Partida Rol por web

Guerreros capaces, ellos. Yo más bien soy un superviviente. Mi instinto me hace tomar el camino más seguro. No me gusta estar expuesto sin necesidad.

Miré a la distancia comprobando el terreno que se extendía frente a nosotros. No me gustaba nada que me dispararan desde un lugar elevado o que, como había dicho Davos, me atacara algo con lo que no contaba. No pensaba morir allí hoy.

Creo que deberíamos rodear la montaña. Aquí nuestro amigo Bregolin seguro que es capaz de encontrar el rastro de nuevo.

Le di un golpecito en el hombro. - ¿Verdad?

El elfo se quedó mirando a Traek cuando éste se tomó la confianza de tocarle el hombro. No se apartó pero tampoco se mostró muy cómodo.

─No. Si no seguimos la dirección del rastro iremos dando tumbos. Puede que haya algún otro rastro que seguir pero dependerá de la suerte, no de mi habilidad. Y los rastros se borran, si queremos volver a este días más tarde, puede haber desaparecido por completo...

El tema del rastreo era complicado, en especial para un elfo joven como él, que además ni siquiera estaba muy acostumbrado a las actividades de ese tipo.

Por otro lado, intento recordar alguna canción, alguna fábula o hazaña de por qué el nombre.
¡Espero no haberme equivocado, y no tener que comerme luego mis palabras!

Me temo que existen muchas historias sobre mantícoras en la cordillera, pero muy pocos las han visto en las laderas. Suelen acechar más arriba, en los muchos pasos que la cruzan de norte a sur, pasos muy peligrosos que alguna vez fueron recorridos por caravanas de elfos y enanos, moviendo riquezas entre los reinos del norte y del sur, pero que ahora están abandonados. Quién sabe los tesoros que podrían encontrarse en esos caminos olvidados. Se rumorea que hay pasajes secretos en las montañas, diseñados por enanos que cobraban fortunas para usarlos. También minas abandonadas de donde se extraían piedras preciosas, que hicieron prosperar toda la región en el pasado, pero que por algún motivo ahora yacen silenciosas... pero no necesariamente vacías...

Adelanto al grupo, recordando algunas coplas que hablaban acerca de este lugar

"existen muchas historias sobre mantícoras en la cordillera" comienzo "pero muy pocos las han visto en las laderas"

Explico que en tanto que no nos de por subir mucho, el riesgo no sería tan alto. Que las bestias atacaron lineas comerciales de elfitos y de señores enanos y se quedaroan con botines fastuosos. Que estos ultimos hicieron tu eles subterraneos que ahora sin duda no estan desprovistos de peligrosos inquilinos 

"Seria un viaje curioso. Para el dia que seamos mas fuertes, claro"

¿Y te atreverías ir al descubierto por seguir ese rastro? Seríamos un blanco fácil si quisieran atacarnos. No sabemos si hay exploradores o vigias por ahí.

No me gustaba discutir con el elfo a la hora de seguir rastros. Era evidente que le más capacitado para eso era él, pero chocaba con mi idea principal de seguir con vida lo máximo posible.

¿Estás seguro que no hay otra opción?

El debate estaba planteado, y los minutos pasaban. La noche los alcanzaría en las laderas de las montañas y había poco sitio para refugiarse, salvo que encontraran una cueva vacía. Por otro lado, el bosque era a simple vista más seguro, pero estaban tan profundo en terreno salvaje que sólo Eriad sabía qué depredadores los podían estar esperando.

Y para aumentar la tensión, los animales parecían inquietos, como si adivinaran el peligro al que estaban a punto de ser expuestos. El pequeño cerdo (que todavía no tenía nombre) no se separaba de las piernas de Glimm y gruñía de vez en cuando.

Habiendo tomado una decisión, el grupo siguió el viaje por la ladera de la montaña.

Con la Quijada de la Mantícora como escenario de fondo, el grupo avanzó por un camino sinuoso lleno de pequeñas montañas, empinadas subidas y traicioneras bajadas. Los burros, evidentemente molestos por el cambio de terreno, se mostraron poco cooperativos a seguir el ritmo, pero bastó una mirada de Davor para que obedecieran.

Bregolin lideraba la marcha tratando de reencontrar el rastro. Traek lo seguía con sus sentidos alertas. Zenuri y Glimm iban más atrás, la semi orca escuchando a medias las novedades que le contaba el gnomo. Davor los seguía con expresión severa.

No hubo novedades el resto de la jornada. Al caer la noche el grupo encontró un hueco al pie de una montaña que podía servir de refugio. No era una cueva, apenas una acumulación de piedras enormes que cumplía el propósito de otorgar una sensación de seguridad.

Hacía frío. Aunque estaban en primavera, en ese terreno alto tan cerca de las montañas el viento era constante y helado, especialmente a la noche. Tenían que decidir si encendían un fuego o no.

"Aparte de hacer guardias, sería interesante montar campamento con algunas trampitas alrededor" sugiero.

Reuno hojarrasca y ramitas secas y las voy esparciendo alrededor, para que si algo las pisa, crujan y nos avise de que nos emboscan.
Recurro a mi kit de entretenimientos, y saco cascabeles e hilos, para tenderlos tambien como una alerta: Un hilo no es muy visible, menos en plena noche. Si algo lo tira, los cascabeles atados a los extremos caerán y nos avisarán.

"Sep, no es un hechizo de Alarma, así que hacerlo al estilo Muggle tendrá que valer"
Glimm se ofrece para una guardia siempre que no sea la última aduciendo "Es mejor dejar a Traek que se encargue de esa, que es cuando empieza a haber luz ¡Y el es el unico que ve mal de noche!"

El siguiente tramo del viaje podía pasar por una maldición pues, a cada paso, Davor farfullaba y maldecía cada guijarro que se le clavaba en las suelas de las botas, cada roca que les obligaba a rodearla, cada paso que el burro se negaba a dar (y eso que la condenada bestia sólo llevaba una pequeña parte de la carga y no un jinete). El clérigo nunca pensó que se alegraría tanto de hacer un alto, a pesar del viento cortante que bajaba de las alturas. Ultimó los restos de la ración de aquel día mientras se acurrucaban al ámparo de una pared de roca.

- Esas ramas estarían mejor utilizadas sí las guardasemos para hacer leña. Como nos toque subir algo más a estas condenadas montañas... - Fue la única cosa que se le ocurrió decir mientras el gnomo, cual niño en una excursión, se ponía a jugar con hojas y palos. - Por lo demás, yo me ofrezco a hacer el mismo turno que la última vez. - Y con una carcajada, echó mano de una piedra suelta, recitó una plegaria a Gurmash en orco mientras trazaba signos sobre ella con un dedo. Cuando una luz trémula, similar a la de una antorcha, emanó del guijarro, lo lanzó a los pies del pícaro.

- Resuelto. Traek ya puede ver bien de noche. Y a él le podrán ver mejor. - Y volvió a soltar una sonora carcajada.

Cogí la piedra que me tiró Davos y la observé notando la luz que salía de ella. Era increíble lo que la magia podía hacer.

Gracias. Con esto veré un poco mejor. Antes no veía nada y ahora veo 10 metros. Espero que no se acerquen tanto, si no, no haría falta luz. Podría olerlos.

De todas formas, me quedé con la piedra y me senté en el suelo.

Yo hago la primera guardia como antes si quereis. Como dice el amigo semi-orco, mejor que mantengamos las guardias como la última noche.

Zenuri se encogió de hombros mientras los demás discutían sobre como seguir, especialmente cuando aceptaron la necesidad de seguir el rastro pese al peligro. Realmente, si los goblins se podían mover por la zona con seguridad, ¿por qué no iban a poder ellos? Los goblins serían un objetivo más fácil, criaturas más pequeñas y en mayor número, caza uno y los demás escaparán asustados y no se molestarán en volver porque la pérdida tampoco era para tanto como para tratar un rescate.

Durante su guardia la semiorca quiso llenar el silencio hablando consigo misma, en voz baja para no despertar a los demás.

- Echo de menos a Gerard, ¿qué estara haciendo ahora? Tsk, yo antes era mucho más independiente, y ahora se me hace complicado dormir sola...

 "¿Realmente esto es tan diferente de lo que hacía antes? No, técnicamente es más peligroso, aquí no hay un arbitro que decide cuando termina el combate, pero tampoco es como si le hubieramos hecho mucho caso.

A la mañana siguiente Zenuri repitió la misma rutina que el día anterior y empezó a hacer sus ejercicios matutinos.

- Davor, Traek, ¿vosotros que hacéis para ganaros la vida? - dijo simplemente para abrir un tema de conversación. Una respuesta de "eso no es asunto tuyo" le valía.

- ¿Ganarse la vida? Tsk. Eso suena muy... sedentario. - Hizo un alto para comprobar sí el efecto de luz terminaba. Sería gracioso ver la reacción cuando la piedra se oscureciera. - En Sandor, ayudo en la forja de vez en cuando al viejo Reckbran. Y sí la paga no es suficiente para costearme el alojamiento, aprovecho un rincón de su taller para dormir. Se podrán decir muchas cosas malas de los enanos, pero son tan generosos en la medida de lo posible cuando pagan los favores como rencorosos cuando devuelven los agravios. Y cuando en Sandor ya no me aguantáis, - Acompañó aquello con la risa de quien no le da importancia a tal hecho. - me retiro a las Tierras Salvajes, busco cobijo con los Cráneoscuros y les gorroneo la comida y el techo merced a Gurmash. - Y, al decir eso, cerró el puño y lo estampó contra la palma de su otra mano, con expresiva intención de hacer notar que la moneda de cambio de los orcos no solía ser de metal.

Miré a la semiorco y me agaché a coger guijarros del suelo. Era una mala costubre, pero me distraís cuando pensaba. Empecé a tirarlos contra el tronco de un árbol haciendo puntería. Algunos rebotaban, otros fallaban.

¿Que qué hago? Soy un superviviente de las calles. Hago trabajitos aquí y allá, siempre de dudosa legalidad y menos moralidad. Robo cosas básicamente. A petición de otros, claro. Aunque siempre aprovecho para ver si hay algo interesante y quedármelo para mí. Toda mercancía es vendible si encuentras al compradora adecuado.

Seguí lanzando piedrecitas contra el árbol.

Resultaba curioso para Bregolin compartir tiempo con gente no élfica. Aquel grupo vivía a una velocidad en la que compartir experiencias era el día a día, no se necesitaban años para desarrollar vínculos y cada hora que pasaba hablaban más y más. Era normal que consideraran taciturno a Bregolin. En comparación parecía callado como un muerto.

Por supuesto, dejó que fueran ellos los que llevaran el peso de la conversación, de todas maneras el elfo arquero no era muy comunicativo, no se sentía cómodo compartiendo información sobre su vida ni sobre sus vivencias. No con ellos. Añoraba a su pareja, aunque sólo habían pasado 2 noches. Contando aquella. Demonios, sí que la añoraba...

Antes de iniciar las guardias y descansar, alcanzan a distinguir la figura de un lobo enorme, casi del tamaño de los burros, oteando el horizonte erguido sobre unas rocas. Está bastante lejos y parece que está por seguir su camino, cuando gira hacia ustedes como si los hubiese visto. 

A esa distancia es imposible discernir alguna actitud, pero claramente los vio y desapareció entre las rocas.

Como una especie de augurio, mucho más cerca escuchan el pesado andar de una criatura enorme. Se oculta entre los árboles unos metros más abajo y todavía no parece haberlos notado. Si no hacen nada, inevitablemente pasará cerca del campamento y estará a la vista de todos.

A toda prisa voy despertando al resto.

Primero les pongo la mano en la boca, y les insto silencio antes de agitarles. No quiero que nadie se despierte haciendo un numerito ni atrayendo la atención

"Un lobo. Enorme. Viene para acá. Así que o vamos a tener unas capas nuevas de piel de lobo, o al final vais a acompañarme en mi destino de ser la cena de alguien" os voy diciendo mientras os saco del sueño, y voy encordando mi arco.

Sea como sea, es importante estar todos preparados, y que no nos puedan sorprender.