Partida Rol por web

- Estoy bien... estoy bien - me calmé un poco si, pero era el ama de llaves quién no estaba bien.- Yo no soy ningún héroe, no soy nadie... toda esa gente habría sido capaz de escapar por si misma, yo no hice más que conducirles a un futuro incierto atravesando un infierno que muchos no fueron capaces de aguantar - apreté los labios con fuerza, la rabia estaba a punto de apoderarse de mi.- Me temo, Dama Radovina, que soy como bien decís lo más parecido a un médico, lo que hace que me sienta aún más afligido, si cabe - negué con la cabeza.- No sé más que lo que he podido leer.

No podía más que sentir angustia e indecisión, lo que el Boyardo había doblado yo lo había terminado de partir, y aunque parecía que la cosa no podía ir peor yo no me atrevía a dar otro paso.

Llego rápidamente a las cocinas corriendo detrás de Tiberiu. Según él, el Maestro Maserrak de Flambeau nos llamó para que acudiésemos urgente a su presencia. Corrí sin parar y llego hasta donde está, momento en que lo veo conversando con otras personas, incluyendo una de las novias.

Me acerco a él y le hablo, a pesar de haber oído la última parte de su conversación y pensar que quizás puedo interrumpirla. La verdad es que la situación está lo suficientemente tensa como para no esperar por un poco de etiqueta:

- "Maestro Maserrak. ¿Me llamaba?"

Espero su respuesta mientras miro a Tiberiu atrás de mí. Luego miro hacía las personas que está con el maestro e intento entender la situación actual antes de que se me informe de ella y de lo que se requiere de mí. Si es algo que puedo hacer, no dudaré en realizarlo de inmediato, pues todo el asunto de los Basarab ha hecho que me ponga tenso y no es una sensación que me agrade mucho.

La mirada de Radovina se había perdido en la nada, ante la deliberada actitud de Maserrak. Le dolió. Le dolió el cambio, la sensación de vacío. La soledad en que la dejó el que él la hubiera evitado.

Apenas un suspiro, o un gemido, o un quejido. Pero aunque no se oyó más que eso, y sólo a la distancia del aliento, contenía la tristeza de toda una profunda sima.

Y, tras ese latido, ella reaccionó. 

- Cuando Maese Maserrak atendió al Ama de Llaves Mariana se escuchó un crujido espantoso que no presagiaba nada bueno.

- Intentando colocar la mandíbula rota de Mariana se la terminó de romper. Por fortuna, en ese momento la mujer estaba inconsciente por lo que no pudo experimentar el horrible sufrimiento, aunque de su boca manaba cada vez más y más sangre...

- Dama Radovina Radoslav corrió a auxiliar a su criada, intentando insuflarle el aliento de la vida desde sus propios labios, mas nada pudo hacer por ayudarla, y al rato era tan sólo un cadáver lo que sostenía entre sus manos. Una muñeca rota y ensangrentada que poco tiempo atrás se llamaba Mariana.

- Schaar Dvy llega justo en ese momento a las Cocinas procedente del Patio del Castillo...

SON LAS CINCO Y MEDIA DE LA TARDE.

El guardia Boru se acerca al cuerpo de la pobre Mariana y mira a su señora.

-Siento esta perdida, mi señora- fue lo único que salió de la boca de el hombre mientras con la mano cerraba los ojos de la que era la ama de llaves, alguien iba a pagar por aquel crimen y si bien no se auto inflingía el castigo, Boru se encargaría de llevar acabo la voluntad de su señora.

Gotas de sangre, el sonido del hueso al ser movido de nuevo, la sangre, la sangre, lo esta manchando todo.
Se esta muriendo si no lo ha echo ya, un sonido suena en la cocina, la bandeja que llevo en las manos cae al suelo rompiendo el contenido que portaba y desparramandose por todo el sucio suelo de la cocina.

Noto algo humedo en mi rostro, deslizandose por mis mejillas, un grito sale de mi garganta mientras caigo al suelo...No puede ser, no puede ser, esa maldita vieja tenia que vivir mas..¿quien me iba a reprender ahora?¿quien me diria que debia hacer correctamente?

Schaar entra en la zona de servicios para ver horrorizado lo que está sucediendo.

- Que ha... sucedido? - le cuesta preguntar.

Ve a todos en la escena, pero no acaba de imaginarse lo ocurrido.

-Está usted bien Radovina? - finaliza buscando al hijo de Dubieta con la mirada.- Tiberius...

Las pupilas se habían dilatado fijas en algún punto. Más allá. Hasta que adquirieron un velo opaco, el velo del sueño del que no se retorna.

Radovina había sido testigo próximo de esa partida, porque cuando comprendió que Mariana estaba muriendo, se arrodilló junto a ella, y sin pensarlo dos veces juntó sus labios a la ensangrentada boca de su Ama de compañía, e intentó hacerle llegar su propio aire, su aliento de vida. Sin resultado.

Tras el infructuoso esfuerzo, la joven se quedó durante un lapso estática, asimilando. El suficiente para que Boru se acercara y cerrara los ojos a la desgraciada que yacía en su regazo, el suficiente para que todos fueran conscientes de lo sucedido.

Con delicadeza apartó la desmañada cabeza de Mariana, y se levantó del suelo. Su boca estaba llena de su sangre, y también su cabello, su pecho, su falda. No le importó. Miró a Elena primero.

-Vas a prepararla. Maese Maserrak te ayudará a trasladarla a un sitio adecuado. -Buscó el asentimiento del hombre, aún atónito, pero siguió hablando sin esperarlo.- La limpiarás, la vestirás con ropa limpia, la peinarás y recompondrás su rostro tanto como te sea posible. Y vas a quedarte con ella, velándola, hasta que yo te diga. Olvida el banquete, olvida la comida ni otras órdenes. Éstas son las mías.

Su mirada se posó entonces en Schaar.

-Caballero Dvy. Sí, estoy bien. -La sangre que la cubría desmentía con su efecto sus palabras. Pero continuó.- Cuidad de mi sobrino, y de mi prima. Por favor.

Luego miró a Boru. Y su voz fue gélida mientras andaba hacia la salida, adelantándose a cualquier respuesta.

-Vas a escoltarme hasta el Salón. Y en él. Hoy es el día de mi boda. Es mi banquete, mi fiesta. He de actuar como una verdadera anfitriona. 

Quizás había sido demasiado alarmista, el pobre Tiberiu debió traslarde a Lindor mis palabras impregnadas de aquel miedo que me había embargado y, lógicamente, el niño había acudido a mi lo antes posible.

- Eh...uh... No ocurre nada Lindor, es sólo que es mejor que estés aquí y no deambulando por el patio, tenemos invitados y a veces ocurren malentendidos - no pude evitar una mirada fugaz al ama de llaves, mietras Radovina intentaba reanimarla.- Será mejor que vayas a jugar con Tiberiu, pero no os alejéis de la cocina ¿de acuerdo? ¡Oh! Casi lo olvidaba ¿Recibiste una respuesta de nuestro Señor Durius o no se encontraba en sus aposentos?

Lamentablemente algo fatídico ocurrió en el tiempo que habría reservado para esperar la respuesta de Lindor. Fue silenciosa, pero no había duda alguna de que había muerto. Aquel se había convertido en uno de esos días que se quedarían grabados en mi mente, alimentando el tormento que me corría por dentro cada vez más. La visión de Radovina Szantovich con su vestido de boda cubierto de sangre me hizo sentir lástima...

"Ese monstruo destruirá la bondad de esta mujer - pensé.- ¿Por qué habré dejado que esto ocurra? - pero había otra pregunta que claramente desbancaba aquel pensamiento.- ¡Idiota! ¿Qué podrías haber hecho tú? A ver si te enteras de una vez de que no puedes ni debes arreglar todo lo que ocurre a tu alrededor ¡Esa no es tu responsabilidad!"

Sentimientos lógicos, verdaderos y acertados, pero no evitan que en el fondo de mi corazón hubiese una pesada roca que me oprimía con fuerza. Aquel día, el Boyando Blaatu Basarab había matado a una mujer inocente, se había mostrado tal y como era, un bárbaro más cruel que los magyares a los que ellos siempre trataron como bárbaros. Por primera vez pensé que merecía que el Duque Gyula Kadar le arrebatara su ciudad y subyugara a sus gentes, pero había un pensamiento tras eso que era aún más desalentador: era imposible escapar a la crueldad de aquellas tierras. No importaba en que bando estuvieras, aquella maldita tierra acababa corrompiendo a todo aquel que tratase de hacerse un hueco.

Las palabras de Radovina se quedaron en un eco distante, mientras tanto yo contemplaba boquiabierto lo que aún no había terminado de digerir. La historia se repetía, cada vez que algún miembro de la familia Basarab entraba en el castillo alguien terminaba muerto. Sacudí la cabeza tratando de borrar todo aquello de mi mente y fui al fin consciente de lo que ocurría a mi alrededor.

Antes de que Radovina pudiese abandonar las cocinas, me apresuré a salir a su encuentro, tenía miedo de loq ue pudiera hacer... tenía miedo de lo que le pudiera ocurrir.

Me coloqué frente a ella, evitando que abandonara la estancia antes de que le dijera lo que debía decirle. Y esta vez, si que busqué la mirada de aquellos ojos ardientes...

- Dama Radovina, debéis actuar con suma cautela si váis a entrar en el Salón - le dije preocupado.- Dios sabe que la ira se desatará en el castillo si se atreven a tocaros siquiera, pero en este momento creo que todo es posible... Por favor, tened mucho cuidado, os lo suplico...

La interceptó justo antes de cruzar el umbral de la puerta. Y la aseteó con su mirada suplicante, buscando la suya esta vez.

Devolvió la mirada, ella la devolvió, dulce como el bálsamo más refinado, y dura al mismo tiempo, dura y resuelta como la más firme de las rocas que deja la lava a su paso.

-No temáis, Maserrak. Sé cuál es mi papel ahora mismo. Y estoy dispuesta a asumirlo.

Boru asiente sin siquiera dudar y salió con su señora dirección al banquete, en verdad estaba comportandose como una verdadera noble, pero el dolor acumulado siempre acaba en mas desgracias, solo esperaba que no para ella.

RADOVINA:

- No sientes repugnancia hacia la sangre, y siempre te ha gustado la carne poco hecha, pero no, no se te remueve nada.

- Dama Radovina Radoslav de los Cárpatos y el Guardia Boru abandonan las Cocinas.

Mis ojos se mantienen en la mujer que yace en el suelo, completamente muerta. Pero no la he visto solo como un cadáver, pues vi el ataque que sufrió y vi la violencia con la que fue agredida. Finalmente, le vi agonizar y también estuve presente en el momento que dejó de respirar. Todo había acabado para ella y una mujer inocente fue asesinada por la furia de un hombre que se cree mejor que ella.

Escucho las órdenes de la Dama Radovina y luego las palabras del Maestro Maserrak de Flambeau que intentan disuadirme de quedarme en ese lugar. Entiendo todo lo que ha sucedido pues ya no soy un niño pequeño y niego con la cabeza a sus pregunta antes de hablar:

 - "Nadie ha contestado. No debe haber nadie allí o habrían despertado a mis insistencias y los ruidos del exterior."

Luego vuelvo a mirar el cadáver de la mujer. Está muerta, es cierto, y su asesinato no ha sido más que un acto de maldad y orgullo desmedido. Ella no era cercana a mí, pero veo lo ocurrido y no puedo sentir más que desprecio por el Boyardo. Le odio y desearía que alguien le enseñase que es solo un miserable hombre y que merece recibir todo el dolor que él ha causado.

Le respondo al Maestro con una voz valiente y consciente de las circunstancias, tal como yo lo estoy:

 - "No puedo ir a jugar ahora, Maestro. Soy un Paje de la Corte y mi deber es con la asistencia a la ceremonia."

Me giro y me encamino a la puerta, siguiendo a la Dama Radovina, al Guardia Boru y al Maestro, decidido a hacer mi deber, cumplir con mis obligaciones y no dejarme vencer por el miedo a los bárbaros salvajes que beben en el salón y que ya han demostrado no ser dignos invitados, sino más bien enemigos del Castillo.

- Innya y Niziya regresan a las Cocinas procedentes del Salón Principal.

- En las cocinas hay algunos criados apesadumbrados.

- También están presentes el noble Schaar Dvy, Maese Maserrak de Flambeau, Lindor de Slobozia, Tiberiu Radomir Szantovich, y la sirvienta Elena.

- El cuerpo de Mariana está tendido en el suelo, cubierto por una tela, tal vez un mantel.

-¡Hemos vueltoo!-anunció Innya aunque la sonrisa preocupada que lucía en sus labios se heló ante el ambiente reinante.
-...No-dijo con voz ronca avanzando por las cocinas apartando a quienes se pusieran en medio hasta llegar a la tela sanguinolenta que cubría a Mariana.
-Señor Dvy, Maserrak-Dijo mientras se acuclillaba a su lado, pasando la mano por encima de lo que debía ser el rostro de Mariana sin llegar a tocarlo con un temblor visible en la mano-Los niños.
Ese no era lugar para que unos pequeños de tan tierna edad estuvieran.
Apretó los labios y alzó la tela para descubrir el rostro descompuesto del ama de llaves cuya mandíbula colgaba de manera antinatural salpicada de sangre.
-Mi querida Mariana...-musitó apoyando la frente sobre la de la mujer finada, los cabellos oscuros crearon una cortina a los lados del rostro de ambas, ocultando las lágrimas de Innya que cayeron sobre los ojos de Mariana y rodaron por sus mejillas, llorando una en vida y otra en muerte.-¿Qué te han hecho, amiga mía?.-le preguntó en un susurro con la voz quebrada por el dolor.-¿Qué te han hecho?
Besó su frente tendió sobre ella de nuevo la tela, después, tomándose todo el tiempo que podía permitirse (que ha decir verdad no era mucho), inspiró hondo mientras su pecho se estremecía a distintos tiempos, igual que un niño al coger aire durante un berrinche, alzando el rostro hacia el techo, controlando su llanto mientras las últimas lágrimas rodaban abrasándole la piel, fría por el aire crepuscular de Transilvania.
-Llevad vino a la mesa de los novios, las damas están por entrar-dijo a los criados que estaban ahí parados.
Se incorporó apoyando las manos en las rodillas, tomó un vaso de loza y lo hundió en la barrica de vino calentado sobre las brasas casi extintas, una vez lleno, con la mano goteando vino lo dejó en la mesa con un golpe sordo.
-Bebe Elena-le dijo tomándola de la muñeca con suavidad. No quería pensar como habían acabado con la vida de la buena Mariana la endemoniada y ,por lo visto, su compañero ritual. No quería ni imaginar como debía sentirse la joven de cabellos dorados y desde luego, no quería imaginar el motivo que retenía a Lindor y a Tiberiu en las cocinas con el cuerpo de Mariana yacente.