Partida Rol por web

Schaar Dvy, junto a Tiberiu, abandonan las cocinas en busca de la madre del niño.

Poco después, parten de allí el maestro Maserrak y Niziya, cargando con el cuerpo sin vida del ama de llaves Mariana, tristemente fallecida. 

Finalmente el cuerpo de Mariana es llevado por el Maestro Maserrak y mi tía. Ambos se llevan a la fallecida mientras que Tiberiu y Schaar Dvy se van a buscar a la madre de mi compañero. De un momento a otro me siento un poco solo y no estoy seguro de qué hacer para apoyar en lo que está sucediendo.

Sigo al Maestro Maserrak para así no estar sin nada que hacer y ver si puedo ayudarle en algo con el cadáver o en algo que necesite. La verdad es que la celebración no parece tener mucho sentido ya y dudo disfrutar de algo por hoy.

Lindor abandona las cocinas, en busca de Maserrak.

No me importa estar manchada, no me importa estar mojada.

Respiraba cuando entraba...respiraba antes de que...murmuro entre dientes mientras mis ojos miran la mancha de sangre y vino que hay en el suelo.

La señora...el maestro...la tocaron y murio...no respiro...
Mis manos retuercen la tela del vestido, se ponen blancas...un crujido, la cogio y su rostro crujio, no se movio.

- Entran en las Cocinas el lacayo Vasilov y la sirvienta Enrietta, ambos del séquito de Durius Tremere.

Innya apoyó la mejilla sobre la cabeza de Elena mientras ella musitaba el horror que había vivido. Las uñas de Elena habían hecho mella en la piel de la criada y esos caminos enrojecidos escocían mientras la piel de los brazos se levantaba para que la muchacha de cabellos dorados dejara de torturar el cuerpo de Innya para retorcer la tela de las vestimentas, ambas se mantenían sentadas en el suelo, con una mezcla de sangre y vino en las faldas y el escote.

-Desahógate ahora que puedes, cielo-musitó Innya de forma protectora, pasándole una mano por las mejillas, limpiando el rastro de lágrimas. Quizá iba a añadir algo más cuando la puertas de las cocinas se abrieron de nuevo, surgiendo Enrietta y Vasilov por ellas.

-Tienes que aguantar un poco más,querida-dijo con suavidad sin separarse de ella, temiendo que si lo hacía la cordura abandonara completamente a Elena dejándola caer en el foso de la demencia donde sus demonios la torturarían para siempre.

¡¿Qué diablos?!

Vasilov se acercó con premura de forma instintiva - ¿Qué ha ocurrido aquí? - viendo la escena y pasado el primer impulso frenó intentando no sobresaltar a la pareja

Entré a las cocinas y vi a Innya con lágrimas en los ojos y a Elena que parecía herida. Me acerqué a Innya y apoyé mis manos suavemente en sus pómulos tratando de observar mejor en su mirada qué había ocurrido y qué sentía en su interior lo que, en ese caso, no eran nada buenos. Seguidamente cogí las manos de Elena y la miré a los ojos.

- Elena... Elena, cariño, tranquilízate, estamos aquí contigo... estamos aquí contigo - repetí - dios está con nosotras, dios nos protegerá...  - dije tratando de tranquilizar a Elena.

Realmente estaba agarrando las manos de Elena para que no pudiese agredirse de nuevo. Mi mirada se posó ahora sobre los ojos de Innya, sabía que me estaba preguntando qué estaba pasando y supuse que me lo contaría.

- Niziya regresa a las Cocinas.

-El chambelán ha ordenado que los platos dulces estén listos cuanto antes, Inniya. -Dije al entrar. Me acerqué a Elena.

-¿Qué tal estás? -la verdad es que había pasado un mal rato cuando salí de la cocina e Inniya se quedó intentando consolarla. La vi que lo estaba pasando realmente mal. Apoyé mi mano en su hombro y enseguida me acordé de las otras órdenes del chambelán, así que me puse manos a la obra. 

Sin perder un segundo, me separé de Elena antes de que me contestara y empecé a llenar un cubo con agua. Mientras recogía varios trapos y estropajos de los estantes, dije:

-Las paredes del salón están hechas un asco y hay que limpiarlas inmediatamente. El salón parece una pocilga y el chambelán ha ordenado que este inconveniente se arregle de inmediato. Si no os importa, alguien que esté ocioso o que no sea diestro con los postres me podría echar una mano con la labor de limpieza...

Terminé de llenar el viejo cubo con los trapos cargados al hombro y algún que otro estropajo metido en los bolsillos de mi vestimenta, y lo levanté a pulso. Tenía los brazos entumecidos aún de cargar con el peso del ama de llaves y el peso del agua se me hizo mucho mayor de lo que en realidad era.

Enrietta, en su preocupación, había separado a las dos mujeres que se mecían sobre el suelo.

-Es...difícil de contar-dijo con la voz enroquecida por el dolor. Niziya, su cuñada apareció por las cocinas e Innya palideció con sus palabras.¿Otto ha entrado en el Salón?

Casi se le paró el corazón de puro pánico, sabedora de que su castigo estaba cada vez más cerca. ¿La azotarían con una vara? ¿con látigos? Desollarían su piel mientras estuviera viva y daría lo mismo cuanto gritase. Tragó saliva y se puso de pie mirando la sangre de la pechera y los faldones. Quizá no estaba tan lejano el momento en que sería su sangre la que teñiría su ropa. Fue a un cubo de agua y hundió las manos en él. El agua fría se clavó en su piel como más de mil agujas y las marcas que le había dejado Elena en los brazos escocieron como mil demonios.

-Elena, Enrietta va a quedarse contigo, no te vas a quedar sola-le dijo con suavidad mientras iba hacia la mesa apartada en la que descansaban las natillas con una pizca de pimienta molida y los suflés con miel y otra pizquita de pimienta, repartidos en piezas de arcilla para los comensales

-Vasilov...-Innya se humedeció los labios e inspiró hondo- ayuda a mi cuñada, haz el favor ya habrá tiempo para hablar-cargó una bandeja con natillas y suflé para servir a los novios y miró a Enrietta- cuídala, ahora vendrán otros criados para tomar el resto de los postres.

Tomó la bandeja con ambas manos y caminó sobre el desastre del suelo de las cocinas procurando no caer. Al llegar a las puertas apoyó las caderas en la puerta y empujó con ellas  la madera para poder salir sin derramar los postres.

-Gracias, Inniya -le dije antes de que saliese de la cocina. Estaba actuando de forma extraña, palideció ante mi mención del chambelán y se le notaba algo nerviosa. Pero bueno, ya tendría tiempo de hablar con ella cuando todo esto acabase. Lo principal ahora era contentar al chambelán, necesitaba enmendar la regañina que me había llevado en el salón para que su opinión sobre mí fuese favorable. No podía vivir de la caridad eternamente y un puesto en la servidumbre del castillo era lo único que me separaba de una futura vida de miseria y pobreza. Así que me puse manos a la obra.

-Vasilov, haz el favor de coger otro cubo y esos trapos de ahí. Tenemos que dejar el salón como los chorros del oro.

- Innya sale de las Cocinas.

¿Es que todas estas mujeres se han vuelto locas? ... Está bien, ahora, más tarde quiero respuestas... no seré el chambelán pero las cosas no se hacen así

Vasilov asintió y se dispuso a preparar los trapos junto al cubo

El lacayo asintió pero parecía algo dubitativo. En fin, no era ese mi problema ya que mi preocupación ahora era contentar a Otto. 

-Sígueme, por favor. -le dije de una forma bastante agradable. Realmente estaba agradecida de recibir una pequeña ayuda ya que el estado del salón dejaba bastante que desear y me llevaría demasiado tiempo a mí sola.

Salí de las cocinas cargada con todo, junto al chico.

- Niziya y Vasilov salen de las Cocinas.

Innya llegó a las cocinas desde el patio del castillo, con no muy buena cara. 

Innya entró en las cocinas con el semblante demudado. Dejó de nuevo la bandeja con los postres con el resto de las bandejas.
-Madre mía que desastre-sollozó sin poderse controlar más. Había intentado el mal menor como criada y ahora estaba segura de que la matarían a ella y a su familia. No podría quitarse de la cabeza la mirada de fría ira y decepción del chambelán.
Se cubrió la boca con ambas manos para ahogar los gemidos de angustia que brotaban de sus labios mientras las manos le temblaban violentamente.
-Dios padre omnipotente...Enrietta, Mikail está desnudo en los aposentos de Durius, ha salido de la Capilla así y se ha dirigido como un alma en pena hasta las habitaciones del señor...-ella no podía volver al Salón y desde luego menos para interrumpir a Durius para comunicarle la aparición de Mikail y la preocupación que sentía por la integridad tanto del sirviente como del señor secretario ducal.

Tomó un cubo y un trapo y, arrodillándose en el malogrado suelo de las cocinas, frotó la sangre y el vino derramados por éste, demorándose mientras el agua gélida mordía sus maltratadas manos. Eso no era dolor.
No a sabiendas de lo que esperaba que le cayera encima cuando la boda acabara.

Sin mencionar palabra, pues de mis labios no salía ni un simple sonido, traté de levantarme. Mis labios se movieron, pero era tal la preocupación y el cúmulo de ideas y miedo en mi cerebro que no pude pronunciar letra alguna.

Miré a Innya, hice un leve gesto de despedida y marché, manteniendo las manos arrugando mi delantal.