Partida Rol por web

- El Duque no debió haceros eso, desacreditaros mientras premiaba a Durius.- Meneó la cabeza.- No entiendo que interés tiene en él, aparte de la novedad. Una novedad que ya dura demasiado tiempo... Pero no era eso de lo que quería hablaros. ¿Qué opináis de ella?- preguntó señalando la puerta por la que instantes antes había salido Innya.

Esta vez sin las prisas de antes, la joven Innya se acercó de nuevo a las cocinas. No llevaba la jarra ni los paños.

- Hola otra vez. Me envían a decir que el agua que habéis hervido no va a ser necesaria, pero que no la tiréis. Dádsela a las lavanderas, ellas le sacarán partido.

Sonrió a los tres lacayos, mientras se daba la vuelta para volver a marcharse.

- ¡Y gracias de nuevo!

Innya buscó a sus sobrinos, que suponía que debían esperar en el estudio de Lindor, ya que no estaban en las cocinas. Se dirigió allí, presta, pues no quería hacer esperar al Mayordomo. Llamó a la puerta.

- ¿Dagu? ¿Visany? ¿Estáis ahí?

- Sin problema pero decidme joven centella a que venía tanta prisa - mientras retiraba del fuego el agua a punto de romper a hervir - No hay de que... comprendo que estás ocupada, no obstante, supongo que no te llamarás centella y podrías darme un momento... - realizando un saludo cordial con la cabeza - ... mi nombre es Vasilov el cochero de Durius Tremere de Slobozia -

Cuando oigo la voz de mi tía abro la puerta.

- Tía Innya. ¿Qué haceis aquí? Os hacía con el Mayordomo Otto.

- ¿Os ha contratado?

Se detuvo un segundo, mirando al cochero. Sonrió, moviendo la cabeza, lo que hizo que su cabellera morena se despeinara.

- Perdona, sí. No. Quiero decir, no, no me llamo Centella, ¡jajaja!, y sí, te daré un momento, pero no ahora. No quiero hacerlo mal en mi primer día de trabajo.

La muchacha se dio la vuelta, con un revoloteo alegre de su falda, y se dirigió afuera. Cuando estaba en el dintel de la puerta, a punto de cruzarla, se giró.

- Me llamo Innya. ¡Encantada de conocerte, Vasilov!

- El placer es todo mío Innya... - inclinando la cabeza levemente a modo de reverencia - ... no seré yo quien impida un buen trabajo, bienvenida y mucho ánimo pues energía tienes de sobra, cualquier cosa que necesites sólo tienes que avisar -

Innya sonrió a Visany, y asintió con grandes movimientos afirmativos de cabeza. Estaba muy contenta, se le notaba a la legua.

- ¡Sí! Sólo que tendré que vivir en el Castillo... pero no me importa, así seré una carga menos para Pavetta.

Parecía tener prisa.

- Vengo a buscaros, el Mayordomo me ha ordenado que os lleve hasta los aposentos del Senescal, está allí ahora mismo. Quiere hablaros. ¡Vamos, no perdamos el tiempo haciéndole esperar!

Se giró hacia la puerta, medio empujando a los dos chicos, dispuesta a seguir la conversación por el camino...

- Está bien tía. - le digo. No hace falta que me empujeis. Todavía me funcionan las piernas.

Parece trabajadora y ansiosa de ayudar, con el tiempo veremos si está siendo sincera o fingiendo un papel. ¿Venía en la comitiva que llegó, cierto? ¿De dónde ha salido? Todavía no he tenido tiempo de ponerme al día con el chambelán. 

Agacha su mirada unos segundo antes de volverla a levantar y reconocer.

Siento lo que has tenido que presenciar, muchas gracias por tu ayuda y discreción. Y sí, tienes razón en cuanto a Durius, el duque se encapricha con facilidad, si bien es cierto que Durius no me parece un gran problema, y al menos hay que reconocer que pocas veces se ha equivocado con sus caprichos. En estos momentos, nuestros enemigos más peligrosos están fuera del castillo, se avecina un invierno duro y largo y el pueblo está bastante cansado. Temo más a las revueltas y a la hambruna que a cualquier polilla ambiciosa en busca de poder.

Jensi, todavía cansado y mareado por la fatiga de los últimos momentos se recuesta en la cama, intentando tranquilizarse, ya ha hablado más de lo que debía. ¿Qué pensará el mayordomo de todo esto? Seguro que está al tanto de mucho más que yo. 

Tras recorrer el camino hasta los aposentos del Senescal junto con sus dos sobrinos, Innya llegó a la puerta. Estaba cerrada, tal como la había dejado. Llamó quedamente, pero no entró.

- Mayordomo Otto... aquí estamos, he venido con mis sobrinos, como me habéis ordenado...

- Quizá tengáis razón…- soltó con un largo suspiro en el que intentó convencerse de que el mayor peligro al que se enfrentaban era la plebe. Por mucho que lo intentó no lo consiguió. El panorama que vislumbraba él era mucho más desalentador, con fuerzas quizá menos numerosas que el campesinado pero más astutas, mejor preparadas y ambiciones mayores que qué llevarse a la boca.- El tiempo lo dirá. Ahora, temo que el Duque traiga a algunos de sus enemigos hasta las mismas puertas del castillo como invitados, y por mucho que una polilla no suponga un problema, demasiadas juntas pueden llegar a sofocar la llama.

Se puso en pie para servirse un poco del vino que antes de la audiencia debían haber compartido Jensi, el Chambelán y él mientras conversaban. Al final no había podido ser, una ejemplo más de que por muchos planes que se hagan estos tienden a no cumplirse.

- ¿Queréis?- le preguntó por cortesía antes de volver a tomar asiento.-Pero me habéis preguntado de dónde ha salido Innya… De debajo de las faldas de Durius.- Dio un sorbo al vino dando tiempo al Senescal para que se hiciese a la idea.- Sí, habéis escuchado bien. Es la hermana de Pavetta y tía de Lindor. Y no ha venido sola, con ella han llegado también sus dos sobrinos. El hecho de que llegase cuando lo hizo la comitiva Szantovich es pura casualidad, o eso quiero creer. De cualquier manera tengo intención de emplearla como doncella de la Condesa Dubieta. Al parecer llegó sin una, así que será un buen detalle.

En aquel momento llamaron a la puerta.

- Aquí esta.- El mayordomo se puso en pie y se encaminó a la puerta.-Ahora mismo vuelvo.

Dejó la copa sobre uno de los muebles que flanqueaban la puerta, cogió aire y salió.

La puerta del dormitorio del Senescal se abrió y de ella salió el mayordomo, solo.

- Gracias Innya. Si quieres puedes retirarte a la cocina, creo que allí todavía te está esperando el queso y el pan que te ofrecí hace horas. En caso de necesitarte te mandaré llamar.- Entonces se dirigió a los dos varones- ¿Alguno de vosotros ha trabajado con caballos? ¿Sabéis manejar un carro?

- El Capitán Zarak abandona el Salón Principal.

- Un breve rato después, el Mayordomo Valru abandona el Salón Principal.

Valru buscó a Zarak, aunque suponía que no le costaría dar mucho con él. Cuando lo logró, se acercó y le dijo:

-Capitán, debería volver al salón principal... Seguramente sea lo mejor para todos. 

Ocurre algo?. Acaso es necesaria mi presencia?. El Duque ya tiene a sus guardaespaldas. Y yo he dejado a mis hombres el cuidado de las puertas.
Llevo todo el dia con los asuntos de la guardia. He tenido que hacer de anfitrión y guía de los recién llegados al castillo aparte de mis labores habituales y para oír que se premia a un montón de recién llegados. Y no siquiera puedo irme a dormir por la noche. Y además se premia a gente que lleva aquí dos días.

-Se premia a gente que lleva aquí dos días...-repitió el mayordomo, sonriendo-no hace falta que me contéis el motivo por el que os habéis ido. En cuanto a vuestra presencia... Sí, es necesaria. ¿Habéis pasado mucho tiempo en las cortes? ¿Sabéis como funcionan? Éstos desplantes son la clase de comportamiento que puede salir muy cara a alguien. En todo caso no os daré mis explicaciones, es mi señor, Durius Tremere, el que me mandó a por vos. Debéis regresar. Haced caso a mi señor, y al viejo inútil que le sirve-dijo, con una sonrisa. 

Innya se dirigió ya con paso tranquilo a las cocinas. Había acabado por ahora todo lo que le habían encomendado, y se dio cuenta de que tenía hambre. ¡Le vendría de perlas ese pan con queso que Otto le había dado permiso para comer!

Entró en las cocinas tarareando una tonada alegre, ahora ya se conocía el lugar, así que sabía donde encontrar su cena. Y quizá una buena conversación. O una animada compañía.