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QUINTA CAMPANADA, MADRUGADA DEL CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

Me sorprendo ante el gesto del amo, pero lo recibo de buena manera y lo tomo como una invitación a levantarme, para quedarme a su lado a varios metros de distancia y contemplar como sacia su sed.

Me fuerzo a no apartar la vista a pesar de lo cruel del espectáculo, si íbamos a entrar en guerra debería de prepararme para ver y hacer cosas peores.

Una vez escuché que el Koldun comenzó a dar ordenes me acerqué tan solo un poco y volví a arrodillarme.

-Dígame en que puedo servirle amo y así se hará, uno esta dispuesto y preparado para cualquier tarea- dije inclinando la cabeza con la mirada al suelo.

Sonrío a mis hombres, quienes están muy comprometidos con la causa, mostrando su fidelidad y devoción hacia mí. A los Caballeros Basarab aún les falta para entender realmente quien soy y qué significo para ellos, pero el tiempo les abrirá los ojos y me adorarán como es debido.

Le respondo a Aldriu con una voz amable:

 - "Aldriu, siervo mío. Ayudarás a los Basarab en todo lo que he ordenado. El ritual debe efectuarse sin errores ni interrupciones, con suficientes sacrificios para poder vencer. Ahora, bebe de mí y fortalécete."

Muerdo mi muñeca y ofrezco mi sangre para que beba de ella y así obtenga el poder que solo mis súbditos más fieles pueden tener: El poder de la oscuridad que corre por mis venas como la vida lo hace por las venas de los mortales. La muerte me satura comunico a mis vasallos más devotos el poder de las sombras para que puedan servirme de forma que ningún mortal podría.

Luego de eso, miro a Valdav y le hablo:

 - "Valdav, tú bajarás conmigo ahora. Tengo otra tarea para ti."

Acto seguido activo el mecanismo y vuelvo a la oscuridad de mi cripta, donde ningún rayo del sol ha entrado jamás y donde ninguno lo hará.

Toda aquella sangre derramada por el Koldun hacía a Valdav sentir una envidia que trató de mantener oculta tras su máscara impetérrima.  Aldriu no se merecía semejante presente, y los Basarab tampoco. Y sin embargo lo tenían.

No obstante, Valdav no era quién para opinar sobre lo que hacía su amo, de manera que se mantuvo en silencio respetuoso, hasta que el mismísimo Koldun le dirigió la palabra. Una expresión solícita cruzó su rostro en aquel momento— Sí, Amo. — dijo, con una reverencia, antes de erguirse y seguir al Koldun hasta el interior de las catacumbas.

Si tenía otras tareas para él, entonces no trabajaría codo a codo con aquellos pretenciosos que seguro deseaban obtener el poder de su amo, lo cual le aliviaba considerablemente. Y aquellas eran tareas vulgares. Mejores para Aldriu, sin duda.

Asiento a mi hermano Barakta agradeciéndole el gesto. Pero sé que tanto él como Molensk deben dormir y descansar. De hecho he notado más en ellos los síntomas del cansancio y la fatiga que en mí durante nuestra cabalgada desde la mansión.

- Está bien. Encargaos de los preparativos. – Digo mientras comienzo a quitarme la armadura empezando por los brazales. – Conseguid armaduras normales que nos valgan y que tres de nuestros hombres con una complexión parecida a nosotros se pongan las nuestras. – Ordeno mientras echo un vistazo alrededor. Freno mi vista en tres de los siervos. No son soldados pero para aparentar nuestra corpulencia servirán. Les señalo con mi mano. – Ellos tres. Que se pongan nuestras armaduras. –

Confío en que Molensk busque luego entre nuestros soldados y encuentre tres armaduras aptas para nosotros. No nos protegerán tanto como nuestras armaduras extrapesadas ni de lejos, pero es mejor que ir totalmente desprotegidos.

Dejo caer los brazales al suelo y continuó con el resto de mi armadura. Hago un gesto a uno de los siervos para que venga a ayudarme.

- Dormiré seis horas. Ni una más. – Indico a Barakta. – Si sucede cualquier imprevisto despertadme. Si no, en cuanto pasen las seis horas me despertaréis y dormiréis vosotros dos. Que los hombres hagan turnos para organizar los preparativos y descansar. Quiero a todo el mundo fresco y preparado para el próximo anochecer. ¿Entendido? –

Estoy seguro de que con  unas horas de sueño veré todo con mayor claridad. En veinticuatro horas se decidirá todo. Tras acabar de quitarme la armadura por completo dirijo mis pasos a la entrada a las catacumbas y me siento en el suelo apoyando mi espalda en una roca cercana. Quiero estar cerca de la entrada por si ocurriera algo. Tener una vía de escape a mano es siempre la opción más sensata.

El regalo que el amo me ofrece es algo que me toma totalmente desprevenido, a pesar que sabía de aquella capacidad pra ser más cercana a él jamás en todo este tiempo me había sido comentada siquiera la idea por lo que la sorpresa es enorme.

En mi rostro se puede ver la duda, acaso quedaría igual que Igor al probar la sangre negra del amo? O eso fue porque su mente era débil? De todos modos a pesar de eso tenía la fuerza suficiente como para derribarme con un zapato y si íbamos a ir a la batalla al lado de unos sujetos tan aguerridos como los Basarab, entonces necesitaría esa fuerza.

Caminando despacio despejé mis dudas para acercar la boca a la muñeca del amo y beber de ella, al principio sentir ese líquido casi me causa repulsión, además de la fría carne del amo, pero tras el primer trago se me hizo algo delicioso y comencé a beber con mayor confianza hasta que se me ordenó detenerme, momento en el cual me limpié la boca y me quedé en las cercanías para ayudar a los Basarab tal como se me había ordenado.

- En una terrible orgía de sangre, el Koldun desangra por completo a ocho víctimas, y deja vivo a un noveno miliciano de Alba Iulia del que sólo bebe un poco pues está ahíto.

- Quedan vivos nueve prisioneros.

- Igor sale a la superficie usando la entrada secreta y se cruza con su Amo el Koldun, que desciende a las Catacumbas del Agua Negra seguido de un sumiso Valdav Krevcheski.

- Observa enseguida que han muerto ocho víctimas y una novena se ha desmayado por la pérdida de sangre. Quedan en total vivos nueve milicianos prisioneros.

- También observa como el mayor de los hermanos Basarab se despoja de su armadura con la ayuda de un corpulento siervo calvo y deforme, para después sentarse en el suelo con la espalda contra una roca, junto a la entrada a las catacumbas.

- Otros dos siervos deformes parecidos al anterior se acercan a los otros dos hermanos Basarab, Molensk y Barakta, por si quieren ayuda con sus armaduras.

- Aparte hay dos carros de suministros con recuas de cuatro caballos cada uno (ahora descansando), atendidos por otros tres siervos.

- Doce guardias de la Casa Basarab montan guardia, mientras otros doce tratan de descansar a duras penas en tres grandes tiendas de campaña.

¡Sí! ¡Sí!-exclama satisfecho con la visión de los cadáveres.

Diréis lo que queráis de los Basarab: que son unos memos descerebrados, una casa endogámica venida a menos, con un montón de hijos sodomitas que no se dan casado y tenido descendescencia porque prefieren la compañía de otros hombres... Los rumores están ahí. ¿Pero y lo generosas que son sus ofrendas? Eso casi compensa todos sus evidentes errores.

Igor camina hasta los árboles y deja en la parte de atrás de su carro medio oculto por la vegetación las antorchas que llevaba en brazos. Después vuelve hacia los Basarab. Su atención se centra en uno de los cuerpos tendidos, cuando se revuelve en sueños demostrando que sigue vivo. Igor se acerca a su boca y le da una cucharada de miel para darle energías suficientes con las que se pueda aferrar a la vida... y servir otro día de alimento.

Detrás de esa colina, la tierra es blanda. Podéis hacer que los prisioneros entierren ahí los cadáveres. También disponemos de cámaras en las catacumbas para hacer de despensa, pero la comida del Koldun suele morirse con el paso de los días por falta de agua. Quizás deban de ser vuestros prisioneros un tiempo más.

No se dirigía a ningún Basarab en particular. Había uno, el hermano mayor, que mandaba más que el resto. ¿Qué más daba? Seguían siendo gusanos. Gusanos que habían bebido del agua negra del Amo... qué envidia...

¿Puedo quedarme con este cadáver?-soltó la muñeca de un muchacho joven, una de las ocho víctimas, y observó cómo el brazo caía a plomo de nuevo al suelo.

IGOR:

- Salvas la vida de la novena víctima. El amo ha bebido apenas un tercio de su sangre. Estará desmayado, pero vivirá un poco más.

FALTA MEDIA HORA PARA EL CANTO DEL GALLO.

CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

No dudé en obeceder a mi hermano Barakta y ponerme manos a la obra. En primer lugar me encargué de dar órdenes a los hombres para que empezaran con la construcción del ariete. Para construir un ariete decente necesitaríamos más de una semana con los medios y hombres de los que disponíamos, pero sólo teníamos un día, de modo que simplemente ordené cortar el tronco del árbol más grande que hubiera en los alrrededores y subirlo a un carro. No era perfecto, pero al menos serviría para cumplir su función.

Mientras los hombres obedecían me marché para inspeccionar el terreno y ver la mejor forma de atacar.

Cuando regresé, mientras uno de los que se harían pasar por nosotros me ayudaba a quitarme la armadura, comenté a mis hermanos mis averiguaciones.

-La única forma de llevar el ariete hasta las puertas es por el lado oeste del castillo. Primero hay un largo puente de piedra, y al final un puente levadizo de madera. Sin embargo, la cosa no es tan secilla. Habría que bajar el puente desde dentro... O cortar las cadenas, lo cual es imposible para nuestros hombres, y difícil incluso para nosotros, si es que llegamos hasta allí -hice una pequeña pausa, suspirando-. La única opción que veo viable es destrozar casas y apilar partes de la empalizada de la ciudad para tender un puente un tanto inestable y sujetarlo lo mejor posible al puente de piedra.

AMANECER DEL CINCO DE MAYO, AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

Mi figura recostada en la roca parece totalmente inmóvil, si no fuera por el leve vibrar de mi pecho, arriba y abajo, indicando que sigo respirando y sumido en mi sueño.

Necesito recuperar fuerzas y estar fresco para la batalla, y confío plenamente en que mis hermano se encarguen de todo durante mi descanso.

Los sonidos, las palabras y las conversaciones a mi alrededor no me molestan.

Barakta aprovechó el tiempo para buscar unas armaduras lo suficiente decentes para los tres hermanos. Tras esto, se quitó u armadura para dárselos a aquellos siervos y esperar que el plan funcionase.

Buen trabajo Molensk- dijo a su hermano menor- está claro que el asedio del castillo no iba a ser tarea fácil. Tendrán que prepararse para eso que dices, no queda otra opción.

Solo esperaba que el ataque que tenía preparado el Koldun con ellos fuera mas efectivo que enviar a sus hombres a una muerte segura.

ARMADURAS:

- Tenéis dos opciones:

A) Coger armaduras de cuero de los milicianos muertos.

B) Pedirles a vuestros guardias sus camisotes de mallas y dejar a tres de ellos sin armadura (lo cual perjudicará seguramente la moral de todos). Los camisotes de mallas son ligeros y apenas cubren el torso, los hombros y algo de los brazos.

¡Sí! ¡Eso! ¡Ignoradme! Son unos egoístas. Quieren todos los cadáveres para ellos. Son unos advenedizos como el Krevcheski: solo están bajo la bota del amo por puro y egoísta beneficio, en lugar de por el lógico placer de la sumisión.

¡Aldriu, patán! Si no tienes otras órdenes del Gran Koldun, pasa corriendo de nuevo a las catacumbas.

Igor cojeó hacia el abrazo de humedad y oscuridad que suponía la entrada al subsuelo. Allí podría ser más útil para el Amo, y quizás, solo quizás, ser recompensado con algún golpe.

Por mucho que no nos guste, hermanito, la mejor opción son las armaduras de cuero de los milicianos muertos. No quiero quitar a tres de nuestros hombres sus armaduras para bajar aún mas la moral de la tropa

- Igor desciende a las catacumbas subterráneas y laberínticas que ocultan el refugio del Koldun del Agua Negra y de sus sirvientes.

-Es la única opción, hermano. Si además de contar con pocas tropas, además éstas andan con la moral baja... Estamos condenados. Como también lo estaremos si nos alcanzan portando esas armaduras de cuero. Habremos de extremar las precauciones -al parecer, Barakta había llegado a la misma conclusión que yo respecto a las armaduras.