-¡Oh, Dios todopoderoso! ¡Apíadate de nuestras almas! -Exclamé al ver el rostro de Mariana cuando Inniya lo descubrió. Fue una visión horrible. Me llevé la mano temblorosa a la boca para acallar mi llanto. Las lágrimas corrieron por mi rostro. Mariana estaba muerta y el pánico me comía por dentro. Intenté controlarme, pero las lágrimas recorrieron silenciosamente mis mejillas.
Tirada oculta
Motivo: per+med
Tirada: 5d10
Resultado: 6, 8, 9, 5, 3
Motivo: Percepción+Medicina
Tirada: 3d10
Dificultad: 7+
Resultado: 8, 1, 7
Exitos: 2
Es mi primera tirada en la partida, espero no cagarla xD
INNYA:
- Observando el cadáver de Mariana deduces que alguien le terminó de romper del todo la mandíbula con un movimiento muy brusco y violento.
- Posteriormente fue asfixiada hasta morir.
NIZIYA:
- Observando el cadáver de Mariana deduces que alguien le terminó de romper del todo la mandíbula con un movimiento muy brusco y violento.
- Posteriormente fue asfixiada hasta morir.
Schaar no había entendido que es lo que había ocurrido realmente con Mariana, y aunque era un hecho demasiado importante como para dejarlo pasar, tenía otras prioridades ahora. Y realmente, Dubieta necesitaba ver a su hijo con todo lo que había sucedido.
- Tiberiu, tu madre te busca. ¿Porque no nos acompañaste?¡ Tu madre se había desmayado! - Schaar expira - Vamos, tu madre te requiere y también debes estar presente en la ceremonia.
Se coloca al lado de la puerta, la mirada se posa en Tiberiu y espera a que pase por delante.
Solo veo sangre, no veo nada mas, ni como entra la gente o lo que me manda, solo asiento.
La pondre uno de sus vestidos y se que tenia dinero, puede que pueda usarlo para darla un buen entierro.
Cojo la jarra que me da, pero me tiembla todo, se me cae la mitad al suelo y el resto por el vestido antes de conseguir dar un sorbo...
Estaban reanimandola...parecia que iba bien...oi como si se rompiera una rama. intento dar otro sorbo pero se me cae la jarra, se rompe y el vino se mezcla con la sangre...No...no...
-Shhh...-Innya pasó sobre la jarra rota como si nada y abrazó a Elena reteniéndola entre los brazos y sujetándola por la nuca para que apoyara la cabeza en el hueco de su hombro y su cuello. Mariana no merecía una muerte así, y Elena estaba enloqueciendo. ¿qué había llevado a la dama endemoniada y al hombre a acabar con la vida del ama de llaves? Lanzó una mirada funesta a Maserrak que bien podría decir "que alguien retire de ahí el cuerpo" y que sin embargo pretendía decir que ella sabía que no había sido que el golpe del Boyardo el causante de la muerte de la mujer.
-Suéltalo todo ahora, Elena, tranquila...Shhh-apretó un poco el abrazo intentando consolar a la histérica muchacha mientras los ojos claros de la sirvienta no transmitían lo que le decía a Elena-vamos querida.-cerró los ojos asqueada con solo imaginarse turbias historias que podría saber Mariana y que habían ocasionado su muerte.
¿Y Elena?, pensó con temor meciéndola ligeramente.
Si ha ella no la han matado...no, es imposible fingir esta congoja.
Quizá la criada personal de Radovina era algo más que su criada personal, ¿un juguete de ambos? Era asqueroso, desde luego, pero no lo más extraño que se podrían cruzar, y era conocimiento de todos que los nobles tendían a las excentricidades más perversas, si bien no lo hacían públicamente las paredes tenían ojos y oídos.
Y que el diablo no se los lleve a todos...mi pobre Mariana, ¿por qué?, para controlar de nuevo el llanto mezclado con las náuseas apretó los labios y se negó a mirar de nuevo a Maserrak o sus pensamientos en derivarían en peores tramas que no tenía claro si deseaba saber si eran ciertos o no.
-Le... han terminado de arrancar la mandíbula. Parece como si alguien le hubiese intentado forzar algún movimiento y la carne se haya desgarrado... Lo he visto antes, algo parecido... cómo se crispa la carne en los bordes cuando un músculo se rompe a la fuerza -dije, evidentemente afectada, pero controlándome lo más que podía, mientras Inniya consolaba a Elena tras el horrible vistazo del cadáver- ...Pero no es eso lo que le ha provocado la muerte. No soy médico, ni mucho menos, pero por lo que veo diría que después de eso, lo que la ha matado ha sido la asfixia... Le ha faltado el aire y eso es lo que le ha provocado la muerte. Esos ojos tan desorbitados...
Lo dejé caer. No quise preguntar qué había pasado, no quería acabar como la pobre ama de llaves por hablar más de la cuenta o en el momento equivocado como a ella le había pasado. Debía ser valiente y controlarme, a pesar de estar emocionalmente destrozada, pues mi vida estaba en juego y puede que la de mis hijos también.
No habría querido eso para Lindor, pero estaba muy cansado como para discutir, si deseaba ir al Salón que lo hiciera, después de todo creía haberle dado una educación sólida y confiaba en que no se metería en ningún lio. Sentí alivio cuando Schaar Dvy llamó a Tiberiu para ir junto a su madre, no debía permanecer allí, ni siquiera debió presenciar aquello...
- Tenéis razón, Schaar Dvy - dije asintiendo.- Será mejor que Tiberiu esté con su madre.
Después no tuve más remedio que volver a mis asuntos, otro cadáver más del que ocuparse. Apreté los dientes mientras evitaba las miradas de los que parecían saber más que yo de lo que allí había pasado.
"Si tanto sabes ¿Por qué no la ayudaste tú?" - pensaba con rabia.
Pero no dije nada, ninguno de los presentes tenía la culpa de lo ocurrido y no era el mejor momento para comenzar una discusión que no conduciría a nada. Me coloqué en la cabecera del lecho donde descansaba el ama de llaves y agarré el cadáver por las axilas.
- Vamos, Elena, cógela de los pies - le dije a la sirvienta, que aún permanecía en estado de shock.- La llevaremos a la Capilla.
No podía evitar mirar el bulto bajo el que se encontraba el cadáver de Mariana. Lo había visto antes y después de que lo taparan. Era un cadáver más que con su sangre saciaba la sed de las crueles tierras de Transilvania. Tiberiu había perdido la sonrisa y su carácter risueño había dado paso a un mohín circunspecto, casi contrito, pues no podía evitar pensar que momentos antes le había dicho que se iba a poner bien, que Maserrak y él mismo la iban a ayudar.
Miró a su maestro con tristeza, preguntándose y preguntándole cómo podía haber pasado aquello. Él era Maserrak de Flambeau, su maestro, el que con paciencia y empeño le había enseñado a leer y el que, según había escuchado, había salvado la vida de muchísima gente en Slobozia, incluída la de Lindor, su madre, tías y primos... Pero claro, lo que el niño no quería haber imaginado era que lo peor también podía ocurrir aun a pesar de los mejores esfuerzos y deseos de las personas.
- Vale…- respondió a Schaar. Ya no le apetecía estar allí. Ya no podía ser de ayuda. Ya no podía hacer nada.- Mamá está bien, ¿no? Ella sí que se va a poner bien, ¿verdad?- preguntó ante las dudas que la reciente muerte había alimentado.
/Salir al patio con Schaar.
No...no...murmuro mientras me abrazan, mientras tiemblo, mientras comienzo a llorar desconsoladamente. ¿Cuanto hace que no lloraba?
Miro a Maese Maserrak con los ojos llorosos y luego el cuerpo de Mariana
Niego, mientras mis dedos se clavan en los brazos de Innya, mis uñas llegan a su piel.
No la toqueis, no la toqueis...alejaos murmuro mientras niego con la cabeza y mis labios tiemblan mas.
La sangre, la sangre...NOOOOOOOOOOOOOOO
Innya cerró los ojos con fuerza para soportar el dolor del desesperado agarre de Elena, que se derrumbaba entre sus brazos. La criada tiró de Elena que se resistía a alejarse de Mariana pero las fuerzas no la acompañaban.
-Vamos, Elena, vamos...-cuando hubo alejado lo suficiente a Elena, flexionó las piernas, sentándose sobre el suelo y la joven se sentó con ella sollozando en un estado de histeria que drenaba su energía.-Llevad vino al banquete-dijo a aquellos criados que observaban la escena-Maserrak, ¿le importa que Niziya sea quien le ayude?-dijo apretando a Elena contra ella antes de que empezara una nueva respuesta violenta por su parte-No puede quedarse ahí, cariño, no merece estar en el suelo-la arrulló como podía. La ropa de ambas se había manchado por la sangre y vino derramados en el suelo, salpicaduras carmesí decoraban la burda tela crema que conformaba la pechera de Innya al haberse inclinado sobre Mariana y Elena, en su dolor, acababa con esas salpicaduras en su ropa y parte de su piel.
El banquete debía ser atendido y confiaba en que esos criados se movieran de una vez por todas y llevaran vino a los comensales, ella tenía un castigo más que asegurado no sólo por los acontecimientos sino por abandonar sus deberes para dar consuelo a una muchacha cuya cordura pendía de un hilo que podría no ser enhebrado nunca más.
-suéltalo todo ahora,cielo, estamos aquí-dijo con suavidad hundiendo una mano en la cabellera dorada de esa muchacha que si bien podría ser su hermana, su juventud indicaba que bien podría ser hija de Niziya.Ese pensamiento llevó a Innya hasta Dagu y Visany, que servían ajenos a ese horror en el comedor.
Dios bendito, no les abandones, suplicó cerrando los ojos por la angustia sin soltar a Elena.
Schaar observó a Maserrak por un momento y asintió para luego responder a Tiberiu mientras escuchaba las teorías de los sirvientes.
- Mamá está mejor ahora. ¡Vamos!- dice acompañándolo con el brazo.
Schaar y Tiberiu salen al patio.
Las palabras de Inniya no me pillaron de imprevisto:
-Por supuesto, yo le ayudaré, Maserrak. -tragué saliva y me mordí la lengua de puro nervio - Déjeme que la coja por los pies...
Mientras entre Maserrak y yo levantábamos a duras penas el peso muerto del ama de llaves, mi cabeza no dejaba de dar vueltas. Eran demasiadas cosas en demasiado poco tiempo. Mariana había muerto, de una forma horrible y a mi parecer injusta además, y por si fuese poco era yo la encargada de transportar su cadáver por todo el castillo. Yo, que hacía un par de horas estaba rellenando cerdos y faisanes mientras las natillas se hacían al fuego, con la alegría de una boda rebosando mi mente junto con la alegría del para mí reciente todavía reencuentro con mis hijos. Yo, una simple sirvienta del castillo de Balgrad. Y ahora el peso de un cadáver que aún no se había terminado de enfriar me castigaba los riñones mientras caminaba encorvada haciendo lo posible porque los pies de la pobre y vieja Mariana no tocaran el suelo.
-Que el Señor la tenga en su Gloria... -susurré para mí, aunque a un tono audible por Maserrak, quien levantaba al ama de llaves por las axilas, intentando que la sangre poco coagulada de su mandíbula no chorreara por el suelo y que sus pálidas manos no se arrastraran por el suelo.
Salimos ya hacia la capilla, ¿no?
No dije nada más, por supuesto que importaba poco quién cargara con ella. Me coloqué el bastón bajo el brazo para que no me estorbara y, en cuanto Niziya le agarró los pies, comencé a guiar la marcha saliendo de espaldas por la puerta de la cocina.