Partida Rol por web

Sebastian llegó a las cocinas después de haber arreglado las habitaciones de los hermanos Risefeller.

Estar al cargo de la cocina era una de las labores con más responsabilidad. Lord Rhys había dicho que alguien podría tener malas intenciones y envenenar la comida era una de las formas más rastreras pero efectivas de asesinar. Sebastian tenía claro que Lord Rhys confiaba en él y por eso le había asignado esta tarea. No quería que nada le pasase a Lord Rhys, y por supuesto tampoco a Sloth. Pensaba asegurarse de que todo fuese bien con respecto a la comida y bebida. Eso debería darle más crédito y demostraría una vez más que sabía hacer su trabajo bien, no como Evan. -Debe estar dándose otro de sus bañitos mientras los demás hacemos el trabajo- murmuró.

Su experiencia en la cocina hacía que el trabajo fuese cómodo. Se lavó las manos y examinó las reservas. Tenía que asegurarse de tener todo lo que necesitaba en la cocina. Una vez tuviese todo controlado, decidiría qué platos cocinar para la fiesta.

La cocina se encuentra justamente debajo del Gran Comedor, bajando por unas escaleras. Tiene mesas idénticas a las que hay en el Gran Comedor justo debajo de ellas; la comida se pone en las mesas de la cocina y luego las suben al Gran Comedor. Tiene techos altos y una chimenea en un extremo de la cocina, hay montones de ollas y cacerolas que se apilan en las paredes.

En una de las paredes hay tres botellas pegadas a modo de decoración, están a la altura del pecho dos y la tercera a la altura de la cabeza formando una especie de triángulo.

Le tomó por sorpresa ver que ya había gente en las cocinas. Volvió a lucir una sonrisa serena, aunque con un gesto enérgico al componer su semblante. Debía admitir que la falta de tiempo la estresaba.

Al notar que quienes estaban allí era Sloth y Sebastian su semblante se suavizó un poco, pero aun no tenía mucho tiempo para más.

- ¿Todo bien? - preguntó. Acercó una silla para Sloth - ¿Gwen ya te ha buscado, Sebastian? - preguntó, buscando con la mirada a la criada, aunque quizá estaba en las bodegas. Más le valía que así fuera.

Sus pensamientos volvieron a Sloth. Pensó que debería estar aun turbado por todo, especialmente el rol que le dio... no, era otra persona completamente diferente.

Espero te gusten las sorpresas, mi señor.

Frunció el ceño, pero volvió a endulzarse su faz al recordar la sorpresa que ella misma preparaba. A ver si le quedaban ganas de humillar a la gente.

- ¿Qué te trae a las cocinas? Estoy repartiendo tareas, deberías cuidarte de mí - por un momento, se permitió volver a bromear como antes. Eran raras las veces que se veía una grieta en su autoridad de ama de llaves. - ¿Han visto donde están las señoritas? ¿Lord Vaelys continúa con el maestre y mi señora tía?

Sebastian se giró al ver que entraban Sloth y Ginevra. Sonrió a ambos y le guiñó un ojo a Sloth.

- He llegado hace bien poco. Estaba revisando que tenemos todos los ingredientes aquí antes de elegir los platos para la fiesta. En cuanto a Gwen no la he visto, pero he oído unos ruidos en las bodegas. Podría ser ella.- miró hacia las bodegas al tiempo que hablaba.

- Me alegro de que hayamos llegado casi al mismo tiempo. Me parece una gran idea que nos organicemos ya. Diría que tenemos las tareas más importantes de la fiesta, aunque otros quizá no se den cuenta.- Miró a ambos, convencido de sus palabras. Era fácil reconocer cuando Sebastian bromeaba, y esta vez no lo hacía. - Me alegro de que seamos nosotros los encargados.

Se llevó un par de dedos al entrecejo. Ahora sí, iba a ahorcarla con sus propias manos.

- Le pedí que no estuviera sola. Si la culpan por robo... - no podía decir que se desentendería. Claro que la defendería, pero no de buena gana. Y así, tampoco metería las manos al fuego por ella. - ...Por favor, acompáñala. 

Mas le vale no olvidarse de la otra orden, ¡o yo misma la despellejo esta vez!

- Que se envuelvan en seda, plata y encaje de Myr. - concordó con lo de las tareas más importantes. Más pesadas, pero importantes. Luego pensó en la que le dieron a Sloth, y quiso regresar las palabras de ambos. ¡Es que hoy todos estaban torpes!

Volvió a componer el semblante, pero colocando a la vez una mano en gesto de apoyo en el hombro de Sloth.

- Por cierto, di una orden adicional a Gwen. Hay que buscar a Fionna, ¿también le han visto?

Sloth saludó con un gesto medio burlón a Sebastian, como siempre. Con él las cosas eran sencillas, la risa siempre es una buena mediadora.
Con Ginevra la cosa era diferente. No es que ella fuera difícil, todo lo contrario. Pero hablaba complicado. Sloth creía ver en sus palabras más de las que se decían. A veces la gente decía cosas sin decirlo. Sloth sabía que eso era difícil, al igual que enteder los silencios, los sentimientos ocultos. Sloth se esforzaba. A veces, si lo intentaba, podía dar sentido a todo el murmullo que había dentro de su cabeza.
Sloth siempre era incansable en sus tareas, una mula para los trabajos duros, nunca se quejaba. Pero cuando Ginevra le tendió un asiento decidió que hoy iba a ocuparlo. Escuchó las palabras entre Sebastian y Ginevra como si estuvieran en otra sala. Se estaba escuchando a si mismo. Sloth tenía algo que decir, quizás alguien quisiera escucharlo. Palabras que debían ser dichas.
—Sloth lleva en la casa Vaelys desde tiempos del abuelo de las señoritas —recordó aquellos tiempos con cariño, más oscuros, pero más reales, más auténticos —. Sloth solo quiere el honor para la casa, y la felicidad para sus señoras. Pero Sloth...a veces duda. Se acerca un día importante y ¿Qué le queda a Sloth? Ser...—estiró el brazo, no podía levantarlo del todo pero se le veía que quería coger algo invisible, algo que, de todas formas, quedaba lejos de él —...ser un bufón, después de tantos años. Y tomar una única copa. Sloth cree que eso no ayudará a su señor. Sloth cree que ya no es un criado sino...otra cosa, cascabeles y risas —frunció el ceño, los dolores más profundos son provocados por aquellos a los que uno ama. Se puso en pie —. Sloth aún puede trabajar. Sloth puede ayudar —miró a Ginevra, casi implorando —. Sloth puede buscar a Gwen —claro que, ya le había pedido eso a Sebastian —. Sloth puede buscar a las señoritas si la ama de llaves Blackwood lo desea. O hacer otra cosa. Cualquier cosa. Sloth es como esas palabras que se dicen sin decir, Sloth tiene mucho fondo.

Sebastian miró a Sloth, esta vez algo más serio. - Amigo, tú eres un ejemplo a seguir para nosotros. Lo mereces todo y más en esta casa. No entiendo el motivo de los cascabeles, pero quiero pensar que la intención de Lord Rhys no es humillar a nadie. Quiero ser totalmente sincero contigo. Que seas el bufón no me agrada en lo más mínimo. Pero tu otra tarea es más importante y peligrosa, o eso pienso. Si alguien intenta atentar contra Lord Rhys no podrán usar la bebida ya que, si no me equivoco, tú beberás antes. No hay nadie más leal que tú así que es una tarea que solo puede confiarte a tí. Pero no te preocupes. Yo me encargo de la bebida junto a Gwen y Fiona y no pienso dejar que te pase nada a ti, al Lord ni a nadie de la casa. Por eso dije que teníamos la tarea más importante. Durante la fiesta voy a estar entre la cocina y el comedor, y no dudes en acudir a mí si necesitas algo. - Tras decir esto sonrió levemente a Sloth y cambió de tema. - Ve pensando en algo que te apetezca cenar esa noche. En un rato decidiré los platos y espero que al menos la comida sea agradable. - Miró a Ginevra. - Voy a buscar a Gwen, así empezamos a ponernos en marcha.

Sebastian se dirigió hacia la despensa.

¡Humillar a nadie!

El discurso vehemente de Sloth le quebraba el corazón. Cerró los ojos, conteniendo el flujo de emociones que de niña le habrían hecho abrazarlo. La intervención de Sebastian hizo que pasara a la ira. Pero aquello era bueno. Prefería el enojo. Movía a seguir actuando. Era mejor que el dolor, mejor que la pena.

- Nadie será bufón de nadie.

Algo en como lo dijo daba miedo. La voz le tembló de la rabia. Pero lo dijo en un tono que indicaba una decisión reforzada y meditada, pero que acababa de hacerse más fuerte.

- Ya di órdenes a Gwen, después de revisar el vino y dar a probar a los cerdos bebida y comida quiero que te asegures de que ella y Fionna se ocupan de ciertos trajes. - no uno, varios. - Si, le he dicho ya a Gwen que quiero que alimenten a los cerdos con lo mismo que comerán y beberán los señores. Si ven algo extraño en ellos, quiero saberlo al momento.

Ya había tomado precauciones y puesto cartas sobre la mesa.

Dejó que se moviera. Luego terminaría de hablar con él sobre lo último que haría. Pero cuando estuviera a salvo.

- Sloth, te tengo otra tarea, muy importante. Acompáñame a las torres.

Sloth había escuchado historias como ahora escuchaba a Sebastian. Sloth entendía que un catador real tomaba el riesgo de probar los alimentos antes que su señor. Eran hombres experimentados capaces de detectar el veneno y la ponzoña en vinos y alimentos. Un riesgo que Sloth cargaría sobre su inclinada espalda. Sin embargo eso no hacía que Sloth no dejase de preguntare sobre lo que ocurría si Sloth bebía de una copa trucada. Sebastian aseguraba que tal cosa no pasaría. Lo cierto era que aquello no podía saberse con seguridad, y en la incertidumbre el jorobado encontraba su pena. ¿Era él el peón que se debía sacrificar? ¿Lloraría alguien su marcha cuando él no estuviera? Un mal chiste vestido de bufón, algo grotescto para una fiesta.
Sloth aceptaba su destino. Lo daría tood por la casa Vaelys. Pero a veces lamentaba entender que la casa Vaelys no le quería tanto como él a ella. El amor no correspondido era como la piedra de afilar y la espada. La espada, la casa, sale ganando, pero la piedra, se va desgastando poco a poco.
Cuando la ama Blackwood habló percibió en ella una tormenta interna. Sloth no era muy inteligente pero leía las emociones humanas. ¿Era por él? Puede que Sloth hubiera hecho algo mal. Sloth a veces hablaba demasiado. Sobretodo desde que el tal Evan Ross había sido nombrado como mayordomo. Tan joven, tan cerca de las señoritas, tan apreciado por su señor como para ser invitado a la fiesta. ¿Y Sloth? Sloth tenía sus cascabeles.
Se puso en pie ante las últimas palabras de ama Blackwood.
—Sloth aún puede hacer muchas cosas—indicó, sonriente.

La cocina se encuentra justamente debajo del Gran Comedor, bajando por unas escaleras. Tiene mesas idénticas a las que hay en el Gran Comedor justo debajo de ellas; la comida se pone en las mesas de la cocina y luego las suben al Gran Comedor. Tiene techos altos y una chimenea en un extremo de la cocina, hay montones de ollas y cacerolas que se apilan en las paredes.

En una de las paredes hay tres botellas pegadas a modo de decoración, están a la altura del pecho dos y la tercera a la altura de la cabeza formando una especie de triángulo

Sebastian volvió a las cocinas y miró alrededor -¿Gwen?- no parecía demasiado sorprendido de verla allí. Sebastian sonrió -Me ha dicho Ginevra que me buscabas. He oído un ruido en la despensa pero no he visto a nadie. ¿Vienes de allí?-.

- No...- agrego extrañada.- justamente iba a pedirte que me acompañaras ya que la señora Ginevra me ha pedido un encargo y había solicitado que tu y un guardia me acompañaran al bodegón en la despensa...- agregué, mientras me quedaba dudando si deberíamos ir primero a buscar un guardia por si las moscas...

-¿Un guardia?- Sebastian parecía confuso. -Por supuesto te acompañaré si lo necesitas, ¿pero por qué un guardia?.

- Me lo dijo principalmente para que dudarán de mis intenciones...- dije intentando imitar el mismo tono de voz con el que se dirigió a mi.- o eso dijo... 

-¿Tus intenciones?- Sebastian arqueó una ceja -¿por qué iban a dudar de tus intenciones? ¿Qué haremos en la despensa?-. Se quedó pensativo unos instantes. Quizá Ginevra estaba intentando ser todo lo previsora posible antes de la fiesta.

- Tengo que ir a contar las botellas y barriles que hay en la despensa...- dije durante un segundo hasta que me acordé que lo habían traído días atrás para reponerlas.- ¿Te acuerdas, son las que trajeron el otro día?¿Cómo se llamaba...?- dije pensativa hasta que recordé las palabras de la señora anteriormente.- El vino del rejo... que es el que quiere que se sirva en la fiesta.

-¿Quieres ir tú a buscar el guardia o prefieres que te acompañe y desde allí venimos juntos a la despensa? También hay que decidir los platos de la fiesta. Ya tengo una idea de lo que serviremos pero quiero afianzarla y comentároslo a los involucrados para saber vuestra opinión.