Partida Rol por web

Fiona no estaba allí. Por más que buscara con la mirada, Kyle no veía por ningún lado el cuerpo de su hermana, y eso hacía que cada vez se pusiera más nerviosa ¿DÓNDE ESTÁ? Estuvo a punto de gritar desesperado. Pero tenía que contenerse, ya que no podía hablar así a su señora. 

Por un momento llegó a pensar que no era verdad, que quizá alguien había engañado a Lady Vaelys contándole que Fiona había muerto. Pero, ¿Quien gastaría una broma tan cruel? ¿Y si no es una broma? ¿Quizá Fiona haya fingido su propia muerte? ¿Se habrá fugado con Evan?... ¡Imposible! Ni Fiona ni Evan harían algo así, y menos sin contármelo.

Kyle pensaba que Lady Tabitha sabría la noticia, pero por su reacción y la pregunta que hizo dejaba claro que se acaba de enterar. - Me temo que Fiona ha fallecido consiguió contestar a pesar del nudo en su garganta.

- Lady Vaelys, ¿Quien ha visto cómo murió mi hermana? Tenía que mantener la esperanza hasta que viese con sus propios ojos el cuerpo sin vida de Fiona

Las piernas de Tabitha temblaron ante la respuesta de Kyle y terminaron doblándose, dejando a la joven caer sobre ellas, llevando sus manos a la boca y cubriéndola con ellas. El golpe en las rodillas fue menos doloros que el que sintió en su pecho tras aquella horrible noticia. Sus ojos se empañaron en lágrimas mientras mantenía la mirada fija en Kyle. - No, no, no, no... - negaba en un susurro apagado, con un llanto contenido. No podía creerlo, no podía ser. La joven clavó los ojos en su madre, suplicante porque dijese algo. Pero Lady Myriah parecía no querer hablar más, seguramente le incomodaba la presencia de aquel hombre que se resistía a marchar. Presencia que a ella misma también le incomodaba.

Cuando Kyle preguntó por los posibles testigos de la muerte de Fionna, Tabitha le miró sorprendida. - ¿Ver como murió? ¿Qué está pasando? - preguntó con las fuerzas que la quedaban mientras apretaba los puños con fuerza junto a su boca. No podía apartar la mirada de Kyle, sabiendo lo unidos que estaban y el dolor que ella misma sentía en ese momento por la muerte de Fionna, trataba de averiguar como podía mantenerse tan entero cuando ni ella misma era casi capaz de respirar.

Luego miró a Sebastian, su madre había pedido claramente algo y allí seguía, clavado como una roca. - Yo iré madre, les diré a los guardias de la torre que la traigan. - Dijo aún de rodillas en el suelo, visiblemente afectada por aquello, tratando de contener el dolor en su interior. Lo cierto es que necesitaba salir, gritar y llorar además de ver con sus propios ojos que lo que se estaba diciendo era cierto. Su prioridad era hablar con su madre a solas, pero en vista de que la situación se lo impedía y si su madre se lo permitía, estaba dispuesta a salir de allí de inmediato. Miró a su madre, esperando una respuesta a su petición.

Su torpeza social y falta de tablas dieron lo peor de sí mismas en aquel momento. Incapaz de justificarse o de ofrecer su ayuda bajo aquella mirada de acero de Lady Myriah al gigante se le humedecieron los ojos ante la tragedia de aquella familia, incapaz de darse cuenta de la desvergüenza que había protagonizado.

Sus pasos le sacaron por fin de aquel lugar, quizás por obra de los Siete apiadándose de la Casa Vaelis y permitiéndoles asumir aquellas noticias sin su presencia. Abrumado por todo lo ocurrido pero incapaz de procesarlo, como tantas veces antes, optó por huir hacia donde habría licor, risas y conversaciones que no le superasen.

La capilla del septo de los dioses se hallaba en la Torre de los Cuervos de la fortaleza de Sangre. Estaba situada en la primera planta y en ella había una gran capilla con la estatua de El Guerrero. Tenía un pequeño altar con unos bancos de marfil para sentarse frente a él. Detrás del altar estaba la figura de El Guerrero apoyándose en el mango de una gran espada y gran parte de la figura estaba inmersa en la pared.

Myriah se quedó mirando a Tabitha con cara de resignación. Pensaba que ya te habrías enterado. Dijo pensando que no sabía dónde estaba la cabeza de su hija. La segunda de las hermanas era la que más tiempo pasaba pensando en cosas ajenas al interior del castillo y parecía no haberse dado cuenta de lo que había sucedido. 

Swann hizo amago de salir de allí y se alegró de que no le fuera a oír, pero Oberyn y Alester se cruzaron con él y el grandullón finalmente no se fue, pero a Lady Myriah ya no le importó. Empezaba a ponerse nerviosa, Fiona estaba muerta y había pedido a Evan que trajera su cadáver al septo para rezar por ella. De eso había pasado ya más de una hora y ahí no había llegado nadie. No parece que haya habido ningún testigo. Dijo con las palabras más frías que podrían salir de la señora de la casa.

 Recordó la escena del crimen y sabía que había algo raro en ella, así que quizá apostaba por el asesinato, pero no quería sembrar aún las dudas en los presentes y tampoco encontraba motivo alguno para deshacerse de Fiona, salvo claro estaba, que hubiese sido su sobrina Ginevra, pues llevaba desconfiando de ella desde hacía semanas y siempre había pensado que había hecho todo lo posible por arruinarle la vida. 

Por último escuchó las palabras de Tabitha, le parecía una buena idea y asintió sin decir nada más.

Con aspecto visiblemente alterado Lord Grizzly salía de la capilla en dirección a los salones, incapaz de reconocer al príncipe o a su acompañante mientras sus pesados pasos parecían tambalear más que sostener al gigante.

Oberyn entró de nuevo en el septo de los dioses, junto con Alester Marbrand, convencido de que allí encontraría a una de las dos personas a las que estaban buscando. A juzgar pora la expresión en el rostro de Lady Myriah, algo grave había sucedido, aunque la reacción que más le sorprendió Swann Grizzly, quien se encontraba claramente alterado. En nada se parecía al grandullón enérgico y optimista, siempre dispuesto a colaborar, con el que el dorniense había tratado hasta entonces.

-¡Lord Grizzly! -le llamó, al ver que salía de la capilla, con aspecto turbado. Luego, se volvió hacia Lady Myriah, Tabitha y Sebastian-. ¿Qué ha sucedido? -Dirigió una mirada a la capilla, como si buscase a alguien-. ¿No se suponía que el mayordomo estaban al llegar?

Como si le costase reconocer al príncipe, el alterado guerrero le miró con extrañeza hasta que por fin su expresión se aclaró al conectar aquel rostro singular con el noble individuo que le había dedicado palabras de atención y orientación en la corte. Con una tos y carraspeo recuperó la suficiente voz como para dirirse a Oberyn.

- Alteza, no... -pareció buscar palabras que no estaban en su mente para transmitir, su ceñor fruncido mostraba el esfuerzo de construír un concepto tan complejo como el que apenas llegaba a comprender en su interior- La Casa Vaelys desea intimidad en este momento, -sus ojos parecían evitar conectar con los de él- bastante me he puesto en evidencia ya quedándome cuando debería haberme ido yo... No os deseo la misma mácula -apretó los labios y meneó la cabeza de lado a lado pesadamente, jamás había huído en batalla pero aquí se encontraba con el rabo entre las piernas y eso le llenaba de rabia también-, aunque... Aunque si vais a entrar y sabéis qué hacer estaré a vuestro lado.

Por un momento el cuento de la rana y el escorpión le vino a la cabeza y desechó la posibilidad que pudiese también aplicarse a las víboras, por su propia entereza.

Alester entró tras el príncipe dorniense al septo de los dioses. Tras un vistazo rápido y una leve reverencia a los presentes, se dio cuenta de que ninguna de las personas a las que buscaba se encontraba allí, lo cual le sorprendió. Tenía entendido que los miembros de la familia y el servicio iban a reunirse en la capilla, pero no había más que un pequeño grupo. Las mismas personas a las que había dejado antes ahí dentro, de hecho. La orgullosa señora de la casa; la elusiva Lady Tabitha; y el joven jefe de cazadores.

Pero había un añadido. Sebastian Ríos. Alester frunció el entrecejo, extrañado de encontrarlo ahí, pues lo hacía ya fuera de la Fortaleza, tras la conversación que habían mantenido durante el almuerzo. Se preguntó si, al menos, el joven se habría puesto en contacto con su preocupada madre.

Los rostros tensos y preocupados no habían desaparecido y eso, junto con la extraña actitud de Lord Grizzly, aumentó las sospechas de lo que había podido ocurrir con Fiona. Un acontecimiento que, de ser cierto lo que pasaba por su mente, podría alterar por completo la fiesta de esa noche.

Se quedó unos pasos por detrás de Martell y Grizzly, pero prestó toda su atención a las palabras que se cruzaban. Pero se mantuvo en silencio. Ser Marbrand no tenía necesidad de hablar ahora, ni creía tampoco que sus palabras fueran a ayudar, teniendo en cuenta que Lady Myriah no parecía tenerle ninguna simpatía y probablemente le respondiera con la frialdad que la había caracterizado durante ese día. Por ello, solo se dedicó a escuchar y observar.

Kyle ya estaba harto de estar en el septo con el corazón en un puño esperando que llegara el cuerpo de su hermana. Si era verdad lo que había pasado, tenía que verlo con sus propios ojos, en caso contrario siempre tendría la pequeña esperanza de que se tratase de un error o de una broma macabra.

Ya he esperado demasiado y aquí no aparece el cuerpo de mi hermana, tengo que hacer algo No quería desobedecer a Lady Vaelys, pero ya no esperaría más tiempo ahí cruzado de brazos - Disculpadme Lady Vaelys, pero no puedo esperar más. Si no hago algo, estoy seguro de que la ansiedad acabará conmigo. ¿Donde ocurrió el asesinato? Tengo que verlo con mis propios ojos, ver si sigue Fiona allí y ver si hay alguna pista que confirme la identidad del asesinato. 

Sus propias palabras le sonaron extrañas, como si hubiera sido otra persona quien las dijera. Nunca había hablado con tanto descaro a la señora de la casa Vaelys, y esperaba que no se tomara a mal esas confianzas.

Sebastian había llegado al septo hacía rato, pero no se había atrevido a entrar. No solo temía la reacción de la señora que le había prohibido explícitamente estar allí, sino que temía su reacción al encontrar la prueba fehaciente de su desdicha.

Desde la puerta había oteado y se había sorprendido al no encontrar el féretro que necesitaba. Había olvidado la pregunta sobre el vino que había preparado para distraer la furia de la señora. Al fin y al cabo, ésta cuando lo vio le habló sin mostrar su ira. Y dijo que algo le había pasado al cuerpo. ¿Cómo le podía haber pasado algo?

Y ahora decía que no había habido testigos. ¿Qué está pasando? Todo es muy sospechoso. Sebastian quiere adelantarse y gritar, decirle a la señora que nada de eso tiene sentido y que en vez de reunirlos en la cocina y después enviarlos a ese asqueroso septo, él y Kyle tendrían que haber ido corriendo a donde fuera que algo le había pasado a Fiona. Pero por suerte, su prudencia se sobrepuso a su ira, no serviría de nada despertar la ira de los señores y acabar él también en un calabozo. Se espero unos segundos, escuchando en silencio, esperando a ver si alguién se dignaba a dar explicaciones a Kyle. Que las merecía más que él, al menos al no haber podido reunirse con ella en la torre. Maldito guardia.

La joven aún permanecía de rodillas en el suelo, cuando comenzó a escuchar los pasos que se iban acercando y las voces de algunos hombres. Pero estaba demasiado centrada en la respuesta de su madre a su petición de ir ella misma en busca del cuerpo de Fionna, como para prestarles atención de manera inmediata. Cuando su madre asintió con la cabeza, Tabitha trató de ponerse en pie, pero su cuerpo aún flaqueaba y temblaba por la noticia. - Vamos, puedo hacerlo. Debo hacerlo. - Pensó para sí tratando de darse ánimos.

Al igual que escuchó las voces de los hombres en la lejanía, cuyas palabras no llegó a entender, escuchó esta vez las palabras de Kyle hacia su madre. - ¿Asesinato? -  Cuando le escuchó hablar así, miró a Lady Vaelys. - Madre, por favor... era su hermana. - Dijo tratando de excusar de alguna manera los modos de Kyle. Sabía cuan fría era mi madre y hacía poco lo había demostrado de nuevo. No pretendía que se abrazasen ni nada parecido, solo que pasase por una vez del trato señor-criado y viese que eran personas, con sentimientos. - Aunque tu parezca que no los tengas en muchas ocasiones.

La joven trató de ponerse en pie de nuevo, consiguiendo hacerlo sobre sus temblorosas piernas. - De paso haré que busquen a Evan. - Indicó la joven a su madre y miró hacia la entrada de la capilla. Ahora venía la parte más difícil, fingir que no la sucedía nada, que ella estaba perfectamente, frente a las visitas a La Casa Vaelys, cuando por dentro solo quería dejar salir aquel horrible dolor.

Trató de caminar sin perder el equilibrio y rezando para que no le fallasen las piernas. Cuando llegó a la altura de los hombres, Tabitha hizo una torpe reverencia a causa del estado en el cual se encontraba. No era algo fácil de ocultar. - Alteza, caballeros. - Utilizó aquellas palabras en modo de saludo. - Si me disculpan, yo tengo que... - Sus palabras se ahogaron en su garganta al recordar que su mejor amiga estaba muerta.

Alester seguía de pie, de brazos cruzados y con el entrecejo fruncido, mirando a todos los presentes en la capilla y esperando que alguien diera al fin una respuesta concreta. Fue Kyle quien le sacó de la incertidumbre y quien confirmó sus más terribles sospechas. Fiona… ¿asesinada? No se trataba, pues, de otro accidente.

La confusión inundó la mente de Ser Marbrand, quien descruzó los brazos y, ojiplático, miró al dorniense durante un segundo. A pesar de la conversación que habían mantenido, esto no era algo que hubiera esperado. El asesinato de una criada no tenía sentido alguno para él. ¿O quizás sí? No sabía qué estaría pasando por la mente del príncipe de Dorne, pero por la suya se agolpaba tanta información y tantas teorías, que apenas podía organizarse y entender lo que estaba ocurriendo.

Lady Tabitha anunció su intención de salir de la capilla e ir a buscar al mayordomo, pero apenas consiguió dar unos pocos pasos, pues se movía temblorosa. Ni siquiera encontraba las palabras para despedirse de ellos, probablemente intentando controlar que todo lo que sentía en su interior saliera hacia afuera. Su primer instinto fue acudir a la dama, así que se acercó y le tomó del brazo con la fuerza suficiente para sostenerla, pero sin apretar demasiado-. Mi señora, quizás deberíais sentaros antes. ¿Podéis caminar sola? -No le preguntó cómo estaba, pues no hacía falta ser maestre para saberlo.

No obstante, a pesar de su ayuda, su mirada no estaba fija en ella, sino en el jefe de cazadores. Kyle le había resultado agradable y Alester había sentido un gran respeto hacia él, por todo lo que había conseguido a tan corta edad.

Al principio, le desconcertó la extraña actitud de Lord Grizzly, pues era raro ver a un hombre de su tamaño tan apesadumbrado. Entonces escucha hablar a Kyle y todo adquiere sentido para el dorniense cuando es mencionada la palabra "asesinato". Ya sospechaba que podía haberle sucedido una tragedia a Fiona al advertir el estado en que se encontraba antes su hermano, mas las palabras de Kyle no hacen sino confirmárselo.

Oberyn recordó la amabilidad y cortesía con la que Fiona le había tratado, y la conversación que habían mantenido en sus aposentos acerca de Dorne y sus mujeres. El príncipe apretó el puño, con ira. Otra víctima más entre aquellos muros y, en esa ocasión, no había nada que se pudiera hacerse para revertir lo sucedido.

-Quizá tengáis razón, Lord Grizzly -dijo el dorniense, con voz afectada-. La Casa Vaelys necesita intimidad en estos instantes. -Mientras lo decía, Oberyn observó alternadamente al joven Kyle y Lady Tabitha, quienes eran los que lucían más afectados de quienes se hallaban en la estancia.

Tabitha se sentía morir. Todo lo que estaba pasando en su casa, todo aquel mal que había surgido de la noche a la mañana, donde culminaba por el momento con la muerte de Fiona, le costaba asimilarlo. Eran demasiadas cosas y temía que su salud se resintiese por todo aquello. Fue por ello que, al sentirse de alguna manera segura, sostenida por el firme brazo de aquel invitado de la casa y sus amables palabras, Tabitha se sintió protegida por un segundo.

Se aferró a ese brazo que sentía como amigo en ese momento con sus manos temblorosas y pegó la cabeza en el pecho del caballero. Ya no importaban las formas. Lo cierto es que a ella jamás la habían importado, pero quizás en ese momento si sintió que debía seguirlas. Pero su corazón estaba quebrado por aquella muerta y en su cabeza tan solo asomaban preguntas sin respuesta y miedos. Muchos miedos. Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas mientras buscaba refugio entre los brazos de Alester.

Lo cierto es que Tabitha hubiese preferido que no fuese así, pero fue algo inevitable. La verdad era que no hubiese dado muchos pasos más sin derrumbarse. Lloró mientras se esforzaba en recuperar fuerzas para seguir y hacer que trajesen a su amiga a la capilla. - Gracias por su ayuda, señor... - Dijo entre sollozos a Alester. La verdad es que no recordaba en ese momento si habían sido presentados o no. Pero a quien no olvidaba era a Oberyn, sobre todo por sus palabras en el comedor.

- Y a vos también, alteza. - Habló con un hilillo de voz cuando escuchó las palabras del hombre. - No son muchos los que entienden del dolor por la pérdida de una sirviente de la casa y a la par una amiga.

Continuaba un tanto temblorosa aún y afectada, eso era evidente, pero tenía que moverse, aunque sabía que necesitaría unos segundos más para poder separarse de aquel hombre y poder caminar hacia la Torre del Fénix. Aún así, trató de ser amable con todos y proporcinarles alguna idea para que pudiesen estar tranquilos mientras la familia lloraba aquella muerte innecesaria.

- Quizás prefieran estar en los jardines de la casa. Puedo hablar con el servicio para que les sirvan algo para beber, - Hubiese ofrecido el comedor, pero estaría siendo preparado para la fiesta. - ¿Quién tiene ganas de fiesta con tantas desgracias seguidas? - en cuanto me recupere un poco y pueda moverme sin ayuda. - Finalizó separándose del cuerpo del hombre, pero sin soltarse de su brazo, temiendo una nueva caída al suelo como la anterior a la llegada de los hombres.

Eso pensaba yo, dijo Lady Myriah contestando a Oberyn que volvía a cruzar la puerta de la capilla para volver a interrumpir la ceremonia que tenían pensado realizar. ¿Y no se suponía que vos había decidido salir para dejarnos unos minutos de tranquilidad? El resto de invitados se dirigieron al gran comedor. Pronto nos reuniremos con vosotros, pero antes de que empiece la fiesta tenemos un asunto que hacer aquí. Dijo nerviosa mientras miraba al cazador. 

Luego Swann le pidió a Oberyn que debía marcharse, y por eso La Señora, asentía confirmando las palabras del gigante. Luego Kyle abrió la boca y descubrió el pastel que no tenía sentido esconder, Myriah negó con la cabeza de nuevo, Fiona estaba subiendo las escaleras del Fénix cuando ocurrió, pero ya sabes que El Señor no permite el paso de criados a la torre, tan solo pueden cruzar el umbral el maestre, el septón y el mayordomo, por eso no puedes ir a buscar a tu hermana, y por eso le pedí a Evan que fuera a traernos su cuerpo, pero no entiendo por qué está tardando tanto y yo también empiezo a ponerse nerviosa. Ya le daba igual hablar delante de los invitados, al fin y al cabo seguro que se habían terminado enterando. Era imposible esconder un secreto en esa enorme fortaleza.

Al agarrar el brazo de la joven, lo último que había esperado Alester fue la reacción que recibió. Lady Tabitha se aferró con más fuerza aún a él e incluso buscó refugio en sus brazos para llorar. Tras todo lo que sabía, o creía saber, de la segunda hija de Lord Vaelys, se sintió tan sorprendido por aquello que apartó sus ojos de Kyle para mirarla a ella.

- Nada tenéis que agradecer, mi señora. ¿Qué clase de persona sería si os dejara caer al suelo o hiciera caso omiso de cómo os debéis sentir en este momento? –respondió a la muchacha, dejando que llorara hasta desahogarse, mientras escuchaba las explicaciones de su madre.

Lady Vaelys había decidido hablar al fin, aunque Alester no se convencía del todo de la veracidad de lo que contaba. Un accidente… entre muchos otros. Parece que hoy no es el día para las mujeres de la Fortaleza, pensó Marbrand cargado de ironía, frunciendo el entrecejo y con rostro de preocupación. Por mucho que la señora de la casa intentara hablar del asunto como algo fortuito, todos los presentes habían escuchado ya la palabra "asesinato" de boca del jefe de cazador. ¿Quién podría ahora olvidarla?

Hubo otro detalle dentro del discurso de Lady Vaelys que no le pasó desapercibido a Alester. Así que el mayordomo estaba encargado de recuperar el cuerpo, pero nadie sabía aún dónde estaba. Sin duda, era curioso. Pensativo, pero en silencio, prestó su atención de vuelta a la muchacha que tenía sujeta entre sus brazos.

- Por nosotros nos os preocupéis, mi señora. Hemos disfrutado del almuerzo hace no mucho. Y en esta situación, no creo que ninguno de los presentes esté pensando en su estómago –respondió a Lady Tabitha, mientras esta se separaba de él. Aun así, aprovechó la cercanía para comentarle algo bajo susurros, esperando que no estuviera tan afectada y distraída como para no escucharlo.

Cuando acabó, mientras esperaba respuesta, miró de nuevo a Lady Vaelys. Si Alester no recordaba mal, había mencionado la fiesta de esa noche. ¿Realmente, tras una muerte, iban a celebrarla? Por lo que había comprobado, Fiona no era una simple criada y la relación que mantenía con las hijas de Lord Rhys era muy distinta de aquella normal entre sirviente y noble, más cercana. ¿Alguna de las muchachas tendría ánimos de festejar o de socializar con los invitados?

Tabitha escuchó las palabras del hombre entre sus sollozos, pero no pudo responder a nada más en ese estado. Mientras trataba de calmarse, escuchó la voz de su madre a lo lejos, como si estuviese a cientos de kilómetros inicialmente y luego se fuese aproximando mientras la joven se iba calmando. Aunque llegado a ese punto, Tabitha hubiese preferido no escuchar el resto de las palabras que su madre pronunció, las cuales se referían a como murió Fiona.

La muchacha se quedó helada durante unos instantes puesto que en su mente se proyectó la imagen de aquellas escaleras que tantas veces había subido y bajado a lo largo de los años, llegando a ver a su amiga rodando por ellas. Con esa terrible visión y su corazón extremecido por el dolor, logró mirar con sus ojos llorosos a aquel hombre que había sido su bastón en aquel duro momento, lo justo para que su mirada le mostrase agradecimiento por su acto y sus palabras.

Fue cuando Alester aprovechó aquella proximidad para susurrarla aquellas palabras que hicieron entornar un tanto los ojos de la temblorosa joven. No le respondió, pues con su gesto el entendería claramente cual era su respuesta a esos susurros. - Muchas gracias mi señor. Habéis sido muy amable y todo un caballero. - Dijo por fin. Seguía sin soltarse del brazo de Alester y el dolor se leía en su rostro, pero parecía un poco más serena.  - Y en vista de que parece que no quiero soltarle, - dijo mirando su mano firmemente aferrada al brazo del hombre, - quizás podría acompañarme, al menos hasta que mi mano decida que se puede ir. - Trató de dibujar una sonrisa en su rostro, pero esta no llegó a completarse.

Luego miró unos instantes a Kyle para desviar su mirada hacia su madre. Por un momento deseó saber que pasaba por las cabezas de ambos. Pero en aquella mirada a su madre había algo más, en ella se podía entrever a su espíritu libre salir, aquel que siempre hacía que Tabitha se saltase las normas y fuese tan distinta a lo que se esperaba de una noble.

Tirada por las escaleras, que forma más cobarde de matar a alguien. Seguro que asesinandola así, esperarían que pareciera un accidente, y más después de estar con el pie mal Tenía que admitir que era un buen plan para que pareciese un accidente. Se alegraba de que Ginevra no se hubiera salido con la suya. ¿Pero por qué la ha matado? ¿Que mal le hizo mi hermana? 

Lady Vaelys le dijo que no podría acceder a la torre del Fénix, que Evan tenía que traer el cuerpo, pero ¿Dónde estaban? La espera le estaba matando, no podía permanecer ahí esperando eternamente, así que decidió ir a la búsqueda de Evan. - Se que no puedo acceder a la Torre del Fénix, pero no puedo esperar más tiempo cruzado de brazos. Dijo mirando fijamente a Lady Vaelys - Me acercaré hasta la torre para ver si me encuentro con Evan por el camino o averiguar si alguien sabe dónde está. Sin esperar respuesta, hizo una inclinación de cabeza y salió del septo en dirección a la Torre del Fénix.