Partida Rol por web

El semiorco gruñó por lo bajo. Un lobo enorme, pensó con desgana. Un lobo enorme para un gnomo no sería poco más que un pulgoso perro callejero para el resto. El problema realmente es que, donde hay un lobo, siguen más. Apartó a Glimm con el codo para levantarse.

- El problema no es el lobo que has visto. Si no el resto de la jauría que no has visto. - Remarcó las últimas tres palabras mientras enarbolaba el hacha entre ambas manos. - ¡En círculo!!Espalda contra espalda!

Aquellas palabras fueron pronunciadas en voz baja al resto, pero no por ello eran menos feroces que la expresión que se dibujaba en el rostro de Davor. Los colmillos inferiores sobresalieron por encima del labio aun más en aquella mueca.

Bregolin asintió a Glimm, aprovando sin mediar palabra que fuera a despertar discretamente a los compañeros dormidos. Mucho se temía el elfo que pronto serían necesarios todos los brazos disponibles. Si pudieran sorprender a los cazadores con un buena emboscada, atacando antes de que pudieran tener oportunidad de saltarles al cuello, tendrían una ventaja táctica importante. Heridos los lobos corren a lamerse las heridas. Un lobo convencional, en la naturaleza, tendría graves problemas para conseguir sustento si estaba herido y la mayoría huiría en cuanto pudiera con tal de evitar esa posibilidad. Pero si el lobo del que debían librarse era del tamaño del que habían podido ver más arriba, dudaba que fuera a ser exactamente así. No con un lobo del tamaño de una montura.

Y entonces, cuando Bregolin tomaba posiciones discretamente para esconderse, arco preparado, el bruto de Davor se puso a gritar.

─¡Maldito energúmeno, calla, atraerás su atención! ─pensó para sí, aunque pronto se corrigió─ Si ese lobo te come, así sea, te lo habrás ganado a pulso...

Me levanté de golpe y me uní en el centro del improvisado campamento con la espalda pegada al semiorco. Era algo que había visto otras veces y la verdad es que si confiabas en el que estaba a tu espalda, era una forma de defenderse bastante efectiva.

Blandí la espada con la mano derecha y la daga con la izquierda. Podría servirme para parar algún ataque si de verdad eran lobos. No había escuchado nada pero debía fiarme de Glimm.

No hagais ruido. Tenemos que oir por donde se van a acercar.

Vi la cara de Bregolin hacia la actitud de Davor y su potente voz que seguramente habrían escuchado en el poblado.

El grupo se preparó para el asalto, pero no ocurrió nada. 

Al menos no de inmediato, porque poco después oyeron el silbido de un proyectil. Fue un destello, una jabalina arrojada con enorme potencia desde la parte más baja de la ladera. Impactó contra la roca y estalló en pedazos, a escasos centímetros de Davor.

Entonces pudieron ver el riesgo más inmediato. De entre los árboles surgió un ogro grande, armado con más jabalinas y un garrote brutal. No preparó otra jabalina para lanzar, sino que sacó un cuerno y lo sopló. La llamada resonó en las montañas cercanas.

Luego se preparó para subir hasta el precario campamento del grupo.

Ante la visión del lobo, Zenuri se apresuró a volver a colocarse la armadura, pues claramente la iba a necesitar. Los demás parecían tener la intención de mantener un perfil bajo esperando que los lobos pasaran de largo, y como parecían más acostumbrados al exterior decidió seguirles la corriente. Sin embargo, la aparición del ogro cambió la situación.

- Joder, por fin algo decente a lo que clavarle el hacha.

Con el hacha en sus manos, la semiorca empezó a avanzar.

Una jabalina, aquel brutal proyectil había sido una jabalina. Un impacto directo de aquella cosa habría destrozado el pecho de cualquiera de los presentes. O casi cualquiera, a los semi-orcos se les veía bastante resistentes, con ellos nunca se sabía.

Fuera como fuera, Bregolin no estaba hecho de esa pasta, no acudiría al combate cuerpo a cuerpo. Sus flechas, sin embargo, pronto pasarían a decorar el cuerpo del ogro que se aproximaba con intenciones aviesas. Así, la primera de las flechas de su arco salió lanzada con premura, tal vez un cierto exceso de premura. Aquel no había sido un impacto muy potente. Sin embargo, el elfo se encontraba a varios metros de donde se había iniciado el disparo cuando éste golpeó al gigantesco enemigo...

Lo mejor que puedo hacer ahora mismo, es dar fuerza a mi equipo.

Ellos son capaces ¡Asi que vamos a hacerlos AUN mas capaces!

"Vamos compañeros ¡Anotaros vuestro primer ogro como grupo!" les animo, cantando una tonada de coraje, valor y ánimos

No iba a ser el primero en acercarme a aquella cosa enorme que nos había atacado. Miré las astillas de la lanza dispersada por el suelo pensando en lo que podría haber supuesto si hubiera alcanzado a alguno de nosotros.

Bregolin empezó a lanzar flechas y yo tendría que moverme fuera de su visión para poder atacar por la espalda del ogro. Por el sur no podía moverme porque estaría demasiado a la vista del ogro. Decidí tomar el camino más largo, pero el que me serviría para acercarme mejor sin ser detectado.

Voy por el norte. Intentaré rodearlo.

Salí del cobijo buscando cobertura natural en el terreno.

La noche mejoraba por momentos. El gnomo había visto un lobo pero fue incapaz de divisar el corpachón de un ogro; Davor se preguntaba sí el pequeño mequetrefe no estaría en verdad compinchado con los trasgos y todo aquello no hubiera sido si no una distracción. Pero como ya se había puesto a cantar otra vez (tenía suerte, el ogro había hecho sonar un cuerno antes, algo que les delataría a oídos de sus posibles refuerzos), el semiorco se encogió de hombros, apoyó el hacha contra el suelo para liberar una de sus manos y la alzó hacia el cielo, con el puño cerrado, antes de bajarla con movimientos enérgicos con los que trazar un patrón imaginario en el aire.

- ¡Gurmash, concédeme un poco de vitalidad para que el sueño no arruine esta posibilidad que pones en mi camino!

A esto le siguio una letanía en orco, habitual entre las filas de aquellos humanoides antes de entrar en combate con la esperanza de atraer la atención del Guerrero hacia aquel campo de batalla. Luego se encaminó fuera del refugio con pasos decididos.

La flecha de Bregolin pasó inadvertida, lo que alegró a la bestia fue ver a Zenuri y a Davor avanzando para enfrentarlo. Al ogro no le gustaba perseguir a sus víctimas, prefería derribarlos con sus lanzas o esperar a que lo atacaran.

Por eso avanzó despacio, manteniendo algo de distancia con la semi orca. Preparó una segunda jabalina y la arrojó a la guerrera, pero falló por poco.

Gritó desafiante.

Glimm mantiene su canto mientras avanza ligeramente para que el enemigo esté a la distancia justa.

"The gods made heavy metal... and it's never gonna DIEEEEEEE!"

El resto simplemente notan la última palabra como algo cantado a tono casi inaudible.
Pero la magia hace que resuene en la localización del ogro. Que dentro de él retumbe, regolpee y le aturda hasta enloquecerle. Para los demás es una mera palabra ¿Para el enemigo? Es un Chillido Desgarrador.

Un Ear-Piercing Scream!

Agazapado detrás de los matorrales, podía ver como el ogro se centraba en el grupo y, de momento no detectó mi presencia allí. Eso hacía que pudiera moverme con sigilo entre los escondites naturales del terreno para buscar una posición ventajosa en el momento que quisiera atacar.

Más al oeste vi otros matorrales que me podrían ocultar y me dejaban cerca del flanco izquierdo del ogro. Si podía avanzar por su espalda, tendría la opción de asestarle un golpe desprevenido por detrás.

Bregolin cargó y disparó una nueva flecha, pero su corazón bombeaba a toda velocidad y sentía su pulso en las sienes. La frente se le perló de sudor, tal era el nivel de concentración que había alcanzado. Todo, sin embargo, jugó en su favor. La preocupación, el miedo, la sensación de todo estaba perdido, sus responsabilidades, el recuerdo de su amada... aquello era un maremagno de emociones que le abrumaron.

La flecha salió en una volea demasiado pronunciada, pasando más allá de la alta cabeza del ogro.

─¡Maldición! ─exclamó mentalmente para sí el elfo.

El chillido de Glimm, inaudible para todos salvo para el ogro, hizo mella en la cabeza del bruto. Quedó algo atontado, sin poder enfocar a sus presas.

Ya estaba cerca. El ogro tenía la jabalina preparada, pero la magia de Glimm lo desconcentró y le hizo errar el tiro. Era el momento, y con un grito primordial Zenuri apretó el paso, dejando una marca en el suelo debido al súbito incremento de fuerza de la semiorca.

- ¡Veamos si aguantas más que un mísero goblin! - gritó la luchadora ya frente al ogro.

Describiendo un amplio arco, Zenuri propino tremendo tajo a su oponente, alcanzandolo por el hombro izquierdo y bajando hasta salir por el costado derecho, y una lluvia de sangre la empapó.

El clérigo sopesó sus posibilidades rápidamente. Podía solicitar el favor de Gurmash para destacar en batalla, pero la carga de Zenuri ya había dejado al ogro bastante magullado. Y todavía quedaba el problema de los refuerzos que pudieran llegar atraídos por el cuerno. Así que lo mejor era despachar a aquel rival con presteza... y pedirle favores a Gurmash si la cosa se desmadraba más tarde. Con un rugido en crescendo, Davor sujetó firmemente el hacha y se lanzó contra el ogro cual animal salvaje que embistiera a su presa.

Era la primera vez que aquél ogro sufría un daño semejante pero, ya fuera por su minúscula inteligencia o su brutal instinto de sangre, no se amedrantó.

Levantó su garrote ignorando la tremenda herida del hacha de Zenuri

Aprovechando que el ogro está aturdido y distraído a la par que bastante herido por el hachazo de Zenuri, era el momento de acabar con él. Con la espada corta en la mano derecha, salí de mi escondite entre los matorrales y me acerqué por la retaguardia del ogro.

La adrenalina palpitaba en mi sien al enfrentarme a un enemigo de ese tamaño. Nunca me había enfrentado a un ogro. Casi todas mis víctimas habían sido humanos. A veces algún elfo, pero criaturas tan grandes no. Me preparé para saltar sobre él con la boca un poco reseca.

Ahora.

Y salté sobre la espalda del ogro, o su trasero y hundía la espada lo más profundo que pude.