Partida Rol por web

-¿Qué habéis querido decir exactamente, "escudero"?-preguntó el patriarca, fulminando terriblemente con la mirada a Flaviu. La capilla misma pareció oscurecerse y volverse más siniestra y terrible ante la pregunta y la mirada de los Basarab. De un modo que parecía ir más allá de la simple imaginación. Verdaderamente, la cólera del patriarca Basarab debía ser terrible, si con sólo un asomo de ella podía conseguir una sensación tan opresiva. 

Kars Kadar, que estaba situado cerca de la puerta, tragó saliva ante aquel espectáculo, sin moverse ni un milímetro. Aquello no le concernía, no era su honor o el de su familia el que estaba siendo ultrajado, así que decidió proceder de modo que fuera otro el que encajara la cólera de la gran familia Basarab. 

Veronika pedía una corona de flores y parecía muy emocionada, en ese momento alguien dijo algo sobre mi tía Georgina, no llegué a escuchar bien, solo ese nombre, un nombre que siempre estaría en mi mente y corazón.

Aun debo de recuperar su espada, Durius me la prometió, pero jamás me la trajo...

De golpe mis tios nos apartaron hacia atrás y no pude ver nada por sus armaduras, pero escuche al abuelo hablar y me asome por un costado de la pierna de uno de mis tíos... 

En un momento se hizo el silencio en la sala,... y todo por culpa de un desafortunado comentario del escudero.

Dichoso Krevcheski, tendrías que tener tu bocaza cerrada- piensa Jensi. ¿A quien se le ocurriría decir esas palabras delante de todos los Basarab? 

Flaviu no ha querido ofender, mi señor, aunque a veces no piensa en lo que dice- interviene el Senescal mientras se acerca donde se encontraba el escudero- ¿no es así?- le preguntó, mirándole fijamente. No podría compararse con la mirada del Boyardo, pero no cabía duda alguna que Jensi se encontraba furioso con sus palabras. Y mas siendo el día que era hoy- será mejor que te disculpes por tus palabras, escudero- por tu bien- y cuando acabes, será mejor que vayas a buscar a Iacobus, tarda algo en llegar.

Ya hablaremos tu y yo mas adelante- piensa- y te explicaré la noble virtud de permanecer callado.

Maldije la estupidez de aquel hombre. Flaviu Krevcheski acababa de acelerar los acontecimientos que desencadenarían una matanza. Por un momento lo imaginé colgado de un patíbulo en el patio del castillo, pero enseguida mi mente me brindó la explicación a tan osado comentario. Cualquiera esperaría de un digno Caballero que instruyese a su escudero como si de un hijo se tratara, pero siendo el Caballero de los Cárpatos el supuesto mentor de aquel hombre todo quedaba explicado. En lugar de buenas formas no le habría enseñado más que su arrogancia y su desprecio.

No dije nada. No sería yo quién sacase a aquel hombre de su aprieto, aunque permanecí atento, pues si algo más pasaba tendría que intervenir.

Adelmus también acusaba cierto rencor por aquél comentario malintencionado del escudero Krevcheski. Aunque sus maneras eran tan delicadas y su voz tan tierna y sonora, que por momentos parecía capaz de poder injuriar a alguien y acariciar a la vez su alma con las mismas palabras hirientes.

- Flaviu, hijo mío. Haced lo que el Senescal os ordena, y agradeced al Supremo por la fortuna que os confiere. Mi familia no derramará la sangre ponzoñosa de un Krevcheski en un lugar tan puro como este. Sería una ofensa contra Dios, el Duque y los novios. El señor os sonríe, replicadle con la misma mueca.

Tras decir eso, se encaminó con parsimonia hasta donde se encontraba escondida su inquieta sobrina, para alzarla entonces entre sus espigados brazos y mirarla fijamente a los ojos, con una expresión afable en su comúnmente sombrío rostro. Con una suavidad casi hipnótica se dirigió a ella, endulzando sus oídos para contentarla.

- Los pretendientes llegarán pronto, querida Veronika. Estad atenta. En cuanto a los pétalos, tened paciencia. Os prometo que en mi próxima visita habré de traer las flores más bellas de mi edén, para que tu madre pueda engalanar con ellas tus hebras de oro. ¿Os parecería justo?

Esperó a que la chiquilla le respondiera para devolverla al piso de la fría y renovada capilla, para entonces volver a su anterior posición en el vestíbulo de la misma. El tiempo transcurría siempre lento en compañía de sus bárbaros familiares y los lacayos indeseables del Duque. Era mejor que los novios se dieran prisa de una buena vez.

CAPILLA DEL CASTILLO:

- Todos los Basarab son creyentes, por lo que se sientes bien en el interior de la Capilla.

- El Reverendo Padre Adelmus la ha reconsagrado a conciencia, asegurándose con tremendo esfuerzo de meses de trabajo, incontables horas al día, todos los días de la semana; mediante ceremonial, rezos, ayuno y meditación; de que este sea un lugar verdaderamente santo.

CAPILLA DEL CASTILLO:

- Hay algo en las piedras de esta capilla restaurada, en los retablos, en el aroma de las velas y del incienso, en los bancos de madera, en todo ello y más, que te hace sentir extrañamente seguro y en recogimiento espiritual y paz interior.

CAPILLA DEL CASTILLO:

- Amputado temporalmente de tu magia, te sientes como un caballero con armadura intentando nadar bajo las turbias aguas lodosas del foso de un castillo.

- Te parece como si estuvieses medio ciego, medio sordo, y que cualquier movimiento que fueras a realizar hubiera de resultar lento y torpe.

- Incluso tu conexión mística con Falke está momentáneamente ausente, y es como un tremendo vacío, como un gran punto ciego.

El monaguillo pone incienso en los pebeteros adecuados para ello y lo prende con ayuda de un cirio.

Todas las velas de la Capilla están encendidas, dando al lugar un ambiente extrañamente cálido y acogedor.

ESCUDERO FLAVIU KREVCHESKI:

- ¿Acaso es terror lo que sientes? ¿Dormirá esta noche tu cuerpo bajo tierra, separado de tu cabeza?

- Tirada de la Virtud Valor, dificultad 7 o más, dados de 10 caras desglosados. Necesitas un mínimo de 1 éxito para mantener algo de compostura, con más éxitos tu frialdad aparente será mayor, con lo que conservarás una mayor dignidad. No es posible usar Fuerza de Voluntad en esta tirada.

Mi rostro se contrajo en una mueca de sorpresa y desagrado, y pronto aquella expresión fue sustituida por la del miedo. ¿Qué sería capaz de hacerle mi familia al infeliz escudero Krevcheski? Sabía que su comentario había sido desafortunado, más que malintencionado, pues aún recordaba sus palabras de apoyo y la manera en que se prestó a conducirla a ella y a su pequeña Veronika hasta sus aposentos en la noche aciaga en la que Giorgina fue pasada por la espada.

Pero la cólera del patriarca era inconmesurable e incontenible si se desataba. Si algo ocurría, yo no podría evitarlo. 

Los caballeros Basarab, hermanos de mi esposo, guardaron a los niños de la visión de un posible horror, y mi esposo se situó frente a mí, protegiéndome de la desgracia que ahora acaecería. Tomé a Vikos, que en su inocente curiosidad quería asomar el rostro a la escena que podía tener lugar frente a sus tios, y agarré a mi pequeña Veronika, les envolví en mis brazos, asustada, y agradecí al Señor las palabras sabias del Senescal y del padre Adelmus. Suspiré, permitiéndome sentir el alivio momentáneo, y miré alrededor asegurándome de que nadie había desenvainado su arma. 

- El Caballero de los Cárpatos, el Caballero Zuyla Dravescu y Farkas Deli pasan al interior de la Capilla, aunque el tercero se queda muy cerca de la puerta, donde también está maese Maserrak.

FARKAS DELI:

- La Capilla tiene un efecto enervante sobre ti. Notas molestas sensaciones, como un picor interno que no puedes rascar, y una creciente y frustrante furia que no puedes desahogar sobre nadie.

- Te fijas en el Maestro Maserrak de Flambeau, también pegado a la puerta de la Capilla como tú, su frente perlada en sudor. Tampoco parece cómodo estando en este lugar sagrado para los cristianos.

MASERRAK DE FLAMBEAU:

- Tu frente está perlada en sudor, pese a que en el interior de la Capilla no hace excesivo calor. Estás inquieto y nervioso.

- No puedes evitar fijarte en que Farkas Deli se queda junto a la puerta de la Capilla, igual que tú. Parece también nervioso y agitado, no para de removerse y jurarías que se le escapan gruñidos involuntarios. Parece muy disgustado e incómodo por algo, al igual que tú.

Cuando el Padre Adelmus alzó a Veronika para dirigirle sus dulces palabras pudo comprobar que la pequeña estaba temblando. De pies a cabeza. Y su rostro mostraba que no le importaban ya las flores ni los pétalos, su mirada estaba clavada en el inoportuno Flaviu. Apenas pudo balbucear de modo entrecortado con un hilo de su vocecilla infantil.

- ¿Qué... quiere... decir? ¿Por qué dice que soy como Giorgina, tío? ¿me van a... matar...? ¿también a mi? Todos dicen que la mataron porque nos dijo que no debíamos jurar. ¡Pero no es verdad! No sabíamos que debíamos hacerlo. ¡Nadie nos lo dijo! Ni siquiera Madre. Yo no quiero morir...

Lloraba, y no quería hacerlo. ¡Con la ilusión que le hacía la Ceremonia de las bodas! Pero el recuerdo de la muerte de su tía, de la horrible jornada del día del Juramento volvió a su memoria como si acabara de suceder. No sabía que tenía que jurar, señor. ¡De verdad! Nadie me lo dijo...

El Caballero de los Cárpatos entró, y la niña se estremeció de miedo.

- ¡Tío! ¡No dejéis que me mate como a Giorgina! Casi no se escuchó el ruego, sólo un murmullo susurrado que apenas se entendió.

Mi padrino se acerco rápidamente para reprender al escudero y calmar los ánimos, sobretodo a Veronika, a la cual tomo en brazos y le dedico palabras dulces antes de bajarla al suelo.

La vi llorar y se me partió el corazón, la vi asustad y escuche lo que dijo cuando el caballero de los Cárpatos entro en escena.

Me libere del abrazo de mi madre, procurando ser delicado, para correr hacia mi hermana y tomarla de la mano y hablarle en voz baja.

-"Nadie te matara, recuerdas la promesa? Yo siempre te protegeré, incluso si me cuesta la vida y además aquí esta nuestro padre, abuelo y todos nuestros tíos, nada nos pasara, estando unidos los Basarab podemos contra cualquier ejercito, cada uno de nuestros hombres vale por cinco de los demás!"- dije procurando darle ánimos, aunque a decir verdad mis piernas también temblaban. 

- El Ama de Llaves Mariana abre un poco las puertas de la Capilla y se cuela en el oscuro interior, la atmósfera está cargada del olor a las armaduras, al acero, pero también el olor a velas encendidas y a incienso.

- Casi se choca con Maserrak y Farkas Deli, que están de pie junto a las puertas de la Capilla.

- Los novios y el Reverendo Padre están cerca del altar, los invitados nobles están sentados en los bancos de madera.

Zuyla se acercó por uno de los laterales de la capilla hasta la parte delantera. Cerca del altar donde se encontrarían los novios y se celebrarían los esponsales. Sin sentarse en los bancos, que supuso reservados para la familia cercana y nobles más importantes, posó una rodilla en tierra y cerró los ojos para rezar una breve plegaria antes de que comenzara la ceremonia.

Necesitaba que el Señor le diera fuerzas en esos momentos. Su fe ante todo no podía flaquear.

Después de un silencioso minuto, Zuyla se levantó de nuevo y retrocedió un par de pasos casi pegando su espalda a la pared, esperando en silencio a que comenzara la ceremonia con los brazos cruzados.

Era un día de celebración.

CABALLERO ZUYLA DRAVESCU:

- Pese a estar llena de gente, y al olor de las cotas de mallas de los Caballeros Basarab, en este lugar se respira santidad.

- No es sólo el olor de las velas y del incienso, es la certeza de que en este lugar se está un poquito más cerca del Cielo que en cualquier otro lugar del Castillo.