diera la vuelta apareció de misma y pura nada, un ser diminuto, calvo y rechoncho, de aspecto huraño y ropas apretadas. Su piel era blanquecina y rojiza, y en sus manos tenía una pequeña maza, como hecha a medida y tamaño. En ese breve lapso de tiempo, cargó el arma contra él.

El mapa del asunto queda así:
 

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   Examino con aire de frustración las raices del arbol que sobresalen del terroso techo y paredes, más nada me dicen. Algo molesto conmigo mismo por no ser de utilidad y con temor de ser una carga para tan nobles acompañantes. Me vuelvo hacia el caldero y lo examino con interés...

   - Tengan cuidado mis señores, pues esta agua del caldero no es tal agua, es líquido fuerte usado para limpiar metales que bien pudiera abrasar su carne si entrara en contacto y además puede usarse en... -

   ... Pero no me da tiempo a terminar de hablar, una carcajada resuena en la caverna y una criatura de pesadilla sale de las sombras, una caricatura de ser humano, con cuernos en la frente, nariz afilada y patas de macho cabrío, que con gran preocupación ¡observo que carga hacia donde estoy!

    - IIIIEEEEEEEEEEeeeeee SOCORRROOOO. -

   Me recompongo, más o menos, ante la visión y adelanto un paso para lanzarle una estocada, mirando si pudiera darle de costado, luego doy un paso atrás mientras alzo mi bracamante para hacer lo posible por defenderme.

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Mare de déu, què és això?-Pregunto sorprendido al ver a la criatura. Ya nos había advertido la vieja, pero de uno no de tres de estas criaturas. Tanto daba, habíamos de pasarlas a cuchillo si queríamos obtener lo que veníamos a buscar. Que por otro lado no tenía ni idea de las hierbas que eran, aquí había muchas. Sólo esperaba que el Calvo las reconociese.

Asesté un golpe con mi bracamante y después me dispuse para defenderme. El ser era pequeño, pero no parecía inofensivo, a saber lo peligroso que podía resultar.

Escucho el grito del curandero y respondo como puedo-¿Que no ve que estoy ocupado? ¡Esto está lleno de criaturitas!

Dalmau registró la sala cubierta por unos altos tocones.

En ella sólo había paja y una especie de abrevadero... ¿tendrían caballos encerrados ahí?

Escuchó a Eguzki comentar algo sobre los peligros del caldero. Se quedó a media frase, por lo que Dalmau instintivamente se giró a ver qué pasaba.

Y lo que vio, hizo que tuviera que frotarse los ojos, incrédulo. Aquel ser con cuernos y patas de cabra, simplemente no podía ser real.

Pero ahí estaba, y sus intenciones eran claramente hostiles. Vio que el curandero preparaba su bracamante para atacar, aunque asustado.

¡Eguzki! ¡Atacad desde el flanco! !Eh! ¡Demonio aquí!

De picó la armadura con el pomo del montante esperando atraerlo, preparándose para atacar con su espada.

Con Caitán siguiéndome de cerca, investigué esa sala presidida con la mesa pero daba a señales de que de alguna forma servía de dormitorio; extraño fue el detalle de la silla, bastante más pequeña de lo habitual.

¡JA JA JA JA JA! 

La risa resonó por las paredes de la gruta y sin darnos tiempo casi a comprobar de dónde provenía, una criatura surgida de las pesadillas se abalanzó contra nosotros.

Queriendo proteger a mi compañero, avancé contra el demoníaco ser espada en ristre, con el escudo levantado también para frenar el golpe.

Iba detrás del noble Sebastián de la Torre, ambos nos dirigimos a la sala que teníamos justo delante, desde afuera se veía una mesa y allí que fuimos el par de dos a meter los hocicos, con la intención de ver más claramente la sala.

Pero de repente una criatura con cuernos y patas de cabra se apareció ante nosotros. Carme nos habló de un pequeño gnomo, ¿sería eso el gnomo? pensé por un instante. No hubo tiempo a reaccionar pues aquel extraño ser nos atacaba con su puño.

Resumen turno 1:

Caitán se adelantó al ataque, pues su gran lanza de a dos manos así se lo permitía. Sin pensárselo dos veces, quiso ensartar a aquella bestia extraña y diabólica de parte a parte. Tan sólo uno de los lanzazos pudo clavarse en el cuerpo de aquel enemigo, concretamente donde debía tener los higadillos (si es que los tuviere), que era el estómago. La bestia rugió desesperadamente, dolorida e incrédula, cuando el Pardo introdujo y extrajo la lanza, y la sangre negra como el azabache comenzó a emanarle del cuerpo.

Daño: 12 (-1 punto por pelaje): 11 puntos de daño.

Pese al impacto, continuaba de pie, dispuesto al combate. Y en éstas que ahora el bueno de Sebastián, hombre de paciencia y precaución eterna, con su escudo levantando con una mano, que enarboló su espada con la otra; y vive Dios que es verídico lo que pasó: que justo en el mismo lugar donde Caitán le había brindado buen lanzazo, que así le diera él, en el mismo lugar, con el filo de su espada. La hoja atravesó horizontal y profundamente al ser cornudo ofreciendo un espectáculo de sangre en medio de aquella cueva.

Daño: Crítico (daño máximo ignorando armadura): 15 puntos de daño.

En éstas que el ser, mirando a los dos buscadores de raíces con ojos negros completos, cayó de bruces hacia delante, desangrándose allí mismo y muriendo en pocos segundos.
Por su parte, el Gavinet se había encontrado con un tipo calvo y pequeño, pero ello no le impidió lanzarse contra él, estirar el brazo, y lograr asestarle una buena cuchillada al pequeño en todo el pecho, haciéndole retroceder un par de pasos. Eso sí, aquella especie de costra en su piel hizo que el impacto asestado no fuera muy grave.

Daño: 6 (-3 por costras de piedra en la piel): 3 puntos de daño.

Éste, por contra, cargó con su pequeña maza hasta dos veces, intentando darle una lección al pirata del Principat. El primer mazazo no logró golpearle, sino que impactó en el suelo (y amén que no golpeara en Damiá, que de haberlo hecho lo hubiera reducido a puré de legumbre), y el otro no llegó ni a producirse, sino más bien que sus pequeños pies tropezaron con un alambique caído en el suelo. Por ello se trastabillo y cayó, quedando a merced de Damiá*.

Paralelamente, Eguzki y el noble Dalmau se iban a batir a otro ser cornudo, como Caitán y Sebastián. Eguzki fue el primero en intentar asestarle una cuchillada con su bracamante. Sin embargo, su zarpazo con el filo pasó sin tocarle apenas. Por su parte, Dalmau, persona inmersa en el arte de la guerra, tomó su montante a dos manos y lo descargó con potencia contra el cornudo, justo un instante después que su compañero atacara. El golpe encajó el ancho filo en el pecho de la bestia.

14 (-1 punto por pelaje): 13 puntos de daño.

Pese al enorme agujero en su pecho, la bestia aún tenía fuerzas como para devolveros las reprimendas que El Calvo y el de Montesa le habían ofrecido. Este cargó con sus puños contra Dalmau. Sin embargo, tal era la herida que le hacía sangrar líquido negro que no pudo afinar sus puñetazos, golpeando así al aire.

Maldito pendenciero... ¡acabaré contigo! -gritaba el ser menudo a Damiá tendido en el suelo-.

Vi como mis compañeros despachaban a una de las criaturas y dejaban tocada a la otra, La que estaba conmigo no parecía muy hábil después del tortazo que se había dado, pero más valía pevenir que no llorar después-¿Que me echa alguno una mano? Este ser es duro como las piedras.
 

El caballero golpeó al ser demoníaco con su montante, consiguiendo producirle un profundo corte en su pecho.
Pese a ello, la bestia siguió luchando ferozmente, por lo que Dalmau solo pudo seguir con su acometida.
Esperaba que sus compañeros estuvieran a salvo, por ahora procuraría acabar con este demonio primero.

Con la sangre del engendro demoniaco salpicando armadura y escudo, la victoria fue sólo momentánea pues pronto escuché que atrás nuestra los otros compañeros también parecían estar enfrentándose a más criaturas.

La voz de Damiá solicitando ayuda fue la que me hizo girar y acudir en su ayuda. Mientras avanzaba, o más bien regresaba, por el rabillo del ojo pude ver cómo el vasco y el caballero se las veían con otro ser como el que acabábamos de despachar Caitán y yo, pero ya mis pasos iban prestos a la llamada del pirata.

    Visto mis torpes movimientos y que el arte marcial no es lo mío, procuro tranquilizarme y recordar las palabras de mi aita cuando me ensañaba a manejar la cuchilla y sajar y rajar, en mi mente las visualizo "... entzun txotxolo!, recuerda que puedes derribar a un adversario de un golpe... o de varios, que por poco que duela, si encajas uno tras otro, hasta el más fuerte al final cae... ahora, goazen!"

   Con esto en mente, adopto la postura que me enseñó y me preparo para lanzarle un par de estocadas al bruto que tengo enfrente a ver si consigo al menos hacerle sangrar.

Habíamos despachao a la criatura más pronto que tarde. El acertado golpe del noble Sebastían y el impacto de mi lanza...habían dejado caos al ser peludo. No tanta habilidad tuvieron el resto de mis compañeros que seguían luchando con sus enemigos. Damiá pidió ayuda con el ser enano, pues aquel tipo bajito era torpón pero también tenía lo suyo de avispao...y no se daba por vencido tan fácilmente. Por otra parte, Dalmau y Eguzki estaban con otro ser peludo como el nuestro. Al voltearme veo que Sebastían va a ayudar al pirata, y hago lo mismo pero me voy para donde Dalmau y Eguzki, para enfrentarme con ellos al ser cornudo.

Resumen turno 2:

Sebastián de la Torre Quebrada, habiendo quebrado junto a Caitán a aquel ente, corrió hacia la sala de al lado, donde estaba Damiá. Tardó unos instantes preciosos. Por ello, Damiá hubo de seguir luchando sólo unos instantes. Eso sí, su bracamante logró encajarlo en el vientre de aquel pequeño ser calvo y blanquecino, y quiso Dios que le alanceara por dentro los higadillos, pues se lo clavó bien.

Daño: 11 (-3 por costras de piedra en la piel): 8 puntos de daño.

Tras un tremendo alarido que escucharon el resto de compañeros luchadores, el dolor del ser no le impidió levantarse y golpear al Gavinet con su pequeña maza. Damiá pudo sin embargo esquivar el tremendo impacto que se dirigía a su pierna izquierda. Acto seguido llegó Sebastián para arropar a su compañero en la lucha.

Mientras tanto, otro combate se sucedía en la sala primera, la principal. A Eguzki y Dalmau se le añadía la presencia de Caitán, que había optado por ayudar a éstos dos que luchaban junto al caldero de la hoguera. Lanza en ristre, éste actuó el último. El ser cornudo intentó golpear al caballero de Montesa Dalmau, pero sin acierto alguno, pues su cuerpo se echó hacia delante sin posibilidad para ello. Por contra, que hubo de ser Eguzki en intentar clavarle el bracamante pensando en las enseñanzas de su padre. Y así lo hizo. Y su padre debía ser un gran referente para él, pues lo que el Calvo hizo no fue sino ensartarle dos puñadas severas, una de ellas en el pecho y otra en el abdomen, que le dejó herido de mortalidad...

Daño1: 13 (-1 por Pelaje) (/2 por Ataque preciso): 6 puntos de daño.
Daño2: Crítico (daño máximo e ignora armadura) (/2 por Ataque preciso): 7 puntos de daño.

Aquel impacto hizo que el ser de los cuernos emitiera un gran alarido, expulsara sangre por la boca tras cada cuchillada de Eguzki y que, acto seguido, cayera de bruces en el suelo, hacia delante, como un peso muerto (a los pies de Dalmau y ahora Caitán, lanzan en mano). Estos dos últimos no hubieron siquiera de mover un dedo, pues su compañero había acabado con la criatura cornuda.

Ahora estaban el Caballero noble, el Pardo y el curandero vasco delante del cuerpo. En la sala contigua se sucedía el combate de la última criatura avernal contra sus amigos. ¿Acudirían en su ayuda?

-Agh-El golpe me había dolido, me había confiado al ver a la criatura en el suelo y descuidado mi defensa. Por suerte había sido en la pierna y aunque cojeaba un poco todavía podía aguantar. Decidí que era mejor ser precavido y opté por defenderme mientras el caballero terminaba con la criatura.