Partida Rol por web

Asiento a lo que dice Valdad y me pongo delante de la puerta cruzado de brazos, sin decir nada más e impasible como siempre, mi mirada es fría como el hielo y mi rostro duro como el mármol, no hay nada que decir, solo esperar al amo.

Lanzo una mirada a Valdav cuando desaparece que indica que no estoy de humor para tonterías y mucho menos para ironías por su parte. Un miserable lacayo.

Luego me sitúo frente a Aldriu y le miro fijamente. ¿Acaso pretende impedirnos el paso? Me gustaría ver cómo lo intenta pero no es momento para ello. Hago un gesto a mis hermanos y doy la espalda al siervo ignorándole completamente:

- Que los hombres sigan descansando. Vosotros aprovechad y haced lo mismo. Puede que luego no tengamos tiempo. -

Me alejo un par de pasos y encaro a un par de nuestros soldados que están de guardia. - Voy a dormir. Despertadme si regresa el hechicero o el Koldun... Bueno, despertadme si pasa cualquier cosa. -

Dicho aquello me alejo y me dispongo a descansar lo que pueda. Nos esperan unas horas y días muy duros.

Al rato, Valdav Krevcheski regresa. No queda muy claro de dónde ha salido, pero el caso es que allí vuelve a estar.

-El Amo os saluda, y os invita a hablar en sus aposentos. 

Sin tener demasiado claras las intenciones del Koldun aún, pues a pesar de habernos invitado a visitarle personalmente, aún me chirriaba la actitud altiva y casi de mofa que tuvieron en un primer lugar sus siervos, me adelanté unos pasos antes de volver a detenerme, esperando que Iador diera el primer paso que le correspondía como nuestro líder.

Hago un gesto a mis hermanos para que me acompañen y asiento al siervo del Koldun.

- Llévanos ante tu Señor. -

Antes de alejarme lanzo una mirada a nuestros hombres y me acerco a uno de ellos para darles indicaciones.

Señalo a dos de ellos y los dejo al mando. No deben moverse hasta nuestro regreso y deben vigilar a los prisioneros y hacerse oír si detectan que Durius o sus hombres se acercan hasta aquí. Quiero gente vigilando las entradas al cementerio en todo momento.

Una vez transmitidas mis órdenes me dispongo a seguir a Valdav. Tengo ganas de ver al Koldun. Noto en los huesos que la venganza está próxima.

Los guardias asienten ante las instrucciones del Caballero Iador Basarab, el líder de esta partida de guerra. Está claro que le respetan mucho y que cumplirán sus órdenes al pie de la letra.

- Valdav Krevcheski conduce a los tres poderosos caballeros Basarab, armados y embutidos en sus armaduras de acero extremadamente pesadas. Ven como abre una entrada secreta disimulada entre rocas y escombros, lo que conduce a una rampa que desciende hacia la oscuridad...

TERCERA HORA DE LA MADRUGADA, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

Una vez se hubieron retirado los caballeros Basarab me puse delante de la puerta de las catacumbas, con las manos juntas casi cruzadas sobre el abdomen, una encima de la otra y el rostro serio sin mirar a nadie, tan solo vigilando la puerta y esperando que mi señor atendiese a su invitados.

La noche esta muy oscura, algo importante va a pasar hoy...

SIERVO ALDRIU:

- Conoces bien el mecanismo secreto que abre el acceso a las Catacumbas, pero estás casi seguro de que los Basarab no han podido verlo.

- El acceso secreto entre las rocas derruidas de las ruinas romanas se abre al ser accionado el mecanismo oculto y el Koldun Vladislav Boru emerge a la superficie por primera vez en años, desde antes de la invasión magyar de Transilvania.

- Le siguen los tres hermanos caballeros: Iador, Barakta y Molensk, de la Casa Basarab. En último lugar camina el noble Krevcheski de aspecto erudito, Valdav.

- La noche transilvana de primavera es agradablemente fresca e incitadora. La luz de la luna y las estrellas resulta embriagadora en comparación con las frías antorchas del complejo subterráneo, con su pálida luz que ni calienta ni apenas ilumina.

- El Koldun avanza por las ruinas y enseguida ve la forma erguida de su enorme siervo, Aldriu (quien es, sin saberlo, uno de los muchos hijos bastardos del difunto Blaatu Basarab, cosa que para el Koldun es evidente por el olor de su sangre).

- Cerca hay un campamento con una treintena de tropas entre soldados y siervos calvos y deformes (también con algo de sangre Basarab en sus venas estos últimos). Un campamento que rodea un foso más o menos circular en el que hay diecisiete milicianos aterrados y el cadáver degollado de uno más.

Mi caminar silencioso tras el Koldun no es nada nuevo para mis hermanos. Durante largo tiempo estuve en silencio en la mansión Basarab, siendo paciente, parco en palabras pero diciendo lo justo y lo necesario. Ahora es un momento similar.

Ya hemos renovado el pacto con el Koldun y parece que nos ayudará a tomar el Castillo. ¿Qué planes pasan por su mente? Lo ignoro. Doy por sentado que nos lo dirá a su debido momento. La luz de la luna y las estrellas refulge sobre nosotros cuando salimos al exterior.

Miro a los guardias y luego a los asustadizos prisioneros y sonrío. Creo que el Koldun se va a dar un festín. Hago un gesto con la mano a los guardias para que se aparten y tomo la palabra. 

- Ahí tenéis. Son todo vuestros. - Extiendo una mano para abarcar a todos los prisioneros y espero a que el Koldun decida qué hacer con ellos. No hace falta que le diga que el tiempo apremia, pues es posible que nuestros enemigos se encaminen hacia aquí ahora mismo, y si no es así, estarán preparando las defensas para nuestra llegada.

Mi mirada no traiciona mis sentimientos pues décadas de perfeccionamiento han puesto esta máscara que casi siempre llevo.

Tú, Koldun Boru, un miserable vampir que se ha pasado años bajo tierra. Escondido cual cobarde mientras tu tierra sangraba. ¿Dónde demonios estabas cuando los invasores magyar aparecieron? Con la cabeza entre las piernas, agachado y escondido en un rincón oscuro. ¿Acaso piensas que voy a quedarme de brazos cruzados mientras cambiamos a un gobernante invasor por un cobarde?

Sé que ahora tengo que lamerte el culo. Tenemos que fingir sumisión y obediencia. Confío en que seas un necio que no sepa pensar. Pues de otra forma te darías cuenta de que los Basarab no doblamos la rodilla ante nadie. Durius va a pagar. Y cuando Durius pague y el castillo sea nuestro, tú pagarás también. Aún no sé cómo pero tengo claras ciertas cosas sobre cómo hacer frente a alguien como tú.

Soy Iador Basarab, segundo hijo del difunto Boyardo Blaatu Basarab. Actual dirigente de la casa Basarab, la más temida de toda Transilvania. Juré proteger nuestra casa, nuestra sangre. Y no permitiré que alguien como tú esclavice a mis hermanos o a mí mismo. Trabajaremos para ti, Koldun, temporalmente. Y realmente estaremos trabajando contigo, para nuestro provecho.

Pero cuando todo acabe. Cuando la cabezas de Durius y Maserrak reposen en sendas picas. Entonces y sólo entonces sabrás por qué temen a los Basarab.

Al sentir el ruido del mecanismo secreto miro atento a ver quienes salían y como.

Al notar la gran silueta ataviada en la armadura del Koldun automáticamente doy un paso hacía atrás para apartarme del camino y rápidamente hinco una rodilla, apoyo el puño en el suelo y bajo la cabeza.

Hacía demasiado tiempo que no veía al Koldun afuera y esta situación era totalmente nueva para mi, pero seguiría aquello que quisiera mi amo.

Atravieso el umbral y siento como el frescor del aire nocturno de Transilvania. Su aroma y frescor expande mis sentidos y me brinda una sensación de placer excitante que hace mucho tiempo no sentía. Soy nuevamente una criatura, un depredador, una bestia acechando entre las sombras de la noche a su presa.

Veo a mi siervo, Aldriu y paso mi mano sobre su cabeza al pasar a su lado, acariciándolo. Mis ojos penetran la penumbra en busca de aquello que mi olfato ya me ha prometido. La sangre fresca de los hombres, mezclada con el miedo y la adrenalina, me sabe a vida y alegría, a bellos recuerdos y felicidad, a todo aquello que les quitaré en el momento en que sean asesinados por mi sed insaciable.

Miro el cielo y a la luna, hace tiempo que no la veía pero esta noche me parece especialmente hermosa. Miro luego a mis presas, guiado por la mano de Iador y veo a los prisioneros, fijándome en el degollado. Mi voz suena atronadora cuando pregunto enojado:

 - "¿Quién se ha atrevido a asesinar a uno de mis regalos?"

Miro a todos los presentes mientras recorro con la mirada el lugar, buscando donde es que haré lo que necesito para asegurar nuestra victoria sin mayores pérdidas y con un dolor completo por parte de los enemigos de mi causa.

- He sido yo, mi Señor. – Respondo rápidamente llevándome el puño al corazón e inclinando la cabeza. – No sabíamos cómo contactar con vos. Apenas recordábamos vagamente este lugar e ignoraba si mi Padre seguía algún tipo de ritual para poder veros. Nos urgía acudir a vuestra presencia y ante la imposibilidad de dar con vos decidí hacer un sacrificio en vuestro nombre con la esperanza de que la llamada de la sangre os señalara nuestra presencia. –

No teníamos ni idea de dónde estaba la entrada a las catacumbas hasta que uno de tus siervos metió la pata. Si no llego a haber hecho el sacrificio todavía nos tendrían aquí esperando así que no me arrepiento de ello. Sólo es un miserable campesino, por el amor de Dios.

Pareces irascible Koldun. Espero que dirijas bien esa ira y todo el poder que se dice que ostentas. Espero que aplastes a Durius con suma facilidad y que todo esto no sea en vano.

Sonrío ante la sinceridad de mi ahora vasallo. Me acerco a él y pongo la mano sobre su hombro para hacerle saber que lo perdono, mientras le hablo:

 - "La sangre es la vida. No la desperdicien si pueden aprovecharla."

Luego de eso miro a los prisioneros y me quito mis armas antes de lanzarme dentro del pozo. Una vez dentro, sonrío y ataco al más cercano de los hombres, bebiendo su sangre hasta matarle. Una vez está completamente seco, dejo caer el cadáver a un lado y sigo con el siguiente. Río entre cada bebida mientras veo las caras aterradas de quienes quedan. Sigo bebiendo y asesinando en un carnaval de sangre y muerte hasta quedar completamente saciado. 

Sonrío con mi boca y llena de sangre y doy un salto de dos metros para caer fuera del pozo. Entonces levanto la mano dando órdenes:

 - "Átenlos de a uno, mañana los utilizaré."

Luego me acerco a los caballeros Basarab y a mis dos criados para hablarles del plan que haremos:

 - "Mañana, apenas caiga el sol, en estas mismas ruinas, haré un ritual. Ustedes estarán presentes y me asistirán pues no debo ser interrumpido, quiero que hayan traído a unos diez civiles desde la ciudad como prisioneros pues usaré muchas vidas. Mientras tanto, vuestros hombres se posicionarán a una distancia prudencial desde la cual las fuerzas del castillo las vean. Comenzarán a preparar un ariete y dejarán que los guardias vean eso. Quiero que, de alguna forma que ustedes idearán, los tres soldados de mayor rango después de ustedes tres se disfracen como ustedes. Quiero que a la distancia pareciese que ustedes están con ellos. Cuando el ritual termine, enviaremos a alguien que avise a las tropas que es momento de atacar. Harán sonar los cuernos y comenzarán la lenta marcha al castillo mientras nosotros atacaremos por otra ruta. ¿Ha quedado claro?"

Si todo sale bien, mañana todos nuestros enemigos morirán de forma irremediable y me bañaré en la sangre de nuestros enemigos, liberando para siempre esta tierra del dominio de los magyares. Primero eliminaré a todos los que están en el castillo y luego, prepararé el recibimiento para el Duque. Ahora debo pensar en los que hay, aunque no demasiado pues no son más que cadáveres esperando su turno para descomponerse bajo nuestros pies.

- Así se hará. - Respondo al Koldun para tranquilizarle. Me alegra saber que tenemos un plan. Giro el rostro para mirar con severidad a nuestros guardias y les doy la orden: - Ya habéis oído. Atadlos a todos, de a uno. -

Pienso por un momento en las palabras del Koldun y en su plan. Disfraces. Me pregunto si todos los vampir piensan de un modo parecido. Luego aparto esos pensamientos de mi mente, no llevan a ninguna parte y sólo nublan mi juicio.

Ahora debo pensar en organizarnos. Mis hermanos, las tropas y yo debemos descansar. Pero sólo tendremos unas doce horas de luz, con suerte. Y además de descansar hay que ultimar los preparativos para el plan del Koldun. No va a ser fácil.

¿Que clase de ritual invocaría para acabar con todos sus enemigos? lo vería el próximo día, pero Barakta tenía claro que a lo mejor en su precipitación por su venganza, quizás habían cometido el error en confiar en una criatura como aquella, mas ya estaba hecho y eso no podía cambiarse. Ahora solo debían ceñirse a las nuevas órdenes. 

Molensk, encárgate de que los hombre tengan todo lo necesario para la construcción del ariete. También busca la mejor posición para el avance de nuestras tropas- mira a Iador- descansa un poco, ya me encargo yo de los preparativos.