Partida Rol por web

Dominik espera en la puerta de los aposentos de su señor Durius para acompañarle hasta el Salón Principal, en caso que su señor así lo desee

-¿Ni siquiera un cotilleo suave al que hincar el diente? Por Jesucristo, que nuestra corte parece una tumba -añadió con una última nota jocosa-. De acuerdo, Valru. Hay trabajo y mi buen Dominik aguarda paciente mis instrucciones. Una noche más, algunos cortesanos más y un nuevo combate de esgrima, donde las lenguas más afiladas entrarán en juego. De todos modos, cuando finalicemos, quiero hablar contigo. Pero no te impacientes. Todo a su debido tiempo.

Durius avanzó acompañado de Valru. Dominik, como siempre, aguardaba paciente.

-Buenas noches tengáis, Sargento Dominik -saludó-. Acompañadnos al Mayordomo Valru de Bistritz y a mí al Salón Principal. Decidme Sargento, ¿qué ha acontecido durante la jornada de hoy en Castillo? -preguntó mientras se encaminaba a través del laberinto de pasillos a su destino, siguiendo con su rutina habitual por la cual el Sargento se ocupaba de ponerle al día con los asuntos diurnos-. Hacedme un breve resumen para saber a qué novedades habremos de enfrentarnos hoy. Me disgustaría que el pretencioso de Stolnic o que vuestro colega, Otto -añadió mirando a Valru- se jactaran de estar un paso por delante de nosotros.

El caballero de los Cárpados observó al lacayo, que tan diligente se le acercaba, y le informaba de lo que sucedía.

Ah, es que están en reunión. Por supuesto. No tendría que extrañarme.

Iacobus le tendió las riendas a Vasilov.

- Haceros cargo de mi caballo, nada más. Hace un instante también podrías haber contestado mis preguntas, pero ya me habéis dicho todo lo que deseaba saber.

Dispuso a marchar, sin dar más explicaciones, pero detuvo su intención de giro y observó al muchacho con repentina atención.

- Todo ha ido bien, efectivamente. ¿Cómo han ido las cosas en el castillo desde mi marcha?

- Mi señor Durius, Valru - Dominik inclina su cabeza ante su señor antes de informarle- Comuniqué las nuevas a vuestros lacayos Gheorghe y Mikail para que os informasen al despertar. Y también a Enrietta. A primera hora entrené con el capitán Ferenk Zarak quien pretendía tener sospechas del caballero Radoslav, aunque sin acertar a decir nada concreto. A esa hora vuestro pupilo estaba siendo enseñado por su maestro, Maserrak de Flambeau. En todo caso lo más importante fue la irrupción de una comitiva de dos carruajes, con siete jinetes. Tras las habituales cuestiones sobre recepciones y seguridad, partió para recibir a la comitiva un grupo compuesto por el caballero Radoslav, el Capitán Zarak y el chambelán Teleki, acompañados por seis guardias a caballo. Y lamento decirlo pero ofrecian un espectáculo lamentable a caballo. Fuese como fuese, los recien llegados resultaron ser la la muy noble dama Radovina Szantovich de Bran y la condesa Dubieta, esta última junto a su hijo Tiberiu Radomir Szantovich. Las damas estaban acompañadas de un séquito comandado por el Caballero Schaar Dvy, y de varios soldados, con algunos sirvientes igualmente. Al mismo tiempo llegaron familiares de vuestro pupilo, concretamente Innya, una joven, y Dagu y Visany, de corta edad. Creo que se reunieron con el mayordomo Otto, pero lamento no haber podido saber qué se decidió para ellos. Escuché comentar que vinieron buscando trabajo. También quiero comentaros que vuestro hombre Bucur estuvo realizando un meritorio servicio en la guardia durante todo el día.

El sargento expone lo que ha visto y los comentarios que ha ido escuchando de la servidumbre durante todo el día con la claridad y concisión de quien informa de una batalla

Con las riendas en la mano el joven Vasilov caminó junto al caballero un par de pasos tras él

- Sólo intento hacer mi trabajo lo mejor que humildemente puedo caballero Iacobus... no soy más que un lacayo al que le gustan los caballos y las historias propias de la corte me quedan lejos, no obstante, sé que la llegada de los nobles invitados movió a todo el castillo para atenderles aunque no apareció en la recepción el senescal Stolnic, que el mayordomo Otto los acomodó tras una visita al castillo guiados por el chambelán, luego descansaron para la cena según he escuchado y estarán a punto de comenzar la sesión de corte... creo que no me dejo nada ¿puedo ayudaros en algo más? - para cuando hubo terminado de hablar se encontraban junto al establo y allí Vasilov paró su avance a la espera

Bien, más o menos como era de esperar... o sea, nada fuera de la norma y el protocolo. Lástima.

- No, es todo. La ausencia del Senescal es... interesante.

Giró y sonrió a medias al lacayo.

- Seguid así. Cuanto más lejos os quedéis de las historias de la corte, mejor vida.

Iacobus dejó al lacayo atrás, y se encaminó hacia donde suponía que la corte estaba comenzando a reunirse.

- Si no mejor al menos más tranquila, espero que os sea leve caballero Iacobus - una sonrisa discreta se dibujó en el rostro del lacayo mientras entraba definitivamente en el establo

Yo casi prefiero irme ahora a cenar... la corte toda para ellos

Flaviu pasea por los corredores del castillo sin hacer ruido, buscando algún murmullo o conversación interesante. Centrándose en los pasillos cercanos al salón, habitaciones de los criados e invitados. Si no oigo nada interesante, será una noche perdida, y eso no puede pasar. Debería de apresúrame en ir al salón antes de que llege el duque.

- Tras hablar con el lacayo Vasilov, el Caballero de los Cárpatos se dirige al Salón Principal.

- Saliendo de las estancias privadas del Secretario, el Caballero Durius, el Mayordomo Valru y el Sargento Dominik se dirigen al Salón Principal. Los tres pasan junto al lacayo Bucur, que es quien custodia la puerta de acceso a las estancias privadas durante el día.

- A las puertas del Salón, los cuatro se encuentran con el Capitán Zarak, que las custodia y les permite el paso.

La salida del sargento junto a Durius cambió la atención de Bucur, el joven realizó una profunda reverencia al paso de la comitiva susurrando respetuoso - Mi señor... -

Tan pronto salieron de su visión el lacayo entró en la habitación

- Tanto dormir... ¿qué tal la noche? Aquí fuera ni un movimiento... - observando la sala y los presentes - ... tenemos invitados según parece -

Había seguido a Schaar encantado y ahora cerca de la puerta del salón principal observaba con curiosidad como la gente iba entrando. Pero ellos, ellos todavía no habían pasado y el chiquillo tan se limitaba a observar como gente muy diferente, de todo tipo y condición, hacía lo que él quería hacer pero no “podía”. Y la razón por la que no podía estaba junto a él sujetándole de la mano.

- ¿Podemos entrar?- le preguntó suplicante a su madre.-Hay mucha gente.- Resaltó la obviedad esperando que la misma razón por la que el salón le llamaba la atención sirviese para convencer a su madre.

- Debes llevar esto a los aposentos del Senescal- informó el Mayordomo a la flamante sirvienta dándole además las indicaciones de dónde encontrar el dormitorio.

A pesar de su intención de acompañarla debían separarse. Otto se acababa de dar cuenta de que el Sol se había puesto y que por tanto tenía una importante tarea pendiente y de la que tan solo él se podía ocupar. El Duque no tardaría en despertase y dar audiencia, así que vería con buenos ojos que le llevaran su vino preferido, el de la cosecha especial…

Bajó con toda la prisa que se pudo dar a las mazmorras y tras coger lo que había ido a buscar se encaminó al salón principal.

- Radovina ha pasado ya, pero Dubieta y Schaar parecen haberse quedado ensimismados. Como sigan así, les van a cerrar las puertas en las narices y se van a quedar fuera.

- Flaviu Krevcheski pasa al Salón Principal.

- Lo mismo hacen la Condesa Dubieta, su hijo Tiberiu Radomir y su protector el Caballero Dvy.

Justo antes de cerrarse las puertas el Mayordomo Otto entra en el Salón con una copa en la mano.

El sinvergüenza siguió a su compañero al abandonar la estancia, con la ligera alegría que le auspiciaba la comida caliente en la cocina. Caminaron por los pasillos del lugar con cierta pereza, mientras se aseguraban que ningún oído indiscreto estuviese asechando a la vuelta de una esquina.

- Me temo que si no nos apresuramos, las únicas novedades que encontraremos saldrán del hocico de Vasilov - Susurro, y una sonrisa bufonesca se dibujo en su rostro.

- Mikail y Gheorghe se encuentran con Papadimos en las cocinas del castillo, donde un pinche les da una hogaza de pan, algo de queso viejo y cerveza aguada.