Partida Rol por web

Definitivamernte no eran lobos. Perros rabiosos perseguían a Bregolin y saltarían sobre él si no los deteníamos rápidamente. Me acerqué al primero que pasó por mi lado, intentando aprovechar su carga para lanzar un tajo hacia su lomo y destriparlo.

Cuando el elfo regresó a la carrera, a Davor no le quedó claro qué hubiera preferido, si un puñado de escamosos kobolds o aquel pobre remedo de animal salvaje que aparentaba... Realmente al clérigo le importaba poco el aspecto de las criaturas. Asió con firmeza el astil del hacha, afianzó los pies en el suelo y con un grito de guerra en orco se lanzó a embestir a la bestia más próxima.

Con el arco aun en una mano, todavia no disparo.

Oh no. Estos "perros" tienen de perro lo que yo de gigante de las tormentas. Más bien parecen ratas, unas ratas sobrealimentadas. Y lo mejor que podemos hacer contra ellas, es acabar de manera rápida y elegante

Así que empiezo a golpear unos timbales que tengo en mi cintura y comienzo a cantar

" ♪ Rata inmunda... Animal rastrero... escoria de la vida... Adefesio mal hechooooo ♪ "

Zenuri se llevó la mano a la cabeza y empezó a negar en vista del resultado de la exploración de Bregolin. Realmente algo predecible, teniendo en cuenta que había decidido ir solo. Traek y Davor no habían tardado en ir a encontrarse con las alimañas, y la semiorca les siguió un instante mas tarde yendo a por el tercero que no tenían cubierto.

Zenuri mantuvo la cabeza del hacha baja, y en cuanto tuvo la rata con ínfulas al frente le propinó un tajo ascendente, partiéndola en dos como si de un cuchillo caliente atravesando mantequilla se tratara.

Bregolin, una vez a la vista de sus compañeros, sonrió para sí satisfecho. Aunque su ataque inicial no había sido gran cosa, lo cierto es que había atraído a aquellas alimañas hacia los demás y éstos acabarían con ellas en unos instantes. Su objetivo estaba cumplido.

Ahora, decidido a no dejarse atrapar y a colaborar todo lo posible con el resto del grupo a eliminar la amenaza lo antes posible, el elfo arquero se volvió, una flecha ya en su mano y con un movimiento en extremo fluido cargó y disparó contra su perseguidor más cercano, logrando un disparo certero y capaz de abatir un animal menos resistente. El perro goblin, herido, bien haría de volverse por donde había venido con el rabo entre las piernas...

Los perros goblin (o ratas, como sugirió Glimm) no retrocedieron y pelearon hasta la muerte, algo que el grupo les concedió con velocidad.

La peste de esas criaturas rivalizaba con la de sus amos, y el grupo no se demoró con ellos. Un poco más adelante se encontraron con una escena desoladora.

Dos jabalíes yacían muertos. Uno de los perros goblin estaba entretenido desgarrando a uno de los cadáveres, pero al ver al grupo acercarse, y notar que su manada estaba perdida, huyó gruñendo.

El otro jabalí tenía múltiples heridas y parecía haberse desplomado por el agotamiento. A simple vista parecía muerto. A su lado gemía un cachorro de jabalí.

El pequeño animal se adelantó y enfrentó a los aventureros, parecía dispuesto a pelear hasta el final.

Contemplo al pobre animalito.
Abandonado de todos. Indefenso sin su madre. En parte puedo sentirme como él. Se lo horrible que es sentirse tan sólo e indefenso. Así que no lo dudo, y saco parte de mis raciones, y se las dejo cerca. Una ofrenda de paz, si es que eso ha existido alguna vez.

Luego hago una tonadilla, pues se sabe que la música amansa las fieras.

"Tranquilo, amiguito. Tranquilo"
"Nadie te hará daño, pequeñín. Esos grandullones han hecho daño a mamá, y ahora tienes que ser fuerte ¿Vale?" Se que no entiende mis palabras, pero intento que entienda mis actos. Darle un poco de comida. Mezclando un poco de leche deshidratada con agua, y dándosela al animalito en una escudilla.

- Ya hemos perdido demasiado tiempo con las mascotas de los trasgos. Debemos de estar cerca de su guarida sí sus "mastines" cazan por aquí.

A la vista de que el gnomo había decidido sacrificar parte de sus raciones e incluso le cantó al jabato, podían esperar a que el animal se tranquilizase y se fuera por sus medios o...

- No tenemos todo el día. - Le dió un toque en la espalda al pequeño humanoide, Glimm decía llamarse, con el astil del hacha. - O le pides a tu amiguito que se aparte o lo aparto yo. - Para enfatizar más aquella opción, golpeó la cara ancha y plana de la doble cabeza con la palma de su mano.

Todo terminó como había comenzado, de manera rápida. Era hora de ponerse en camino y, en ese punto estaba de acuerdo con Davos.

Glimm. No podemos ir recogiendo todo animalillo indefenso que nos encontremos. No esperaremos por él y tendrás que vigilarlo tú. Pero que no sea un lastre.

Entre la desviación al campamento y matar estas ratas gigantes, la misión se estaba demorando demasiado. Solo esperaba que no se torciera y no cobráramos.

Glubs... Davor parece feroz, pero Traek es simplemente pragmático. Y eso es necesario en las aventuras

"Por supuesto. El pequeño viene conmigo. Cargará con su peso, y quizá nos pueda ser de ayuda. Al fin y al cabo, un jabalí tiene buenos sentidos" digo intentando justificar el ataque de conciencia que he tenido. Eso, y que en mi familia se veneraba bastante tanto a Isha como a la madre gorda, Gaia. La pobre es vieja, gorda y senil, pero es nuestra madre y hay que quererla.

El cachorro se vio intimidado por Traek y Davor, pero el gnomo lo apaciguó con suaves palabras y un poco de comida. Acostumbrado a que lo protegieran, pronto se enredó en las piernas de Glimm y pareció gruñir satisfecho. 

No estaba entrenado, llevaría algo de tiempo lograr que obedeciera órdenes simples. Sin embargo dos instintos parecían ser dominantes: se quedaría cerca de Glimm y pelearía contra cualquiera que lo atacase. 

Bregolin, que obviamente había contemplado previamente lo que estaba pasando con los jabalís y los perros goblin, se permitió una leve sonrisa al ver que Glimm se hacía cargo de la pequeña criatura. En la naturaleza los animales caían presa los unos de los otros, pero simplemente los perros goblin parecían ir a parte. No pudo evitar el intervenir. En cualquier caso, el acabar con criaturas infectas como esas siempre era recomendable. La perspectiva de que encontraran refugio por la zona y se reprodujeran no era nada halagüeña.

Con paso seguro y mirada firme, el elfo retomó su tarea de guiar al grupo y, tal vez gracias al número de pisadas, tal vez gracias a haberse familiarizado con su rastro, parecía capaz de seguirlo sin dudar, cosa que empezó a hacer de inmediato.

Zenuri lamentó dejar escapar a la cuarta rata gigante y arqueó una ceja ante el jabato tratando de plantarles cara. Por un momento se planteó terminar con su sufrimiento, pero la idea le revolvió el estómago. En su lugar, le dio una palmada en la cabeza a Glimm y siguió adelante sin mediar palabra.

Aquella aventura estaba empezando a no convencerla, combates aburridos y ahora esto. Le atraía la idea de volver al pueblo con su marido, pero por otro lado, pese a lo fácil que había sido hasta el momento, era consciente de que irse pondría en un aprieto a los demás.

Parecía que Bregolin volvía a tener el rastro que teníamos que seguir, así que adelante al resto y me coloqué de trás de él. Sólo espraba que al llegar no hubiera más criaturas inocentes a las que Glimm quisiera acoger bajo su ala. No nos iban a pagar por el número de animalillos rescatados. Eso seguro.

A pesar del terreno más áspero y del tiempo transcurrido, Bregolin pudo localizar el rastro y seguirlo por el resto de la jornada.

Avanzaban algo más lento de lo esperado, ya que seguir pisadas y marcas era una tarea que requería atención constante. El cerdito se adelantaba a Glimm con trote veloz, como si hubiera olvidado de golpe la desgracia reciente, pero volvía corriendo hacia el gnomo cada vez que terminaba cerca de Traek, Davor o Zenuri.

Los burros empezaron a ser una molestia para el grupo, aunque no llegaban a retrasar la marcha. Algunos pasos requerían dar rodeos breves pero fastidiosos, y de vez en cuando los animales reclamaban pastar por su cuenta y había que presionarlos para que obedecieran.

Por suerte el clima era propicio y las tierras altas ofrecían una brisa fresca que templaba el fuerte sol de primavera.

Todavía quedaban unas horas de viaje para dar por terminada la jornada cuando el rastro se volvió tan difuso que fue imposible de seguir. El grupo se detuvo a analizar las opciones:

El rastro venía siguiendo una dirección en línea recta hacia el este cuando desapareció. Las colinas de árboles dispersos fueron dando lugar a montes despejados y algunas paredes de roca antes de llegar al pie de la Quijada de la Mantícora, la extensa cordillera que funcionaba de límite del reino. Si seguían derecho al este pasarían por una zona casi sin árboles, mucho más escarpada.

Si, por otro lado, se desviaban un poco al norte para seguir bajo la protección de los árboles, con colinas de pendiente suave, el viaje sería más rápido pero corrían el riesgo de no poder recuperar el rastro.

─El rastro parece continuar hacia allí ─dijo el elfo indicando hacia el terreno escarpado que delimitaba el inicio de la Quijada de la Mantícora─ Si lo seguimos es posible que lo reencuentre pronto. Pero implica ir al descubierto, podrían atacarnos, ya los goblins, ya otros peligros. Hay otras opciones, claro, pero vosotros mismos os habéis definido como guerreros capaces, ¿no?

Las ganas que el grupo manifestaba de enfrentarse a los goblins o lo que fuera que se atreviera a desafiarlos resultaba molesto al elfo, mucho más precavido, pero en este caso concreto el arquero había decidido usarlo para tomar lo que él creía el camino más razonable, al menos si lo que querían era dar con los goblins y resolver el problema que suponían para el pueblo. En el fondo eso era lo que todos querían, ¿verdad?

- Una cosa es un guerrero capaz y otra muy distinta es un estúpido. Esos montes no se llaman Quijada de la Mantícora porque sea poético, ¿sabes? Se dice que las mantícoras que merodean en la espesura de la zona tienen sus guaridas en los valles ocultos entre esas estribaciones. - Mientras descansaba el hacha sobre uno de sus hombros, usó el brazo libre para barrer figuradamente las laderas pedregosas de las montañas al sur. - Yo he venido buscando conflicto con trasgos; si aparece una mantícora, me largo. No por cobardía, si no porque no hemos venido preparados para enfrentarnos a un león con alas y cola de pinchos.

Que los trasgos buscasen cobijo en estribaciones montañosas tenía lógica. Que se arriesgasen con tales criaturas merodeando por la zona, era menos lógico; a menos que hubieran llegado a algún acuerdo con una de ellas. Entonces, ya no sería algo tan sencillo como entrar en el campamento de unas criaturas cobardes con ratas deformes o huargos en el peor de los casos. Una mantícora en esa ecuación rompía toda semblanza de equilibrio en la situación táctica. Incluso si sólo fuera una mantícora errante, que no tuviera nada que ver con los trasgos, y que se abalanzase sobre ellos desde la altura por considerarles su comida, ya consistía todo un peligro digno de tener en cuenta al acercarse a las montañas. En el fondo, el camino que tomasen le era indiferente. Ya había avisado de que, con una mantícora de por medio, la expedición terminaba para él por el momento.

Me rasco la cabeza bajo el sombrero

"A ver, conozco un monte llamada 'La cabeza del Indio', porque efectivamente, parece la cabeza de un indio. Y conozco un lago al que llaman 'el ano del demonio' porque tiene un remolino ¡Y huele fatal!" Señalando que muchos de estos nombres son mas poéticos que otra cosa.

Por otro lado, intento recordar alguna canción, alguna fábula o hazaña de por qué el nombre.
¡Espero no haberme equivocado, y no tener que comerme luego mis palabras!